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Una evaluación de la crisis múltiple del Perú

Una evaluación

de la crisis múltiple del Perú

Raúl Prada Alcoreza

PERU-POLITICS-PROTEST-CASTILLO-SUPPORTERS

Un análisis de la crisis múltiple en el Perú, en los espesores de la coyuntura, implica la comprensión simultánea de los distintos planos de intensidad y de las diferentes estructuras temporales, las estructuras de larga duración, las estructuras de mediana duración y las estructuras de corta duración. Por otra parte, también es importante considerar el espacio-tiempo-territorial-social en cuestión, vale decir se requiere del entendimiento de las conformaciones sociales y territoriales, geográficas y sociales, así como del entendimiento de las estructuras psicológicas subyacentes, sobre todo comprender sus dinámicas molares y moleculares combinadas.

Hablamos del Perú, de esta formación social, de esta geografía política delimitada por la propia historia virreinal, después por la historia de la República; claro que hay que tener en cuenta el antecedente primordial, no solamente del incanato, sino de anteriores sociedades andinas, también costeñas y del valle de Supe, como las de Caral. Así también hay que considerar a las sociedades amazónicas precolombinas.

Comenzando el año 2023 estamos ante un estallido social, cuyo epicentro se encuentra en la sierra,  sobre todo en la sierra sur del Perú. Sin embargo la geografía de la crisis se ha extendido rápidamente a 18 provincias, abarcado las distintas geografías, regiones y micro regiones, además, ya en el desplazamiento mismo de las movilizaciones, logrando un alcance nacional, los “cuatro suyos” han tomado Lima, la capital ahora convulsionada.

Es importante empezar con cuadros, con paisajes sociales y territoriales, con tejidos culturales. Comencemos con la sierra. Uno de los mejores expositores, desde la perspectiva literaria, de la sierra peruana es José María Arguedas. Sus novelas son conocidas, en ellas nos muestra de manera elocuente y colorida, además de musical, el entramado afectivo, lingüístico, cultural y social del Perú serrano. Son claves las novelas Los ríos profundos y Todas las sangres, sin desmerecer las otras novelas, sobre todo la última, publicada póstumamente El zorro de arriba y el zorro de abajo.

En Todas las sangres estamos ante un entramado narrativo exuberante, penetrante, expresivamente serrano, que integra y articula, en su diferenciación misma, distintos perfiles sociales, distintos personajes culturales, que entran en relación de manera enmarañada, se entrelazan caprichosamente,  pronunciando, de manera manifiesta, sus dramas. Es una novela donde se desnuda el ejercicio del poder, en su singularidad local, se ponen en evidencia los agenciamientos concretos de poder, su formación barroca, que sedimenta distintas herencias históricas, las precoloniales, las coloniales y las republicanas. El contexto serrano se puede dibujar a partir de proliferantes configuraciones, que expresan la concurrencia en distintos estilos sociales y culturales, inclusive podríamos decir civilizatorios. Para resumir, por un lado, están los terratenientes, que en su mayoría, al momento del relato, sufren la pauperización; estos terratenientes son como encomenderos tardíos, diferidos en el tiempo, metamorfoseados en su mestizaje, puesto que tienen sus indios, de los que son propietarios de la vida y de la muerte. Por otro lado, están los emprendimientos capitalistas, empresarios nacionales y extranjeros.

El centro del conflicto es la explotación minera, la explotación de un cerro misterioso, Apark´ora, a la vez místico y telúrico; rico en vetas de plata. Estas empresas capitalistas tienen sus obreros, sus trabajadores mineros, sus peones, pero también tienen sus indios asalariados y no asalariados, podríamos decir, sus mitayos modernos, que son donados por el hermano latifundista, Bruno Aragón de Peralta, del empresario minero. El empresario minero nacional, Fermín Aragón de Peralta, tiene que competir con una empresa trasnacional extractivista, que tiene sus agentes, sus técnicos, sus operadores, sus ingenieros, así también sus conspiradores. Como hilos de este tejido, de esta textura y de esta urdimbre, se encuentran las trayectorias de vida de los individuos, solitarios, perdidos en sus laberintos, conglomerados de trayectorias de vida de los grupos sociales y de los colectivos, así como de las comunidades. Aparecen los hombres, el perfil masculino, con todos sus prejuicios machistas, a contraluz, aparecen, tibiamente, incluso melancólicamente,  las mujeres, acompañadas por los estereotipos que les atribuye la sociedad institucionalizada. Hay mujeres que se asemejan a la virgen, a una santa, enclaustrada en su soledad, a una princesa andina, a pesar de los mestizaje. Hay mujeres plurales habitando los paisajes y cuadros, en distintos planos de aproximación; lejanos, en la lontananza, cercanos, en las calles del pueblo, más cercanos, en las casas y habitaciones, en primer plano, deslumbrando con sus rostros, iluminando con sus ojos dulces.

Cuzco y Lima son los referentes de centramientos gravitacionales sociales y culturales. La lejana Lima se presenta borrosamente como la Babilonia costeña, la ciudad prostituta, la urbe de la perversión, del desenfreno, de la mercantilización general, del fetichismo diseminador. En cambio, Cuzco aparece como la capital serrana, el recuerdo del pupo del mundo del incanato, el centro del Tawantinsuyu. Entre ambas capitales opuestas social y culturalmente están los pueblos, las comunidades y las haciendas, todas absorbidas y metidas en sus propios dramas, buscando sus destinos indescifrables, peleando por no desaparecer o abriéndose inciertamente hacia la promesa del futuro.

Ciertamente hay una distancia temporal entre esa sierra, la de José María Arguedas, correspondiente a las primeras décadas del siglo XX y la sierra actual, correspondiente a las primeras décadas del siglo XXI. Lo mismo podemos decir respecto de la formación social peruana, sin embargo, quedan las huellas, las marcas, las hendiduras, las estructuras rudimentarias, también, en contraste, las estructuras barrocas de la sociedad; ese halo de competencia entre tradiciones y lo que se vienen llamar “desarrollo económico”. A estas alturas de la historia se puede decir que el “desarrollo nacional” ha fracasado. Se tiene la certeza, después de la evaluación histórica, que atraviesa el estupor de los siglos, de que ese “desarrollo” no es más que la forma del capitalismo extractivista y dependiente, una continuidad colonial, por lo tanto, la forma desmoralizante de la sumisión y del sometimiento, la forma destructiva de la transferencia de los recursos naturales al centro cambiante del sistema mundo capitalista.

La cuestión política ha cambiado mucho, si comparamos el contexto político de aquella época, de principios del siglo XX, y la actual época, de principios del siglo XXI, que podemos denominar de la irremediable decadencia del sistema mundo capitalista, de la civilización moderna y de la crisis múltiple del Estado nación. En aquella época se trasluce la pelea entre modernistas y tradicionalistas, por así decirlo, algo que todavía se puede encontrar hoy, solo que con perfiles distintos, discursos diferentes, personajes cambiados. En la novela Todas las sangres aparecen menciones despectivas, de parte de algunos protagonistas de la trama, respecto a lo que se nombra como “comunismo”, así como lo que se denomina, ambiguamente, “aprismo”. También se mencionan nombres correspondientes a perfiles, por así decirlo, “modernos”, se nombran estilos, mas bien, cínicos, que tienen que ver con los operadores de la empresa trasnacional minera, Wisther and Bozart; no les interesan las «ideologías», ni los perfiles políticos, sólo les interesan los negocios. En cambio, en contraste, en la época actual, correspondiente al siglo XXI, que ya ha acumulado una larga experiencia social y política, que ya conoce los recorridos del capitalismo dependiente, la dramática historia de la política inconsecuente, las sociedades tardías se enfrentan a la diseminación. Después de lo que podemos llamar la crisis de las ideologías o el crepúsculo de los ideólogos, crisis de los grandes relatos, crisis tanto del marxismo como del liberalismo; crisis del marxismo bolchevique, sobre todo en su versión totalitaria de socialismo real, aunque también en otros proyectos, pretendidamente “radicales”, que insisten en la revolución bolchevique, a pesar de ser conocida la historia, el destino y el desenlace del bolchevismo en su forma despótica de estalinismo. En el Perú se cuenta con la experiencia de esta praxis política, por la vía de la incursión guerrillera, sobre todo la de Sendero Luminoso.

La guerrilla maoísta de Sendero Luminoso va a tener su asidero en Ayacucho, después se va a extender a otras provincias, por último va a pasar de la guerrilla rural a la guerrilla urbana, cuando se traslada a la metrópoli de Lima, donde definitivamente va a ser derrotada. Este periodo de convulsión dramática, de conflicto abismal, de guerra de guerrilla y de contrainsurgencia, va a ser conocida como la “guerra interna”, otros hablan de “guerra civil”. Como hemos dicho en otro ensayo, esta experiencia es traumática, no sólo por la guerrilla, que proyecta sus propios fantasmas justicieros, sino por el propio terrorismo de Estado, desencadenado y sin control, que se desata de manera desbocada. Las comunidades campesinas van a encontrarse atrapadas en fuego cruzado, en el medio del conflicto bélico. Después de una larga guerra de guerrillas y contrainsurgente, intensa, dramática y trágica, despiadada, sobre todo por el desborde demoledor de la violencia, el Estado contrainsurgente consigue la victoria, aplastando a las organizaciones guerrilleras.

El desenlace de la “guerra interna” va a ser fatal para la formación social peruana; el Estado aprovecha la ocasión para destruir el tejido social, la memoria social y la experiencia social acumuladas. Va a atacar al resto no guerrillero de un pueblo insubordinado, va a hacer la guerra a otras expresiones de izquierda, otros partidos de izquierda, que no están involucrados en la guerrilla, va a desmantelar a los sindicatos, va a aterrorizar a toda la sociedad peruana, acusando a toda protesta, a toda movilización, incluso a toda demanda de terrorismo. Esta es la época perversa de las gestiones de gobiernos de Alberto Fujimori.

En un anterior ensayo tomamos el concepto de trauma del psicoanálisis, lo usamos como metáfora para aplicarlo socialmente, tomado como trauma social y político, un trauma del inconsciente colectivo. Hemos dicho que ese trauma se instaura precisamente en el periodo de la “guerra interna”. Acabada la guerra el trauma permanece, se comporta de una manera perturbadora, incide en las conductas y en los comportamientos de la gente; tiene que ver con la estructura psíquica de los individuos, de los grupos, de los colectivos, de las clases. Si podemos usar figuras, expresarnos metafóricamente, el trauma tiene que ver con la estructura psíquica de la sociedad. Se va a hacer manifiesto en la recurrencia al trauma, en su reiteración, cuando la casta política tiene que explicar su crisis, cuando busca justificar el recurso de la violencia, al terrorismo de Estado, haciendo alusión a un recuerdo traumático, de que se vive la misma situación que la época de la “guerra interna”, de la guerra entre el Estado contrainsurgente y la guerrilla. Recuerdo anacrónico que no corresponde a la realidad efectiva, sino al imaginario delirante. Esto es precisamente lo que ocurre ahora. Frente al continuo y sucesivo escamoteo del voto popular, que ha venido eligiendo, desde el 2016, presidentes en segundas vueltas, el Congreso ha despojado a los presidentes de la continuidad de sus gestiones, bajo distintas acusaciones y juicios, por último les ha castigado con vacancias. La última tramoya congresal fue con Pedro Castillo, que se diferencia de los demás presidentes elegidos y destituidos por el Congreso en que su perfil social político y cultural es distinto, corresponde a los rasgos antropológicos de la sierra; es un serrano, un profesor devenido de una familia campesina, con quien se identifican, reconociéndose en sus rasgos y sus características culturales las poblaciones campesinas de la sierra. También lo hacen otras poblaciones subalternas de la formación social peruana. Pedro Castillo gana en segunda vuelta, tiene un programa que contempla la reforma agraria.

A los medios de comunicación empresariales, que juegan con estereotipos, les resulta Pedro Castillo de izquierda. Las acusaciones contra Pedro Castillo comenzaron antes, incluso ya en la primera vuelta, se hicieron más insistentes y desmesuradas en la segunda vuelta. Se trata de acusaciones infundadas, desde el señalamiento de “izquierdista”, incluyendo la acusación de que tuvo vínculos con Sendero Luminoso. Sin embargo, a pesar de los esfuerzos, no pudieron detener la victoria de Pedro Castillo. Recurriendo a todos los métodos viles no pudiera lograr sus objetivos, pero, a pesar de esto, persistieron,  no agotaron ni renunciaron a la guerra sucia, la continuaron; llegaron al extremo de decir que hubo fraude, el mismo que no pudieron demostrar nunca. Buscaron desesperadamente deslegitimarlo y descalificarlo, cuestionando la elección de Pedro Castillo. Con todo y a pesar de todas las tramoyas se posiciona Pedro Castillo en la presidencia, recibe el bando.

La campaña sistemática la guerra sucia no para, va a continuar de manera compulsiva. Pedro Castillo elige a Guido Bellido como su primer ministro, es el canciller, sin embargo, la derecha ultraconservadora lo acusa de pertenecer a Sendero Luminoso, presiona para que el presidente lo saque del gobierno. Contra lo esperado que se haga, en este caso, respondiendo a su propio programa electoral, de manera sorprendente, el presidente cede a las presiones y saca a su primer ministro, al hombre más fuerte de su gabinete, al más claro, de acuerdo a lo que se planteó en el programa, que había ofrecido el mismo Pedro Castillo al pueblo. Como se dice comúnmente, en las primeras de cambio Pedro Castillo sede a la derecha, retrocede, de lo que podemos llamar centro izquierda a un centro y, después, al centro derecha; incorpora ministros de derecha.  Con esta actitud condescendiente cree que puede capear la tormenta, la presión permanente, pero no ocurre esto. Mediante estas concesiones a la derecha cree que lo iban a dejar gobernar, pero no ocurre lo que esperaba lograr, al contrario, lo acorralan más. Después, una vez logrado el retroceso de Pedro Castillo, la derecha congresal continúa en su propósito de sacar al serrano, retoma su estrategia. La situación del presidente se vuelve cada vez más dramática e insostenible; no lo dejaron gobernar, no lo dejaron hacer gestión, lo acusaron de inútil, después de que lo han inutilizado, a partir de la guerra sucia, las maniobras perversas.

Por otra parte el problema se ahonda, el mismo Pedro Castillo no solamente cede a la derecha sino que cae en sus prácticas, incursiona en prácticas de corrupción, incorporándose, de este modo, al comportamiento sinuoso del círculo vicioso de poder, comprometiendo a su familia en prácticas dolosas, dándole excusas suficientes a la derecha para buscar la  vacancia del presidente por “incompetencia moral”. Sin embargo, como dice Guido Bellido, a la derecha no le alcanzaban los votos para lograr la vacancia. Como escena de teatro o de cine, Pedro Castillo, en su desesperación o quién sabe por qué, se presenta el 7 de diciembre del año pasado haciendo una declaración, donde cerraba el Congreso, intervenía otras instituciones del Estado, convocaba a elecciones nacionales y llamaba a la realización de la Asamblea Constituyente. Con esta declaración presidencial se le da a la derecha, al Congreso, la excusa necesaria para darle la vacancia a Pedro Castillo y después apresarlo por su acción inaudita de golpe de Estado, al estilo de Alberto Fujimori.

Ante la destitución y posterior apresamiento de Pedro Castillo el pueblo serrano, sobre toda la sierra del sur, se manifiesta en contra, protesta, expresa su desacuerdo y pide, en principio, la liberación de Pedro Castillo, la restitución del presidente, la renuncia de la presidenta, por sustitución constitucional, que era su vicepresidenta, la convocatoria a elecciones nacionales y a la Asamblea Constituyente.  La respuesta del Estado va a ser virulenta, la represión sañuda, 18 muertes en Juliaca, después viene aumentando la marcha fúnebre de la muerte; hasta la fecha ya se contabilizan 65 fallecidos, el último corresponde al asesinato en Lima por parte de la policía.

Estamos ante el estallido social, que dura más de un mes, más de dos meses de levitación gubernamental y congresal, contando desde el 7 de diciembre.  Se han movilizado las organizaciones sociales y comunidades en 18 provincias, se han bloqueado varias carreteras principales y secundarias, entre ellas la Panamericana. La crisis política se transforma en el avance del desplazamiento de las movilizaciones, en su alcance en intensidad, que exige, de manera clara, la renuncia de Dina Boluarte, incluso se pide el cierre del Congreso y la convocatoria inmediata elecciones. De alguna manera sigue  pendiente el reclamo a la convocatoria a la Asamblea Constituyente. En el transcurso hay como dos alternativas, una menor, que habla de reformas constitucionales, y una mayor, que persiste en la convocatoria a  la Asamblea Constituyente. Esto presentado como clave, para liberarse de la Constitución fujimorista, que es una Constitución correspondiente a la institucionalización del terrorismo de Estado, donde prácticamente se convierte a toda protesta, a  toda movilización, a toda demanda en un acto terrorista, aunque no se lo diga explícitamente. Por otra parte, la Constitución fujimorista permite el saqueo del Perú, la entrega de los recursos naturales a las trasnacionales extracivistas, permitiendo los negociados y la corrupción galopante de la casta política.

Hasta ahora no ha renunciado Dina Boluarte, parece que no piensa hacerlo, supuestamente ha pedido al Congreso que se convoque a elecciones este año, 2023, pero el Congreso ha rechazado la propuesta de la presidenta. Parece un teatro político para ganar tiempo, una componenda. Ahora lanza la posibilidad de reformas a la Constitución, buscar salidas para lograr un adelanto de las elecciones para este año, sin embargo, no renuncia, que es  la única solución para la convocatoria inmediata a elecciones. Dina Boluarte no puede mantenerse después de su trágico haber de 65 muertes, una masacre; quedarse en la presidencia es como institucionalizar el asesinato del pueblo.

La crisis múltiple del Perú está lejos de resolverse, como dicen los “analistas políticos”, por el momento, en la coyuntura, se puede especular sobre algunos hipotéticos escenarios. Especulemos sobre estos escenarios. El más catastrófico, en el caso de que Dina Boluarte no renuncie, el conflicto, que ya ha llegado lejos, no solamente va a continuar, sino que va adquirir un carácter más intenso y expansivo.

Un segundo escenario tiene que ver con la renuncia de Dina Boluarte, que derivaría en la convocatoria a elecciones. En este caso el problema es la directiva del Congreso, el que recibiría la presidencia, en sustitución constitucional, sería un parlamentario cuestionado, un militar retirado, José Williams Zapata, que funge de Presidente del Congreso, es decir la derecha de mano dura. Considerando el contexto, la complejidad misma del contexto de la crisis múltiple, esto puede resultar altamente problemático. Por eso también se pide el cambio de directiva para lograr una sustitución constitucional potable. Considerando este escenario, se solucionaría una de las demandas de la movilización, que corresponde a la renuncia de la presidenta; empero otra demanda es la convocatoria a la Asamblea Constituyente. Esto queda pendiente, está por resolverse. Considerando el conjunto de demandas de la movilización social, que no dejan de tener un carácter  coyuntural,  en el caso hipotético que se respondan a las demandas, incluyendo la más difícil, la convocatoria a la Asamblea Constituyente, tampoco se resuelve el problema de la crisis estructural; la crisis es profunda, tiene larga data, conformando como obstáculo histórico y político la acumulación de problemas, cuya sedimentación histórica la hace altamente compleja y  problemática. Pasando de la heredad colonial a las huellas cruentas del capitalismo dependiente y extractivista, capitalismo que adquiere un perfil especulativo y perverso con la incursión del lado oscuro de la economía. La crisis estructural está lejos de resolverse; para decirlo puntualmente, como hablan las cooperaciones internacionales, la pobreza, la desigualdad social, están lejos de resolverse.  Ciertamente, se puede considerar una transición, en la coyuntura pueden darse pasos para la solución de demandas concretas y coyunturales, en espera de seguir adelante, en busca de la resolución estructural de la crisis múltiple.

Un tercer escenario, que quizá sea el más improbable, dadas las circunstancias, la composición de las propias fuerzas en concurrencia. Este escenario tiene que ver con un desemboque de carácter insurreccional, usando términos acostumbrados, un tanto desvalidos, a estas alturas de la experiencia social, una salida revolucionaria. En todo caso, a pesar de ser improbable esta posibilidad, es parte de las tendencias inherentes del contexto, aunque no sean las más fuerte de las tendencias. De todas maneras se requiere nombrarla para tenerla en cuenta en el análisis de la composición de la crisis, de la composición dinámica de la crisis, abarcando la profundidad misma de la crisis. Este escenario supone una espiral más fuerte de violencia estatal, del terrorismo de Estado, con el desplazamiento militar, ya a mayor escala, del ejército; esta situación nos lleva a enfrentamientos de magnitud. Como hemos dicho, este escenario es improbable, dada la composición de las fuerzas en concurrencia, hay que tenerla en cuenta, puesto que esa posibilidad nos muestra el grado de la crisis múltiple del Estado y de la crisis de la sociedad institucionalizada.

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Lo que ocurre está en otra parte

Lo que ocurre está en otra parte

Raúl Prada Alcoreza

 

Cristo Redentor

 

Boceto arqueológico de nuestro locus

Lo hemos dicho varias veces, lo que importa es comprender cómo funciona, cómo funciona aquello que se convierte en referente de nuestro análisis. Si atendemos una problemática es indispensable comprender las dinámicas moleculares, su articulación compleja, el entrelanzamiento de los distintos planos de intensidad, la composición del acontecimiento. Desde esa perspectiva podemos iluminar el acontecimiento, entendido como multiplicidad de singularidades, incluso como multiplicidad de procesos singulares integrados. Interesa esta perspectiva que hemos llamado compleja para evitar buscar otros nombres quizás más apropiados, puesto que se confunde la perspectiva compleja con una de las teorías de la complejidad, sin comprender que se trata de una arqueología del saber complejo, que data de lo que el mismo Karl Popper reconoce como el cisma de la física. La emergencia de una nueva percepción, la conformación de un nuevo zócalo epistemológico, momento de ruptura epistemológica, cuando se da el cisma con la irrupción de la física relativista y la física cuántica. Desde entonces se tienen consecuencias en el resto de la conformación de la episteme moderna, antes de la construcción de la nueva episteme..

En primer lugar, se va desordenando la anterior episteme, en este caso, lo que viene a ser la episteme moderna. En segundo lugar, se da comienzo en construcción a la nueva episteme, que, por motivos de comodidad, hemos llamado episteme compleja. Quede claro que cuando hablamos de episteme compleja nos referimos, para decirlo de ese modo, a su momento constitutivo, correspondiente a la emergencia de la física cuántica y la física relativista. Después, de manera más configurada y elaborada, hablamos de uno de los ejes y una de las historias epistemológicas que tiene que ver con la construcción del pensamiento complejo. Estamos hablando de la teoría de sistemas. La teoría de sistemas comienza, primero, desde una perspectiva cibernética, empero, después, se va transformando hasta llegar a ser la teoría autopoética de sistemas, que tiene como referente la vida, la biología, la célula. Entonces, aquí tenemos desplazamientos epistemológicos, que van a impactar también en la sociología alemana, Niklas Luhmann, cuando se incorpora la perspectiva de la teoría de sistemas autopoético a la ciencia de la sociedad. Sin embargo, en la construcción del pensamiento complejo este eje no es el único, hay otros, que también tienen que ver con el impacto de la física relativista y la física cuántica en las otras ciencias y saberes, dando lugar a desplazamientos epistemológicos.

Otro eje de desplazamiento epistemológico corresponde, por así decirlo, a las teorías nómadas. Estamos hablando de la crítica de la epistemología francesa, Michel Foucault, Félix Guattari, Gilles Deleuze, Jacques Derrida. No podemos olvidarnos de cierta anterioridad a esta irrupción nómada y deconstructiva,  así como de la diseminación, que tiene que ver con el filósofo de la fenomenología, Edmund Husserl, respecto de quien se puede considerar como continuador consecuente y radical a Merleau-Ponty, que desarrolla la fenomenología de la percepción. Los críticos de la modernidad, mencionados anteriormente,  recogen las reflexiones fenomenológicas, se convierten en los herederos de la fenomenología, transformada en las vertientes de las teorías nómadas. Tampoco podemos olvidarnos del epistemólogo Gastón Bachelard, así como del escritor, ensayista y crítico George Bataille, ni del investigador biólogo y filósofo Georges Canguilhem. Se trata aquí de los antecedentes arqueológicos de las teorías nómadas. Hay otras fuentes más de la nueva episteme en construcción, como la hermenéutica contemporanea, la teoría de la narración de Paul Ricoeur.

Moviéndonos de continente, debemos incorporar el pensamiento propio y crítico anicolonial, descolonizador y anticapitalista; por el momento, basta algunas menciones al respecto, el marxismo afro del Caribe o de las Antillas, el marxismo propio de José Carlos Mariategui. En estos casos, el marxismo descolonizador, el pensamiento crítico anticapitalista se transforma desde la perspectiva y la experiencia de las resistencias.

Sin embargo, este boceto arqueológico de la emergencia de la nueva episteme es solo para volver a situarnos en el locus desde donde enunciamos. Lo que nos interesa es situar en el mapa epistemológico la arqueología de la construcción de la nueva perspectiva epistemológica, es decir, la nueva episteme. Comprendiendo a las distintas composiciones de la misma. Esto para que  no se pierda de vista desde donde hablamos.

Como se puede ver esta exposición no trata de la arqueología de la epistemología, sólo hemos mencionado parte de un boceto epistemológico de la nueva episteme, buscando clarificar lo que entendíamos por perspectiva compleja o pensamiento complejo. Sin embargo, ahora creemos que es necesario cambiar el nombre, usado provisionalmente, porque genera confusiones. Se puede optar por otros nombres, que no dejan de ser provisorios, que sean más adecuados para entender que se trata, en primer lugar, de un nuevo zócalo epistemológico, físico y matemático, que tiene que ver con la física relativista y la física cuántica. En segundo lugar, se trata de vislumbrar lo que acontece en la conformación, configuración y construcción de esta nueva episteme, que tiene que ver con las consecuencias de el cisma de la física.

En este buscarle un nombre a la nueva episteme, en este bautizo a esta nueva perspectiva integral epistemológica, es indispensable tener en cuenta lo que los mismos físicos están buscando con la teoría unificada, es decir, unificar ya no solamente los distintos campos de fuerzas, que tienen que ver con la fuerza gravitatoria, con la fuerza electromagnética, con la fuerza fuerte atómica, con la fuerza débil atómica, así como con otras fuerzas, que todavía no están descubiertas. Sobretodo se parte del criterio de que es menester una mirada integral de lo que ocurre, tanto en la dimensión cuántica como en la dimensión, para decirlo de ese modo, de la formación molecular y de la formación molar de la materia. En lo que respecta a las formaciones sociales, se considera menester incorporar los saberes de las llamadas ciencias humanas y sociales. Entonces, se trata de la teoría unificada.

Brian Greene anuncia una teoría unificada de alcance mayor, que va más lejos; se trata de unificar también las otras ciencias y los otros saberes, es decir, unificar sus problemáticas y entender que vivimos en un universo integrado, en sus distintas escalas. En ese sentido, se propone la unificación de todo, aunque el autor se distingue de los que postulan la teoría del todo. Dejemos aquí esto pendiente. Lo que nos interesa es partir precisamente de esta sugerencia, de esta comprensión de que debemos tener una teoría unificada de todo, en sus distintas dimensiones integradas. Entonces, aquí Brian Greene propone incluso la integración de lo que ocurre con la mente, con la conciencia, es decir, se requiere incorporar a nuestro mismo cerebro, cómo funciona nuestro cerebro; no solamente en términos moleculares, biológicamente, cómo funciona la red neuronal, cómo funciona todo esto de manera subjetiva, pasando por el substrato sensitivo. ¿Qué ocurre con el pensamiento? Sino también, simultaneamente, cómo se da de manera cuántica, para que ocurra todo esto. En consecuencia, como verán, estamos ante el sugimiento de la episteme correspondiente a la teoría unificada en la integridad del todo.

A diferencia de la episteme moderna, que supone una división del trabajo, una diferenciación de los campos de las ciencias, de los saberes, en las nueva episteme de la teoría unificada se trata, por el contrario, para decirlo de ese modo, de la integración, de la unificación, de la armonización. En consecuencia, volviendo al nombre de la nueva episteme, otra vez provisoriamente, podemos llamarla episteme de la unificacIón integral.

Análisis del acontecimiento

Ahora, volviendo a nuestro tema de inicio, el relativo al análisis del acontecimiento, tenemos que comprender lo que ocurre de manera inmediata, como hemos dicho antes, en los distintos planos de intensidad, en los distintos espesores de intensidad, articulados, entrelazados, integrados. Vale decir, si se trata del acontecimiento social, requerimos visualizar y comprender los distintos entrelazamientos y entramados de los distintos campos en los que se mueven las relaciones sociales, las prácticas sociales y las estructuras sociales. Además, comprender lo que ocurre subjetivamente, qué pasa con las estructuras de la subjetividad, lo que antes, en la sociología, se llamaba sujetos sociales. En ese sentido, también lo qué pasa en la singularidad subjetiva, lo que es la filosofía llamaba individuo.

Al respecto del análisis del acontecimiento vamos a centrarnos en un acontecimiento singular, dado en los espesores de la coyuntura, en una geografía política concreta, Bolivia. El acontecimiento singular tiene que ver con la crisis múltiple del Estado y del modelo colonial extractivista del capitalismo dependiente.

Contextos históricos

Comencémos con los contextos, que son espacios y tiempos territoriales. Los contextos conforman composiciones singulares sociales, económicas, políticas y culturales propias, del momento o de la coyuntura. Los contextos se distinguen por los desplazamientos y las modificaciones de sus composiciones. Para comenzar es menester distinguir estas diferencias, por más sutiles que sean. Después hay que identificar el entrelazamiento específico de los planos de intensidad, político, económicos, sociales, culturales, subjetivos. Después de todos estos pasos es indispensable interpretar el sentido inmanente del acontecimiento.

Respecto a éste conjunto de recorridos del análisis complejo, es necesario efectuar el análisis de las dinámicas sociales, culturales y territoriales. De lo que se trata es de comprender el funcionamiento social de la problemática en cuestión. Desde esta perspectiva hay que esclarecer el sentido y la diferencia de los desplazamientos de los contextos. A partir de la diferencia de los contextos interpretar los hechos, los eventos, los conflictos de las distintas coyunturas.

Las movilizaciones cruceñas

Un primer contexto, delimitado para este análisis, puede situarse alrededor de la demanda de 11% de regalía hidrocarburífera. Al respecto, hay que tener en cuenta un antes y un después de la revolución nacional de 1952 y, a partir de entonces, las modificaciones estructurales que se dan en el país, teniendo en cuenta, además, las diferencias regionales y microregionales, los impactos de la revolución en la geografía política, en los distintos ámbitos espacio-temporales. En lo que corresponde a Santa Cruz es indispensable tener en cuenta la construcción de la carretera de Cochabamba a Santa Cruz y el ferrocarril de Santa Cruz al sur, con sus ramajes a Brasil y Argentina. Esto es, en parte, resultado de la aplicación del plan Bohan, plan que asume el gobierno del MNR a partir de 1956, como plan de estabilización.

Considerando ambos cambios estructurales en la formación espacio-temporal-territorial-social, sobre todo en la infraestructura correspondiente,  teniendo en cuenta la importancia que va adquiriendo la explotación hidrocarburífera en aquel entonces, principalmente la explotación del petróleo por parte de de Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos, se va a pelear por las regalías. Un número del porcentaje, 11%, comienza a convertirse en consigna de la demanda de regalías departamentales. Alrededor de esta demanda por las regalías de los departamentos productores de petróleo, a partir de un epicentro activo, que es Santa Cruz, se tiene un conjunto de disposiciones y dispositivos, de organizaciones involucradas, tanto en la consecución de la demanda como en oposición a la demanda, que en parte viene del gobierno central. Entonces, tenemos por un lado, organizaciones cívicas como el Comité Cívico, incluyendo a la Juventud Cruceñista, y otras organizaciones sociales vinculadas o no al Comité Cívico. Por otro lado se tiene a partidos políticos, que están implicados en el conflicto político del país, principalmente, obviamente, el partido que gobierna, pero también, en el caso de Santa Cruz, la Falange Socialista Boliviana, que involucra a parte del Comité Cívico y a parte de la Juventus Cruceñista, en un proyecto golpista, que va a ser respondido por el gobierno de manera contundente. Se tiene como trágicos los sucesos dados en Terebinto.  Los acontecimientos del desenlace fatal se dan durante el gobierno de Hernán Siles Suazo. Se da lugar a la intervención del ejército, así como se moviliza a las milicias campesinas, principalmente de Ucureña. Esto sucede frente a lo que considera el gobierno como una conspiración y una proyección separatista. El trágico desenlace da como resultado mortal seis fallecidos cruceños.

El desenlace final de la lucha por el 11% es el haber conseguido la realización de la demanda perseguida, contando con la aprobación del Congreso y la promulgación del ejecutivo; lo que es una victoria para la movilización regional en torno a las regalías petroleras. Al respecto, sin embargo, hay que hacer otras anotaciones, porque hay, como podemos decir, ausentes y ausencias notorias. Estas ausencias se muestran, en sus vacíos y silencios, en las fuentes de la hemeroteca, en las fuentes de información, en la referencia notificada de este conflicto y de esta demanda por las regalías.  Esas ausencias tienen que ver con los sujetos sociales que no aparecen. Estamos hablando, en primer lugar, de las naciones y pueblos indígenas de tierras bajas, que por aquel entonces no están organizados. Esto sorpende pues ya, durante la colonia, las misiones registraron y reorganizaron en cabildos a los pueblos nativos. En cambio, lo anterior contrasta con lo que ocurre durante la la República; se hace caso omiso a estas formas de organización y de representación indígenas. Se olvidan los registros de las misiones.  Por otra parte, en los ausentes y ausencias, no aparecen las organizaciones campesinas del oriente, salvo en lo que respecta a las organizaciones campesinas de occidente.

En otras palabras estamos ante  una historia oficial, tanto si esta historia viene contada desde las versiones gubernamentales o desde las versiones regionales, puesto que aquí, en esta narrativa, no se encuentran las naciones y pueblos indígenas y los campesinos, son ausentes. La pregunta al respecto es: ¿Quiénes se apropian del excedente de los hidrocarburos? Hablamos del 89% que corresponde a la administración central del Estado y el 11% que corresponde a las regiones productivas del petróleo, principalmente el departamento de Santa Cruz. La ley va a establecer, de manera puntual, la composición de la distribución. A propósito, nos interesa no solamente esta distribución sino quiénes se apropian de este excedente. Recordando a los ausentes y a las ausencias, estos son quienes no aparecen, sino en la sombra, estos son los que no se apropian del excedente. Ésta es una primera anotación que debemos hacer para completar esta parte del análisis de las movilizaciones en Santa Cruz.

Haciendo una recopilación, tenemos como antecedentes la ley de 1938, el Código del Petróleo, el artículo 104, que debe ser interpretado respecto a la regalías; por último, el logro de la reinvindicación regional del 11%.

El segundo contexto tiene que ver con la emergencia del eje económico agroindustrial de Santa Cruz. A partir de la recepción de las regalías petroleras, de la articulación caminera entre oriente y occidente, además de la vinculación ferroviaria con Brasil y Argentina, se estructura una economía capitalista empresarial, basada en la agricultura, en la pecuria y en la industria, vinculada a estos rubros. Más tarde aparece el cultivo expansivo de la soya y la industria asociada. Se tiene como antecedentes históricos el cultivo y la  cosecha de la caña y su industria asociada, principalmente del alcohol. También, no hay que olvidar, el cultivo y la cosecha del algodón. Como se puede ver, estamos ante una historia económica capitalista del oriente, que se impulsa a partir de la revolución de 1952, considerando sus antecedentes y las transformaciones de las condiciones de posibilidad económicas y políticas.

Quizás se tenga que distinguir tres planos de intensidad de este desarrollo económico. Uno, el que tiene que ver con el plano de intensidad económico, propiamente dicho, donde la intervención empresarial destaca. Segundo, el plano de intensidad cívico, que juega un papel importante en la organización social departamental, sobretodo respecto a las demandas regionales. Tercero, el plano de intensidad político, que, si bien, corresponde al ámbito nacional, tiene que ver con el papel que juega Santa Cruz en los distintos contextos políticos.

En lo que respecta al plano de intensidad político, el papel de Santa Cruz es notoriamente polémico. Durante la revolución de 1952-1964 el acercamiento de la Falange Socialista Boliviana al Comité Cívico y a la Juventud Cruceñista ocasiona la represión del Estado y su intervención. Sin embargo, hay que anotar, que el MNR también tuvo influencia y presencia en el Comité Cívico. Así como tuvo su dispositivo represivo y de vigilancia en el famoso Control Político. Después, se puede decir que durante el periodo de las dictaduras militares el empresariado cruceño va a ser hartamente beneficiado, sobre todo a través del crédito. Esta vinculación va marcar un perfil polémico, comprometido políticamente, marcando a las élites cruceñas, aunque, después de las dictaduras jueguen, mas bien, otro rol en la democracia formal.

Durante el periodo neoliberal también el empresariado cruceño va a ser beneficiado con las políticas de privatización, una vez clausuradas las Coorporaciones Departamentales. También esta incidencia marca rasgos en el perfil político de las élites cruceñas.

Cuando se vuelve conflictiva la relación con el proceso político es durante el proceso constituyente. El Comité Cívico se opone al proceso constituyente y se aventura en una oposición activa contra el proceso, incluso tomando instituciones. Este comportamiento también va marcar rasgos polémicos en el perfil de las élites cruceñas. Sin embargo, durante las gestiones del gobierno de Evo Morales se van dar lugar a vinculaciones económicas que benefician al empresariado cruceño. Se dice que es cuando más gana la burguesía oriental. De todas maneras, estas conexiones económicas con el “gobierno progresista” no impiden contradicciones manifiestas, como cuando se desatan las movilizaciones contra el Código Penal, así como cuando se da la convocatoria por el referéndum sobre la reforma constitucional, después por la defensa de los resultados del referéndum. A continuación, durante los conflictos de 2019 en defensa del voto. Podemos decir que, en este último caso, el perfil de Santa Cruz evidencia desplazamientos. Comienza a dejar de manifestar, en el plano de intensidad político, una conducta meramente regional, proyectando un comportamiento de carácter nacional.

