Archivo de la categoría: Análisis

Diagrama de poder de los cárteles

Diagrama de poder de los cárteles

 

Raúl Prada Alcoreza

 

artenarco_ricardo1

A estas alturas del desplazamiento, la transformación y la reconfiguración de los diagramas de poder en la actualidad, tenemos que hablar del diagrama de poder de los cárteles. A propósito las preguntas son: ¿Cuál es su estructura de poder?, ¿cuál es su estrategia de poder?, ¿cuál es la vinculación entre cuadros y formaciones discursivas, entre espacios y formaciones enunciativa? Además de ¿cuál es su vinculación con la constitución de las subjetividades? En adelante vamos a tratar de responder estas preguntas contando con la información que se tiene de los cárteles, de su funcionamiento, de su distribución, sobretodo de su monopolio respecto al control territorial, por parte de los cárteles, además del control de las rutas de tráficos, también control de la gente; todo esto integrado al control territorial.

El diagrama de poder de los cárteles tiene como materia y objeto de poder a los territorios, como objeto y objetivo el control de las rutas y de los mercados de los tráficos. Hay que tener en cuenta que el diagrama de poder de los cárteles tiene como materia y objeto de poder a los cuerpos. El cuerpo como materia y objeto de poder, empero de una manera no muy distinta a lo que tuvo el diagrama del suplicio, así como a lo que tuvo el diagrama disciplinario, obviamente de una manera distinta a lo que tiene el diagrama de poder del control, cuando acontece la flexivilización disciplinaria. Podemos decir que el diagrama de poder del suplicio y el diagrama de poder disciplinario se actualizan de una manera barroca en el diagrama de poder de los cárteles. El diagrama de poder del suplicio y el diagrama de poder disciplinario perviven en el diagrama de poder de los cárteles. Sin embargo, respecto al diagrama de poder del control no ocurre lo mismo; aquí se produce una diferencia, pues la flexivilización no es posible en el diagrama de poder de los cárteles, salvo si se da, de una manera sinuosa, en las negociaciones entre cárteles, así como en las negociaciones con el Estado y los organismos encargados de la interdicción.

Se da lugar a una suerte de disciplinamiento en lo que respecta a su composición paramilitar.  No hay que olvidar que este diagrama de poder busca un control absoluto de los territorios y los cuerpos.  Sabemos que el control disciplinario tiene su arjé en la arquitectura del la cárcel, construyendo una primera circunscripción del denominado panoptismo, que se va ir extendiendo a los entornos de la cárcel, después a su propia exterioridad, que es la sociead misma. No se puede decir que el diagrama de poder de los cárteles reconstruye un panoptismo, sin embargo, logra manejar ampliamente lo que ocurre dentro de sus composiciones, incluso en las estructuras policiales, así como estatales. Incluso dentro de la cárcel el diagrama de poder de los cárteles logra operar convirtiendo a este centro de reclusión en una base de operacioones.

Hay que recordar que en el contexto actual, como hemos dicho en anteriores ensayos, escritos y exposiciones, hemos llegado a experimentar un panóptimo planetario, a partir precisamente de la mirada satelital. Hay un control cibernético del planeta, aunque no logra controlarlo todo, esa es la pretención. Este hecho ya nos muestra los desplazamientos del panoptismo , así como del diagrama de poder disciplinario. Hay que anotar que el diagrama de poder del control no supone la desaparición de los diagramas de poder anteriores, sino su incorporación en el conglomerado de diagramas de poder, actualizados, en el ejercicio de las dominaciones polimorfas.

En términos de la efectuación de las dominaciones ocurre una suerte de superación de anteriores diagramas de poder, pero sin hacerlos desaparecer. Hay un conjunto de diagramas de poder, no todos mencionados por Michel Foucault; no son los únicos los citados por Foucault; entre los citados ha mencionado el diagrama de poder pastoril o del pastor, que tiene que ver con el diagrama de poder parroquial. En este caso se da un control parroquial. El cuerpo es convertido en  espesor de colonización religiosa, constituyendo la subjetividad sumisa al sacerdote. La colonización del cuerpo por parte de la religión tiene por objeto la constitución de una subjetividad sumisa, dócil y abediente, además de atemorizada. Se da una relación de dominación entre el pastor y su rebaño.

Nosotros hemos hablado del diagrama de poder colonial, también del diagrama de poder de la corrupción; hemos hablado así mismo, de manera extendida e ilustrativa, del diagrama de poder del narcotráfico, correspondiente a la economía política de la cocaína y otros estupefacientes y narcóticos, aunque lo hemos hecho, en estos casos, de manera metafórica. Lo que corresponde hacer ahora es concentrarse en la estructura, en el esquema, en la composición, en la arquitectura, en el espaciamiento, así como también en la formación discursiva, ampliando, tomar en cuenta la hermenéutica del sujeto, lo que equivale a atender la constitución subjetiva, del diagrama de poder de los cárteles.

¿Qué busca el diagrama de poder de los cárteles? Ciertamente lo que hemos dicho, las superganancias, además del control territorial y el control de los cuerpos, de las rutas y de los mercados. Se atribuye objetivos determinados, que tienen que ver, paradójicamente, con el suplicio y el goce ilusorio de los cuepros. En lo que corresponde al control territorial, propiamente dicho, tiene como objetivo prosaico la superganancia, es decir, la apropiación del excedente a través de esta economía política perversa de la industrialización de estupefacientes y de narcóticos. Además hay que anotar que el diagrama de poder de los cárteles tiene que ver con la economía política del chantaje. Respecto a lo expuesto, hay que recordar que todos estos diagramas de poder y todas las economías políticas tienen, en el fondo, como núcleo de su estructuración y composición, como materia y objeto primordial, de dominación, la vida. Sin vida no hay economía política, tampoco hay diagramas de poder, no hay posibilidades de dominación y de poder. Se requiere controlar, en esencia, para decirlo de ese modo filosófico,  la vida.

Michel Foucault decía que hay poder porque hay resistencias que vencer, nosotros decimos que hay poder porquen hay vida que controlar. Es el control de la vida lo que da lugar al diagrama de poder, lo que puede controlar y dar lugar a la economía política generalizada.  El control de la vida es lo que le permite su propia reproducción como diagrama de poder y como economía política, entonces es la vida la clave de las dominaciones, de los ejercicios de poder. Al respecto, nos interesa tener en cuenta lo siguiente: Al capturar parte de las fuerzas corporales, las fuerzas sociales,  las fuerzas correspondientes a la potencia de la vida, separa estas fuerzas de lo que pueden, sus capacidades, separa su potencia, la usa instrumentalmente, una vez, vaciada la potencia de su potencia, separada de lo que puede, la potencia, como fuerzas domesticadas, reducidas a cumplir los objetivos mezquinos del diagrama de poder y de la economía política generalizada.

En el caso del diagrama de poder de los cárteles esta separación, esta característica relativa a la escición de la vida, se extrema, se vuelve procedimiento desbordante. ¿En qué sentido? En el sentido de una mayúscula degradación de la vida, de una mayúscula desvalorización de la vida. Hasta el punto que casi la hace desaparecer, casí la acaba de manera completa; la vida termina casi muerta. ¿Por qué decimos casi? Porque si desapareciera la vida, si muriera completamente, si no hubiera más vida, no habría, como hemos dicho, ni diagrama de poder, ni economía política generalizada, ni ningún tipo de conomía politica particular. Por lo tanto, se necesita mantener la vida, aunque se la mantenga en las condiciones de un adormecimiento, en pos de docilización y la domesticación absoluta. Aunque anule su voluntad, la voluntad de vivir, entonces tiene que mantener mínimas condiciones de sobrevivencia, al hacerlo logra las mayores ganancias, la mayor apropiación del excedente, el mayor goce, inmediato y efimero, además de ilusorio. Aunque se den esta situaciones de desposesión, despojamiento y enajenación, estos alcances, estas conquistas provisionales, no duraderas, no solamente  muere la vida sino que muere el porvenir.

Se puede decir que el diagrama de poder de los cárteles tiene como materia y objeto de poder a los cuerpos y territorios; la estrategia de dominaciones consiste en convertir a los cuerpos en sumisos y sometidos a las finalidades perversas de los cárteles. Estas finalidades son las de superganancias derivadas de los tráficos ilícitos. En esto no se diferencian de los monopolios trasnacionales de la economía mundo, además de formar parte de estas concentraciones capitalistas. La diferencia radica en que unos se mueven en los espacios definidos institucionalmente como ilícitos y otros se mueven en espacios dfinidos como lícitos. Frontera y delimitación por cierto porosa.

El diagrama de poder de los cárteles utiliza los cuerpos de una manera parecida al diagrama de poder demoledor del suplicio, que buscaba descuartizar el cuerpo para dar ejemplo y amenazar con el ejemplo cruel. Solo que lo hace en la confusión de la guerra de los cárteles por el control territorial. También utiliza los cuerpos para sucitar en ellos la ilusión del goce efímero y artificial. Esta finalidad es nueva, entonces es una característica propia de este diagrama de poder; la otra finalidad mencionada corresponde a una actualización barroca del diagrama de poder del suplicio.

El diagrama de poder de los cárteles utiliza los territorios de una manera parecida al Estado territorial, es decir requiere del control del territorio. La diferencia radica en que se trata de un Estado chico, por así decirlo, o de un sustituto del Estado, en un espacio circunscrito, donde pueden controlar el territorio, a sus pobladores, a su propia banda, en parte a otras bandas, a sus circuitos y a sus rutas de tráfico, en el lugar convertido en un centro de producción y distribución.

¿Qué busca el diagrama de poder del cártel mediante la actualización barroca del diagrama de poder del suplicio? Hemos dicho: dar ejemplo, amenazar, pero sobre todo, aunque parezca paradójico, disciplinar a sus miembros. Evitar las traiciones. No deja de ser un diagrama de poder barroco, compuesto por mezclas; empero, presenta algo nuevo, también lo hemos dicho, la obtención del goce inmediato, aunque efímero e ilusorio. Adquirir prestigio mediante prodemientos extremadamente violentos. Cuanto más cruel más prestigio. Algunas mafias incluso han incursionado en el populismo, presentándose como los padrinos bondadosos con los pueblos miserables. Todo esto nos muestra no solamente el barroquismo de un diagrama de poder, armado con la mezcla de muchos diagramas de poder, asumidos en articulaciones incongruentes, pero funcionales.

En resumen, siendo el cuerpo y el territorio las materias y los objetos de poder, no busca un uso más eficiente del cuerpo, tampoco la soberanía del territorio, sino, paradojicamente, busca la anulación del cuerpo, su sometimiento, incluso su esclavización; persigue también la destrucción del territorio, arrasa en el mismo. Se trata de un diagrama de poder de la demoledora y desmesurada violencia.

 

Descripciones del funcionamiento de los cárteles y su conceptualización

Jorge Alejandro Vázquez Valdez, en RTC, más que crimen organizado, cárteles o narcotráfico[1], escribe:

“Los grupos de traficantes de droga son agentes predominantes en el escenario de hiperviolencia que lacera a México, y las palabras crimen organizado, cárteles o narcotráfico han sido utilizadas de manera imprecisa o arbitraria para definirlos, lo que propicia desaciertos conceptuales, desviaciones semánticas o viabilizar el intervencionismo y la criminalización. Pero en especial, esos conceptos resultan insuficientes para captar la evolución de dichos agentes, por lo que con la intención de redefinirlos como Redes Transnacionales de Criminalidad (RTC), se asume aquí una posición académica crítica a la postura dominante en materia de seguridad y se dimensiona su incidencia en los planos político, económico y social. El análisis da cuenta de los cambios en la relación agentes criminales-Estado; la división del trabajo al interior de las RTC; el engarce entre capitales lícitos-ilícitos; la inserción del capital criminal en el patrón de acumulación global y la ramificación de sus delitos”.

En esta reconceptualización de los cárteles se encuentra la carga de la mirada jurídica, del discurso jurídico que atribuye a determinadas prácticas el carácter criminal. Este discurso también supone el uso punitivo de la fuerza legítima contra el crimen, empero parte antes de una evaluación de los resultados de la lucha contra el narcotráfico, evaluación que resulta negativa.

En la propuesta de reconceptualización, argumenta en la introducción lo siguiente:

“Pese a que los grandes grupos de traficantes de drogas que operan en México han sido referidos de manera prácticamente ininterrumpida desde el inicio de la “guerra contra el narcotráfico”, existe en torno a ellos una imprecisión conceptual que lo mismo conduce a organismos internacionales, medios de comunicación, académicos y autoridades locales a denominarlos “cárteles”, “narcotraficantes” o “crimen organizado” de manera arbitraria o como si fueran sinónimos. Se trata de un fenómeno lingüístico en su rama semántica que se ha extendido en México principalmente en los últimos doce años, y más allá de los desaciertos en términos de definición que ello puede generar, la imprecisión guarda en sus entretelones lineamientos en materia de seguridad congruentes con esquemas políticos hegemónicos (organismos internacionales y naciones centrales); criterios editoriales que soslayan la precisión conceptual, o bien se inclinan por el sensacionalismo y los titulares vistosos (medios de comunicación y prensa); simplificaciones del término para encuadrarlo en un esquema punitivo-prohibicionista (gobiernos centrales y periféricos); sobredimensionamiento de los grandes grupos de traficantes de droga (narrativa del narco)”.

“Con lo anterior no se afirma que “cárteles”, “narcotraficantes” o “crimen organizado” no posean relevancia o autonomía conceptual, pero sí se sostiene que, además de los desvíos semánticos que existen actualmente en torno a ellos, son insuficientes para definir el nuevo perfil de los grandes grupos de traficantes de droga mexicanos. Esto representa un problema a resolver en este escrito con la intención de dimensionar las características de estos agentes criminales, por lo que se propone considerarlos Redes Transnacionales de Criminalidad (RTC), concepto que da cuenta de sus nuevas formas de articulación, su proyección y tipos de actividad que maximizan sus ganancias. Para desarrollar el concepto de RTC se determinan los criterios y umbrales sobre la definición de crimen organizado, los componentes económicos que deben cubrir los llamados cárteles de la droga, y la criminalización que de facto se puede desatar hacia individuos e incluso naciones”.

“De igual forma, como parte del método se expone la evolución que los grandes grupos de traficantes de droga mexicanos han tenido en los últimos años, evolución que contrasta con la simplificación que las autoridades han hecho de estos grupos criminales e implica un cambio significativo en sus relaciones con el Estado. Ellas se remontan al siglo XX y reflejan vínculos que los mantenían subordinados con las autoridades federales; sus configuraciones internas, las cuales han pasado de la lógica piramidal a una más efectiva y horizontal, como es el esquema tipo red con sus áreas de especialización, nodos que coordinan y supervisan actividades, y su capacidad de involucrar las esferas política y económica; su perfil paramilitar, que ha dotado de eficiencia pero también hiperviolencia sus actividades ilícitas; sus formas de explotación de individuos, las cuales no son idénticas a las formas de explotación ejercidas en el capitalismo tradicional en tanto la inequidad no radica esencialmente en la baja retribución por la apropiación desmesurada de trabajo vivo, sino en la baja remuneración a pesar del riesgo de perder la vida o ser detenido; la ramificación de sus nichos de ganancia, lo que ha robustecido su economía criminal, pero también ha lacerado progresivamente a la sociedad en tanto incluye delitos -generalmente violentos- que atentan contra la vida digna y, por tanto, el desarrollo humano. Su proyección internacional implica la posibilidad de aumentar su excedente y articularse con mafias para extender un tinglado criminal que sostiene el negocio de las drogas ilícitas, pero también otros muy lucrativos a escala en México y en el ámbito internacional, como la trata de personas. La incidencia de las RTC en el plano internacional va más allá de que tengan presencia en otros países, incrementen sus ganancias de forma brutal o signifiquen una amenaza transnacional que demande el trabajo conjunto entre naciones para frenarlos. Sus vínculos con el sistema financiero para el blanqueo de dinero reflejan la compatibilidad entre capitales lícitos e ilícitos en primera instancia, pero también que el acotamiento a las RTC no se ejerza en igual proporción hacia el sistema financiero que funge como su cómplice en el lavado de dinero, producto del trasiego de estupefacientes. En el mismo sentido, cabe mencionar que las ganancias derivadas de delitos, como la trata de personas, también podrían estar siendo ingresadas al sistema financiero para su blanqueo, lo que representa una implicación más delicada de parte de los bancos en tanto que estarían tomando parte -como blanqueadores de ganancia- en los ilícitos que atentan contra la vida y otros delitos que articulan la ramificación de sus actividades. En un nivel mayor, se debe considerar que la criminalización que se hace de los individuos integrantes de los eslabones más débiles de la cadena de valor de la droga (campesinos, transportistas y distribuidores) alcanza a los propios países periféricos, en tanto que son objeto de una mayor criminalización derivada de un andamiaje en materia de seguridad que privilegia intereses hegemónicos, lo cual se viabiliza mediante la llamada “Guerra contra las drogas”.”

Aquí se señala la problemática guerra contra las drogas, no solo por sus magros resultados y su ineficacia, sino porque parece presentarse como una estrategia hegemónica de la política internacional de los Estados Unidos de Norteamérica.

En el apartado Crimen organizado y cárteles, entre la imprecisión conceptual y el alineamiento a políticas hegemónicas, el autor mencionado expone:

“Sobre el concepto de crimen organizado, históricamente no se ha logrado establecer una definición común, y a pesar de que es de uso cotidiano en el debate público y la literatura académica, es un constructo contradictorio y difuso. A ello se suma el que no exista una legislación internacional vinculante, sino sólo algunos acuerdos para incluir determinadas reglas en el derecho de cada Estado-nación, y prestar colaboración en la lucha contra el crimen organizado, lo cual parte del principio de soberanía y autodeterminación de los pueblos. No obstante, su empleo en nuestros días es “esencialmente una invención de Estados Unidos”, lo que da cuenta de los usos y orientaciones que al concepto se le pueden dar, además de que de ello depende cómo se enmarcan las leyes, cómo se llevan a cabo las investigaciones y los enjuiciamientos, y cómo funciona la asistencia legal binacional”.

“La definición más extendida sobre el crimen organizado es la de Naciones Unidas, y tanto para referir a un “grupo criminal organizado” como para abordar el carácter transnacional de alguno de ellos, no se puede soslayar la Convención de las Naciones Unidas contra el Crimen Organizado Transnacional (UNTOC, por sus siglas en inglés). De acuerdo con su Artículo 2(a), el crimen organizado puede definirse como “un grupo de tres o más personas que no fue formado de manera aleatoria; que ha existido por un periodo de tiempo, actuando de manera premeditada con el objetivo de cometer un delito punible con, al menos, cuatro años de encarcelamiento, y con el fin de obtener, directa o indirectamente, un beneficio financiero o material”.”

“Componen dicho concepto los criterios de umbral numérico, que alude a la pertenencia a un grupo delictivo de tres o más miembros; criterio de concertación de las actividades delictivas organizadas, según los tipos de delitos contemplados por Naciones Unidas, y los criterios lucrativo y criterio de transaccionalidad. Dichos criterios han resultado ejes para identificar y dimensionar a los grupos criminales que operan en diversas latitudes, y pese a que puede llegar a haber discrepancias (por razones como las metodologías empleadas) entre actores como Estados Unidos y la propia Naciones Unidas con respecto de actividades delictivas como la producción y el comercio de drogas, ambos siguen siendo las principales fuentes de información cuantitativa. El primero mediante el Departamento de Estado de Estados Unidos, concretamente en su Informe Anual sobre la Estrategia Internacional de Control de Narcóticos (INCSR, por sus siglas en inglés). El segundo a través de la Oficina de la ONU contra las Drogas y el Crimen (UNODC)”.

“Para 2012, la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Crimen señaló que las redes criminales habían evolucionado y se convirtieron en empresas multinacionales y multirregionales que generan miles de millones de dólares. De acuerdo con la UNODC, las actividades del crimen organizado superaban ganancias anuales de dos billones de dólares, equivalente a 3.6% de todo lo que produce y consume el planeta en un año. De igual forma, es preciso señalar la ramificación de las actividades ilícitas. Al respecto se puede citar al Global Financial Integrity (GFI), que desde 2011 consideraba doce actividades ilegales con altas ganancias, y para ese periodo figuran el narcotráfico, con ganancias de 320 000 millones de dólares anuales; la falsificación, con 250 000 millones de dólares anuales; el tráfico humano, con 31 600 millones de dólares anuales; el tráfico ilegal de petróleo, con 10 800 millones de dólares anuales, y el tráfico de vida salvaje, con 10 000 millones de dólares anuales. Aunque es claro que las actividades ilícitas trascienden el trasiego de estupefacientes, su complejidad no se agota ahí, sino que “El crimen organizado y en especial el narcotráfico -en tanto su columna vertebral- constituyen una densa red que involucra distintos niveles del gobierno, de las fuerzas de seguridad, de los partidos políticos y del empresariado en el ámbito nacional, así como a poderosos grupos públicos y privados en el ámbito internacional”. Con base en esta red, es que las RTC mexicanas han tomado parte en los delitos de esa ramificación, en particular el tráfico ilegal de petróleo, y el tráfico humano y de vida salvaje”.

“Pese a dicha cuantificación, y a que los criterios referidos han servido como parámetro para las naciones que los han seguido respecto de los grupos delictivos, lo cierto es que el concepto de crimen organizado resulta sumamente limitado y problemático; tiene una dimensión normativa y operativa que ha generado políticas y legislaciones, y tiende a homogeneizar dentro de un mismo concepto una serie de fenómenos criminales que son muy diversos. De estas últimas dos consideraciones se desprende que dicha normatividad y operatividad pueden orientarse a ser rieles de proyectos hegemónicos en materia de seguridad como el estadunidense, o a que el esquema punitivo y la seguridad privada -en su rama de servicios carcelarios, por ejemplo-, criminalizan de facto a los actores más vulnerables de los grupos delictivos, particularmente pobres, campesinos encomendados al cultivo de enervantes, a niños, países o incluso regiones. Con la llegada de la cocaína, y al pasar Estados Unidos a ser uno de los mayores espacios de consumo a nivel internacional, la medida política de Richard Nixon de instaurar una “guerra contra las drogas” hilvanó el discurso de mano dura y el promover el uso de estupefacientes como el “enemigo público número uno”. Dicha medida también sirvió de plataforma para que Estados Unidos redoblara su injerencia en América Latina a partir de alinear el problema del consumo de drogas a la noción estadunidense de seguridad nacional”.

“Dos aspectos críticos sobre ello son la certificación de la que países como Colombia, Perú y Bolivia han sido objeto a partir del apoyo y asesoría que Estados Unidos les ha brindado en materia de seguridad, y en segundo término, el hecho de que la “guerra contra las drogas” comenzaba a ser una nueva coartada (en conjunto con la guerra contra el terrorismo) para legitimar las operaciones militares, bases e intervencionismo estadunidense en el exterior. Dicha posición de mano dura; la simplificación del fenómeno de la producción, distribución y consumo de droga, así como el intervencionismo en el exterior, embona con el enfoque del establishment estadunidense en torno a dicho fenómeno, en particular con uno de sus dos ejes, el del conservadurismo, y refleja que América Latina es un escenario crucial de la guerra contra las drogas por dos razones: su papel clave en la producción y comercio mundial de cocaína, y la cercanía geográfica y política con Estados Unidos, el principal mercado consumidor, a partir de lo que ese país ha promovido un enfoque basado en una imposición agresiva de la ley y la encarcelación como modelo para la región, además de que ha resultado una coartada eficiente para el “financiamiento de operaciones encubiertas de la CIA -apoyo a ‘los contras’ nicaragüenses y a la resistencia a la ocupación soviética en Afganistán durante los años ochenta; y posteriormente, para sus programas ocultos o SAP-”.”

“Los saldos a partir de las prescripciones de Estados Unidos han fomentado la militarización de la seguridad pública con saldos más negativos que positivos, como refiere el Latinobarómetro, pues sus estudios reflejan que la ciudadanía recela más la eficiencia de la capacidad del poder público para frenar la delincuencia en los países donde se ha militarizado la seguridad ciudadana. La persistencia a mantener dicho esquema es congruente con el hecho de que “EE UU ha ido proyectando sus propias percepciones de (in)seguridad y las necesidades estratégicas derivadas de estas, como acciones complementarias al rol que ha ido ocupando el país en el escenario internacional a lo largo de su historia”. Es decir, el discurso en torno al fenómeno de producción y tráfico de drogas ha dependido de la agenda en materia de seguridad estadunidense, y no necesariamente de un trabajo conjunto entre los países que padecen y se ocupan de dicho fenómeno. De este modo, la noción de crimen organizado resulta una coartada para perpetuar el intervencionismo tras la guerra fría; justifica la asesoría a otros países en materia de seguridad; viabiliza el uso de las fuerzas armadas para las tareas de seguridad pública, e impone una percepción maniquea en la que Estados Unidos se asume y promueve como el agente que detenta el poder último, tanto en despliegue de fuerza mediante sus bases militares, como en el uso de la “vara” para medir a países afines o contrarios a su proyecto hegemónico”.

“Además de crimen organizado, el término cárteles es comúnmente usado para referirse a los traficantes de droga de alto nivel, y su uso se ha extendido en México en el marco de la guerra contra el narcotráfico. No obstante, hay que hacer hincapié en que existe una discrepancia implícita sobre lo adecuado que resulta la palabra para definir a los traficantes de drogas ilícitas. Por un lado, se puede referir la posición de los académicos de la Universidad Autónoma de Madrid, Luis de la Corte y Andrea Giménez-Salinas, quienes sostienen que el término proviene del ámbito económico, y se refiere a los acuerdos formales que establecen empresas de un mismo sector con la intención de reducir o eliminar la competencia de un determinado mercado. Las empresas que participan de un cártel fijan los precios de los productos que comercializan, limitan su oferta y dividen el mercado de esos productos para compartir beneficios en perjuicio de los consumidores. Por su parte, no cuestiona que el término sea funcional en el contexto económico, pero sí argumenta en contra de que se use como sinónimo de los traficantes de droga. Su señalamiento es que no existe un “cártel” en tanto persisten las disputas violentas entre los diversos grupos que se encuentran activos; dichos grupos no se han unido de forma voluntaria y permanente para dominar la cadena de valor de las mercancías ilegales que trafican; el término ha sido usado de forma arbitraria y ello ha conducido a una imposición de sentido, ya sea por desconocimiento, por la carga mitológica que los grupos criminales pretenden ostentar, o por propósitos políticos -como el de estigmatizar a un país determinado.

No parece del todo adecuado el concepto de crimen organizado, pues la problemática es más extensa y compleja, sobre todo por su expansión en la economía institucionalizada y en la misma sociedad. Además de señalar las incongruencias del uso del concepto de cártel, que deriva del análisis económico.

“Luis de la Corte y Andrea Giménez-Salinas señalan que la palabra cártel comenzó a emplearse con los principales grupos de traficantes de droga colombianos, que en esa década habrían establecido límites en la cantidad de cocaína producida en todo el hemisferio occidental y a que fijaron precios de ese producto a escala internacional. Luis Astorga por su parte, sostiene que fueron los agentes de la DEA y los fiscales de Florida quienes comenzaron a designar a los grupos de traficantes colombianos con la palabra cártel, pero ello tendría como trasfondo la etiqueta y la estigmatización. La falta de precisión conceptual en altos niveles gubernamentales sobre la palabra cártel es expuesta por el propio Astorga al señalar cómo el expresidente Felipe Calderón llegó a afirmar que México pasó de un modelo de narcotráfico tradicional, orientado principalmente al mercado estadunidense, a un “modelo de narcomenudeo”. La referencia de Calderón simplificó la transformación del fenómeno de los traficantes de droga mexicanos, en razón de que ese supuesto cambio no consideraba aspectos nodales como el de la relación con la esfera política. Inclusive, Calderón equiparó su noción de cárteles con la de narcomenudistas, lo cual es complicado de afirmar; primero, porque como ya se señaló, los grupos de traficantes de droga mexicanos no cumplen con la definición de los cárteles (particularmente en su componente operativo, económico y de control de mercados); y, en segundo lugar, porque los narcomenudistas son, por definición, grupos delictivos de menor calado que están enfocados en un comercio clandestino a baja escala. Cabe señalar en este punto que además de los ecos de imprecisión conceptual que del discurso del ejecutivo federal se pueden derivar, está el riesgo de que ello tenga influencia en el terreno legislativo y judicial, y que ello termine por ser una vuelta de tuerca en el esquema punitivo que criminaliza por igual a delincuentes de gran calado y a individuos con una participación mucho menor en el ilícito del tráfico de estupefacientes”.

“La expansión que Luis de la Corte y Andrea Giménez-Salinas señalan sobre los grupos de traficantes colombianos en la década de los ochenta es legítima, y si a partir de ello los grupos criminales de Cali y Medellín no pueden considerarse como cárteles, al menos sí se desenvolvieron como grupos criminales con tendencia al monopolio. De igual manera cabe señalar que el fenómeno no ha sido exclusivo de Colombia, y alcanza a México, sólo que en momentos y casos muy específicos. Al respecto se puede referir al llamado “Cártel de Guadalajara” (o Federación de Traficantes de Droga) que sí presentó una estructura que “operaba con tendencia al monopolio, y con otros grupos que originalmente provenían de Sinaloa controlando y operando el comercio y sus rutas a lo largo de todo el país”. Luego de esa concentración de poder y su correspondiente tendencia al monopolio la diseminación fue la constante, y dio paso al escenario actual donde “Lo que hay son simples organizaciones criminales de diferente tamaño y capacidad, con mayor o menor diversificación de actividades delictivas y posibilidades distintas de ejercer violencia al interior de sus organizaciones, contra sus competidores, las fuerzas de seguridad del Estado y la sociedad”.”

“Además de las dimensiones económica y política que deben considerarse en torno a la palabra cártel, también cabe mencionar que la palabra ha sido utilizada bajo los propios criterios de la prensa, los cuales no necesariamente están unificados con los de las autoridades. Por ejemplo, para 2014 la Procuraduría General de la República (PGR) sostenía que en el país había “9 cárteles del narco”, y para el inicio de la administración federal encabezada por Andrés Manuel López Obrador, en el país operaban “seis cárteles”, según las secretarías de Gobernación (SEGOB), Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA) y la Procuraduría General de la República (PGR). Desde el inicio de la “Guerra contra el narco” el número de esos grupos delictivos no se ha mantenido fijo, pero es posible aseverar que, al menos de acuerdo con los organismos oficiales, ese número ha rondado los diez “cárteles”.”

“No obstante, hay variaciones. Por ejemplo, Contralínea publicó en 2013 que en el país hay “89 cárteles que arrasan México”; Televisa, por su parte, divulgó en 2018: “Aumenta guerra narco capitalina; 11 cárteles operan en la CDMX”, lo que significaría que o prácticamente todos los grandes grupos de traficantes de droga operan en la Ciudad de México, o que hay once de esos grupos radicados sólo en la capital del país. Los medios de comunicación (algunos sensacionalistas y enfocados en la “nota roja”) son fuentes que también suelen referir a los llamados cárteles, en un ejercicio editorial que intermitentemente los enaltece, los sobredimensiona o incluso genera “estereotipos”, sólo que en función de la atracción de lectores o televidentes, y no del apego a la seriedad periodística o a la precisión conceptual”.

Es posible que el término cártel, derivado del análisis económico, sea apropiado en algunos casos, pero no en todos, en otros el comportamiento del fenómeno de narcotráfico presenta otras características, que no devienen de los acuerdos ni de las cuotas establecidas entre organizaciones de los tráficos ilícitos. Por otra parte, se presentan formas do organización, mas bien, dispersas y, por así decirlo, horizontales. Sin embargo, se puede considerar un desplazamiento conceptual de la configuración cártel, ante la experiencia monopólica de los dispositivos del narcotráfico.

Como se puede ver se trata de apuntar a una reconceptualización considerando las diferencias de composición, desplazamiento, organización y prácticas de los dispositivos del tráfico ilícito. Sin embargo, el concepto propuesto de Red Trasnacional de Criminalidad (RTC) resulta también incompleto e inadecuado para lograr una concepción integral del fenómeno del narcotráfico en el sistema mundo moderno, en pleno capitalismo tardío. No solo por el peso desproporcionado, para interpretar y explicar el fenómeno, de la mirada jurídica e institucional del Estado y de los organismos internacionales, sino también por la figura de red, cuando más parece comportarse como un sistema perverso del lado oscuro del poder.

