El retorno a las cavernas del oscurantismo

Hay una regresión hacia los prejuicios de decimonónicos. Las formaciones discursivas ideológicas han quedado en el olvido, mucho más, si se trata de la crítica de la ideología. Ni hablar de la epistemología de las formaciones discursivas y enunciativas, mucho menos. Ni hablar de la crítica de la epistemología y de las formaciones discursivas y enunciativas. Se ha retornado a las cavernas de Platón, por así decirlo, figurativamente, cuando solo se veía sombras, recuperando la metáfora del filósofo griego en la modernidad tardía. Volvemos a la preponderancia de los residuos de lo oscurantismo, se trata de la abolición del iluminismo, que es crítica. Ni pensar en la crítica de la crítica, en el iluminismo del iluminismo, propuesto por Max Horkheimer y Theodor Adorno. Volvemos a los museos del reino de las sombras.

 

Hablar de “adoctrinamiento” en las universidades es pues volver a las cavernas de Platón. Esta figura expresa claramente la situación de la mirada perdida en los perfiles oscuros de las sombras. Se trata de una especie de exilio y condena en los socavones y recovecos de la niebla de los ateridos prejuicios. No es exactamente la política la que padece esta condena de mirar las sombras de sus propios miedos y fantasmas, puesto que la burguesía liberal estaba encandila por los primeros rayos de luz del iluminismo y la ilustración. Se trata de los estratos más conservadores de las clases dominantes, aquellas vinculadas a latifundios, a terratenientes, vinculadas al genocidio y el exterminio de las naciones y pueblos indígenas.

 

Llama a la atención que sean los medios de comunicación, precisamente, los que se presten a tomar en serio estos argumentos trasnochados del “adoctrinamiento” en las universidades. Esto es un indicador del alcance de la decadencia cultural, de la trivialidad insoslayable, que expresan y representan los medios de comunicación. Los liberales del siglo de las luces postulaban la separación entre iglesia y Estado, se opusieron en contra del adoctrinamiento religioso en las escuelas. Hoy en día son los nietos de la casta latifundista, de la casta militarista, que exterminó a naciones y pueblos indígenas, los que hablan de “adoctrinamiento” en las universidades. Se puede entender a las universidades públicas como una gran conquista institucionalizada del iluminismo, de la ilustración, de la revolución científica, de la revolución crítica, de la invención de las ideas iluminadoras. Ante esta evidencia, el oscurantismo político pretende abolir esta conquista y clausurar las universidades, destruyendo la cultura crítica.

 

La pregunta es: ¿Cómo se ha podido llegar a esta situación tan calamitosa? Semejante regresión a las cavernas de Platón, es decir, a los residuos del oscurantismo del siglo decimonónico, en la tercera década del siglo XXI, sólo se explica por la expansión demoledora de la decadencia cultural, política, social y económica de los estratos más vacíos del conglomerado burgués. Hablamos de la burguesía vinculada al capital financiero, a la especulación, a la explotación extractivista y al despojamiento y desposesión de los bienes comunes del pueblo y de la sociedad y de las últimas comunidades indígenas que quedan. Hablamos de la cosificación extrema, al punto mismo de la desaparición de la misma cosa, del mismo objeto, de la misma mercancía, de su mismo valor de cambio, convirtiéndose en una vacua cáscara, que sólo contiene el valor o el desvalor de la especulación depravada de la burguesía financiera, de las trasnacionales extractivistas y de los compradores acaparadores de tierras. Asistimos a la espiral escabrosa de la deshumanización absoluta. La gente es tratada como subhumanos, incluso como cosas desechables, por parte de estos políticos del retorno bizarro del neoliberalismo extremo.

 

La otra pregunta es: ¿Los pueblos y la sociedades podrán liberar su potencia social, romper sus camisas de fuerza, impuestas por las estructuras y los diagramas de poder, inscritos e incrustados en los cuerpos? Al respecto no hay que olvidar que para que emerjan estas monstruosidades anacrónicas, de los oscurantismo latentes, se han dado las condiciones desastrosas de la degradación política. Resulta que los mejores aliados y causantes de la emergencia de estas monstruosidades oscurantistas son los neopopulismos y los pseudosocialismos, que han practicado las formas extendidas de la gubernamentalidad clientelar, de la demagogia y  de la propaganda, corroyendo el mapa institucional y dando lugar a corrupciones galopantes. Antes dijimos que los enemigos, en realidad, son cómplices, se necesitan para justificarse a sí mismos, en su oposición y antagonismo, para legitimar su función de poder. Ahora podemos decir también que estos supuestos enemigos son, en el fondo, aliados de la reproducción del poder, en la misma decadencia compartida.

 

Las sociedades y los pueblos para liberarse de las estructuras de poder, que someten, y de los diagramas de poder hendidos en la carne, requieren recuperar la memoria en sentido pleno, que corresponde a recuperar las posibilidades mismas inherentes en un pasado no resuelto. En términos sencillos, requieren de críticas y autocríticas colectivas, que permitan la deconstrucción de las ideologías y la diseminación de las instituciones, los agenciamientos concretos de poder, correspondientes a los diagramas de poder conjugados en la simultaneidad barroca de las instituciones. La sociedades y los pueblos requieren de la crítica a la economía política generalizada. Esto significa el desmontaje del sistema mundo capitalista y de la civilización moderna, civilización de la muerte, que son dispositivos de la destrucción planetaria y de la amenaza mecanizada y demoledora contra la vida.

 

 

 

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