Durante el conflicto del censo, que dura un poco más de un mes, Santa Cruz expresa ya su incidencia nacional de manera indiscutible, aunque no tenga todavia plena conciencia de ello. Hablamos de la ciudad más grande del país, demográficamente más grande que la ciudad de La Paz y la ciudad de El Alto juntas. También hablamos del departamento con más habitantes, aunque no lo reflejen todavía las estimaciones, pues con la ausencia de censos científicos desde el 2001, no hubo, propiamente hablando censo en 2012, se subestima las magnitudes demográficas. Santa Cruz suma un crecimiento vegetativo pujante y un crecimiento social dinámico.

En lo que respecta  al plano de intensidad económico, el departamento de Santa Cruz, para decirlo de manera usual, es el motor económico departamental de la economía nacional, por lo menos considerando su incidencia y su participación en el Producto Interno Bruto. Volviendo al plano de intensidad político, desde el plano de intensidad económico, su articulación e impacto con el plano de intensidad político, lo que no ocurría antes se nota ahora, el eje político comienza desplazarse al oriente, hacia Santa Cruz. Esto quedó claro en el conflicto del censo.

En el reciente conflicto, que se desata por el apresamiento abrupto del gobernador de Santa Cruz, se observan contradicciones entre los rasgos heredados de un perfil pasado y las características novedosas de un perfil nuevo nacional de Santa Cruz. En términos del peso político, se vuelve a notar la fuerza de convocatoria de Santa Cruz, su capacidad de movilización y el efecto que tiene a nivel nacional. En cambio, aspectos que tienen que ver con el discurso del gobernador, incluso con el discurso en defensa del gobernador por parte del Comité Cívico, vuelven a mostrarnos la persistencia de los rasgos meramente regionales y con un marcado tono conservador, sobre todo por una ideología notoriamente conservadora y patriarcal.

Caracterizaciones de crisis política en la coyuntura convulsionada

 

El gobierno perdido en la espiral de la violencia

El gobierno, perdido en su laberinto, para salir del torbellino opta por la espiral de la violencia. No encuentra sociego pues es la encarnación misma de la crisis múltiple. Crisis de legitimidad pues nunca cumplieron con la Constitución. Crisis política pues son la expresión abigarrada de la combinación perversa entre el lado oscuro del poder y el lado institucional del poder, empero adulterado. Crisis económica pues despilfarraron el excedente dilapidándolo, evaporando los ingresos del Estado en la época de las vacas gordas, cuando el precio de las materias primas era alto; hicieron desaparecer las reservas internacionales; incrementaron la deuda externa e interna a magnitudes insostenibles. Crisis histórica y política pues destruyeron el país a cambio de una demagogia delirante y una impostura espasmosa, la comedia grotesca de la política de los saltimbanquis.

Estos “revolucionarios de pacotilla” creen que revolución es sustituir a los que antes gobernaron, continuando, de esta manera el círculo vicioso del poder. Grises figuras en tiempos de la decadencia, cuando los valores se esfuman, los horizontes mueren y es asesinado el porvenir. No son más que la expresión posmoderna del barroco perverso del poder prologado artificialmente, son mafias políticas.

Guerra de los cárteles

El ciclo largo del capitalismo vigente no solamente ha llegado a su fase de clausura, cuando el ciclo se cierra, sino, en su agonía, la enfermedad congénita de la fetichización generalizada, de la valoración abstracta, ahora en plena especulación desbocada, muestra sus más putrefactos síntomas de muerte. La pus se esparce en el cuerpo. Tal parece que incluso la genealogía de todos los ciclos largos del capitalismo se clausura; después del cierre del último ciclo no habrá otro.

La fase del ciclo largo del capitalismo, que deriva en la dominación del capitalismo financiero y especulativo, ha desatado el más monstruoso extractivismo y ha expandido aterradoramente las formas perversas de la economía mundo, que tiene que ver con los tráficos, denominados por la jerga administrativa como “ílicitos”, que, en realidad, son extensión de los tráficos “lícitos” de los mercados donde circula proliferantemente el fetiche de la mercancía. A los monopolios de la economía mundo capitalista acompañan complementariamente los cárteles del tráfico “ilícito” y la producción “industrial” de las drogas y estupefacientes y demás vainas. El mismo sistema financiero internacional, con sus dispositivos nacionales, se encarga de blanquear el excedente de la economía mundo paralela, el lado oscuro de la economía.

El lado oscuro del poder, que corresponde a las formas paralelas de dominación, ha tomado, hace tiempo, el lado visible del poder, el lado institucional. El Estado es la máquina de dominación tomada por los cárteles y las mafias. El terrorismo de Estado se ha convertido en el terrorismo descomunal desbocado de los cárteles y mafias, que pugnan por el control territorial.

Las sociedades y pueblos no solo están amenazadas por la combinación perversa de los dispositivos de poder, que desencadenan violencia, sino por la mezcla abigarrada de aparatos de la violencia y terror de los dispositivos de dominación tanto del lado visible del poder como del lado oscuro del poder. Incluso el lado oscuro ya se ha hecho visible. Las organizaciones paramilitares, las conformaciones de avasallamientos territoriales, se han hecho visibles, han salido de las cavernas y de las sombras. Ahora campean a plena luz del día. Lo hacen protegidos por los aparatos de emergencia del Estado, principalmente la policía.

La expresión conservadora de la política, también en decadencia – la decadencia es compartida por “progresistas” y conservadores -, acusa a los gobiernos neopopulistas de “izquierdistas”, hasta de “comunistas”. Su extrema miopía le impide ver de qué se trata y quiénes son a los que acusa. Esta “derecha” devela constantemente sus propios fantasmas y miedos. Su consciencia culpable la obnubila, a tal punto que no puede ver que los llamados “progresistas” no son otra cosa que los mismos “conservadores” disfrazados de “revolucionarios”. Se pusieron la máscara y se invistieron de jacobinos en el carnaval político. Los “gobiernos progresistas” fueron más lejos que los gobiernos neoliberales en extender intensivamente el modelo colonial extractivista del capitalismo dependiente. Alcanzando dimensiones depravadas.

El terrorismo de Estado, las trasnacionales, los cárteles y las mafias han declarado la guerra a las sociedades y pueblos. No hay, como dice la jerga jurídica, Estado de derecho, es más, no hay Estado, no hay orden, leyes, reglas de ninguna clase, que se respeten.

Se ha llegado al reino desnudo, descarnado y descarado de la violencia. Ante esta catastrófica situación las sociedades y pueblos tienen la responsabilidad de autoconvocarse, movilizarse, autoorganizarse, conformar autodefensas, realizar autogestiones y autogobierno. Si no asumen la responsabilidad de defender la vida, los territorios, los bosques, las cuencas y la democracia, avanzando a la democracia plena, han de ser convertidos en esclavos de las formas de dominación mafiosas.

Las formas del patriarcalismo

Indudablemente las formas del conservadurismo tienen su base en las formas del patriarcalismo. El conservadurismo arranca en las estructuras de poder edifcadas por la dominación masculina. En la modernidad tardía no solamente subsisten y persisten estas formas anacrónicas sino que se reiteran de una manera perversa. Lo hacen supuestas “autoridades originarias” o “autoridades religiosas” a nombre de las tradiciones y de la cultura heredada, incluso de la religión. Esto da pie a fundamentalismos atroces que oprimen a las mujeres y a los hombres.

La invención colonial de cierta indumentaria y cierta inclinación al castigo es parte de la pervivencia de las formas del patriarcalismo, que corresponde a formas anacrónicas de dominar. Se alude al derecho de “autoridades originarias” a ejercer el castigo, es más, en el folclore político se usa a las supuestas “autoridades originarias” para reprimir las protestas. Esto no es otra cosa que conservadurismo anacrónico al servicio de la continuidad colonial.

La descolonización implica la destrucción de las estructuras coloniales de dominación, entre ellas, las más recientes, corresponden a las estructuras modernas del capitalismo. Sin embargo, el mercado capitalista y el mercadeo político usa inapropiadamente los símbolos culturales para prolongar el colonialismo y la explotación capitalista. Estas supuestas “autoridades originarias” no son otra cosa que agentes de la colonialidad y del modelo colonial extractivista del capitalismo dependiente. Además de ser los verdugos locales del círculo vicioso del poder.

Las auténticas autoridades originarias son comunitarias, ligadas a sus instituciones propias y normas y procedimiento propios, además y sobretodo de estar vinculadas al territorio comunitario. Cuando se disocian de la comunidad, de las instituciones, normas y procedimientos propios, sobretodo cuando se rompe con el territorio comunitario, no hay condiciones de posibilidad para autoridades originarias. Se trata de manipulaciones políticas de las formas clientelares de dominación.

Es menester recuperar el radicalismo anticolonial y anticapitalista en el periodo de la decadencia política. Es urgente el activismo contra las formas de manipulación de la forma de gubernamentalidad clientelar, que no son otra cosa que la extensión de la colonialidad y la prolongación de capitalismo dependiente. Hay que desenmascarar a los impostores, a los que usan demagógicamente la cultura para ejercer poder.

Psicología de los funcionarios

Creen que el mundo se reduce a la red jurídica de leyes, códigos , reglas, todas manipulables y susceptibles de interpretación leguleya, según la ocasión. Conforman el sistema de coerción, chantaje y extorsión. Son funcionales al gobierno de turno, particularmente del gobierno neopopulista, pues éste ha expandido la forma clientelar de dominación.

Sobre todo los funcionarios del órgano de poder judicial expresan, de manera desmesurada, esta inclinación compulsiva por las prácticas leguleyas y de corrupción. Si se tiene que buscar un ejemplo de la corrosión institucional, llevada a extremo, es en los ámbitos de la «administraciones de justicia» donde se encuentra el fenómeno de manera patética.

Los funcionarios se han apoderado de los intersticios y mediaciones de la sociedad, sobre todo de aquellos que tienen que ver con el Estado. Obstruyen el libre y espontáneo desenvolvimiento social, obstaculizan y alteran los trámites y transacciones, pervirtiendo las mismas prácticas sociales.

Psicología del llunk’u

Solo miran el ombligo de su Caudillo, creen que el centro del mundo es ese pupo. El mundo, en consecuencia, es el entorno del ombligo contemplado, entorno que gira alrededor de la compulsión del Caudillo. Son eunucos, entregaron sus órganos al déspota. No tienen voluntad propia, solo obedecen órdenes.

Tienen en la cabeza un esquema simplón para resolver sus dilemas. Nosotros, los buenos, ellos los malos. Nosotros tenemos derechos, ellos, los enemigos del Caudillo, no los tienen. Nosotros podemos protestar, ellos no pueden. Nosotros podemos matar, que es en defensa del “proceso”, ellos no pueden, si lo hacen son asesinos, incluso siguen siéndolo si no lo hacen. Los enemigos siempre son culpables, en cambio nosotros, los soldados del Caudillo, siempre tenemos razón, pues el Caudillo nunca se puede equivocar.

Si el Caudillo entrega los recursos naturales a las empresas trasnacionales, como lo han hecho los neoliberales, tiene razón de hacerlo, pues es en beneficio del país, antes no lo era. Si el Caudillo pierde el mar en La Haya lo hace por el bien del país, pues el Caudillo es patriota. Si el Caudillo cae en desgracia es porque el “imperio” y ellos, los enemigos, han conspirado. El Caudillo ha gobernado bien, por el pueblo. Si el pueblo no reconoce es ingrato.

Si ahora el Caudillo no se encuentra gobernando, como corresponde, es porque los traidores lo suplantaron. Por eso exigimos su inmediato retorno al poder. En consecuencia, podemos recurrir a todos los medios y métodos; el fin justifica los métodos. Pues el fin es en beneficio del país, el retorno del Caudillo.

El llunk’u es zalamero con su jefe, pero se convierte en un verdugo cuando hay que defender al Caudillo déspota y a un “proceso de cambio” ya muerto, asesinado por el Caudillo y su entorno palaciego. Para el  llunk’u el “proceso” no ha muerto aunque sea visibleblemente un cadáver.

Al llunk’u le parece bien que se avasallen los territorios indígenas, áreas protegidas y parques nacionales; es parte del desarrollo, aunque se quemen bosques y se contaminen cuencas. Al llunk’u le parece bien que se armen grupos paralelos, aunque se diga que forman parte de los Cárteles, pues siempre es en defensa del “proceso”. Lo demás es invento de la “oposición”. En fin, el llunk’u ha resuelto los problemas de un sopetón, usando este esquematizado simplón.

Ahora, que tiene dos líderes, uno gobernando , el otro desterrado en su propia tierra, se encuentra perdido en su laberinto, desolado en sus dilemas irresolubles.

La muerte de la rebelión, de la crítica y de la revolución

La rebelión anticipa a la revolución, es la energía de la revolución. La revolución es permanente mientras la rebelión la sostenga, la impulse y la proyecte. Cuando la revolución se institucionaliza, cuando se hace Estado, se desentiende de la rebelión, la inhibe, la apaga y termina matándola. Cuando ocurre esto muere también la revolución pues su corazón, la rebelión, ha dejado de latir. En vez aparece el monstruo de la impostura, es Estado policial, después el totalitarismo.

Los funcionarios de la monstruosidad estatal del Estado policial buscan legitimarse invistiéndose de “revolucionarios”, a quienes han perseguido y asesinado. Sobre el cadáver de sus víctimas, las vanguardias de la revolución, edifican la tiranía de una burocracia gris, que solo atina a la propaganda para parecerse en algo a lo que fue una revolución.

Al desaparecer la rebelión desaparece la crítica, que es una de las prácticas de la rebelión. Desaparece la reflexión y el pensamiento. La burocracia del Estado policial sustituye estos vacíos con adefecios discursivos, ideología instrumental de la burocracia. La impostura ha llegado lejos. Se aplasta al pueblo a nombre de una revolución que ellos mismos asesinaron.

Se experimenta la dominación artificial del mundo bizarro, donde los asesinos se invisten de “revolucionarios”, empero para continuar con el modo de producción capitalista, dirigido por la burocracia. Lo hacen a su estilo, inaugurando la versión de la escasez del modo de producción capitalista, en contraste con la versión de la abundancia del mismo modo de producción.

En la periferia de la geopolítica de Sistema mundo capitalista el mundo bizarro adquiere connotaciones barrocas. Las burocracias son populistas y convocan al pueblo recurriendo al mito mesiánico del Caudillo. La burguesía rentista gobernante se inviste folcloricamente de símbolos culturales para legitimar su forma clientelar de gobierno. También se hace desaparecer la rebelión y la crítica, se asesina el proceso de liberación en las primeras de cambio. La única alternativa que tiene para mantenerse en el poder es, además de la propaganda y publicidad compulsiva, el recurso a la violencia. Lo hacen a nombre de un proceso de cambio que no se dio, que fue truncado por los propios gobernante y representantes de la “revolución democrática y cultural “.

Asistimos pues, en plena decadencia de la civilización moderna, en plena clausura del sistema mundo capitalista, en plena crisis del Estado, a las manifestaciones más grotescas del círculo vicioso del poder, que busca prolongar su agonía con el artificio del espectáculo mediático y el incremento de la violencia, el terrorismo de Estado.

El derecho a la subversión

Cuando la sociedad se moviliza es síntoma de crisis, de crisis del poder. Aunque la movilización no tenga claros sus objetivos o todavía amarre sus demandas con antiguos discursos, ambiguamente conservadores, de todas maneras se trata de una movilización de interpelación social al poder.

El Estado responde como todo Estado, en defensa del orden, un orden de la dominación particular de la que se trate, con pretensiones progresistas o institucionales. Un gobierno neopopulista reprime de la misma manera que un gobierno neoliberal. Lo hacen utilizando a la policía y el ejército, dispositivos de emergencia del Estado en crisis.

La espiral de la violencia se sucede en ambos casos. Es absurdo distinguir, como lo hacen los eunucos al servicio de la dominación, entre represión de “izquierda” y represión de “derecha”. La represión es la misma, terrorismo de Estado.

El tema es el siguiente: No se puede eludir la contradicción estructural entre Estado y sociedad. El Estado ha suplantado a la sociedad con la pretensión de reprepresentarla y gobernarla. Esta pretensión es, en si misma, una violencia explícita contra la sociedad, disminuida a una condición infantil, para hacerla dependiente. Se conforma una casta política que domina a la sociedad. Este fenómenos ocurre tanto en sus versiones de “izquierda” como en sus versiones de “derecha”.

La democracia plena es el autogobierno del pueblo, sin la impostura de los “representantes” y gobernantes. El pueblo tiene que prescindir de los “representantes” y gobernantes si quiere dejar de ser esclavo político. Cuando esto ocurre, cuando el pueblo se da cuenta de la contradicción con el Estado, a través de conflictos, debe recurrir a su derecho a la subversión, un derecho consagrado en las mismas constituciones inaugúrales.

La opresión política es, de por sí, un oprobio. Se tiene como evidente la opresión conservadora, empero cuando la opresión se inviste con máscara “revolucionaria” es grotesca. Oprime al pueblo a nombre del mismo pueblo. Haciendo paráfrasis a Robespierre diremos: ningún político es indispensable, es más, está demás, solo el pueblo es inmortal.

Geografía política de los desplazamientos sociales

Geografía política

de los

desplazamientos sociales

 

Raúl Prada Alcoreza

 

Porongo 2

 

 

La geografía, ciencia de la descripción de la Tierra, es decir, del planeta, puede brindarnos interpretaciones espaciales sugerentes sobre las modificaciones sociales en la historia, pónganse en el presente, en la historia reciente. Por ejemplo, si queremos comprender las modificaciones, los desplazamientos, incluso las transformaciones de los mapas sociales en el tiempo, por así decirlo, en el mundo, en la región, en la geografía nacional y en lo local. Sin embargo, no hay que olvidar que esta es una perspectiva, por lo tanto, relativa, en un campo de posibles perspectivas. En el tejido del espacio tiempo lo que acontece se da de manera simultánea y dinámica, entonces no hay centros, tampoco periferias, ni lo que se ha venido llamando geopolítica del sistema mundo capitalista. Estas son perspectivas centradas, focalizadas, en el fenómeno de la acumulación y en el dato de la concentración. Para decirlo de una manera, esto del centreamiento y de la acumulación se da en el mundo, en el sistema mundo moderno, no necesariamente en el planeta. El planeta es un acontecimiento integral, acontece simultáneamente; cualquier parte del planeta está condicionada a la armonía planetaria.

Sin embargo, desde la perspectiva de las ciencias sociales, se observan fenómenos de concentración, incluso de conformación de centralidades que gravitan respecto a los entornos, ocasionando conformaciones sociales, territoriales y políticas, que definen nuevas composiciones espaciales de impacto en la geografía humana. En este sentido vamos a efectuar un repaso sobre aportes investigativos e interpretativos sobre la problemática en cuestión, buscando establecer nuevos enfoques para abordar la crisis múltiple del Estado.

Territorialidades y geografía política

En el libro El territorio como recurso, volumen colectivo a cargo de Odile Hoffmann y Abelardo Morales Gamboa, investigadores y autores, en el capítulo Las configuraciones territoriales de movilidad, o el espacio como lenguaje político, en la introducción Odile Hofmann escribe:

“Partiendo del postulado de que las relaciones tejidas con y alrededor del espacio se recomponen cuando se modifican los entornos y ambientes de vida, buscamos entender cómo la experiencia de movilidad (migración, circulación, retornos) redibuja las categorías de experiencia, en particular las categorías de prácticas y representaciones espaciales de los sujetos-habitantes-migrantes. Entendemos que el espacio no es mero soporte ni contexto, que sólo existe en tanto que concebido, comprendido y producido por actores sociales y sociedades y, de manera compleja y diferencial, dentro de estas sociedades (lo desarrollo más adelante). Pero, además de ser una producción y una construcción social, el espacio también es portador de sentido y, por lo tanto, productor de comportamientos o acciones. Es decir, el espacio es a la vez producto y productor de sentido social, se sitúa en el interfaz de la innovación y de la reproducción social y política. Comprender mejor las relaciones que se tejen entre los sujetos alrededor del espacio y de las prácticas espaciales, a distintas escalas y en distintas temporalidades, nos lleva a comprender mejor los resortes societales y políticos de las sociedades concernidas.

La exploración de esta cuestión me llevó a probar dos hipótesis principales. La primera consiste en plantear que los contextos de movilidad favorecen las “innovaciones territoriales”, aunque sea sólo para responder a la novedad objetiva de las situaciones con las que se encuentran las personas, las familias y los colectivos durante sus desplazamientos. La segunda hipótesis plantea que estas innovaciones territoriales son una vía privilegiada de expresión pública para los que no disponen de capital suficiente para hacerse oír a través de los medios políticos institucionalizados: los que no tienen acceso a un capital económico negociable; o los que no disponen de suficiente capital discursivo para garantizarles un mínimo de capacidad de negociación en las escenas públicas. Es decir, sugiero que el espacio funciona como un lenguaje político accesible a los que suelen estar excluidos de las arenas políticas instituidas. Esto no significa que las prácticas espaciales deban entenderse como un lenguaje específico de los subalternos. Recordemos, en efecto, el control y el manejo del espacio siempre han sido instrumentos privilegiados de los poderes existentes. Gobernar, es primero conocer y controlar los recursos, entre ellos el espacio; es implementar técnicas de poder basadas en el espacio y el territorio, como lo han señalado autores clásicos desde Raffestin (1980), Lacoste (1976). Me inscribo en esta línea de interpretación con una matiz, pues no enfoco mi análisis hacia las prácticas espaciales de los actores dominantes sino hacia las de personas y colectivos que están en posición de subordinación, a veces incluso de franca dominación. Al igual que otros lenguajes, las prácticas espaciales se insertan en juegos de poder en los que, según los casos, pueden – o no – imponerse frente a prácticas y argumentos de los demás. Reconocer que el espacio funciona como lenguaje político no es, en sí, una novedad. En cambio, reconocer el potencial político de este lenguaje entre actores y sujetos cuya legitimidad territorial es sistemáticamente cuestionada, como en el caso de los migrantes, constituye una contribución que merece desarrollarse. Empezaré exponiendo los fundamentos teóricos de mi argumento, para luego analizar distintas configuraciones empíricas que permiten apoyar mis hipótesis”.

En el apartado Recortar y categorizar el espacio, las tecnologías territoriales, la autora expone lo siguiente:

“Desde los años 1970 existe un relativo consenso alrededor de nociones centrales en geografía: el espacio no es una categoría objetiva sino que éste sólo existe en cuanto está vivido, percibido, representado por individuos y colectivos sociales. Se transforma y reinterpreta cotidianamente por las poblaciones que lo explotan, lo viven, lo atraviesan (Frémont, 1976). Reconocerlo llevó a plantear que el espacio se construye socialmente; es un producto social (Lefevbre, 1974). Hablar de espacio « construido » implica hablar de los actores de esta construcción, los agentes, los procesos de construcción (técnicas, tecnologías) y la historia, los tiempos.

Es así como una corriente importante de la geografía se dedicó a explorar las funciones políticas de la disciplina, en la medida en que ésta proporciona técnicas de gestión y manejo del espacio que son instrumentos de control y dominación. Después del famoso libro de Lacoste en 1976 ( « La geografía sirve, ante todo, a hacer la guerra »), otros autores han descrito como el control del espacio ha sido históricamente una prerrogativa del Estado que la ha ejercido a través la creación de institutos militares de geografía, la formación de personal técnico especializado, la monopolización de las cartografías nacionales y ciertas políticas públicas que han llevado a desigualdades e injusticias socio-espaciales (Reynaud, 1981). Otro paso importante consistió en reconocer que esta dimensión política no es solo instrumental, sino que es consustancial al espacio. El espacio es, en naturaleza, político (Lévy, 1994). Si espacio y sociedad no existen separadamente, significa que, lógicamente, el espacio no solamente es socialmente construido sino que también participa en la construcción social. El espacio es producto social, pero también productor de sentido social.

Ahora bien, ¿de dónde viene esta calidad consustancialmente política del espacio, en la práctica? Viene de que vivir en el espacio es una experiencia humana universal; implica la coexistencia y la obligación de convivir, es decir de “ver” y finalmente de comunicar y negociar con el otro, aunque solo sea para evitarle o eliminarle. En tanto que siempre una posición en el espacio siempre debe “negociarse”, nunca es “natural”. El espacio es el ámbito de experiencia de la pluralidad, de la co-presencia necesariamente negociada; este aspecto ha sido particularmente desarrollado en la antropología urbana que ve en la ciudad, aunque sólo sea por la densidad de población que la caracteriza, el ámbito privilegiado de la negociación espacial (Joseph, 1998).

En las décadas de 1990 y 2000, se vuelve a enfatizar en la dimensión política del espacio, pero « lo político » es ahora visto desde otro ángulo, de una manera que rebasa la geopolítica de los años 1970 e insiste en la dimensión filosófica de la relación espacio-política. El espacio es doblemente político, en tanto que hace posible y visible el debate público, y en tanto que obliga a uno (individuo) a actuar a la vista del otro (Dikeç, 2012). Es decir, el espacio (las prácticas en el espacio, del espacio) es condición y expresión de democracia.

Desde la sociología política, se reconoce que el espacio es político en cuanto que es un “sistema de relaciones”. Significa, prácticamente, que la espacialización hace posible ciertas puestas en relación, algunas sí y otras no, algunas más que otras. La relación (entre dos personas, colectivos, fenómenos) nunca es evidente, natural ni sistemática. Se construye en el proceso de subjetivación. La noción de subjetivación define el proceso de construcción de la relación sujeto / espacio, en la medida en que no existe sujeto fuera de un posicionamiento espacial, ni espacio sin sujeto social que lo conozca y lo identifique. La subjetivación no se construye desde el exterior; se construye desde la acción y el posicionamiento; la subjetivación es fundamento de la ciudadanía y de cualquier relación política (definida como relación entre sujetos legítimos) (Agier, 2013). Y siempre es espacializada.

Visto así, el manejo político del espacio ni es sistemáticamente una prerrogativa del poder y la autoridad como se había documentado ampliamente en los años 1980-90, ni tampoco es un recurso siempre movilizable por los subalternos en su movilización para la emancipación o la resistencia (Nicholls et al. 2011; Scott, 2008). El espacio es más bien un campo de disputa, un lugar de posible imposición y también de posible protesta contra el orden establecido. Para Dikeç (2005) que retoma al filósofo Jacques Rancière, la naturaleza política del espacio viene de su capacidad de introducir polémica proponiendo nuevos principios (en su caso, igualdad y libertad). El espacio vale por su capacidad a (de) aportar sentido a las acciones, individuales y colectivas, sin utilizar vocabulario explícito previo y fijo. Hay códigos pero gran latitud para interpretarlos.

Las prácticas redibujan tanto los sujetos como los espacios. Ambos adquieren calidades distintas en función de su interrelación: los pobladores de tal o cual porción de espacio se transforman en « tributarios » o « ciudadanos » en cuanto ésta se vuelve jurisdicción (municipio, estado, nación). Al revés, una lucha política o económica entre facciones fácilmente adquiere expresiones espaciales que pueden desembocar en nuevas divisiones territoriales, el caso más evidente sigue siendo el de las luchas anticoloniales y de la creación de territorios políticos independientes. Es ahí donde la diferencia entre espacio y territorio se hace más pregnante. A diferencia del espacio, que es un campo de disputa a la vez material e inmaterial (político, cultural, etc.), como lo acabamos de precisar, el territorio es una porción delimitada de espacio, sujeta a un proceso de apropiación por sujetos sociales y actores políticos, sean individuos (territorio corporal, territorio familiar) o, lo más comúnmente, colectivos: los territorios de un pueblo, una empresa, un grupo étnico, una nación.

Históricamente, en la tradición política occidental, el modelo del estado-nación moderno westfaliano que se impone en el siglo XVII ha legitimado un orden territorial que se construyó sobre la adecuación entre espacio y población, territorio y pueblo, es decir una supuesta correspondencia entre una nación, un pueblo, un territorio nacional e, idealmente, una lengua común. Desde entonces, en este modelo occidental, gobernar consistió en gestionar estas dos entradas: el control del territorio (soberanía territorial, fronteras) y el control de la población (fiscalidad, registro civil). Para ello, la administración organizó e instituyó categorías, tanto de espacio como de población: jurisdicciones territoriales (municipios, distritos, departamentos o provincias, etc.); categorías demográficas (por edad, sexo, empleo, residencia, religión, etc.). En el acto de gobernar se toman en cuenta las interacciones entre las categorías de un orden (espacial) y las categorías del otro (poblacional) y las maneras en que evolucionan (por ejemplo: qué políticas públicas adoptar cuando se detecta la presencia de más pobres en tal lugar, de menos jóvenes en tal otro, etc.). Se podría pensar en la democracia como una permanente y necesaria reorganización entre distintos registros de clasificación: espaciales, identitarios, económicos, etc., siendo, cada una, una puesta en orden parcial del mundo que sólo cobra sentido respecto a los demás. Al contrario, el totalitarismo aparecería cuando la adecuación es total y fija entre espacio y población: cuando cada quien “está en su lugar” y nadie se mueve sin una buena razón y sin autorización.

Los contextos de movilidad son lugares de observación privilegiada de las interacciones entre espacio, población y el actuar político. La migración (comprendida en el sentido amplio de circulación y movilidades múltiples) significa ruptura en el espacio y también en el tiempo, o más bien en las temporalidades: afecta al tiempo cotidiano (tiempo del espacio doméstico que se transforma con la migración), al tiempo colectivo (ligado al espacio del pueblo o la comunidad que se deja o a la que se llega), al tiempo también de las pertenencias sociales ampliadas (los ritmos de la ciudadanía con las elecciones y las manifestaciones cívicas de un país o de otro, por ejemplo). En contexto de migración se rearticulan las escalas espaciales y temporales -así como sus relaciones- para dar lugar a nuevos significados de espacios y lugares que cuentan con una morfología renovada. Estas reorganizaciones no se hacen de manera natural, flexible y armoniosa. Se elaboran en medio de incertidumbres, desconocimientos, limitaciones, imposiciones y, a menudo, violencia. En efecto las reorganizaciones espaciales movilizan jerarquías e introducen nuevos mecanismos de poder, cuestionan el orden establecido y llevan a reinventar mecanismos de hegemonía local, regional o nacional. Moldean nuevos sujetos sociales y políticos, y fronteras entre estos sujetos.

Estas propuestas teóricas tienen repercusiones metodológicas y empíricas muy concretas. Para entender las transformaciones en y del espacio hay que observar las prácticas espaciales, las tecnologías territoriales, las escalas de tiempos y espacios, los actores y sus comportamientos, las representaciones que se tiene de los lugares, territorios y espacios. También hay que entender el espacio en su materialidad y poder describir su ubicación, extensión, sustancia (lugar, área, zona, región, el vocabulario emic, etc.). Para lograrlo, se necesita combinar los enfoques de la geografía con una etnografía que contemple tanto los procesos estructurales como la agencia de los sujetos espacializados. Así se busca detectar y describir dispositivos territoriales originales con el fin de comprender mejor las lógicas de los actores y las escalas de acción que los respaldan. En las últimas décadas este enfoque se ha desarrollado principalmente en contextos urbanos marcados por una intensa movilidad y un fuerte impacto de los fenómenos de globalización. Así, los estudios sobre la “ciudad global” resultante de las circulaciones distinguen algunas formas ideales-típicas como la ciudad diaspórica, la ciudad fronteriza o la ciudad cluster (Besserer, 2015), mientras que los estudios sobre las movilidades transnacionales pusieron en evidencia la existencia de enclaves étnicos comerciales y “territorios circulatorios” (Tarrius, 2009; Parella, Valenzuela y Güell, 2015), entre otras posibles formas territoriales.

En este trabajo, propongo examinar algunas configuraciones territoriales de movilidad en las que claramente es el proceso de movilidad el que explica y condiciona la aparición de nuevas categorías territoriales. Presento sucesivamente tres casos: los territorios étnicos; los territorios ad hoc nacidos de coyunturas específicas; las configuraciones territoriales en diáspora”.

En al apartado Los territorios étnicos, la investigadora propone:

“Me refiero aquí a espacios tradicionalmente asociados a pueblos o comunidades pensadas como estables –las comunidades indígenas rurales- y que, en contextos de movilidad, se reconfiguran in situ, en los lugares de origen de los migrantes. Tomaré dos ejemplos, el del pueblo misak en Colombia y el del territorio comunal maya en Belice. Ambos casos son representativos de las dinámicas políticas y étnicas que, desde los años setenta del siglo pasado en América Latina, llevan a ciertos colectivos étnicos a reivindicar derechos específicos, en particular derechos territoriales asociados a los pueblos autóctonos. Sin embargo, aquí no me intereso tanto por las reclamaciones territoriales basados en la ancestralidad de una comunidad en un territorio dado, sino por la manera en que la noción de “territorios étnicos” se adapta a procesos recientes de movilidad y migración fuera del territorio “ancestral”.

En Colombia, el pueblo misak (antes conocido como guambianos, unas 21.000 personas en 2005, que viven en la cordillera central en el departamento del Cauca) reivindica la autonomía de gestión de sus territorios ancestrales definidos, en otros argumentos, sobre la base de las tierras de resguardo asignadas por los gobiernos coloniales y posteriormente republicanos (siglo XIX). Para construir una legitimidad territorial portadora de autonomía política y cultural, las organizaciones étnicas misak movilizan la historia, la memoria, la autoctonía y la ancestralidad. La autonomía territorial se justificaría, en particular, por una construcción cultural muy específica del espacio que se ilustra en la figura 1.1. Según la visión misak, el territorio se expande “mediante 4 direccionales lingüísticas hasta llegar a expresar la redondez infinita (…) Con respecto a las nociones de espacio, la lengua guambiana siempre refiere al individuo a un punto o lugar de referencia, a partir del cual desarrolla su espacio hasta abarcar el territorio y el mundo, a este ejercicio los Misak lo llaman “desenrollar”. Este punto o lugar de referencia es la casa, o el sitio de habitación del grupo de parentesco” (Duarte, 2015, p. 289, tomado de Muelas, 1993, p. 21).

Esta lectura culturalista de las relaciones entre la comunidad étnica y su espacio de pertenencia es privilegiada por las organizaciones étnicas para justificar sus peticiones. También responde a las exigencias de las instancias de decisión gubernamental que piden a los grupos étnicos ofrecer pruebas de “especificidad cultural” para poder ser sujetos de políticas de reconocimiento de derechos con base en su diferencia cultural o étnica. Sin embargo, a finales del siglo XX, esta lectura queda sujeta a una fuerte presión debido a cambios estructurales que afectan las relaciones de las comunidades con sus espacios de vida. En efecto, la presión demográfica y los grandes cambios económicos (principalmente el declive de la actividad agrícola) suscitan la migración de personas misak fuera de sus territorios de origen, dirigiéndose ellas hacia las ciudades o hacia otras regiones del país. En este contexto, las autoridades tradicionales misak ampliaron sus concepciones de “espacios de vida”. Se concibe ahora el pueblo misak como un “pueblo disperso”, cuya territorialidad no implica continuidad espacial sino que integra potencialmente cualquier nueva localidad en la que residen los misak. El territorio misak se extendería a cualquier lugar habitado por un misak. Al mismo tiempo, aparece entre los dirigentes la necesidad de organizarse políticamente para adaptarse a esta nueva situación, constituyéndose en una confederación. La Confederación de territorios indígenas misak “representaría el paso necesario hacia la constitución de una Nación indígena Misak o Nuna Chak, en el interior de la nación colombiana” (Duarte, 2015, p. 304). En este caso, es realmente la movilidad –aquí la migración- la que, mediante nuevas prácticas espaciales, lleva al pueblo misak a inventar nuevas representaciones de sí mismo en el espacio y, por lo tanto, de su lugar en espacios más globales, en este caso espacios nacionales. Las prácticas espaciales se insertan en temporalidades múltiples que articulan la ancestralidad de la presencia (resguardos indígenas) con la actualidad de la migración laboral y combinan las legitimidades procedentes de ambos posicionamientos. La práctica espacial (aquí la dispersión) es la que crea un nuevo sujeto colectivo (la Confederación misak).

Encontramos un caso similar en Belice, donde los mayas del sur del país –principalmente hablantes de mopan y q’eqchi’- se organizan desde hace veinte años para luchar contra su marginalización, contra las concesiones que el gobierno otorgó a empresas forestales y petroleras sobre lo que consideran sus tierras y, en general, por el reconocimiento de sus derechos territoriales en una amplia región del distrito de Toledo. Reunidos en varias organizaciones (Toledo Alcaldes Association, Maya Leaders Alliance, Toledo Maya Cultural Council), los dirigentes mayas empezaron luchando por la protección de las tierras de pueblos que correspondían a las “indian reservations”, las reservas coloniales que el gobierno colonial británico les habían asignado a principios del siglo XX. En este esquema de movilización, a cada localidad (village) le corresponde una tierra propia y una autoridad política reconocida (alcalde). Más recientemente, a raíz de su inserción en las redes internacionales de solidaridad con los pueblos autóctonos en América Latina, los dirigentes mayas actualizaron sus discursos y reclamos sobre los territorios. Las organizaciones elaboraron el concepto de “Maya homeland”, el territorio maya ancestral o “tierras comunales” (communal land) asociadas al grupo maya en su conjunto (mopan y q’eqchi’). En esta concepción, el maya homeland no es la suma de las reservas territoriales otorgadas por el poder colonial sino que es un territorio unificado y contiguo que cubre el conjunto de lugares apropiados por gente maya. Se trata de una innovación discursiva y conceptual de primera importancia ya que abandona la noción de las “tierras de reservas” o de pueblos / localidades / villages, que son unidades separadas las unas de las otras, para promover la defensa de un territorio colectivo sin límites fijos que se adapta a las movilidades y los anclajes de los habitantes maya. Lo ilustra la cartografía del Maya Atlas, una magnífica obra realizada por las comunidades mayas de Toledo en su lucha por el territorio maya, publicada en 1997. Una de las láminas del atlas representa las tierras de pueblos (land villages) como tantos territorios distintos unos de otros. Otra lámina del mismo Atlas ilustra la misma cuestión de las tierras pero con otro código gráfico: dibuja un área unificado que viene a englobar y sobreponerse a las anteriores tierras de pueblos, bajo otra apelación: es el maya homeland o communal lands.