En el apartado Del trasiego de droga a la ramificación de los delitos, el autor citado, hace las siguientes consideraciones:

“De acuerdo con la, el narcotráfico se define como: “Comercio de drogas tóxicas a gran escala”, definición que no es desacertada si se considera que en términos estrictos, se trata del traslado de estupefacientes de un lugar a otro. No obstante, la propia evolución de esos grupos criminales hace que la noción del trasiego de droga sea insuficiente para definir sus nuevas características. Cabe aclarar que esas características pueden variar entre los grupos criminales, en especial si son de diversos países, por lo que a continuación se hace énfasis sólo en los grupos de traficantes de droga mexicanos. Seis características son las que al respecto deben ser tomadas en consideración: su autonomía relativa en el marco de su relación histórica con el Estado, su nueva configuración tipo red, el llenado de vacíos de Estado, la facción paramilitar, la ramificación de sus delitos y el tipo de explotación en que incurren”.

“Hay un cambio con respecto a la relación tradicional que ha existido entre traficantes de droga mexicanos y el Estado, relación que en las últimas décadas se ha modificado de forma más acelerada y cualitativa. Ese vínculo se remonta a las primeras décadas del siglo XX, caracterizándose por la subordinación del tráfico de drogas ilícitas a la esfera política, y esa dinámica se mantuvo hasta que se dio paso a una “autonomía relativa” del narcotráfico, desde la que transitaron de un esquema de organización piramidal, al de tipo red. Cabe señalar que la responsabilidad del Estado en su relación con los grandes traficantes de droga generalmente es soslayada en la visión maniquea, pues esta parte del supuesto de que el Estado es objeto de penetración por parte de los grupos criminales. Congruente con esa dinámica está la perspectiva de la “reconfiguración cooptada del Estado” basada en el poderío de los grupos criminales; o la de la justificación de la política punitiva en torno a la guerra contra el narco, bajo el argumento de que la administración presidencial calderonista no tenía otra opción, al tiempo que se justificaba la asesoría por parte de Estados Unidos en materia de seguridad”.

Es importante el develamiento de las vinculaciones del narcotráfico con el Estado, no solo por su atravesamiento, sino por sus complicidades. En otra palabras el fenómeno del narcotráfico es ya una problemática política, no solo, como se dice comúnmente, del crimen. El ejercicio político está comprometido.

“Ahora bien, hay un consenso implícito -no generalizado, pero sí extendido- sobre los cambios en la relación entre los traficantes de droga y el Estado, y ese consenso se ha acentuado en el marco de la guerra contra el narcotráfico debido a la preponderancia que aquellos tienen en el “uso de la violencia para lograr sus objetivos”. Ese consenso alcanza desde el ciudadano común hasta la prensa y finalmente a los estudiosos del tema, pero el punto en el que el consenso no está tan extendido es en el grado de relación que ambos han tenido, y en las causas por las que esa relación se ha modificado. Al respecto hay que señalar la pérdida de legitimidad del mando político mexicano ante la crisis del Estado, concretamente la vulneración de los pilares de la constitución estatal. Esta pérdida de legitimidad abrió́ una ventana de oportunidad para los traficantes de droga, pues la correlación de fuerzas cambió tanto por el deterioro del pacto político-social, como por el hecho de que en algunos casos dejaron de estar subordinados”.

Con la incursión del narcotráfico en el Estado los problemas de legitimación en el capitalismo tardío se han ahondado. El Estado y los gobiernos han perdido legitimidad, incluso legalidad. Es más se han perdido en una espiral de violencia en la guerra contra las drogas. La confusión reina en estos ámbitos entremezclados.

“La relación esfera política-traficantes de drogas ilícitas en México conjuga dos elementos: a) desde la formación del campo del tráfico de drogas en México este se vio supeditado al campo político (en especial a partir de la segunda década del siglo XX), y así́ fue durante décadas, hasta que se dio un resquebrajamiento progresivo del sistema político posrevolucionario basado en el presidencialismo y en el partido de Estado; el avance de la oposición política en el Congreso y en los gobiernos estatales, y finalmente la alternancia en el poder, que implicó el desplazamiento del PRI en el poder ejecutivo federal; y, b) el gobierno mexicano ha generado un discurso cargado de juicios de valor que limita contemplar otras experiencias o momentos históricos que permitieran tener mayor perspectiva para superar la visión maniquea del “combate al narco”.”

“Desde los años veinte del siglo pasado el gobierno empezó́ a promover la prohibición y cultivo de mariguana argumentando motivos morales, y al mismo tiempo empiezan a surgir las acusaciones de vínculos entre funcionarios de alto nivel y el tráfico de drogas. En los años cuarenta empiezan a ser cada vez más comunes en el discurso político las palabras lucha, combate, cruzada, guerra, campaña, de corte militar para referirse a la acción estatal contra el cultivo y tráfico de drogas, lo que bien puede considerarse el preámbulo a la idea de Carlos Montemayor sobre la perspectiva de un Estado que se maneja por la lógica del combate, y no por la premisa de comprender y atender un fenómeno social. Es decir, se trata de una violencia de Estado que se soporta en la coartada del “combate al crimen organizado”, y deviene en la posibilidad de criminalizar la protesta social; ejercer la desaparición forzada -sello de la guerra sucia de los años setenta del siglo XX-, y las acciones represivas contra la guerrilla mexicana y contra los defensores de los derechos humanos y sociales de comunidades indígenas”.

La guerra contra las drogas se ha convertido en la plataforma para expandir el terrorismo de Estado contra la sociedad y los pueblos, criminalizando las movilizaciones y la protesta social. El terrorista adquiere un perfil difuso, donde se confunden el narcoterrorista, el guerrillero, el dirigente social, el defensor de los derechos humanos y el defensor de la naturaleza.

“Como parte de los aspectos evolutivos más destacados de los grandes grupos de traficantes de droga mexicanos, está el del paso de su organización jerárquica a la organización tipo red, la cual implica vínculos que conectan a dos o más personas directa o indirectamente, y dichas conexiones entre los criminales no son necesariamente fáciles de observar. La organización tipo red implica para esos grupos criminales una lógica operativa mucho más eficiente y cuyo modelo no se basa en grandes organizaciones jerárquicas sino en diversos grupos descentralizados; han adoptado características de la red 2.0, con eslabones que pueden conectarse o desconectarse en cualquier momento; presentan una descentralización de la información y el conocimiento, y un poder que se basa más en las conexiones que en la capacidad de mando”.

En conclusión, apoyando la reconceptualización, a partir de este balance, se señala que la característica más notoria para hacer esto, reconceptualizar, es su mapa, mas bien, disperso, distribuido y descentralizado.

“La descentralización es parte del cambio de organización piramidal, e implica una mayor complejidad en su estructura”:

“La evolución del crimen organizado en Colombia y México, en sus estructuras y dinámicas internas, confirma las teorías sobre aprendizaje y cambio organizativo (tanto en lo que se refiere a los grupos como al mercado en su conjunto). En una mirada hacia dentro de los grupos, se observa que son altamente complejos y contienen varios niveles que pueden visualizarse como círculos concéntricos: nodos centrales coordinando y supervisando el negocio; círculos de segundo nivel, especializados en ciertas tareas y/o territorios, y círculos más externos, de personas y grupos empleados ocasionalmente para tenerlas externalizadas”.

“La evolución referida ha resultado beneficiosa para los grandes grupos de traficantes de droga mexicanos, primero porque ello ha desembocado en la base para consolidar o expandir el trasiego de estupefacientes a escala transnacional, y después porque esa evolución también ha sido la base para poder ramificar sus actividades ilícitas -principalmente en México- y ejercer un tipo de explotación más agresiva y expedita sobre quienes componen los eslabones más débiles de la cadena de valor de la droga”.

Aquí se hace hincapié en la complejidad de las formas de organización, es sus estratificaciones y diferenciales composiciones. No se trata de formas, contenidos y expresiones homogéneas, sino, por el contrario, heterogéneas.

“Desde la perspectiva de Estado hay que señalar que existe una “interacción entre los Estados y los actores criminales, incluso cuando el Estado no está corrompido o aliado con grupos criminales. Los gobiernos y las organizaciones criminales emplean la evasión y la corrupción para coexistir en relaciones de equilibrio en las cuales cada uno se ajusta continuamente a la evolución percibida del otro”. Pero cuando los Estados son débiles, corruptos o ineficaces, se crea un vacío de poder que es llenado por la mafia, quien asume las funciones que el gobierno es incapaz de proveer debido a que no posee el monopolio de la violencia. Además, los altos niveles en la tasa de asesinatos, secuestros y venalidad de la policía, propios del estado fallido mexicano, exacerban la velocidad del flujo migratorio hacia el norte, y propician fenómenos como el de inhibición de la participación electoral en áreas afectadas por altos niveles de violencia criminal. Por los vacíos de Estado, “el crimen organizado” aprovecha la vulnerabilidad para conseguir protección comunitaria”.

“En un nivel mayor se puede asimilar dicho fenómeno desde dos vertientes, la económica y la de que esos vacíos de Estado se encuentran asociados a la falta de legitimidad del mando político (referida previamente desde las consideraciones de Rhina Roux), lo que es un punto en el que también se puede incluir a Jaime Osorio, pues la falta de legitimidad del Estado se refuerza con su falta de inacción o incompetencia para satisfacer las necesidades de la población, con los privilegios que brinda a los grupos dominantes, y con los diversos fraudes electorales, lo que deviene en un “enorme vacío de dirección existente en la sociedad. El crimen organizado constituye una respuesta a ese vacío y encuentra condiciones políticas y económicas favorables para desarrollarse”, lo que se acentúa una vez que logran incidir el plano político. El consejero presidente del Instituto Nacional Electoral (INE), Lorenzo Córdova Vianello, ha asegurado que no hay dinero del narcotráfico y del crimen organizado en las campañas electorales en México, pero su posición contrasta con otras afirmaciones. Sobre eso se puede mencionar la de Miroslava Breach, periodista asesinada en el estado de Chihuahua en 2017, luego de reportar la infiltración del crimen organizado en la política, en concreto con la imposición de candidaturas; las acusaciones mutuas entre los expresidentes del Partido Revolucionario Institucional (PRI) y el Partido Acción Nacional (PAN) por ligas con el narcotráfico, o la del Senado de la República, el cual ha advertido que hasta 80% de los alcaldes del país se encuentran vinculados al narcotráfico”.

La vulnerabilidad de los Estado nación subalternos habría llevado a generar vacíos o, mas bien, a aprovechar los vacíos, que son ocupados por los controles territoriales de las formas paralelas del lado oscuro del poder.

“La relación entre la esfera política y los traficantes de droga en México comienza con la subordinación de los segundos hacia la primera, relación que se ha venido reconfigurando en los últimos años primordialmente por la transición política a escala federal, estatal y municipal. Una vez que los grupos criminales se imponen, los políticos producto de dichas sociedades se prevé defiendan ante el Estado y la sociedad la preservación de las transformaciones ocurridas por la inyección del capital de las drogas. La otra vertiente a considerar es la económica, sólo que no nada más por representar la solvencia individual o familiar, sino por ser un factor estructural que puede llegar a asociarse con el fenómeno de la violencia”:

“Ciudades como Reynosa, Tijuana y Ciudad Juárez situadas en la frontera con los Estados Unidos, con grados de violencia rampante, se han distinguido por ser territorios de empresas maquiladoras que han sido incapaces de promover procesos de industrialización endógenos y han continuado siendo una especie de espacios geográficos residuales fronterizos. Ante la ausencia de una industrialización que provocara la mejora sustancial de sus economías locales y sus lazos sociales, la violencia se ha convertido en un elemento estructural. Debemos recordar que el 90% de las drogas pasan por varias de estas ciudades y eso explica su importancia estratégica para el crimen organizado y los gobiernos locales en todas sus jerarquías que participan en dichas actividades”.

Los Estados de la condición de afectados pasan a ser instrumentos de las máquinas de poder del narcotráfico, incluso después se involucran y se vuelven promotores interesados y acuciosos.

“En el marco del modelo de desarrollo neoliberal mexicano impulsado en el país por el PRI y continuado por el PAN a nivel federal durante los últimos años, las opciones para transitar hacia alternativas como la de una Industrialización por Sustitución de Importaciones (ISI) y otras opciones de desarrollo endógeno han quedado acotadas, y la vulnerabilidad social que de ello se desprende ha generado extensas capas sociales que son fácilmente cooptadas por los grupos criminales. Se trata de un fenómeno en el que las violencias sistémicas, hilvanadas por la exclusión social, la precarización del empleo o la falta del mismo, así como la inseguridad en materia de salud y educación se vinculan con la violencia desatada por los grupos criminales”.

“La cooptación forzada de ciudadanos por parte de los grupos criminales tampoco puede soslayarse, y esta se debe en buena parte a la necesidad de dichos grupos de satisfacer múltiples tareas a partir de la ramificación de sus actividades ilícitas y el perfil evolutivo previamente referido en este texto. Es decir, a la par del tráfico de estupefacientes han generado variadas fuentes de ganancia, las cuales han requerido no sólo de más personas para desarrollarlas, sino de perfiles específicos, tales como arquitectos, ingenieros, médicos, enfermeras, abogados, contadores, entre muchos otros que son cooptados incluso en las redes sociales. Se debe tener presente que muchas de estas personas laboran para el narco prácticamente en condiciones de esclavitud o bajo amenaza, pero también que los individuos que les prestan sus servicios no lo hacen bajo la gran contradicción económica entre el capital y el trabajo, sino entre la protección y el trabajo, es decir, la explotación es distinta entre el capitalismo legal y el narco, en tanto en la segunda “Se explota a los trabajadores en la medida en que sus ganancias obtenidas no compensan los riesgos asumidos”. Los eslabones más débiles de la cadena de valor de la droga, como son campesinos o distribuidores de bajo calado, son los que asumen riesgos mayores no sólo por la posibilidad de ser vinculados con los estupefacientes que manipulan directamente, sino por la imposibilidad de acceder a defensa legal de primer nivel (incluso a simples amparos), y en última instancia a que los beneficios económicos siempre serán menores que los de quienes componen los eslabones más fuertes. Cabe reiterar que en el ámbito de la relación que los grupos criminales mantienen con la sociedad, no todos los que se suman a esos grupos lo hacen de manera forzada”.

“La ramificación de las fuentes de ganancia de los grandes traficantes de droga incluye delitos que no son tan conocidos o analizados, como los de la tala y tráfico de maderas, el robo de combustible o el saqueo y explotación de mineral, por citar sólo tres ejemplos. La tala ilegal de bosques y selvas tropicales por parte de los llamados “cárteles de la droga” ha sido definida como una “narco-deforestación” que afecta no sólo a México, sino que se extiende hasta Honduras, Guatemala y Nicaragua a partir de la guerra contra el narcotráfico. La afectación a la fauna y la flora es sólo un efecto de ese desplazamiento de los grupos criminales hacia el sur de la frontera México-Guatemala, pues a ello se suma la especulación de tierras; la expulsión, asesinato o esclavización de indígenas; la inversión en ranchos de ganado para el lavado de dinero y la producción intensiva de aceite de palma. En México, la tala ilegal comandada por caciques y perpetrada por hombres armados amenaza a los rarámuris en la sierra tarahumara”.

“Un negocio que les ha resultado sumamente rentable ha sido el del robo de combustible, pues se calcula que socava más de 1 000 millones de dólares en ingresos anuales del Estado, lo que tiene como origen el que, entre 2011 y 2016, el número de tomas ilegales descubiertas en la red de combustible de México casi se quintuplicara. Los Zetas y Los Templarios han incursionado en el robo de mineral pero también en su exportación, como en el caso del hierro que envían desde el puerto de Lázaro Cárdenas hacia China”.

“El otro elemento que debe ser referido sobre las nuevas características de los grandes grupos de traficantes de droga es el de su perfil militar, el cual comenzó a tomar forma con Los Zetas (grupo gestado por Osiel Cárdenas Guillén, en el Cártel del Golfo), pero se ha extendido a múltiples grupos delictivos de ese calado. De acuerdo con Carlos Flores, los motivos para que los grandes traficantes de droga se perfilen como paramilitares son “El debilitamiento de los controles para frenar a la delincuencia organizada; la transferencia de militares a instituciones corruptas para enfrentar al narco; la corrupción en diversos organismos y la esfera política”, lo que se conjuga con la diversificación de la actividad delictiva”.

El fenómeno del narcotráfico no funciona solo en un plano de intensidad perverso, sino en distintos planos de intensidad, los afecta, irradia, ocasiona ramificaciones, incide no solo en otros tráficos ilícitos, sino que incursiona en los tráficos lícitos. Promociona otros delitos, despliega ramificaciones, conforma brazos armados, hasta ejércitos paramilitares. Hay que visualizarlo como un conjunto de síntomas de la decadencia de la civilización moderna.

En el apartado sobre Perfil transnacional el investigador mencionado, expone:

“El perfil trasnacional de las RTC parte del engarce de su capital criminal con capitales financieros radicados en otras latitudes, y el rol que toman en la planeación y perpetración de delitos en diversos países. Ello ajusta con las consideraciones que María del Pilar Fuerte Celis hace con base en la literatura de Letizia Paoli, Tom Vander Beken y Jean François Gayraud, sobre el punto de que el carácter transnacional se relaciona con la globalización económica; los delitos cometidos en un país, pero planificados en otros, y los delitos cometidos en un territorio administrativo, pero con la participación de un grupo criminal que interviene en más de un país”.

“El negocio del tráfico de drogas ilícitas en el que los criminales mexicanos incursionaron desde el siglo XX nació transnacionalizado, en particular para satisfacer la demanda que comenzó a tomar forma desde Estados Unidos. Cabe señalar en este punto que es desde la propia dimensión transnacional que también se alienta la violencia que se padece en México, en tanto el conflicto es alimentado por actividades ilegales de naturaleza transnacional, como son las drogas traficadas en y a través de México que buscan llegar al mercado estadunidense, así como por el tráfico de armas”.

La característica sobresaliente es de que se trata de un fenómeno trasnacional, cuya composición no deja de ser trasnacional, a pesar del peso de los centros operativos nacionales. Se ha dado lugar entonces a una transnacionalización de las prácticas paralelas del lado oscuro de la economía mundo. Una de las debilidades de la lucha contra el narcotráfico radica pues en sus circunscripción nacional, a pesar de los apoyos internacionales y los mecanismos internacionales de interdicción y seguimiento. Empero, no hay que olvidar lo que dijimos y repetimos, la lucha contra el narcotráfico forma parte de la reproducción misma del narcotráfico.

“En la actualidad la expansión de las RTC ha alcanzado niveles más elevados, y la posición tradicional de México como territorio de tránsito -principalmente- en la cadena de valor de la droga que incluye países productores, de paso y de consumo se ha mantenido, pero también ha pasado a ser el de albergar a varias Redes Transnacionales de Criminalidad que operan de distintas formas y en diversos giros delictivos en múltiples latitudes del orbe. El llamado Cártel de Sinaloa sigue siendo la RTC mexicana con mayor alcance a escala transnacional y, a pesar de la detención de Joaquín Guzmán Loera, ello no ha hecho mella en ese grupo criminal. Cabe señalar que desde 2012 se estimó que esa RTC tenía presencia en más de 50 países, y ello no se modificó para 2018, de acuerdo con el Servicio Legislativo de Investigación del Congreso estadunidense, lo que da cuenta de la capacidad de continuidad y reemplazo de miembros, así como de que las RTC no se desmoronen a pesar de la detención de alguno de sus líderes”.

“Según la agencia antinarcóticos estadunidense, las RTC mexicanas que tienen mayor presencia en el exterior son el Cártel de Sinaloa, Los Zetas, Cártel Jalisco Nueva Generación, Familia Michoacana, Cártel del Golfo, Cártel de Tijuana, Caballeros Templarios, Cártel de Juárez. Además de su presencia en los cinco continentes, abastecen al mercado de las drogas más demandante del planeta, el estadunidense, y entre 2013 y 2017 habrían lavado hasta 3 billones 646 500 millones de pesos (a razón de entre 6 000 millones y 39 000 millones de dólares anuales, según el Departamento del Tesoro estadunidense) sólo por el negocio de las drogas ilícitas en dicho mercado. A estos montos habría que agregar sus ganancias por los delitos a nivel México señalados párrafos arriba, así como una maraña de negocios lícitos en los que incursionan para lavar la ganancia espuria. El tinglado corporativo en el que se viabiliza con éxito la relación capitales lícitos e ilícitos de las RTC es similar al empleado por las multinacionales, en tanto que buscan “administrar sus cadenas de suministro, cuidar sus recursos humanos, invertir en investigación y desarrollo, explorar el comercio minorista en línea y dedicar mucho tiempo y dinero al marketing. Incluso se pasan una cierta cantidad de tiempo preocupándose por la responsabilidad social corporativa” con la intención de cimentar buenas relaciones con las comunidades locales, lo que es congruente con su tradición en México de buscar proyectarse como “agentes benefactores”.”

“A la par del lavado de dinero cuentan con diversos métodos para blanquear fondos, como la compra de artículos de venta al por menor en Estados Unidos para exportar y revender en México; intercambio de criptomonedas, contrabando de efectivo a granel y el uso de cuentas embudo, con las que se estructuran depósitos de baja denominación en varias cuentas abiertas en instituciones financieras de Estados Unidos para ser canalizados a una cuenta centralizada en México. El lavado de dinero es un fenómeno que vincula a las RTC y al sistema bancario. HSBC se hizo merecedor en 2012 de una multa por 1 920 millones de dólares, debido a que permitió, en cerca de una década, a dos grandes grupos de traficantes de droga -uno mexicano y otro colombiano- ingresar al sistema financiero 881 000 000 de dólares. Pese al fuerte monto con el que fue penalizado, ello no evitó por completo que otros bancos recibieran dinero proveniente de fuentes ilícitas. Rabobank, por ejemplo, en 2018 fue multado con 368 700 000 dólares porque su “deficiente programa” contra lavado de activos permitió la inversión de cientos de millones de dólares imposibles de rastrear, de acuerdo con lo dado a conocer por el Departamento de Justicia de Estados Unidos, ello a pesar de que desde 2010 se endurecieron las leyes contra lavado de dinero. En el vínculo bancos-RTC, y en particular para el caso de México, la complicidad ha estado considerablemente extendida. BBVA-Bancomer y Santander, de origen español; el estadunidense Citibanamex; el británico HSBC; el canadiense Scotiabank, y los mexicanos Banorte e Inbursa, así como casas de bolsa, de cambio y entidades de la banca múltiple comercial, figuran entre los sectores clasificados de más alto riesgo o más expuestos al lavado de dinero y financiamiento al terrorismo, según la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF)”.

“Estos agentes que participan del lavado de dinero contribuyen a la valorización del capital criminal que también conjuga la cadena de valor de la droga y negocios paralelos, y forman parte de las redes que se tienden entre varios países y actúan al amparo de la desregulación del sistema financiero. Su actividad se relaciona con la dimensión transnacional por la proyección y engarces que las RTC han realizado, y con la dimensión de redes por la forma en que operan y articulan sus redes corporativas. Pero también con la criminal en tanto el lavado de dinero se considera “todo acto o intento de ocultar o encubrir el origen de ingresos obtenidos ilegalmente para hacer parecer que provienen de fuentes legítimas”.”

“Para los traficantes de droga, opciones para ingresar el dinero en el sistema bancario son comprar negocios legales y utilizar sus cuentas bancarias para lavar dinero; el uso de testaferros sin historial delictivo para lavar sus recursos; diseñar operaciones financieras complejas apoyándose en los especialistas financieros a su servicio. No obstante, uno de los mayores aspectos a su favor es el de que en México no hay un estudio serio sobre cómo funciona el lavado de dinero, lo que se refleja en la muy baja cantidad de acciones penales y condenas por casos de lavado de activos. Pese a las brutales ganancias que reciben las RTC, lo cierto es que no representan el eslabón privilegiado en la cadena que comprende el ciclo de producción, traslado y lavado de dinero. Los paraísos fiscales, por ejemplo, no son objeto de un escrutinio tan fuerte como sí lo son las RTC, y la “guerra contra las drogas” comandada por Estados Unidos minimiza sistemáticamente la responsabilidad de los países centrales, tanto como pivote de la demanda de las drogas ilícitas, como por el masivo blanqueo de capitales que se hace dentro de sus fronteras. Es decir, la criminalización, de facto, está orientada hacia los países de producción y tránsito de estupefacientes, primordialmente los que pueden considerarse periféricos”.

“Se trata de un fenómeno paralelo a la inequitativa división del trabajo que existe al interior de las actividades del narcotráfico, sólo que, en lugar de la desigualdad existente entre cultivadores de droga y grandes capos, se da entre los grupos de traficantes de estupefacientes y los bancos que participan de la cadena de valor de la droga, y en una escala mayor, entre países periféricos y centrales. Los motivos de lo anterior descansan en una política geoestratégica y en una impunidad de gran calado, y no en la simple maximización de ganancia a partir de bajos salarios o el incremento de los riesgos, como ocurre en la división del trabajo al interior de las actividades del narco. La narrativa del narco lo encumbra y proyecta a través de múltiples formas de entretenimiento, así como por diversos medios de comunicación que encuentran en este un tema que potencia la venta de diarios e incrementa los ratings, pero lo cierto es que en términos reales esa visibilización representa un “talón de Aquiles” que en el esquema punitivo-prohibicionista es por demás perjudicial para los grupos criminales, pues por una parte se convierten en objetivos prioritarios para las autoridades, y por el otro encarnan el agente que la ciudadanía identifica como el centro del problema del tráfico de estupefacientes”.

“Ahora bien, la discrecionalidad que en el sistema financiero cobija el lavado de dinero proveniente del tráfico de estupefacientes apunta a que también puede ser una fórmula efectiva para blanquear ganancias de otros ilícitos ejercidos por las RTC, como la trata de personas. Es decir, los grupos criminales estarían aprovechando el andamiaje financiero y de rutas para desarrollar nuevos ilícitos, y las redes comenzarían a tejerse a nivel nacional, como refleja el Diagnóstico Nacional sobre la Situación de la Trata de Personas en México, el cual advierte que habría al menos tres niveles en esa maraña: redes de familiares, vecinos o parientes que viven cerca de la víctima y venden, rentan o prestan a sus hijos para conseguir dinero; un segundo nivel son grupos locales, miembros de pequeños grupos de delincuentes y criminales que operan individualmente, y en última instancia los grandes “Grupos de Delincuencia Organizada”. El nicho de ganancia no es nada despreciable para las RTC, pues como se desprende del “Diagnóstico de las Condiciones de vulnerabilidad que propician la Trata de Personas en México”, elaborado por la Comisión Nacional de los Derechos Humanos y el Centro de Estudios e Investigación en Desarrollo y Asistencia Social, la trata de personas representa el segundo ilícito más redituable para esos grupos delictivos, lo cual es congruente con las estimaciones de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), organismo que afirma que la trata de personas es el segundo negocio ilícito más redituable a nivel mundial para el llamado crimen organizado, y anualmente le deja cerca de 32 000 millones de dólares (Hernández, 2014)”.

“El punto crítico sobre el que hay que hacer hincapié en este tema es que a diferencia del trasiego de estupefacientes, la trata de personas corresponde a los delitos que atentan contra la vida digna y por tanto el desarrollo humano, y la participación de los bancos en ese entramado da cuenta de que una de las facetas más lacerantes del capital criminal, como es la trata de personas, no es incompatible con el capital financiero que busca maximizar ganancias a costa de lo que sea, incluso la vida misma o la integridad de las personas”.

Los montos en circulación, la cantidad en movimiento en esta economía del lado oscuro del poder, habla de por sí de la importancia de estas estructuras de los tráficos ilícitos, de su incidencia en el mundo, sobre todo en la economía mundo institucionalizada. No hay donde perderse, el tamaño monstruoso del sistema mundo paralelo nos muestra que la realidad efectiva ha cambiado; ahora tiene que interpretarse también desde la composición de estos núcleos y redes operativas del narcotráfico, que han modificado el perfil mismo de las sociedades y el comportamiento de los Estado nación.

Las conclusiones del análisis son:

“Definir a los grandes grupos de traficantes de droga como Redes Transnacionales de Criminalidad marca una diferencia con los conceptos de crimen organizado, cárteles y narcotráfico que abarca siete puntos.

  1. A diferencia del crimen organizado, las RTC no están planteadas bajo el esquema punitivo-prohibicionista de la noción dominante en materia de seguridad, ni promueven la criminalización que en el marco de la dinámica centro-periferia se acentúa sobre países productores en la cadena de valor de la droga. Por el contrario, el concepto se propone como marco para analizar cómo esto último ha resultado funcional para la estimulación de los mercados ilegales y la criminalización focalizada.
  2. Más allá del umbral numérico que parte de tres o más miembros en el concepto de crimen organizado, lo que se visibiliza desde las RTC es la rotación de elementos, así como la tendencia a la suma de individuos por su necesidad de ampliar su fuerza laboral y paramilitar a partir de la ramificación de sus delitos, la ofensiva desatada con la guerra contra el narco, y el propio refuerzo armado de grupos criminales antagónicos.
  3. En contraparte a la idea de que la organización del crimen organizado es piramidal, la característica red da cuenta del proceso de descentralización y la lógica operativa a la que han transitado esos grupos criminales. Esta última da cobijo tanto al negocio del tráfico de estupefacientes como a los nuevos ilícitos sobre los que se han volcado, incluidos los que atentan contra la vida y por tanto el desarrollo humano.
  4. A diferencia de la noción de cárteles que desde los preceptos económicos ubican a los grupos criminales en la posición del monopolio, las RTC los identifican como agentes en disputa (sin soslayar los casos de alianza) y franco proceso de fragmentación -en particular en el presente contexto mexicano-, lo que permite no simplificar el fenómeno de criminalidad vigente, y contribuye a superar los desvíos semánticos y el abuso del término que se genera en los medios de comunicación.
  5. El componente de criminalidad de las RTC no busca acotar los ilícitos en los que participan a la órbita del trasiego de estupefacientes que, por definición, se corresponde con el narcotráfico, sino abrir la posibilidad de dimensionar el amplio abanico de delitos en los que han incursionado en los últimos años para la maximización de ganancia.
  6. El componente transnacional del concepto implica superar -sin descartarla- la noción de la lógica oferta-demanda entre países productores y consumidores de droga. A lo que se apunta es a visibilizar el tinglado criminal de las RTC que soporta delitos como la trata de personas, de órganos, de nuevos estupefacientes, entre otros que buscan satisfacer mercados nacientes, así como a dar cuenta del engarce entre el capital criminal y el sistema financiero que interviene en su valorización.
  7. El concepto de RTC parte de una base teórica derivada de estudios sobre el Estado; estudios críticos a la posición dominante en materia de seguridad y estudios ocupados del tema criminológico -entendido como una subespecialidad de la sociología- que toman distancia de las visiones garantistas y reduccionistas. El mirador teórico construido marca diferencias con los conceptos de crimen organizado, narcotráfico y cárteles, pero también propicia la disertación sobre el tipo de evolución de los grupos criminales, su rol en fenómenos como el intervencionismo y la vinculación del capital criminal en el sistema capitalista global”.

“Contar con un concepto como el de las RTC para abarcar el amplio espectro de actividades y desarrollo que presentan esos grupos criminales, posibilita una mejor comprensión de los mismos y permite reducir desaciertos en términos de definición. Los grados de autonomía y atomización que han alcanzado, sus reconfiguraciones organizativas, el cambio en sus relaciones con el Estado, su proyección hacia el exterior, así como su perfil militar y la ramificación de los delitos en los que incurren, ajustan con la definición de Redes Transnacionales de Criminalidad. Esta serie de nuevos rasgos de los grupos criminales representa un giro significativo para los estudios sobre la temática criminal, pero también permiten comprender fenómenos ligados, particularmente en las dimensiones económica, política y social. En ese sentido, hay que destacar el engarce de las RTC con el sistema financiero, el cual es clave para dar continuidad a la cadena de valor de la droga, así como a las cadenas de valor de los delitos paralelos en los que incurren, incluidos los que atentan contra la vida digna. Un elemento representativo de dicha relación son los grados de impunidad que tienen las RTC y el sistema financiero, el cual es inequitativo -en tanto se enfoca principalmente en la criminalización de las primeras-, pero congruente con los privilegios que tienen los agentes radicados o que son cobijados por las políticas de los países centrales. Capitales lícitos e ilícitos son mezclados en el sistema financiero y los paraísos fiscales de forma indiscriminada y cada vez más corrupta, pues dicho sistema ha dado muestras de tener apertura a los ingresos producto de los delitos que atentan contra la vida y por tanto el desarrollo humano”.