La adopción de una nueva categoría de espacio – el maya homeland – da cuenta de la evolución política, demográfica y geográfica del asentamiento maya en el sur de Belice. La noción es construida por y para un nuevo actor colectivo -el pueblo maya- que no preexistía a estas innovaciones. Por supuesto, ya existían campesinos y pueblos mayas, lenguas mayas (mopan y q’eqchi’), organizaciones maya, pero no un “pueblo maya” capaz de tomar la palabra y exigir derechos específicos frente al Gobierno nacional y a las organizaciones internacionales (en particular, la Corte Interamericana de los Derechos Humanos, CIDH). Ahora es el caso. Aquí no es la práctica espacial (migración) en sí misma la que modifica los contornos del sujeto social colectivo y sus espacios, sino las elaboraciones discursivas y cartográficas cuyo efecto performativo es muy eficaz (Wainwright y Bryan, 2009)”.

En el apartado Los territorios ad hoc, Odile Hoffmann enuncia:

“Una segunda configuración territorial de movilidad corresponde a casos de construcción territorial explícitamente pensada para solucionar un problema preciso y concreto, por lo que los llamo territorios ad hoc. En Colombia, Jessica Corredor (2015) documentó este fenómeno en el caso de los desplazamientos forzados que se multiplicaron en el país en los años noventa. Después del trauma del desplazamiento, alguno.as campesino.as ambicionaron volver a vivir sobre sus tierras y se organizaron para lograrlo, a pesar de la presencia de actores externos que los acosan cotidianamente: los paramilitares que quieren expulsarlos para controlar el espacio, algunas plantaciones agroindustriales que pretenden explotar las tierras sin restricción o el propio gobierno que busca imponer sus propias instituciones y autoridad. Concretamente, en el departamento del Chocó, en la parte noroccidental del país, los desplazados lucharon para regresar a su espacio de origen, reinstalarse y crear las condiciones materiales y políticas de su protección. Para ello, una vez reinstalados en casas provisionales, empezaron a reorganizar la vida social colectiva y la protección de los habitantes. Cercaron las áreas de residencia y de trabajo, controlaron entradas y salidas, registraron usuarios con derechos, etc. Con el apoyo de las ONG, exigieron que el gobierno los recibiera para negociar garantías y políticas de acompañamiento en sus nuevas instalaciones. Así es como nacieron algunas áreas llamadas zonas humanitarias (ZH) y zonas de biodiversidad (ZB), que son espacios concretos, delimitados, cuyo acceso se controla y se reserva estrictamente a los desplazados y sus “acompañantes”, o sea las ONGs humanitarias. Las zonas humanitarias (ZH) son las áreas de residencia, mientras las zonas de biodiversidad (ZB) corresponden a parcelas de actividad agrícola. Ambas son pensadas para ser espacios de refugio que se sustraen al conflicto y sus actores armados (paramilitares, ejército, narcotraficantes, guerrillas, entre otros). Al instituir estas zonas, tanto en el terreno como en el discurso, los desplazados se dotaron de una territorialidad original que les permite resistir a las presiones de los actores externos.

Las zonas humanitarias y de biodiversidad se convirtieron en soportes de la movilización política en pro del derecho al retorno y de la protección de la vida. Son territorialidades políticamente instrumentalizadas por actores que, a partir de algunos lugares y espacios delimitados, movilizan un amplio espectro de recursos a nivel local/regional y, sobre todo, nacional e internacional (las ONG humanitarias). Para los campesinos desplazados, la inscripción en un espacio local (las ZH y ZB) da acceso a una palabra ampliada que se hace escuchar mucho más allá del lugar de enunciación. Permite exigir -y obtener- de los actores situados afuera de las “zonas” el respeto de los que están ubicados adentro de las mismas. La legitimidad territorial adquirida mediante el control material de un espacio local, aunque fuera de tamaño muy reducido, -su delimitación, su control, su uso-, sirve para ganar poder de negociación frente a las autoridades en otros registros. A partir de las zonas humanitarias y las zonas de biodiversidad, los protagonistas locales del Chocó hasta pudieron pretender influir en políticas públicas relativas al trato de las víctimas del desplazamiento forzado en todo el país. La convergencia entre una demanda local territorializada y una lógica de negociación más global hizo posible la emergencia de una dinámica política nacional.

Este ejemplo ilustra la manera en que categorías de espacios instituidas (las “zonas”) remiten a prácticas de intervención asociadas a colectivos sociales ( “los desplazados retornados”), así como a métodos específicos de gobierno (las autoridades de los grupos de retornados y las ONG acompañantes). Es muestra de un registro político calificado por Planel de “derogatorio”, en el sentido en que, en ciertos espacios delimitados, el gobierno instituye normas particulares de regulación (Planel, 2015). Esta autora insiste en que la excepción territorial es, en sí, un dispositivo de control de la población que ahí reside. A esto sólo añadimos, con el caso de los territorios ad hoc, que este tipo de dispositivo territorial derogatorio no solo le sirve a los dominantes para imponer su propio orden, sino que puede promoverse también como recurso por parte de actores subalternos que encuentran ahí argumentos de resistencia (Hoffmann, 2016; Nicholls et al. 2011). Encontramos otro ejemplo de expresión territorial de la resistencia en las movilizaciones sociales que, en Francia, se dan en torno a conflictos ambientales en áreas calificadas de “ZAD”. El acrónimo ZAD es inicialmente una sigla empleada por las autoridades para señalar “Zonas de ordenamiento diferido” (zones d’aménagement différé), es decir, zonas cuyo uso se restringe ya que se “reservan” para operaciones de ordenamiento a futuro (aeropuerto, presa, etc.). Posteriormente este significado fue desviado por los militantes ecologistas y anticapitalistas que se movilizan en contra de dichos proyectos de ordenamiento territorial. Ellos ocupan las zonas reservadas y las renombran según el mismo acrónimo ZAD pero que significa ahora “Zonas por defender” (Zones à défendre). Ellos mismos se transforman entonces en zadistes. La palabra entró en el vocabulario usado en los medios de comunicación y hasta figura en el diccionario Petit Robert en su edición de 2016. Es el espacio (ZAD) el que define los contornos del actor político (zadiste); es la zona que define la función a defender, y en consecuencia el colectivo político zadista”.

En el apartado El caso de las configuraciones de diáspora, la autora propone:

“Finalmente, un tercer caso de configuración territorial en movilidad, más conocido, es el de los espacios diaspóricos, en los que la movilidad va acompañada de un cambio radical de la territorialidad, consecuencia de la pérdida traumática de la relación con el territorio de origen. Numerosos trabajos han subrayado la intensidad de los traumatismos de los exilios forzosos (Hovanessian, 2007 (2011); Chivallon, 2004). Otros autores destacan la manera en que, en contextos de globalización, la circulación acelerada de personas y sujetos lleva a la constitución de diásporas culturales y de nuevos “paisajes” (los scapes de Appadurai, 1996). En efecto desde hace varias décadas, el concepto de diáspora se ha extendido a los casos de migraciones masivas; califica fenómenos que afectan a numerosas regiones del mundo y reorganizan las territorialidades, tanto en las zonas de salida como en las de llegada, y sus interacciones. Para América Latina, los trabajos sobre la migración hacia los Estados Unidos pusieron en evidencia lógicas de migración transnacional (Glick-Schiller, Bash y Blanc-Szanton, 1995) que desembocan en la construcción de comunidades transnacionales (Portes, Guarnizo y Landolt, 2003) cuya existencia se formaliza a veces en el vocabulario popular (Nezayork, Oaxacalifornia).

Las relaciones entre migrantes y residentes suscitan procesos de recomposición de los espacios de vida y de los colectivos de pertenencia, siendo los migrantes tanto de aquí como de ahí, de aquí o de ahí, de aquí gracias a ahí, de aquí dentro de ahí, etc. Ya no se oponen los lugares de salida y los lugares de llegada sino que se transforman unos y otros gracias a nuevas articulaciones e interpenetraciones. La multiplicidad de las formulaciones traduce la multiplicidad de los fenómenos que sustentan estas innovaciones espaciales. Unos remiten al campo cultural, como lo ilustra la realización de eventos culturales gemelos en los lugares de origen y de residencia, en los dos países: típicamente la fiesta patronal del pueblo mexicano que se adapta a la localidad de residencia de los emigrantes integrando imágenes y símbolos de los Estados Unidos, por ejemplo su bandera. Otro caso lo ilustra la adaptación de algunos rituales de curación que se siguen celebrando en el pueblo de origen, aun en ausencia de los pacientes que están en migración pero cuya “presencia” se garantiza a través de su teléfono móvil.

Otros fenómenos dan cuenta de esta territorialidad compleja que ofrece nuevas oportunidades económicas. Así en Playa Vicente (Veracruz) a principios de los años 2000, una señora se dedicaba a la venta de “pan hecho en casa” a los migrantes residentes en Estados Unidos. Se beneficiaba de una visa que le permitía viajar muy frecuentemente, trayendo de vuelta noticias de los migrantes y ropa de segunda mano. El comercio transnacional de bienes íntimos de escaso valor mercantil pero muy valorados por los migrantes (objetos de la vida corriente o bienes personales, alimentos preparados en el pueblo) resultaba lo suficientemente redituable –junto con el comercio de ropa- para pagar los pasajes aéreos. En este esquema los bienes transitan de un lado a otro de la frontera, en los dos sentidos, y mantienen un potente vínculo entre residentes de los distintos lugares. Estas situaciones resultan en su mayoría de iniciativas personales o familiares, a menudo poco estabilizadas y poco institucionalizadas. No solo ponen en relación los lugares de origen y de residencia de los emigrantes, sino que crean nuevos espacios, materiales o inmateriales, y nuevas prácticas económicas o de sociabilidad (la relación con el especialista ritual, los nuevos espacios rituales cívicos o religiosos, los espacios físicos y económicos de circulación). Varios autores desarrollaron a este respecto el concepto de comunidades transnacionales que serían fruto de “procesos transnacionales subalternos” resultantes de una “globalización desde abajo” en oposición a la globalización impuesta desde arriba (Besserer, 2015, p. 8). No obstante, conviene matizar este entusiasmo y recordar que estos procesos transnacionales no se inventan en contextos de armonía y consenso. Al contrario, como cualquier innovación, provocan rivalidad entre registros de autoridad y entre los sujetos y actores sociales que los experimentan: entre los que se quedan en el pueblo y los que emigraron, entre los que “lo han logrado” y tienen recurso y los que no lo tienen, entre los que adoptan las nuevas normas de vida (familiar, de pareja, de género, de trabajo, de religión) y los que no cambian, etc. Las nuevas prácticas se dan en lugares específicos que estructuran el espacio de manera distinta a la anterior: nuevas iglesias, nuevos comercios, nuevas casas, nuevas organizaciones políticas, etc. Aunque el fenómeno ya está bastante documentado en la literatura especializada, conviene recordar las conclusiones que se pueden extraer para sentar nuestra argumentación: las prácticas del espacio desarrolladas en contextos de diáspora visibilizan nuevos colectivos, como pueden ser “los emigrantes” que viven lejos de sus lugares de origen, “los ilegales” que comparten la experiencia traumatizante de la migración sin tener los papeles legales, “los paisanos” sujetos de las políticas públicas mexicanas, “los conversos” miembros de tal o cual nueva iglesia, etc. Las fronteras entre estas nuevas identidades son múltiples y no coinciden unas con otras. De la misma manera que no hay ruptura definitiva entre espacios y actores migrantes y no migrantes, tampoco hay adecuación sistemática entre espacios y actores sociales en diáspora. La configuración territorial en diáspora se caracteriza más bien por yuxtaposiciones, a veces intersecciones entre grupos de actores que comparten lugares para acciones o tiempos específicos (de residencia, de trabajo, de prácticas religiosas…), sin constituir territorios estabilizados”.

Por último, Odelie Hoffman llega a las siguientes conclusiones:

Conclusiones

“La primera hipótesis que había planteado en la introducción queda sobradamente consolidada, en realidad era bastante intuitiva. La movilidad crea nuevas territorialidades y a veces, incluso, nuevos territorios. Los ejemplos han mostrado la capacidad de los protagonistas para crear territorio a partir de competencias vinculadas a su movilidad, e implementar acción política usando herramientas geográficas. Ante una movilidad obligada, por ejemplo, los protagonistas inventan categorías geográficas que les sirven para expresar sus nuevos posicionamientos en el registro político. El espacio funge como recurso para construirse e identificarse. Hemos visto en el ejemplo de las zonas humanitarias y de biodiversidad cómo la privación violenta de espacio (las personas desplazadas) generó nuevas prácticas territoriales (el regreso en las zonas humanitarias) que a su vez instituyeron y legitimaron nuevos colectivos sociales y políticos. El espacio remite al grupo que lo crea, lo comprende, y a la vez se crea a él mismo (la nación misak, el colectivo de víctimas del desplazamiento forzado, los zadistas).

La relación del sujeto con el lugar/espacio es constitutiva de la relación de uno con sí mismo y sus vecinos. Cimenta las fronteras simbólicas y políticas que organizan el mundo en cada sociedad o grupo (Gupta y Ferguson, 1992). Estas fronteras remiten generalmente a procesos de separación “nosotros/ellos” e incluso de discriminación “nosotros contra ellos”. Históricamente, en los modelos occidentales, la frontera entre estados- naciones ha sido la más pregnante y pretendió ser a la vez social, económica, cultural y política. A finales del siglo 20, también se reconoció el significado político de otras territorialidades, específicamente en el caso de los grupos étnicos que reivindican subjetivaciones territorializadas en tanto Naciones originarias, Pueblos autóctonos, pueblos indígenas, pueblos maya de Guatemala, entre otros ejemplos. En ambos casos –las fronteras nacionales y las territorialidades étnicas la gestión de los lugares y los territorios ocupa un papel estratégico en el aprendizaje político, cultural y social de los protagonistas de la historia. Transformar los espacios es transformar a los sujetos y a su relación unos con otros.

En la gobernanza por medio del espacio, no todo está controlado por un grupo o colectivo en particular. Y allí es donde nuestra segunda hipótesis ha mostrado su pertinencia y nos ha ayudado a interpretar las situaciones observadas. El espacio puede ser efectivamente un recurso accesible para los sin-voz, un medio de expresión para los que no tienen la práctica ni los medios de hacerse oír en las escenas públicas. El espacio ofrece la oportunidad de “decirse” sin tener que elaborar un discurso verbal normalizado. Es un lenguaje accesible para los que no dominan los códigos utilizados en las transacciones comúnmente llevadas a cabo entre actores públicos.

Interesándose por la arquitectura, A. Lévy también veía ahí un lenguaje, sosteniendo que esta propuesta implicaba dos postulados: “(I) el espacio no necesita hablarse para significar, sino que significa directamente; (ii) el espacio significa algo más que él mismo, algo más que su materialidad física” (Lévy, 2008). Si el espacio significa por sí mismo, sin necesidad de traducción, entonces es necesario atenderse a sus características propias, materiales (estructura, tamaño, composición, ubicación, etc.), para entender este significado. Es decir, el espacio no es sólo metafórico, sino que saca su eficacia discursiva de su materialidad oponible a la experiencia práctica de cada uno. Muy concretamente, la materialidad del espacio impone negociaciones en caso de co-presencia, lo hemos visto en los ejemplos mencionados. Y al mismo tiempo, con o sin conflicto, en un mismo espacio concreto, las territorialidades suelen ser múltiples y competir unas con otras. Las territorialidades superpuestas activan regímenes de legitimidad y autoridad que entran en rivalidad los unos con los otros (Agnew y Oslender, 2011). En este sentido, el espacio significa también mucho más allá que su materialidad. No hay transcripción directa del espacio geográfico sobre lo político, no hay proyección inmediata de uno sobre otro (por ejemplo, en la relación entre control territorial y control político). Es decir, no estamos frente a un nuevo determinismo espacial. Al contrario, el espacio abre el abanico de opciones. Las prácticas espaciales componen un lenguaje político en cuanto que posibilitan rupturas con el orden social imperante, como lo propone Dikeç, incluso sin tener que afirmarlo verbalmente. El espacio es intrínsecamente político no solo como recurso negociable, sino como lenguaje potencialmente subversivo. Ahora bien, las prácticas espaciales no son, como tales, subversivas; pero llevan en ellas este potencial, son el resultado de luchas simbólicas o materiales (Lussault, 2009). Como lo mostró el ejemplo de los territorios ad hoc como las ZH/ZB o las ZAD, las prácticas espaciales se vuelven luchas que activan procesos hegemónicos de construcción de la autoridad y del poder, mismos que rebasan de mucho el ámbito geográfico de los espacios concretos de donde surgen”[1].

Como se puede ver, el espacio y el territorio son conceptos dinámicos. Si bien responden a su propia arqueología del saber espacial, desde cuando se configuraron desde una perspectiva geométrica, en un caso, y una perspectiva antropologica, en otro caso, ahora, en la actualidad, cuando se han desatado, por así decirlo fenomenologías espaciales singulares, en el devenir de las movilizaciones poblacionales y sociales, dando lugar a una proliferante invención del espacio. Tomando en cuenta la exposición de Odile Hoffmann, podemos también observar que la construcción del espacio es también política. No solamente en lo que respecta al Estado, a la administración estatal de la geografía, sino también por las resistencias. El espacio se ha convertido, entonces, en una topología móvil, dependiendo del diseño que dejan las fuerzas sociales concurrentes. Obviamente, no podemos quedarnos solo con las categorías que nos ofrece la investigadora, que afronta problemas concretos de espacialización social, política y antropológica, que tienen que ver con los desplazamientos sociales y espaciales en la modernidad tardía, con los fenómenos sociales y culturales de las migraciones, con las resistencias étnicas, por así decirlo, con las diásporas de los pueblos, con las contingencias que hay que afrontar, tanto por parte del Estado, así, en contraste, con las resistencias que ocupan y recuperan espacios y territorios.

En lo que respecta a los desplazamientos espaciales y sociales que generan el crecimiento social de las ciudades, sumándose al consabido crecimiento vegetativo, que redundan en la configuraciones espaciales y políticas, que transforman los campos gravitatorios económicos, sociales, políticos y culturales, debemos proponer categorías apropiadas a la problemática singular. Las ciudades modernas de Latinoamérica y el Caribe, convertidas, algunas de ellas, no pocas, en metrópolis, por lo tanto con densidades demográficas notorias, son espacios complejos de conglomerados territoriales, que interactúan entre los territorios urbanos, dando lugar a dinámicas barrocas. También se puede caracterizarlas como multiculturales, usando este término discutible, puesto que las migraciones a las ciudades conllevan los habitus y pautas culturales de origen. El crecimiento de las ciudades las convierte en centros gravitantes, dando lugar a la reconfiguración de los entornos, de la región y de la geografía política nacional.

Las ciudades tienen siempre un origen, sino es que varios, varios nacimientos, incluso distintas fundaciones, además no olvidar que muchas veces repiten el nombre de otra ciudad a la que recuerdan, solo que, a veces le aumentan el término “nueva”. Santa cruz de la Sierra es una de estas ciudades, solo que, esta vez, no lleva el término “nueva”, pero si indicando que es de la “Sierra”, una pequeña cordillera que se encuentra en los llanos.

 

Breve historia de la fundación de Santa Cruz de la Sierra

Santa Cruz de la Sierra fue fundada el 26 de febrero de 1561 por Ñuflo Chaves.  La fundación se dio lugar con una expedición integrada por 158 soldados, que partieron desde la ciudad de Asunción de Paraguay. El nuevo poblado fue bautizado con el nombre de Santa Cruz de la Sierra en honor a la ciudad natal del conquistador en la Extremadura Castellana.  La fundación se realizó a orillas del arroyo Sutús de la serranía de Chiquitos – actual yacimiento arqueológico de Santa Cruz la Vieja Santa Cruz la Vieja – como una avanzada al este de los territorios ocupados por la Corona española, en las proximidades donde hoy se asienta San José de Chiquitos, que fuera fundada como pueblo de misión jesuita de la Chiquitania en 1697. Tras la fundación, Ñuflo de Chaves marchó a Asunción; allí consiguió convencer a los pobladores de aquella ciudad para que emigraran a Santa Cruz de la Sierra. El gobernador, el obispo y una gran mayoría de los pobladores de Asunción emigraron a Santa Cruz de la Sierra; donde fueron bien recibidos.

Se asentaron en Santa Cruz de la Sierra, que fue sumando población y provocando un desarrollo vertiginoso que llegó a casi 40 manzanas urbanizadas, convirtiéndola en la más importante de la región platense. Posteriormente fue fundada la ciudad de San Lorenzo el Real de la Frontera por el gobernador Lorenzo Suárez de Figueroa.

 

El 9 de febrero de 1825 se promulgó un decreto que mandó convocar a todas las provincias de Charcas a una asamblea constituyente. De acuerdo al decreto, Santa Cruz de la Sierra eligió a Antonio Vicente Seoane y a Vicente Caballero como representantes para asistir a la asamblea constituyente de la Audiencia de Charcas, que daría nacimiento a la República de Bolivia. Por diversas circunstancias, los representantes de Santa Cruz no llegaron a tiempo a las deliberaciones, pero sí para la firma del acta de la independencia el 6 de agosto de 1825.

El advenimiento de la República cambió el estatus político-administrativo de la región, pasando a constituirse como departamento de Santa Cruz, convirtiéndose en uno de los cinco departamentos fundadores de Bolivia, a la vez que Santa Cruz de la Sierra sería designada capital de dicho departamento[2].

Algunos datos demográficos

Santa Cruz de la Sierra contaba con una población de 10 000 hab. en 1810, cien años más tarde con 18 000 hab. (1910) lo que refleja un crecimiento demográfico lento. Muchos factores como el auge del petróleo y la riqueza agropecuaria, entre otros, son los que dieron origen a la gran explosión demográfica de Santa Cruz de la Sierra que paso de ser un pueblo a una ciudad producto del aumento de la población ocasionada de los migrantes del campo o áreas rurales del interior del departamento y migrantes del interior del país. Santa Cruz de la Sierra de 10 000 hab. en 1810; 18 000 hab. en 1910; pasó a tener 57 000 hab en 1955, 325 000 en 1976, 697 000 en 1992, 1 029 471 en 2001 y según el Censo 2012, el área metropolitana de Santa Cruz de la Sierra cuenta con 1 784 549 habitantes. La ciudad de Santa Cruz de la Sierra ha sobrepasado los límites del municipio homónimo, y los barrios más nuevos la han conectado con los municipios de La GuardiaCotocaWarnes y Porongo. El área metropolitana de Santa Cruz de la Sierra tiene un estimado de 1 800 000 habitantes, en tanto que su población estimada llega a 2 730 120 habitantes. La ciudad forma parte del municipio homónimo y es el epicentro del área metropolitana de Santa Cruz de la Sierra, que es actualmente el núcleo urbano más poblado de Bolivia, con una población estimada de más de 3,8 millones de habitantes en el 2022. Esta área metropolitana está formada por una conurbación de siete municipios correspondientes al departamento de Santa Cruz de la Sierra, la Guardia, Warnes, Cotoca, El Torno, Porongo y Montero.

El conflicto por el Censo de Población y Vivienda

Así se ha conocido el último conflicto social y político, el conflicto por el censo, empero, obviamente el conflicto no se circunscribe solo a la problemática del censo o, mas bien, a la problemática de no haber hecho censo ni siquiera el 2012.  No es tampoco, no se limita ni se circunscribe, el conflicto por los escaños y el reparto presupuestario, como algunos “analistas” creen entrever. De la misma manera, no se puede resumir el conflicto a la versión oficialista de que se trata de una repetición de la consabida hipótesis de la “conspiración oligárquica”, ni mucho menos en la delirante suposición de un “golpe de Estado”. El tema y el problema, relativos al conflicto reciente, es más complejo y requiere una mirada más amplia y más auscultadora. Se requiere de un enfoque crítico, que comprenda miradas geográficas, históricas, sociales y políticas. Eso es lo que vamos a intentar a hacer.

Hablaremos de los desplazamientos geográficos y sociales, que reconfiguran a la formación histórica y social. La formación social boliviana ha devenido distinta en la extensión de sus propios ciclos largos del capitalismo dependiente, vinculados al extractivismo colonial de sus recursos naturales. El ciclo de la plata, el ciclo del estaño, el ciclo de los hidrocarburos. Sin embargo, lo que hay que anotar, que antes de la colonia, estas tierras andinas, amazónicas y chaqueñas tenían otras vocaciones, por así decirlo. La vocación agrícola, la vocación cazadora, pescadora, recolectora, tanto en el altiplano como en los valles, también en la Amazonia. El modelo colonial es lo que trastroca estas vocaciones o, mas bien, las inhibe, subsumiendo a sus territorios y poblaciones a la vorágine del capitalismo extractivista.

Lo que se ha venido llamando la región oriental, que en realidad corresponde a la Amazonia y el Chaco, donde se asentaron las misiones jesuíticas, después dominicas y franciscanas, no ha dejado sus tradiciones agrícolas, ni cazadoras y recolectoras. Se fueron incorporando tarde, después de la revolución nacional de 1952, a la subsunción del modelo colonial extractivista del capitalismo dependiente. Preponderaban las haciendas, escasas y dispersas en gigantescos territorios, también los comunidades nativas amazónicas y chaqueñas, sobre todo en lo más profundo de la selva amazónica y de la red de ríos de la cuenca. Ciertamente las haciendas avanzaban en los territorios indígenas, las comunidades optaban por adentrarse más en la selva y en los ríos profundos, o, en su caso, terminaban intercambiando, inc luso asimilándose, en muchos casos, culminando en la esclavización.

Los barones del estaño y sus gobiernos optaron por alimentar a la población minera con la importación de productos agrícolas, desdeñando la incorporación de la producción agrícola del oriente. Esto habla de que estaban más articulados a los puertos que a la integración nacional. La revolución de 1952, que constituye materialmente e institucionalmente el Estado Nación, antes era solo una ilusión jurídica, integra políticamente y económicamente al oriente, conformando una geografía política institucionalizada de alcance nacional.

A partir de entonces Santa Cruz de la Sierra se transforma rápidamente hasta convertirse, hoy, en el departamento más pujante económicamente, y, poco a poco, se está convirtiendo en un epicentro político. Claro que debemos anotar que, a lo largo de estos desplazamientos y transformaciones, no hablamos de la misma Santa Cruz de la Sierra, pues ha venido cambiando. Tenemos que reconocer distintos contextos y diferentes escenarios. Para no ir muy atrás, un contexto histórico es el que se da después de la guerra del Chaco, cuando se reclama y se lucha el 11% de las regalías petroleras. Otro contexto es el posterior a la revolución de 1952, cuando la ciudad y el departamento adquieren relevancia económica y comienzan a crecer tanto demográficamente como urbanamente. Otro contexto notorio es el que se da después de la llamada de “recuperación de la democracia”, desde 1982, cuando Santa Cruz se enfrenta a sus dilemas y contradicciones, entre el pasado y el porvenir, entre opciones en pugna, la hacendada y la campesina, la industrial y la ambiental, todavía esta última incipiente, además de la variopinta constelación de partidos políticos, que, en todo caso, más que diferenciarse se parecen. Este contexto se extiende hasta entrado el llamado “proceso de cambio”, sobre todo en la etapa del proceso constituyente, cuando el Comité Cívico opta por la estrategia de la “media luna”, oponiéndose al proceso constituyente. Esta estrategia deriva en la derrota política.

El reciente contexto es otro, las concomitancias entre el gobierno central y cierta burguesía cruceña es patente, a pesar de las pugnas protagónicas entre la gobernación y el Comité Cívico con el gobierno central. Santa Cruz de la Sierra ha cambiado, es otra ciudad y es otro departamento. Hablamos de una metrópoli plural, que conglomera distintos perfiles demográficos, que interactúan y se entrelazan, ocasionando mezclas y abigarramientos dinámicos. Sin embargo, podemos entrever que los ritmos de estas modificaciones estructurales no son acompañadas en el plano de intensidad político. El campo político está, por así decirlo, rezagado respecto a los desplazamientos sociales y demográficos, las modificaciones antropológicas, así como a los desplazamientos geográficos, en el sentido de la geografía humana.

Si bien el conflicto ha estallado por motivos de la postergación del censo, el conflicto contiene un conglomerado de contradicciones acumuladas. La contradicción más visible tiene que ver las condiciones adecuadas para las próximas elecciones nacionales y subnacionales. No es, por cierto, la contradicción más profunda. Ahondando en los espesores del presente se pueden auscultar planos de intensidad más profundos, que, incluso, tienen que ver con periodos de más larga duración. A pesar de ser el departamento económicamente más pujante, la perspectiva y proyección económica sigue atada al modelo colonial extractivista del capitalismo dependiente. Lo que pasa es que acabado el ciclo de la plata y el ciclo del estaño, que nos dejaron cementerios mineros, como describe Sergio Almaraz Paz, e ingresando a la clausura del ciclo hidrocarburífero, la composición económica nacional se desplaza hacia la agroindustria, que está asentada prioritariamente en Santa Cruz. Lo que pasa con la extraxión del oro, sobre todo por cooperativas mineras, no corresponde a ningún ciclo de los recursos naturales, sino a la incursión del capitalismo salvaje, extremadamente depredador, contaminador y destructor, en la transición de la recomposición del modelo colonial extractivista del capitalismo dependiente. Solo que el extractivismo ahora se hace sentir en la ampliación demoledora de la frontera agrícola, en la expansión de la agricultura de los transgénicos.

Entonces, de la contradicción de la que hablamos tiene que ver con el porvenir mismo de la región. ¿Puede sostenerse a largo plazo una economía extractivista, aunque industrial, basada en la ampliación expansiva de la frontera agrícola, en la destrucción de los bosques, en el arrinconamiento de las comunidades indígenas. La respuesta es no.

En consecuencia, en plena crisis ecológica, crisis de la civilización moderna, crisis del sistema mundo capitalista, de la economía mundo, que contiene al modelo colonial extractivista del capitalismo dependiente, no hay porvenir para la población, para el pueblo, para la sociedad, con la continuidad expansiva de este modelo, ahora recompuesto hacia formas agrícolas e industriales de extractivismo. Ciertamente esta contradicción no ha aflorado visiblemente, ni se ha hecho consciente el pueblo de la misma, salvo los colectivos activistas, ambientalistas, ecologistas, salvo las comunidades indígenas afectadas. Sin embargo, es una contradicción latente, que, de todas maneras, asoma en las insatisfacciones sociales, en las desigualdades sociales, en el crecimiento urbano, que repite la historia de otras metrópolis, ahora abrumadas, precisamente por las consecuencia de una economía motivada por la acumulación abstracta.

No podemos dejar de anotar una contradicción que se hizo patente a lo largo de la historia reciente, la contradicción con el centralismo. El Estado es de por sí centralista, supone la centralización jurídica, politica y administrativa, incluso en el Estado federal de carácter liberal. Lo que es distinto, radicalmente diferente es la Confederación y la Federación anarquista, que es abiertamente anti-centralista, además de realizar la autonomía, la autogestión y el autogobierno. Sin embargo, debemos tomar en cuenta, en la historia del ciclo mediano y en la historia reciente la lucha y los logros de la descentralización. En lo que respecta a esta historia, Santa Cruz ha llevado la batuta, los otros departamentos han obtenido el 11% de regalías. Después, en concomitancia con otros departamentos, se han iniciado procesos diversos de descentralización administrativa. Han sido introducidas las competencias autonómicas departamentales en la Constitución, además, claro está, del entramado de competencias, sobre todo las competencias correspondientes a la autonomía indígena, que se deben a la larga lucha de las naciones y pueblos indígenas.

La contradicción con el centralismo es, en el fondo, una contradicción contra el Estado, entre sociedad y Estado, es una contradicción puesta en evidencia por el anarquismo. Sin embargo, el federalismo liberal ha limitado los alcances de esta contradicción amortiguando el carácter centralista del Estado. En otras palabras, ha mantenido el centralismo, solo que descentralizado en estados de la república federal. De todas maneras, el federalismo liberal no deja de contener la manifestación latente de esta contradicción entre Estado y sociedad, contradicción que tiene que ver con la democracia, en pleno sentido de la palabra, el autogobierno del pueblo. Como se puede ver, se trata de contradicciones no resueltas y que no se resuelven con el federalismo liberal.

Ciertamente, también tenemos que mencionar la contradicción de clases, que el marxismo ha denominado lucha de clases, enunciado que, empero, viene de otras interpretaciones, teóricas y del saber popular, anteriores al marxismo. Empero, hay que tocar esta problemática, de la lucha de clases, en sus singularidades, no de una manera abstracta, como lo hacen las sectas partidarias ideológicas del marxismo militante. El mismo Antonio Gramsci ya hablaba, buscando la singularidad, del fragmento geográfico de clase. Para tal efecto, vamos a abordar las categorías y clasificación de la investigadora Odile Hoffmann, que hemos citado anteriormente.

Uso de las categorías de territorio en el análisis del conflicto

Comencemos con la categoría territorios étnicos, que se refiere a las territorialidades de las naciones y pueblos indígenas. En el departamento de Santa Cruz de la Sierra y en Bolivia sigue pendiente la cuestión colonial y la problemática de la colonialidad. No se ha asumido ni se ha aplicado la Constitución, sobre todo lo que establece el segundo artículo, que reconoce la preexistencia de las naciones y pueblos indígenas, en consecuencia, su derecho a la reterritorialización, a la autonomía, al autogobierno, fuera de la lengua y cultura propias, las normas y procedimientos propios.

En Santa Cruz de la Sierra se encuentran manifiestas los territorios étnicos. Los territorios guarayos, que se encuentran en la provincia de Guarayos, se dedican a la agricultura y crianza de animales. Los territorios chiquitanos, que se encuentran en las provincias de San Ignacio de Velasco, San Miguel, San Rafael. Se dedican a la agricultura de maíz, arroz, yuca, plátano, algodón. Los territorios ayoreodes, que se encuentran en las provincias Germán Busch, Chiquitos, se dedican a agricultura y recolección. Los territorios yuracares, que se encuentran en las provincias de Villa Tunari, Chimoré, Puerto Villarroel, se dedican a la agricultura de maíz, arroz, cítricos, café, maní, frijol, zapallo, yuca, plátano. Los territorios yukis, que se encuentran en las provincia de Carrasco, se dedican a la caza, pesca, recolección, artesanía. Como se puede ver, algunos pueblos indígenas mencionados cruzan los límites departamentales, lo que ya nos plantea el uso de la otra categoría que es territorios de la diáspora.

Sobre todo en la ciudad capital podemos hablar y usar la categoría de territorios ad hoc. Los dispositivos estatales y municipales define ciertos espacios problemáticos y buscan controlarlos mediante procedimientos cartográficos y otros ordenamientos. Como dice Odile Hoffman, a veces estos espacios son ocupados y se convierten en espacios de resistencia. En la Conferencia sobre Diálogos Urbanos se vertieron varios criterios y análisis sobre la problemática urbano. Nos vamos a ayudar con un informe sobre la conferencia mencionada para identificar algunos territorios ad hoc u otros que requieren otras categorías de clasificación.

El director del Centro de Estudios Urbano Regionales (CEDURE), Fernando Prado inauguró el evento con el siguiente diagnóstico:

“Este es un evento importantísimo para los cruceños, una palestra internacional de gran magnitud. Es importante para discutir nuestros problemas. Participaré y comentaremos lo que sucede en el área de la región metropolitana en Santa Cruz”. Desde el punto de vista de Fernando Prado, Santa Cruz ni siquiera ha entendido las problemáticas que está viviendo, razón por la cual la conferencia es vital para el desarrollo de la ciudad y del país.

“Esta ciudad está creciendo dentro de una burbuja… una burbuja de riqueza, de post-modernidad, de globalización, pero en sus minorías, no sabemos lo que realmente está sucediendo”. Prado considera que Diálogos Urbanos significa una esperanza: “vamos a  abrir los ojos y poder tratar distintos problemas que estamos metiendo debajo de la alfombra”.

La anfitriona de la conferencia de prensa fue la directora del Instituto de Investigación de la Facultad de Humanidades de la UAGRM, Mercedes Nostas. La antropóloga destacó la relevancia de contar con connotados académicos y miembros de organizaciones sociales del mundo en la capital cruceña. El expositor del movimiento Rios Vivos de Colombia, Juan Pablo Soler, dijo que el fenómeno latinoamericano de la expansión de la urbanidad es una problemática muy presente e importante a tratar. “Implica una migración de pueblos rurales a la ciudad, comunidades campesinas, indígenas, afrodescendientes, arrieras, barriqueras, que se dedican a la interacción permanente con los ríos, pero fruto de las hidroeléctricas,  fruto de los grandes proyectos minero-energéticos, están siendo despojados de sus formas de vida y siendo obligados a migrar a la ciudad”. Según Soler es esta temática la que preocupa también a Bolivia, teniendo en cuenta los proyectos del Chepete Bala y Rositas, comentando solo dos de los  mismos. “Aplaudimos la posibilidad de pensar el presente, porque con esto construimos el futuro. La expansión desmedida de las ciudades implica mayor extracción de energía, materiales de la ruralidad”. Desde el Movimiento Ríos Vivos de Colombia plantean y socializan propuestas, que se construyen desde los pueblos afectados y amenazados por represas.

Los movimientos sociales que estuvieron presentes en la conferencia se encuentran el movimiento Kaaguazu Rositas, la comunidad alto Tacana, la Federación Nacional de Mujeres Campesinas, Artesanas, Indígenas, Nativas y Asalariadas del Perú, Movimiento Interestatal de Quebradoras de Coco Babazú y el Movimento dos Atingidos por Barragens de Brasil. Entre otros, también se encuentran los movimientos de base rural como la Federación de Fabriles de Riberalta, la Comunidad María Auxiliadora de Cochabamba, el Barrio Luis Espina, el Consejo de Personas con Discapacidad de La Paz y otros varios grupos del país.