“Las condiciones de vulnerabilidad social que México padece en la actualidad resultan un fermento idóneo para las RTC, ello a partir del nexo que se genera entre las violencias sistémicas (exclusión social, falta de oportunidades educativas, precarización del empleo), y la violencia emergente que desatan las RTC en contra de la población (asesinato, despojo, uso obligado de la fuerza de trabajo). El fenómeno en sí no es nuevo, y hay relativo consenso sobre la facilidad de la que gozan los grupos criminales para poder aprovecharse de grupos vulnerables, pero lo que sí es más reciente es el grado de cooptación de las RTC sobre esos grupos, su cobertura en nuevas áreas del país y el extranjero -particularmente al sur de la frontera mexicana-, el tipo de explotación que ejercen y los nuevos grupos sociales que reclutan u obligan a engrosar su excedente. Se trata de una espiral de violencias que se alimenta a sí misma en el marco del modelo de desarrollo neoliberal mexicano, el cual funge como la fuente que supura violencias sistémicas. La violencia de Estado que se despliega para presuntamente acotar la violencia criminal ha encontrado uno de sus más grandes desaciertos en el esquema punitivo en el que se apoya, pues a partir de la deficiente procuración de justicia que ya existía en el país previo al inicio de la guerra contra el narcotráfico, no sólo no se ha limitado efectivamente a las RTC, sino que han aumentado las víctimas mortales y se ha encarcelado a miles de inocentes”.

“Es importante mencionar que para México dicho esquema punitivo encuentra su mayor influencia en los preceptos en materia de seguridad estadunidenses orientados a las medidas reactivas y punitivas (lo que se refleja en los Planes Nacionales de Desarrollo de los últimos tres sexenios panistas y priista), en particular en los que se derivan de su “guerra contra las drogas”, y que dicho esquema no es equitativo en tanto criminaliza al sur con respecto al norte global y termina por ser un refuerzo del establishment estadunidense. La gran contrariedad de minimizar la responsabilidad de determinados países (en particular Estados Unidos) en el gran consumo de estupefacientes es congruente con la posición de privilegios de las naciones centrales, y el prohibicionismo que desde ellas mismas se promueve implica que los mercados ilícitos sigan vigentes e incluso se generen nuevos. Obtener datos precisos sobre las cifras de ganancia, volúmenes de producción o dimensiones de lo exportado por parte de las RTC es complicado, incluso para los grandes organismos enfocados en la materia; no obstante, es posible notar las tendencias de las RTC hacia nuevos mercados, la presencia que tienen en determinadas regiones, y como se ha hecho en este texto, es posible discernir fenómenos paralelos a la evolución de las RTC y la relación que guardan con estos”.

“En ese sentido se hace evidente que las medidas punitivas y orientadas a confrontar a las RTC como si estuvieran organizadas de forma piramidal son inadecuadas, y guardan congruencia con la necesidad de los gobiernos de presumir resultados en la detención de grandes capos, por lo que resultan cortoplacistas y de escaso efecto para vulnerar las fortalezas de las RTC. En todo caso las autoridades mexicanas quedan relativamente rebasadas para poder frenar en lo sustancial a las RTC, en particular si se considera que su fuerza radica en gran medida en las redes que han extendido hacia el exterior, en la ramificación de delitos que bien pueden amortiguar un eventual acotamiento de su ingreso por trasiego de droga, y en una “lucha” de parte de los países interesados que es permanente pero no termina por ser firme contra dos elementos neurálgicos del fenómeno: la demanda de droga que desde los países centrales sigue estable, y el sector financiero que recibe las ganancias de las RTC. Irónicamente, las Redes Transnacionales de Criminalidad terminarían por beneficiarse de dichas omisiones, y ello les representa una garantía muy fuerte para seguir activas e incluso proyectarse con mayor fuerza”.

La reconceptualización de la problemática en cuestión desplaza la mirada sobre el cártel hacia la comprensión global del fenómeno, su impacto irradiante, sus composiciones complejas y diferenciales, sus ramificaciones proliferantes, sus tendencias descentralizadas, sus mapas descentrados, que, sin embargo, se nuclean a momentos y en determinadas zonas de intensidad.

 

Ecuador perdido como hoja en la tormenta

La coyuntura encuentra a Ecuador “enlutado por el asesinato del candidato presidencial Fernando Villavicencio, atribuido por el presidente Guillermo Lasso al crimen organizado. Un hecho que sacude a la nación a 10 días de los comicios anticipados, convocados en el marco del mecanismo de “muerte cruzada”, que utilizó el mandatario para evitar un proceso de destitución”.

Alberto Acosta, economista, presidente de la Asamblea Constituyente durante el intervalo del 2007-2008, a propósito de la coyuntura álgida, en una entrevista a la DW, dice: «Es un golpe muy duro a una institucionalidad democrática tremendamente frágil, tremendamente complicada desde hace mucho tiempo atrás”. Se pronuncia al respecto de esta medida presidencial, dice que desde una perspectiva legal, esto no puede detener las elecciones: «No se puede suspender o postergar el proceso electoral. El partido que ha perdido uno de los miembros del binomio, tiene que sustituirlo. En las papeletas aparecerá a cara del asesinado candidato Fernando Villavicencio”.

En la entrevista anota que: «No olvidemos que Fernando Villavicencio, pocos días antes, y hasta ese mismo día en la mañana, había dicho que iba a denunciar vínculos, inclusive de la fuerza pública y de la Policía Nacional, con grupos del narcotráfico”. En el artículo periodístico se acota:  “estamos en un proceso electoral en el que el Estado y sus instituciones no son capaces de garantizar ni siquiera la seguridad de los candidatos a la presidencia de la República, cuyo nivel identificado de riesgo es alto y que están siendo objeto de protecciones especiales, es terrible. Estamos hablando de que aquí ya no tenemos una democracia plena, no tenemos una democracia con todos sus pilares efectivamente garantizados”[2].

La crisis múltiple del Estado nación de Ecuador abarca décadas, no solo correspondientes al siglo XXI, sino, incluso, a fines del siglo XX. Se puede hablar de medio siglo de crisis política. Con la llegada de Rafael Correa al gobierno, con las elecciones del 2006, y la convocatoria a la Asamblea Constituyente, es más, su promulgación, a pesar de las desavenencias entre el Presidente de la nación y el Presidente de la Asamblea Constituyente, Alberto Acosta, se esperaba una larga estabilidad política; sin embargo esto no ocurrió. Alberto Acosta pidió un corto plazo de alargamiento de la Asamblea Constituyente para terminar con lo pendiente y seguir avanzando en consensos. Se opuso Correa, más interesado en la campaña electoral, usando el cumplimiento de los plazos como propaganda.

Los llamados “gobiernos progresistas” ingresaron nuevamente a la crisis política, debido a su inconsecuencia. Lo que viene después de Correa se conoce, la continuidad de Lenín Moreno, en la presidencia, el vicepresidente de Rafael Correa, se convierte en discontinuidad, embarcándose en un recorrido sinuoso hacia la restauración neoliberal. Guillermo Lasso expresa, de manera patética, la receta repetida neoliberal, embadurnada con prácticas de corrupción y corrosión institucional. Prácticas de las que ninguno de los gobiernos y presidencias mencionadas no ha salido. Obligado por las circunstancias, Lasso, descubierto en su comportamiento delictivo, recurre a la “muerte cruzada”, para salvase de una destitución. Convoca a elecciones anticipadas, cerrando el Congreso. Es en este contexto que se suscita la escalada de violencia y crímenes de las mafias.

Yalilé Loaiza, en el artículo titulado La policía de Ecuador informó cuáles son las tres mafias transnacionales que operan en el país, escribe:

“La Unidad Antinarcóticos de la Policía del Ecuador presentó un estudio sobre la situación del narcotráfico en el país entre 2019 y 2022. Diez bandas locales han sido identificadas como micro cárteles. Los cárteles mexicanos de Sinaloa y Jalisco Nueva Generación, así como la mafia de los Balcanes, operan en Ecuador, según el más reciente estudio publicado por la Unidad Antinarcóticos de la Policía Nacional, con el apoyo del Observatorio Ecuatoriano del Crimen Organizado y la Fundación Panamericana para el Desarrollo. Además, según los resultados diez bandas criminales locales funcionan como micro cárteles. El director nacional de la Unidad Antinarcóticos, el general Pablo Ramírez, explicó sobre esta dinámica en el lanzamiento de la Evaluación del entorno situacional del entorno estratégico del narcotráfico en Ecuador 2019-2022”.

“Según informó la policía en un boletín oficial, el estudio presenta datos relevantes para la toma de decisiones estratégicas en las instituciones relacionadas con la seguridad. Liv Kilpatrick, directora de la Oficina de Asuntos Antinarcóticos y Aplicación de la Ley de Estados Unidos, que participó en el lanzamiento aseguró que el documento “es una importante fuente de consulta del narcotráfico en Ecuador, que permite conocer rutas precios, grupos y más información de las operaciones relacionadas a esta actividad”.

“En la evaluación policial se “propone una caracterización de la problemática a partir de una construcción regional del comportamiento y tendencias del tráfico ilícito de drogas mediante la cadena de valor por tipo de droga en términos de la producción, rutas, variación de precios y concentración de incautación de droga para tráfico internacional y consumo interno”. Además, el estudio analiza cómo operan los grupos de delincuencia organizada y organizaciones transnacionales vinculadas al narcotráfico en el Ecuador y sus incidencias en la seguridad y convivencia ciudadana”.

“Para la policía, la principal problemática del Ecuador en relación con la geopolítica del narcotráfico se genera por la ubicación geográfica del país. Por una parte, Ecuador está en medio de los dos principales productores de cocaína del mundo: Colombia, al norte del país, y Perú, al sur. A esto se suma, la poca extensión territorial que permite la movilización entre las fronteras en un tiempo aproximado de 12 horas. La dolarización y el bajo nivel de bancarización permiten el blanqueo de capitales y el perfil costanero, con varios puertos pero con pocos controles facilita el tráfico ilegal de drogas: “El conjunto de riesgos y debilidades, han convertido al Ecuador en una plataforma priorizada para el acopio y envió de droga a los mercados internacionales mediante las modalidades de tráfico marítimo, terrestre y aéreo”.”

“Al referirse a los grupos organizados transnacionales que operan el país, el análisis detalla las actividades del Cártel de Sinaloa, de Joaquín Guzmán Loera, alias el Chapo, con presencia en 17 estados de México y 54 países del mundo. De acuerdo con la Policía, este cartel opera en Ecuador desde el 2003: “mediante emisarios o representantes de este grupo organizado, para coordinar la salida de droga a través de aeronaves, lanchas rápidas o Go Fast y contaminación de contenedores con destino a Centroamérica y Norteamérica”.

“Los emisarios del cártel de Sinaloa han sido identificados en la provincia amazónica de Sucumbíos, en la provincia andina de Pichincha, y en las costeras de Manabí, Los Ríos, Guayas y Santa Elena. Este cartel “realiza alianzas con diversas organizaciones que conozcan el territorio y mar ecuatoriano para servir como enclaves en el transporte y salida de droga entre Colombia y los mercados de consumo de cocaína”.”

“También en Ecuador se ha registrado la presencia del cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), la organización liderada por Nemesio Oseguera Cervantes alias El Mencho, y que ha sido catalogada por el Departamento de Justicia de Estados Unidos como la organización criminal más peligrosa del mundo. Los miembros del CJNG han sido localizados en Manabí, Santa Elena y Los Ríos”.

“En su análisis, la Policía detalla que este cártel ha generado “alianzas volátiles con las organizaciones locales, lo que dificulta la construcción de confianza con las mismas, seguido de la similitud de los diversos métodos de venganza entre organizaciones locales por la pérdida de posicionamiento con el cártel mexicano”. Según los investigadores, el CJNG está directamente relacionado a algunas masacres carcelarias ocurridas desde el 2020 y a las escenas de violencia nunca antes vistas en el país, como los cuerpos de personas decapitadas y colgadas en puentes”.

“La Mafia Balcánica que opera en el este de Europa, en los países peninsulares que están junto a los Montes Balcanes también está en Ecuador desde hace 12 años. Según la Policía, “esta agrupación transnacional maneja la mayor parte del tráfico ilícito de drogas en el planeta con un 40 %, dividido entre el tráfico de heroína proveniente de Asia Central y el tráfico de cocaína desde América del Sur”.”

“A partir de la detención de un ciudadano montenegrino, en el 2009, la Policía le ha seguido la pista a los miembros de esta mafia, quienes tratan de operar a través de empresas fachada, mediante identidades falsas y sin llamar la atención para ser indetectables.”

“El estudio de la policía menciona como un caso emblemático a la detención de Murataj Lulezim o Rexhepi Dritan, considerado por Europol como el emisario criminal balcánico más exitoso en América Latina y conocido como el Rey de la Cocaína. Infobae ha revelado cómo Rexhepi operaba desde una cárcel del país, cómo obtuvo la prelibertad y cómo desapareció del radar de las ecuatorianas, a través de la falsificación de firmas y certificados médicos”.

“En su análisis, los agentes policiales sospechan que Rexhepi tendría una alianza con la mega banda local Los Choneros, quienes se encargarían de operaciones logísticas”.

“También la Policía menciona al albanes Ergys Dashi, que fue asesinado en un restaurante de Guayaquil en 2022. Según las investigaciones policiales, Dashi “estaba relacionado con el Clan Farruku (compuesto principalmente por personas de origen albanés que operan en España, ciudad de Madrid y la Costa del Sol)”. Como se sospechó desde el sicariato, su muerte estaba relacionada con “la incautación de más de dos toneladas de cocaína ocultas en merluza congelada en el puerto de Algeciras en enero de 2022 provenientes desde Ecuador”.”

“Sobre las bandas locales, en el evento del lanzamiento del estudio, el general Pablo Ramírez, director nacional de la Unidad Antinarcóticos, explicó que la Policía ha identificado a diez agrupaciones criminales ecuatorianas que funcionan como micro cárteles y que no solo brindan logística a los tres grupos organizados ilegales del país”.

“Los Choneros, Tiguerones, Lobos, Lagartos, Águilas, Latin King y las subcélulas o brazos armados como R7, los Chonekillers, Fatales y Gánster, habrían “evolucionado”, en palabras de Ramírez”.[3]

Estamos, evidentemente, ante una conformación trasnacional de la economía política del narcotráfico. No se trata de un funcionamiento nacional, la geografía política nacional es desbordada ampliamente. El alcance de la transnacionalización es mundial, están comprometidos todos los continentes. Ante semejante panorama la interdicción punitiva es no solamente ineficaz sino también inútil. No se logra detener el fenómeno del narcotráfico, que ya se lo puede considerar como una economía mundo del lado oscuro del poder. Los dispositivos internacionales y las disposiciones de los organismos internacionales, especializados en la problemática, están lejos de haber comprendido y entendido los alcances, la estructuración y la composición del fenómeno. Sólo alcanzan a lanzar cifras, hacer seguimientos cuantitativos del crecimiento, en algunos casos orientarse a tientas en el desenvolvimiento cambiante del fenómeno.

En Primicias, en el artículo que titula 10 micro carteles de la droga se disputan el control del crimen en Ecuador, se dice que la policía identificó a 10 grupos criminales locales y tres internacionales que operan en el país. La institución publicó su ‘Evaluación situacional del narcotráfico en Ecuador’.

“La policía tiene identificados a los actores del crimen organizado en Ecuador. Es decir, a los grupos criminales nacionales e internacionales que están operando en el territorio y que han originado una crisis de seguridad y violencia sin precedentes. Esos grupos también han vivido una “evolución”. Pablo Ramírez, director Antinarcóticos de la Policía Nacional, explicó que en 2019 en Ecuador funcionaban grupos criminales colombianos y mexicanos, que subcontrataban a bandas locales para servicios logísticos y de seguridad”.

“Grupos locales del narcotráfico En el análisis hecho por la Policía Nacional, se menciona a 10 grupos locales que están inmiscuidos en el narcotráfico y en las prácticas violentas del crimen. Sobre los grupos internacionales que operan en el país, el Centro de Análisis de Información de la Policía ha identificado a tres. Cartel de Sinaloa; esta agrupación delinque en Ecuador desde 2003. En esa época, este grupo envió emisarios al país para coordinar la salida de la droga a través de aeronaves y lanchas rápidas, así como para la contaminación de contenedores con destino hacia Centro y Norteamérica”.

“La Policía ha identificado presencia de emisarios del Cartel de Sinaloa en seis provincias: Sucumbíos, Pichincha, Manabí, Los Ríos, Guayas y Santa Elena. Si bien esta agrupación habría llegado a Ecuador en 2003, según el reporte, tomó relevancia en 2009, cuando se alió con Telmo Castro, un excapitán del Ejército que facilitó el transporte de cocaína desde Colombia”.

“La Policía reporta que de la mano de Castro, Sinaloa logró ampliar sus operaciones logísticas a través de alianzas con organizaciones locales como Los Choneros. Esto se mantuvo hasta 2019, cuando Telmo Castro fue asesinado en 2019 en la Penitenciaría del Litoral. A partir de ese momento, Wilder Sánchez Farfán, alias ‘Gato’; y César Montenegro, alias ‘Don Monti’ pasaron a comandar las operaciones del Cartel de Sinaloa en Ecuador. Juntos ampliaron esta red con el establecimiento de laboratorios”. ‘Don Monti’ fue detenido en 2011, pero siguió delinquiendo desde prisión. Mientas que ‘Gato’ está preso en Colombia desde inicios de 2023, a espera de su extradición hacia Estados Unidos. La Mafia Balcánica Este grupo delincuencial, que proviene del este de Europa, maneja la mayor parte del tráfico ilícito de drogas del planeta. Se estima que tienen en su poder el 40% de esta economía criminal, dividido entre la heroína que mueven desde Asia y la cocaína desde América del Sur. Según el estudio policial, la Mafia Balcánica está operando en Ecuador desde hace unos 12 años. En 2009, un ciudadano montenegrino fue el primer detenido con vinculaciones a esta agrupación. Esta es la relación de Ecuador con las mafias italiana y albanesa. Actualmente, en el país, esta mafia tiene miembros ecuatorianos, albaneses y kosovares, que radican en Guayas y El Oro, dedicados a la contaminación de contenedores para el narcotráfico. El líder de esta agrupación es Rexhepi Dritan, quien fue detenido en 2014. Recibió una sentencia de 13 años de prisión. Fue encarcelado, primero, en la Cárcel de Latacunga. Y, posteriormente, trasladado a la Cárcel Regional del Guayas. Estas prisiones son controladas por Los Choneros, por lo que no se descarta una alianza entre los albaneses y esta banda ecuatoriana. Además, la policía ha identificado que la Mafia Balcánica ha diversificado sus operaciones hacia el lavado de activos. Lo hace a través de la compraventa de empresas exportadoras, con la obtención de visas de residencia o de inversionistas. Cártel Jalisco Nueva Generación Esta es otra agrupación criminal mexicana con presencia en Ecuador; el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) se dedica al tráfico de drogas y de armas y es liderada por Nemesio Oseguera, alias ‘El Mencho’. Para ese cartel, según la Policía, Ecuador es considerado un corredor estratégico para el narcotráfico aéreo y marítimo, mediante contaminación de contenedores, lanchas de pesca artesanal y rápidas. Además, el reporte añade que la violencia que se desató en Ecuador de 2020 estaría relacionada directamente al CJNG y la generación de alianzas de organizaciones locales. Los grupos locales ofrecen servicios logísticos para el transporte de droga y a cambio reciben esta misma mercancía y armas de fuego. El informe de la policía Con el objetivo de implementar políticas públicas más eficientes en el combate al narcotráfico, la Policía Nacional creó el Centro de Análisis de la Información (CAI). Este centro de investigación criminal funciona adscrito a la Dirección Antidrogas. El 17 de julio de 2023, el CAI presentó la primera Evaluación situacional del entorno estratégico del narcotráfico en Ecuador. Los datos corresponden al período 2019-2022”[4].

Se puede observar, desde ya, la rotación o, mas bien, el desplazamiento continuo de los mandos de capos. Se puede decir que ninguno es indispensable, lo que importa es el funcionamiento del mecanismo, del sistema perverso, de la máquina de poder del lado oscuro.

Daniel Pachari Bravo, del El Mercurio, en Mafia albanesa llegó a Ecuador hace 14 años, según expertos, escribe:

“La mafia albanesa nació en Europa con el objetivo de dedicarse al tráfico de personas, con ese fin llegaron a Ecuador en el 2009, beneficiándose de la política de fronteras abiertas, que implantó el Gobierno de Rafael Correa, en la cual se permitió el ingreso de ciudadanos de cualquier parte del mundo sin necesidad de una visa. Ya en territorio ecuatoriano, vieron el potencial que tenía el mercado del tráfico de cocaína, al cual se dedican desde entonces”.

“Además de la política de “Ciudadanía Universal”, para el periodista Arturo Torres, que ha investigado a este grupo delictivo, existió otro factor que facilitó su llegada: el retiro de la Policía Nacional del control migratorio, que pasó a funcionarios civiles, pertenecientes al Ministerio del Interior, lo cual dificultó el investigar y conocer a las personas que llegaban al país. Según Mario Pazmiño, experto en Inteligencia, al momento estarían  en Ecuador alrededor de 4.000 ciudadanos provenientes del sector de los Balcanes, muchos relacionados con la mafia albanesa. Pazmiño explicó que lo primero que hicieron estos ciudadanos, al llegar a Ecuador, fue crear empresas de fachada, principalmente relacionadas con la exportación de fruta a Europa, actividades con las que escondieron su principal actividad: el tráfico de cocaína”.

“La mafia albanesa, según explicó Arturo Torres, está principalmente afincada en Manabí y Guayas, pues los puertos de Manta y Guayaquil son los lugares de origen de la droga que envían al puerto de Amberes, en Bélgica. Las autoridades belgas reportaron que en el 2022 se decomisaron cerca de 11 toneladas de cocaína en este puerto de su país, la mayoría provenientes de Ecuador, registrando un aumento del 42 %, respecto al 2021. Esto generó preocupación en las autoridades de Europa, por lo que para este fin de mes se espera la visita a Ecuador de la comisaria europea de Asuntos Internos, Ylva Johansson, quien vendrá junto con la ministra belga de Interior, Annelies Verlinden”.

“Tanto Arturo Torres como Mario Pazmiño coinciden en que el éxito de la mafia albanesa recae en el bajo perfil que ha manejado durante su estancia en Ecuador; son pocos los “líderes” de este grupo que han podido ser identificados, uno de ellos es Ditran Rexhepi, quien fue encarcelado en 2015. Desde entonces dirige el tráfico de droga desde la cárcel de Cotopaxi; mientras que Artur Rrapaj, fue detenido por coincidencia en el operativo de captura de Wilder Sánchez Farfán, alias “el Gato”, ocurrido la semana pasada”.

“El nombre de la mafia albanesa ha tomado protagonismo después de ser vinculada con el círculo cercano del presidente Guillermo Lasso, lo cual el primer mandatario negó con ahínco. Para Pazmiño la relación con el poder no sería nueva, pues para que un cártel como este opere con impunidad en el país necesita tener injerencia en las estructuras judiciales, sociales y gubernamentales, lo cual viene desde los gobiernos de Rafael Correa y Lenín Moreno[5].

En anteriores exposiciones dijimos que para que la economía del lado oscuro del poder opere requiere de la existencia de la economía del lado institucional del poder. De la misma manera la economía política del narcotráfico y sus formas paralelas de poder requieren para su funcionamiento de la existencia del lado institucional del poder, del Estado, del funcionamiento del gobierno. En consecuencia, esos son los espacios institucionales donde incursiona el narcotráfico, después irradia, atraviesa, para, por último controlarlo.

Notas

[1] Jorge Alejandro Vázquez Valdez: RTC, más que crimen organizado, cárteles o narcotráfico.

https://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0186-03482021000300100.

[2] Emilia Rojas Sasse: Ecuador: Un candidato asesinado en la papeleta electoral: https://www.dw.com/es/ecuador-votará-con-un-candidato-asesinado-en-la-papeleta-electoral/a-66498491.

[3] Yalilé Loaiza: La policía de Ecuador informó cuáles son las tres mafias transnacionales que operan en el país:

https://www.infobae.com/america/america-latina/2023/07/18/la-policia-de-ecuador-informo-cuales-son-las-tres-mafias-transnacionales-que-operan-en-el-pais/.

[4] Primicias: https://www.primicias.ec/noticias/en-exclusiva/micro-carteles-narcotrafico-ecuador/.

[5] Daniel Pachari Bravo: Mafia albanesa llegó a Ecuador hace 14 años: https://elmercurio.com.ec/2023/02/16/mafia-albanesa-droga-ecuador/#:~:text=La%20mafia%20albanesa%20nació%20en,del%20mundo%20sin%20necesidad%20de.

Estados canallas y narcotráfico

Estados canallas y narcotráfico

Raúl Prada Alcoreza

9-leon-caballo-y-minotoro

Parece acertada la tesis de Jean Baudrillard sobre la era de la simulación, que es la modernidad tardía; si es así, estaríamos viviendo la época de la simulación. Se trataría ya de una civilización de las simulaciones. No se trata de decir que todo es mentira, que nada es verdad, sino, mas bien, de que todo es ilusorio, todo es virtual, todo es mediático, todo está suspendido y tiende a desaparecer como cuando se define en La tempestad que todos lo sólido se desvanece en el aire. Karl Marx parafraseó a William Shakespeare para definir a la sociedad moderna, una sociedad vertiginosa, donde todos lo sólido se desvanece en el aire. También como dice Peter Sloterdijk, en el tercer tomo de Esferas, que se titula en Espumas[1], que corresponde precisamente a esta modernidad tardía, donde se rompe la esfera global, imperial, de la civilización totalitaria, ruptura que deriva en una civilización espumosa, podríamos decir de la diseminación o de las tensiones equilibradas, que ha denominado como tensegridad. Por ejemplo, el el mercado funcionaría como una extensa y fabulosa tensegridad, puesto que desde distintos lugares distantes termina funcionando y respondiendo, por así decirlo, a demandas y articulando los intercambios. En otras palabras el mercado funciona sin el Estado, sin embargo, paradójicamente en los Estado nación el Estado está ahí para garantizar el funcionamiento del mercado, en un caso, en el caso liberal o, en el caso más extremo, neoliberal; también en otro caso, para regular el mercado, en el caso del Estado interventor, en caso extremo en el capitalismo de Estado. Pregunta: ¿Por qué hacer revivir el Estado de manera tan descomunal, como la era moderna, si es que el referente principal de la sociedad capitalista, que es el mercado, funciona sin que haya necesidad de Estado, salvo, claro está, en lo que respecta a la circulación de la moneda, donde el Estado aparece en una de las caras de la moneda, opuesta a la cara donde aparece la medida de la cantidad del equivalente general.

Otra pregunta: ¿El Estado es una ilusión necesaria para que funcione la sociedad capitalista? ¿Un gran montaje para el teatro político? Si fuese así, el Estado liberal, llamado también Estado de Derecho, no sería otra cosa que un montaje para que funcione la sociedad de clases en la sociedad moderna. Sin embargo, después aparecen otras formas de Estado, como la forma del Estado de Bienestar, que corresponde a un Estado interventor para regular las desigualdades de la sociedad de clases y promover el bienestar, atendiendo y asistiendo a los necesitados. Ciertamente, en el medio de este transcurrir, si recurrimos una representación lineal de la historia reciente, aparece lo que se ha venido llamar el Estado del Socialismo Real, que de acuerdo a la ideología corresponde a la “dictadura del proletariado”, es decir a un Estado en transición al socialismo y al comunismo, sería un Estado que abole la sociedad de clases. Sin embargo, hemos visto, por experiencia social, que esto no ocurre, que no desaparece la sociedad de clases, que el socialismo no es posible por decreto como creyó Iósif Stalin, declaró que el socialismo ya estaba realizado en 1943. Empíricamente se trató de otra sociedad de clases, donde la burocracia sustituyó a la burguesía, donde la propiedad pública de los medios de producción generó una acumulación de capital en beneficio de la burocracia estatal dominante.

En los países donde se dio una revolución nacional popular, que se enfocó en las nacionalizaciones de los recursos naturales y de las empresas privadas y trasnacionales, en la nacionalización de las empresas trasnacionales y privadas, aparece una forma de Estado liberal barroco, donde el Estado interventor nacionaliza, las nacionalizaciones tienen efectos estatales, logrando la realización institucional del Estado nación, como tal, logrando la soberanía nacional. En este caso se ha dicho que el Estado es necesario para defender la soberanía nacional, antes para lograr y para institucionalizar los derechos democráticos, efectuar la reforma agraria y producir la igualación de los hombres a través de medidas reformistas. Pero esta condición del Estado interventor y nacionalizador, con características, para decir lo de manera actual, “progresistas”, duró un tiempo en el continente, duró el lapso histórico desde Lázaro Cárdenas hasta más Víctor Paz Estenssoro, pasando por Juan Domingo Perón y Getúlio Vargas, para seguir una secuencia, sin desconocer otras presencias gubernamentales. Después de las nacionalizaciones, que buscaron la industrialización con la sustitución de importaciones, la industrialización se logró a medias, por así decirlo, en Argentina, Brasil y México, mientras en el resto de los países, como en el caso de Bolivia, la industrialización nunca se dio, el país se restringió a mantener un modelo colonial extractivista del capitalismo dependiente sin industrialización. Sin embargo, en todos los casos, incluyendo donde se dio la sustitución de importaciones, los gobiernos nacional populares degeneraron en gobiernos clientelares y corruptos a gran escala, ocasionando el enriquecimiento de lo que podemos llamar a la burguesía rentista, que gobierna, y beneficiando a las clientelas, sobretodo, otra vez, a las empresas trasnacionales, que también se beneficiaron con las indemnizaciones de las nacionalizaciones.

Como se podrá ver, en todos estos casos, las formas de Estado resultan hipertrofias institucionales, que garantizan el funcionamiento de sociedades de clase. En la contemporaneidad, fines de siglo XX principios del siglo XXI, han aparecido los llamados “gobiernos progresistas”, también conocidos como gobiernos neopopulistas; estos gobiernos resultan una simulación grotesca de lo que fueron los gobiernos nacional populares de mediados del siglo XX, puesto que ya no nacionalizan, tampoco garantizan y logran la soberanía nacional,  mucho menos avanzan en la profundización de los derechos democráticos. Lo que ocurre es prácticamente lo contrario, la patentización de la simulación, en las formas comediantes y sobretodo mediáticas. En consecuencia, el Estado parece ser un monstruo de los montajes de las relaciones y estructuras de poder, por lo tanto de dominación.

En este contexto queremos analizar el fenómeno proliferante, en crecimiento y expansión, de lo que se ha venido llamar el “narcotráfico”. Para empezar preguntarnos: ¿Qué es el narcotráfico? ¿De qué manera forma parte de la economía política generalizada del sistema mundo capitalista, particularmente de la economía mundo capitalista? A propósito, no hay que olvidar que la diferenciación entre lícito e ilícito es una diferenciación administrativa, obviamente también judicial, así como política, en la medida que se promulgan políticas de “lucha contra el narcotráfico”. En un mundo, el capitalista, formado por mercados, por lo tanto, por tráficos, aparecen estos fenómenos que se señalan como tráficos ilícitos, empero, no dejan de ser tráficos, no dejan de formar parte de los mercados, aunque se trate de mercados peculiares. Entonces de qué se trata, cuál es el problema. Ciertamente, el discurso oficial e internacional del orden mundial dice que se trata de un gran peligro para la sociedad, que se trata del crimen organizado, convertido en organización criminal internacional, que se trata de una producción, distribución, circulación y consumo ilícitos, que atentan contra la salud de la sociedad; en consecuencia, se trata de protegerla, la protección de la sociedad equivale a la “lucha contra el narcotráfico”. Este es el discurso, ¿pero cuál es la realidad efectiva?

La realidad efectiva es que los mismos gobiernos que dicen combatir con el narcotráfico terminan atravesados y controlados por el narcotráfico, los mismos dispositivos de lucha internacional contra el narcotráfico terminan participando en el narcotráfico, que parte de los mecanismos financieros del sistema financiero internacional terminan blanqueando el excedente del narcotráfico. Entonces, más parece un círculo vicioso, como hemos dicho, efectivamente, la lucha contra el narcotráfico forma parte de la reproducción del narcotráfico. En este caso, la prohibición funciona como un incentivo para que el narcotráfico se organice mejor, se expanda, prolifere, adquiera nuevas formas de adaptabilidad, funcione de manera más coordinada, avanzada y técnica. Beneficiándose, sobretodo, de precios excesivamente altos, debido a los riesgos que conlleva. En consecuencia, la lucha contra el narcotráfico parece una hipocresía, incluso, más que una hipocresía, forma parte de la misma reproducción y funcionamiento del narcotráfico.

Otra teoría que ha aparecido desde la perspectiva conservadora de la intelectualidad del imperio es la tesis de los “Estados canallas”, es decir de aquellos Estados fallidos, en otras palabras, que no cumplen con las funciones y las tareas de un Estado supuestamente “normal”. Sin embargo, como hemos visto, ningún Estado es “normal”, ninguna forma de Estado es “normal”, aunque aparezca como un dispositivo de la normalización generalizada de la sociedad, en lo que Michel Foucault ha llamado diagrama de poder disciplinario. Pregunta: ¿Sólo estos “Estados fallidos” son “Estados canallas”, qué hay de los estados de los países desarrollados, del centro cambiante del sistema mundo capitalista?

Terminada la Segunda Guerra Mundial lo que se ha generado es el fenómeno histórico-político-económico que se ha venido en llamar neocolonialismo, es decir, correspondiente a las nuevas formas matizadas del imperialismo. ¿Antes, estos Estados, al perpetrar el imperialismo y continuar con el colonialismo, no eran “Estados canallas”? En la contemporaneidad, en la historia más reciente de las guerras focalizadas y regionalizadas, no son estos Estados, sobre todo a través de sus servicios secretos, los que se han inventado guerras que llamamos guerras de laboratorio. ¿La balcanización de Yugoslavia no corresponde a una guerra de Laboratorio? ¿Las guerras contemporáneas en el Medio Oriente no son guerras de laboratorio? ¿La guerra en Georgia y la guerra en Kazajistán no son guerras de laboratorio? ¿La actual guerra de Ucrania no es una guerra de laboratorio entre ambos lados enfrentados, el de la OTAN y el del anacrónico imperio zarista contemporáneo? Todo esto nos muestra que estamos hablando también de “Estados canallas”.

A propósito de esta definición conservadora de la intelectualidad reaccionaria del imperio, “Estados canallas”, se ha hablado también de otra especificidad singular denominada “Estados narcos”, donde ingresan algunos de los “Estados canallas”, no solamente algunos  de los Estados de los “gobiernos progresistas”, sino también otros Estados vinculados a tráficos ilícitos, no solamente la cocaína sino tambiénde la heroína y de otros narcos y estupefacientes. Se puede entender este calificativo, “Estado narco”, a partir de la incumbencia de Estados y gobiernos con los cárteles, con los tráficos ilícitos, con las cadenas de producción, distribución, circulación y consumo del narcotráfico, sin embargo, hay que preguntarse: ¿Si un Estado que financia la guerra de Camboya, en el contexto de la guerra del Vietnam, mediante el uso de los recursos del narcotráfico, que financia la guerra de los “contras” en Nicaragua con recursos del narcotráfico, que se vincula con los cárteles colombianos, mexicanos y otros para financiar sus tareas secretas, conspiraciones misteriosas y sobre todo el funcionamiento opaco y oscuro de estos servicios secretos, no es también un “Estado narco”? La diferencia radicaría en que se trataría un “Estado narco” a una escala mayor, mundial.

Volvamos al asunto, todo esto parece mostrarnos nuevamente que estamos ante la proliferación de simulaciones, de imposturas, de que el mundo moderno del capitalismo tardío es esto, precisamente, un mundo espumoso, un mundo de la diseminación y de la decadencia generalizada, donde se imponen las formas no solamente barrocas, sino incluso más anacrónicas y espantosas, en sus combinaciones que van más allá de la imaginación. Estamos ante la emergencia, expansión, proliferación y hasta hegemonia de lo que se puede nombrar como el mundo bizarro.

 

 

 

 

Economía política barroca

Habría que hablar de complementariedades, que eso es lo que parece darse en la realidad efectiva social. En el caso que nos ocupa hablamos de la complementariedad entre el lado institucional del poder y el lado no institucional del poder, entre el lado luminoso del poder y el lado oscuro del poder, si ustedes quieren, entre el lado legal del poder y el lado ilegal del poder. Ya Michel Foucault hablaba de la administración de ilegalidades de parte de la ley, de la misma administración de la ley, decía que esta es una de las características del ejercicio del poder. Entonces, tenemos que hablar de la complementaridad entre la economía mundo institucionalizada y la economía mundo no institucionalizada, en otras palabras, metafóricamente hablando, entre la economía luminosa o visible y la economía de lado oscuro. De manera concreta, entre la economía nacional, regional y mundial y la economía política de la cocaína.

No nos olvidemos de que hablamos de economía política generalizada, por lo tanto, de la crítica de la economía política generalizada. Esta es nuestra perspectiva, no solamente nos referimos a la economía política restringida, desarrollada por los economistas políticos británicos, sobre todo por David Ricardo, retomada a por Karl Marx como crítica de la economía política, sino que hablamos de una economía política generalizada y de la crítica de la economía política generalizada. Vale decir que vemos esto de la economía política generalizada como una genealogía civilizatoria, que se ha venido desarrollando a lo largo de la historia de la civilización, vale decir desde la primera ciudad nombrada como Ur, del sur de Mesopotamia[2]. Entonces la genealogía de la economía política tiene como cinco mil años; se ha venido desplazando, desenvolviendo y transformando desde las primeras formas de economía política hasta las actuales formas, adquiridas en la modernidad, sobretodo conocidas bajo el denominativo común de economía política, que corresponde a la economía politica restringida al campo económico propiamente dicho.

Desde esa perspectiva, diríamos de la macrohistoria, comprendemos que cuando se habla de economía política nos referimos fundamentalmente al acontecimiento institucional de la separación entre  lo concreto y lo abstracto; en el caso de las primeras formas de economía política, a la separación entre cuerpo y alma, valorizando el alma y desvalorizando el cuerpo. A esta economía política inaugural la hemos llamado economía política religiosa, refiriéndonos sobretodo a las religiones del desierto, a las religiones monoteístas. En ese sentido, recogiendo esta perspectiva del acontecimiento de la separación entre lo concreto y lo abstracto, nos hemos referido a una secuencia histórica ilustrativa. Obviamente no es la única secuencia posible, sino que se trata de un recorte esquemático en un campo más abierto de posibilidades, dependiendo de los contextos regionales, de los periodos históricos y de las culturas. Después de hablar de la economía política religiosa, que separa cuerpo de alma, hemos hablado  de economía política de género, que separa mujer de hombre, valorizando al hombre y desvalorizando a la mujer. En este caso la valorización se da en el perfil abstracto del hombre, que es idea, un constructo racional, que es ideal del patriarcalismo, que se ha venido gestando y consolidando desde los primeros recorridos civilizatorio. La mujer, en tanto cuerpo apegado a la vida, contenido de la reproducción vital, cuerpo natural, además, desde el punto de vista social, mujer vinculada al entramado comunitario, a la asamblea fundamental, a los bienes comunes, va a ser estigmatizada. Desde la perspectiva de la civilización dominante va a ser desvalorizada, tanto religiosamente, antes mitológicamente, después desde el punto de vista del género y de los roles sociales.

En la secuencia histórica ilustrativa, hemos hablado de la economía política colonial, refiriéndonos al acontecimiento primordial de la modernidad, que es la conquista y la colonización, las oleadas de conquista y las oleadas de colonización del continente de Abya Yala, además de la esclavización generalizada del África subsahariana. Esta economía política colonial separa hombre de color de hombre blanco, el humano de color del humano blanco, desvalorizando el hombre de color, al humano de color, y valorizando al hombre blanco y al humano blanco. Ciertamente el hombre blanco y el humano blanco no existen como tales -todo humano tiene color-, se trata del ideal “blanco” de la civilización moderna. Quizás, de las economías políticas, que se han venido acumulando, es una de las más importantes como antecedente a la economía política restringida al campo económico propiamente dicho, a la economía política a la que se ha referido Karl Marx. Se trata del sustrato colonial, que sostiene el desarrollo del sistema mundo capitalista y la geopolítica del sistema mundo capitalista, particularmente centrada y nucleada en la economía mundo. Esta economía política, su estructura, es conocida, aquí se habla de la separación entre valor de uso y valor de cambio, valorizando el valor abstracto y desvalorizando el valor de uso, desvalorizando la utilidad. También se habla de la separación del productor respecto de los medios de producción, valorizando los medios de producción y desvalorizando al productor, que es la fuerza de trabajo, el proletariado. En este sentido, se separa burguesía y proletariado, es decir, al propietario de los medios de producción respecto del productor directo, que realiza los bienes, los productos, las mercancías, de una manera cooperativa, de acuerdo al división del trabajo. La tesis de la plusvalía nace de aquí, desde estructuración de la dominación capitalista. La tesis de la lucha de clases también nace de aquí, de este contexto histórico político económico social y cultural.

Las distintas formas de economía política no pueden definirse de manera resumida ni esquemática, de estas figuras, relativas al acontecimiento de la separación entre lo concreto y lo abstracto, hay más, hay que estudiarlas y descubrirlas en el análisis de las sociedades modernas, del sistema mundo capitalista, en el contexto de la geopolítica del sistema mundo capitalista, que separa centros y periferias e identifica zonas de transición, como los puentes geopolíticos, que se llaman a las potencias emergentes.

En este campo de posibilidades de la economía política generalizada hemos identificado ciertas figuras barrocas, que tienen que ver con lo que hemos llamado le economía mundo del lado oscuro y del lado opaco. Hablamos de la economía política de lado oscuro del poder, en el mundo. Hemos llamado metafóricamente a ciertas formas provisionales y barrocas como economía política de la cocaína, incluso como economía política del narcotráfico, basándonos en la economía política del chantaje, desarrollada por Gilles Deleuza y Felix Guattari, además de basarnos en la crítica de Jean Baudrillard,  particularmente, en principio, en sus libros sobre la economía política del signo y sobre el sistema de objetos, después, en sus tesis sobre la simulación y el crimen perfecto.

Cuándo Gilles Deleuze habla de economía política del chantaje lo hace aludiendo a la otra economía política, la que funciona de manera paralela, inclusive que funciona acompañando a la economía política institucionalizada; lo hace con otras “lógicas”, que no tienen que ver con el intercambio, ni el equivalente general, ni exactamente con la diferenciación entre valor de uso y valor, sino con la coerción, la presión, el cohecho, la manipulación, la especulación, en otras palabras, lo que podríamos llamar la valorización especulativa. En esta economía política del chantaje ingresan muchas formas y figuras de la violencia, del ejercicio del poder, de la manifestación descarnada de las dominaciones. Una de esas formas tiene que ver con la forma de gubernamentalidad clientelar, también con la corrupción y la corrosión institucional. Obviamente retomando el tema de este análisis lo que hemos venido en llamar la economía política de la cocaína, incluso, ampliando, economía política del narcotráfico. Es así como debemos interpretar esta enunciación sobre la economía política de la cocaína. En parte, forma parte de la economía política generalizada; por otra parte, usamos el concepto como metáfora, refiriéndonos a estas formas del ejercicio de las dombinaciones, que tienen que ver con diagramas de poder barroco.

Pregunta: ¿Qué es lo que se valoriza en la economía política de la cocaína? Comenzando la descripción, desde lo más fácil, obviamente se valoriza, de manera especulativa, la cocaína. ¿Pero que ocurre cuando se da lugar está valorización especulativa? Qué es lo que se desvaloriza. No podríamos decir, en analogía, que se trata de la desvalorización de la fuerza de trabajo, interviniente en la industrialización de la coca, que produce la base, la pasta de cocaína, el sulfato de cocaína y el colihidrato de cocaína, pues, en este caso, no se trata específicamente de ese tipo de composición, la que se da en la economía política como tal, sino que se desvaloriza, por más paradójico que parezca, la hoja de coca misma, como símbolo cultural. Se da lugar su banalización y trivialización, su vaciamiento cultural y simbólico, para adquirir la forma de ilusión fútil y de goce insípido, que ocurre con su consumo compulsivo. Lo que se valoriza, de manera especulativa, es el precio de su venta, en la medida que se aleja de los centros de producción, en la medida que se acerca a los centros de consumo. Se valoriza el chantaje, la violencia implícita, la composición de la estructura de poder paralela, se valoriza la presencia y la acción de los cárteles, es decir, se dan lugar a precios de inflación, por así decirlo, precios de monopolio, relativos al control territorial, de rutas y mercados sumergidos, de esta economía de lado opaco y del oscuro al poder.

¿Qué es lo que se valoriza en la economía política del chantaje? Lo mismo que ocurre con la coerción, la amenaza, la violencia, la dominación, el control territorial, también el control de las vidas de la gente, que cae en manos de los que tienen el monopolio de la violencia y del control territorial. Se valoriza la imposición de la fuerza. Cuando se valoriza la violencia no se valoriza exactamente algo abstracto, como ocurre con la economía política restringida del campo económico. La violencia no es abstracta, es concreta, se efectúa contra el cuerpo, contra el sujeto, contra la subjetividad; se recurre al miedo y al terror para imponer. Se trata de una valorización terrorista, en pleno sentido de la palabra, se trata de la manipulación a través del miedo. Por eso, podemos decir que estamos hablando en economía política barroca. En todo caso, recurriendo a alguna analogía, se puede decir que el miedo es abstracto, el terror es abstracto, es el fantasma del miedo y del terror; el anuncio amenazante se genera a partir de estos mecanismos de dominación, los engranajes de la violencia de la economía política del chantaje.

En el caso de la economía política la cocaína, lo que se valoriza es la cocaína misma, la droga, el narco, el estupefaciente, a través de todo esto, se valoriza la demanda adictiva del consumidor. Es decir, se aprovecha esta dependencia y se valoriza, de manera especulativa, el objeto oscuro del deseo, el objeto oscuro de la demanda, el objeto oscuro de la ilusión trivial, dada como atmósfera incierta, en el contexto de la drogadicción misma. Como hemos dicho se trata de precios impuestos por el monopolio perverso de los cárteles. En este caso, el de la economía política de la cocaína, también se trata de una economía barroca, pues no se trata exactamente de una valorización abstracta. Salvo si entendemos por abstracto la expectativa de un deseo inicuo, atrofiado por la droga, afectando al cuerpo. Lo concreto es el desenvolvimiento de una destrucción corporal, también de una destrucción subjetiva, de una destrucción moral, además de la destrucción del tejido social; en consecuencia, lo que se valoriza es la destrucción social y corporal. En pocas palabras, podríamos decir que se valoriza la muerte y se desvaloriza la vida. Se trata de una cultura tanática.

Hemos dicho que la economía política del chantaje y todas las formas que la componen, que forman parte de esta diferenciación y valorización estrambóticas, corresponde a una economía política barroca, es decir, a un anacronismo. Se trata de una valorización de algo que es menos abstracto, incluso que no es abstracto, por lo tanto, se trata de una valorización de lo no abstracto, en este caso, de la violencia. No es la valorización del valor del capital, no se trata de la valorización dineraria, en abstracto,  sino se trata de la valorización barroca de la ilusión fútil, del despligue proliferante de la violencia como tal. Eso quiere decir que se ha vuelto al substrato mismo de capital, que es el poder y la dombinación, sólo que esto ocurre en el decurso de la búsqueda imposible de la legitimación del capital, dada en la ideología del capitalismo. Substrato que se esconde en la ideología, que desaparece en la búsqueda de legitimación, sin embargo, cuando se despliega la economía política del chantaje, este sustrato se devela, aparece, emerge, deviene del fondo mismo de la producción, de la valorización del capital. En otras palabras, se vuelve al origen de las dominaciones.

Con la economía política de la cocaína pasa lo mismo, pues es una forma de la economía política del chantaje. Desaparece la valorización abstracta, para aparecer la valorización concreta, en este caso, la valorización del uso, del valor de uso de la droga, del narco, del estupefaciente. Lo que toma la delantera es el valor de uso; ocurre como si se vengara el valor de uso del valor abstracto. Se trata, por así decirlo, jugando con metáforas, de la “subversión” del valor de uso, sin embargo, se trata de un valor de uso perverso. Entonces, podemos concluir que la economía política del chantaje es simétrica a la economía política restringida del campo económico, a la economía política propiamente moderna, que es simétrica y opuesta, sobretodo complementaria. Aquí radica la perversión de la paradoja entre el valor de uso y valor de cambio en plena modernidad tardía.

 

Definiciones del narcotráfico

El tráfico de drogas, denominado narcotráfico, corresponde al comercio de drogas ilegales adictivas, principalmente cocaína. La base económica principal la cocaína; su compraventa financia toda la cadena, que engloba la fabricación, distribución, venta, control de mercados, así como el reciclaje de estupefacientes, adictivos o no, dañinos para la salud, conocidos comúnmente como drogas o enervantes. Hay que tener en cuenta como acompañante al tráfico de armas, así como a la trata de personas y el tráfico de órganos. La mayoría de las legislaciones internacionales prohíben el narcotráfico.

“Un estudio de la ONU indica que el tráfico global de sustancias generó aproximadamente 0.3216 billones de dólares en 2003, es decir 322 mil millones de dólares. El consumo de estupefacientes se extiende de manera global”.

“Grupos ilegales, mafias o en América del Sur, también denominados cárteles, gestionan la cadena de suministro. Los cárteles varían en tamaño, longevidad y organización, dependiendo de la sustancia, rentabilidad y volumen de cada proceso. En la parte superior de la jerarquía de estas organizaciones se encuentra el jefe del cartel, que controla la producción y distribución de la sustancia. Junto con los intermediarios financieros, blanquean los capitales obtenidos de actividades ilegales graves. En la parte inferior de la jerarquía se encuentran los traficantes callejeros de bajo rango, distribuidores que suelen ser también consumidores dependientes y a quienes también se les llama «camellos», «jíbaros», «dealers» o «transas»[3].”

De acuerdo al informe de la Oficinqa de la Política Nacional para el Control de Drogas de Estados Unidos, se tiene el siguiente informe:

“Los principales productores de cocaína a nivel mundial, Colombia, Perú y Bolivia, totalizaron una producción estimada de 2.074 toneladas de esta droga en 2021. Esto revelan los últimos datos de la Oficina de la Política Nacional para el Control de Drogas de Estados Unidos (ONDCP, por sus siglas en inglés). En tan solo una década, la producción colombiana se multiplicó más de 3,5 veces, de unas 273 toneladas en 2011 a 972 en 2021, mientras que la peruana se duplicó en el mismo periodo. En Bolivia, la producción de cocaína se ha mantenido más estable, aunque con una tendencia al alza, con un aumento del 49% en la última década”.

“Fue en el año 2015 cuando Colombia superó a Perú en volumen de producción. En 2017 y 2018, la cocaína producida por Colombia llegó a equivaler más que la de Perú y Bolivia juntos. Desde entonces, Perú alcanzó un pico histórico de producción de esta droga en 2020, con 814 toneladas, acortando las distancias con su vecino del norte, que rozó las 1000 toneladas. En 2021 hubo una leve desaceleración de la producción en comparación con el primer año de la pandemia, tanto en Colombia (-2,2%) como en Perú (-3,6%), aunque Bolivia continuó el gradual incremento (1,6%)[4].”

 

 

 

Conflicto y narcotráfico

En un artículo de la Deuche Welle, titulado Ecuador, Bolivia, Perú y el cóctel de la conflictividad, María Santacecilia, concluye que en Bolivia, Perú y Ecuador se suceden las crisis políticas y sociales. Se pregunta: ¿Qué males comunes aquejan a estos tres Estados andinos?

“La región andina es escenario de una inquietante inestabilidad. Países como Ecuador, Bolivia y Perú están aquejados de una intensa conflictividad política y social. Estos males recurrentes no son fruto de la casualidad: «La inestabilidad en Perú y Ecuador, al menos, y de alguna manera, también en Bolivia, tiene mucho que ver con la falta de capacidad del Estado para proveer y expandir servicios de forma equitativa a la población en general. Y esto ha venido pasando desde hace muchos años, a pesar de revoluciones y de nuevos periodos democráticos». “

“Inestabilidad política, desigualdad, protestas, estallidos sociales, violencia y narcotráfico forman el cóctel de la conflictividad. En una especie de círculo vicioso, tras períodos de relativa calma, la situación vuelve a enconarse, sumiendo a los países en la incertidumbre y la desestabilización institucional”.

“Grace Jaramillo pone el ejemplo de Perú, una economía de gran tamaño en Latinoamérica, que tuvo el mayor número de muertos por la pandemia en la región por no contar con los servicios de salud mínimos extendidos a la totalidad de su territorio. «La falta de capacidad estatal es tan dramática, que ni siquiera se pueden atender emergencias a ese nivel. Es ahí donde empieza en Perú la crisis sistemática, en el 2019, con una caída de presidente tras otro. Una crisis que no se ha solucionado hasta ahora».”

Plutocracia y gobiernos progresistas

“Jacques Ramírez, profesor de la Universidad de Cuenca (Ecuador), apunta otro factor. En la región andina se ha dado durante décadas una especie de plutocracia, en la que grandes familias han controlado la banca, los medios de comunicación y el poder. Ramírez menciona, en este sentido, al actual presidente de Ecuador, Guillermo Lasso, miembro de una familia con tradición en el poder”.

“Con la entrada en el siglo XXI de diversos gobiernos progresistas, la dinámica plutocrática se empieza a romper. «En algunos casos, con más fuerza, como en Bolivia, pero también en otros proyectos interrumpidos, como en Ecuador». «La disputa no solo es por el control del poder político, sino, sobre todo, de los poderes económico y mediático. Por eso se producen acá las grandes tensiones entre diferentes partidos y organizaciones sociales».

“En ese contexto se integraría la irrupción de líderes «salvadores» que dejan una enorme huella a su paso, en una especie de «neocaudillismo» en una región habituada a este tipo de figuras políticas. Son los casos de Correa en Ecuador, Fujimori en Perú y Morales en Bolivia.”

Los poderes establecidos, contra las grandes reformas

«La gente no vota por un programa, sino por la persona que ellos creen que puede mejorar sus condiciones de vida. Pero, cuando la situación mejora, se produce una reacción muy fuerte por parte de los poderes establecidos. Son intereses económicos, a veces de empresas extranjeras, y también de las viejas familias» – dice a DW Wolf Grabbendorf, experto alemán que ha ocupado diversos cargos de instituciones en Latinoamérica y profundo conocedor de la región -.

De acuerdo a Grabbendorf, esos poderes establecidos tratan de impedir que cualquier «salvador» al frente de un gobierno tenga éxito en sus reformas políticas: «Ellos van a tratar de defender sus privilegios a toda costa, no importa que intervenga el Ejército. Para esa élite, la democracia solo es válida cuando sirve a sus intereses».

La ausencia de una cultura de partidos

Para la politóloga Grace Jaramillo, a las deficiencias estructurales existentes en Bolivia, Perú y Ecuador, hay que sumar la ausencia de una base sólida de partidos. «Existen movimientos, pero no partidos políticos. El MAS en Bolivia siempre fue un movimiento más que un partido, un movimiento caudillista. Lo mismo podemos decir en Ecuador con el correísmo, que no tiene partido o se ha cambiado de nombre varias veces. Es un movimiento que carece de estructuras institucionales, de una ideología clara, así como de un plan programático o líneas claras de acción».

Para culminar el cóctel de la conflictividad social, en los últimos años, el narcotráfico ha ido ganando terreno en los países andinos gracias, precisamente, a la debilidad institucional y a las fronteras porosas entre Estados. Jacques Ramírez advierte que el fenómeno no es exclusivo de esta región: «En Estados Unidos y en Europa, el narcotráfico puede actuar porque tiene vínculos con mayor o menor fuerza con los gobiernos, con la Policía, con la Marina… Es algo que pasa a nivel global, si no, uno no entendería el transnacionalismo del negocio del narcotráfico»[5].”

Violencia y narcotráfico

Aunque el ensayo que vamos a presentar corresponde, por así decirlo, a otra época, inmediatamente anterior al contexto actual, vale la pena conocerlo debido a las comparaciones que hace entre países, sus distintos procesos singulares, sus analogías y diferencias.

Fernando Escalante Gonzalbo, en un ensayo titulado Violencia, narcotráfico y Estado, publicado en Nueva Sociedad, escribe:

“El fantasma de la colombianización recorre México. Se teme un escenario en el que el crimen organizado, el negocio de la droga y las guerrillas y autodefensas se articulan y socavan el poder del Estado. Algunos informes hablan incluso de México como un futuro «Estado fallido». El artículo discute estos argumentos. Aunque la violencia y el narcotráfico son un problema grave, constituyen un fenómeno muy diferente del colombiano: urbano más que rural, sin contenido político y asociado sobre todo al tráfico por la frontera con Estados Unidos. En suma, una violencia que se explica más por la globalización, la integración con Estados Unidos y la descomposición del antiguo régimen que por una deriva a la colombiana”.

El autor cuestiona la hipótesis mediática de la colombianización. Al respecto expone lo siguiente:

Colombianización

“Desde hace dos o tres décadas Colombia es, más que un caso ejemplar, casi un concepto. Es imposible decir qué significa concretamente, pero vivimos acosados por el fantasma de la colombianización. Cuando se habla de eso, como en México en los últimos años, se evoca un escenario más o menos confuso marcado por altas tasas de violencia: asesinatos, secuestros, atentados, en que se desarrollan vínculos más o menos sólidos entre guerrillas y organizaciones criminales, surgen grupos de autodefensa, paramilitares, y el conjunto de la vida política termina condicionado por la violencia. No hace falta decir que Colombia es mucho más que eso, pero la fantasía habitual imagina la colombianización como un descenso hacia el caos”.

“La idea misma es un poco ingenua, por decirlo así, pero permite elaborar algunas preguntas que al menos vale la pena plantear. Detrás del fantasma se oculta un hecho básico: existen relaciones de colaboración –en distintos niveles, con distintos propósitos– entre grupos guerrilleros y organizaciones criminales, en particular dedicadas al narcotráfico. Y eso aumenta enormemente los recursos económicos y la capacidad de fuego y de reclutamiento de las guerrillas. Ha sucedido en Colombia, con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), y también sucedió en Perú, con Sendero Luminoso. Si a eso se le suman la debilidad del Estado y la ineficacia del sistema de procuración de justicia, nunca está lejos la organización de grupos de autodefensa o paramilitares, incluso con la complicidad de las fuerzas de seguridad”.

“Dicho con otras palabras, el fantasma de la colombianización evoca una configuración en la que coinciden tres fenómenos: la debilidad del Estado, la existencia de organizaciones criminales con un negocio millonario y la emergencia de grupos guerrilleros más o menos asentados en parte del territorio”.

El autor analiza los factores intervinientes en esta problemática, escribe:

Factores

“Visto así, en sus términos más generales, el riesgo de una deriva similar a la de Colombia parece en México bastante real e incluso cercano. No obstante, vale la pena analizar con un poco más de cuidado los tres factores básicos de la configuración para introducir algunos matices”.

La debilidad del Estado, en cualquiera de nuestros países, es casi un dato que puede darse por descontado. Cualquiera de los indicadores que se quiera emplear dirá prácticamente lo mismo: nuestros Estados tienen recursos insuficientes para cumplir incluso con tareas básicas; su base fiscal es pequeña, precaria y volátil; carecen de un servicio civil sólido, profesional, bien equipado; y no pueden contar con una obediencia inmediata, incondicional y uniforme de la legalidad, porque hay otros recursos de orden práctico a los que debe acomodarse la lógica estatal. Esa debilidad del Estado significa que la legislación, los expedientes, el dinero y la autoridad del Estado son recursos que los actores pueden emplear en un campo en que existen también otros factores de orden, autoridad y poder. Ahora bien: la debilidad no es uniforme en un país ni tiene consecuencias iguales en todas partes, porque en cada caso se integra en un orden social distinto. En México, durante décadas, esta situación fue no un problema sino una solución para la integración política, la movilidad y la producción de orden, en una sociedad de enormes desigualdades económicas y regionales, a partir del sistema de intermediación del Partido Revolucionario Institucional (PRI)”.

“Lo anterior quiere decir que los patrones de violencia, el arraigo del crimen organizado y las pautas de incumplimiento de la ley no son algo azaroso ni enteramente imprevisible. En México, responden a la organización del sistema priísta y a las formas en que se ha ido disolviendo. El gran negocio para las organizaciones criminales es, sin duda, el mercado de drogas. También en este caso, las abstracciones habituales desorientan un poco. Lo más frecuente –en la prensa, en los discursos políticos, también en algunos trabajos académicos– es que se recurra a la imagen de unos cuantos carteles colombianos o mexicanos, que controlarían un negocio de 100.000 millones de dólares anuales. Y se habla de capos y ajustes de cuentas y demás, con una imaginería tomada de El padrino. Pero la realidad es un poco más complicada”.

“Para empezar, los 100.000 millones de dólares del negocio son una fantasía, una cifra más que dudosa, construida a partir de indicadores muy poco confiables y muy obviamente sesgados (el dato proviene de la Agencia Antidrogas de Estados Unidos, DEA, por sus siglas en inglés). Los ajustes y las correcciones que se han hecho reducen la cifra a la mitad por lo menos. Por otra parte, en la composición del precio final de la droga, más de 70% corresponde a los últimos dos tramos: distribución local y minorista; es decir, el gran negocio no es el del contrabando, aunque siga siendo un negocio millonario. Hay que tomar en cuenta también que rara vez existe una «integración vertical» que incluya cultivo, procesamiento, contrabando, distribución y venta al menudeo. Los controles de puertos y fronteras favorecen una concentración relativa del contrabando en los grupos mejor organizados, pero el único tramo en que hay una posibilidad más o menos obvia de control monopólico es la venta al menudeo, que es un negocio rigurosamente local”.

“Todo ello significa que el narcotráfico no tiene una organización uniforme: su arraigo en la sociedad es muy distinto en cada uno de los tramos, y sus prácticas también. Es distinta su forma de actuar y muy variable el volumen del negocio en la producción de marihuana, amapola, cocaína, en laboratorios, rutas, puertos o mercado, en lugares donde únicamente se siembra o donde sobre todo se arregla el tránsito. Las diferencias entre organizaciones guerrilleras son perfectamente obvias: tamaño, arraigo, organización, armamento, exigencias y objetivos. No hay punto de comparación entre, digamos, las FARC y el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), entre Sendero Luminoso y el Ejército Popular Revolucionario (EPR). La vinculación con el narcotráfico no es obvia: al igual que los secuestros o los asaltos bancarios, el mercado de la droga puede ser una fuente de recursos para la guerrilla, pero no siempre es igualmente asequible. El vínculo suele generarse si la guerrilla mantiene el control de regiones aptas para el cultivo, en las que pueden instalarse también –lejos de la vigilancia del Estado– laboratorios y pistas aéreas; la guerrilla puede brindar protección, a cambio de una parte de la ganancia, o puede dedicarse directamente al tráfico. Es más difícil imaginar una asociación así en zonas urbanas, puertos o fronteras vigiladas. Las consecuencias de la asociación con el crimen organizado, y en particular con el contrabando de drogas, son ambiguas. Es indudable que el tráfico puede dar a la guerrilla mucho dinero, y con ello armas y capacidad de reclutamiento. Sin embargo, el dinero también puede debilitar la disciplina y contribuir a la desorganización y desmoralización, como sucedió con Sendero Luminoso en el Huallaga, o puede separar a la guerrilla de la población campesina entre la que se mueve, en la medida en que deja de depender de los recursos de la población local; una guerrilla con recursos, armamento y reclutamiento urbano puede incluso adoptar prácticas predatorias, como ha sucedido con algunos frentes de las FARC”.