El primer diálogo, en la plenaria, trató sobre las problemáticas, perspectivas teóricas y abordajes metodológicos en los procesos de urbanización en Bolivia y Sudamérica, contando con la participación del experto nacional, Fernando Prado (Bolivia), el creador del término urbanización extensiva y experto en planificación urbana, Roberto Luis Montemor (Brasil), la antropóloga Alison Spedding (Bolivia – Reino Unido) y finalizó con el investigador Horn.

El segundo diálogo trató sobre articulaciones y acción colectiva, más allá de la oposición urbano – rural, desde una mirada de los movimientos sociales y, en particular, de las mujeres que los conforman y lideran. Contó con la participación de la presidenta de la Federación Nacional de Mujeres Campesinas, Artesanas, Indígenas, Nativas y Asalariadas del Perú, Lourdes Huanca y la representante del Movimiento Interestatal de Quebradoras de Coco Babazú, Brasil, Rosenilde Dos Santos, además del ex miembro de la Fejuve de El Alto en octubre del 2003, Vicente Fernández.

Otras temáticas que se abordaron son los relativos a la conflictividad por la tierra urbana, las formas de apropiación y propiedad del suelo y la vivienda, la metropolización y la importancia de las ciudades intermedias, las aproximaciones alternativas a la dicotomía urbano – rural en Bolivia, la diferenciación socio-espacial en las ciudades, las representaciones de la ciudad en las artes, tales como el cine y la literatura.

A propósito de la problemática urbana

El coordinador del proyecto Programa Urbano de la Red UNITAS, Carlos Revilla, uno de los muchos organizadores del evento, dijo: “Queremos establecer un espacio de diálogo entre actores diversos para mostrar cuales son los rasgos de los nuevos procesos de urbanización que se viven a nivel regional y nacional. Muchas organizaciones sociales con las que nos relacionamos están viviendo problemas muy complicados y situaciones nuevas, vinculadas a la reconfiguración actual de lo urbano”.

Interpretando su exposición, de acuerdo a diferentes estudios sobre urbanismo, la tercera década  de este siglo encontrará al 60% de la población mundial viviendo en ciudades. Por ejemplo, en la actualidad y contra lo que quizás algunos piensan, Bolivia es un país predominantemente urbano con un aproximado al 68% de la población que vive en centros urbanos y en las ahora llamadas inter-ciudades, como son Montero, Colcapirhua, Yacuiba o Viacha. Tomando en cuenta el último reporte del Programa de Naciones Unidas para los Asentamientos Humanos (UN-Habitat), las ciudades continúan siendo los motores de las economías nacionales, dado que entre 60% y el 70% del Producto Interno Bruto (PIB) de América Latina y el Caribe se origina en áreas urbanas. Las ciudades también son la fuente de numerosos “bienes públicos que resultan decisivos para el bienestar y la cohesión social de la población”. Bolivia cuenta con cinco centros urbanos mayores -más de 250 mil habitantes- y 27 centros urbanos intermedios -entre 20 mil y 249 mil habitantes- haciendo un total de 20 nuevas ciudades intermedias en un periodo de sólo 30 años.

El investigador, que forma parte del Programa Urbano de UNITAS, Walter Arteaga, explicó: “Entre los factores que dan cuenta de las transformaciones urbanas en la sociedad boliviana, encontramos la metropolización y la emergencia de ciudades intermedias como elementos distintivos de este proceso”.  Arteaga señala que Bolivia cuenta con tres regiones metropolitanas -articuladas a La Paz, Cochabamba y Santa Cruz- y 20 ciudades intermedias por fuera de las vinculadas a esas regiones metropolitanas. “Las ciudades intermedias, sean capitales de departamento o centros urbanos en corredores viales, zonas fronterizas, zonas agropecuarias expresan un complejo entramado, en el que la población boliviana busca ingresos laborales, protección social, vivienda, servicios básicos entre otros, y constituyen un desafío para lograr un país inclusivo donde las y los ciudadanos ejerzan sus derechos”[3].

La ciudad de Santa Cruz de la Sierra ha renacido con la planificación urbana, que toma como referente el control circular mediante círculos concéntricos, a partir de un determinado momento, desafiada por su crecimiento vertiginoso, tanto económico como demográfico. Empero, a partir de otro momento, precisamente por los ritmos de crecimiento económicos y demográficos, estos crecimientos desbordan a la planificación urbana, en consecuencia, se experimenta el crecimiento sin control ni planificación.

En la investigación La planificación urbana y su impacto en la calidad de vida en Santa Cruz de la Sierra[4], a cargo de Gabriela Gonzales Faria y Judith E. Serrano Serrano, se visualizan dos Santa Cruz, en sus palabras, una Santa Cruz supuestamente satisfecha y una Santa Cruz insatisfecha. Las mencionadas investigadoras dicen:

“Santa Cruz de la Sierra es actualmente la ciudad con mayor movimiento económico del país; sin embargo, su capacidad para gestionar el factor humano es cuestionable, razón por la cual intentamos identificar las causas que contradicen o paralizan el diseño y la gestión urbana en detrimento de la armonía social y del desarrollo personal. Consideramos que existe una estrecha relación entre la planificación urbana y la calidad de vida, ya que la planificación urbana estratégica se encarga de diseñar una ciudad con base en las demandas y necesidades de la población y gestionarla, priorizando los problemas más complejos”.

Continúan:

“En esta ciudad todo crece a paso acelerado: su territorio, su población, su actividad productiva y laboral, entre otros aspectos. La urbe palpitante del presente es el resultado de un ciclo de vida desequilibrado e irregular, por lo que la sostenibilidad de ésta, la calidad de sus servicios, la oferta de su infraestructura pública, la desigualdad y el nivel de calidad de vida, entre otros temas, generan debates y discusiones entre los especialistas y ciudadanos, a la vez que el interés de inversores, empresarios y gobernantes”.

La planificación urbana se propuso:

“Convertir una aldea de polvo y barro en una ciudad moderna, tendría repercusiones sociales, económicas, culturales, tecnológicas y geopolíticas, que contribuirían decisivamente a transformar la realidad cruceña y boliviana (Limpias, 2010). Los cambios en las dinámicas y procesos multidimensionales de esta ciudad derivaron en su crisis y descontrol, lo cual se refleja en tres hechos contemporáneos:

  • Posicionamiento económico y financiero de la ciudad en el marco nacional e internacional (dimensión económica e institucional).
  • Crecimiento explosivo de la población, asociado a las corrientes de migración (dimensión socio-cultural, económica e institucional).
  • Expansión descontrolada de la mancha urbana (dimensión socio-cultural, físico-espacial y ambiental, económica e institucional).

Estas transformaciones no pasaron desapercibidas en la escala nacional o las redes de ciudades en las que Santa Cruz de la Sierra está insertada. Al ser la ciudad más vital de Bolivia, sea ésta una ciudad global o no (Sassen, 2005), comparte retos y problemas constatados a escala global entre las ciudades que adoptaron el modelo de desarrollo competitivo, como ser: exclusión, migración, contaminación, formalidad vs. informalidad, desigualdad y segregación social, entre otros (Borja, 2007; Mattos, 2010). Se trata, sin duda, de una ciudad donde se habla mucho del modelo competitivo y poco del otro modelo -el sostenible-. ¿Es que acaso este último no presenta rivalidad para lo competitivo en nuestro contexto?

En los instrumentos oficiales de la PUE de Santa Cruz de la Sierra, se establecen objetivos, políticas y programas para un modelo urbano mixto, reconociendo la importancia de dos ciudades o dos versiones de una misma ciudad que son vitales para el funcionamiento de ésta: la Santa Cruz formal y la informal (Gobierno Municipal de Santa Cruz de la Sierra, 2005). Sobre esta dicotomía, Isabella Prado comenta que Santa Cruz de la Sierra es una ciudad que proyecta una imagen de modernidad, riqueza, progreso y oportunidades. Si bien todo esto es cierto, no menos real es la creciente periferia cruceña, que convive y se cruza tangencialmente con esta realidad, sin llegar a ser parte de ella, más que como espectadora. Más allá de mostrarnos una desigualdad en la distribución del ingreso, nos descubre una ciudad contradictoria, con características de ciudad dual(2008: 1).

La Santa Cruz de dos caras arrastra características urbanas de un pasado planificado eficientemente para su momento, pero ¿qué tan planificada es la realidad urbana en la que vivimos actualmente? Fernando Prado declara que la cotidianidad cruceña poco tiene ya de lo planificado, y lo que debería planificarse permanece sin resolverse, puesto que se siguen desarrollando planes urbanos de orden meramente infraestructurales (1993). Más de medio siglo atrás quedaron los esfuerzos iniciados por los colectivos técnicos y sociales que dieron paso a la gran metamorfosis de Santa Cruz, pues los cambios socio-económicos de la década de 1970 se habrían profundizado con el paso del tiempo hasta la actualidad, al no haber sido tratados desde una visión más amplia e integral para la PU.

Luego de la puesta en marcha del Plan Techint, la OTPR desarrolló Planes Directores en los años 1972 y 1978. Sin embargo, en la década de 1980, poco se intervino en el crecimiento territorial y poblacional, muy distinto a la década de 1990, donde los esfuerzos que se llevaron a cabo -y fueron muchos, entre ellos el Plan Director 1995- estuvieron alineados a lo que se conoce hoy como el Plan Estratégico de Desarrollo Municipal (PDM), requisito establecido por la Ley de Municipalidades (Bolivia, Ministerio de Planificación del Desarrollo, 1999). El Plan Director de 1995 (Gobierno Municipal de Santa Cruz de la Sierra. Oficina Técnica del Plan Regulador, 1995) constituye el plan más reciente, promotor de cualidades urbanas de las cuales la ciudad goza desde el año 1998 -cuando se empezaron a cosechar resultados de la puesta en marcha de éste- hasta el presente. Entre sus objetivos generales, estaban:

  • Jerarquización del sistema vial urbano en vías distribuidoras troncales, vías distribuidoras primarias: anillos y radiales, vías colectoras, vías locales y peatonales.
  • Reorganización de los escalones urbanos, sin modificar el orden de unidad básica como el barrio, que, una vez agrupados en cuatro, formarían una U.V. (80 a 100 hectáreas aprox.), luego 10 U.V. formarían un distrito (800 hectáreas en promedio), que es el nuevo elemento de estructuración urbana.
  • Descentralización del poder hacia las subalcaldías de los distritos.
  • Destinación del 35% de las áreas urbanizables para el municipio como áreas públicas.

Luego de la elaboración y puesta en marcha del Plan Ordenador de 1995, se han elaborado y aprobado otros documentos técnicos de planificación -mencionados brevemente con anterioridad-, como ser, el Plan de Desarrollo Municipal (Gobierno Municipal de Santa Cruz de la Sierra, 2008), que sería el único de los municipios bolivianos que incorpora nociones de PU en esta herramienta (CEDURE, 1999), y el Plan de Ordenamiento Territorial (Gobierno Municipal de Santa Cruz de la Sierra, 2005), de contenido meramente urbano. Estos constituyen un momento urbano más cercano, sin embargo, no estarán desvinculados de los aportes del Plan Ordenador 1995.

En la práctica urbana, las herramientas y los recursos financieros no son los únicos factores necesarios para la buena gestión de la PUE, pues es necesario un gobierno competente que gestione el presupuesto según los planes, conformando, por tanto, una triada: planes urbanos, medios económicos y voluntad política de parte de los gobernantes. ¿Cuántas de estas condiciones se cumplen en Santa Cruz? Fernando Prado resume algunas de las características del ejercicio urbano cruceño:

Tenemos una estructura de clase que frena las políticas populares para el desarrollo urbano y que desconoce la profundidad del problema urbano. Sin embargo, tenemos un potencial enorme en la población migrante que es la que alimenta la economía y que requeriría de políticas radicalmente distintas a las que se aplican hoy. Políticas que valoricen sobre todo a la gente, a la calidad de vida y a las actividades productivas y no a lo meramente estético (Antelo y Fuente, 1988: 12)”.

En lo que respecta a los territorios de las diásporas, tenemos las territorialidades urbanas conformadas por los migrantes. Las migraciones abundantes de los valles, del altiplano y de la cordillera son notorias en el nuevo perfil de la ciudad de Santa Cruz de la Sierra.  Obviamente también se nota la migración a la ciudad capital de pueblos nativos de tierras bajas. Entonces, de alguna manera podemos hablar de territorios de diásporas indígenas en la propia ciudad de Santa Cruz.

Una vez utilizado las categorías de territorios éticos, territorios ad hoc y territorios de las diásporas, provenientes de la investigadora Odile Hoffman, vamos a proponer otra categoría de análisis espacial, vamos a hablar de territorios avasallados, ahora que los colonizadores y las cooperativas mineras invaden los espacios de los parques nacionales, áreas protegidas y territorios indígenas.

Como se puede ver toda esta complejidad geográfica, política, sociología antropológica, económica y cultural, hace de contexto e incide, con sus dinámicas inherentes, en la situación y condiciones singulares de una coyuntura en crisis múltiple. Las distintas territorializaciones, también desterritorializaciones, así como reterritorializaciones, configuran espacialmente la geografía social del país y del departamento de Santa Cruz, modificando el perfil de sus ciudades y del área rural. Es en este contexto geográfico y tomando en cuenta sus dinámicas y sus vectores que debemos analizar, interpretar, comprender y entender el estallido del conflicto social y político en la actualidad.

Conclusiones provisionales

  1. Se nota una tendencia marcada de desplazamiento geográfico político y social en Bolivia, del llamado “occidente” se pasa al llamado “oriente”, como núcleo organizador de una nueva composición del campo gravitacional económico y político, también social.
  1. Santa Cruz de la Sierra es el escenario de estos desplazamientos geográficos, políticos, sociales y culturales. Ciertamente no solo, pues las singularidades de las trasformaciones y desplazamientos se dan en toda la geografía social y humana de Bolivia. Solo que en Santa Cruz se hace visible por la intensidad del conflicto y la crisis múltiple, que afecta al país, al continente y al mundo.
  1. Estamos asistiendo a la emergencia de otro pueblo, compuestos por otras multitudes, otros colectivos, que articulan, de manera dinámica, las herencias decodificadas y actualizadas.
  1. Sin embargo, las ideologías persistentes quedan, insistiendo en sus anacronismos, en sus limitaciones, en su incapacidad de interpretar la realidad, sinónimo de complejidad. Los “enemigos”, que, en realidad son cómplices del círculo vicioso del poder, se aferran a estas ideologías trasnochadas. Siguen insistiendo en pugnas, opciones y antagonismos pasados, que no tienen validez ahora. Lo hacen para preservar sus privilegios, tanto de casta política, de “izquierda” o de “derecha”, de burguesías, tanto las tradicionales como las de los nuevos ricos, burguesía rentista y burguesía mafiosa.
  1. La realidad, sinónimo de complejidad, puede ser interpretada desde la experiencia social, en sus distintas memorias, la corta, reciente, la mediana, nacional, la larga, indígena. La interpretación se hace efectiva desde la potencia social, desde la rebelión. El conformismo o la repetición de lo mismo inhibe la potencia, limita la visión y la comprensión, anula la capacidad de entendimiento y, sobre todo, de actuar.
  1. Los nuevos perfiles del conflicto social, en la coyuntura de la crisis múltiple, anuncian una nueva generación de luchas, cuyas finalidades son otras, nuevas, distintas, a los objetivos de las luchas pasadas. Se hace presente el deseo de autonomía, autogestión y autogobierno.
  1. La alternativa alterativa a las genealogías de la dominación, basadas en la larga y permanente guerra contra las mujeres y la vida, genealogía de las civilizaciones, es el confederalismo democrático de los pueblos.

Notas

[1] Ver de Odile Hoffmann “Las configuraciones territoriales de movilidad, o el espacio como lenguaje político”. https://books.openedition.org/irdeditions/32687#tocfrom1n5.

[2] Ver Santa Cruz de la Sierra en Enciclopedia Libre, Wikipedia: https://es.wikipedia.org/wiki/Santa_Cruz_de_la_Sierra.

[3]  Ver Desde Santa Cruz se debate sobre problemáticas urbanas de Bolivia para la región. https://www.urgente.bo/noticia/desde-santa-cruz-se-debate-sobre-problematicas-urbanas-de-bolivia-para-la-región.

[4] Ver La planificación urbana y su impacto en la calidad de vida en Santa Cruz de la Sierra, de Gabriela Gonzales Faria y Judith E. Serrano Serrano.  http://www.scielo.org.bo/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1990-74512014000200004.

Crítica de la arqueología y genealogía de la civilización

Crítica de la arqueología

y genealogía de la civilización

 

 

Raúl Prada Alcoreza

 

 

Sumeria

Hacia un horizonte transcivilizatorio

Retomando el análisis y la reflexión, que siempre de algún modo, son también evaluaciones, que apuntan y se proyectan al porvenir, debemos volver a plantear las premisas de las que partimos; queremos hacer hincapié en los ámbitos de lo que Peter Sloterdijk llama atmósferas. Nosotros hacemos hincapié en los ciclos planetarios. Todo esto nos plantea una decodificación, desciframiento, una resignificación de lo que llamamos relaciones. Concepto que es tan importante y caro para la sociología, pero también para la economía política y, de alguna manera, también para la teoría de sistemas, sólo que la teoría de sistemas complejiza aquello que llamos relaciones. Por ese camino queremos volver a la arqueología del concepto de relaciones, comprender lo que llamamos relaciones, dada su geología de sedimentaciones conceptuales. Émile Benveniste decía que el humano nace en el lenguaje y desde el lenguaje nombra el mundo, actúa en el mundo. Esta es una premisa importante, nos muestra esa compleja relación simultánea entre lo que llamó la filosofía lo externo o el afuera y lo interno o el adentro.

A partir de cierta tradición de las ciencias sociales se dice que el ser humano interpreta, que el ser humano construye sus culturas, con anterioridad, que inventa sus lenguajes, sin embargo,esta interpretación supone una concepción demasiado aislada del ser humano, independiente del ámbito complejo de relaciones. ¿Cómo puede haber un ser humano sin el ámbito complejo de relaciones? El ser humano sólo puede ser entendido en ese ámbito complejo de relaciones, porque es producto del ámbito complejo de relaciones, por lo tanto, de alguna manera, ayudándonos con el procedimiento de la ilustración, se puede decir que el ámbito de relaciones antecede al ser humano. Nos podrán criticar y preguntar, a su vez, ¿cómo puede haber ámbito de relaciones si ese ámbito de relaciones es creado por el ser humano? Se tiene que concebir la simultaneidad de la acción del ser humano en un ámbito complejo de relaciones y la incidencia del ámbito de relaciones en el ser humano. Hablamos de su propia constitución, la constitución de su subjetividad, también la constitución de su corporeidad, entendiendo que estamos hablando de cuerpos en el planeta. Hay que concebir la imbricación inmediata entre ser humano y ámbito de relaciones.

Volviendo al tema abordado por Émile Benveniste y también por Noam Chomsky, el lenguaje parece haber constituido al ser humano; en un contexto mayor, la cultura también lo hace, lo constituye como ser simbólico, como ser imaginario, deviniendo intérprete por excelencia, constituyendo su memoria, memoria social, basada en la experiencia social.

Utilizando viejos términos y sus paradigmas antiguos, que aunque se han repetido en la modernidad, han quedado antiguos, quizás obsoletos, pero, en la medida que los hemos heredado, nos ayudan a ilustrar. Parece que podemos hablar de una revolución del lenguaje, de una transformación desde lenguaje, en este sentido podemos hablar  de un ámbito lingüístico, que va a operar en la constitución misma del ser humano. Existen constantes flujos y reflujos de relaciones, que se configuran  constantemente en un ir y un venir de significaciones; las relaciones son significadas por el lenguaje, que explica esta constitución subjetiva, esta constitución humana, esta consciencia, también subconsciencia e inconsciente humanos. Entre las consecuencias de lo que decimos, es impensable ser humanos sin el lenguaje.

Podemos decir que hoy, en plena revolución cibernética e informática, estamos asistiendo a algo parecido a lo que ocurrió hace miles de años con el lenguaje, en lo que respecta a la constitución del ser humano, puesto que la redes cibernéticas e informáticas conforman una atmósfera irradiante y de inmediata incidencia, una atmósfera tan embriagante como el lenguaje, inclusive más poderosa. Más transformadora que el lenguaje, en la medida que está incidiendo de manera inmediata y veloz en la nueva constitución de subjetividades y en la nueva transformación del ser humano. La transformación o, si se quiere, la evolución, no se da en el robot de la robótica; no tenemos que mirar una suerte de superación del ser humano en esta producción científica y tecnológica. Esta apreciación es alienante, es una tesis parecida a la cosificación, a la fetichización del robot, de un producto del ser humano. Todos estos apologistas de la robótica interpretan de una manera cosificada lo que está ocurriendo, sin darse cuenta que precisamente estas transformaciones científicas y tecnológicas cibernética e informáticas están volviendo a incidir fuertemente en el ser humano, transformándolo, evolucionando el ser humano, usando ese concepto tan difícil y discutible como de evolución, pero lo hacemos, como hemos dicho, para ilustrar.

Recogiendo lo que decimos y sacando consecuencias, en resumen decimos lo siguiente: De manera simultánea, el lenguaje constituye al sujeto, al mismo tiempo que el ser humano inventa el lenguaje, de esta manera compleja, simultánea y complementaria incide en su corporeidad. A su vez, este cuerpo, de este ser humano, este sujeto, ambos, que son lo mismo, usan el lenguaje, los recursos culturales, los recursos cibernéticos e informáticos. El ser humano es atmosférico, acuático y territorial. Las atmósferas constituyen sus ámbitos complejos de relaciones. Ambos procesos ocurren de manera simultánea; no vamos a decir de una manera dialéctica, porque esa forma de pensamiento es restrictiva, se circunscribe en los laberintos de la razón abstracta. No logra pensar la complejidad.

Desde esta perspectiva podemos recoger la pregunta de Abdullah Öcalan, pregunta que recoge, a su vez, de Teodoro Adorno: ¿Dónde erramos el camino? La misma pregunta, dicha de otro moso: ¿Dónde comenzamos esta forma errada de vivir? Abdullah Öcalan hurga en lo que podemos llamar la arqueología de las culturas. Él encuentra tres matrices culturales, la aria, la semítica y la China, con distintos afluentes, dando mayor importancia y antigüedad, así como irradiación, a la arqueología cultural aria. Lo de el término de ario tiene que ver con la agricultura, con los quehaceres del campo. Es en estas arqueología y su consecuente desenvolvimiento genealógico donde va a encontrar, precisamente, el punto de inflexión, a partir del cual se pierden en el camino las sociedades, la misma humanidad, cuando las sociedades yerran el camino.

Orígenes de la civilización

Orígenes de la civilización de Abdullah o Öcalan es el primer tomo de una obra, que comprende distintas miradas que abarcan el ciclo más largo, el ciclo largo, el ciclo mediano y el ciclo corto de lo que se viene en llamar la historia de las civilizaciones. El primer tomo, Orígenes de la civilización corresponde a una sociología de la cultura, el siguiente tomo, Civilización capitalista, se asume como una sociología estructural, el tercer tomo, Sociologia de la libertad, corresponde a las dinámicas del ciclo corto, como una sociología de la libertad. Los siguientes tomos, Crisis de la civilización en Oriente Medio y La cuestión kurda y la propuesta de solución por una nación democrática, se ocupan de otros análisis críticos, de otras problemáticas específicas, que atíngen a situaciones pendientes en el presente.

Orígenes de la civilización se sitúa en la matriz cultural del Medio Oriente, en la paradisíaca tierra del Norte, del noroeste y del noreste. En el Medio Oriente se dio nacimiento a matrices civilizatorias. Öcalan sitúa a la matriz aria como la principal, que inaugura la memoria cultural fundamental, que se difunde e irradia por el mundo conocido de entonces. De esta matriz madre surgen y emergen otras, que se autonomizan, la matriz semítica y la matriz egipcia. La otra matriz cultural fuerte, matricial, se da en el Oriente, es la matriz cultural China. Éstas son las matrices culturales de la civilización, que comenzaría en el neolítico y llegaría hasta nuestros días. En otras palabras, para Öcalan hay sólo una civilización, que se habría transformado desde su propia constitución y conformación, en las paradisiacas tierras  del norte del Medio Oriente.

 

La guerra contra las mujeres

Quizás la tesis más fuerte en Origenes de la civilización, también en la obra de Abdullah Öcalan, es la tesis que interpreta la historia de las civilizaciones como la guerra permanente contra las mujeres, es decir, contra la vida. Öcalan acude a las fuentes de las tablas sumerias donde se narra el mito de la lucha entre la Diosa-Madre y el Dios-Padre sacerdotal del zigurat. Öcalan dice que hay sacerdotisas que construyen sus propios templos, que muchas ciudades tienen sus diosas protectoras, el ejemplo más claro es Inanna en Uruk. La lucha es entre Uruk y Eridu, ciudad del Dios Enki, ciudad que, a su vez, se puede considerar que corresponde al primer Estado sacerdotal. La lucha mítica termina con la derrota de Inanna y la victoria de Enki. “Después, la figura de la Diosa-Madre irá languideciendo hasta el periodo babilónico cuando quedará sometida, derrotada, esclavizada, convertida en prostituta oficial, pública y privada”[1].

Desde la perspectiva de la interpretación de Abdullah Öcalan, la guerra contra las mujeres no habría durado los tres siglos de la caza de brujas, que analiza Silvia Federici en Calibán y la bruja, sino toda la historia de la civilización. La civilización se habría constituido en la guerra permanente contra las mujeres; esta es la genealogía del patriarcado. Dominación masculina, de fraternidades de machos, de sacerdotes, dueños de la revelación y la verdad. Öcalan encuentra aquí, en el comienzo de esta guerra el punto de inflexión donde comienzan las sociedades humanas a errar el camino, a perderse en el laberinto de las dominaciones y las genealogías del poder.

La tesis de Öcalan es alumbradora, señala el origen del Estado, que es patriarcal y máquina sacerdotal de las dominaciones. La historia de las dominaciones caen en el círculo vicioso del poder, que, además, corresponde a la destrucción planetaria, a la marcha irremediable de la muerte, a la caída en el abismo y el Apocalipsis. La única salida apropiada, para evitar el Apocalipsis es desandar el camino errado. Deconstruir las ideologías civilizatorias, diseminar las estructuras y mapas institucionales de las civilizaciones, abolir los regímenes patriarcales, las dominaciones masculinas y con ellas, las otras dominaciones, las de clase, las coloniales, las imperiales y las imperialistas. Hay que matar al hombre, como titula uno de sus libros, que significa recuperar el ser humano masculino en su devenir. Despertar sus capacidades perceptuales y afectivas, su inteligencia emocional, liberando la potencia social.

Ahora, que nos encontramos ante el peligro de una tercera guerra mundial, una guerra nuclear devastadora, quizás la última, que acabe con la sobrevivencia humana, es indispensable la lectura de la obra de Abdullah Öcalan, recuperar su crítica a la civilización, tomar en serio la convocatoria de salir de la genealogía de la civilización e ingresar en los horizontes de sociedades ecológicas y plenamente democráticas, de pueblos autogestionarios y de autogobiernos del mundo. Proclamar el Confederalismo Democrático para todos los pueblos del mundo.

 Notas        

[1] Abdullah Öcalan: Orígenes de la civilización. Editorial Sudestada; Buenos Aires 2016. Pág. 147.

Notas sobre los perfiles de la violencia

Notas sobre los perfiles

de la violencia

 

Raúl Prada Alcoreza

 

Violencia encarnada

 

 

Continuidad del colonialismo

La continuidad del colonialismo es la del modelo colonial extractivista del capitalismo dependiente. El neopopulismo es agente encubierto de las trasnacionales extractivistas y de los Cárteles. El gobierno folclórico, respecto a la Pachamama, ampara la destrucción de los ecosistemas amazónicos y chaqueño, la contaminación de las cuencas y el avasallamiento de territorios indígenas y parques nacionales. Los nuevos conquistadores y colonizadores son esta expresión delirante del populismo del siglo XXI, que, en efecto corresponde a la conquista y la colonización del siglo XXI, ampliando las huellas de la muerte del sistema mundo capitalista.

 

Neoliberalismo y neopopulismo

El neoliberalismo y el neopopulismo son simétricos, son dos caras de la misma medalla, el modelo colonial extractivista del capitalismo dependiente, ahora, además, mafioso. El neoliberalismo esquilma al pueblo mediante privatizaciones, el neopopulismo lo hace a través del uso privado de las instituciones y recursos del Estado y del país. Ambos empobrecen a las mayorías, aunque el neoliberalismo es explícito al enervar el costo social y encumbrar a una élite burguesa; en cambio el neopopulismo hace demagogia, favorece a una corrupta dirigencia, queriendo mostrar que su enriquecimiento es general, respecto a las clases excluídas. Solo es esta minoría que hace de pantalla de propaganda, los demás siguen excluidos como siempre. Lo que comparte con su simetría es que también encumbra a una élite burguesa, la burguesía rentista y mafiosa.

 

Perfiles del terrorismo de Estado

Terrorismo de Estado y terrorismos paramilitar y de los cárteles están articulados. Forman la maquinaria descarnada de la violencia de las dominaciones perversas. El neopopulismo anterior y el retornado han conformado esta maquinaria de poder como prolongación inaudita de su decadencia. Cuando el proceso de cambio ha muerto en manos de los impostores, que se subieron a la cresta de la ola, lo que queda para «legitimar» su permanecía inmerecida es el recurso descarado de la violencia, sobretodo cuando la demagogia ha dejado de convencer y servir.

 

Dinámicas perversas de la genealogía del lado oscuro del poder

Hay que diferenciar las distintas estructuras conglomeradas en la macroestructura social o que hace al campo social, que, más bien, es espesor. Pues resulta que una sociedad no es homogénea, al contrario es heterogénea. Pero a donde apuntamos no es tanto a la descripción del mapa heterogéneo de la sociedad, sino a ubicar las estructuras perversas, por así decirlo, que emergen de las mismas dinámicas sociales e inciden en la descomposición de las tejidos sociales. Una de estas estructuras tiene que ver con las asociaciones clandestinas de las mafias, de los cárteles, de las formas paralelas del poder.

Lo que se ha visto, en la historia reciente, es que la genealogía del lado oscuro del poder se inicia con desplazamientos, en principio imperceptibles, de las relaciones sociales, sus prácticas y recorridos. Después se hacen perceptibles los desplazamientos ocupando espacios donde se desarrollan propiamente. Cuando estos desplazamientos se vuelven constantes conforman estructuras estables que afectan al conjunto del campo social.

Una característica de las estructuras mafiosas es que buscan el control territorial; en otras palabra, se arraigan y se afincan como poder, en principio local, después regional y, si prospera su proyección, su control puede adquirir la dimensión nacional.

Las estructuras mafiosas atraviesan varios planos de intensidad social, deformándolos, de acuerdo a la reproducción misma de las prácticas y las formas paralelas de poder. Atraviesan las instituciones y los circuitos comerciales. Atraviesan a las instituciones estatales, corroyéndolas y corrompiéndolas. Conforman sus destacamentos armados y paramilitares. Cuando esto ocurre ya se ha ingresado a la “lógica” de la guerra. Guerra contra la sociedad para imponer la voluntad de los cárteles.

En el norte de México los cárteles controlan ciudades y hasta estados, en la República Federal. En pocas palabras, gobiernan. El gobierno solo es una máscara usada por el lado oscuro del poder. En Colombia los paramilitares controlan territorios donde imponen su ley. Donde no lo controlan realizan acciones punitivas. Pregunta: ¿En esta genealogía del lado oscuro de poder hasta dónde se ha llegado en Bolivia?

Sabemos que los cárteles controlan una amplia zona del trópico de Cochabamba y parte de las zonas del norte de Santa Cruz, con sus correspondientes circuitos en todo el país y sus conexiones en países fronterizos y contactos con otros países del continente y de otros continentes. La economía política de la cocaína es sobretodo mundial, no es solamente nacional. Sin embargo, los entramados sociales son complejos y mucho más extensos que lo que sucede en estas sociedades secretas. Las pretensiones de las mafias encuentran obstáculos y resistencias en esta complejidad social. En la medida que los tejidos sociales son fuertes, los obstáculos y resistencias son mayores; en cambio, en la medida que los tejidos sociales son débiles, la sociedad es más vulnerable ante la irradiación perversa del lado oscuro del poder.

Lo que ha venido sucediendo recientemente llama atención por las repercusiones en el plano político. Las implicaciones en los gobiernos, los síntomas de la penetración en la policía, los alcances del control en la administración de justicia. Todo en un contexto comprometido, la economía institucional atravesada por la economía oscura y opaca de los tráficos. Empero, cuando hay baños de sangre, significa que la violencia inherente se ha desbordado. Los ajustes de cuentas son conocidos y lastimosamente se han convertido en parte intermitente de la cotidianidad. Sin embargo, cuando estas acciones alcanzan a la policía, perpetrando asesinatos de efectivos uniformados, la espiral de la violencia expresa el alcance del desborde del lado oscuro del poder. El mensaje es de amenaza.

El modelo colonial extractivista y mafioso

El modelo colonial extractivista del capitalismo dependiente se ha desplazado, ahora es el modelo colonial extractivista del capitalismo dependiente y mafioso. Los cárteles controlan territorialmente, atraviesan las instituciones de emergencia del Estado, entre ellas la policía y el ejército; atraviesan los órganos de poder del Estado, sobre todo el sistema de administración de justicia. Atraviesan el gobierno y a la máquina fabulosa del poder, el Estado. Estas instituciones son usadas para cumplir la funciones que les asigne el lado oscuro del poder, de encubrimiento, de protección, de concomitancia y complicidad. Es cuando todo el campo político ha cambiado, se ha convertido en el campo de despliegues de los tráficos.

Proliferación de ilegalismos

Ya es, de principio, ilegal el mercado paralelo de la coca. «Evaluar la legalidad» de un mercado ilegal es con contrasentido. El gobierno es cómplice del desenvolvimiento de ilegalidades proliferantes, es parte de de la corrosión institucional y la corrupción galopante. Es un dispositivo de la economía política de la cocaína, de la economía política del extractivismo, de la destrucción de bosques y cuencas. La elocuencia de la muerte contra la vida.

El absurdo

Cuando no se explica lo ocurrido, cuando falla la interpretación emitida, mostrando vacíos. Cuando no hay coherencia en la interpretación oficial de los hechos, cuando no hay causa evidentes ni móviles para una acción criminal perpetrada, cuando es palpable el absurdo, es cuando se cae toda la narrativa oficial, por su propio peso; no tiene sostenimiento. Es cuando se fuerza la interpretación y los hechos desbordan por todas partes. Se hace evidente la complicidad de los aparatos de Estado con el lado oscuro del poder.

Acorralados

Acorralados, sin recursos argumentativos, perseguidos por sus fantasmas y sus miserias humanas, recurren a su puesto de jerarquía funcionaria para emitir sandeces y amenazar. Evidencian su cobardía desbordada en sus actos y en sus balbuceos. Estos personajes sin atributos son los que fungen de ministros. Es la muestra patente del hundimiento y el derrumbe ético y moral.

Los guerreros digitales

El entorno palaciego del Caudillo déspota, caído en desgracia, se refugia en la “fortaleza” política, mediática y de propaganda de un canal oficialista. Desde este lugar operan el despliegue de su guerra sucia virtual. Semiclandestinos, lo “guerreros digitales”, aprovechando la penumbra de su escondite, lanzan improperios, acusaciones estravagantes y amenazas, encarnando a los inquisidores del siglo XXI. El entorno palaciego y los “guerreros digitales” han convertido el canal en un dispositivo del terrorismo de Estado, que consume, en su vorágine, presupuesto del Tesoro del Estado, de una manera inútil y sin perspectiva, sobretodo explayándose en la anticomunicación.

Crisis universitaria

La crisis universitaria ha tocado fondo y lo ha atravesado, está en el abismo. La complicidad entre autoridades universitarias y mafias dirigenciales estudiantiles es evidente, por lo menos desde hace un buen tiempo. Esta concomitancia perversa ha convertido a la universidad en un antro donde se explaya la mediocridad, se solasa la prepotencia y se destruye la formación académica. Los últimos eventos bochornosos y sangrientos muestran patentemente el alcance de la decadencia. Un Congreso apócrifo quiere encubrir la putrefacción del cadáver institucional y, a su vez, legitimar a las mafias estudiantiles y rectorales, a pesar de la demoledora crisis innegable.

Hipótesis

Hay que concebir las sociedades desde sus operaciones asociativas, desde sus prácticas, desde sus relaciones constantes, desde sus tejidos, sus nudos, sus desenvolvimientos específicos, para comprender sus estructuras, sus instituciones, sus sistemas. De este modo podemos entender que los sistemas, las instituciones y las estructuras son nada, sin estas asociaciones, prácticas, relaciones, tejidos y nudos. Por ejemplo, un Estado es nada, sin las dinámicas sociales, no existe efectivamente sino a traves de la reproducción constante de las prácticas y relaciones. También la cultura es posible por las reproducciones culturales que despliegan y desenvuelven los sujetos sociales. El lenguaje es un acontecimiento social, no existe de por sí, sino por que se lo habla, se lo practica, se lo escribe, se lo expresa. Son los grupos, comunidades, colectivos, los que reinventan el lenguaje. Claro está que es herencia de generaciones anteriores, pero cada generación ha tenido que hacer lo mismo, reinventar el lenguaje para mantenerlo. Un libro existe propiamente cuando se lo lee. Claro está que el libro ha tenido que escribirlo alguien, que ha tenido que editarlo alguien, que ha tenido que imprimirlo un taller gráfico. Pero, cada una de estas producciones ha tenido que ser una actividad asociada, vinculada, articulada al conglomerado de conjuntos de dinámicas sociales.