El análisis va a la nuez, por así decirlo, del asunto, se sumerge en la cuestión del narcotráfico. El autor expone lo siguiente:

Narcotráfico

“El tráfico de drogas es importante en México, como en Colombia: en particular, el contrabando a gran escala hacia el mercado estadounidense. Se habla de carteles mexicanos –del Golfo, del Pacífico, de Juárez– como antes de los colombianos, los de Medellín o de Cali. Hace tiempo que la DEA insiste en que las organizaciones colombianas, debilitadas por los programas de interdicción, han transferido esa parte del negocio a los carteles mexicanos y se limitan a transportar la droga a México. Las estimaciones que ha publicado la DEA –90% de la droga que ingresa en EEUU lo hace por la frontera mexicana– son bastante dudosas, no solo porque se refieren a la droga que no es interceptada, sino porque suponen que los puertos ya no son lugares de entrada, y es difícil imaginar semejante eficacia con un volumen de carga marítima de 400 millones de toneladas al año (de la que aduanas y guardacostas pueden inspeccionar apenas un 2%). Comoquiera, es evidente que existen en México organizaciones dedicadas al contrabando de drogas en gran escala hacia EEUU, y que –además del tráfico tradicional de marihuana y heroína, que se produce en México– hay también un intenso tráfico de cocaína proveniente de Colombia. Ahora bien: por muchas razones, en su estructura, logística y vinculación social, las organizaciones de narcotráfico mexicanas son distintas de las colombianas. Vale la pena verlo con algún detenimiento. A partir de los años 80 se comenzó a sembrar coca en Colombia para sustituir la producción de Bolivia y Perú. En algunos casos, como el del cartel de Medellín, una misma organización se hacía cargo de todo el proceso, desde el cultivo y el procesamiento hasta el contrabando a EEUU. La cocaína es una droga cara, de muy alto valor por kilo, con una demanda alta y constante. Ello, unido a la posición casi monopólica de la producción colombiana, permitió la existencia de organizaciones sumamente extensas, como las de Cali y Medellín. Sin embargo, el control de la cadena completa desde la siembra hasta la distribución en EEUU requería redes demasiado extensas, costosas y vulnerables. En adelante, bajo la presión de los programas de erradicación, el cultivo se fue desplazando hacia áreas relativamente despobladas, con mínima o nula presencia del Estado, sobre todo en las cuencas del Amazonas y el Orinoco, en el tercio sudoriental de Colombia, que es donde mantenía mayor presencia la guerrilla, en particular la de las FARC. Hasta la fecha, el negocio del narcotráfico en Colombia es básicamente de cocaína: siembra más o menos dispersa, con frecuencia en territorios controlados por la guerrilla, procesamiento y contrabando hacia Centroamérica, México, Europa y EEUU. La actividad sigue teniendo un fuerte componente rural porque la principal ventaja comparativa de Colombia es su capacidad para el cultivo. El perfil del narcotráfico en México es muy distinto. El gran negocio ha sido siempre urbano y muy concentrado en las ciudades de frontera con EEUU: se trata de una frontera intensamente vigilada, con numerosos pasos urbanos de gran tráfico comercial, más el desierto de Sonora y el Texas Bend. Es sabido que el valor de la droga se multiplica geométricamente conforme se aproxima al mercado final, y eso hace que el cruce de la frontera estadounidense sea uno de los eslabones más lucrativos. Es ahí donde arraigan los «carteles» mexicanos, en Tijuana, Ciudad Juárez, Nuevo Laredo, aunque con una organización mucho más laxa, fragmentada y efímera de lo que se imagina. Pero vayamos por partes. En México hay, desde hace muchas décadas, zonas de cultivo de marihuana y de amapola: dispersas, más o menos aisladas, en la Costa Chica y la montaña del estado de Guerrero, en la cuenca occidental del río Balsas en Michoacán, en el nordeste del estado de Sinaloa. La relativa facilidad con que se cultivan tanto la marihuana como la amapola hace muy difícil el control de la producción, que es barata. La consecuencia es que la presencia de las organizaciones del crimen organizado en el campo es poco significativa (salvo en sitios puntuales en el estado de Sinaloa, por ejemplo). Además, a excepción de la montaña en Guerrero, en las zonas de producción no ha habido históricamente presencia de guerrillas. El negocio más tradicional y mejor organizado en México es, entonces, el contrabando hacia EEUU. Viejas rutas y redes familiares sirvieron para transportar marihuana y heroína durante décadas, como habían servido antes para contrabandear cera candelilla, neumáticos o cualquier otra cosa. El gran negocio del narcotráfico es relativamente reciente, consecuencia de varios factores: el crecimiento explosivo de la demanda de drogas en el mercado estadounidense en los años 80, las políticas súbitamente más intransigentes de interdicción y erradicación, y la incorporación de la cocaína, importada de Colombia, al contrabando tradicional. En un primer periodo, entonces, el crimen organizado que comenzó a generar ingresos millonarios en México estuvo concentrado en los pasos fronterizos. Era un fenómeno local, que no inspiraba mayor interés ni a la clase política ni a la opinión pública. En años recientes, desde mediados de los 90, han cambiado las tornas. La saturación del mercado estadounidense ha hecho que un volumen creciente de cocaína se oriente hacia el mercado interno, en México. Otra vez, se trata de un fenómeno urbano, sobre todo de ciudades de más de 100.000 habitantes, pero que tiene otra lógica: la del narcomenudeo, el control de plazas, barrios y calles, con la violencia que eso trae aparejada. Y algo más: las drogas sintéticas son las drogas de moda en los primeros años del nuevo siglo. México surte también al mercado estadounidense de metanfetaminas, con precursores importados de EEUU, o de China a través de EEUU. Las piezas claves son los laboratorios instalados en las grandes ciudades mexicanas y las viejas redes de contrabando, cartelizadas en las ciudades de frontera. Y el mercado nacional, por supuesto. Todo lo anterior es para decir que el narcotráfico en México tiene muy tenues vínculos con el campo y escasísima o nula presencia en zonas de alguna actividad guerrillera (hay guerrillas en México: varias decenas de grupos, casi todos insignificantes, con actividad en los estados de Oaxaca, Guerrero, Puebla, Chiapas). Es difícil de imaginar un esquema de protección como el que ha prosperado en Colombia. El narcotráfico es un problema grave, por supuesto, pero no hay un espacio natural de asociación entre droga y guerrillas”.

No puede faltar el análisis de las consecuencias del narcotráfico, una de esas es la proliferación y expansión de la violencia. Se aborda el tema de la manera siguiente:

Violencia

“La señal de alarma es la violencia. Y lo primero que viene a la memoria es la escalada colombiana de los años 80: asesinatos de jueces, políticos, policías, atentados con coches-bomba, cientos de secuestros. Es el horizonte que se teme en México, el que anuncian algunos medios de comunicación, también políticos y militares estadounidenses que han comenzado a hablar, a principios de 2009, de México como «Estado fallido», al borde del colapso. La diferencia en ese terreno no solo es de magnitud, sino de naturaleza. En primer lugar, en los años 80 y 90 en Colombia hay varias guerras librándose simultáneamente: de las grandes organizaciones de narcotraficantes contra el Estado, de los grupos guerrilleros (FARC, Ejército de Liberación Nacional –ELN–, M-19) contra el Estado, de las organizaciones paramilitares contra la guerrilla y movimientos de izquierda en varias regiones del país. Las tres guerras se pelean en extensas áreas del territorio, en el Magdalena Medio e incluso en Cundinamarca, en las afueras de Bogotá. Y la violencia de los diferentes grupos se acumula en las cifras y en la conciencia pública y desborda claramente la capacidad del Estado. La violencia de guerrillas, narcotraficantes y autodefensas aumenta sistemáticamente, año tras año, hasta 1990. La tasa de homicidios pasa de 40 a 80 por cada 100.000 habitantes, rebasa los 100 en Cali y llega casi a 350 en Medellín, a principios de los 90. En la década siguiente, una vez desarticulados los carteles de Cali y Medellín, la tasa de homicidios disminuye, aunque la actividad guerrillera y de las autodefensas continúa en ascenso hasta aproximadamente el año 2000; el número de secuestros crece hasta llegar a los 3.500. Ahora bien: importa anotar que en todos los casos se trata de una violencia política, que tiene al Estado como término de referencia y en zonas rurales pretende ocupar el territorio y ocasiona, por eso, el desplazamiento forzoso de decenas de miles de personas. El perfil de la violencia en México es muy distinto. Los grupos guerrilleros no tienen mucha presencia, no representan una amenaza para la seguridad nacional y su actividad no es significativa para los índices de violencia en el país. Y no hay organizaciones paramilitares de autodefensa. Es decir, se trata, por ahora, únicamente de la violencia del crimen organizado: es una violencia mucho más dispersa, sin objetivos políticos. Está muy lejos, por otra parte, de los niveles de Colombia hace 20 años. El número de asesinatos es un buen indicador. En contra de lo que podrían sugerir los medios de comunicación masiva, la tasa de homicidios ha disminuido en el país, sistemáticamente, en las últimas décadas: ha pasado de 20 por 100.000 en 1990 a poco más de 10 por 100.000 en 2007, es decir, una tasa cercana a la estadounidense (muy lejos de las cifras colombianas o brasileñas). Paralelamente, ha cambiado el perfil geográfico de la violencia. En 1990, los estados con mayores tasas de homicidios eran los del centro del país: estado de México y Morelos y, cerca de ellos, el Distrito Federal, Puebla, Jalisco y Veracruz. En 2007, el panorama es completamente distinto: los estados con índices más altos –y los únicos en los que la tasa de homicidios, a diferencia de lo que ocurre en el promedio nacional, tiende a crecer– son los de la frontera noroeste: Baja California, Sonora, Chihuahua, Durango y Sinaloa (esto es, descontando los tres estados con tasas históricas altas: Michoacán, Guerrero y Oaxaca, con una violencia muy dispersa, rural, más bien de antiguo régimen, y en descenso). Las primeras cifras que hay disponibles, todavía sin validar, para 2008, muestran un aumento considerable en el número de homicidios, tanto como para cambiar la tendencia nacional. Sin embargo, en su inmensa mayoría han ocurrido precisamente en las dos regiones problemáticas, en la vertiente Pacífico y la frontera Noroeste. Tiene, a primera vista, el aspecto de una oleada criminal (crime wave): intensa y muy localizada y, por eso mismo, seguramente breve. Además de los números y la ubicación, han cambiado también algunas pautas de la violencia, y eso es acaso lo que más llama la atención: hay, por primera vez, asesinatos que se usan como mensajes para la opinión pública; cuerpos decapitados, mutilados, con mensajes escritos; hay también masacres, asesinatos masivos de diez y hasta 20 personas; y hay finalmente atentados contra mandos de la policía y contra destacamentos del Ejército. Todo eso aparece en la prensa y contribuye a crear el clima de inseguridad del que se hace eco la opinión internacional. Sin embargo, no hay una orientación política ni un significado claro de la violencia. La mayoría de las víctimas son jóvenes: entre 20% y 30% son menores de 25 años, y hasta un 50%, menores de 30 años. Se trata en la mayoría de los casos de jóvenes con muy poca escolaridad (hasta 80% tiene solo educación primaria o menos). Las zonas que registran los índices más altos son, con diferencia, las periferias de las grandes ciudades, algunos municipios de la frontera con EEUU (Tijuana, San Luis Río Colorado, Ciudad Juárez) y municipios relativamente aislados en la Sierra Madre Occidental y la costa del Pacífico, en Michoacán y Sinaloa. Ambas cosas sugieren que se trata sobre todo de enfrentamientos entre grupos de traficantes o pandillas juveniles en la disputa por la venta al menudeo de la droga y el control de puertos de entrada y tránsito hacia el Norte. Los atentados contra policías y militares cuadran con una estrategia defensiva como respuesta a la nueva política del gobierno federal. Sin duda, los asesinatos espectaculares sirven a varios propósitos. Entre otras cosas, contribuyen a producir un clima de miedo, una sensación general de inseguridad que las organizaciones criminales pueden aprovechar para dedicarse a actividades predatorias. Acaso sea el rasgo más grave de la situación mexicana a principios del siglo XXI: en algunas zonas del país, en algunos municipios, ya es habitual la venta de protección, al amparo de la ineficacia del sistema de procuración de justicia. Aunque está lejos de ser un régimen de control territorial como el que tienen las guerrillas o los grupos paramilitares, de todos modos es un factor de deslegitimación que no deja de tener consecuencias para el sistema político”.

Lo que quedan claras son las diferencias en contextos distintos. El autor las señala:

Diferencias

“Decir que México y Colombia son muy diferentes no pasa de ser una obviedad: podrían enumerarse muchos otros rasgos como los anteriores sin llegar a nada nuevo ni particularmente revelador. No obstante, el contraste de ambas historias no deja de tener interés en la medida en que la diferencia en las pautas de violencia obedece, en un plano más general, a las diferencias en los procesos de formación del Estado. Subrayo dos: la integración territorial y la integración política. Lo más llamativo de Colombia es la desigual presencia del Estado: una frontera de colonización que avanza muy despacio a lo largo del siglo XX, creando espacios de población inestable y derechos inciertos, con muy escasa presencia estatal; regiones en que se echa de menos al Estado en lo que tiene de más material y concreto: escuelas, hospitales, carreteras, puestos de policía, y cuyo vínculo con el mercado nacional es inestable, débil. Y un tercio del territorio, al sur y sudeste, Amazonía y Orinoquia, prácticamente despoblado, sin ciudades ni carreteras ni vinculación alguna con el resto del país, en la frontera con Perú, Brasil y Venezuela. Basta ver un mapa de Colombia –demográfico, económico, de infraestructura– para entender la persistencia del fenómeno guerrillero, el arraigo de las organizaciones dedicadas al narcotráfico o la importancia de los grupos paramilitares. Las organizaciones guerrilleras y los grupos de autodefensa, los carteles del narcotráfico, ocupan un territorio en que no se ha establecido –o lo ha hecho de manera muy precaria– la jurisdicción estatal. Regiones de población nueva y poco cohesionada, sin una tradición política propia. Esa base territorial es un recurso indispensable para la implantación de la guerrilla y el narcotráfico: a partir de ahí, pueden avanzar hacia otras regiones, pero siempre las conservan como espacio de refugio. Y allí la disputa es la más elemental: por el control sobre el espacio. O no hay otro referente institucional para la producción de orden, o es casi inoperante, de modo que la violencia se convierte en un expediente cotidiano (mucho más frecuente e intensa, por supuesto, si compiten varios actores armados). En esos espacios liminales surgieron La Violencia y el bandolerismo posterior, lo mismo que las guerrillas. No parecen haber sido, dentro de ciertos límites, enteramente disfuncionales para el Estado colombiano, que ha mantenido una traza liberal y democrática de estabilidad poco frecuente en la región, con una clase política bastante cerrada. En todo caso, el sistema político se ha configurado contando con la violencia –el conflicto, la pacificación, la guerra contra las drogas, la negociación de la paz– como uno de sus elementos. En México, en cambio, la integración territorial fue relativamente temprana. A principios del siglo XX el ferrocarril conectaba prácticamente todo el altiplano central, el Bajío, la parte central de la frontera con EEUU y la costa del Golfo, y poco después la península de Yucatán. Quedaban al margen solo algunas regiones del Sur y Sureste (partes de Chiapas y Oaxaca), las zonas de la costa occidental en que la orografía hacía casi impracticables las comunicaciones (la región de Aguililla en Michoacán, el norte del estado de Sinaloa) y el desierto de Sonora. Con la reforma agraria, a partir de los años 30, se aceleró la ocupación del territorio, de modo que en el último tercio del siglo XX prácticamente no había espacios vacíos en México. Algo más: la tierra se repartió con la mediación del partido oficial; los nuevos núcleos agrarios estaban desde su fundación incorporados a una estructura política e institucional que puede haber sido más o menos corrupta, autoritaria e ineficaz para promover el desarrollo, pero que no por eso era menos real. Eso no quiere decir que no hubiese violencia rural, sino que estaba siempre entreverada con el orden político revolucionario y con las instituciones estatales: se procesaba a través del partido, las presidencias municipales, las asambleas de ejidos y las comunidades. Y eso no quiere decir tampoco que hubiese un desarrollo medianamente uniforme del campo, sino que en ningún momento fue «marginal» para el régimen. Se ha insistido mucho, sobre todo en los últimos tiempos, en el carácter autoritario del régimen de la Revolución Mexicana, en su proclividad para la corrupción; con demasiada frecuencia se pasa por alto, en cambio, el éxito de sus mecanismos de integración política. Y es importante, porque lo uno iba con lo otro. La integración se logró mediante lo que, con alguna exageración, se podría llamar una «debilidad calculada» del Estado: una extensa red de intermediarios, en el partido, podía negociar el incumplimiento selectivo de la ley para sus clientelas; y el orden del conjunto estaba garantizado por el control de las instancias formales de poder, desde las presidencias municipales hasta el Congreso y la Presidencia de la República. En ese contexto se desarrollaron los mercados informales y también los mercados ilícitos, el contrabando y el narcotráfico. Lo más notable es que, durante décadas, pudieron prosperar con niveles muy bajos de violencia. El cambio de los últimos años está en eso”.

Del balance se pasa a las perspectivas. ¿Cómo avizora el autor lo que viene?

Perspectivas

“No hace falta insistir en que la colombianización es un fantasma agitado por los medios, que carece de fundamento. Eso no significa que no haya motivos de preocupación en México. La violencia no ha adquirido –no todavía– niveles alarmantes, pero algo ha cambiado en las últimas dos décadas. La transformación del negocio de las drogas y de la organización del narcotráfico no tiene mucho misterio. Se produjo a partir de los años 80 por la coincidencia de varios fenómenos: el aumento explosivo del mercado estadounidense de cocaína, el ataque a los carteles colombianos, la desregulación del sistema financiero internacional, la intensificación del comercio entre México y EEUU, el crecimiento del mercado internacional de armas ligeras con el fin de la Guerra Fría. En resumen, lo que sucedió fue la globalización. Algo después, el crecimiento del mercado mexicano de cocaína y metanfetaminas. Ahora bien: ese proceso coincidió con la decadencia del régimen revolucionario y la adopción de una política económica neoliberal. Ambas cosas han ido en detrimento de la capacidad de integración del sistema político. Y tengo la impresión de que eso es lo que le imprime su carácter específico a la crisis actual. Se ha perdido, por una parte, la coherencia nacional del antiguo régimen: un Poder Ejecutivo federal relativamente débil, más moderno y eficiente, mucho más vigilado, más rígido, coexiste con el poder cada vez más autónomo y opaco de los gobiernos de los estados y de algunos ayuntamientos. Se ha perdido la capacidad para integrar clientelas y administrar los mercados informales mediante la negociación del incumplimiento de la ley, y se ha perdido margen de maniobra en la política económica, al mismo tiempo que han aumentado en general la desigualdad y en particular las desigualdades regionales. La consecuencia más importante de todo ello es que ha aumentado la tensión en el sistema de relaciones sociales y se han multiplicado las ocasiones de conflicto, conforme se han ido debilitando las instancias de mediación. Siempre hay al menos una imprecisa amenaza de violencia, amagos de conflicto, ya se trate de construir un aeropuerto o una presa, ordenar el comercio en la vía pública o modernizar el transporte colectivo. Y la alternativa obvia de imponer el cumplimiento estricto de la ley no ofrece un camino más pacífico. Fortalecer al Estado es una buena idea, pero solo en teoría. La «crisis de seguridad», como se ha dado en llamarla, es solo una pieza más. La delincuencia organizada no representa una amenaza para el control territorial: no tiene ningún perfil político ni vinculación con grupos guerrilleros, y donde ha adquirido una mayor presencia mantiene una relación directa y solamente predatoria con la sociedad. Por otra parte, no ha habido ni siquiera intentos de crear fuerzas paramilitares. El grueso de las víctimas de los últimos años son jóvenes, sin educación, desempleados o empleados en la economía informal. Es decir que la violencia actual es en mucho una secuela de la miseria”.

“La sensación general de inseguridad que acusa la opinión mexicana tiene como referente concreto la violencia del crimen organizado, y con razón, pero traduce también un miedo mucho más difuso: el de una sociedad inestable, sumamente desigual, con un sistema político fragmentado, de futuro incierto. Aunque no venga el caos, se anuncia tiempo nublado”[6].

 

 La coyuntura actual

El contexto actual ha cambiado, la llegada de Ándres Manuel López Obrador al gobierno, contando con mayorías en distintas instancias del Estado Federal de los Estados Unidos Mexicanos, ha configurado un campo distinto de fuerzas, además de las expectativas que genera un «gobierno progresista». La llegada de Gustavo Petro Urrego y de Francia Márquez Mina al gobierno de la República Presidencialista Democrática Unitaria y Descentralizada de Colombia, contando con la mayorías de los votos en la segunda vuelta, además de la expectativas que ha generado otro «gobierno progresista», ha definido otro contexto político y otro campo de fuerzas, en un ambiente social y político donde el presidente busca la paz total entre todas las fuerzas involucradas en una larga guerra de guerrillas y paramilitar.

Con la expansión enorme de los Cárteles en México, controlando amplias zonas, incluso ciudades, los niveles de violencia han escalado a cumbres alarmantes insospechadas. En Colombia se ha firmado la paz con las legendarias FARC, aunque queden residuos con la llamada «disidencia». Ahora se avanza en la firma de la paz con el ELN; por otra parte se ha involucrado a paramilitares y cárteles en las conversaciones de paz. Sin embargo, la problemática del narcotráfico está lejos de resolverse en México y en Colombia, sobre todo ahora que los cárteles mexicanos han cobrado mucha fuerza, irradiación e incidencia en la composición y estructura mundial del narcotráfico.

Las diferencias entre los procesos en México y en Colombia se mantienen, hay diferencias, empero no son las mismas que anotaba el autor del ensayo citado.  El narcotráfico, parte importante de los que llamamos el lado oscuro del poder en el mundo ha dado saltos gigantescos, controlando practicamente mercados, rutas, puertos, incluso contando con fuerte presencia en ciudades europeas. Es pues una realidad ineludible mundial, con peso específico en la economía mundo capitalista, en la organización internacional de la estructura paralela del poder, con incidencia en el orden mundial de las dominaciones, incluso en las guerras desatadas, financiando a organizaciones militares de mercenarios. Mucho más que antes vivimos y habitamos en un mundo bizarro.

 

Narcotráfico en Bolivia

 

Manuel Morales Alvarez ha publicado tres libros sobre el narcotráfico en Bolivia, Coca más cocaina, Narco Vínculos y Topografía del Estadonarco[7]. En los escritos hace una descripción de la evolución de la caocaína en Bolivia, sobre todo en las gestiones de gobierno de Evo Morales Ayma. Para el autor el gran salto se da desde el 2008, cuando se expulsa a la DEA. El 2009 el gobierno conforma la Unidad de Lucha Integral Contra el Narcotráfico (UELINC), desde el 2010 se anuncia la industrialización de la coca, que nunca se dio, salvo como cocaína. Al año siguiente se promueve la estrategia nacional de reducción de cultivos, que tampoco se dio efectivamente, al contrario se dio lugar su expansión. Dos años después Bolivia se adscribe, con reservas, a la Convención Única de las Naciones Unidas sobre Estupefacientes, que data de 1961. El mismo año se da lugar el esdudio del consumo legal de la hoja de coca. Bajo el empoderamiento de la “República del Chapare”, un verdadero superestado, se da comuienzo a la represión en las zonas cocaleras que se encuentran fuera del Chapare. El año 2016 se declara el día del Acullicu; al año siguiente la Asamblea Legislativa Plurinacional apruba tres leyes destinadas a abrogar la vieja Ley 1008, elaborada y promovida por la DEA, abrogación que efectivamente nunca se dio, pues se sigue usando la 1008 en el apresamiento de la gente comprometida con el tráfico ilicito, sobre todo de montos menores. El año 2018 se interviene La Asunta, vulnerando los derechos consagrados en la Constitución. Este mismo Año se toma ADEPCOCA, la organización legal e institucionalizada del comercio de la coca yungueña. Tres años más tardes se da lugar la persecusión judiacial a los integrantes de ADEPCOCA. El caso emblemático de esta persecución, detención y encarcelamiento es el de Franklin Gutiérrez, dirigente de ADEPCOCA. Después va a ser superado, por su crueldad, con el caso de César Apaza.

La tesis de Manuel Morales Alvarez es de que el narco está en el poder, por eso la caracterización de Estadonarco. Según el autor el negocio altamente lucrativo permite la conformación de una organización transversal, que funciona en distintos niveles sociales y sobretodo en el Estado. En la base se encuentran los cultivadores de la hoja de coca excedentaria, después se hallan los productores de la pasta base, del sulfato y del clorhidrato, avanzando en la refinación de alta pureza. Manuel Morales dice que: “En esta cadena de la coca-cocaína , están los traficantes, las autoridades que dan apoyo logistico, pilotos de aviones, mafias que compran la mercadería al detalle o al por mayor, políticos que se encargan de que el negocio avance, funcionarios policiales y militares, parte orgánica de la red, y los narcopolíticos, que garantizan leyes, políticas públicas, sentecias favorables, lavadores de dinero y bienes”[8].

En consecuencia, el Estadonarco está conformado, estructurado y consolidado. En otras palabras, los cárteles gobiernan Bolivia. El autor caracteriza a la organización narcotraficante como una cooperativa, donde todas las instancias se articulan, complementándose y protegiéndose. Ahora bien, esta cooperativa boliviana del narcotráfico está articulada con los cárteles internacionales que funcionan en el mundo, sobre todo los cárteles colombianos, mexicanos, brasileros y peruanos.

Se puede decir que la organización del narcotráfico en Bolivia tiene distintos estratos, desde los locales hasta los nacionales, llegando a los internacionales. Por otra parte, también hay distintos niveles relativos a los montos manejados y a los destinos proyectados. Lo que da lugar a un conglomerado de distintos alcances de las diferentes mafias coaligadas, desde las localizables hasta las inlocalizables, desde las opacas hasta las oscuras, desde las más o menos visibles hasta las invisibles.

Los saltos en el narcotráfico en Bolivia son notorios, se produce más de 300 toneladas de cocaína anuales, se amplió significativamente la geografía del cultivo de la hoja de coca excedentaria, al «nacionalizar» la lucha contra el narcotráfico el Estado se hizo cargo del control, la contención y la desviación de las ganancia debido a la producción, distribución, circulación y consumo de la cocaína. El destino de la cocaína boliviana se reorientó hacia al sud, dejando de exportar directamente a Estados Unidos de Norteamerica, aunque lo siga haciendo hacia el norte, en colaboración con los carteles colombianos, brasileros y a través de Brasil a Europa, utilizando también las vías de Paraguay.

Bolivia también es tránsito de la cocaína peruana, redistribuyendola usando sus mismas rutas, al sur, al este y al norte. Si estimamos que la cocaína que entra a Bolivia desde el Perú es de 300 toneladas, entonces podemos hablar de un movimiento de 600 toneladas de cocaína que se efectúa desde Bolivia. Todas las fronteras bolivianas están comprometidas, son altamente permeables, por eso se han convertido también en fronteras atravesadas por el contrabando y el robo de automóviles.

Con la intervención directa del Estado en el narcotráfico se ha convertido Bolivia en el paraíso de la cocaína, donde funcionan y campean los cárteles trasnacionales. La lucha contra el narccotráfico es un teatro político, armado con montajes espectaculares, de los cuales hacen eco los medios de comunicación. Por otra parte, la misma lucha contra el narcotráfico forma parte de la reproducción misma del narcotráfico. La lucha contra el narcotráfico no solamente es una guerra perdida de antemano, como se ha dicho, sino es también y sobre todo una victoria de los cárteles en esta guerra, donde la sociedad lleva la marca de una muerte anunciada.

Asumiendo el balance de lo que ha ocurrido, no se puede eludir el hecho de que el Estado boliviano es un dispositivo indispensable del poder del lado oscuro, de la dominación de los cárteles a nivel continental, también mundial. Se trata, a todas luces, de una economía pujante, ésta de la economía política de la cocaína. Dede el precio por kilo en Bolivia hasta los mercados de consumo y de destino, cercanos, lejanos, más lejanos, el precio se multiplica exponencialmente. En Bolivia se ha dado nuevos saltos, de la producción refinada de cocaína se ha pasado no solo a un control mayor territorial, sino a la expansión de la frontera no solo de la coca excedentaria, sino de la producción de cocaína.Por otra parte, tal es la fuerza del narcotráfico que ha pasado a la toma de tierras, desforestando indiscriminadamente bosques, incursiona en la economía institucionalizada, no solamente la relacionada al contrabando, sino a la legitimación y blanqueo a gran escala, usando empresas establecidas. No solamente en las zonas fronterizas ha desaparecido el Estado, en estas zonas gobiernan las mafias, también ocurre lo mismo en otras zonas de expansión y ciudades intermedias, hacia el oriente, hacia el sud, hacia el centro, incluso hacia el oeste, también hacia el norte. En pocas palabras, desplazándose en los cuatro ejes cardinales. En conclusión no solamente se trata de un narcoestado, sino de que el Estado es una máscara de las dominaciones del lado oscuro del poder. No se trata de decir que la economía institucionalizada ha desaparecido, sino, mas bien, que es complementaria de la economía política de la cocaína. La eocomía institucionalizada sirve como espacio de realización a la economía política de la cocaína. La política institucional está ya atrapada en las redes extensas y tupidas de la economía política de los tráficos ilicitos, así como que se ha reforzado el control sobre el Estado de las empresas trasnacionales extractivistas.

Notas

[1] Peter Sloterdijk: Esferas III. Siruela. Madrid 2014 .

[2] Ur fue una antigua ciudad del sur de Mesopotamia. Originalmente, estaba localizada cerca de Eridu y de la desembocadura del río Éufrates en el golfo Pérsico. Hoy en día, sus ruinas se encuentran a 24 kilómetros al suroeste de Nasiriya, en Irak.

[3] Narcotrático: https://es.wikipedia.org/wiki/Narcotráfico.

[4] Colombia, Perú y Bolivia produjeron más de 2.000 toneladas de cocaína en 202. https://es.statista.com/grafico/20081/los-paises-que-producen-la-mayor-cantidad-de-cocaina/.

[5] María Santacecilia: Ecuador, Bolivia, Perú y el cóctel de la conflictividad.

https://www.dw.com/es/ecuador-bolivia-perú-y-el-cóctel-de-la-conflictividad/a-65925343.

[6] Fernando Escalante Gonzalbo: Violencia, narcotráfico y Estado. Nueva Sociedad.

https://nuso.org/articulo/violencia-narcotrafico-y-estado/.

[7] Manuel Morales Alvarez: Coca más cocaína. Viejo Topo Editores. España 2018. Narco Vínculos. Ediciones Insurgente. La Paz 2019. Topografía del Estado Narco. Ediciones Insurgente. La Paz 2022.

[8] Ibidem. Ob. Cit.

La guerra en el crepúsculo del sistema mundo moderno

La guerra en el crepúsculo del sistema mundo moderno

 

Beligerancias y decadencia en la coyuntura mundial

 

 

Raul Prada Alcoreza

 

 

guerra-mundial-pintura-ilustracion-guerra-humo-fuego-destruyo-ciudades-arte_250484-1432.jpg 

 

Hay que analizar la coyuntura mundial, tenemos que pensar esta coyuntura en sus espesores y su dinámica, en su devenir. Podemos decir, de cierta manera, clasificando lo internacional, que viene a ser mundial, y lo continental, lo regional, lo nacional y local, que desde la guerra de Ucrania, desde la invasión de la Federación Rusa a Ucrania, asistimos, en el contexto mundial, aunque el epicentro se encuentre en Europa del Sur, a una secuencia de coyunturas, que nos dan los desplazamientos de la guerra, afectando al ambiente geopolítico de lo que viene a ser una conflagración interimperial.

Haciendo un balance somero, contando con los hechos acaecidos, podemos decir que el ejército ruso ha sido expulsado de las proximidades de Kiev, incluso del centro de Ucrania, la ocupación se ha situado en el borde del sur, al norte de la península de Crimea. Éste es el epicentro, el núcleo de la geografía de la conflagración, donde la guerra se desarrolla, varada y oscilando entre una guerra de posiciones y una guerra de maniobra, aunque circunscrita, preparando su desenlace. Sin embargo, en las reciente coyuntura se ha suscitado algo insólito, sobretodo después de la toma de Bajmut por el llamado “grupo Wagner”, convertida en ruinas, quedando como una ciudad arrasada. Esta ciudad ha sido tomada por la conocida empresa de mercenarios Wagner. Inmediatamente después de lo ocurrido los mercenarios salen de Bajmut y entregan el territorio al ejército ruso. Cuando ocurría esto el director jefe y líder de la empresa Wagner, llamado Yevgeny Prigozhin, empieza a dar declaraciones respecto a sus relaciones con el ejército de la Federación Rusa, denuncia que los mercenarios que están combatiendo en Bajmut no recibieron municiones ni abastecimiento. Cuando el contingente de mercenarios se retira a la retaguardia, en la frontera con Rusia, vuelve a parecer este empresario de los mercenarios y oligarca ruso Yevgeny Prigozhin, esta vez para denunciar que su campamento ha sido bombardeado por misiles de la ejército ruso, que han muerto por lo menos cerca de 2000 de sus de efectivos. Desde entonces los acontecimientos se disparan, las declaraciones de Prigozhin se vuelven fogosas, incendiando la atmósfera mediática de las noticias sobre la guerra. Prigozhin llega declarar que Vladimir Putin ha sido engañado por su entorno y llevado a la guerra con mentiras, que ninguno de los argumentos que se ha empleado para atacar Ucrania es válido. Denuncia con nombres y apellidos a los jerarcas del ejército ruso, los define como incompetentes, que están llevando a la muerte a muchos soldados. Concluye que no tienen derecho a llevar a la muerte a tantos jóvenes y descalifica la matanza de civiles. Extremando sus declaraciones anuncia que su ejército va a cruzar la frontera, va internarse en la geografía política rusa y va a ir hasta el fondo para detener a los jerarcas responsables del desastre.

Como se puede ver, los últimos eventos de la guerra muestran un desplazamiento del conflicto de Ucrania a la propia Rusia, adquieren, además,  una desmesura insólita. ¿Cómo reaccionan los medios de comunicación, los analistas geopolíticos y los propios políticos? Ante la sorpresa y el asombro los medios de comunicación, fuera de dar la noticia, solo transmiten su perplejidad, después intentan especular sobre lo ocurrido. Cuando aparecen los analistas geopolíticos, introducen sus comentarios como si fuera un juego de guerra, ponen en escena los dispositivos de la guerra, los desplazamientos del movimiento militar hacia Moscú del ejército mercenario. A continuación la perplejidad llega al paroxismo, los mercenarios toman dos ciudades al sur de Rusia, principalmente la ciudad de Rostov del Don. Al respecto, podemos decir que hay, por lo menos, como dos estilos de abordar la crisis bélica y política en relación a la “rebelión» del ejército de los mercenarios. Por una parte, hay quienes se inclinan a darle una continuidad a los análisis de hechos sobre el estallido y el desenvolvimiento de la guerra en Ucrania. Todo lo que se ha dicho, quizás lo rescatable, es que se constata el juego geopolítico en el contexto del orden mundial, donde también entra la República Popular de China; se trata de una compulsa por las nuevas jerarquías del orden mundial. No vamos a tocar aquí todas las otras elucubraciones, por ejemplo, las que se mueven en la anacrónica disputa ideológica consabida y trillada entre oriente y occidente, entre democracia y totalitarismo, incluyendo a las desgastadas demarcaciones de izquierda y derecha; los gladiadores de la banalidad narrativa política se han encargado de señalar al otro como el mal. No vamos a perder el tiempo en esto. Nos quedamos con la aseveración de la crisis en el orden mundial, crisis por cierto interimperial.

Los Estados nación europeos y el Estado nación de Estados Unidos de norteamerica han actuado con cautela, no han hecho declaraciones referidas al insólito evento del desplazamiento de mercenarios hacía Moscú. En tanto que del otro lado de la pugna las declaraciones no se han hecho esperar, después de un breve silencio Vladímir Putin declara traidores a la patria y de haber dado una puñalada por la espalda, en plena guerra, al ejército de mercenarios. Los otros líderes autoritarios de regímenes barrocos, que se proyectan al totalitarismo, han hecho conocer el apoyo a Vladimir Putin.

Cómo se puede ver, éstos son los escenarios del impacto de la “rebelión” de los mercenarios; en todos estos planos lo que destaca es la sorpresa y asombro ante lo ocurrido. Nadie pudo prever este desenlace en medio de la historia reciente del conflicto bélico. Lo más pobre de estos ámbitos de comportamientos de reacciones se encuentran en los partidarios de un lado y del otro, aquellos que se desgarran las vestiduras; lo más patético está en los que todavía no se han dado cuenta que hubo el derrumbe de los estados del socialismo real de la Europa oriental. Quizás por eso tienen una soterrada inclinación inconciente de confundir a Vladimir Lenin con Vladimir Putin. Están lejos de entender que lo que se ha dado después de la caída de la Unión Soviética es una regresión barroca al despotismo, en una composición abigarrada de perfiles carismáticos, desde Pedro el Grande hasta Iosif Stalin. Imaginariamente Vladímir Putin es este conglomerado de perfiles despóticos que intentan revivir.

¿Cómo explicar lo que sucede en la coyuntura mundial? Lo más conveniente es recurrir a la memoria y experiencia social, en otras palabras, al análisis del presente mediante una mirada retrospectiva del pasado. Desde esta perspectiva podemos ver que los problemas del presente tienen su genealogía en los problemas del pasado. Como sabemos se trata de resolver los problemas para seguir adelante, en esto radica la inteligencia biológica y social, en resolver los problemas. La teoría autopoietica de sistemas nos lo ha vuelto a recordar. Entonces, si no se resuelven los problemas los problemas permanecen, hasta se complican y tienen su propio decurso, se vuelven problemas de más difícil resolución y hasta pueden llegar a ser problemas irresolubles. Gran parte de la crisis múltiple del presente tiene que ver con que las sociedades no han sabido resolver los problemas del pasado y han dejado que estos problemas se hayan desenvuelto, transformándose en problemas mayores o más complicados para las sociedades.

La crisis de coyuntura de carácter regional y también mundial, que ha adquirido la singularidad que hemos descrito más arriba, tiene que ser comprendida y entendida partir de una mirada retrospectiva del pasado, sobre todo en lo que tiene que ver con haber dejado problemas pendientes sin resolver. ¿De qué problemas estamos hablando, que se han dejado pendientes? Hay que buscar en la historia de la formación social los momentos constitutivos, en los cuales se ha conformado su devenir histórico y social. Respecto a la Federación Rusa se tiene un momento constitutivo y otro momento desconstitutivo, en cada momento crucial, por una parte inaugural, por otra de clausura. En la historia contemporánea el momento constitutivo es la revolución social y política que se da en 1917. El momento desconstitutivo se da con el derrumbe de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (1991). Para atrás, por así decirlo, de la revolución rusa, se encuentran otros momentos constitutivos, incluyendo los mitos de origen de la nación, la Rus de Kiev (857). ¿Podemos encontrar un momento constitutivo después de derrumbe de la Unión Soviética? Ésta es la pregunta. La hipótesis interpretativa que vamos usar en el análisis de la crisis coyuntural es la siguiente: Después de la caída de la Unión Soviética, en toda la geografía política de lo que fue el imperio zarista no hay otro momento constitutivo, mas bien aparece la diseminación como figura amenazante.

Para llenar este vacío, del momento constitutivo, se recurre al imaginario, se elabora otro mito, en plena crisis múltiple del Estado nación ruso. El mito postsoviético resulta ser un collage, se mezclan todos los momentos constitutivos anteriores, se pretende que todos estos momentos constitutivos convergen en el actual momento, como si fuese constitutivo del presente, cuando lo constitutivo solo se da imaginariamente, mediante una propaganda política abigarrada. Al contrario de lo que se pretende, resulta que este collage mítico es un síntoma barroco de un imaginario abigarrado, que está evidenciando toda ausencia constitutiva. Como hemos dicho, se ingresa, mas bien, a la posibilidad de la diseminación.

Esta decadencia singular comenzó antes, comenzó con todos los problemas histórico políticos culturales que no se han resuelto, quizás desde el primer momento constitutivo, pero para no ir tan lejos, para tener solo en cuenta la historia reciente, el momento constitutivo  irradiante nacional, regional y mundial de la revolución rusa que, a su vez, tiene su propia historia, en el substrato histórico-social del siglo XIX, con las resistencias del populismo ruso y, a finales del siglo XIX y principios del siglo XX, con las acciones anarquista. 1905 es cuando se da la primera revolución rusa, cuando se conforman los primeros dispositivos de la autogestión y del autogobierno, que después se van a conocer, en su desarrollo, como soviets. La revolución de 1917 no se puede comprender sin este antecedente. Con la experiencia de la derrota de 1905, cuando se lanza la convocatoria a la Asamblea Constituyente con el objetivo de construir una democracia radical, se ingresa a una evaluación de lo acontecido. Parte del debate entre populistas, anarquistas, social revolucionarios y marxistas va a tener que ver con la evaluación de la revolución de 1905. Las enseñanzas aprendidas se plasman en la revolución de 1917; esta revolución triunfante arranca de la crisis social económica y política que desencadena la Primera Guerra Mundial. En febrero de 1917 soldados, obreros y campesinos armados, toman las instituciones, los ferrocarriles, las comunicaciones y conforman consejos, es decir soviets, ejerciendo la democracia directa. De febrero a octubre se da la disputa ideológica y política entre social revolucionarios, anarquistas y bolcheviques. En octubre los bolcheviques toman la iniciativa y efectúan un golpe de Estado a la Asamblea Constituyente, toman el palacio de invierno. En la narrativa bolchevique éste es el hito del comienzo de la revolución, la tomo del poder; sin embargo, no se cumple lo que el mismo Vladimir Lenin planteó como consigna: ¡Todo el poder a los soviets! Lo que va ocurrir después, sobretodo durante y a la finalización de la guerra civil, con sus posteriores consecuencias usurpadoras, es conocido. Se transfiere el poder, en una situación de emergencia, la de la guerra civil, al Comité Central del Partido Comunista, para centralizar el mando de la guerra, vencer al ejército blanco y a los ejércitos de las incursiones imperialistas. La guerra civil termina con la victoria del ejército rojo, sin embargo, el poder no se devuelve a los soviets, se queda en el partido gobernante. La dictadura del proletariado, que debería ser ejercida por los soviets, deriva en la dictadura del partido, en la dictadura del Comité Central y, por último, en la dictadura de un hombre, el gran timonel.

La historia de la Unión Soviética, por más paradójica que parezca, no es la historia soviética, porque han desaparecido los soviets, salvo de nombre y en forma de hipóstasis, es la historia de la dictadura del Partido Comunista, que no se inmuta ante semejante contradicción. Es la historia de lo que se ha venido en conocer como el “socialismo real”, es decir, un socialismo construido desde el Estado, un capitalismo de Estado, por decretos y leyes, al mando de una poderosa burocracia. Los primeros mártires de esta construcción hipotética del socialismo van a ser las vanguardias de la revolución, particularmente los marineros de Kronstandt, quienes pedían el retorno del poder a los soviets y al ejercicio de la democracia directa. Podemos decir que con la masacre Kronstandt, que efectuó el ejército rojo, acaba la revolución y comienza la impostura, la historia de un impostura, la impostura de un socialismo burocrático, que no deriva, por cierto, efectivamente en el socialismo, en una sociedad sin clases, sino que reproduce otra sociedad de clases, donde la burocracia es la clase dominante y privilegiada, sobre el resto de las clases, incluyendo al proletariado. La impostura dura 70 años, durante los cuales se va a construir, efectivamente, la otra versión del capitalismo, que es el capitalismo de la escasez, una de las figuras del capitalismo de Estado. Una fortaleza militarizada y con dientes nucleares. Los objetivos del socialismo han quedado en el discurso. Durante las siete décadas se va a generar, poco a poco, la decadencia del imperio burocrático, de lo que Mao Zedong llamó “social imperialismo”. Esta decadencia aparece primero de manera imperceptible, después de una manera perceptible, con síntomas ineludibles, derivando en el derrumbe catastrófico de la Unión Soviética.

La llamada transición a la sociedad de mercado, es decir, al capitalismo de la supuesta abundancia, saliendo de la sociedad supuestamente socialista, que no era otra cosa que la misma sociedad capitalista, solo de la escasez, dominada por la clase dominante, la burocracia del partido, fue calamitosa. Se dispararon las desigualdades, se empobrecieron las clases sociales de base, que escondían su pobreza con las subvenciones y protecciones del Estado en la salud y en la educación. Los jerarcas del partido, ya corrompidos con antelación en el ejercicio del poder, se convirtieron en los “oligarcas” al comprar acciones de empresas estatales al precio de gallina muerta. En una sociedad donde el mercado no fue hegemónico, la intermediación fue sustituida por conglomerados de mafias. En una sociedad del partido único o del partido-Estado el ingreso a un liberalismo forzado llevó a la grotesca comedia electoral, donde se impusieron los candidatos de los “oligarcas”. El antes glorioso ejercito rojo se fue convirtiendo en una chatarra, de las cenizas emergió otro ejército con más cercanías, proximidades y analogías a los ejércitos de los paises de “Estados canallas”, al servicio de la represión contra la demanda social y contra el pueblo demandante y los  líderes visibles de la oposición, por parte del Estado, ejerciendo el terrorismo de Estado, cuyos jerarcas, funcionarios y  oficiales se corrompieron. La diferencia es notoria, en cambio la perversa analogía estriba en que este nuevo ejército chatarra heredó las armas nuclear de destrucción masiva de la era soviética.

Las dos guerras de Chechenia, 1994-1996, la primera, 1999-2009, la segunda, ya anunciaron lo que se venía, el intento deseperado por recuperar el dominio geopolítico perdido de la era soviética. Pero, como se sabe, la historia no se repite dos veces, salvo una como tragedia y otra como farsa. La primera guerra de Chechenia casí la pierde el ejército ruso, toma la capital Grozni a un costo muy alto; la segunda guerra de Chechenia la gana arrasando ciudades sin clemencia mediante bombardeos aéreos y por tierra. La puesta en escena militar la hacen las gestiones de gobieno de Vladimir Putin, que busca estar en los escenarios del medio oriente, ocupado por las fuerzas interventoras del ejército estadounidense de norteamerica y otras fuerzas de la OTAN. El apoyo al presidente de Siria, Bashar al-Ásad, en plena guerra civil, promovida por servicios secretos de Europa y Estados Unidos de Norteamérica, financiando a mercenarios, entre ellos al famoso y cruento ejército del Estado Islámico, va a posesionar a la Federación Rusa en el juego geopolitico en medio oriente. La ocupación de Crimea y la toma de Sebastopol por la fuerza naval y el ejército ruso ya es una continuidad de la expansión geopolítica de la Federación Rusa, en plenos juegos de guerra entre el mal llamado occidente y el mal llamdo oriente, que son más metáforas referenciales, que denominaciones propiamente geográficas. La guerra del Dombás, dede el 2014, entre el ejército de Ucrania y las fuerzas separatistas prorrusas es una consecuencia de la ocupación de Crimea, además dado en el contexto de la compulsa entre los juegos geopoliticos de la OTAN y la Federeación Rusa.

Hasta aquí todo parecia bajo el control del gobierno de Vladimir Putin, sin embargo, el siguiente paso que dio parece haberlo dado en falso, la invasión a Ucrania con argumentos estrambóticos que nadie se la cree, salvo los más afiebrados nacionalistas rusos. La invasión a Ucrania ocurrió el 24 de febrero de 2022, que se desplegó desde el norte, por Bielorusia y desde la frontera rusa, al noreste, además del ingreso desde el sur por Crimea ocupada. Las tropas rusas ingresaron a Ucrania desde cuatro direcciones principales: Al norte por la frontera bielorusa, en dirección a Kiev; al noreste desde la frontera rusa, en dirección a Járkov; al este por la antigua línea de frente de la República Popular del Dombás y la República Popular de Lugansk; y al sur por la región de Crimea. Una vez que se concentraron las tropas y el arcenal militar durante fines de 2021, contando con el reconocimiento del 21 de frebrero de 2022, por parte de de Federación Rusa, de la República Popular de Donetsk y la República Popular de Lugansk. La invasion al centro de Ucrancia y al entorno de Kiev derivó en un reotundo fracaso, el ejército ruso no solo fue detenido sino expulsado, abligado a concentrarse en los entornos del Dombás y de Lugansk.

En todo este contexto del desenvolvimiento bélico reaparece la empresa privada de la guerra denominada Wagner. El llamado Grupo Wagner es un ejército privado de mercenarios, una especie de ejército paralelo que combate junto al ejército regular ruso en Ucrania. Se estima que el Grupo Wagner cuenta entre 25 a 50 mil efectivos;  estos mercenarios desempeñaron un papel importante en la larga y costosa lucha por la ciudad de Bajmut, que se encontraba bajo control del ejército ucraniano. Una vez ocurrido esto, la toma de Bajmut, los mercenarios de la empresa Wagner entrega la ciudad al ejército regular ruso y se retiran a la retaguardia. Después de este asentamiento en los campamentos militares se desatan los eventos insólitos que van asombrar a propios y extraños, a estados, gobiernos y medios de comunicación. Comienza con la denuncia del líder de Wagner, Yevgeny Prigozhin, de que el campamento del Grupo Wagner fue bombardeado por el ejército ruso. Inmediatamente después se suceden las otras declaraciones: El 23 de junio, Prigozhin afirmó que la justificación de Rusia para su guerra en Ucrania era una mentira y solamente una excusa para que el ministro de Defensa, Serguéi Shoigú, se promocionara a sí mismo. El ejército de mercenarios se internó en la geografía rusa, desde su campamento base en Ucrania, inmediatamente después se apoderó de las instalaciones militares de la ciudad de Rostov del Don, que se encuentra en el suroeste de la geografía de la federación Rusa. Desde aquí avanzó hacia Moscú, llegando a 200 km de la capital. Prigozhin dijo que la columna militar no iba a parar hasta detener a los responsables del desastre de la guerra, vale decir, a la jerarquía militar del ejército, principalmente al Ministro de Defensa. Las acciones de Prigozhin desataron el furor del presidente Putin, acusó a la empresa militar Wagner de dar «una puñalada por la espalda» y se comprometió a castigar a quienes habían «traicionado» a Rusia. En respuesta Prigozhin declaró que su objetivo no era «un golpe militar sino una marcha de la justicia».

Por su parte, antes de los sucesos insólitos de la toma de Rostov del Don y la marcha hacia Moscú, Prigozhin acusó al ministro de Defensa de Rusia, Serguéi Shoigú, así como al jefe del ejército en Ucrania, Valery Gerasimov, de incompetencia y de desabastecer deliberadamente a las unidades Wagner que luchan en Ucrania. El Ministerio de Defensa ruso exigió que las «formaciones de voluntarios» en Ucrania deben firmar contratos directos con el ministerio. Una medida que se considera como una medida del gobierno para obtener el control sobre el Grupo Wagner. En respuesta Prigozhin emitió un furioso comunicado declarando que sus fuerzas boicotearían los contratos. Como se podrá ver, como se dice comúnmente, los ánimos se fueron caldeando, hasta que estallaron[1].

Las fuerzas de Wagner cruzaron desde el territorio ocupado en el este de Ucrania hacia la ciudad rusa de Rostov del Don,  tomado allí el control de sus instalaciones militares. Después una columna militar de mercenarios se dirigió a Moscú, empero, a 200 kilómetros de distancia de la capital, la columna dio vuelta atrás, después de hablar Prigozhin con Aleksandr Lukashenko, presidente de Bielorrusia, quien medió en el conflicto entre Putin y el líder del Grupo Wagner. Se llegó a un acuerdo para evitar el derramamiento de sangre rusa.

Se puede decir que el desenlace  no derivó ni en rebelión, ni mucho menos en golpe de Estado, desde luego muchísimo menos en  una guerra civil. La sublevación encabezada por Yevgeny Prigozhin, que avanzó con su ejército de mercenarios por territorio ruso, rumbo Moscú, se ha quedado  configurada como una asonada. En el transcurso Prigozhin declaró: «Avanzamos hasta estar a casi 200 kilómetros de Moscú. En ese tiempo no hemos derramado ni una sola gota de sangre de nuestros combatientes»[2].

Hasta ahora no se sabe el paradero de Prigozhin, a pesar de que Lukaschenko afirmó de que ya se encontraba en suelo de Bielorrusia. El presidente de Bielorrusia ofreció una base militar para que los mercenarios de Wagner se instalaran allí con el propósito de que transmitan su experiencia militar y se preparen a las tropas del ejército de Bielorrusia.

Esos son los eventos insólitos que parecen no concluir, dibujándonos un panorama incierto y definiendo un cuadro algo surrealista en el contexto de la guerra de Ucrania. ¿Cómo interpretar lo acaecido? Por cierto, los hechos insólitos forman parte de la crisis múltiple del Estado nación de la Federación Rusa, así como de la crisis del orden mundial de las dominaciones, en el contexto de una guerra inter-imperial entre la OTAN y las otras potencias en emergencia, entre ellas, principalmente, la Federación Rusa y la República Popular de China.

La guerra se ha estancado en el frente de Dombás y de Lungask, la contraofensiva ucraniana avanza lentamente, palmo a palmo. No se puede decir que de la guerra de posiciones, en ese lugar, se ha pasado a una guerra de maniobras en ese escenario geográfico. La Federación Rusa no está en condiciones de iniciar una nueva ofensiva de ocupación a gran escala. ¿Hay planes de iniciar otra ofensiva desde Bielorrusia? Tal parece que no, esta opción parece arriesgada, además de no contar con la concentración adecuada de tropas, arsenal y logística. ¿Se apunta a un desenlace de negociaciones? Ambas partes han pedido que se dé la apertura hacia el camino de las negociaciones, empero se tienen demandas diferentes como  base de las mismas. En el caso de la Federación Rusa se pide que se reconozca la anexión de Crimea y a las repúblicas del Dombás y de Lungask, lo que es inaceptable para Ucrania. En el caso de Ucrania se pide que la base de las negociaciones de paz sea la devolución de todos los territorios ocupados, lo que dice que es innegociable la federación Rusa.

Banalidad del análisis geopolítico

Hace un tiempo escribimos un texto intitulado Miseria de la geopolítica, respondiendo a un libro cuyo título sugestivo es Geopolítica de la Amazonia[3], donde pusimos en claro el anacronismo de esta pretendida disciplina geopolítica, que no es otra cosa que una ideología trasnochada, que corresponde a los juegos de guerra de la época de los imperialismos del siglo XIX y principios del siglo XX, que derivaron en la primera y segunda guerra mundial. No se trataba de otra cosa, de ideología, de manejar las consecuencias discursivas de la hipótesis belicista, que se basa en el supuesto de la dominación del espacio. Por otra parte, diferenciamos la geopolítica, como ideología imperialista, de la geografía, como ciencia descriptiva del espacio, además de hacer hincapié en el hecho de que la geografía nace como contra-ideología y contra-poder, basada en el conocimiento del espacio geográfico como espesor de resistencias sociales[4]. De esta manera recorrimos el desenvolvimiento de la geografía, de sus corrientes, sus distintas modalidades descriptivas y analíticas, llegando a la geografía de la liberación de Miltón Santos, quien retoma el propósito inicial de la geografía, como contrapoder y conocimiento del espacio, en tanto resistencias y prácticas de liberación, basándose en lo que podemos llamar la fenomenología de la percepción del espacio. Para la arqueología del saber de la geografía es indispensable considerar los despliegues, desenvolvimientos y rupturas epistemológicas de la geografía cuantitativa. El cambio de perspectiva tiene que ver con el espacio, que ya no es considerado como algo dado, sino como producto de los campos de fuerza intervinientes en la geografía. Lo mismo pasa con Miltón Santos, donde se contruye una geografía de los espesores, de la conformación de la rugosidades sociales y poblacionales, plasmadas en el espacio; se trata de una geografía de vida, sentida a partir de la experiencia de los cuerpos.

El escrito Miseria de la geopolítica tiene como objeto la crítica de una pretendida “geopolítica de la Amazonia”, que, obviamente tiene que ver muy poco con la ciencia geográfica, también manifesta un patente desconocimiento de la geopolítica, incluso siendo esta última ideología imperialista. La supuesta geopolítica de la Amazonia busca legitimar la construcción de la carretera interdepartamental, que cruza el Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro-Sécure (TIPNIS), atravesando la selva y el bosque, prácticamente vírgenes, es decir, primarios, que corresponden a un ecosistema húmedo, lluvioso, además de copioso, de bucles de vientos que vienen de la Atlántico y chocan con la cordillera de los Andes, generando un ámbito atmosférico y territorial que podemos denominar correspondiente a la producción del agua de la región y de bofedales. Esta carretera extractivista atenta contra la Constitución Política del Estado plurinacional de Bolivia, que reconoce la existencia precolonial de las naciones y pueblos indígenas. En este sentido, establece el autogobierno y en consecuencia la autogestión de las naciones y pueblos indígenas, además de la institucionalización de sus propias formas de organización, de gestión territorial y cultural, fuera de las administrativas y de representación, dentro del contexto de la transición que se denomina Estado Plurinacional y es, a la vez, como establece la Constitución, Comunitario y Autonómico. El texto de propaganda y publicidad, además de legitimación de las prácticas extractivistas, de la pretendida “geopolítica de la Amazonia”, se difundió como un dispositivo represivo contra la resistencias de las naciones y pueblos indígenas de la Amazonia. El objetivo principal de Miseria de la geopolítica era deconstruir la argumentación ideológica extractivista del gobierno neopopulista de entonces, embarcado en entregar concesiones territoriales a empresas trasnacionales de explotación del petróleo y del gas, con los objetivos de exploración, explotación y extraterritorialización trasnacional, además de entregar el otro lado de la geografía del TIPNIS, el lado correspondiente a la configuración ecológica habitada por comunidades, que conforman los ríos Isiboro Sécure e Ichoa, a la vorágine de la ampliación de la frontera agrícola y de la frontera de la coca excedentaria, cuyo destino es la industrialización de la cocaína.

Ahora nos ocupa hablar del anacronismo y de la banalidad de la geopolítica en la actualidad, difundida por los medios de comunicación televisivos, en programas “especializados” sobre temas y problemáticas contemporáneas, sobre todo relativas a las guerras que se experimentan hoy. Cuando hablamos de la banalidad del análisis geopolítico nos referimos no solamente a la ideología geopolítica imperialista persistente en la academia, además de los análisis geopolíticos a los que hemos hecho referencia, aunque pretendan ser serios, sino también a la restricción misma de los alcances de lo que fue la geopolítica alemana, que tiene como referencia fundacional al geógrafo Friedrich Ratzel, además de tener como otras referencias a las incursiones del politólogo sueco Rudolf Kjellen, del contralmirante estadounidense Alfred Thayer Mahan y el geógrafo británico Halford Mackinder, que son  la matriz de las geopolíticas en curso.

Una buena parte de los analistas geopolíticos se dedican a especular y a tejer hipótesis de escenarios, que se resumen a perfiles individuales de personajes carismáticos, en el mejor de los casos de perfiles geopolíticos de conglomerados de potencias, que se encuentran en concurrencia por las jerarquías o las reformas en la estructura del orden mundial. Se han dejado atrás las pretensiones científicas del manejo del espacio, es decir la geopolítica tradicional, optando por la banalización geopolítica, por parte de los usuarios de las potencias en concurrencia; aunque  hay que tener en cuenta que estas pretensiones son usos descontextualizados de lo que había alcanzado a ser la ciencia geográfica como tal. Como lo dijimos antes, esto no resulta otra cosa que en un uso ideológico para los juegos de guerra imperialistas.

La guerra de Ucrania ha dado lugar a una proliferación de estos análisis geopoliticos, acompañados de las especulaciones correspondientes, fuera de sus hipótesis improvisadas sobre lo que ocurre y sobre lo que puede ocurrir, acotando sobre los desenlaces posibles.

Esto por una parte, evidenciar la puesta en escena de la banalidad de los análisis geopolíticos. Por otra parte, se trata no solamente de la crítica deconstructiva de la geopolítica, de sus pretensiones de ciencia, cuando no es otra cosa que ideología, sino de ir más allá.  También, por así decirlo, de ir más allá de la ideología geopolítica, retomar los aportes, los despliegues, los desenvolvimiento y las rupturas epistemológica de la geografía. Poniendo en acción su caja de herramientas, sus aportes, actualizaciones y teorías, retomando los mismos objetivos que se planteó la geografía desde un inicio, pensar y usar el espacio como espesor de resistencias. En consecuencia se trata de desmantelar la formación discursiva de la pretendida geopolítica contemporánea, que busca legitimar la guerra interimperial que se desata en distintas regiones del mundo, particularmente en la geografía política de Ucrania.

Sin embargo, este segundo objetivo del presente texto no va a ser desarrollado aquí, puesto que se trata, por el momento, de un ensayo crítico sobre las circunstancias, las condiciones y el despliegue del pretendido análisis geopolítico. El segundo objetivo mencionado lo dejaremos para después, para una investigación y un análisis más detenido de la formación discursiva y la formación enunciativa en cuestión, la geopolítica y sus efluvios, criticada desde la perspectiva de la complejidad. Sobretodo para desmantelar y poner en evidencia la actualización de las genealogías del poder, la puesta en juego de las máquinas bélicas y de dominación, en las actuales condiciones de la guerra interimperial.

Por el momento sólo haremos algunas preguntas pertinentes y, si es posible, haremos conocer algunas hipótesis interpretativas sobre lo que ocurre, tanto desde la perspectiva genealógica de los juegos de poder, así como de las elaboraciones discursivas, básicamente mediáticas.

Preguntas

Acudiendo a la sintomatología, vamos a preguntarnos sobre el significado de los síntomas que se han presentado en el entorno y en los decursos de la guerra. ¿Qué implica el desmoronamiento de un imaginario imperial, que se presenta desde la perspectiva de un discurso geopolítico anacrónico? Esto tanto de un lado como del otro, de los bloques enfrentados, por una parte del bloque de la OTAN y, por otra parte, del bloque Oriental, por así decirlo, metafóricamente, usando los mismos términos acostumbrados.

Por otra parte, preguntarnos sobre el significado histórico-político y geográfico de la llamada, mediaticamente, “rebelión” de la empresa de mercenarios Wagner. Teniendo en cuenta lo insólito de esta “rebelión”, de su insólita incursión en la geografía política rusa, la toma de dos ciudades, principalmente Rostov del Don, además de su insólita marcha hacia Moscú. Por último, considerando el estrambótico acuerdo entre Vladímir Putin, Alexander Lukashenko y Yevgeny Prigozhin, que consiste en archivar su caso, después de haberlo declarado “traidor” y de dar una “puñalada por la espalda” a Rusia, dejarlo libre y con la alternativa de irse a Belorrusia, además de llevarse consigo a sus mercenarios.

Hipótesis

1.- La crisis del sistema mundo moderno ha llegado a trastrocar sus mapas institucionales, sus máquinas de poder, de dominación y de guerra, descolocando y desajustando su referencia, función y utilidad respecto a sus formaciones discursivas, a tal punto que los imaginarios, los espectáculos, los montajes y discursos van por un lado, mas bien delirante, y por otro lado va el funcionamiento práctico de las instituciones, sus máquinas y dispositivos de poder, de dominación y de guerra.

2.- La decadencia, es decir, el deterioro mayúsculo de las prácticas sociales, políticas y culturales, ha llegado al extremo de la banalización generalizada, que los motivos de las prácticas se han trivializado y solo expresan objetivos de corto alcance, que solo expresan premuras por goces inmediatos, prestigios de ferias, demostraciones altisonantes, de dominaciones masculinas desgarbadas.

3.- El lado oscuro del poder, las formas paralelas de dominación, opacas y ocultas, además de atravesar el mapa institucional, ya dominan a las instituciones, usándolas de máscara, para hacerlas funcionar de acuerdo a los objetivos de las estructuras de dominación del lado oculto del poder.

4.- La guerra ha dejado de formar parte de estrategias geopolíticas imperialistas, con pretensiones de dominación mundial y regional, para convertirse no solamente en guerras inventadas por servicios secretos y entidades privadas, sino como medios de la economía política del chantaje de estructuras mafiosas del poder. Podemos hablar de guerras de intensidad variable, focalizadas, que persiguen la destrucción y el control territorial.

5.- Los hechos y actividades, así como los eventos y acciones, además de discursos, que aparecen estrambóticos y sin sentido, adquieren significación a la luz de la crisis generalizada, de la decadencia desbordada y de un mundo bizarro que hegemoniza las prácticas, los usos y costumbres barrocas, correspondientes a la proliferación de la degradación humana o in-humanización, exaltando y romantizando el derrumbe ético y moral, haciendo apología del crimen y del delito.

6.- La guerra de Ucrania es la manifestación convergente de la crisis múltiple del sistema mundo capitalista, de la decadencia generalizada, de la dominación proliferante de las estructuras del lado oscuro del poder, de la pérdida de horizontes, de perspectivas de porvenir, de la in-humanización y la degradación proliferante de los comportamientos y conductas sociales.

7.- No se ven salidas en el inmediato futuro, salvo el cuadro final del apocalipsis, metáfora geológica que significa el hundimiento de las sociedades humanas, o salvo, otra alternativa posible, si se da lugar un punto de inflexión, una bifurcación, una ruptura radical con las genealogías de poder y dominación, saliendo del círculo vicioso del poder y ocasionando una reinserción a los ciclos vitales planetarios, vale decir, construyendo ciudades ecológicas en un mundo armonizado por transiciones consensuadas por los pueblos.

Notas

[1] BBC News Mundo: Qué es el Grupo Wagner, el cuerpo de mercenarios de Rusia en Ucrania (y cómo opera):https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-66007189.

[2] Magnet: La rebelión de Wagner se ha quedado en asonada. La gran pregunta ahora es cuánto ha dañado el liderazgo de Putin.

[3] Álvaro García Linera: Geopolítica de la Amazonia. Vicepresidencia del Estado Plurinacional de Bolivia.

[4] Revisar de Raúl Prada Alcoreza Hacia una ciencia compleja del espacio-tiempo. https://issuu.com/raulpradaalcoreza/docs/hacia_una_ciencia_compleja_del_espa.

Economía política y lado oscuro del poder

Economía política y lado oscuro del poder

 

Raúl Prada Alcoreza

 

Narcotráfico 3

Volvamos al principio de la economía política, recordar que el capitalismo es un mundo de mercancías, de producción, distribución, circulación y consumo de mercancías. Esto es lo primero, entonces lo que se viene en llamar droga, estupefacientes, narcóticos, corresponde, desde la perspectiva de la economía, a un tipo particular de mercancías. Son mercancías porque están destinadas al mercado, ingresan al mercado, concurren y circulan en el mercado; en el mercado se encuentran estas mercancías y pasan al consumo. Hay todo un sistema de distribución de estas mercancías. En relación a la primera premisa de este ensayo, de que el capitalismo es un mundo de mercancías, no hay que olvidar que las drogas, estupefacientes, narcóticos, son mercancías, entonces, en consecuencia la cocaína es una mercancía.