En lo que respecta a la problemática y temática en cuestión, la proliferación de las violencias polimorfas, parecen corresponder, mas bien, a disociaciones, adulteraciones de las prácticas, deformaciones de las relaciones, desestructuración de las estructuras, corrosión de las instituciones o anclaje anacrónico de las mismas. Se puede decir, que cuando ocurre esto asistimos a la perversión del campo social. Entonces, emerge la violencia proliferante, polimorfa, cromática, desde la violencia imperceptible hasta la violencia desbordante, contundente, demoledora, pasando por todos los perfiles intermedios de la violencia.

Por así decirlo, se forman mundo paralelos, sumergidos, opacos, difusos, contenidos en el mundo efectivo, correspondiente a la integración compleja de planos y espesores de intensidad sociales. Estos mundos paralelos van modificando el aspecto del mundo efectivo; pueden llegar a deformarlo hasta hacerlo irreconocible. Es cuando los mundos paralelos irradian e inciden a tal punto que ejercen como una preponderancia, para no decir hegemonia, término que no corresponde al caso.

El mundo de los tráficos es uno de esos mundos paralelos clandestinos, que afectan en el desenvolvimiento y el despliegue, también en las reproducciones, del mundo efectivo. Pueden deformarlo y pervertirlo a tal punto hasta ocacionar su propio colapso. Con disociaciones, con destrucciones del tejido social, con desestructuracones, con corrociones institucionales, el mundo efectivo se derrumba, ya no puede funcionar. Agoniza en su decadencia.

Semiología de la violencia

Semiología de la violencia

 

Raúl Prada Alcoreza

 

 

Violencia 

 

 

Hacer una semiología de la violencia puede resultar una tarea compleja, desde ya hay que diferenciar lenguaje y referente de lenguaje, es decir, de aquello que apunta o señala como realidad; sin embargo, no hay que olvidar que la realidad también abarca al lenguaje. En sentido más estricto, tendríamos que decir que se trata del referente de los hechos, de los sucesos, de los eventos, del acontecimiento; de aquello que se incorpora a la experiencia y, obviamente, es interpretado desde el lenguaje. Hablábamos de la complejidad, sinónimo de realidad. Violencia es un concepto, hay que distinguir el concepto, lo que el concepto de violencia interpreta del referente fáctico, del referente mismo al que alude el concepto; aquello que nombra como violencia, hechos de la violencia, en sentido fáctico, que no están todavía investidos por el lenguaje, interpretados por el concepto. Algo así como la violencia descarnada que no tiene nombre. Entonces tendríamos que hablar del padecimiento de los hechos singulares, de los eventos, de los sucesos, relativos al acontecimiento. En cambio, la violencia como concepto se refiere a la experiencia del padecimiento.

En otros escritos, en otros ensayos, en otras exposiciones, decíamos que la violencia ocurre cuando se afecta al sujeto, cuando determinadas fuerzas activas afectan al sujeto. El sujeto interpreta esa afectación como violencia. En este sentido, no se puede separar el padecimiento de la experiencia de esa afectación de fuerzas sobre el sujeto del concepto de violencia. Sin embargo, tenemos que distinguir el concepto de violencia de la facticidad correspondiente a los hechos de la violencia, puesto que hay como la inclinación y la tendencia, que se ha vuelto sentido común, de reflexionar más sobre el concepto de la violencia sin necesariamente tener en cuenta que se trata del concepto, del uso del concepto y sus consecuencias interpretativas. Ocurre como si fuese una ventana cristalina, que nos lleva directamente a los hechos, los sucesos, los eventos y acontecimientos de la violencia. En otras palabras, se discute sobre la violencia en los campos de lenguaje, en los campos de la teoría y, peor aún, en los campos de la ideología, sin tener necesariamente en cuenta lo que podemos llamar la estructura del referente singular de la violencia. Se trata, por lo tanto, de comprender las dinámicas propias de aquéllo que llamamos violencia, usando de la mejor manera el lenguaje y lo aprendido sobre lo que se conoce de la violencia desatada. Pero, esto generalmente no ocurre, puesto que nos perdemos en el lenguaje de la violencia, en las representaciones de la violencia, incluso, en el mejor de los casos, en la denuncia de la violencia, convirtiéndola en objeto de la denuncia, también en objeto de los discursos sobre el tema. Esto nos aleja comprender las dinámicas propias de la violencia, en cuanto a sus manifestaciones fácticas, las estructuras singulares de las violencias, para entenderlas y conocerlas a cabalidad.

Recapitulando, hacemos hincapié en la experiencia, en el padecimiento y el goce, que es el referente de las representaciones, que buscan interpretar la experiencia del padecimiento y el goce. Podemos decir que lo que llamamos violencia se remite a la experiencia dolorosa de sufrimiento, al padecimiento, que afecta negativamente al sujeto. Al respecto, adelantándonos un poco, podemos decir que la antinomia de la violencia tiene que ver con la libertad, también con la liberación, así como hemos dicho, en otros escritos y otros ensayos, con la activación de la potencia social. Moviéndonos en los planos de intensidad del lenguaje, donde tenemos el campo de las representaciones, podemos conjeturar que la violencia tiene que ver con desencadenamiento de la afectación al cuerpo, por parte de fuerzas intervinientes, tiene que ver con forzar, con imponer, con afectar destructivamente; en cambio, que liberar, activar la potencia, tiene que ver con no forzar, con no imponer, con no destruir; tiene que ver, mas bien, con potenciar.

Al respecto, antes dijimos que el poder inhibe. Nos referimos obviamente al poder en el sentido de la dominación. Remitiéndonos a la relación de fuerzas fuerzas, entre fuerzas que afectan y fuerzas afectadas, entre fuerzas activas y fuerzas pasivas. Dijimos también que el poder restringe la capacidad, inhibe la potencia, limitando lo que puede el cuerpo, hasta tal punto que lo puede anular. En este sentido, hacemos hincapié en el factor destructivo del poder, con respecto al cuerpo,  inhibiendo la potencia del cuerpo, reduciendo las capacidades del cuerpo,  obstaculizando la espontaneidad del cuerpo, incluso podemos decir ofuscando la inteligencia del cuerpo. Las estructuras de poder aprisionan el cuerpo y lo postran a una situación depresiva,  recurrentemente enferma, incidiendo negativamente en los comportamientos y conductas, haciendolas repetitivas y mecánicas, sin mayor innovación. En contraste, la liberación, la libertad, la activación de la potencia, dan lugar a la apertura de la capacidad, a la apertura de la potencia, a la innovación, a la invención, a la creatividad.

¿Cuál es la relación entre representación y referente de la representación, entre dinámicas de la representación y dinámicas del referente de la representación, si se quiere, entre dinámicas de la representación y dinámicas de la facticidad? Esta pregunta es distinta a preguntarse sobre la realidad, sobre qué es la realidad, que, mas bien, es una pregunta ontológica, relativa al ser, incluso podemos decir relativa la potencia. Empero, la realidad implica tanto representación como facticidad, no se puede separar de la realidad a la representación, aunque podamos distinguir el mundo de la representaciones respecto del mundo efectivo. La realidad comprende ambos mundos,  ambas dinámicas, que hacen al ser, al ente y a la potencia; la realidad tienen que ver con las dinámicas de ambos , el de las representaciones y el mundo fáctico. Entonces, la pregunta se hace no solamente pertinente sino altamente sugerente, pues las dinámicas de la representación intervienen en las dinámicas de la realidad, aunque tenga que ver con el campo de la representaciones y no con el campo de la facticidad, propiamente dicho. El problema radica en la confusión o, mas bien, en la circunscripción, de ambos mundos a uno solo; esto acaece cuando se supone la autonomización del campo de la representaciones, como si no dependieran de lo que ocurre en los otros campos, en los otros planos de intensidad, es decir, en los espesores de intensidad de la realidad. No hay representación posible sin el soporte, sin el sustrato, de la facticidad, incluso si apreciamos que, además de prácticas en el sentido de la facticidad, hay prácticas discursivas, tal como las había definido Michel Foucault en las Palabras y las cosas y en Arqueología del saber. ¿Por qué es importante esta distinción entre representación y facticidad, esta disquisición sobre representación y facticidad? Porque es importante salir de la ideología, que confunde la idea con la realidad, aunque la idea pertenezca a las dinámicas de la realidad. En consecuencia, se termina reflexionando sobre la realidad solo a partir del campo de las ideaciones. Esto implica una suspensión en el campo fantasmagórico de las ideas, entendidas en sentido de su independencia supuesta y de su autonomía supuesta, cuando esto no puede ocurrir de ninguna manera, puesto que las ideas emergen de las dinámicas de la complejidad, que es sinónimo de realidad.

Volviendo al tema de la violencia, tanto como concepto así como referente, que en tanto tal va a ser siempre singular y no de carácter universal, como irradia el concepto. Ciertamente hay que hacer una genealogía de la violencia, que tiene que ver también con la genealogía del poder y la genealogía de las dominaciones. Hay que tener en cuenta, en este caso, que estamos hablando de prácticas, prácticas vinculadas al desencadenamiento de la violencia, prácticas vinculadas al poder, a las dominaciones efectuadas. En ese sentido, se hace más hincapié en los desplazamientos y desenvolvimientos de las dinámicas dadas en los terrenos de la facticidad; desde esta perspectiva se exigen adecuaciones conceptuales respecto a lo que ocurre en la realidad efectiva. Al respecto, vemos no solamente una proliferación de las violencias en sus manifestaciones singulares, en su expansión, en sus variadas figuras, sino también asistimos a desplazamientos y a transformaciones de las técnicas usadas en las prácticas de poder y dominación, que tienen efectos de violencia. En este sentido, ante la expansión de las violencias singulares, su intensificación zonal y regional, así como también en lo que respecta a la localización geográfica y de estratificación social, se exige una deconstrucción de las teorías de la violencia, de las reflexiones sobre la violencia, puesto que se nota ya un rezago de las teorías respecto a lo que ocurre.

Hipótesis sobre la violencia

La violencia no es abstracta sino concreta, adquiere su desmesura en su manifestación singular. Por ejemplo, en el repetido feminicidio, así como en expansivo ecocidio. Solo tomando estos aspectos y perfiles concretos de la violencia podemos encontrar su descripción en los reportajes e información específica de estas formas de violencia. En otro contexto podemos evidenciar la violencia destructiva de las guerras, que reaparecen en distintos lugares y regiones con toda la elocuencia de los cuadros de la destrucción y el crimen localizado. Las formas de la violencia política reaparecen, en sus peculiaridades singulares, en las prácticas políticas de gobierno. Ni que decir con respecto a la violencia tortuosa de las cárceles, de su instucionalizada tortura, de su encubrimiento e increíble aceptación social. Siguiendo estos panoramas de las violencias singulares tenemos a las violencias impuestas y prácticadas por los Cárteles en los territorios controlados por las mafias. Podemos citar, en este listado inacabable, a las violencias correspondientes a la economía política del chantaje. En fin, la lista es interminable. Lo que parece mostrar que asistimos a un mundo hecho por las proliferantes violencias singulares.

Esto parece corroborar lo que dice Roberto Bolaños, a través de uno de sus personajes, en la novela 2666, cuando expresa que el secreto del mundo está en los feminicidios que se dan en el norte de México. ¿Cuál es este secreto, en qué consiste? Diremos que la violencia pone en evidencia las crisis estructurales de la sociedad. Las violencias singulares muestran patentemente la crisis inherente a la sociedad, crisis que termina exteriorizandose en su despliegue destructivo. La realización de la violencia es una muestra patente de los síntomas de que algo va mal, no funciona bien en la sociedad. Lo que sorprende es el comportamiento social,sobre todo, de las instituciones que, en vez de atender el síntoma y buscar resolver el problema,mas bien, lo mantienen normalizando por así decirlo la violencia, como si esta formara parte, de manera natural, del funcionamiento social, dicho de otra manera, de el ámbito de las relaciones sociales. Nada más equivocado. Ocurre como si a pesar de los síntomas de la enfermedad se lo aceptara como si formará parte del equilibrio corporal, cuando es todo lo contrario, manifiesta el desequilibrio. Desde esta perspectiva podemos decir que el mal inherente a la sociedad es asumido institucionalmente, perseverado institucionalmente y estatalmente,  peor aún, se aceptan sus consecuencias, que tienen que ver con el desenvolvimiento demoledor y persistente de las violencias recurrentes en el depliegue perverso de círculos viciosos del poder. Entonces, podemos inferir que la sociedad misma no funciona bien, no interpreta bien; la sociedad institucionalizada se niega a mirar lo que ve, se niega a aceptar lo que observa y, al hacerlo, evidencia no solamente su ceguera y su tozudez sino también su enajenación. Este mal persistente e institucionalizado y la enajenación social estructurada, en una sociedad que acepta sus malos funcionamientos, se complementan, se fortalecen mutuamente, trayendo a colación mayores consecuencias negativas y destructivas. La sociedad se coloca en una situación de aceptado y encantado embarrancamiento, cayendo al abismo del que no va a poder salir.

Al respecto, sin entrar a las descripciones específicas de las violencias singulares, sino tomándolas en cuenta, remitiéndonos a otros escritos donde las consideramos como referente de nuestras interpretaciones, podemos sugerir algunas hipótesis interpretativas.

Hipótesis

La violencia es antipotencia. La violencia destruye el cuerpo, lo enferma, lo contamina y lo intoxica. Ocurre como cuando la violencia depreda los territorios, contamina las cuencas, los suelos, los aires, es decir, cuando destruye el planeta. La violencia constituye sujetos restringidos, inhibidos, obedientes, domesticados y disciplinados. De esta manera los reincorpora a los ciclos perversos del círculo vicioso del poder, reprodiciéndo sus estructuras, sus diagramas de poder, sus cartografías politicas.

La violencia incapacita al cuerpo, anula la capacidad creativa, reduciendo las facultades a la distorsionada obediencia, a la mecánica disciplina y a la credibilidad ingenua. Genera el deseo enfermo del amo, del patriarca, de la dominación. En todo caso elige ser esclavo, incluso cuando quiere sustituir al amo, pues el amo tiene consciencia esclava, cosificada, enajenada.

La violencia muestra los síntomas de la profunda crisis en la sociedad, en su mapa institucional, en su funcionamiento y en su maquinaria oxidada. El dolor masivo que causa es correspondiente al dolor del cuerpo, que llama la atención, que evidencia un mal, una enfermedad que hay que atender. Sin embargo, en el caso de la violencia las instituciones, el Estado, el gobierno, no atienden las dolencias sociales, el dolor causado, sino que se inventan hipótesis auxiliares insostenibles para justificar la violencia. Ingresando, de esta manera, en círculos viciosos de la enfermedad social, reproduciendo, intensificando, expandiendo, la crisis estructural.

CREPÚSCULO O AURORA DE LA HUMANIDAD

Crepúsculo o aurora

de la humanidad

 

 

Raúl Prada Alcoreza

 

 

Apocalipsis ignorado 

 

 

 

La desaparición humana

La posibilidad de una tercera guerra mundial es aterradora, por así decirlo, para encontrar palabras que expresen algún sentido del significado implicado en semejantes evento apocalíptico; sin embargo, más aterrador resulta la situación donde nadie quede para narrar el acto apocalíptico, nadie quede para narrar la desaparición humana.

Que no ocurra esta guerra apocalíptica y continúe la humanidad su historia trae algunas preguntas. ¿Si continúa por el mismo camino de destrucción planetaria no es equivalente a una tercera guerra mundial apocalíptica, aunque, en este caso dilatada? ¿Si opta por otro camino, corregir sus errores, enmendar la ruta destructiva, reinsertándose a los ciclos vitales planetarios, ha evitado la condena apocalíptica y se proyecta a desenvolver y desplegar su potencia en el universo? Las situaciones intermedias no valen la pena considerarlas, salvo como aproximaciones a uno u otro extremo del intervalo trazado.

Tomando en cuenta la segunda alternativa, sugerimos una hipótesis: El ser humano no se conoce, no conoce su potencia, la tiene inhibida debido al constreñimiento al que lo someten las estructuras y genealogías del poder. Si revisamos las historias de las sociedades humanas, podemos observar que, en la medida que se libera de sus constreñimientos, que desmantele las estructuras de poder, que las tienen sometidas, su potencia se libera, se activa y se convierten en creadoras de nuevos horizontes. Sin embargo, al poco tiempo reaparece como condena el retorno de las estructuras de poder y nuevos diagramas de poder, aunque reformados; entonces el ser humano vuelve a constreñirse, a inhibirse, a clausurar su potencia, convirtiéndose nuevamente en sujeto sometido. En consecuencia, vuelve el dilema anterior, vuelve a aparecer la amenaza de su desaparición.

¿De qué depende que no se retorne a las estructuras de poder, que son estructuras de constreñimiento? ¿De qué depende que no reaparezca la amenaza de su desaparición? Parece que depende que se disuelvan completamente las estructuras de poder, que se diseminen las genealogías del poder, que son estructuras y diagramas de dominación.

Volviendo a la posibilidad de la segunda situación, más aterradora, de que no haya quien narre la destrucción humana, que, por el contrario, todavía haya quién interprete y narre, depende, obviamente, de que no se de lugar el Apocalipsis. En esta situación, sobretodo teniendo en cuenta el contraste entre desaparición y no desaparición, aparece la importancia de la interpretación y de la narración en el recorrido humano en el planeta y en el universo.

 

¿Qué es interpretar?

Se dice que la condición básica de una interpretación es ser fiel, de alguna manera especificada, al contenido original del objeto interpretado. Para Hans-Georg Gadamer el lenguaje es el medio universal en el que se realiza la comprensión misma. La forma de realización de la comprensión es la interpretación. La relación intérprete-interpretación se considera compleja; cada caso responde a múltiples y diferenciadas finalidades, condiciones y situaciones, lo que plantea multitud de cuestiones y problemas.

Los problemas de interpretación se entienden mejor si se especifica el contexto o marco en el que se hace dicha interpretación. Por ejemplo, no existen los mismos problemas en la interpretación de unas observaciones científicas que en la interpretación de algunos aspectos culturales. Dada la variedad de campos en los que aparece la necesidad de interpretación, parece necesario hacer una clasificación de ámbitos fundamentales de interpretación.

Podemos resumir de la siguiente manera: Interpretar es comprender, realizar la comprensión mediante la interpretación.

Ahora bien, una de las realizaciones de la interpretación se da a través de la narración. Narrar es construir una estructura temporal, donde los hechos se ordenan, adquieren un sentido, en la medida que se desenvuelven la secuencia. Entonces, se puede entender a la interpretación y a la narración como el esfuerzo por encontrar el sentido inmanente, se trata de la búsqueda del sentido inmanente.

Volviendo al tema, si no hay intérprete del último acontecimiento, el apocalíptico, no solamente implica que ha fracasado definitivamente la búsqueda del sentido inmanente, sino que ha desaparecido completamente la posibilidad del sentido. Ya no hay sentido, por lo tanto, tampoco mundo. No hay mirada humana, tampoco experiencia humana. No es que no hay nada, sino que no hay algo en un mundo sin el humano. Ha desaparecido, ni siquiera es una ausencia. Sin embargo, hay planeta sin el ser humano.

El diagrama de poder de la ingeniería imaginaria de la dominación mediática

Es indispensable reflexionar y, si es posible, analizar la función de lenguaje como recurso indispensable de la comunicación humana, en lo que podemos llamar la fenomenología de las representaciones; lo que comúnmente hemos venido nombrando como ideología, pero ahora se trata de tener una mirada más precisa, más detallada, que tome en cuenta los mecanismos, los engranajes, las dinámicas, por así decirlo, de los desplazamientos representativos, de las transformaciones representativas y de las metaforizaciones, que no necesariamente están vinculadas al acto creativo de la poiesis que deriva en la poesía. Necesitamos evaluar las circunstancias y las operaciones en el lenguaje, dadas para lograr estos desplazamientos representativos, pero sobretodo nos interesa comprender el uso de estas representaciones, de estos desplazamientos representativos, en las pretensiones de legitimación, por lo tanto, en lo que podemos llamar los juegos de poder.

Pregunta: ¿Estos desplazamientos representativos tienen que ver con una trama, es decir, con una narrativa, sobretodo con una composición narrativa, que no necesariamente termina en la novela o en el cuento, que son acontecimientos literarios, sino que derivan en narrativas apócrifas, por así decirlo, dónde el que emite el discurso se coloca en el centro de la representación, casi teatral y, de este modo, se convierte en el héroe apócrifo, imagen que le sirve para legitimar sus actos?

Estos procedimientos lingüísticos, pues pertenecen al lenguaje, deben ser analizados pormenorizadamente, para entender los desplazamientos representativos y su uso en las pretensiones de legitimación de las dominaciones. En otras palabras, nos referimos a la construcción de contextos adecuados y adaptados, para lograr los objetivos de estos de desplazamientos representativos. El método, por así decirlo, para efecto de estos desplazamientos representativos, tiene que ver con el uso del universal de la representación misma, para el uso pertinente de esta universalidad y de esta representación, con fines de legitimación del poder. Por ejemplo, al hablar a nombre de los otros y al convertir a los otros en el referente del discurso, la representación del que habla se convierte en una usurpación de los otros, sobretodo de su voluntad, convertida en una voluntad general y, a su vez, convertida en la voluntad del que discursa y habla a nombre de los otros. Hablar del pobre y de la víctima se ha convertido en un procedimiento de usurpación de la representación de los pobres y de las víctimas. El emisor de este discurso, sin decirlo, se convierte en el héroe apócrifo, aprovechando las representaciones del imaginario colectivo, que narra historias de héroes. Entonces se produce también una expropiación de los significados de esas narraciones colectivas. El héroe apócrifo, el emisor del discurso, obtiene, de este modo, imaginariamente, dos características de usurpación, la usurpación del referente de la representación y la usurpación de los contenidos significativos de héroes antiguos. De esta manera, en la historia política, los supuestos salvadores se terminan convirtiendo en los nuevos amos y verdugos de los que dicen representar.

Lo sugerente de esta fenomenología de las representaciones, en función de la legitimación del poder, es que se produce una transferencia del mundo efectivo al mundo de la representaciones. Ocurre como si todo aconteciera en el mundo de las representaciones, que es un mundo imaginario y no en el mundo efectivo. Sin embargo, se aprovechan estos efectos de transferencia o de traslado de lo real a lo imaginario. Es en el mundo efectivo donde se da lugar la concurrencia de las fuerzas y se resuelve el problema de la disputa, del conflicto, en el terreno de la correlación de fuerzas. El problema puede ser definido de la manera siguiente: Para que ocurra todo esto, para que se dé lugar esa transferencia del mundo efectivo al mundo de la representaciones, se tiene que empujar al pueblo a la condición de espectador pasivo, espectador que termina asumiendo el teatro político como realidad. Para que esto ocurra es menester el uso de la fuerza, incluso el uso de la violencia, con todos los matices que esta realización de la violencia puede darse. El convertir a la sociedad, el convertir al pueblo, en un público, más aún, en un espectador, si quieren ustedes, usando a la tesis de Maurizio Lazzarato,  en una mente expuesta a la colonización, a la manipulación, a la inoculación de narrativas apócrifas, donde los protagonistas del poder y los protagonistas del capital se convierten en un centro del contexto de estas narrativas, que circulan en los medios de comunicación.

Maurizio Lazzarato sugiere un diagrama de poder que tiene como contenido al público, como contenido de la formación discursiva, y tiene como función operativa a los medios de comunicación, a las redes, si ustedes quieren, a todos los aparatos ideológicos. Esto ocurre en la formación discursiva, en tanto que en el cuadro, en el campo de lo visible, tenemos a una ingeniería imaginaria, por así decirlo, que se ocupa de producir realidad desde la perspectiva del poder.

Este diagrama implícito, que configura Lazzarato, en Políticas del acontecimiento, puede ser ampliado. Se puede incorporar en el cuadro visible, en el campo de lo visible, a todo tipo de dispositivos del espectáculo, de los montajes de escenarios, de la escenificaciones de las ceremonialidades y de las ritualidades. Entonces tenemos un inmenso y variado campo visible heurístico de la colonización de mentalidades, de la definición del público, de las circunscripciones de los espectadores, que hacen de sujetos pasivos ante la función activa de esta fabulosa maquinaria de la producción del imaginario social, adecuado a la reproducción del poder.

En el decurso de las narrativas políticas tenemos toda clase de protagonistas apócrifos, héroes mediáticos, salvadores de los últimos tiempos, defensores de los pueblos, revolucionarios exaltados, por un lado, por el otro, honorables hombres del orden, de la institucionalidad y de la democracia formal, hombres de ley y de valores. Es decir, se tiene protagonistas de narraciones apócrifas, que cambian a los protagonistas, según el objetivo de la legitimación. Las víctimas, los pobres, los pueblos, se convierten en los coros de este teatro político, que emula la epopeya anacrónica.

Fetichización y divinización

La fetichización de las instituciones, también de las representantes nacionalistas, de las naciones, de los países, además de los Estados, forma parte de las acciones y prácticas de la máquina fabulosa de la fetichización, que es la ideología. Estas instancias y dispositivos, estas estructuras y máquinas se convierten en sujetos, son nombradas como tales, cuando no lo son. Son engranajes e instrumentos movidos y dinamizados por sujetos sociales. En el caso de las de naciones y países son representaciones, que adquieren, en en el imaginario social institucionalizado, contenido afectivos de convocatoria.

En estas condiciones, los sujetos sociales asumen estos instrumentos y representaciones como si fuesen sujetos, como si tuvieran vida propia, voluntad propia e individualizada, correspondiente a estos sujetos ideológicos construidos. Ninguna de estas representaciones e instituciones tiene voluntad propia, menos consciencia propia. Se trata, en todo caso, de multiplicidades de voluntades singulares, que actúan constreñidas por los dispositivos de captura, que son estas máquinas de poder. En consecuencia, se puede suponer que las voluntades que actúan, de manera conglomerada, es la de las élites, castas y clases dominantes, actúan inhibiendo las múltiples voluntades singulares de los estratos, colectivos sociales, clases sociales subalternas. Una vez inhibidas estas voluntades, el conglomerado, más o menos compacto, de las voluntades concentradas de la élites, castas y clases dominantes se expresa como si representara a la voluntad general, a la voluntad del pueblo, de la nación, del país.

Eso de convertir en sujetos a construcciones, a conformaciones, a configuraciones sociales, tiene que ver con la animación de estas construcciones, que es muy distinto que de hablar de animismo, atribuido a las sociedades iniciales. El animismo tiene que ver con el atribuir a los seres de la “naturaleza”, para darle ese nombre conocido al planeta mismo, vida, que es lo que tiene la integralidad dinámica planetaria. Entonces es concebida como armonía de fuerzas inmanentes, que intervienen en el mundo, lo que también es cierto, dada la comprensión y la certeza científica contemporánea. Que la representación de todo esto adquiere la connotación de la espiritualidad, tiene que ver con la interpretación de las comunidades inaugurales, en relación con su experiencia y asombro ante el acontecimiento vital.

Para decirlo fácilmente, el atribuir vida a cosas inanimadas es otro asunto, aunque desde una perspectiva amplia ya consideremos, como lo hicimos en Potencia de la vida, que la materia es vida, en sentido ampliado, en tanto es energía, vibraciones y ondas energéticas. Pero en el mundo de la genealogía de las civilizaciones, mundo que obviamente experimenta sus transformaciones, el atribuir vida propia a las construcciones humanas, que son construcciones sociales y, en el caso de las representaciones, concepciones sociales, tiene que ver, mas bien, con lo que hemos llamado la fetichización, si ustedes quieren, jugando con las metáforas, tiene que ver con la magia atribuida a las cosas. Podemos decir que esta transferencia de las dinámicas sociales, de la relaciones sociales y de las estructuras sociales a las construcciones humanas está asociada a la interpretación, que requieren los estratos dominantes en la búsqueda de legitimación de su situación privilegiada.

Esto de transferir los efectos de las dinámicas sociales, de las relaciones sociales y de las estructuras sociales a las cosas corresponde al procedimiento de la fetichización ideológica. Entonces, los sujetos sociales se relacionan respecto a estas cosas como si fueran sujetos, con vida propia; se subordinan a estos sujetos, productos del fetichismo, que adquieren un cierto aire de divinidad. Se puede observar y estudiar este fenómeno de la fertichización ideológica en la historia de la civilización moderna, aunque no solo se restringe el fenómeno a esta etapa de la genealogía de las civilizaciones. Se puede también inferir que fenómenos parecidos acontecen en las civilizaciones antiguas, por así decirlo, anteriores a la civilización moderna. En las civilizaciones antiguas se ha dado el fenómeno de la divinización del déspota, del monarca, del rey, del emperador. En este caso, estos sujetos, que encarnan simbólicamente tanto la narrativa mitológica como la narrativa religiosa monoteísta, no son exactamente cosas, sino personas encumbradas en la cúspide del poder. Sin embargo, podemos vislumbrar analogías entre el fenómeno de la fetichización ideológica y el fenómeno de la divinización de personas encumbradas en el poder. Podemos decir que hay diferencia entre la divinización de personas y la fetichización de cosas. Para ayudarnos en nuestra interpretación y análisis podemos circunscribir el fenómeno de la fetichización a la ideología y referirnos al fenómeno de la divinización como mitificación. La analogía radica en la transferencia de las dinámicas sociales a las personas y a las cosas. Esta analogía tiene que ver con las pretensiones de explicación, aunque también de justificación, de lo que ocurre, buscando la explicación y justificación en un orden, por así decirlo “natural”, un orden establecido para siempre; algo que no se puede cambiar, en sentido contemporáneo podríamos decir algo que no tiene historia. Entonces, podemos encontrar una cierta continuidad entre la sociedades antiguas y la sociedad moderna, que tiene que ver con lo que hoy llamamos legitimación, aunque la legitimación como tal no puede ser atribuida a las estructuras de poder de las sociedades antiguas.

Se puede hablar de antropomorfismo a esta transferencia de las dinámicas sociales humanas a las personas, que encarnan simbólicamente el poder, así como también a la transferencia de las mismas dinámicas a las cosas. Pero, lo que no hay que olvidar, en esta   construcción de las representaciones, es que se produce la divinización, en un caso, y la fetichización, en otro caso. Es decir se atribuye propiedades mitológicas a las personas simbólicas y propiedades mágicas, por así decirlo, a las cosas.

Estos recorridos antropomórficos, de divinización y de fetichización de las civilizaciones parecen ser las causales de sus propias crisis civilizatorias. Primero, porque se trata de interpretaciones incorrectas, basadas en informaciones adulteradas. Desde la perspectiva de las teorias de sistemas autopoiéticos, si los sistemas interpretan inadecuadamente a sus entornos no pueden resolver las problemáticas que se les presentan, por lo tanto, no pueden reducir la complejidad, conformando mayor complejidad interior, fundamentalemente interpretativa y organizativa. Segundo, porque al atribuir propiedades divinas y mágicas a las personas y a las cosas las convierte en lo que no son. Al terminar creyendo que lo son se espera que resuelvan problemas que no pueden resolver, pues carecen de la capacidad y de las cualidades para hacerlo. En consecuencia, las crisis civilizatorias tienen mucho que ver con estos imaginarios sociales, que se institucionalizan.

 

La salida alterativa

Ahora bien, cuando dijimos que el problema radica en los constreñimientos, en las inhibiciones, de la potencia social, por parte de las estructuras de poder, los diagramas de poder, las cartografías políticas, establecimos, de partida, la tesis macro-histórica, relativa a las civilizaciones, de que el eterno retorno, dicho metafóricamente, del círculo vicioso del poder estriba en este problema, la inscripción de las dominaciones en el cuerpo. ¿Qué pasaría, hipotéticamente, si desaparecen estos constreñimientos, si se libera la potencia social? ¿Salimos del eterno retorno del círculo vicioso del poder? ¿Al liberar la potencia social nos abrimos hacia otras rutas históricas? La búsqueda de las respuestas a estas preguntas nos traslada a la posibilidad de recorridos transcivilizatorios.

Lo anterior implica, en consecuencia, salir de la mistificación y de la fetichización. No perder de vista que se trata de la fenomenología de las relaciones y dinámicas sociales, que los efectos y las producciones de las dinámicas sociales son circunstanciales, no son esenciales, no corresponden al mito y al fetiche. Por ejemplo, que las instituciones son solamente instrumentos de sobrevivencia, que ésta es su función. En consecuencia, son descechables cuando estas instituciones se vuelven anacrónicas, inadecuadas y hasta obstáculos a la sobrevivencia; por lo tanto, no solo modificables sino que se requiere construir otras instituciones más adecuadas y pertinentes a la función para la que responden. Es así como entramos al devenir social, al devenir de las instituciones, que forman parte del devenir de la potencia social. De esta manera se apertura la posibilidad de la activación permanente de la potencia social. Trayendo a colación la posibilidad del devenir de la democracia plena, el autogobierno, la autogestión y la autodeterminación. Ya no se trata del principio y finalidad de las instituciones, sino de su uso, de acuerdo a los propósitos consensuados socialmente.

Hermenéutica de la guerra

Hermenéutica de la guerra

Paradigmas cerrados

 

Raúl Prada Alcoreza

 

 

Podemos establecer que se ha heredado la costumbre de acudir a paradigmas cerrados para interpretar la realidad, que resulta ser recortada a partir de rejillas teóricas, en el mejor de los casos, rejillas ideológicas, en el peor de los casos. En otras palabras, se opta por estructuras preformadas de interpretación. Uno de los esquemas más usuales es el dualista, que puede corresponder a la definición del enemigo, que, en su versión más antigua, corresponde a la definición del infiel o del hereje. El esquematismo, de por sí, si bien ayuda, en un principio, a armar la interpretación, resulta un mecanismo restringido cuando hay que afrontar la complejidad, sinónimo de realidad. Después de la larga historia de la modernidad, en la contemporaneidad compleja, este esquematismo resulta inútil al tratar de comprender, entender, conocer y explicar la realidad. Para ejemplificar, reducir todo al contraste del blanco y el negro no ayuda a visualizar toda la gama de grises que hacen al dibujo de las manifestaciones de las dinámicas inherentes a lo que llamamos realidad. Peor aún, resulta altamente inapropiado usar este esquematismo cuando la realidad, sinónimo de complejidad, se presenta con gamas cromáticas de colores. Yendo más lejos, más grave aún cuando dejamos los cortes transversales y nos desplazamos al movimiento longitudinal, cuando pasamos de la fotografía y optamos por una mirada de imágenes en movimiento, a movimientos de las imágenes como ocurre con el cine. La situación del esquematismo es mucho más insostenible cuando sabemos que las dinámicas complejas de la realidad se mueven en distintos planos y espesores de intensidad integrados.

 

Entonces nos encontramos ante el problema de la reducción al momento de comenzar la interpretación de la realidad; esto equivale al restringir la comprensión y anular la posibilidad del entendimiento, por lo tanto, alejarnos del conocimiento y de la explicación posible de la problemática asumida como desafío desde la experiencia de la realidad. Esto implica una derrota de la inteligibilidad de la realidad, de la complejidad de la realidad, de las problemáticas inherentes a la relación que se establece socialmente con la realidad en la contemporaneidad, dónde se experimentan desplazamientos fuertes, transformaciones notorias, incluso metamorfosis perceptibles o imperceptibles, cuándo nos movemos en distintos planos de intensidad, cuándo experimentamos los espesores de intensidad, es decir, cuándo se manifiestan las distintas dimensiones de la realidad, reducida a este esquema dualista, resulta en un fracaso absoluto en esa relación con el entorno, desde la perspectiva del sí mismo o del sistema de autorreferencia, para decirlo en términos más sencillos.

 

Argumentos inconsistentes

 

En este ensayo vamos a intentar hacer un análisis de la incomunicación y de la desinformación, vertida a través de los medios de comunicación; también de los medios de propaganda y publicidad, que están básicamente manejados por los gobiernos y los Estados involucrados, así como por los aparatos ideológicos. Argumentos insostenibles, aunque de argumentos, propiamente dichos, no tienen nada; son más bien repeticiones mecánicas de emisiones propagandísticas, al estilo de la más absoluta ortodoxia, incluso, peor, de la más absoluta dogmática, del más absoluto dogmatismo. Asistimos pues a los procedimientos verbales, si podemos hablar de esa manera, de las nuevas inquisiciones, es decir, justificaciones de la tortura, de la persecución, de la guerra. La inquisición se caracterizó como la guerra contra las mujeres, guerra que duró tres siglos, reconocida popularmente como la caza de brujas. Podemos decir que ahora asistimos a otra guerra, que no dejan de ser contra las mujeres, porque son guerras patriarcales, de la dominación masculina sobre el planeta, sobre los pueblos, sobre las sociedades, sobre los países de la periferia del sistema mundo capitalista. Se vuelven a repetir estilos, sin acudir a la imaginación, donde lo que cambian son los contextos y, quizás, algo de los discursos, de la estructura discursiva preformada. Ejemplificando,  para decirlo de manera fácil, el esquema se reduce al burdo dualismo  de buenos y malos, de fieles  e infieles, de amigos y enemigos. Hay guerra justa.

 

Al respecto, lo grave es que se olviden que estos son argumentos anacrónicos, correspondiente a los finales del medioevo y comienzos de la modernidad, periodos históricos en plena conquista del continente de Abya Yala. Cuando se habló de guerra justa. Después, durante la historia de la modernidad vamos a volver a escuchar, precisamente, argumentaciones anacrónicas sobre la guerra justa. Los argumentos más intolerables son aquellos que van a hablar de guerra justa en plena campaña bélica de los países imperialistas; sin embargo, este anacronismo retórico no se circunscribe al periodo bélico que comprende a la primera y a la segunda guerra mundial, además de su interregno de paz incierta. Volvemos a escuchar estas argumentaciones anacrónicas durante la guerra de Corea. Aunque la concepción de guerra justa va desplazándose, va cambiando de contenido. En el caso del nacional socialismo, del régimen nazi, del tercer Reich, vamos a asistir a la guerra justa a nombre de la raza superior del pueblo alemán; los países aliados que enfrentan al tercer Reich en la segunda guerra mundial van a hablar de guerra justa en términos de la defensa de los pueblos y las sociedades afectadas, invadidas y atacadas por las invasiones nazis. Por otro lado, se va a hablar de guerra justa con respecto de la defensa de la Patria Socialista;  nos referimos a la movilización general del ejército rojo en el periodo que lucha contra la ocupación e invasión nazi de la URSS. Posteriormente se va a hablar de guerra justa en plena guerra fría, que de fría tiene poco, pues las acciones bélicas o calientes se van a trasladar a los entornos y las periferias. Mientras la metáfora del hielo o del invierno corresponde al centro, por así decirlo, de la geografía del sistema mundo capitalista, la metáfora fluida o de verano corresponde a las periferias del sistema mundo capitalista, donde si se efectúan guerras calientes.

 

Las hiperpotencias enfrentadas van a hablar de guerra justa en términos de defensa de la “democracia”, en un caso, hablando de la imagen que se tiene de democracia, de la imagen formal de la democracia, concebida y limitada a la circunscripción institucional del Estado liberal; en el otro caso, se habla de guerra justa en términos de la defensa de los países socialistas y de los pueblos del mundo. En ambos casos las argumentaciones resultan paradójicas; en el primer caso, el imperialismo norteamericano va a intervenir en los países de la periferia del sistema mundo capitalista, conspirando, promoviendo golpes de Estado, con el argumento de qué está en guerra contra el “comunismo”; en el otro caso, el social imperialismo, tal como caracterizó Mao Zedong a la URSS, va incursionar punitivamente de acuerdo a intereses nacionalistas, del nacionalismo ruso, en países donde, antes y al finalizar la segunda guerra mundial,  los pueblos se levantaron y efectuaron revoluciones sociales. Dos casos paradigmáticos, uno corresponde a la guerra civil española, el otro corresponde a la revolución griega; en el primer caso, se arma un ejército controlado para combatir a la revolución anarquista y a la militancia trotskista en armas contra el falangismo ibérico, antes de ocuparse plenamente de combatir al ejército franquista; en el segundo caso, a pesar de que los comunistas toman el poder en Grecia, la Unión Soviética abandona la revolución y la entrega a los norteamericanos. En pocas palabras, las dos hiperpotencias emergentes y vencedoras de la guerra se reparten el mundo. 

 

Desde la guerra de Corea hasta la guerra del Vietnam no se habla exactamente de guerra justa, sino de un concepto mas bien operativo, por así decirlo; se habla por un lado, el lado de la hiperpotencia de los Estados Unidos de Norte América, de guerra de defensa contra la expansión del “comunismo”, y por el otro lado, no solo de los Estados componentes del Pacto de Varsovia, sino también de los países y involucrados, de la guerras de liberación nacional y de la lucha antiimperialista de los pueblos.  En lo que corresponde a los aliados de la hiperpotencia de la URSS se no se va a hablar exactamente de guerra justa,  sino de una guerra anatimperialista; así como también se va a argumentar sobre la defensa de Estados socialistas. En lo que respecta a la guerra caliente, desplazada a los bordes del sistema mundo capitalista, se dan figuras singulares de los desplazamientos de la guerra.

 

Sin embargo, hay que considerar otros perfiles de la guerra, por ejemplo, las que se dan entre israelitas y palestinos, en un contexto mayor, entre israelitas y árabes, perfiles de las guerras posteriores a la segunda guerra mundial que emergen de otras historias y se dan por otras razones, aunque también se pueda considerar  como guerras calientes, que corresponden al desplazamiento de la guerra fría entre las hiperpoptencias hacia las periferias del sistema mundo capitalista. En este caso específico, se habla de guerra contra la ocupación israelí, por parte de las organizaciones armadas palestinas, y de guerra de defensa del Estado de Israel.  Considerando los distintos perfiles de la guerra dados podemos decir que no son los únicos casos de realidad efectiva que contrastan fácticamente a la tesis de Francis Fukuyama del fin del historia, donde se interpreta que habrían terminado las guerras. En contraste se desatan precisamente guerras, que se dan en los bordes de la geografía del sistema mundo capitalista, en la geografía de las periferias, así como se dan guerras calientes en las mismas proximidades del centro del sistema mundo capitalista. Desde las dos guerras del golfo pérsico hasta la guerra de Yugoslavia tenemos un desplazamiento hacia el centro del sistema mundo capitalista, es decir, hasta la geografía europea.  Contamos con la repetición bélica, en el contexto de la modernidad tardía o una posmodernidad; es decir estamos asistiendo a desplazamientos en la transformación misma de la guerra. Guerras que, en parte pueden considerarse virtuales, sin dejar de ser reales, sin dejar de ser virulentas. Guerras donde se usan tecnologías avanzadas, de ultima generación, probando su eficacia destructiva.

 

En el transcurso de estas guerras hemos asistido a distintas tonalidades de destrucción, desde la destrucción del Líbano, pasando, antes, por la destrucción de Libia; posteriormente, recientemente, la destrucción de Siria. Solamente dando algunos nombres y casos dramáticos.En todos estos casos tenemos la guerra como desenlace de las contradicciones profundas del sistema mundo capitalista y de la geopolítica del sistema mundo capitalista. Habría que situarse en cada uno de estas guerras para evaluarlas en su singularidad y entenderlas mejor; no es el momento de hacer esto, lo que nos interesa es hacer un seguimiento de los desplazamiento del mismo enunciado inmanente de “guerra justa”, desplazamientos que van modificando los discursos, el sentido emitido por los discursos, dependiendo de la singularidad. Un desplazamiento notorio se hace evidente cuando asistimos a la emergencia de el Estado Islámico, que lanza una “Guerra Santa” contra los infieles, contra los endemoniados, contra el imperio del demonio; entonces, es cuando la guerra vuelve a convertirse en una guerra santa, en una guerra religiosa. Ocurre como si retrocediéramos a la época de las cruzadas, el discurso retrocede a otro contexto del pasado; reaparece ese tipo de guerra, por lo menos en la enunciación, de manera anacrónica. Sin embargo, en la contemporaneidad puede ser considerada de manera distinta,  como dicen Antonio Negri y Michael Hardt, se trata de configuraciones fundamentalistas posmodernas.

 

Entonces, podemos concluir, en esta parte del ensayo, que se trata de un enunciado repetido, cuya escasez sostiene desplazamientos conceptuales. El enunciado de la guerra justa, cuyo armazón discursivo va a ir modificándose en la medida que hay desplazamientos en el contexto de la geopolítica del sistema mundo capitalista, en el nuevo orden mundial, y en la configuración de las contradicciones específicas, donde las mismas contradicciones derivan en el desenlace bélico, empero, adquiriendo un perfil singular diferente, dependiendo de la coyuntura, del contexto nacional, regional y mundial.

 

En la actualidad, en la guerra de Ucrania, asistimos también a la repetición del mismo enunciado, repetido en su desplazamiento y mutación, en la acepción anacrónica de guerra cultural, manejada por los voceros de la Federación de Rusia. Se utiliza la noción de guerra de defensa, contra la amenaza, latente y extendida de la OTAN, al promover la incorporación de Ucrania a la OTAN, amenazando, de esta manera, a la Federación de Rusia y rompiendo acuerdos establecidos con anterioridad. Desde la perspectiva de Ucrania, teniendo en cuenta el discurso emitido por el gobierno de Ucrania, asistimos al discurso de la defensa de la nación contra la invasión del ejército ruso; la invasión resulta interpretada como delito en el marco del derecho internacional,  siendo Ucrania un país soberano. En lo que respecta a los discursos que emite la OTAN, se trata de la acusación a la Federación de Rusia por desatar una guerra injusta, una guerra no justificada, de ocupación, de invasión y destrucción de ciudades. Al respecto, a propósito de esta denuncia, debemos acordarnos que antecedieron otras guerras desplegadas por la Federación de Rusia, por lo menos dos son conocidas; una tiene que ver con la guerra de Chechenia, en realidad dos fases o dos guerras de Chechenia, y la guerra de Georgia. Sin embargo, tampoco hay que olvidar la guerra de Kazajistán. Como se podrá ver estas guerras tienen que ver, precisamente, con la argumentación  geopolítica, que supone la estrategia geográfica  heredada desde la Unión Soviética, sin embargo, es conveniente, en la comprensión, ir más lejos y remontarnos a la geopolítica del imperio zarista. La Federación de Rusia se sitúa en  la condición de “imperio” amenazado permanentemente, por la independencia de Chechenia, por la independencia de Georgia, por las movilizaciones militares musulmanas, recientemente por la soberanía de Ucrania.

 

 

 

Descripción de la genealogía de las guerras en la historia reciente

Breve descripción de las guerras de la Federación de Rusia

 

Las dos guerras de Chechenia

A finales de 1994, después de haber tolerado la independencia de facto de Chechenia durante tres años, el Kremlin convoca a su ejército para intervenir en el conflicto de Chechenia, volver a situar bajo la gravitación rusa a la república del Cáucaso ruso. Sin embargo, el ejército ruso enfrenta una tenaz resistencia; en consecuencia, el ejército ruso se ve obligado a retraerse el año 1996. Sin embargo, tres años después, en 1999, comenzando el influjo del primer ministro Vladimir Putin, que va a ser elegido posteriormente  presidente, el ejército ruso vuelve a ingresar en el conflicto checheno, ahora con el argumento de una «operación antiterrorista»; esto considerando el ataque de los independentistas chechenos contra la república caucásica rusa de Dagestán, además de otros atentados en la propia Federación de Rusia; estos atentados van a ser atribuidos a las organizaciones beligerantes chechenas. Un año después, en febrero de 2000, el ejército ruso reconquista la capital, Grozny, que fue arrasada por la artillería y la aviación rusas. Sin embargo, la guerra de guerrillas continuó la lucha. Nueve años después, el 2009, el Kremlin decretó el fin de su operación, a un costo muy alto, de decenas de miles de muertos en ambos bandos.

 

La denominada guerra relámpago ruso-georgiana

El año 2008, Georgia fue escenario de otra guerra; lanzó una operación militar contra Osetia del Sur, un territorio separatista prorruso, espacio geográfico que escapó del control de Tiflis. Esto había acontecido desde la caída de la URSS, desatándose una guerra a principios de la década de 1990. El presidente georgiano, Mikheïl Saakachvili, declaró que el ataque georgiano respondía a las presiones militares rusas, notorias en la frontera. 

En contraposición la Federación de Rusia optó por la  represalia militar, enviando al ejército a territorio georgiano. El desenlace derivó, durante un fugaz lapso de cinco días, en la victoria de las tropas rusas; derrotaron patentemente a la antigua república soviética, que formó parte de la URSS. En consecuencia, el Kremlin reconoció la independencia de Osetia del Sur y Abjasia, esta última otra provincia separatista. A partir de entonces, la Federación de Rusia mantiene una fuerte presencia militar.

 

Conflicto en Ucrania

La guerra se trasladó al oeste. El año 2014, como consecuencia del desenlace del movimiento pro-Unión Europea de Maïdan, que provocó la huida del presidente Víktor Yanukóvich a Rusia, el Kremilin decidió anexionar la península ucraniana de Crimea al espacio geográfico de la Federación de Rusia. En este contexto de la anexión, emergieron movimientos separatistas prorrusos en el este de Ucrania, en Donetsk y Lugansk, regiones del Donbass, fronterizas con la Federación de Rusia. Las citadas flamantes  repúblicas autoproclamaron su independencia; lo que desató un conflicto armado.

El gobierno de Ucrania, con sede en Kiev acusó a la Federación de Rusia de apoyar a los separatistas, enviando tropas de “voluntarios” y equipos de guerra. El conflicto bélico ha disminuido su intensidad desde el 2015, contando con la firma de los Acuerdos de paz de Minsk. 

Empero, a pesar de los Acuerdos de paz , aproximadamente desde finales de 2021, el Kremlin se embarca  en masivas maniobras militares terrestres, aéreas y marítimas, alrededor de la frontera ucraniana. Se cuantifican hasta más de 150.000 efectivos movilizados. Al cabo de unos meses inciertos, el presidente de la Federación de Rusia, Vladimir Putin, reconoció la independencia de las dos repúblicas secesionistas; esto ocurrió el 21 de febrero; inmediatamente después ordenó el despliegue del ejército concentrado en la frontera, seguidamente anuncia una «operación militar especial”. Esta incursión punitiva fue calificada por el Ministro de Asuntos Exteriores ucraniano como una «invasión a gran escala».

 

Las dos guerras de Nagorno Karabaj

La primera guerra del Alto Karabaj se remonta al conflicto armado, que ocurrió entre febrero de 1988 y mayo de 1994, en el pequeño enclave armenio del Alto Karabaj  o Nagorno Karabaj, en la región sureste del Cáucaso; una antigua provincia de la URSS,  poblada por una minoría azerí y una mayoría de armenios, rodeada completamente por la República de Azerbayán. La primera guerra del Alto Karabaj (1988-1994), entre Armenia y Azerbayan, tuvo como desenlace la victoria Armenia.

 

La segunda guerra del Alto Karabaj fue un conflicto  armado entre las fuerzas armadas de Azerbaiyán y la República de Artsaj, en la región del Alto Karabaj,  contra Armenia; el conflicto bélico se dio lugar entre el 27 de septiembre y el 10 de diciembre de 2020. Después se llegó a un acuerdo del alto el fuego,  promovido por la federación de Rusia.

 

La intervención del Kremlin, del presidente Vladímir Putin, puso fin a las duras hostilidades en el conflicto bélico de Nagorno Karabaj. La cruenta guerra entre tropas armenias y azerbaiyanas por el montañoso enclave se cobró miles de vidas. Se habla de cuarenta y cuatro días de combate, en los que Turquía intervino; apoyo que ayudó a inclinar la balanza definitivamente a favor de Azerbaiyán.

 

Intervención de la Federación de Rusia en Siria

En el año 2015 la Federación de Rusia interviene en el conflicto de Siria. Ha desplegado un contingente militar en Siria, apoyando abiertamente al cuestionado presidente Bashar al-Assad. La intervención rusa, empleando mortíferos bombardeos y efectuando destrucción masiva, sobre todo de ciudades, ha cambiado el curso de la guerra y ha permitido al régimen de Damasco obtener victorias decisivas, recuperando el terreno que había perdido frente a los rebeldes y los yihadistas.

El Kremilin tiene dos bases militares en Siria: el aeródromo de Hmeimim, en el noroeste, y el puerto de Tartus, en el sur. Se trata de alrededor de 63.000 soldados rusos involucrados en la campaña de Siria.

 

Breve descripción de las guerras de la OTAN

 

La Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) emergió, durante los primeros lapsos inciertos de la guerra fría, en 1949 con la firma del Tratado de Washington por parte de Estados Unidos, Canadá y 10 países europeos: Reino Unido, Francia, Italia, Bélgica, Holanda, Luxemburgo, Dinamarca, Noruega, Islandia y Portugal. En 1999, casi diez años después de la caída del Muro de Berlín, la OTAN admitió entre sus filas a tres exmiembros del disuelto Pacto de Varsovia: República Checa, Hungría y Polonia. Otros países que pertenecieron al antiguo bloque soviético se unieron a la OTAN en 2004: los estados bálticos, Estonia, Letonia y Lituania, Bulgaria, Rumanía, Eslovaquia y Eslovenia.

 

Rusia quedó notoriamente molesta por la expansión de la OTAN a los países bálticos, que antes pertenecieron a la Unión Soviética y son vistos desde Moscú como parte de su «exterior próximo». Esa frase, usada comúnmente por políticos rusos, implica que los antiguos estados soviéticos no deberían actuar contra los intereses estratégicos de Rusia.

 

En la cumbre de la OTAN en Gales, Finlandia, que no es miembro, se compromete a firmar un acuerdo como país anfitrión con la alianza de 28 países. Quiere decir que Finlandia prestará a las fuerzas de la OTAN apoyo logístico, aunque no una base, en su territorio. Ningún país de la OTAN tiene una frontera tan larga con Rusia. Suecia también decidió firmar el acuerdo, pero en una fecha aún no establecida. Los dos países nórdicos ya cooperan estrechamente con la alianza y podrían convertirse en miembros en un futuro próximo.

 

A principios de 2008, la OTAN también consideró la perspectiva de una futura membresía a Georgia. El Kremlin lo vio como una provocación directa, lo mismo que los vínculos de la alianza con Ucrania. Recientemente, antes del estallido de la guerra, el primer ministro ucraniano, Arseniy Yatsenyuk, dijo que pediría al Parlamento despejar el camino para una solicitud de adhesión a la OTAN. Una medida similar había sido bloqueada por el expresidente Víktor Yanukóvich, amigo del gobierno de Moscú, derrocado en febrero tras masivas protestas en Kiev.

 

El desarrollo, encabezado por Estados Unidos, de un sistema de defensa contra misiles antibalísticos causó alarma en Rusia. La OTAN arguye que el escudo interceptor de misiles será puramente defensivo, no representa ninguna amenaza a Rusia y su intención es impedir, en el futuro, cualquier ataque con misil de un país problemático. En ese sentido, Irán y Corea del Norte son vistos como amenazas potenciales a la seguridad occidental. La Federación de Rusia dice que esperaba una sociedad de iguales con la OTAN en el desarrollo de ese sistema. Pero esa opción no prosperó y la alianza está comenzando a desarrollar los interceptores de misiles y radares en Rumanía, República y Polonia.

 

En diciembre de 2013, Rusia desplegó misiles tácticos móviles Iskander en su enclave de Kaliningrado, en respuesta al proyecto de la OTAN. La breve guerra de Rusia contra Georgia en agosto de 2008 agrió las relaciones con la alianza.

Durante la guerra, Rusia respaldó a los separatistas en dos regiones secesionistas de Georgia: Osetia del Sur y Abjasia. Rusia demolió a los militares georgianos, que habían tratado de reocupar Osetia del Sur. Rusia envió soldados a Georgia, en algún lugar muy cerca a la capital, Tiflis, y Occidente calificó las acciones de Moscú de desproporcionadas. Posteriormente, Rusia reconoció a las dos regiones como independientes, pero, en realidad se trata de un conflicto congelado, pues no han sido reconocidas internacionalmente. La alianza suspendió el Consejo OTAN-Rusia creado en 2002, posteriormente, en respuesta, Rusia suspendió la cooperación militar con la OTAN. Las relaciones se descongelaron al año siguiente.

 

La Federación de Rusia, una aliada histórica de Serbia, ha apoyado incondicionalmente a Belgrado en el problema de Kosovo. Serbia nunca aceptó la secesión de Kosovo, lograda con ayuda de la OTAN en 1999, aunque acordó no bloquear el camino de su antigua provincia a la membresía de la Unión Europea. Muchos otros países también rechazan la declaración de independencia de Kosovo en 2008.

En resumen, la Federación de Rusia congeló la cooperación militar con la OTAN poco después de que la alianza lanzó en 1999 incursiones de bombardeos a gran escala en Serbia.

Kosovo, mayormente poblada por albaneses étnicos, se separó en una insurrección armada por separatistas, durante la cual la violencia descomunal fue elocuente; se dio a conocer la indignación internacional por la brutalidad de las fuerzas de seguridad serbias. La OTAN intervino cuando los civiles huyeron en masa de los serbios, hacia los países vecinos. Durante esa intervención hubo un tenso enfrentamiento con tropas rusas en la capital, Pristina, que se desactivó rápidamente.

 

En 2007, Rusia suspendió su cumplimiento del Tratado de las Fuerzas Armadas Convencionales en Europa (FACE). El tratado, que limita la cantidad de equipo militar clave en regiones designadas; fue firmado por países occidentales y exintegrantes del Pacto de Varsovia en 1990. Fue revisado en 1999 para tomar en cuenta a los exsatélites soviéticos que se incorporaron a la OTAN. Sin embargo, la alianza, a diferencia de la Federación de Rusia, se negó a aprobar las actualizaciones, insistiendo que Moscú debía antes retirar las tropas que le quedaban en Georgia y Moldavia.

 

En el reciente periodo del conflicto bélico desatado la OTAN anunció planes para desplegar una fuerza de respuesta rápida de varios miles de soldados en el este de Europa, cerca a las fronteras de Rusia.

La fuerza, compuesta de soldados de los países miembros en rotación, podría ser movilizada en un lapso de cuarenta y ocho horas. Semejante acción socavaría aún más el FACE, aunque la OTAN insiste que la nueva fuerza no tendrá nuevas bases permanentes[1].

 

 

Análisis de la genealogía de la guerra en la historia reciente

 

En lo que se ha venido mencionando en la historia de Ucrania, en la historia del imperio zarista con respecto a Ucrania, después la historia de la URSS con respecto a Ucrania, se han recordado intervenciones genocidas, tanto del imperio zarista, así como del social imperialismo soviético de la era estalinista, sobre todo en pleno periodo de la represión bolchevique contra los campesinos ricos, contra los Kulak, pero también contra los campesinos pobres. Particularmente cuenta para el análisis la represión a los campesinos de Ucrania. Otro hilo a seguir, como se podrá ver, sin olvidar que hay varios hilos a seguir, por lo menos cuando se tiene que hacer la descripción y el análisis de lo que ocurre en la coyuntura álgida de la guerra de Ucrania. Es indispensable tener en cuenta varios hilos de estos tejidos de la guerra actual, desatada en Ucrania; el análisis del presente a partir de una mirada retrospectiva del pasado. Sin olvidar la deconstrucción de los discursos de legitimación de la guerra, que tienen que ver con la propaganda ideológica y mediática, que tienen que ver con la retórica bélica, con la invención de los «argumentos», insostenibles por cierto, que se emiten a través de los medios de comunicación y las redes. Estas prácticas discursivas son efectuadas en ambos bandos. En las cuales se observan desplazamientos y procedimientos de desinformación sobre lo que acontece en la guerra, salvo contadas excepciones de algunos medios más serios, que mantienen un mejor perfil, mas objetivo, por así decirlo, del manejo de  la información y buscando una adecuada descripción de los hechos, buscando lograr la realización de las noticias.

 

Llama la atención en este juego desinformativo de ambos bandos, el lamentable papel de una pretendida izquierda, revolucionarios de pacotilla, que creen que la Federación de Rusia sigue siendo la Unión Soviética. Consideran que se trata de una guerra entre la herencia de la URSS y los estados imperialistas de occidente, olvidando que la Unión Soviética implosionó. Peor aún, olvidando las discusiones que se dieron durante la época de la Unión Soviética, caracterizada como social imperialismo por Mao Zedong, definida como régimen burocrático por León Trotski,  caracterizada como contrarrevolución dentro de la revolución por el anarquismo. Esta “izquierda” oficialista habla como si no hubiera pasado absolutamente nada, como si no hubiera habido una crisis terminal en la Unión Soviética y en los Estados del socialismo real, de la Europa oriental, como si no se hubieran derrumbado estos regímenes burocráticos. De manera irreflexiva, tenazmente, mantienen el cuento de que estamos asistiendo a algo parecido a una lucha de la Unión Soviética contra los imperialismo occidentales. Semejante “argumentación”, por ciento, es insostenible, desde todo punto de vista; desde un punto de vista histórico, desde un punto de vista político, desde un punto de vista sociopolítico. Sin embargo, esta retórica fofa se mantiene contra viento y marea, ciegamente. Se trata de una retórica muerta, emitida como ruido, en la inercia, para convencer sobre la “legitimidad” de la invasión rusa a Ucrania. En todo caso, se trata de una guerra interimperial, de uno de los desenlaces de la crisis inter-imperial, de la crisis de dominación del nuevo orden mundial. En el contexto de la crisis se busca lograr una reorganización geopolítica, entre las potencias que forman parte del centro del nuevo orden mundial. Por un lado, están los países componentes de la OTAN; por otro lado, están la Federación de Rusia y la República popular de China. Ambos bloques del sistema mundo capitalista forman parte la élite de la dominación mundial; se trata de la composición piramidal del orden mundial de las dominaciones, donde se tiene una suerte de aristocracia, después una especia de oligarquía; la cúspide piramidal del orden imperial es defendida por la gendarmería de la hiperpotencia de los Estados Unidos de Norte América.

 

En conclusión, estamos ante una crisis interimperial y uno de los desenlaces de esta crisis. Como dijimos, ninguna guerra  se justifica o ninguna guerra se justifica por sí misma, ninguna guerra es justa.

No se justifica ninguna intervención bélica, tanto de la Federación de Rusia como de la OTAN. No es un argumento la premisa de defensa de la Federación de Rusia, tampoco, ni mucho menos, el pretendido argumento de la defensa de occidente, del Estado liberal, del estilo de vida del sueño americano, convertido en pesadilla. Desde las guerras de Chechenia hasta la guerra de Ucrania los mismos oficiosos publicistas, propagandistas, sin imaginación, llegan al reclamo de por qué se habla tanto de la destrucción en Ucrania y no se habla de la de bombardeo de Gaza, el bombardeo en Siria o los bombardeos en Libia; olvidan que han habido medios y analistas que han criticado esos bombardeos e intervenciones. Por otra parte resulta absurdo decir que si los imperialistas han destruido Siria, Libia y Yugoslavia, además de que el Estado de Israel bombardea Gaza, se justifica que los rusos hagan lo mismo en Chechenia, Georgia, Kazajistán y Ucrania. No se dan cuenta que lo que están diciendo es una barrabasada. Lo único que hacen es evidenciar que ambos bandos se parecen.

 

Estamos ante la emisión de discursos sin contenido argumentativo serio,  que emiten argumentos insostenibles, sin que se inmuten los voceros, ni sonrojen. Como dijimos, hay que entender que se trata de la inercia discursiva, es decir, aunque no tenga sentido repetir y se insista en la mentira, pretendiendo que la mentira se convierta en verdad; la mentira no se transforma en verdad, por más insistencia y repetición que se efectúe. Aunque se logre convencer provisionalmente, solo ocurre de manera imaginaria, lo que no dura mucho tiempo; como dice el refrán popular, la mentira tiene patas cortas.

 

 

Anotaciones sobre la muerte de la retórica, la argumentación

y la ideología

 

El mundo del espectáculo y de la simulación es un acontecimiento imaginario, donde la inercia, es decir, la repetición forzada y el eco mediático, juega un papel en la retórica, en el sentido antiguo de la palabra, en la retórica clásica, por así decirlo; en cambio en la actualidad, cuando esta práctica de retórica ha desaparecido, solo ronda el sentido desgastado de la palabra. Esto es lo que ocurre en la contemporaneidad, se trata de la retórica inútil, pero que es usual en tanto y en cuanto llene un vacío, el vacío de información, el vacío de la descripción y el vacío de análisis. En este caso, la realidad es un producto comunicacional, un producto mediático, un producto virtual, de la desinformación de las redes. Hablamos también de la manipulación, que es lo que único que se habría mantenido como perfil del arte del convencimiento, empero de manera des-contextuada, sesgada, separada del conjunto emotivo y de emisión de la retórica. Cierta forma de manipulación, en el sentido del arte del convencimiento, buscaba lograr la empatía del público del auditorio. En la retórica moderna de lo que trataba es de convencer a través de la imitación de argumentos, aparentemente descriptivos y con pretensiones analíticas, pero que forman parte definitivamente de discursos ideológicos, cada vez más fofos. En el siglo XXI habría desaparecido incluso la ideología, sobre todo en su forma ultimatista, correspondiente al siglo XX, tanto en su versión nacional socialista como en su versión del socialismo real, del estalinismo, así como en su versión del discurso único liberal, que adquiere una connotación apabullante durante la irradiación neoliberal y la aplicación de los proyectos de ajuste estructural. Lo que habrían cambiado son los contextos donde se mueven los «argumentos» insostenibles, que, sin embargo, no dejan de tener impacto. Tienen su impacto no solamente en tanto desinformación, en tanto incomunicación, en tanto fake news, falsas noticias, sino también tienen impacto en tanto y en cuanto llenan un vacío de sentido. Lo que queremos decir es de qué hay un vacío analítico, un vacío descriptivo, un vacío de información, un vacío de objetividad, entonces se llena ese vacío con la simulación de retórica. El vacío es síntoma de la decadencia generalizada, expresa, de una manera alarmante, el alcance de la crisis de la conciencia social e histórica, incluso crisis ética y moral. La cultura como tal, que comprende conglomerados de cultura, memoria y resguardo del sentido, habría desaparecido, es sustituida por  el sistema mundo cultural de la banalidad.

 

Asistimos al desenvolvimiento de una guerra cruenta, sin embargo, ya no hay el esmero en informar propiamente, en emitir noticias como corresponde, incluso en comentar pertinentemente. Durante la primera y segunda guerras mundiales, por lo menos todavía quedaba cierta herencia de la retórica, de la argumentación, de la información, una búsqueda y esfuerzo por la justificación ideológica. Aunque también es el periodo bélico de la bifurcación de esta herencia, pues es cuando comienza a usarse la propaganda partidaria, la publicidad, incluyendo al cine, en gran escala, para convencer a las masas. Sobre todo tratándose de la segunda guerra mundial, cuando se enfrentan los dos discursos de carácter universal, el liberal y del socialismo real, compitiendo también el discurso nacional socialista, el discurso nazi, aunque este no tenga pretensiones universales sino de supremacía nacional.

 

Volviendo al tema, ninguna guerra es justa. No vamos a discutir aquí si la guerra de defensa es justa; la defensa ya supone una guerra desatada, de agresión, que ya ha estallado. Nos referimos a esa guerra, la inicial, aunque la defensa sea justa. La guerra misma no puede ser justa, es una guerra de destrucción, si es que no es de exterminio y, peor aún, cuando nos referimos, desde nuestra propia perspectiva, en el continente de Abya Yala, a las guerras de conquista, que han dado lugar a la incorporación del continente al sistema mundo capitalista o, mas bien, dicho apropiadamente, con las guerras de conquistas en el continente de Abya Yala se ha conformado el sistema mundo capitalista, se ha constituido globalmente el modo de producción capitalista. A partir de la conquista del continente de Abya Yala, a partir de la colonización y la esclavización generalizadas. En consecuencia, en vez de retórica, lo que tenemos no es tanto un esfuerzo por convencer sino esfuerzo por mantener el ruido en el ámbito de la inercia. Cuando los desplazamientos fácticos, las violencias bélicas, se dan sin la necesidad del esmero discursivo, el discurso viene después, de una manera improvisada. No hay un esfuerzo por convencer, el arte de la argumentación, tampoco hay alguna intención de parar la acción bélica, sino que mediante el discurso mediático se buscar una cierta “legitimidad” imposible. La guerra no es legítima, si no es justa no es legítima, mucho menos cuando se trata de la invasión. No nos referimos solamente a la reciente invasión de la Federación de Rusia a Ucrania, sino que tenemos en cuenta la recurrencia anacrónica a la geopolítica por parte de los bandos involucrados. Tanto de la OTAN, que a pesar de finalizar la guerra fría ha mantenido su inclinación geopolítica de control territorial y de expansión, así como de la Federación de Rusia, que no esconde su anacrónica inclinación geopolítica, emitiendo un discurso imperial de proyecto hegemónico cultural, por lo menos eurasiático. En este contexto de concurrencia geopolítica hay que incorporar a la primera potencia económica, a la República Popular de China. En resumen, ninguna de las potencias involucradas  han salido de los juegos geopolíticos, sino que los mantienen y los extienden; en el caso de la República Popular de China, imprimiendo su propio sello asiático. En otras palabras, hay que comprender y entender la guerra de Ucrania como parte de estos juegos de poder de los señores de la guerra del capital, juegos geopolíticos.

 

Hemos dicho que estamos ante “argumentos” insostenibles, correspondientes a discursos de inercia, en un contexto de decadencia posmoderno, en una guerra anacrónica, de una conflagración sin horizontes. Se trata de la concurrencia interimperialista o, mas bien, mejor dicho, interimperial, sin embargo, hay que evaluar las dinámicas complejas inherentes de la guerra. No atenerse tanto a los “argumentos” insostenibles vertidos de este discurso de inercia, sino intentar hacer un análisis desde la perspectiva de la complejidad de la guerra, en el caso que nos ocupa, de la guerra de Ucrania, aunque también de las guerras anteriores de la historia reciente.

 

Parece menester volver a las teorías nómadas, que son parte de episteme compleja, es decir, del pensamiento complejo. Habíamos dicho que el modo de producción capitalista, que forma parte, como contenido nuclear metodológico, del sistema mundo capitalista, contiene implícitamente la estrategia de producción por la producción; pero, también se trata del modo de antiproducción. El capitalismo se desarrolla destruyendo no solamente los ecosistemas, no solamente los cuerpos, que se someten al trabajo, en principio a la esclavización generalizada y después a la esclavización encubierta, que es el trabajo que se da sobre todo en las periferias del sistema mundo capitalista, sino también por que recurre a la guerra como procedimiento de destrucción. Destrucción de lo que tiene como stock, que no puede venderse, debido a la crisis de sobreproducción, destrucción de ciudades y genocidio de poblaciones. La destrucción del stock es parte de la rehabilitación del desarrollo del modo de producción capitalista.

 

Hay que tener en cuenta no solamente las fenomenologías de los espesores territoriales, que tienen que ver con el referente de las teorías nómadas, en un devenir territorialización, devenir desterritorialización y devenir reterritorialización. Se observa que el capitalismo responde a la desterritorialización, en un nivel superior a la desterritorialización dada en el imperio antiguo, empero se produce también una reterritorialización institucional cuando se reinstaura el Estado oriental, en pleno desarrollo del modo capitalista, en la forma de Estado nación, Estado liberal, que es el Estado moderno, incluyendo sus deformaciones y adulteraciones. Sobre todo después, con el desborde geopolítico del imperialismo, que articula perversamente Estado y capital financiero, en una escala de expansión mundial. Podemos comprender las contradicciones actuales en la guerra de Ucrania, cuando, de manera anacrónica, se reviven las figuras del imperialismo, las figuras del imperio antiguo y la figura de un imperio posmoderno restringido, a una parte de este conglomerado de las dominaciones, como hemos escrito en El eterno retorno de la guerra.

 

La estrategia de la antiproducción, que supone la guerra, para reanimar, paradójicamente, la producción, se relaciona con la antipolítica, en plena era del espectáculo y de la simulación. Al respecto, vamos a traer a colación la tesis de los flujos dinerarios, como parte de la fenomenología de la fetichización generalizada, sobre todo de la máquina fabulosa de la fertilización, que es la ideología. Decimos que la economía, en tanto ideología, corresponde a distintos flujos dinerarios. Incluso podemos distinguir flujos dinerarios de acumulación respecto de flujos dinerarios de compra y venta, de pago, que sirven también para pagar salarios ysueldos. Esta diferencial de flujos dinerarios se recicla nuevamente o vuelven a los flujos dinerarios de la acumulación, que es propiamente la valorización del capital. Existe el dinero fluido en contraposición al dinero de compra, esta distinción es importante porque implica distintas cualidades, distintos espacios, en los que se mueven estas cualidades y, por lo tanto,exigen distintas cuantificaciones. No son lo mismo, el salario no es capital y no es susceptible de capitalizarse, puesto que sirve como dinero de compra de bienes de consumo. En cambio el capital, el flujo de capital, la acumulación, la valorización, la plusvalía, es inmediatamente el capitalizable, es eso valorización dineraria. Solo el flujo dinerario capitalizable se valoriza. El salario y el sueldo vuelven al flujo dinerario capitalizable, una vez que se invierten, una vez que compran, una vez que se gastan en bienes de consumo. Se integran y se articulan los distintosflujos dinerarios; esta integración hace al capital. Es en esta articulación integrada del capital que tenemos que comprender la producción o la destrucción del capital, el stock de capital.Destrucción que tienen que ver con estrategias o desenlaces desde la salida de la crisis de sobreproducción, donde la guerra forma parte del modo de producción capitalista, forma parte del sistema mundo capitalista, no solamente como geopolítica, sino como parte del ciclo de la acumulación de capital. La guerra es de parte del ciclo de la valorización, que supone, paradójicamente, la muerte de parte del stock, para poder nuevamente habilitar o liberar los flujos de capital., para lograr nuevamente la acumulación. No hay que olvidar que la guerra forma parte del modo de producción capitalista, entonces falta entender a cabalidad que la guerra forma parte de el sistema mundo capitalista. Supone la destrucción que anima nuevamente la producción misma; solo así se da lugar a valorización.

 

 

Análisis de la guerra desde una mirada retrospectiva

 

Hablando de guerra, del eterno retorno de la guerra, del enunciado criticado por nosotros,enunciado evidentemente inherente a las distintas conceptualización, que se puedan haber hecho, que es el enunciado de la guerra justa, tenemos que tomar en cuenta otras guerras. Por ejemplo, las guerras que se han dado en las periferias del sistema mundo capitalista, particularmente no podemos olvidarnos de las guerras largas, que tienen que ver con la guerra de guerrillas, por ejemplo, en Colombia, que ha durado más de cuarenta años, solo considerando la guerra de guerrillas de las FARC. Si tomamos en cuenta otros escenarios, otros contextos, otras coyunturas, además de otros proyectos y desplazamientos de ejércitos guerrilleros en Colombia, podemos hablar de más de medio siglo, hasta, incluso, podemos hablar de los cien años de soledad, que hacen de referencia temporal de la novela de Gabriel García Márquez. Se tienes que tener en cuenta estas guerras, puesto que en estas guerras está involucrada la geopolítica de los Estados Unidos de Norteamérica, que, concretamente en Colombia, ha promocionado a los grupos paramilitares y al narcotráfico, sostienen al gobierno gamonal y al Estado narco de Colombia, tanto en las versiones de Álvaro Uribe, así como de Iván Duque. Otras guerras de guerrillas como las dadas en Nicaragua, que incluye la guerra de los “contras” contra la revolución nicaragüense. Ahora ha desaparecido la revolución, ahora lo que tenemos es un esquema paradójico y dualista de poder, simétrico y similar. En ambos lados, por un lado y por el otro, los supuestos enemigos, gobierno de derecha y gobierno de izquierda, tenemos a narco-Estados; ambas estructuras de poder se parecen, aunque no necesariamente en el discurso, donde se diferencian los perfiles políticos, pero solo en la apariencia ideológica. El Estado de Colombia y el Estado Bolivariano de Venezuela corresponden a similares  estructura de poder, comparten una parecida estructura del lado oscuro del poder.