La pregunta obvia es: ¿Por qué estas mercancías son penadas? Por lo tanto: ¿Por qué hay mercancías que son prohibidas? Sobre todo cuando se trata de la perspectiva liberal, cuando, se supone, se establece el libre mercado, la concurrencia del libre mercado, donde no puede haber prohibiciones de la circulación de mercancías. Al respecto, es el Estado el que prohíbe y pena la circulación de mercancías. Por ejemplo, el Estado puede plantearse una política proteccionista. ¿Tiene sentido establecer una política de aranceles o de prohibición de mercancías, que vienen del exterior a la nación, a la geografía política de la nación? El Estado puede aplicar una política proteccionista, en este sentido podemos hablar de un Estado proteccionista. Ahora bien, ¿podemos ampliar este criterio del proteccionismo a las prohibiciones de estas mercancías consideradas drogas, estupefacientes, narcóticos?

La arquitectura del encierro, la vigilancia y el disciplinamiento

Se habla de un Estado proteccionista cuando defiende la producción y la industria nacional frente a la competencia extranjera, que puede vender mercancías a más bajos precios, esta es la razón de los aranceles. Un Estado puede no mantener permanentemente el proteccionismo, puede combinar con políticas abiertas de libre mercado, abrirse a la competencia con las mercancías extranjeras. Se dice que todo depende de la fortaleza de la industria nacional.

En estas consideraciones tenemos un problema; si el modo de producción capitalista es mundial, no puede pensarse de otra manera, el contexto de su funcionamiento tiene que ver con el sistema mundo capitalista, entonces ¿cómo se explica el proteccionismo nacional? Así mismo, por otro lado, cómo se explica el libre mercado a escala nacional, teniendo en cuenta el contexto del sistema mundo capitalista? Tendríamos que suponer que en el sistema mundo capitalista se da lugar a la competencia entre economías nacionales, una competencia por los mercados nacionales e internacionales. Si esto se acepta ¿que impacto tiene esta competencia en la economía nacional? Se entiende, en lo que se refiere a la industria nacional, que produce mercancías, que se producen, por lo tanto, también en las economías de otras naciones. En este caso, se entiende lo que pasa cuando las mercancías importadas no se producen en la economía nacional. De aquí se entiende la propuesta de la sustitución de importaciones, es decir, se proyecta el desarrollo de la industria nacional. En este etapa corresponde proteger a la naciente industria nacional. Entonces podemos entender la relatividad de los conceptos de proteccionismo y libre mercado, que parecen opuestos.

Hay un concepto mayor que el concepto de proteccionismo. El concepto de proteccionismo se circunscribe al campo económico, sobre todo a la relación entre Estado y economía; en cambio el concepto mayor, del que hablamos, abarca varios campos sociales o todos los niveles, los planos de intensidad, del campo social. El concepto del que hablamos es defender la sociedad. En sentido estricto puede circunscribirse el concepto a las formaciones discursivas jurídicas y políticas. El concepto de defender la sociedad corresponde a la sociedad moderna, emerge de la definición de la amenaza social, de la amenaza a la sociedad, es decir, de la definición del enemigo social, el delincuente; entonces, estamos hablando del momento en que se despliega y se desenvuelve el diagrama de poder disciplinario, que tiene que ver con el modo de producción capitalista. Cuando el cuerpo es fragmentado en partes, para actuar en el mismo, en sjus dinámicas corporales, incidiendo comportamientos que tienen que ver con su anatomía corporal de tal manera que se logra el disciplinamiento y la adecuación del cuerpo al modo de producción capitalista. Se construyen instituciones de encierro, sobretodo instituciones que tienen que ver con el manejo minucioso del cuerpo, como la escuela, como el cuartel y otras instituciones de encierro y de disciplinamiento. La arquitectura referencial de estas instituciones es la cárcel.  El cuadro del encierro, correspondiente a la pérdida de libertad, es decir, a un manejo del espacio, que da lugar al encierro,  también a la vigilancia del encerrado, del delincuente. Estamos hablando de una conexión entre la arquitectura de la cárcel y el discurso jurídico, entre una arquitectura que encierra y vigila y una formación discursiva que define al delincuente.

El criterio mayor en uso es defender a la sociedad, que comprende defender a la población, al pueblo, a la gente, al ciudadano. En lo que respecta a la protección política, jurídica y policial, no solamente de la amenaza social, en general, sino de una amenaza específica, relativa a los tráfico ilícitos, se trata de defender la sociedad del consumo dañino para su salud, además de defenderla de las organizaciones criminales inmiscuidas en el delito y el crimen del narcotráfico. Este diferente comportamiento del Estado, respecto al mercado o al libre mercado, nos muestra en primer lugar, comportamientos de los campos políticos y económicos de manera diferencial. De esta apreciación provisional, de inicio, podemos sacar una conclusión, también provisional, que nos dice que el comportamiento económico es diferente al comportamiento político.

Respecto a la política, es decir, respecto al Estado, las drogas, los estupefacientes, los narcóticos, no son considerados como mercancías, son sustancias controladas, prohibidas y peligrosas para la población; su producción, su circulación y su consumo van a ser penados,  los que se ocupan de la producción, de la distribución, de la circulación y del consumo de estas sustancias van a ser perseguidos. De manera muy clara esto acontece en lo que hemos venido llamar el orden mundial, contexto donde se han establecido disposiciones internacionales de lucha contra el narcotráfico, que abarcan no solamente su prohibición, sino también el control del tráfico, el control de los recursos que mueven los tráficos, su producción, su distribución y su consumo, sobre todo el control de su distribución y la pesquisa del encubrimiento de esta producción, de esta distribución y de esta circulación, sobre todo de la acumulación de estos recursos, de las ganancias de estos recursos y de las organizaciones implicadas en sus tráficos.

A partir de estas primeras consideraciones sobre la relación entre economía política y narcotráfico, desde la perspectiva del Estado, se distingue economía lícita de economía ilícita. Si entendemos como economía esa parte de la producción, distribución, circulación y consumo de las drogas. Es el Estado el que distingue estas economías, la lícita de la ilícita. Cuando lo hace establece lo que se puede producir y lo que no se puede producir, lo que puede circular y lo que no puede circular, lo que se puede distribuir y lo que no se puede distribuir, lo que se puede consumir y lo que no se puede consumir. Lo mismo ocurre a nivel internacional; en realidad, primero comienza esta distinción a nivel internacional. Se han creado organismos y dispositivos para cumplir con las determinaciones del orden mundial; respecto a este tipo de tráficos los estados han asumido ese compromiso con las organizaciones internacionales.

La tercera pregunta tiene que ver con el por qué funciona de manera distinta la política y la economía,  por qué el Estado tiene determinadas políticas económicas respecto al campo económico, particularmente a lo que se nombra como economía ilícita. Aparentemente se puede entender o sobreentender, por los mismos argumentos del Estado, que se tratan de sustancias que afectan a la salud de la población, que se trata de una economía ilícita y, por lo tanto, que está escondida, encubierta, oculta y que actúa contra las leyes. Empero, desde una perspectiva amplia, que vea los dos campos, el campo económico y el campo político, que vea de manera abierta el funcionamiento del mundo de las mercancías y lo distinga del funcionamiento del mundo político, que todavía no lo hemos definido. Hemos definido el capitalismo como el mundo de las mercancías, qué es el mundo político. ¿Qué es mundo político en la modernidad, qué es el mundo político en la era del capitalismo? Esto lo dejaremos para después, aquí, por el momento, lo que nos interesa, en principio, es precisamente responder las preguntas hechas con anterioridad. Ciertamente, no vamos a poder responder a estas preguntas sin haber resuelto lo que acabamos de plantear como pregunta, qué es el mundo político, sin embargo, de manera improvisada, vamos a movernos en la evaluación de la argumentación estatal y la argumentación del orden mundial, respecto a las prohibiciones y a la lucha contra el narcotráfico.

El mayor concepto en uso, de manera explícita o de manera implícita, es el de defender la sociedad; implica, obviamente, defender a la población. Sabemos que hay diferentes connotaciones cuando se habla de sociedad y cuando se habla de población, también cuando se habla de pueblo; tenemos que entender que hay otra connotación que tiene que ver con defender al pueblo, pero, en términos generales, globales, el principal argumento es defender a la sociedad, que contiene a los otros conceptos y connotaciones. Este es el argumento que considera Michel Foucault en un libro que titula precisamente Defender  la sociedad, que corresponde a sus cursos, entre 1975 y 1976, en el Colegio de Francia[1]. Este libro y estos cursos son ilustrativos respecto a las genealogías del poder, sobre todo cuando se establece el diagrama de poder disciplinario, que corresponde al modo de producción capitalista y a la sociedad moderna. A partir de un momento, cuando se da lugar al establecimiento de la cárcel, cuando se define a los delincuentes, cuando se establece una relación entre el espacio de la cárcel y el discurso jurídico, cuando se define el contenido discursivo de delincuente como una amenaza para la sociedad, se pasa a todo un conglomerado de operativos en la defensa de la sociedad.

En defensa de la sociedad es el enunciado de la argumentación de la sociedad disciplinaria y de la sociedad disciplinada, que establece los cuadros, es decir, el espacio y la arquitectura de las instituciones del encierro, así como conforma la formación discursiva jurídica que define al delincuente y define al enemigo de la sociedad. Este es el criterio jurídico y político de la sociedad moderna, que se propone como objetivo implícito garantizar la acumulación ampliada de capital, es decir, garantizar la producción, la productividad, el mercado y la realización de la ganancia. La pregunta es la siguiente: ¿Cómo este postulado se convierte en un enunciado operativo, en la lucha contra el narcotráfico, definiendo un enemigo muy singular, que es el narcotraficante? Se entiende que la especificación del delincuente, la clasificación de la delincuencia y del delincuente, en todas sus tonalidades, así como en las nuevas formas de la delincuencia, sostengan esta ampliación o está singularización correspondiente a la definición del enemigo de la sociedad. Se puede entender también que, como se trata de una sociedad disciplinaria y una de sociedad que debe estar disciplinada, los comportamientos que suponen los tráficos ilícitos resultan no disciplinarios, incluso puede considerarse de antidisciplinarios, que dan lugar a comportamientos que rompen con lo que busca el diagrama de poder disciplinario, la constitución de sujetos aptos para la producción, la distribución, la circulación y el consumo de mercancías. Empero, el problema, como lo hicimos notar a un principio, es que la producción ilícita corresponde a una ampliación y a una particularidad de la producción de mercancías; lo mismo ocurre con la circulación ilícita, la distribución ilícita y el consumo ilícito, que corresponden a circulaciones, distribuciones y consumos particulares, cuya singularización es perversa. Sin embargo, no dejan de ser ni producción, ni ditribución, ni circulación, ni consumo, forman parte del mundo de las mercancías. Hay pues una contradicción inherente en esta lucha contra el narcotráfico, que tiene que ver, básicamente, con una contradicción en el postulado del mercado libre del sistema mundo capitalista. ¿Cómo se puede explicar esta contradicción? Sabemos que algo que contradice al libre cambio, a la libertad de mercado, es el monopolio, la conformación de monopolios, a través, precisamente, de la interacción misma del mercado o de las dinámicas del mercado. Esta contradicción es inherente al sistema mundo capitalista. De alguna manera la jurisdicción capitalista o burguesa, propiamente dicha, tiene conciencia de esta contradicción;  ha construido leyes antimonopólicas, que, ciertamente, no se realizan, no se efectivizan, porque el monopolio termina imponiéndose. Conocemos sus genealogías hasta llegar a los grandes monopolios, a los oligopolios, por lo tanto, parece que esta es la suerte misma del funcionamiento del sistema mundo capitalista y de la sociedad mercado.

Pregunta: ¿El problema no es tanto el tráfico, que llaman ilícito, como los monopolios, que se conforman de manera inmediata en los espacios de los circuitos del tráfico ilícito, es decir del espacio que controlan las organizaciones denominadas criminales o del crimen organizado, más conocidas como cárteles? Otra pregunta: ¿Esta contradicción mencionada muestra, de manera patente, no solamente la conciencia de la contradicción, sino también el miedo a las consecuencias de las dinámicas mismas del mercado. ¿Sólo se activa la conciencia moral cuando se llega a el desarrollo, el desenvolvimiento de estos tráficos llamados ilícitos? Una tercera pregunta: ¿Esto implica volver a la conciencia culpable, que expresa, patéticamente, una culpabilidad acumulada y sólo actúa cuando las mismas dinámicas del capitalismo de las sociedades de mercado llevan a consecuencias desmesuradas cómo es la de los tráficos ilícitos? Una cuarta pregunta: ¿No se trata de una actitud o gesto teatral, que encubre, en realidad, las consecuencias mismas, perversas, de las dinámicas del capitalismo?

No es fácil responder a estas preguntas, de todas maneras, estas preguntas nos dan un mapa de posibilidades, mapa en el cual debemos encontrar las “lógicas”, por así decirlo, de estas genealogías del poder.

¿Qué relación hay entre poder, genealogía de poder, y genealogía económica? Sólo la economía, como disciplina académica, particularmente como economía política, considera a la economía como un campo autónomo, cuando no lo es. El campo económico pertenece al campo social, que es un entreverado y entrelazamientos de campos, entre ellos, el campo económico, el campo cultural, el campo escolar, el campo simbólico y otros más. La genealogía económica no nace pues como economía pura, la economía pura sólo existe en la cabeza de los economistas; no hay economía pura, hay un campo económico que forma parte de las dinámicas sociales. La interpretación última de la economía o primordial de la economía tiene que ver precisamente con el sustrato social, con el entrelazamiento social, con el entrelazamiento de distintas dinámicas, de distintas prácticas y estrategias sociales, entre ellas lo que modernamente se ha llamado economía. Entonces, la economía, en principio, definida como producción, distribución, circulación y consumo, corresponde a relaciones y prácticas sociales, que tienen que ver con la sobrevivencia, también tienen que ver con estrategia sociales y sobre todo con formas de organización social. Al respecto, considerando las estructuras de larga duración, tenemos que preguntarnos sobre la genealogía del equivalente general, de la moneda; preguntarnos qué es lo que ha generado la moneda, ¿es el intercambio, un poco antes que el intercambio, el trueque, que tiene que ver con una previa forma del intercambio? ¿O fue el tributo, la necesidad de hacer más operativo el tributo, ya no en especies, sino en moneda, moneda acuñada en oro, plata y en cobre? Si es lo segundo, se ve, de una manera más clara y evidente, la relación entre poder y economía, podemos decir entonces que la economía es un producto del poder. En cambio, si es lo primero, el intercambio, hacer operativo el intercambio a través de un equivalente general, que evalue el valor de los bienes de intercambio, la relación entre poder y economía se hace más mediada, mediatizada, porque, en este caso, tendríamos que preguntarnos en qué momento del intercambio nace el poder como tal, la dominación, que desde nuestro punto de vista comienza con la instauración de la deuda infinita, es decir el tributo, por lo tanto el nacimiento del Estado antiguo. Esto sólo puede ser respondido por investigaciones arqueológicas, antropológicas, sociológicas y sobretodo históricas. Sin responder a lo que fue primero o la causa inicial del equivalente general, podemos acordar que, en todo caso, aquí interesa el nacimiento del Estado y su vinculación con la moneda a través del tributo, también, por lo tanto, su vinculación con el intercambio, que es una forma, precisamente, de realizar el cambio, es decir lo que se conoce como mercado antiguo.

Haciendo una disgresión podemos anotar que tanto las leyes contra el monopolio como las leyes vinculadas a la lucha contra el narcotráfico han fracasado. Las dinámicas del capitalismo han seguido su curso hacia el monopolio y hacia los cárteles. Es en este fracaso en el que debemos encontrar la clave para entender las contradicciones inherentes a la sociedad capitalista. La sociedad capitalista no puede defenderse y deshacerse de las consecuencias y los desenlace de sus propias dinámicas.

Sacando consecuencias de lo que hemos dicho antes, en términos de elucubraciones teóricas, podemos decir lo siguiente: Si se trata de la consecuencia en la lucha contra el narcotráfico, no puede ser sino de disposiciones y dispositivos radicales, que alcancen la raíz del problema o la matriz de la cuestión.  Eso significa que no puede haber una lucha contra el narcotráfico consecuente si no son radicalmente dispositivos y disposiciones contra capitalistas y anticapitalistas. Pero como esto no puede ocurrir en el contexto del sistema mundo capitalista y del sistema mundo moderno, en el orden mundial y en los Estado nación, entonces las leyes contra el narcotráfico se quedan, por así decirlo, a mitad del camino; es decir, no logran llegar a su meta, porque para realizarse tienen que ser leyes anticapitalistas, en otras palabras, contra el mercado mismo, contra el intercambio mismo, sobre todo contra el equivalente general, contra la valorización y la acumulación de capital.

Milton Friedman propuso la legalización para contrarrestar e el monopolio de los cárteles del narcotráfico, sin embargo, como hemos anotado antes, ninguna liberación del mercado puede, a la larga, resolver el problema, puesto que las dinámicas mismas del mercado y las dinámicas mismas del capitalismo llevan al monopolio. Esta contradicción y el problema mismo, que se quiere atacar, el narcotráfico, no se resuelven con los consejos de Miltón Freedman.

Sólo puede resolverse el problema en cuestión si se llega la raíz del problema, que consiste no solamente en esta representación perversa de los bienes producidos como mercancías, sino en el fetichismo de la valorización, en la ilusión de la riqueza, de la acumulación, medida como capital. En consecuencia, también tiene que ver con el problema de la ilusión del poder, del fetichismo del poder, de los fetiches de los dispositivos del poder. La lucha contra el narcotráfico sólo puede ser consecuente si se la asume de manera radical, contra el poder, si se efectivizan las contragenealogías del contrapoder y si efectivizan las contragenealogías de la lucha contra la acumulación del capital.

Las rejillas descriptivas y analíticas

Hay una debilidad notoria en las descripciones, los análisis e interpretaciones de los hechos y de las acciones que incumben a la lucha contra el narcotráfico; corresponden a recortes de realidad, no solamente encuadrados, sino supuestamente aislados, en espacios y campos supuestamente autónomos. En unos casos se limitan al seguimiento del desarrollo jurídico respecto a la temática en cuestión, al tratamiento del problema, a la pesquisa de la suceción de las aseveraciones y argumentaciones de un discurso, que busca definir, de manera cada vez más específica, al delincuente en cuestión, que puede llegar a ser calificado como terrorista. Por ahí va la calificación de narcoterrorismo. De modo distinto se puede buscar el amortiguamiento del castigo y de la pena, haciendo hincapié más bien en la prevención, en los efectos del consumo, dando oportunidad a negociaciones. Dando lugar a la restricción continua de la producción, distribución, circulación y consumo de la economía política de lo ilícito.

En otras palabras estas descripciones y análisis aludidos está muy lejos de una percepción integral de la problemática en cuestión, lo que ayudaría, por lo menos, en principio, a la comprensión y al entendimiento de la complejidad del asunto. Esta percepción integral ayuda a visualizar el entrelazamiento de lo que sucede, esto supone, en contraste con la mirada analítica, que que se trata de campos entrelazados, que, en dan lugar su mutuo reforzamiento, al efecto de irradiación y transformación constante de una realidad amenazante.

Atendiendo a las conclusiones de estas investigaciones mencionadas, descriptivas y analíticas, podemos decir, en contraste, con ellas, que no se trata de un mejoramiento de los dispositivos jurídicos y políticos, que están encargados a resolver la problemática; tampoco se trata del mejoramiento de los dispositivos y agenciamientos de interdicción, es decir del incremento de la represión, así como tampoco se trata del control o la vigilancia, la restricción mayúscula de las prácticas y los espacios donde se desarrolla la economía política del narcotráfico. Se trata, por el contrario, de encontrar la raíces y las matrices de la problemática en cuestión; por lo tanto, de atacar a las raíces y a las matrices resta problemática. Las raíces y las matrices esta problemática se encuentran en la sociedad misma, de donde ha emergido el problema. Se trata de caracterizar, de manera clara, el tipo de sociedad problematizada, definir el perfil afectado de la sociedad perturbada, de configurar la composición de sociedad donde ha emergido el problema en cuestión.

Sin embargo, a pesar de esta crítica enunciada, se puede obtener de las descripciones y análisis datos y cuadros, discursos y enunciados, que pueden usarse en la conformación de una percepción integral del problema tratado. Con este ánimo vamos a retomar un lectura histórica de las investigaciones descriptivas y análiticas sobre la lucha contra el narcotráfico.

Historia y actualidad de la economía política de la cocaína

Comenzaremos con la materia prima de la cocaína, la denominada hoja de coca excedentaria. Ana María Lema escribe, en Profesión cocalero, historia de la defensa de la coca (Siglos XVI-XX)[2],haciendo una retrospección histórica, lo siguiente:

1.- Hoy en día no hace falta presentar a los productores de coca. Fuera de constituir, numéricamente, el sector productivo agrícola más importante del país, se trata también del sector cuya capacidad de lucha por la defensa de sus actividades es más notoria que la de cualquier otro.

2.- La lucha de los cocaleros está actualmente enmarcada en un contexto que va más allá del tema de la coca, ya que está íntimamente relacionada con la problemática del narcotráfico. La elaboración de sulfato y de clorhidrato de cocaína se realiza en base a la producción nacional de coca, notoriamente excedentaria en relación a las necesidades reales del país. Al ser la coca la materia prima y el punto de partida de un largo proceso -que no queremos evocar aquí-, se convierte también en el primer blanco de los nuevos mosqueteros de fines del siglo xx.

3.- Pese al establecimiento oficial (Ley 1008) de una diferenciación entre la coca destinada al uso tradicional y la coca destinada a usos ilícitos, que ha dado lugar a una clasificación, bastante arbitraria por cierto, de las zonas de producción de la hoja, las primeras víctimas de la lucha contra el narcotráfico son los propios productores de coca en su conjunto.

4.- ¿Quiénes son ellos? Ex-colonos y descendientes de campesinos que recibieron parcelas o sayañas después de la Reforma Agraria de 1953, en las llamadas «zonas tradicionales», colonizadores en busca del desarrollo y, últimamente, ex-mineros relocalizados a la fuerza, en pos de un medio de supervivencia. En síntesis, campesinos, de estirpe campesina o convertidos de último momento, pero campesinos, trabajadores del campo, que cultivan la tierra y viven directamente de sus frutos.

5.- Eso no fue siempre así. Hasta mediados de los años 50, la gran mayoría de los productores de coca no era campesina, sino hacendada o pequeños propietarios que utilizaban la mano de obra que, en el futuro, asumiría personalmente la producción de la coca. Es decir, que el productor de coca, tal como lo enfocamos, no es tanto el dueño de los cocales como el que los cultiva directamente, con los pies en la tierra, y que también se enfrenta con los obstáculos que surgen a lo largo de la historia del cultivo de la coca. Sin embargo, hasta mediados de este siglo, fueron los dueños de los cocales los que dejaron el testimonio de su lucha por la defensa de la coca, quizás con un empeño similar al de los productores actuales, al tener que defender sus intereses, es decir, su fuente de ingresos.

6.- ¿Por qué hablar de defensa? ¿Acaso el despliegue de ataques contra la coca no es algo que se ha desarrollado recientemente, con el «boom» del narcotráfico? ¿Existieron, en otros momentos, argumentos sin relación con la producción de drogas, que llegaron a cuestionar la propia producción de coca?

7.- En diferentes momentos de su historia, la coca ha sido objeto de ataques por parte de distintos sectores de la sociedad, ataques que intentaron desembocar sea en la reducción o desaparición de los cultivos, sea un control más estrecho de los mismos.

 

 

Durante la gestión de gobierno de Jaime Paz Zamora se desplegó la consigna de que la coca no es cocaína; a partir de esta afirmación política se buscaba la despenalización de la hoja de coca, manteniendo la penalización sobre la cocaína. Por otra parte, teniendo en cuenta las políticas de interdicción se buscó amortiguarlas diferenciando la coca tradicional de la coca excedentaria. La primera está destinada al acullico y a los usos medicinales, ceremoniales y rituales, en tanto que la segunda está destinada a su uso como materia prima en la industria de la cocaína. Ambas disquisiciones y distinciones ya nos muestran la composición compleja y problemática del circuito coca-cocaína. En los Recorridos de la coca[3] nos aproximamos al análisis estructural de la problemática visualizando la hoja de coca como un orden de relaciones. Desde entonces hasta ahora la cuestión es asumida desde la perspectiva de la complejidad.

Empero, lo que nos ocupa por el momento es hacer una revisión de las pesquisas analíticas de la problemática a partir de las miradas disciplinarias, que interpretan a partir de las rejillas teóricas, propias de la división del trabajo moderno de los saberes de las ciencias sociales y humanas.

 

Siguiendo el repaso histórico e iniciando con apuntes someros, podemos recuperar las siguientes anotaciones, que corresponden, mas bien, a reportes periodísticos y pedagógicos:

“La década de los años ochenta marcó un hecho de trascendencia histórica dramática y determinante para la realidad social, económica y moral del país; el crecimiento espectacular del narcotráfico como negocio de insospechada expansión.

Si bien este fenómeno comenzó a darse al comienzo de los años setenta, tiempo en el que comenzaron a crecer los grupos que conformaron verdaderas mafias, fue realmente en los años ochenta y particularmente durante el gobierno de Luis García Meza, cuando se produjo la verdadera expansión del negocio, protegido incluso por el poder ejecutivo. Varios organismos internacionales y miembros del propio congreso de los Estados Unidos acusaron formalmente a Luis Arce Gómez ministró de García Meza de estar involucrado en operaciones de tráfico de drogas. Otros ministros y funcionarios (caso Ariel Coca y Norberto Salomón) fueron también implicados en casos de narcotráfico.

El cultivo tradicional de coca en la zona de los Yungas de La Paz para consumo tradicional de campesinos y mineros, comenzó a expandirse por esos años al norte de Santa Cruz, al departamento del Beni y, finalmente (a mediados de los ochenta), a la zona del Chapare en Cochabamba. Se estima que en Bolivia se producían en 1985 más de 103.000 toneladas de coca, más del 80% destinadas a la fabricación de cocaína. Cerca de 200.000 personas estaban involucradas en el narcotráfico, ya sea por cultivo, pisado para fabricación de pasta básica, o directamente narcotráfico. Se calcula que casi un 10 % de la población estaba directa o indirectamente vinculada a la economía del narcotráfico, que de acuerdo a estimaciones variables movía en 1985 entre 600 y 3.000 millones de dólares al año.

En 1950 había en Bolivia 2.929 productores de hoja de coca para el consumo tradicional (Yungas). En 1987 ese número se había incrementado a 61.641 productores, siendo evidente que la evolución del consumo tradicional no determinó crecimiento alguno que no fuera el vegetativo. En 1960 la superficie cultivada de coca en Bolivia era de 3.300 hectáreas.

La protección que se le dio al narcotráfico en este período consolidó una industria ilegal que creció incesantemente hasta bien avanzados los años noventa. Fue recién a partir de 1993, que las políticas de erradicación comenzaron a dar algunos resultados. En este período los productores bolivianos se aliaron con los canales de Colombia, que en algún momento controlaron el circuito de producción desde Bolivia hasta Estados Unidos.

En 1975 el tambor de coca (100 libras) costaba 180 dólares, en 1980, 600 $us, en 1983 llegó a su pico, 800 $us por tambor, mientras que a partir de 1989 cayó a un promedio de entre 50 y 100 $us por tambor. El jornal de los pisacocas cayó de 15 dólares en 1980 a 20 bolivianos (algo más de 7 dólares) en 1989. En 1980 se producía alrededor de 450 toneladas de pasta base y 110 toneladas de clorhidrato de cocaína. Esa producción llegó en 1990 a 1.167 toneladas de pasta y 265 toneladas de cocaína.

El problema del narcotráfico fue, sin duda, uno de los más agobiantes y graves que afrontó el país, pues minó su estructura moral, incrementando vertiginosamente la corrupción. Influyó además de modo importante sobre nuestra economía. Se estima que en 1980 la coca representaba el 12 % del PIB, ese porcentaje cayó en 1993 al 2,7 % del PIB, lo que marca una disminución progresiva del impacto de la economía ilegal de la coca sobre la economía global del país. El problema adicional con el que se cerraba el círculo negativo fue el espacio abierto para el consumo interno que comenzó a ser peligroso en los años ochenta y noventa.

El problema debió encararse de manera multilateral en la medida en que el circuito del narcotráfico tiene dos puntas, la producción y el consumo. En cualquier economía, mientras haya en algún lugar alguien dispuesto a pagar por un producto, siempre habrá alguien dispuesto a producirlo. En el camino se da un círculo de intermediación que enriquece a la mafia y genera crimen y violencia sin límites. Esta realidad tardó en ser reconocida por los Estados Unidos, que al principio pretendía endilgarles toda la responsabilidad a los productores”[4].

Este apunte pedagógico corresponde, por así decirlo, visto desde la perspectiva actual, a una fase del desenvolvimiento de los circuitos de la coca y de la relación coca-cocaína, todavía controlable y manejable por los recursos incipientes de un Estado nación subalterno. Nos ayuda a distinguir de lo que viene después, las siguientes fases, mucho más problemática y amenazantes.

Un balance somero de las consecuencia del narcotráfico la da la siguiente nota periodística:

“El narcotráfico no es nuevo, sin embargo parecería que se está popularizando y creciendo debido a las crecientes incautaciones, ya que el narcotráfico es visto como vía para conseguir el sueño de ser poderoso y millonario.

El narcotráfico ha impactado profundamente, por lo que las asociaciones delictivas cuentan con gran aceptación, principalmente entre jóvenes, (de tendencias) delincuenciales que emulan poder, dinero, armas y excesos. No obstante, otra gran parte de la población lo rechaza, en muchos casos con la censura y otros la ignoran. Una sensación de poder y control que puede llegarse a presumir de ella con intimidaciones y amenazas las cuales llega a cumplir por medio de otras personas a su disposición si es un caso muy extremo puede cumplirlas el propio jefe.

El narcotráfico es una de las actividades ilícitas que tiene una relación muy amplia entre otros delitos: tráfico de personas, tráfico de armas, lavado de dinero, corrupción, entre otras.

Esto significa que un país que tenga una alta actividad de narcotraficantes tendrá una gran debilidad en cuanto a la seguridad de sus habitantes como de sus instituciones.

Los problemas que surgen del narcotráfico son muy graves, por un lado, el daño social que produce a los ciudadanos y que termina en la muerte, la destrucción de las familias, así como de la economía de los países, aunque para los que producen drogas significa un gran negocio, la verdad es que ese dinero no paga impuestos, fomenta la corrupción de las instituciones.

La falta de educación, empleo y conciencia social son algunas de las principales causas por las que las personas ingresan al negocio del narcotráfico. Para lograr sus objetivos, el narcotráfico requiere sobornar a las autoridades, lo cual, naturalmente tiene un efecto destructivo sobre las instituciones de un Estado.

El narcotráfico es el tráfico de drogas ilícitas. Esto produce cosas tales como la dependencia.

El problema de las drogas ha alcanzado proporciones de enfermedad con que nos enfrentamos en la actualidad.

El enlace del actual problema de los narcotraficantes, va más allá de la represión y de las cuestiones de salud pública, pues hace una amenaza para el orden económico y social en el mundo entero.

Las acciones meramente represivas aligeran el peso de la lucha contra el narcotráfico sobre sus consecuencias y víctimas antes que sobre sus causas y orígenes propiciatorios”[5].

Este balance somero nos ayuda a tener una idea de los efectos y las consecuencias del narcotráfico en la sociedad, incluso de las predisposiciones y los prejuicios sobre sus prácticas e incidencias. Pretende diferenciar víctimas y protagonistas del delitos. Así mismo comienza a cuestionar los límites de la represión, vislumbrando tibiamente las causas del fracaso de la lucha contra el narcotráfico.

En una nota periodística sobre Mi vida con Roberto Suárez Gómez y el nacimiento del primer narcoestado, Ayda Levy Martínez, escribe:

“Bautizado por la prensa internacional como «el Rey de la Cocaína», Roberto Suárez Gómez fue durante años el mayor proveedor de droga de Pablo Escobar y del cártel de Medellín. Desde sus laboratorios en la amazonia boliviana llegó a exportar dos toneladas de droga a diario para sus socios del cártel, y también a Europa y a Estados Unidos en una operación conjunta con la CIA. Esta gran corporación, que gozaba de la protección de altos mandatarios internacionales, así como de militares y gobernantes bolivianos, fue conocida como «la General Motors del narcotráfico».