 

Tomar en cuenta estas guerras amplia el panorama y la temporalidad, así como la cromática de la guerra. Nos da una perspectiva mucho más amplia y aguda de lo que estamos hablando. Incluso Podemos contar con una mayor perspicacia con relación a la guerra de Ucrania. Abordar mejor el análisis del presente a partir de una mirada retrospectiva del pasado. Al referirnos a las guerras previas a la guerra de Ucrania, a la genealogía de la guerra desde los tiempos del imperio zarista, habíamos hablado de los hilos de la guerra de la Federación de Rusia, desde las guerras de Chechenia hasta la guerra de Ucrania. Así mismo habíamos hablado de las otras guerras, en las que se involucraron la OTAN y los Estados Unidos de Norteamérica. La primera y la segunda guerra del Golfo, la intervención punitiva, bélica y destructiva en Libia, incluso los eventos bélicos que se han desatado en el Líbano, una guerra intermitente y larga, lo que sucede en la reciente ocupación de Irak, el mapa de enfrentamientos con con el ejército fundamentalista del Estado Islámico. Con estas ampliaciones con otros hilos del tejido del entramado bélico. Las intervenciones de los Estados Unidos de Norteamérica y de sus agencias de inteligencia, sus conspiraciones y sus maniobras secretas, que se conforman en la época en de la guerra fría, vinculadas a golpes de Estado, además de otro tipo de sabotajes. Si bien se pueden considerar desplazamientos   en el contexto contemporáneo, modificando los estilos políticos, cierta incumbencia perversa no ha cambiado, por ejemplo, en lo que respecta a lo que acabamos de decir, al apoyo norteamericano al gobierno conservador de Duque y al narco-Estado de Colombia. Como se verá hay varios hilos con relación a la genealogía de la guerra. Tomando en cuenta el arte del tejido en el análisis podemos intentar una interpretación compleja de la guerra, a su vez, más completa de la guerra, de la historia de la guerra, de la genealogía de las guerras, de sus diferencias y singularidades, de sus matices contextuales, efectuando una interpretación más cabal de la guerra de Ucrania.

 

Podemos decir, lanzando hipótesis interpretativas, que no solamente hay guerras en la historia moderna, sino que la guerra es parte intrínsica de la historia moderna, la guerra es parte intrínseca del desarrollo capitalista. Lo hemos dicho, sin embargo, lo que queremos hacer es insistir y remarcar más en esto, hasta convertirlo en otro tipo de enunciación. Hablamos de que la historia es la historia de la guerra, aunque suene un tanto exagerando, dibujando una figura extrema, pero esta exageración, esta figura extrema, nos podría ayudar hacer una mejor interpretación de lo que está ocurriendo. Es como si dijéramos que no podemos salir de la guerra, la guerra está íntimamente vinculada la civilización moderna, a la misma existencia del sistema mundo capitalista; la guerra es intrínseca a la geopolítica del sistema mundo capitalista, al modo de producción capitalista y, como hemos dicho anteriormente, al modo de destrucción capitalista, que tiene que ver con la guerra. Se trata de una forma de volver habilitar la gestión de la valorización, de la acumulación ampliada de capital; entonces no solamente se trata de una crítica de la razón de Estado, de la irracionalidad de la guerra, de la crítica de la crisis interimperial, de sus múltiples disputas y distribuidas conflagraciones, así como concurrencias por la jerarquía de la dominación mundial en el orden global. Se trata de algo estructural, algo inmanente a la estructura misma del sistema mundo capitalista y del modo de producción capitalista, que tiene que ver con la guerra; no solamente con la competencia, que es lo que mitifica el discurso neoliberal, sino con la guerra misma, la competencia extrema como guerra. La guerra no solamente está en el horizonte, en la proyección histórica, no solo que es intermitente, tampoco solo está en los ciclos largos del capitalismo, sino que la guerra es una especie de inmanencia, abusando del término, es esencial; como si dijéramos que estamos en un modo de producción maldito, para jugar con esa figura la civilización moderna maldita. Un sistema mundo capitalista maldito, que constantemente va a hacer emerger desde adentro de la guerra. No se puede escapar de la guerra.

 

Lo que decimos es importante incluso como consecuencia en términos operativos. De alguna manera se puede disponer de esta perspectiva como crítica a los que se apegan, de manera inocente, a la diplomacia, como si pudiera detener la guerra o las estrategias políticas internacionales, como si pudieran detener la guerra las normas internacionales, las buenas intenciones y exigencias, que garantizan distintos organismos internacionales, incluso involucrando a los gobernantes implicados en la guerra. No es un problema de voluntades, se trata de la inmanencia estructural y de la estructura inmanente al sistema mundo capitalista;por lo tanto, parar la guerra implica parar al sistema mundo capitalista, suspenderlo, mejor clausurarlo.

 

La guerra como núcleo inicial del nacimiento del Estado

 

Volviendo al tema de la guerra, a la crítica de la guerra como acontecimiento inherente, inmanente al modo de producción capitalista, al sistema mundo capitalista, e incluso a las civilización moderna, vamos a acordarnos de aquellas tesis de las teorías nómadas que interpretan la deuda infinita como la inoculación del primer acto de dominación, propiamente dicho. Por parte, como acto inaugural de inscripción inicial del déspota, la encarnación misma de la deuda infinita, del acreedor absoluto del pueblo, de los pueblos encerrados en el imperio. La moneda es, desde ya, desde sus orígenes, una invención del Estado, más que ser una invención del mercado. La clave del nacimiento de la moneda es el tributo, no como piensa la economía política y como piensa la economía clásica, atribuyéndole al mercado y al intercambio el nacimiento de la moneda. No es así, desde la perspectiva de las teorías nómadas; la moneda es una invención del Estado para pagar el tributo, para facilitar la cuantificación del tributo; primero tributo en especie, luego tributo monetario. La misma es una materialización, la anticipación  del rostro del déspota, es el sello del poder. El poder que recorre con la  circulación monetaria, que atraviesan los mercados los circuitos y los intercambios, apoderándose de parte de la energía social, convirtiendo esa apropiación en huella de expropiación, a través  del tributo. Estamos hablando de la moneda como mecanismo del tributo, pero también estamos hablando de la moneda como sello del déspota del imperio. Por donde circula la moneda es por donde se extiende el imperio, incluso donde irradia el imperio, extendiéndose, yendo más allá de sus fronteras. De esta modo, de alguna manera, podríamos deducir también, interpretando especulativamente, que el mercado es una invención del Estado despótico, es una invención del imperio. No es que nace el mercado, en la libre gestión y determinación de los usuarios, de los vendedores y compradores; otra invención, otro mito liberal, otro mito de la economía política y de la economía clásica y neoclásica, mito heredado por la economía neoliberal.

 

Es el estado que está al inicio de estas genealogías e historias, sobre todo de la historia del modo de producción capitalista. ¿Cómo nace el modo de producción capitalista? El marxismo concibe el modo de producción capitalista como parte de la liberación de fuerzas, establecimiento de un contrato económico, entre propietarios no trabajadores y trabajadoras no propietarios; esta tesis forma parte del mito liberal. Marx no deja de ser liberal en este tipo de tesis, olvida que se da antes el nacimiento de dominación, el nacimiento de poder, que da lugar no solamente al mercado, no solamente el tributo, sino al mismo modo de producción capitalista; el modo de producción capitalista supone no solamente lo que dice Marx, una masa crítica monetaria, que se transforma de dinero, a partir de un punto de inflexión, en capital, sino que supone el monopolio de los medios de producción. Monopolio, que, de por sí, es ya una dominación. Desde la descripción de la historia del capitalismo, el capitalismo tiene que ver con la metamorfosis de los terratenientes, que se desplazan socialmente, siendo nobles se convierten en burgueses, contando con su monopolio de la tierra,  convertido en monopolio dinerario, en monopolio de capital y en monopolio de medios de producción. Estos nacimientos no pueden ser olvidados, de ninguna manera, sin embargo, lo que nos interesa fundamentalmente es que se produce una nueva desterritorialización con el nacimiento del capitalismo. Concebido metafóricamente como desierto, cuando se produce la decodificación extrema. Se da lugar como una liberación de fuerzas, una suspensión de la instituciones, cuando todo lo sólido se desvanece en el aire. Empero, de manera paradójica, aterradas por este desborde vertiginosos de la modernidad temprana, las clases privilegiadas, en este caso monopólicas, no quieren perder sus privilegio; son estas clases dominantes las que restauran el Estado. En consecuencia, jugando con nuestra propias hipótesis especulativas, el nacimiento del modo de producción capitalista, como tal, se da lugar en un momento de ruptura, de crisis del antiguo régimen, del viejo Estado, momento donde se suspende el Estado mismo y sus instituciones; la vertiginosidad desbordante de la modernidad temprana podía haber dado lugar a otra forma de sociedad y civilización, quizás transcivilización, sin embargo, las clases dominantes, aunque aburguesadas, no podían soportar esta situación y este devenir, prefirieron dar marcha atrás y restaurar el Estado, para garantizar la génesis de los monopolios.

 

No es pues la liberación de fuerzas lo que da lugar, propiamente, al modo de producción capitalista, sino la restauración de los monopolios y el retorno al Estado en su forma moderna, en su forma de Estado nación.

 

La genealogía del Estado moderno pasa por distintas formas, de Estado territorial, soberano y, a la vez, policial, se pasa al Estado disciplinario, propiamente moderno, después se pasa a la forma de Estado flexibilizado, en el contexto del diagrama de poder del control, cuando el objeto del poder ya no es el territorio, no es el cuerpo para disciplinar, sino la población. Hablamos de una forma de Estado de control, aunque también de simulación, cuyos efectos de masa son notorios, hablamos de los efectos estadístico de las políticas de población. El mecanismo apropiado de estas políticas es la institucionalización de la cuantificación demográfica. Con la forma de Estado del control, donde las políticas tienen efectos masivos, efectos estadísticos,entramos a la biopolítica, en el sentido que le da Michel Foucault. En sentido más preciso, Negri y Hardt, diferencian biopoder de biopolítica, siendo el biopoder la máquina de poder, siendo la biopolítica la espontaneidad y creatividad social.

 

Constatamos la genealogía del Estado, entonces nunca habría desaparecido el Estado, siempre estaba ahí, nunca se ha dado una especie de interregno, de paraíso social, donde habría desaparecido el Estado, salvo en el momento mismo, fugaz, de su suspensión, en pleno vacío de las instituciones cuestionadas e interpeladas. El Estado se suspende momentáneamente  para retornar monstruosamente. El Estado nace en el oriente, sabemos que se forman también ciudades Estado, por ejemplo en Grecia, pero todo esto no es pensable sin esa concepción territorial, que sufre la desterritorialización. Desterritorialización soberana, en tanto hablamos del soberano, del supremo, que es el déspota. No habría desaparecido el Estado con los desplazamientos de desterritorialización capitalista.

Volvamos a la hipótesis de la guerra de conquista, la guerra inicial, de instauración de la dominación, de invasión, de anexión y de expansión, que supone el monopolio simbólico de la nobleza o de un clan, convertido en una dinastía. Entonces el núcleo del Estado no es exactamente el Estado de excepción, como habíamos supuesto anteriormente, en otros ensayos y otras hipótesis interpretativas, sino que el núcleo del Estado es la guerra. No es un Estado de excepción porque para que haya Estado de excepción ya tiene que haber habido un Estado, en el sentido jurídico jurídico político; tiene que haber habido la ley, para que se decrete la ley de excepción. La guerra no es una ley, la guerra es un acontecimiento, en consecuencia, el acontecimiento inicial del Estado es la guerra.

 

[1] Leer de Laurence Peter Cinco conflictos que han enfrentado a la OTAN con Rusia. BBC.

 

El eterno retorno de la guerra

El eterno retorno de la guerra

Raúl Prada Alcoreza

 

 

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Vamos a intentar hacer un análisis correspondiente a la recientes crisis bélica en Europa, que compromete a la Federación Rusa y a la República de Ucrania, de manera directa, pero también compromete a la OTAN y a la República Popular de China, en acuerdo con la Federación Rusa y los gobiernos que apoyan a Vladimir Putin, en su acción de invasión a Ucrania. Entonces, compromete, si ustedes quieren, al mundo, pues como posibilidad incierta aparece la tercera guerra mundial; por lo tanto no estamos hablando de poca cosa, ni tampoco de una coyuntura cualquiera de la crisis múltiple de el Estado nación y del orden mundial, del imperio. Sino estamos hablando de una crisis altamente peligrosa por las consecuencias bélicas que se pueden desprender. En este sentido, nos interesa intentar un análisis de lo que está ocurriendo en Europa, desde la perspectiva de la complejidad. Para tal efecto, vamos a lanzar algunas hipótesis interpretativas y establecer algunas herramientas de análisis que nos permitan la interpretación de este reciente acontecimiento bélico.

 

 

Hipótesis

 

Asistimos a una coyuntura convulsa y peligrosa, en plena crisis de la civilización moderna, en plena crisis desenvuelta del imperio, del orden mundial de las dominaciones y, obviamente, en plena crisis desplegada del Estado nación; en consecuencia, crisis múltiple, a la que podemos denominar correspondiente  a la clausura del ciclo largo del capitalismo vigente, bajo la hegemonía de los Estados Unidos de Norteamérica. Lo que pueda venir después, corresponde a las conjeturas. Una de las apreciaciones o estimaciones establecidas por Giovanni Arrighi, en el Largo siglo XX, fue de que, después de la clausura del ciclo largo del capitalismo vigente, posiblemente ingresaríamos a otra hegemonía, relativa a otro ciclo largo del capitalismo, bajo la jerarquía de otro predominio. En este caso la probabilidad era de que China se haga cargo de esta hegemonía; sin embargo, lo que establece como hipótesis lo hace en términos suspensivos, como incógnita, puesto que también se encuentra en la posibilidad de la clausura definitiva de todos los ciclos largos del capitalismo, que consideró a Arrighi en el Largo siglo XX, vale decir el ciclo largo genovés, el ciclo largo holandés, el ciclo largo británico y el ciclo largo de los Estados Unidos de Norteamérica. En consecuencia ya no habría más ciclos largos del capitalismo, entraríamos a otro horizonte histórico, político y cultural.

 

Considerando este panorama o, si ustedes quieren, este escenario presente, relacionado a la reciente crisis bélica europea, el mismo puede interpretarse a partir de este contexto. Desde esta perspectiva, se trataría, entonces, de desesperados intentos histórico-políticos y jurídico-políticos e histórico-institucionales-políticos, de alcance mundial, por mantener la hegemonía, mejor dicho el dominio global logrado. En otro caso, de dar lugar a la emergencia de otra hegemonía, mejor dicho, otro dominio; empero, cualquiera de estas dos alternativas, inclusive las dos en pugna, mantenidas paralelamente y en contraste, se dan, definitivamente, en pleno crepúsculo de la civilización moderna;  por lo tanto, en plena clausura del sistema mundo capitalista, lo que le da de por sí otro carácter a la interpretación del acontecimiento bélico reciente europeo. En consecuencia tenemos:

 

Pon un lado, a la Federación Rusa, que vive esta crisis, que hemos denominado crisis múltiple de la civilización moderna, del sistema mundo capitalista y del Estado nación, con la singularidad propia que corresponde. Hablamos de la genealogía de los diagramas de poder y las estructuras de dominación, que se han dado en esta parte del continente euroasiático, desde los comienzos mismos de la modernidad. Hablaríamos de la consolidación del imperio zarista, basado fundamentalmente en un Estado aristocrático, en una monarquía altamente centralizada, sostenida, en sus perfiles personalizados, en una nobleza extensa, propietaria de la tierra, vinculada a la religión ortodoxa y también vinculada al ejército imperial, así como a un sistema extenso y burocrático, relacionado tanto a la nobleza como a esta burocracia estatal. Estos dispositivos y esta composición anacrónica habría entrado en una suerte de decadencia, en un contexto mundial de alta pujanza y desarrollo del ciclo de capitalismo vigente. En realidad, dos ciclos marcados, desde entonces, el nacimiento de la formación social en cuestión, hasta ahora; uno de ellos tiene que ver con la hegemonía británica y el otro tiene que ver con la hegemonía norteamericana. Se puede anotar también las hegemonías, mejor dicho dominios,  anteriores que hemos mencionado. Entonces la formación social e histórica euroasiática se desenvuelve, en esta parte del mundo, en esta parte del continente eurasiático en términos de las composiciones y dispositivos de poder de la dominación  del régimen zarista. Estaríamos hablando, de manera clásica, por así decirlo, de la forma imperio antigua, es decir, de esta formación basada en la desterritorialización formal, que se instituye y se constituye sobre la base del aparato burocrático y administrativo de un modo administrativo tributario. El imperio zarista se habría desarrollado sobre intermitentes conquistas, guerras de conquista, pero también de alianzas territoriales y de noblezas, así como de alianzas entre conformaciones guerreras, como la de los tártaros. El imperio zarista se habría sostenido sobre la legitimidad religiosa, el ritual, la ceremonialidad y el simbolismo de la iglesia ortodoxa cristiana. Es esto lo que está en el sustrato de la genealogía del poder de la formación social eurasiática rusa. Lo que Max habría considerado, desde la perspectiva de la crítica de la economía política, el modo de producción asiático.

 

El imperio zarista se hunde en el transcurso de la Primera Guerra Mundial. Ya la revolución de 1905, revolución democrática, vanguardizada por obreros y quizás por los primeros soviets o antecedentes del soviet. El 9 de enero de 1905, día conocido como Domingo Sangriento, hubo una marcha pacífica de protesta de obreros en San Petersburgo. El objetivo de la marcha era entregar al zar una petición de mejoras laborales. Iba encabezada por un sacerdote, el clérigo Gueorgui Gapón,  explícitamente no respondía a alguna reivindicación política clara; se trataba fundamentalmente de una marcha obrera y campesina, además de familias pobres. En la marcha los obreros y campesinos, además de las familias,  avanzaban llevando íconos religiosos y cruces; marchaban desarmados.

 

La manifestación fue cruentamente reprimida por soldados de infantería y tropas cosacas, apostados enfrente del Palacio de Invierno. Estas tropas dispararon sucesivas descargas de fusilería contra la multitud desarmada, para después perseguir por calles y avenidas a los sobrevivientes, fusilando durante un prolongado lapso, cobrándose un número grande de víctimas, muertos, heridos y desaparecidos. Los periódicos de entonces hablaron de al menos dos mil muertos, entre hombres, mujeres y niños, más un número indeterminado de heridos. El zar Nicolás II no se encontraba en la ciudad; la había abandonado temiendo por su vida. Cuando se difundieron las noticias de la sangrienta represión política en la capital, se generó una oleada de protestas en toda Rusia. Se dio lugar al divorcio definitivo entre el zar y el pueblo, la masa de campesinos y obreros, además de las familias pobres. El pueblo ruso que sale a la plaza del Palacio de Invierno a encontrarse con el Zar, el padre Zar, encuentra la masacre. Los cosacos responden con fusilería, perpetrando una masacre sangrienta. Durante la revolución se demandó la convocatoria a la Asamblea Constituyente.

 

En pleno desenlace de la  primera guerra mundial, el aparatoso imperios zarista se hunde estrepitosamente, arrastrando a un ejército anacrónico, no modernizado. En el contexto económico se cuenta con una industria manejada por el capital europeo, con una burguesía incipiente, una nobleza decadente, teniendo, en el contexto social, la emergencia de la efervescencia campesina. En el frente de guerra, congelado, detenido, postrado dramáticamente en las trincheras, se forman organizaciones de contrapoder, de carácter socialista revolucionario, social demócrata y también anarquistas. Estas organizaciones clandestinas se van a oponer a la continuación de la guerra, van a pedir la paz. En febrero de 1917 se desata la revolución soviética, soldados, obreros y campesinos armados toman los cuarteles, las ciudades, los ferrocarriles y las fábricas; en este contexto se convoca a la Asamblea Constituyente. Dos meses más tarde es difundida la tesis de Lenin, la conocida Tesis de Abril, que proclama todo el poder a los soviet. Hay que tener en cuenta que la revolución ya estaba dada, a principios del año. En esta coyuntura se procede a la persecución de los llamados bolcheviques, que son una escisión del partido social demócrata, que disputaban el mando del partido con los llamados menchevique. En octubre se da un golpe de Estado, tal cual lo define León Trotski en la Historia de la revolución rusa; golpe de Estado contra la Asamblea Constituyente y contra el gobierno de Aleksándr Kerensky. Los bolcheviques toman el poder y se instaura un gobierno socialista, en cuyo sustrato se encuentran los soviets armados, donde no eran mayoría los bolcheviques sino los social revolucionarios y anarquistas. El golpe contra la Asamblea Constituyente y contra el gobierno de Kerensky se da lugar en las condiciones y situación que puede ser definida como de la pugna de los bolcheviques por el control de los soviets. En ese contexto crítico de la emergencia de la revolución proletaria y campesina se da lugar la intervención imperialista contra la Patria Socialista, lo que se va a conocer como guerra civil de los rusos blancos contra la República de los Soviets. En esta álgida coyuntura los soviets, tomando en cuenta el pedido del Partido Comunista, van a transferir provisionalmente el mando al Partido Comunista y al Comité Central del Partido Comunista; por lo tanto, se da la transferencia de poder al gobierno bolchevique, con el objeto de enfrentar la emergencia de la guerra civil, con el compromiso de que, una vez terminada la guerra, si se ganaba la misma, el gobierno bolchevique, el Partido Comunista, por tanto el Comité Central, devolverían el poder a los soviets. Después de la victoria del ejército rojo contra los rusos blancos, contra los ejercicios de intervención imperialistas, no se deriva, como se esperaba, en la devolución del poder a los soviets, sino, al contrario, se cae en la concentración del poder en el Partido Comunista, en el gobierno bolchevique y en el Comité Central.

 

Lo qué viene después es historia conocida. Posteriormente al atentado que sufre Lenin y sobre todo después de su muerte, teniendo en cuenta además que gran parte de los militantes del Partido Comunista, formados y templados, terminan muertos en plena guerra, dejan un vacío notorio. Quedando prácticamente el control del aparato burocrático del gobierno revolucionario en manos de los funcionarios. Se da lugar, entonces, a una situación adversa a la militancia curtida en la lucha, en el exilio y en la resistencia, cayendo el control efectivo de los engranajes del poder en la burocracia administrativa, una burocracia afín a Joseph Stalin, un miembro gris del Comité Central del Partido Comunista. A la muerte de Lenin la pugna de la herencia del mando del Comité central se da entre Joseph Stalin y León Trotsky. Trotsky pierde esta pugna, aunque no solamente León Trotsky, quién fungió de organizador y conductor del ejército rojo victorioso en la guerra civil, sino también todo el resto del Comité Central. Salvo Joseph Stalin, todo el Comité Central es asesinado por mandato y órdenes de Joseph Stalin. En consecuencia, lo que se conforma corresponde a la instauración de un inmenso imperio socialista, heredero del imperio zarista, bajo el nombre de Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, que de soviéticas solo tienen el nombre. Se conforma y reconstituye, recurriendo a la interpretación de Karl Kautsky, el modo de producción asiático, de ninguna manera se desarrolla una revolución por etapas, que cumple con las tareas democráticos burguesas pendientes y con el desarrollo capitalista faltante, para dar lugar a las condiciones de posibilidad histórica de un modo de producción socialista; mucho menos se da una revolución permanente, como la propugnada por Trotsky, si no se da una regresión y unas restauración barroca de una forma de gubernamental burocrática. Desaparecida la burguesía y la nobleza, la que sustituye a la burguesía y a la nobleza es la burocracia del Partido Comunista. Emerge, entonces, un anacronismo monstruoso, que hemos llamado una monarquía socialista. Que lo primero que hace es restaurar la represión del Estado contra las vanguardias de la revolución. El caso más conocido es la represión a los marineros Kronstadt, vanguardia de la revolución rusa, quienes demandaron la devolución del poder a los soviets, el retorno a la democracia obrera, es decir de la democracia de los soviets. La respuesta de Lenin a esta demanda, legitima y acordada, es mandar al rojo a reprimir a los marineros de Kronstadt; se perpetra la masacre de la vanguardia de la revolución, masacre conducida por Trotsky. Este es el comienzo del gran retroceso, de la regresión y de las restauración del fantasma mismo del imperio zarista, bajo el nombre y la legitimidad de una supuesta revolución socialista. Que a los ojos de los partidos comunistas y de la tercera internacional se va a presentar como la Patria Socialista, no solamente del proletariado ruso sino del proletariado de todo el mundo. No solamente asistimos a una paradójica situación, una contrarrevolución dentro de la revolución, sino a una impostura del tamaño del mundo, que ya se encuentra en pleno proceso de globalización. ¿Adónde apuntamos con este recuento? Que en este contexto se preparan las condiciones de posibilidad, setenta años después de la revolución, para un segundo hundimiento de la forma imperial restaurada, al hundimiento del socialismo real, del socialismo de la burocracia del Partido Comunista, por lo tanto, de un impostura del tamaño gigantesco del mundo moderno.

 

 

Descripción

 

Entonces la disolución de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) se efectúa entre 1990 y 1991. corresponde a la desintegración de las estructuras políticas federales y el gobierno central de la URSS, que derivó en la independencia de quince repúblicas; independencia dada entre el 11 de marzo de 1990 y el 25 de diciembre de 1991. En estas condiciones se acordó el Tratado de Belavezha, que corresponde a un acuerdo internacional firmado el 8 de diciembre de 1991, por los presidentes de la República Socialista de la Federación Soviética de Rusa, la República Socialista Soviética de Ucrania y la República Socialista Soviética de Bielorusia; firmaron el acuerdo  Borís Yeltsin, Leonid Kravchuk y Stanislav Dhushévich, en la reserva natural de Belovézhskaya Puscha. La firma del Tratado fue comunicada por teléfono al entonces presidente de la Unión Soviética, Mijaíl Gorbachov. Con la firma del Tratado se declara la disolución oficial de la URSS, poniendo fin a la vigencia del Tratado de Creación de la URSS.  

 

El periodo de Yeltsin a Putin es un periodo de inestabilidad gubernamental y de evidente crisis de legitimidad que, no está demás decirlo, corresponde a la crisis ideológica, también a la crisis de la misma formación social euroasiática. Ciertamente, después de la muerte de Stalin, también se puede hablar de una crisis ideológica, pero se trata, en este caso, de una crisis distinta y en un contexto diferente; hablamos de la crisis del Partido Comunista, crisis diferida, encubierta y silenciada por los aparatos ideológicos de la burocracia, que gobierna la URSS y por la llamada Tercera Internacional. Crisis distinta a la crisis del imperio zarista, que es como el sustrato genealógico de lo que no deja de ser un social imperialismo, tal como definía a la Unión Soviética Mao Zedong. En el ciclo largo, tenemos entonces dos crisis ideológicas y de legitimación, en contextos distintos y en situaciones diferentes, lo que equivale a interpretarlas de manera distinta y diferente.

 

No hay que olvidar la crisis de gobernabilidad del imperio zarista, sobre todo evidenciada al principio del siglo XX y arrastrada a largo de la década, que viene después de la revolución de 1905, revolución social y política que no toma el poder pero deja al régimen zarista carcomido por dentro y, prácticamente, sin cimientos sólidos para sostenerse; solo ocurre, por así decirlo, la reforma superestructural, se conforma una monarquía constitucional. Por eso la crisis de la primera guerra mundial deriva en el derrumbe del imperio zarista.

 

En la perspectiva histórica tenemos tres crisis en tres contextos diferentes, si consideramos la crisis actual del régimen híbrido, que terminó armando Vladimir Putin. ¿Se trata acaso de un nuevo estilo de crisis de legitimidad, de crisis ideológica, además de crisis degubernamentalidad? Para responder esta pregunta no podemos olvidarnos de la primera y la segunda guerra de Chechenia dónde se pone a prueba el ejército de la Federación Rusa, que a duras penas logra tomar la capital de Chechenia, Gozni. Tampoco podemos olvidarnos de la guerra de Georgia, llamada también a guerra de Osetia del Sur de 2008, que fue un conflicto armado entre Georgia, por un lado, y las repúblicas prorrusas de Osetia del Sur y Abjasia, interviniendo la misma Federación de Rusia, por el otro lado. Empezó el 7 de agosto del 2008. Los combates se iniciaron en Osetia del Sur, con la Batalla de Ysjinval,  y se extendieron posteriormente a otras regiones de Georgia y al Mar Negro. 

 

Se dice que la estabilidad es un logro de Putin.  Durante los gobiernos de Putin se moderniza el ejército, se recupera la capacidad del complejo militar tecnológico y científico, se restablece su presencia geopolítica, sin embargo la Federación de Rusia no deja de ser una potencia disminuida, comparada con la situación de la URSS en el mundo,  a pesar de sus intentos desesperados de intervención geopolítica en el mundo, por ejemplo en Siria, donde interviene en defensa del gobierno oprobioso de Bashar al-Asad.

 

 

Breves anotaciones históricas

 

La historia de Ucrania comienza en el año 882 con el establecimiento de la Rus de Kiev. La Rus de Kiev estuvo habitada por diversas tribus de eslavos orientales, principalmente por los rutenos. Ucrania fue el centro del área habitada por este grupo. La Rus de Kiev se convirtió en el Estado más grande y poderoso de Europa, ​ siendo Kiev la ciudad más grande y con población más numerosa del continente en esa época. No se conoce mucho acerca de la Rus de Kiev debido a que, tras la invasión mongola en 1256, el Estado fue reducido a cenizas. Después de la desintegración de la Rus de Kiev, uno de sus principados, el Principado de Galicia-Volinia, se convirtió en el Reino de Rutenia o Reino de la Rus, continuando la jerarquía heredada de la Rus de Kiev. En 1349, el Reino de Rutenia se unió a Lituania formándose así el Gran Ducado Lituano, Ruteno y Aukštaitija. Al finalizar la dinastía Jagellón, el territorio de Rutenia o Ucrania se incorporó a la República de las Dos Naciones en 1569. En un tratado posterior se acordó el establecimiento del Gran Ducado de la Rus o Gran Ducado de Rutenia, pero debido al deseo de los cosacos del Sich de Zaporozhua de establecer un Estado independiente, en 1648, a consecuencia de la rebelión de Jmelnitski se formó el Hetmanato cosaco o la Ucrania cosaca. Se vivieron unas décadas de prosperidad, sin embargo, el Hetmanato fue dividiéndose gradualmente entre la República de las Dos Naciones y el Zarato moscovita, que, desde 1721  se considera imperio ruso, hasta el año 1772, cuando el Hetmanato desapareció por completo. En el territorio de Ucrania, ocupado por el Imperio ruso, la población y cultura ucraniana fue discriminada, intentando hacer desaparecer el idioma ucraniano antiguo, prohibiendo la literatura, la música y las misas en ucraniano. También se organizó la emigración masiva de población ucraniana a lugares remotos del imperio, lo que después daría lugar a la aparición de las colonias de Ucrania Verde, Ucrania Gris o Ucrania Amarilla. La caída del imperio ruso,  después de la revolución de febrero de 1917, dio lugar a la guerra de independencia de Ucrania.  Emergió la República Popular de Ucrania, la República Popular de Ucrania Occidental, el Segundo Hetmanato y la República de Jolodnoyarsk. En el transcurso de la guerra, Ucrania Occidental se unificó con Ucrania en 1919. En la Conferencia de Paz de París de 1919 se reclamó todo el territorio, donde la población ucraniana representaba una mayoría. Hablamos del territorio de la actual Ucrania, Kubán  e importantes regiones de la actual Bielorusia y Federación Rusa. Como resultado de la guerra de independencia, la República Popular Ucraniana fue derrotada y su territorio fue repartido principalmente entre Polonia y la Unión Soviética, que asignó un muy reducido territorio a la República Socialista Soviética de Ucrania en 1921. En 1922, la RSS de Ucrania fue una de las repúblicas fundadoras de la Unión Soviética, consolidándose la unión con la firma del Tratado de Creación de la URSS. 

 

En la época de la Unión Soviética (1922-1991), en mayor medida que en el Imperio ruso, la población ucraniana fue afectada con limpiezas étnicas, como el Holofomor en 1933, donde murieron entre cuatro millones y doce millones de ucranianos; el idioma ucraniano fue suprimido en gran medida en los años siguientes de la rusificación de Ucrania, razón por la cual hay tantos rusohablantes en Ucrania contemporánea. El movimiento nacionalista ucraniano pasó a la clandestinidad, cobrando importancia, entre los años 1942 y 1956, con el Ejército Insurgente Ucraniano (UPA), que intentó establecer un Estado independiente combatiendo a la invasión nazi y a los soviéticos, aunque sin éxito. En 1945, la RSS de Ucrania se convirtió en uno de los miembros fundadores de la ONU. ​

 

Ucrania se convirtió en un Estado independiente el 24 de agosto de 1991, posteriormente al intento de golpe de Estado en la Unión Soviética, crisis política que condujo finalmente a la disolución de la Unión Soviética, en diciembre del mismo año. ​ Desde entonces se encuentra en un proceso de transición de “descomunización”, embarcándose hacia una economía de mercado y hacia un Estado correspondiente a la democracia formal. Este proceso llevó a una inmediata depresión económica en la década de los años noventa.

 

Al comienzo del siglo XXI, Ucrania comenzó a recuperarse económicamente y empezó a moverse hacia la democracia formal, llevándose a cabo manifestaciones como Ucrania sin Kuchma, en 2001, y la revolución naranja en 2004. Hasta 2007, la economía de Ucrania creció sosteniblemente; sin embargo, a partir de la gran recesión de 2008, padeció una segunda depresión económica. 

 

En 2013, tras la decisión del presidente Viktor Yanukovich de rechazar el dilatado y negociado Acuerdo de Asociación entre Ucrania y la Unión Europea y, por el contrario, estrechar relaciones con la Federación de Rusia para ingresar en la Unión Aduanera Eurasiática, dio comienzo una serie de protestas, principalmente en Kiev, conocidas como el Euromaidán; protestas que, en un momento de alta convocatoria, reunió a más de un millón de manifestantes de toda Ucrania. Como consecuencia de las crecientes tensiones entre los manifestantes y las fuerzas especiales antidisturbios, los llamados bérkuts, se derivó en abiertos enfrentamientos,  llegando incluso, por parte de la represión estatal, al fusilamiento de estudiantes. Posteriormente a estos hechos luctuosos, siguieron enfrentamientos mas cruentos, que dejaron centenares de muertos. Sin embargo, a pesar de la represión, los manifestantes del Euromaidán ganaron esta larga secuencia de batallas en las calles; Víktor Yanukóvich y su gobierno huyeron a la Federación de Rusia. Después la huida de Yanukóvich, la Rada Suprema tomó el control del país, Oleksandr Turchínov asumió la coordinación del Gobierno y la presidencia del Parlamento. En ese contexto, Ucrania se encontraba totalmente desestabilizada, particularmente sus fuerzas armadas se encontraban incomunicadas; circunstancias adversas que fueron aprovechadas por la Federación de Rusia para ocupar y anexar a Crimea, comenzando una operación híbrida con el objeto de ocupar el sureste de Ucrania. Bajo el manto ideológico de esta pretensión geopolítica se desataron movimientos prorusos en Lugansk, Donetsk, Járkov, Odesa, Dnipró y otras ciudades del este de Ucrania.

 

En la coyuntura y el contexto de la elección de un gobierno interino, Oleksandr Turchínov  no estuvo en condiciones de organizar y movilizar a las fuerzas armadas para recuperar Crimea; solo contaba con 5000 efectivos. ​ El presidente interino prefirió desplegar al ejército en el resto de las fronteras de Ucrania, debido al riesgo de una posible invasión rusa. Aprovechando los resultados favorables de las movilizaciones en Lugansk, Donetsk y Járkov, los separatistas prorrusos declararon su independencia respecto de Ucrania, lo que dio comienzo a la guerra en Donbás el 6 de abril de 2014.

 

Las Fuerzas Armadas de Ucrania, débiles al principio de la guerra, se fueron fortaleciendo paulatinamente. Es cuando se elige a Petró Poroshenko, en las elecciones presidenciales de 2014, cuando las fuerzas armadas empezaron a modernizarse y equiparse mejor, llevando a cabo desplazamientos militares de recuperación territorial. Las tropas ucranianas consiguieron recuperar la mayor parte del territorio ocupado por separatistas. Con la firma del protocolo de Minsk, a finales de 2014, el conflicto se congeló, aunque los enfrentamientos esporádicos no cesaron, cobrándose la vida de más de 13 000 ucranianos. A partir de entonces las Fuerzas Armadas de Ucrania se encuentran embarcadas en procesos de organización y modernización, de acuerdo a los patrones de la OTAN, convirtiéndose el 2019 en el tercer ejército más grande de Europa, con un personal total de 1 246 445 efectivos. ​ Ya en otra coyuntura, el 1 de junio de 2016 Ucrania firmó un acuerdo de libre comercio con la Unión Europea.

 

Haciendo consideraciones estadísticas, se puede tener en cuenta que en el 2020, Ucrania ocupaba el 74° puesto en la lista del índice de desarrollo humano (IDH) de 189 países; en equivalencia con Moldavia, mostraba el menor PIB, a valores de paridad de poder adquisitivo (PPA) per cápita de Europa. Sufre una tasa de pobreza muy alta, así como una corrupción muy extendida; sin embargo, debido a sus extensas tierras de cultivo fértiles, Ucrania es uno de los mayores exportadores de cereales del mundo[1].

 

 

 

 

Balance y perspectiva 

 

 

Visto este panorama histórico, mediante una mirada sintética, ¿qué tenemos? Tal parece que nos encontramos con el retorno de la forma imperial, la forma de territorialización imperial, así como con la figura cúspide y simbólica de la figura del déspota, encarnación arquetípica de la deuda infinita territorial, es decir, el modo de producción tributario, inscrito en los cuerpos del eterno deudor, inscrito en las tierras. Tributo que tienen que pagar la gente, el pueblo de las comunidades, las naciones anexadas al extenso cuerpo del imperio. Esto por un lado; por el otro lado, tenemos la otra parte del orden mundial de las dominaciones, correspondientes a las formaciones monopólicas de la geopolítica del imperialismo, es decir, de los imperialismo articulados e integrados en el imperio moderno o, si se quiere, para distinguir, tenemos el imperio posmoderno, tal como lo definen Michael Hardt y Antonio Negri en el libro precisamente titulado Imperio.

 

En el contexto de la contemporaneidad más actual se da lugar a desplazamientos y modificaciones en la geopolítica del sistema mundo capitalista. Dado el desenvolvimiento del desarrollo del ciclo del capitalismo vigente, ya bajo la dominancia del capital financiero especulativo y extractivista, sostenido por el uso destructivo de la tecnología de punta, que supone la división del trabajo a escala mundial, convirtiendo, en principio, a la República Popular de China en la fábrica industrial del mundo, con bajos costos de producción, basados en la esclavización del proletariado posmoderno y en una división altamente desigual, inequitativa, entre ciudad y campo. Empero, aprovechando esta división del trabajo, la economía de la República Popular de China termina convirtiéndose, desde el punto de vista cuantitativo, en la primera economía del mundo. Principalmente deja de ser meramente la fábrica industrial del mundo globalizado y se convierte en la potencia emergente, después se convierte en la primera potencia económica, convirtiéndose también en un complejo tecnológico militar, científico, cibernético y comunicacional, como lo es la hiperpotencia de los Estados Unidos de Norteamérica. En estas circunstancias y condiciones de posibilidad histórico-políticas, el imperio, en el sentido de Hardt y Negri, transforma su composición inherente. La República Popular de China, además de articularse e integrarse a las potencias dominantes del sistema mundo capitalista, entra también en competencia concurrente por establecer su primacía en la jerarquía del imperio moderno o del imperio posmoderno, como lo hemos definido figurativamente.

 

La República popular de China se puede caracterizar, en esta coyuntura y en este contexto mundial del ciclo vigente del capitalismo, bajo la dominancia del capital financiero y especulativo, como la forma imperialista redituada en el contexto de la modernidad tardía y en plena competencia concurrente en la composición del imperio del orden mundial de las dominaciones.

 

En este contexto, relativo a la competencia interior a la formación del imperio, del orden mundial de las dominaciones, la forma de imperio antiguo o la forma imperial antigua redituada y actualizada por la Federación Rusa se alía con la forma de imperialismo, redituada en la condición posmoderna de la República Popular de China. Esta coalición en alianza con formas de gobierno gubernamentalidad de las formaciones sociales de la periferia del sistema mundo capitalista, particularmente de aquellas formas de gobierno clientelares y despóticas, en las circunscripciones de sus países, se enfrenta a la otra parte de la composición del imperio posmoderno, que corresponde a la dominación de la hegemonía de la hiperpotencia de los Estados Unidos de Norteamérica, que encabeza la OTAN. Organización militar que se conformó en plena guerra fría como un sistema de defensa de las formas de gubernamental liberal, sobretodo europeas, frente a lo que va a ser la coalición de los estados del socialismo real, vale decir el Pacto de Varsovia. Terminada la guerra fría los vencedores de la guerra fría, vale decir la OTAN, bajo la conducción de los Estados Unidos de Norteamérica, intentan imponer su dominación en un mundo, pretendidamente unipolar. Sin embargo esto no ocurre, sino, mas bien, de manera paradójica, el contexto mundial se abre a un multipolarismo. La única hiperpotencia de magnitud, en condiciones de fabulosa hipertrofia, el complejo tecnológico, militar científico, cibernético y comunicacional de Estados Unidos de Norteamérica termina en una evidente soledad, donde al parecer la guerra se aleja como un fantasma débil y senil, que pareciera pertenecer al pasado.

 

 

En estas condiciones del contexto mundial, como no hay un enemigo de la talla de la Unión Soviética, la hiperpotencia y sus fabulosas maquinarias terminan monstruosamente hipertrofiadas. Es precisamente en este contexto del desenlace de la guerra fría donde emergen las llamadas potencias emergentes, abriendo un nuevo perfil en la composición del sistema mundo capitalista y una nueva presencia espacio territorial en la geopolítica del sistema mundo capitalista. Este perfil corresponde a la aparición de las potencias emergentes, que median, como un puente perverso, entre la geografía inmensa de las periferias y el centro cambiante del sistema mundo capitalista. Es en este contexto del desenlace de la guerra fría cuando la potencia emergente de la República Popular de China deja de ser meramente una potencia emergente para convertirse, como hemos dicho, en la primera potencia económica y en la segunda o la tercera potencia militar en términos del complejo, tecnológico, militar, económico, cibernético y comunicacional.

 

Observando el ciclo largo de las genealogías de la dominación, podemos ver que, en plena clausura crepuscular del sistema mundo capitalista, particularmente, para situar mejor, del ciclo largo del capitalismo vigente, se da lugar a una competencia interimperial, en plena clausura crepuscular de la civilización moderna, como queriendo despedirse apoteósicamente, con los últimos eventos apocalípticos de este círculo vicioso del poder y de las dominaciones a escala mundial.  En estas circunstancias reaparecen, de manera anacrónica, formaciones pasadas, redituadas en el contexto. Tendríamos por lo menos tres perfiles de formaciones redituadas anacrónicas; una que corresponde a la forma de imperio antiguo redituada; otra que corresponde a la forma de imperialismo, redituada en la posmodernidad; y otra que corresponde a la forma parcial, sesgada, vuelta sobre sí misma, replegada en sí misma, de la forma de imperio posmoderno. En estas condiciones coyunturales mundiales se da lugar o estalla la guerra de la Federación de  Rusia contra la República de Ucrania.

 

El argumento de Putin para perpetrar el invasión a Ucrania es que no le ha quedado otra cosa a la Federación de Rusia después de qué la OTAN ha buscado, por todos los medios, avanzar sus establecimientos en plena frontera con la Federación de Rusia, incluyendo recientemente a Ucrania, república a la que habría  promovido para que se incline por su ingreso a la OTAN. El otro argumento usado por Vladimir Putin es que entre Ucrania y Rusia hay una historia común que tiene que ver con la larga historia eslava. Por otra parte, usando argumentos insostenibles, ha criticado a Vladimir Lenin por haber promovido la independencia de Ucrania y de otras naciones, en la concepción del derecho a la autodeterminación de las naciones, comprendiendo la liberación de las naciones y el reconocimiento plurinacional dentro de la misma Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. Este argumento insostenible de Putin llega al extremo del imaginario conservador que rescata la concepción imperial antigua del zarismo y reconoce el carácter imperialista ruso de Joseph Stalin.

 

Por otra parte el argumento de la OTAN y de los países que la componen, sobre todo de sus gobiernos, es de que la OTAN defiende las democracias los estados liberales del mundo, la “vida occidental” y la decisión de los pueblos y las naciones de escoger con quienes se integran. Este argumento es hipócrita después de que se sabe que la OTAN ha promovido la destrucción de Libia, la destrucción de Siria, la ocupación de Irak, la destrucción de Yugoslavia. Perpetrando una intervención anticipada, parecida a la que efectúa hoy la Federación de Rusia a la geografía territorial de Ucrania. Tampoco escapa a nadie, al analista perspicaz, de qué la OTAN ha promovido la incorporación de Ucrania a la OTAN, buscando arrinconar a la Federación de Rusia, recurriendo a la amplia estrategia geopolítica de la hiperpotencia de los Estados Unidos de América, que dirige la OTAN. Atacar o mermar la primacía económica de la República Popular de China y evitar una posible primacía hegemonía o dominación a secas, a nivel mundial, por parte de la República Popular de China. Primera potencia ya no solamente económica, sino también potencia militar, tecnológica y científica, en camino a convertirse en otro complejo militar, tecnológico, científico, cibernético y comunicacional, equivalente al de Estados Unidos de Norteamérica. En consecuencia, estamos ante juegos geopolíticos, que no dejan de ser anacrónicos, dado el contexto de la crisis múltiple que asola el planeta, crisis ecológica, crisis de la civilización moderna, crisis del sistema mundo capitalista y clausura del  largo ciclo vigente del capitalismo, también crisis de la forma de Estado nación. Por lo tanto, esto implica no solamente la clausura si no la apertura a otros horizontes transcivilizatorios que requieren los pueblos, las sociedades y, sobre todo, el planeta, que contiene a las sociedades orgánicas y a los ciclos vitales.

 

 

 

 

Notas

 

[1] Revisar Ucrania de la Enciclopedia Libre: Wikipedia. https://es.wikipedia.org/wiki/Ucrania.

 

 

 

 

 

 

 

Clausura civilizatoria y apertura de horizontes

Clausura civilizatoria

y apertura de horizontes

 

Raúl Prada Alcoreza

 

La muerte de las ideologías

Crepusculo astillero

 

 

La muerte de las ideologías

La era de las ideologías ha pasado, así como de las grandes narrativas. Campea el nihilismo, la voluntad de nada, peor aún, el jolgorio de la trivialidad, la proliferación de la simulación cultural, la elocuencia estridente de la banalidad.  Quizás hasta los discursos mismo hayan desaparecido, solo son memoria, recuerdo, de lo que alguna vez se dijo, en un pasado que no se quiere actualizar; pertenece a la búsqueda del tiempo perdido. Ahora ya no importa la pérdida, tampoco el tiempo, menos el espacio; los tejidos espacios temporales son teoría. Lo que importa es la virtualidad, la simulación, mejor aún, la impostura. No importa la realidad, sino hacer creer que ocurre algo, la desinformación, la invención de la noticia, el sensacionalismo de los medios de comunicación. En el mejor de los casos, el teatro político, el carnaval electoral, el deleite en la fama pomposa, espumosa y fugaz, inventada mediáticamente. Nuestra posición sobre toda esta decadencia es el de la deconstrucción, la hermenéutica crítica, y la diseminación, la demolición y el desmantelamiento de las instituciones anacrónicas, los agenciamientos concretos de poder. También el de la crítica de la civilización moderna, civilización de la muerte.  Sobre todo, hay que tomar en cuenta la crítica de la ideología, la máquina fabulosa de la fetichización. En todo caso, si aparece algo parecido a lo que fue la ideología durante los siglos XVIII, XIX y XX, se dan anacronismos; de todas maneras, se observa que hay gente que ni se ha enterado de lo que es la ideología, son personas que creen que el mundo se reduce al oportunismo descarado. A esta gente se la puede señalar como la que asume la política de manera deportiva, convierte la comedia en el espectáculo esmerado de lo grotesco. Por otra parte, cuando la mediocridad se hace del gobierno suele buscar encubrir sus vacíos con el recurso desmedido de la violencia.

A propósito de las esferas

Las esferas siempre estuvieron ahí delante de nosotros, de cada quien, de cada nacimiento. Para saberlo basta ver parte de ella en la contemplación de la bóveda celeste o, de manera completa, mirar al sol de día, aunque sea un rato, mejor de soslayo, y mirar a la luna de noche; a veces se puede mirar a ambos, suspendidos, más allá de la bóveda celeste.  No se requería, entonces que una escuela de matemáticos o de filósofos inventaran o construyeran una esfera artificial, admirada por quienes la contemplan y sienten que han descubierto el secreto centralizado del cosmos.

Esta relación inmediata con el acontecimiento de la existencia y de la vida fue y es la certeza primordial de los seres; son en esa relación fundamental y a través de esa relación son. La interpretación del acontecimiento a partir de esta relación se da como fenomenología del cuerpo. Es más, hasta se puede hablar de una interpretación arcaica inmanente al genoma; su capacidad programática y de reprogramación supone la información del universo, si se quiere, del multiverso. Georges Canguilhem hablaba del saber no evocativo, inherente a la biología. Este reconocimiento equivale a descentrar la egología metafísica de la subjetividad esférica constituida por las religiones del desierto.

 

Saber del devenir, devenir experiencia, devenir saber. Vida, es decir, vivir en el devenir. Pensar en devenir, devenir pensamiento, pensar es devenir. Estos enunciados nos trasladan a la multiplicidad, complejidad y, a la vez, a la singularidad del pensamiento. Se puede decir que se trata de liberar al pensamiento y al pensar de un estereotipo, por así decirlo, el que considera que el pensamiento solo es la relación consigo mismo; ciertamente que lo es, pero de una forma de pensamiento, no de la única, tampoco de la más importante. En todo caso, todas las formas de pensamiento son realizaciones de esta capacidad de pensar, que es parte de las fenomenologías corporales. En los mitos amazónicos se desenvuelve otra forma de pensamiento, el pensamiento del devenir, que se expresa en las proliferantes figuras de las metamorfosis vitales, conformando narrativas de alegorías simbólicas, que se explayan en clasificaciones metonímicas y metafóricas de los acontecimientos vitales. Si, por el momento, provisionalmente, calificamos al pensamiento que se basa en la reflexión y en la relación consigo mismo como pensamiento caracol, pensamiento que se pliega encaracolándose, entonces, podemos, en contraste, también provisional, calificar al pensamiento que se relaciona con la otredad, si se quiere, la exterioridad, como pensamiento mariposa, pensamiento, que asume la metamorfosis como proceso propio para alzar vuelo.   

 

Recurriendo a un esquema ilustrativo que nos ayude a configurar nuestros enunciados sobre el pensamiento, podemos comprender el cuerpo como conexión entre la interioridad y la exterioridad, no del cuerpo, pues el cuerpo se constituye en ambos ámbitos de realización y desenvolvimiento. Para decirlo resumidamente, el cuerpo es un nicho ecológico singular. Entonces, el cuerpo experimenta tanto los fenómenos de la “interioridad” así como los fenómenos de la “exterioridad”; en este sentido, puede desarrollar fenomenologías que partan de la experiencia de la “interioridad” así como puede desarrollar fenomenologías que partan de la experiencia de la “exterioridad”. Para decirlo de una manera figurativa, puede desarrollar formas de pensamiento que sean como el eterno retorno a uno mismo o formas de pensamiento que sean como el desarrollo al eterno retorno a lo distinto, a la diferencia. Exagerando el esquematismo podemos decir que las primeras formas responden a una inclinación egocéntrica, en tanto que la segunda forma responde a una inclinación exocéntrica, relativa de un constante descentramiento.

 

Estar inmediatamente en el acontecer del acontecimiento, en sus devenires, es situarse en la apertura del pensamiento de la alteridad, en otras palabras, pensar la alteridad en el flujo de sus alteraciones permanentes, que también implica pensar la armonización recurrente ante el avatar de sus desequilibrios insistentes. La composición, entonces, de estas narrativas míticas o desenvueltas en la congruencia del mito, inscrito en el origen de las metamorfosis, corresponde a la complementariedad de los seres y de sus ciclos vitales. Al respecto, tomando en consideración, ciertas consecuencias de las configuraciones de las formas de pensamiento, el “egocéntrico” y el “exocéntrico”, sobre todo tomando en cuentas sus inquietudes, ya el propio balance de la filosofía ha concluido que el pensamiento filosófico recae en la sensación deprimente de soledad; en cambio, un provisional balance del pensamiento del devenir y de la alteridad, del pensamiento de la metamorfosis, puede tener la certeza de que el pensamiento devenido de la experiencia de la “exterioridad” recae en la sensación de acompañamiento, de complementariedad, relativas a los entrelazamientos, conexiones y articulaciones de integraciones mayúsculas vitales. Exagerando nuevamente el esquematismo, podemos sugerir que el pensamiento “egocéntrico” ha llevado, no pocas veces, a la angustia, en cambio el pensamiento “exocéntrico” lleva a la alegría de vivir.

Al respecto, de lo que acabamos de escribir, sobre la diférance, usando metafóricamente el concepto de Jacques Derrida para comprender los desplazamientos imperceptibles, pero, que hacen a la diferencia misma, como acontecimiento de la repetición y en la repetición dar lugar al acontecimiento de la diferenciación, podemos establecer que entre el pensamiento egocéntrico y el pensamiento exocéntrico hay como un campo de diferencias y diferenciaciones, en unos casos imperceptibles, en otros casos perceptible. Por lo tanto, no es que se trata de pensamientos que se oponen, que entran en contradicción; tampoco que se da lugar  una dialéctica, donde se pasa de la tesis a la antítesis y de aquí a la síntesis, que supera las contradicciones; sino que hay que comprender las fenomenologías de estas formas y formaciones de pensamiento desde la perspectiva de la complejidad, vale decir, desde la complementariedad implícita de estas fenomenologías, complementariedad que aparece en las dinámicas mismas de la complejidad, por lo tanto en la fenomenología compleja corporal y de los entrelazamientos corporales. En consecuencia, no es que el pensamiento exocéntrico ignore o se desentienda completamente del pensamiento egocéntrico, pues, de alguna manera, lo contiene, se encuentra implícito, empero, articula esta posibilidad al desenvolvimiento espontáneo del pensamiento exocéntrico. En este caso el cuerpo, aunque es la bisagra, por decirlo figurativamente, entre la experiencia de la interioridad y la experiencia de la exterioridad, fluye y se desenvuelve como intérprete de la experiencia de la exterioridad, de los entrelazamientos corporales y ciclos vitales, que hacen de condición de posibilidad existencial del mismo cuerpo intérprete.

 

En lo que respecta al pensamiento egocéntrico, a la fenomenología basada en el relacionamiento consigo mismo, al encaracolamiento subjetivo, ocurre que tampoco ignora la posibilidad del pensamiento exocéntrico, empero, lo exorciza o, en su caso, dependiendo, lo inhibe hasta enmudecerlo. Aunque aparecen deformaciones, podríamos decirlo, notoriamente restringidas de lo que podría haber sido el pensamiento exocéntrico, por ejemplo, con el desarrollo del empirismo. El empirismo no deja de ser pensamiento egocéntrico, no deja el relacionamiento consigo mismo, lo que pasa es que considera la experiencia de la exterioridad a partir de la racionalidad instrumental, como campo de experimentación, donde hay que contrastar las hipótesis del pensamiento ensimismado. De lo que decimos no se puede concluir, de ninguna manera, que hay que desentenderse del pensamiento que se basa en el relacionamiento consigo mismo, sino que se trata de comprender la complementariedad de los ámbitos de la experiencia, la complementariedad de las formas de pensamiento; comprender que el pensamiento corresponde al conjunto de operaciones de interpretación del cuerpo respecto a sus entornos, “íntimos” y “externos”.  Por eso, podemos decir que un pensamiento egocéntrico es un pensamiento restringido, en tanto que un pensamiento exocéntrico, si no desarrolla formas de relacionamiento consigo mismo, no termina en lograr completarse, no llega a ser pensamiento completo, integrado y articulado en el despliegue se sus dinámicas complejas.

 

 

El derrotero de los fundamentalismos

 

Todo fundamentalismo lleva al crimen. La compulsión fatalista por defender los “fundamentos», la conjetura insostenible de una premisa primera, originaria, inicial, como si fuese certeza indiscutible, justifica el asesinato, pues se supone que la idea de finalidad justifica los medios usados, incluso los del crimen, el homicidio, el genocidio, el etnocidio y el ecocidio. Este comportamiento muestra patentemente que los fundamentalismos son, prioritariamente, la inclinación argumentativa al crimen. Se trata de una apología elaborada, religiosa, de la violencia, sobre todo de la violencia descomunal, la más destructiva. El fundamentalismo es la expresión discursiva y práctica de la consciencia desdichada, del sujeto desgarrado en sus contradicciones, del espíritu de venganza, en el fondo, de la consciencia culpable. Con el fundamentalista ocurre como con el religioso en éxtasis enajenado, que se cree culpable debido al pecado original; el fundamentalista se considera culpable por haber nacido, entonces la violencia extrema por defender su proyecto queda corta ante la extrema exigencia de entregar todo por la causa, que en el fondo es la causa de su propia salvación o de su propia justificación ideológica ante los avatares de su dramática vivencia.

 

Hay pues una diferente radical entre la rebelión y el fundamentalismo; la rebelión es espontánea y alegre; se trata del impulso vital por dejar fluir la potencia de la vida; en cambio el fundamentalismo es la puesta en escena de los sacerdotes de la “verdad”, los inquisidores recurrentes y repetidos intermitentemente. El fundamentalismo nace con la incrustación de su desenlace fatal o trágico, la destrucción de su entorno y, después, su propio suicidio.

 

También se dan expresiones destructivas menores al fundamentalismo, los discursos barrocos y las mezcolanzas diletantes ideológicas. En este caso hay, más bien, una inclinación al pragmatismo y al oportunismo. Los sujetos de este barroco ideológico no son tan fanáticos como los fundamentalistas, aunque hagan más teatro desgarrándose las vestiduras, pero llegado el momento no se las juegan, prefieren huir o, en su caso, negociar. El problema de este barroco ideológico y pragmatismo político es que en el espectáculo estridente de los medios de comunicación se presentan despavoridamente radicaloides; sus inocentes interlocutores convocados se dejan engatusar por esta comedia y sostienen la algarabía política de los comediantes.

 

Tanto el fundamentalismo trágico como el barroco ideológico y diletante suplantan y usurpan, inhibiendo la potencia creadora de la rebelión. Confunden al pueblo y castran su capacidad lucha. Por estas circunstancias desmoralizantes del teatro político y del barroco ideológico es indispensable la crítica deconstructiva y la diseminación de los dispositivos de los fundamentalismos, los oportunismo y diletantismos.

 

 

La desaparición de la política

 

Varias veces dijimos que la política había desaparecido en las condiciones de la decadencia de la modernidad tardía del sistema mundo capitalista, en la fase, de su ciclo largo, de dominancia del capitalismo financiero, especulativo y salvajemente extractivista. Ahora volvemos a reiterar esta apreciación de lo que ocurre en ese ámbito de la realización de la democracia, entendida como gobierno del pueblo. Aunque, a lo largo de la modernidad, en los límites de la democracia restringida de la democracia formal, representativa y delegativa, no se logre el gobierno del pueblo, vale decir, el autogobierno del pueblo, de todas maneras, el ejercicio de la democracia avanzó por las conquistas sociales de los derechos sociales, colectivos, de género, humanos, ampliando notoriamente el campo del ejercicio de la política. Sin embargo, a partir de un momento o punto de inflexión, si se quiere, momentos y puntos de inflexión, que, como una serie en plena caída y comienzo de la decadencia, la política se suspende, levita, para terminar de desaparecer. Como anota Jacques Rancière la política es inmediatamente el equivalente de democracia y la democracia es la realización misma de la política. Entonces, si desaparece la política también desaparece la democracia.

 

También hemos dicho que se ha sustituido la democracia por la impostura de las prácticas paralelas del poder, que tienen que ver con la economía política del chantaje, la expansión intensiva de las relaciones clientelares y prebéndales, la corrosión institucional y la corrupción galopante.  Por consiguiente, asistimos en plena decadencia del sistema mundo capitalista, que contiene como subsistemas al sistema mundo cultural y al sistema mundo político, al desenvolvimiento de las formas de la decadencia, donde la política es sustituida por el teatro grotesco de la comedia politiquera, difundidas por los medios de comunicación. En esta perspectiva, también anotamos que el lado oscuro del poder no solamente ha atravesado al lado luminoso o institucional del poder, sino que lo controla; del mismo modo, el lado oscuro de la economía no solamente se encuentra en las periferias de la economía institucional, sino que, además de atravesarlo, lo controla y lo domina. Por lo tanto, en las farándulas electorales no se asiste, de ninguna manera, al despliegue de práctica políticas, sino al despliegue de prácticas clientelares, prebéndales, corrosivas y de corrupción, donde la política brilla por su ausencia y la democracia es un cadáver donde saltan los saltimbanquis, las agrupaciones, cofradías y partidos políticos, que nos son más que dispositivos de poder de las dominaciones polimorfas, en plena decadencia de la civilización moderna y de las sociedades institucionalizadas barrocas, demolidas por su propio derrumbe ideológico, cultural, ético y moral.

 

Como dice el refrán popular, sobre lo llovido mojado. A la decadencia política se suma la tragedia y el drama proliferante de la pandemia; la cual pone en evidencia la vulnerabilidad patente del sistema mundo de salud, además del mismísimo sistema mundo capitalista, que se vio parado, detenido, por la intervención insoslayable del virus. Los síntomas de la decadencia de estos sistemas mundos se hace notorio cuando los Estados, las empresas, en vez de asociarse y responder mancomunadamente ante una catástrofe apocalíptica, lo hacen como acostumbran, extendiendo su irracionalidad, compitiendo entre empresas y estados por la vacuna contra el Covid 19. Ya, antes, las burguesías nacionales, evidenciaron su comportamiento irracional frente a la crisis de sobreproducción, donde, en vez de limitar sus producciones nacionales y acordar cuotas de producción se lanzas a una mayor productividad y producción desatando el ahondamiento de la crisis de producción, administrada por intermitentes crisis financieras. Lo mismo ocurre en la exploración espacial del Cosmos, donde sus mezquindades, miserias humanas y competencias egoístas preponderan, en vez de convertir la aventura espacial en una proyección de la humanidad y en un aprendizaje transformador por parte de la misma. En consecuencia, la modernidad tardía ha ingresado plenamente a lo que hemos llamado la etapa de la periclitación del sistema mundo capitalista, en varias formas y estilos; por ejemplo, se ha entrado de lleno a lo que hemos llamado el ejercicio de la antipolítica, también de la antiproducción, así como se ha ingresado al nihilismo más extremo del vaciamiento cultural, entrando ampliamente y desbordantemente al sistema mundo de la banalidad cultural. Así mismo se ha caído en el vaciamiento ideológico, es decir a la ausencia absoluta de ideas, también de imaginación, donde en vez de ideología se pronuncia el gesto sin sentido de la inercia balbuceante del ruido, que no dice nada, pero hace eco en los medios de comunicación.

 

Neopopulismos y neoliberalismos se manifiestan elocuentemente en las formas de la decadencia política e ideológica de la contemporaneidad sin horizontes. Se trata de las nuevas formas del derrumbe ético, moral, político y cultural del circulo vicioso del poder; antes, asombrosamente, las formas, aparentemente opuestas, del liberalismo y el socialismo, evidenciaron su participación en un mismo esquema dual del mismo modo de producción, el capitalista. Ahora, se trata de formaciones discursivas barrocas, una con pretensiones de justicia social, otra con pretensiones institucionales, empero, dadas vacuamente en momentos donde la convocatoria social es una excusa para legitimar a las mafias del poder, y cuando la institucionalidad ha sido completamente corroída y prácticamente desmantelada. Entonces, ambas formas discursivas no son más que dos versiones de una pronunciación demagógica al servicio de la burguesía rentista y de las burguesías tradicionales en decadencia.  Ambas poses políticas no son más que dispositivos discursivos que encubren sus sumisiones y servicios al modelo colonial extractivista del capitalismo dependiente.

 

 

 

La marcha fúnebre del despotismo decrépito

 

Las miserias humanas se hacen patentes en los comportamientos crápulas. La falencia absoluta de valores, la vacuidad abismal de hombres sin cualidades ni atributos, es decir la mediocridad preponderante de perfiles amorfos, arrastra a gente sin horizontes al oportunismo político y al pragmatismo perverso. Esta gente se desenmascara o hace patente su decadencia cuando se encuentra en función de gobierno.

 

El poder, el objeto oscuro del deseo, incumplible, por cierto, es el sueño delirante de gente sin imaginación, salvo la compulsión exacerbada por dominar y vengarse. Consciencias desdichadas, desgarradas por atroces contradicciones, buscan desesperadamente consuelo a sus acumuladas frustraciones y terribles complejos en el uso de la violencia del terrorismo de Estado. La mediocridad, agazapada en el poder, solo tiene como salida a sus tormentos y paranoias en el crimen.

 

Sin ideología, pues ésta ha muerto, sustituyendo el hueco del sin sentido con balbuceos y mezcolanzas discursivas improvisadas. Creen que pueden justificar sus actos inconstitucionales con propaganda desgastada y publicidad estridente. Estos son, en el fondo gritos de miedo, que delata su abrumadora cobardía.

 

Estos déspotas tardíos y decrépitos se disfrazan, queriendo imitar sin talento perfiles políticos pasados, convirtiendo la política en un carnaval crepuscular y en un teatro burlesco. La decadencia ha llegado lejos, destruye lo poco que queda; es una marcha fúnebre que lleva en hombros el cadáver del Estado.

 

 

Lo grotesco político y el desenlace de la decadencia

 

La comedia política tiene su historia, data desde cuando la política comienza a convertirse en espectáculo, en teatro para distracción de los espectadores. Incluso tiene su antecedente en el Coliseo romano, donde el espectáculo sangriento de batallas a muerte entre gladiadores no solo hacia delirar al público asistente, sino expresaba el mensaje del poder del Imperio: La vida es postergación de la muerte, sobrevive el más fuerte. Tal como interpreta Peter Sloterdijk en Esferas II. Entonces, el teatro político, sobre todo la comedia política lanza un mensaje al pueblo espectador: La vida no vale nada, lo que vale todo es acceder al gobierno y conservarlo.

 

En la medida que la comedia política se deteriora, en plena fase decadente de la casta política y de sus mismos papeles y funciones anacrónicas, que sobran, que están demás, en la medida que se pasa al grotesco político, la comedia es cada vez más abrumadoramente insulsa y descaradamente forzada y falaz. Se judicializa la política, se criminaliza la protesta, se descalifica las posiciones y opiniones adversas. Solo se acepta una “verdad», la oficial, la montada por jueces y funcionarios corruptos, con el apoyo de medios de comunicación sensacionalistas.

 

La paranoia del poder no se queda ahí, ejerce el terrorismo de Estado. No solamente se satisface con el control del monopolio institucional de la violencia, sino que requiere desatar la violencia demoledora del Estado contra todo lo que considera enemigos, incluso llegando al extremo estrafalario de perseguir a sus propias sombras, que contiene sus propios miedos y terrores como efluvios de sus propios complejos insuperables.

 

Es cuando la muerte de la política se ha prolongado en el ritual anacrónico del sacrificio, es decir del crimen. Los jerarcas del poder senil y estéril no pueden irse sin arrasar con todo, sin destruir lo que queda, sin incinerar los bosques, sin contaminar las cuencas, sin depredar los suelos, sin martirizar al pueblo.

 

Ante esta destrucción de la comedia política grotesca el pueblo tiene la responsabilidad de acabar con el círculo vicioso del poder, retirar del escenario a los comediantes políticos, desmontar las máquinas de poder, clausurar la impostura política. Si no lo hace será arrastrado al abismo por la casta política decadente, en su crepúsculo ensangrentado.

 

 

Lecciones no aprendidas y suicidio político

El neopopulismo reforzado, en su reciente gestión de gobierno, ya se encuentra abruptamente en crisis. No se dio cuenta que la victoria electoral no le correspondía a su partido sino al repudio al “gobierno de transición”, también a la resistencia de los ninguneados por el entorno palaciego y la jerarquía corrupta de su partido, así como a la disposición de las organizaciones sociales que postularon como candidato a la presidencia a David Choquehuanca. Tampoco se dieron cuenta que en la rearticulación de fuerzas se encontraban sectores sociales populares francamente antimasistas y antievistas. Simplemente, sin haber aprendido las lecciones de su derrota ante una intermitente movilización social, desde la crisis del “gasolinazo”, de su implosión anunciada desde el conflicto del TIPNIS, creyeron que recuperaban el poder que se les escapó de las manos, cuando fueron arrinconados por movilizaciones nacionales y una insurrección que emergía desde abajo, en todos los niveles institucionales de emergencia y no institucionales ciudadanos. Bajo una premisa política equivocada, que más se parece a la desesperación compulsiva por el poder, se aposentaron a empellones en el gobierno los del entorno palaciego, arrinconando nuevamente a la gente de la resistencia y movilización contra el “gobierno de transición”, a quienes les deben el haber vuelto sin merecerlo, además de deberles la victoria electoral.

Sin más las fraternidades de machos, anacrónicos y oportunistas, atacaron a los referentes de la resistencia al “gobierno de transición” – que hay que diferenciar de la resistencia al gobierno de la implosión política, del desmantelamiento de la constitución y del fraude electoral, que es anterior -, y de la compensación de fuerzas en equilibrio de los órganos de poder del Estado.  Atacaron a la líder de la ciudad de El Alto y de la resistencia aymara, apoyada por el combativo guerrero aymara Felipe Quispe, que falleció hace poco. Sobre todo, la atacaron por celos y por ser mujer. Estos machos angurrientos creyeron que, como antes, bastaba la proximidad aduladora al caudillo caído, para conseguir el beneficio de la farándula electoral. Se equivocaron; la ciudad de El Alto votó por la mujer referente de la resistencia aymara, en contra de las groseras manipulaciones y maniobras de los machos enardecidos, oportunistas y clientela desorbitada del caudillo déspota, caído en desgracia.

Ahora, sin haber aprendido las lecciones de su derrota, de su implosión y caída, se lanzan a una aventura conspirativa estatal, usando los dispositivos judiciales y policiales bajo su control. Apuestan a que la jugada y el montaje político, policial y judicial les vuelva a salir bien, consiguiendo los efectos esperados, como antes, cuando sorprendieron a la opinión pública con montajes de servicios secretos del descomunal, autoritario y terrorista de Estado de otro “gobierno progresista”. Se equivocan, la historia no se repite, tampoco la conspiración es la clave para los desenlaces. Lo que pasa es que se da, en algunos momentos de predisposición de fuerzas, como una coincidencia con la resultante de la correlación de fuerzas puestas en concurrencia. Este no es el caso ahora; la correlación de fuerzas no pone en ventaja al gobierno, menos al entorno de conspiradores incrustados. Una vez aposentados en el gobierno las marionetas del entorno palaciego, las fuerzas articuladas en la resistencia y las movilizaciones, organizadas para afrontar las elecciones, se dispersaron, desencantadas ante la evidencia del eterno retorno de lo mismo, la putrefacta decadencia política y la inercia endémica del círculo vicioso del poder.

 

 

 

¿Cómo funciona el poder?

En realidad, el poder no funciona, es disfuncional, se opone a la sociedad, que es esencialmente alternativa. Por eso tiene que imponerse, dominar, controlar, vigilar, castigar, disciplinar, marcar y reprimir. Tiene que aparentar que funciona, por eso se institucionaliza de manera pretenciosa y desmesurada, presentándose como eterno, casi como sustituto de Dios. Por eso, se expresa en ley, para legalizar su propia ilegitimidad. Pero el poder no solamente es una máquina abstracta, sino es, sobre todo, una heurística instrumental de agenciamientos concretos de poder, además de ejercerse y efectuarse singularmente. Hay formas de poder y distintos planos de intensidad donde se realiza; por eso se dice que el poder es polimorfo. Se ha situado en el Estado a la forma de poder nacional, aunque no se puede decir que es la forma de poder por excelencia, pues todas las formas de poder son complementarias, actúan articuladamente reforzándose; por ejemplo, las estructuras patriarcales de dominación se refuerzan y adquieren irradiación en las estructuras familiares, es más, en el campo escolar. Yendo más lejos, en el Estado adquieren las estructuras patriarcales proyección espacial y temporal, afectando a los cuerpos, incidiendo en las conductas y comportamientos de tal manera que constituye sujetos dominados, controlados y moldeados de acuerdo a las finalidades que se traza el poder. La forma de gubernamentalidad clientelar reproduce, de manera perversa, las estructuras de dominación patriarcal, llevando al extremo la dominación masculina con la imposición delirante del mito del caudillo, el pretendido mesías político. No solamente se repite abusivamente la dominación de las fraternidades de machos contra la mujer, sino que se “feminiza” a los hombres, convirtiéndolos en sumisos soldados obedientes sin pensamiento y voluntad propia, así como se ha pretendido reducir a las mujeres a sujetos sumisos, obedientes y respetuosas, además de domésticas, de los hombres, que son sus dueños. Las otras formas de gubernamentalidad, por ejemplo, la liberal y neoliberal, también son patriarcales; al respecto de la dominación masculina, tienen mucho en común con la forma de gubernamentalidad clientelar populista y neopopulista. Empero, tienen sus propias singularidades, por ejemplo, la pretensión de legitimar la dominación masculina en la expresión jurídica y política del Estado de Derecho, donde, a pesar del reconocimiento, reciente, de los derechos de la mujer, se mantiene su subalternidad y subsunción a las estructuras de dominación de las fraternidades de machos. La forma de gubernamentalidad del socialismo real también se refuerza con las estructuras patriarcales tradicionales, en la lamentable recurrencia a la figura, también mesiánica, del “gran timonel”. Esto a pesar de que al comienzo las mujeres adquieren cierto protagonismo en las acciones, movilizaciones y ejercicios prácticos en el trabajo y la política. De la misma manera las estructuras de dominación colonial se refuerzan con la recurrencia a las estructuras patriarcales. La economía política colonial desvaloriza al hombre y la mujer de “color”, inventándose un “hombre blanco” como símbolo imaginario de la civilización, cuando todos los humanos son de “color”, tienen un color de toda la gama epidérmica. Ocurre como en toda economía política, se desvaloriza lo concreto y se valoriza lo abstracto. Lo peculiar del caso es que en las llamadas sociedades poscoloniales se prolonga la dominación colonial en las versiones de la colonialidad. Es más, en las formas de “gobiernos progresistas” se prolonga la colonialidad de manera paradójica; a nombre de la “descolonización” se sigue colonizado a las naciones y pueblos indígenas, reducidas a mera mención propagandista, mientras se desconoce sus derechos territoriales, institucionales, políticos y culturales, consagrados por la Constitución Plurinacional Comunitaria y Autonómica. Cuando las formas de gubernamentalidad entran en crisis también entran en crisis las formas de poder complementarias y articuladas. Es cuando se hace evidente que son fachadas impuestas contra las sociedades, esencialmente alternativas. Empero, el poder se reúsa a dejar sus máscaras, sus disfraces, sus armaduras y sus mitos. Se aferra desesperadamente a sus artefactos anacrónicos, quiere restaurar el prestigio de las instituciones, en vez de transformarlas, se aferra al mito del caudillo, patriarca otoñal y estéril, se agazapada en el juego político, reviviendo la forma de partidos, que ya han patentizado su inutilidad para representar y responder a las demandas del pueblo. En estas circunstancias, en la medida que son inútiles los esfuerzos por volver a una supuesta época dorada del poder, la maquinaria abstracta y los agenciamientos concretos de las dominaciones recurren a sus medidas de emergencia, que evidencian en núcleo oculto de Estado de excepción en toda forma de Estado. Entonces se habría vuelto al principio constitutivo del Estado, la guerra.