Ayda Levy, viuda de Roberto Suárez, narra sus vivencias y las revelaciones que le hizo el productor de la droga más pura del mundo. La memoria implacable de la autora va desvelando la financiación de golpes de estado, el involucramiento de Klaus Barbie, «el Carnicero de Lyon», la implicación directa de Roberto Calvi, «el Banquero de Dios», la negociación de las rutas con el general Noriega y con el gobierno cubano, y el plan acordado con el coronel Oliver North para financiar a la contra nicaragüense con el producto de la venta de cocaína en Estados Unidos.

Roberto Suárez, «el Robin Hood de Bolivia» según la revista Time, y uno de los hombres más buscado por la DEA, intentó salvar a su país de la miseria y pagar la deuda externa boliviana. Desengañado, decidió entregarse a las autoridades y, tras cumplir una breve condena, murió en libertad”[6].

En el libro citado, que tiene carácter testimonial, por lo tanto, por así decirlo, subjetivo, se da cuenta de una historia más cercana al dramatismo de los hechos, de las instituciones involucradas y de los eventos políticos de corrosión y corrupción. El interés de su lectura radica en los datos, devenidos de la experiencia individual, que deben ser contrastados.

Otra anotación, esta vez, correspondiente a una investigación académica, evalúa El papel de Bolivia dentro de los esquemas del tráfico de cocaína. Mariano Bartolomé y Vicente Ventura Barreiro exponen un análisis sucinto:

“Tema

La ubicación geográfica de Bolivia y su permeabilidad fronteriza, más que su producción, son los factores con mayor incidencia en su papel dentro de los esquemas internacionales del tráfico de cocaína.

Resumen

Bolivia integra, junto con Colombia y Perú, el reducido grupo de países en los cuales se produce la cocaína que se consume en todo el planeta. La elaboración local de ese estupefaciente se sustenta básicamente en las plantaciones de coca situadas en las regiones de los Yungas y el Chapare, aunque también se nutre de hojas y pasta base de origen peruano.

Sin embargo, la clave de la importancia boliviana en esta actividad criminal radica más en la ubicación del país y las crecientes dificultades para controlar de manera efectiva las fronteras, que exhiben un alto grado de porosidad. Estos elementos interactúan para constituir al país en una pieza clave en el trasiego de cocaína a las naciones vecinas, sea para abastecer a la demanda doméstica o para su reenvío a mercados de consumo en ultramar. Las modalidades de tráfico son múltiples y complejas, e involucran a organizaciones criminales exógenas que interactúan con grupos autóctonos.

Análisis

Desde que comenzó a elaborarse cocaína hace casi un siglo, Bolivia ocupa un lugar de preponderancia en materia de producción y tráfico ilícitos de ese estupefaciente. Junto a Perú y Colombia, la nación altiplánica completa la troika de productores de cocaína a partir del procesamiento de materia prima procedente, en este caso, no sólo de plantaciones locales, sino también de cultivos peruanos. Por otro lado, desde la perspectiva de una “geopolítica de las drogas”, de acuerdo al académico francés Alain Labrousse, constituye una pieza fundamental en las redes transnacionales de tráfico que llevan ese producto a mercados de consumo situados tanto en el continente como en ultramar, a partir de la conjunción de dos factores: por un lado, su posición geográfica; y, por otro, la porosidad de sus fronteras.

En este sentido, conviene recordar que Bolivia tiene una extensión fronteriza de 6.834 km lineales con Brasil, Argentina, Perú, Paraguay y Chile. En su mayor parte la frontera exhibe un alto grado de vulnerabilidad, con más de una treintena de puntos particularmente críticos por su empleo constante por parte de los flujos criminales transfronterizos, según admitió el entonces ministro de Gobierno, Carlos Romero, en el marco de una reunión de países del Cono Sur sobre Seguridad de Fronteras, celebrada en Brasilia en noviembre de 2016. Esa notoria vulnerabilidad ha motivado al Poder Ejecutivo a utilizar las instituciones militares para atenuar la capitalización de la porosidad fronteriza por parte de organizaciones ilegales. Esas tareas de control, junto con el empleo en labores de erradicación manual, sintetizan el papel actual de las fuerzas armadas en la lucha contra el narcotráfico.

La cocaína que Bolivia trafica hacia el exterior procede tanto del procesamiento de la coca oriunda de las plantaciones locales situadas en su mayoría en Yungas y el Chapare, como de envíos provenientes de Perú (desde donde puede haber venido como clorhidrato, o en la forma de pasta base para su posterior refinamiento), y en mucho menor medida desde Colombia. En materia de procesamiento, estudios indican que más del 80% de los productores bolivianos tienen hasta dos pozas de maceración, con capacidad de producción de hasta 4kg semanales de PBC.

El presidente de la República, Evo Morales, es precisamente un dirigente cocalero de la región del Chapare. Su particular postura sobre la cuestión de la coca, ampliando los límites de la superficie cultivable tolerada, hasta 22.000 hectáreas de acuerdo a la ley vigente, es objeto de grandes controversias. Desde el Poder Ejecutivo se defiende un modelo de erradicación consensuada de cultivos excedentarios, susceptibles de ser empleados en la elaboración de cocaína, basado en el diálogo con los sectores agrícolas, alegando que de esta forma se evita la violencia y se preserva la paz social.

Diferentes sectores opositores, en cambio, insisten en que la postura del gobernante Movimiento al Socialismo (MAS) fomenta la producción de cocaína desde el momento en que la demanda legal doméstica de coca podría satisfacerse plenamente con aproximadamente 14.000 hectáreas cultivadas. En esta línea, se ha alegado con cierta frecuencia que el Gobierno se encuentra permeado por la criminalidad, e incluso que ésta lo maneja a su antojo. Un ejemplo de estos embates tuvo lugar en octubre del año 2017 a raíz de la detención en Brasil del traficante boliviano Fabio Adhemar Andrade Lima Lobo, hijo de una importante dirigente del MAS de la región de Beni, con media tonelada de cocaína en su poder. En esos momentos, un pronunciamiento de la fuerza opositora Unión Nacional (UN) sostenía que “el gobierno de Evo Morales resulta a esta altura de la historia prisionero del narcotráfico”, agregando que “la fuerza de los cocaleros del Chapare, proveedores principales del narcotráfico, ha logrado digitar el horizonte estratégico del gobierno”.

En suelo boliviano se registra una importante presencia de organizaciones extranjeras dotadas de cuantiosos recursos económicos que controlan prácticamente en su totalidad el negocio del tráfico de cocaína hacia el exterior. Estas organizaciones criminales toman decisiones de nivel estratégico en sus lugares de origen mientras que en Bolivia únicamente se deciden cuestiones de tipo táctico. Además, su capacidad económica les ha permitido en el país altiplánico penetrar y cooptar diversas entidades de la sociedad civil que han contribuido a su legitimación. La presencia de organizaciones foráneas se constata en el hecho de que, solamente entre mayo de 2018 y los primeros días de julio de 2019, fueron detenidos en el país más de una decena de capos criminales extranjeros, el último de ellos el italiano Paolo Lumia, de la mafia siciliana.

Teniendo en cuenta diferentes trabajos, un listado de esas organizaciones incluye a las brasileñas Primer Comando de la Capital (PCC) y Comando Vermelho; la Federación de Sinaloa y los Zetas, de México; el peruano Sendero Luminoso; e incluso mafias rusas. También se indica una fuerte presencia de actores subestatales colombianos como el Cártel del Norte del Valle; diversos grupos paramilitares devenidos en Bandas Criminales (BACRIM), entre ellos las Autodefensas Campesinas de Casanare (ACC), Los Rastrojos y Los Urabeños; y, finalmente, elementos residuales de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), del país homónimo. De todo este conjunto de actores, cada vez con mayor nitidez se destaca el PCC, que ha dejado de comprar cocaína al por mayor y distribuirla dentro de su país, para negociar en forma directa con los productores de cocaína bolivianos (y también peruanos), integrándose a la cadena de suministro de ese estupefaciente.

Por su parte, los grupos criminales domésticos parecen estar relegados a un segundo orden, manteniendo una relación de subordinación a las organizaciones foráneas. Es cierto que en los últimos tiempos se han detenido a importantes narcotraficantes locales, cuyas operaciones se articulaban con redes internacionales de tráfico y que se valían de importantes vinculaciones en el mundo de la política y el poder judicial. Sin duda, los casos más resonantes de los últimos tiempos son los de Pedro Montenegro Paz y Mayerling Castedo (miembro del clan familiar Candia-Castedo), capturados en mayo y junio de 2019 respectivamente. Aun así, desde la desarticulación del cártel de William Rosales Suárez, el “Rey de la Cocaína”, a comienzos de la presente década, no se destaca con nitidez ninguna organización o cártel autóctono de primera línea.

En buena medida, los grupos locales responderían a la estructura de clanes familiares, con un alto grado de organización. Los principales activos de estos clanes son la confianza y la lealtad que proporcionan los lazos de sangre entre sus miembros, cimentando una unidad que es fundamental frente a un entorno que se presenta peligroso, sea por organizaciones rivales o por las instituciones estatales.

Operando de manera articulada, junto a los clanes locales subordinados, las organizaciones criminales foráneas trasiegan cocaína local, o procedente de Perú, hacia las naciones limítrofes. Los destinos externos prioritarios son Brasil, Argentina y Paraguay, aunque en los últimos años Chile aumentó su importancia. Las modalidades del tráfico desde y hacia el exterior son heterogéneas e incluyen medios aéreos, terrestres y lacustres.

El despliegue en el territorio de Bolivia de las entidades criminales, tanto extranjeras como autóctonas, se orienta hacia los territorios orientales del país, especialmente el departamento de Santa Cruz. Esa unidad política constituye el epicentro del tráfico ilícito de drogas en Bolivia, albergando dentro de sus límites instalaciones de refinamiento, acopio y comercialización. Incluso, siempre se sostuvo que en suelo cruceño se concentra la mayor cantidad de laboratorios clandestinos para la producción de ese estupefaciente, fuera de Colombia, aunque en los últimos tiempos el departamento de Cochabamba cobró una gran importancia en este sentido. Santa Cruz además alberga más de una decena de escuelas de aviación donde se forman los pilotos de los aviones que se emplean para el trasiego de drogas a través de los llamados “narcovuelos”. El coste total de esos cursos rondaría los 25.000 dólares, cifra que puede saldarse con la ganancia que producen unos pocos vuelos ilegales.

El principal motivo que subyace a la alta concentración en suelo cruceño de laboratorios de procesamiento, sitios de acopio y distribución e incluso academias de aviación, es la proximidad geográfica con Brasil, con quien comparte una extensa frontera, difícil de controlar. El gigante sudamericano también constituye una importante pieza en los esquemas de las drogas ilegales en América del Sur: por un lado, es el segundo mercado nacional de cocaína a nivel mundial, con un consumo estimado de casi 100 toneladas anuales por más de 2 millones de personas; por otra parte, a través de su vasto territorio se trafica cocaína que suele tener a Europa como destino final, y que es enviada por vía marítima o aérea, siendo usuales las rutas hacia la región de África Occidental y, en particular, Angola y Guinea.

En lo referente a rutas de tráfico, el ingreso de droga desde Perú para su posterior reexportación estaría controlado por una veintena de clanes familiares peruanos, también llamados “cárteles criollos”. Hace ya dos años se hizo público que en Bolivia habían instalado sus cuarteles generales al menos seis narcotraficantes peruanos de alta jerarquía, entre ellos Clever Bernardo Ambrosio (alias “Chila”) y Reyna Gozme La Fuente (alias “Reyna”); hasta el momento de la redacción de este análisis, ninguno de ellos habría sido detenido.

Cerca del 35% de la producción peruana total de cocaína ingresa a Bolivia totalmente elaborada, o como pasta base, para transformarse en clorhidrato en laboratorios locales. Ese volumen representa más de la mitad de la cocaína producida en el valle de los ríos Apurímac, Ene y Mantaro (VRAEM), la región más productiva de Perú en este rubro ilegal, con cerca del 60% del total nacional.

La droga peruana ingresa a Bolivia por vías terrestre y aérea. En el primer caso las rutas se orientan a las localidades de Desaguadero, Copacabana, Puerto Acosta y Pelechuco en el departamento de La Paz, y Cobija, Filadelfia y Puerto Gonzalo Moreno en el departamento de Pando. Específicamente a través de esta última unidad política ingresa la mayor cantidad de cocaína con destino a Brasil.

Respecto a la vía aérea, Bolivia recibiría aproximadamente el 95% de los “narcovuelos” que despegan desde Perú, empleándose aeronaves que suelen estar matriculadas en Bolivia y transportan, en cada viaje, un promedio de 300 a 350 kg de cocaína, aunque esa carga puede llegar a los 500 kg. La mayoría de estos vuelos aterrizan en pistas clandestinas del departamento de Beni, donde la presencia criminal sería por lo demás intensa, particularmente en las localidades de Magdalena, San Ramón, San Joaquín, San Borja, Trinidad, Santa Ana del Yacuma y Guayaramerín. Esas pistas suelen ser denominadas “puntos intermedios” o “medias”, pues allí los aviones se aprovisionan de combustible antes de seguir camino a su destino final, muchas veces en países limítrofes.

La exportación de droga desde Bolivia revela, como ya se anticipó, diferentes modalidades. Por vía aérea se emplean vuelos comerciales internacionales en los cuales el estupefaciente viaja disimulado en envíos de correo, equipaje e incluso en el cuerpo de los pasajeros, sea adherida externamente o en su interior. También se recurre a aeronaves particulares legales, que se desvían de sus vuelos aprobados por la autoridad pertinente para cometer ilícitos, y a los ya mencionados “narcovuelos”.

El tráfico de droga por vía aérea incluye la modalidad conocida como “lluvia de cocaína”, “lluvia blanca” o “bombardeo de drogas”, consistente en el lanzamiento de los cargamentos desde el aire por aeronaves que se desplazan a escasa velocidad y a una altura no superior a los 15 metros. Los paquetes son arrojados en regiones inhóspitas y poco transitadas, o zonas de cultivo situadas en fincas privadas, siendo habitual el empleo de dispositivos de localización que permiten su rápida recuperación por parte de miembros de la red, que se desplazan por tierra.

A modo de ejemplo, para dimensionar de mejor manera el volumen del tráfico a través de “narcovuelos”, conviene consignar que una reciente investigación periodística determinó que solamente desde pistas ubicadas en el departamento de Beni despegan cotidianamente un promedio de 30 aviones hacia las naciones limítrofes, transportando cada uno de ellos hasta media tonelada de cocaína.

El trasiego por vía fluvial apela a la cuenca del lago Titicaca y su red de afluentes que se extienden hasta las áreas fronterizas del país, utilizando lanchas y barcazas. Finalmente, el tráfico terrestre se vale de camiones de carga, autobuses internacionales y vehículos particulares, en muchos casos dotados de compartimientos ocultos donde se esconde la droga. La red vial empleada prioriza los caminos secundarios y sendas, poco usados por el tránsito usual.

Analizando el tráfico por aire, en lo que hace a Brasil, los “narcovuelos” parten desde los departamentos de Santa Cruz, Pando, Beni y La Paz, todos ellos ya mencionados. En el caso del Beni, las localidades involucradas son las identificadas en un párrafo anterior, mientras en La Paz se destacarían algunos núcleos urbanos septentrionales: Apolo, Ixiamas y Rurrenabaque, entre otras. Respecto al caso cruceño, existen referencias a la importancia de algunos puntos ubicados en la provincia de Ichilo, entre ellos San Germán, Kilómetro 7, Buenavista y Santa Fe de Yapacaní.

En el caso de Paraguay el espacio aéreo es vulnerado en la zona noroccidental del Chaco por pequeñas avionetas procedentes de los departamentos de Beni y Tarija, difíciles de detectar debido a la carencia de radares. Se han detectado pistas clandestinas incluso en el Parque Nacional Paso Bravo y reservas ecológicas paraguayas, donde se registran vastas extensiones de tierra despobladas. Desde allí, la cocaína se traslada hacia el oriente paraguayo, por vía aérea, o a través de la carretera Transchaco. Respecto a Argentina, en sus territorios septentrionales, hasta el norte de la provincia de Santiago del Estero, se encuentra ubicada la gran mayoría de las aproximadamente 1.500 pistas de aterrizaje irregulares (un millar declaradas ante la Administración Nacional de Aviación Civil pero no habilitadas para operar, más 500 clandestinas), que utilizan los “narcovuelos” procedentes del vecino país.

El tráfico de drogas por tierra a Brasil se efectúa desde los departamentos de Santa Cruz, Pando y Beni. Existen nueve pasos fronterizos particularmente vulnerables a esa actividad criminal: Bolpebra, Cobija, Puerto Evo y Villa Bella, en Pando; Guayaramerín y Bella Vista, en Beni; y San Matías, Arroyo-Concepción y Puerto Quijarro, en Santa Cruz. Estos puntos se complementan con decenas de pasos ilegales, donde el control es virtualmente nulo. En cuanto a Paraguay, hay trasiego carretero a través del paso fronterizo de Villa Montes, siendo un dato de interés el carácter bidireccional del tráfico: por la misma vía, ingresa a Bolivia marihuana paraguaya.

En lo que hace al tráfico por vía terrestre hacia Argentina, son empleados los pasos fronterizos oficiales Villazón-La Quiaca, Bermejo-Aguas Blancas y Yacuiba/Pocitos-Salvador Mazza. El primero colinda con la provincia argentina de Jujuy mientras los dos restantes lo hacen con la provincia de Salta. Al mismo tiempo se registran decenas de pasos ilegales que son empleados de manera intensiva por los traficantes, cuya vigilancia y control son extremadamente difíciles por parte de las autoridades gubernamentales. A modo de ejemplo, el eje Yacuiba/Pocitos-Salvador Mazza se encuentra rodeado de cerros cubiertos de una espesa vegetación subtropical, con gran cantidad de arroyos y cañadas que atraviesan el límite binacional.

En estos casos, además del empleo de vehículos de carga, particulares o de transporte de pasajeros, se observa un uso intensivo de las llamadas “mulas” (o “capsuleros”): personas que pueden llegar a ingerir hasta un kg de cocaína, distribuido en un centenar de cápsulas. En el reclutamiento de las “mulas” incide el conocimiento previo (personal o a través de vínculos familiares) y la falta de antecedentes penales, así como desfavorables situaciones socioeconómicas y laborales. También se subcontrata a “bagayeros”, ciudadanos de la zona de bajos recursos económicos dedicados habitualmente al contrabando en las ciudades de frontera, en función de sus ventajas comparativas y competitivas frente a otras organizaciones delictivas foráneas.

De acuerdo con las autoridades judiciales argentinas, solamente en la zona fronteriza cercana a la ciudad salteña de Orán, aproximadamente 5.000 habitantes argentinos y bolivianos ejercen funciones de “bagayeros”, mientras un 30% de la población local vive del negocio del contrabando de diferentes bienes, incluidas personas. Precisamente en esta localidad se pudo constatar, hace un lustro, el enorme poder corrosivo que estaban ejerciendo las drogas procedentes de Bolivia sobre las instituciones republicanas, cuando fue detenido el juez federal con sede en el lugar, acusado de dejar libre a narcotraficantes a cambio de coimas.

Cerrando la descripción de los tráficos terrestres desde Bolivia, aunque parte de la droga procedente de esa nación ingresa a Chile a través del territorio argentino, también lo hace de manera directa valiéndose de la existencia de más de un centenar de pasos fronterizos clandestinos. Es necesario recordar en este punto que desde Chile procede aproximadamente el 70% de la mercadería que ingresa de contrabando a Bolivia, a través de pasos ilegales que, en sentido inverso, pueden emplearse para trasegar droga. Buena parte de esos pasos ilegales se concentran alrededor de Pisiga, Tambo Quemado, Sabaya, Todos Santos, Huachacalla y el Salar de Uyuni. Se ha indicado que la principal ruta utilizada para el tráfico de cocaína desde Bolivia a Chile discurre desde Santa Cruz a Oruro y de allí a Colchane, ciudad altiplánica donde se enlaza con la red de carreteras locales.

En términos comparativos con los modos terrestre y aéreo, el tráfico de drogas desde Bolivia hacia sus países limítrofes por vía fluvial tiene una menor importancia. No obstante, existen casos relevantes, por ejemplo, el del río Bermejo, que opera de límite natural entre la ciudad boliviana del mismo nombre y Aguas Blancas en Argentina. Su control presenta una extrema dificultad, pues permanentemente es atravesado por gran cantidad de barcazas denominadas “chalanas” que vinculan ambos márgenes sin pasar por la autoridad fronteriza. La dificultad del control aumenta en épocas en que disminuye su caudal el río Bermejo, pues puede ser atravesado a pie, permitiendo portar mercaderías de diferentes volúmenes. También se destaca el rol papel que desempeñan Puerto Quijarro y Puerto Suárez, localidades bolivianas ribereñas del río Paraguay; de ambos puntos parten embarcaciones que transportan hacia el sur la cocaína que cruza la frontera y es descargada en puntos clandestinos o los puertos fluviales Bahía Negra, Vallemí, Concepción, Antequera y Puerto Rosario, ya en cercanías de la frontera con Argentina.

Conclusiones

A modo de reflexión, puede concluirse que cada vez es más notorio que la clave de la importancia de Bolivia dentro de los esquemas contemporáneos del tráfico de drogas ilegales radica menos en su papel de productor que en su papel como distribuidor. In extenso, más allá de constituir actualmente el tercer productor de cocaína a nivel mundial, a partir de coca de procedencia local y de pasta base del VRAEM peruano, Bolivia capitaliza su posición geográfica y la permeabilidad de sus fronteras, que no ha sido subsanada a pesar del empleo del instrumento militar en esa tarea. Así, el país se consolida como un nodo clave desde donde fluyen grandes cantidades de ese estupefaciente hacia Argentina, Brasil, Paraguay y Chile. Aunque estas cuatro naciones constituyen importantes eslabones en las cadenas de tráfico a destinos de ultramar, las dos primeras –y en especial Brasil– cuentan además con vastos y lucrativos mercados de consumo domésticos.

La constitución del país en una pieza fundamental dentro de los esquemas de distribución de drogas por medios primordialmente aéreos y terrestres, y subsidiariamente por vías fluviales, es a la vez causa y consecuencia de la presencia del PCC – que se encamina a consolidarse como la organización criminal más importante de América del Sur –  y otras organizaciones foráneas en el territorio nacional, que articulan con clanes familiares locales estructurados en base a lazos de sangre. Todas las características referidas confirman la naturaleza singular del caso boliviano dentro del universo de la criminalidad regional y, consecuentemente, la conveniencia de su seguimiento permanente”[7].

Esta investigación académica nos ofrece otra perspectiva, más elaborada, que permite armar una descripción minuciosa de las composiciones de las formas del narcotráfico, de sus geografía política, de la extensión transfronteriza e internacional, de los distintos contextos, locales, nacionales y regionales, así como del distinto tratamiento político y jurídico. Además contamos con la identificación de las organizaciones involucradas, de la relación de los dispositivos nacionales y los cárteles internacionales. Esta descripción y análisis ayuda a avizorar los componentes de la problemática, sus dinámicas, aunque sea solo de una manera clasificatoria.

Otra investigación académica corresponde al análisis de Jörg Stippel y Juan Enrique Serrano Moreno, en La nacionalización de la lucha contra el narcotráfico en Bolivia, los autores exponen una evaluación de la lucha contra el narcotráfico; en resumen dicen:

“El estudio de las políticas en materia de control de drogas en Bolivia es un objeto de vital relevancia para entender la evolución política del país desde la vuelta de la democracia en 1982. La Ley 1008 de 1988 reforzó la militarización de la política criminal inspirada en la doctrina de la seguridad nacional y la amalgama entre cultivo, consumo y narcotráfico impuestos por las Convenciones de la ONU para el control de drogas. Los conflictos sociales y políticos que siguieron en defensa del cultivo de coca favorecieron la movilización de organizaciones campesinas que terminaron por llevar al poder al MAS en 2006. Este artículo analiza la construcción de una política anti-narcotráfico militarizada e impuesta desde el exterior y su posterior desmantelamiento en nombre de la soberanía nacional y la prevención del consumo a partir del análisis del derecho positivo, datos estadísticos, informes y prensa[8].

Dicen que:

“A grandes rasgos, en Bolivia la política antidrogas ha transitado desde el paradigma del prohibicionismo y de la “guerra total” contra las drogas, a una de jure y de facto descriminalización, para llegar finalmente a una regulación y despenalización parcial. La nueva política criminal se construyó desde 2006 a partir de la disociación entre cultivo, consumo y tráfico de la hoja de coca. Al contrario que en otros países, el debate público no se concentró en el derecho al consumo de drogas – Recht auf Rausch – o el rol del Estado en la protección de la salud pública. Los actores convirtieron la lucha para la legalización de la hoja de coca en una cuestión de identidad y soberanía nacional. Paralelo a ello, el gobierno comenzó a cambiar el discurso público sobre drogas poniendo el acento en la prevención a través de una nueva institucionalidad pública especializada. El presente trabajo analiza el desarrollo de la política anti-drogas que permitió este cambio de paradigma, así como las tensiones diplomáticas ocasionadas por ello entre Bolivia y la comunidad internacional”.

Los autores mencionados consideran que se dio una imposición de la política criminal antidrogas, la Convención Única de 1961. Se abre el camino hacia la Convención de 1988; al respecto dicen:

“Si nos fijamos en el texto de la Convención de 1988 se confirma la orientación represiva. A diferencia de la Convención Única de 1961, ya no se teme por la salud física y moral de la humanidad, sino la Convención de 1988 pone en primer lugar la preocupación por “la magnitud y la tendencia creciente de la producción, la demanda y el tráfico ilícitos de estupefacientes y sustancias sicotrópicas”. La respuesta prevista en la Convención de 1988 es la criminalización. Eso hace entendible la crítica de Laserna, cuando opina que, en la Convención de 1988, el argumento de la seguridad del Estado está por encima de la del individuo o la sociedad. La orientación represiva queda a su vez en evidencia cuando la Convención pide que se impongan sanciones proporcionales a la gravedad de los delitos. La primera sanción que menciona es “la pena de prisión u otras formas de privación de libertad” y en segundo lugar habla de “sanciones pecuniarias y el decomiso”. El mensaje es claro: la cárcel debe resolver el problema de las drogas”.

Pasamos a la Ley 1008 de 1988:

“En materia procesal, la Ley 1008 creó juzgados especiales de sustancias controladas y fiscales de sustancias controladas. Las causas ante los juzgados especiales se podían tramitar en base a las diligencias de Policía Judicial levantadas por la Fuerza Especial de Lucha Contra el Narcotráfico. No era necesario seguir el procedimiento ordinario que contemplaba una fase de instrucción y sumario. Cuando los juzgados de sustancias controladas abrían una causa por cualquier delito contemplado en la Ley 1008, tenían que disponer la detención de los procesados. En la misma lógica, la ley estipula que en procesos sobre sustancias controladas, no procede el beneficio de la libertad provisional. Para terminar en la cárcel bastaba entonces el hecho de abrir una causa por la Ley 1008, aunque se tratara de la posesión de, por ejemplo, 2 gramos o 1.000 kilos de marihuana o cocaína. En estos casos se presumía la responsabilidad de la persona denunciada. Las cifras de detención preventiva analizadas en el último apartado del presente artículo dan cuenta de ello.

La Ley 1008, en la parte procesal, limitaba drásticamente el derecho a la defensa, restringiendo la presentación de excepciones prejudiciales (como un desafuero) como cuestiones previas, y aún peor estipulando que las diligencias de la policía “tienen carácter de prueba preconstituida”. Es decir la jueza o el juez tenían que aceptar como prueba incuestionable los informes de la policía donde constaba “con clara especificación la identificación del o de los implicados” y el “día, lugar y circunstancias”. Laserna indica que en base a estas normas, incluso cuando los policías no ratificaban sus informes, o cuando estos estaban incompletos o deficientes, las juezas y los jueces tenían que creer en sus contenidos. Vemos que uno de los aspectos más evidentes donde la Ley 1008 vulnera el ordenamiento constitucional es la vulneración del principio de presunción de inocencia y de defensa previstos en la Constitución vigente en ese momento”.

Después viene la reaparición de la “doctrina de seguridad nacional”:

“Durante el gobierno de Banzer-Quiroga, el “Plan Ciudadela” de 2000 habilita la intervención de las Fuerzas Armadas en tareas de prevención de la delincuencia en apoyo de la policía nacional. En ese momento comienza a generalizarse la militarización de la política criminal. Lo que antes solo tenía relevancia en materia de lucha contra el narcotráfico, ahora se extiende a toda la política criminal del gobierno. Esto provocó una dependencia del sendero en el Estado como lo muestra el hecho que Evo Morales mantuviera la decisión de involucrar a las fuerzas armadas en actividades de seguridad interna. En este sentido, el art. 1 del Decreto Supremo 354 del 6 de noviembre de 2009 dispone expresamente que “las Fuerzas Armadas del Estado, apoyen en forma coordinada las acciones de la Policía Boliviana en la prevención de la delincuencia y preservación de la seguridad ciudadana”. Lo interesante es que se restringía inicialmente el ámbito de aplicación de esta norma a la ciudad de Santa Cruz de la Sierra del departamento de Santa Cruz marcado por tensiones secesionistas.

Lo que cambió en la conceptualización inicial de la seguridad ciudadana en el gobierno de Banzer-Quiroga en comparación con la “doctrina de seguridad nacional” fue la identidad del enemigo. Ya no es el comunismo, sino el ciudadano que se opone al orden establecido y el “delincuente”. Para este enfoque de política criminal la violencia no es excepcional, sino fundacional. El orden público no se mantiene en base a un contrato social o la legitimidad de la ley, sino en base a la violencia. La historia reciente muestra que esa receta represiva no funcionó en el caso boliviano. Cuando las protestas sociales se agudizaron y fueron reprimidas de manera sangrienta por el segundo gobierno de Sánchez de Lozada (2002-2003), al presidente no le quedó otra opción que huir del país”.

Siguiendo la secuencia histórica de la metamorfosis de estas política contra el narcotráfico, pasamos a la militarización de la política criminal:

“La militarización se profundizó en los siguientes años y gobiernos. El presidente Jaime Paz Zamora (1989-1993) estrechó los lazos diplomáticos y militares con el gabinete de George Bush. La Declaración de Cartagena de 1990, firmada por los jefes de Estado Jaime Paz Zamora, George Bush, Virgilio Barco Vargas (Colombia) y Alan García (Perú) contempla la intervención de las Fuerzas Armadas en la lucha contra el narcotráfico. En primer lugar, reconoce que “la represión del tráfico de drogas ilícitas es una cuestión, en su esencia de carácter policial”. No obstante, arguye que “ante su magnitud y las diferentes facetas que presenta (…) las Fuerzas Armadas de cada uno de los países (…) también pueden tomar parte”. Pero no son sólo las Fuerzas Armadas de cada país en su país pues el convenio permite que “las partes podrán establecer los debidos entendimientos bilaterales y multilaterales de cooperación, de conformidad con sus intereses, necesidades y prelaciones”. Estas previsiones actualizan lo que la Convención de 1988 reconoce como “cooperación internacional.

De esta relación entre los gobiernos nace el Anexo III de la Ley 1008 “sobre la necesidad de militarizar la lucha contra el narcotráfico”. Una legislación que fue “ocultada al país” en palabras del historiador Mesa Gisbert nombrado presidente de la República en 2003 y por tanto un testigo privilegiado de estos hechos. En efecto, desconocemos tanto la fecha real de adopción del anexo como su contenido. Se trata de una “norma secreta” que vulnera unos de los principios generales más elementales del Estado de derecho consistente en la necesaria publicación de una norma para su entrada en vigor. Este ocultamiento muestra una clara voluntad del gobierno de evitar el debate y cuestionamiento público de la ley criticable por la pérdida de soberanía que implicaba. El siguiente gobierno presidido por Gonzalo Sánchez de Lozada (1994-1997) ideó el plan “opción cero” pensado para eliminar la totalidad de cultivos de coca utilizados para el narcotráfico para el que se buscó el respaldo de la comunidad financiera internacional”.

Según los analistas mencionados, en las gestiones de gobierno de Evo Morales Ayma – aunque ya se tiene un antecedente durante la gestión de gobierno de Carlos Meza – se inicia lo que denominan una política de descriminalización, donde se da lugar al reconocimiento del “cato de coca”, dando pasos a la nueva institucionalidad antinarcótica:

“En marzo de 2006, el nuevo gobierno crea un Viceministerio de Coca y Desarrollo Integral a cargo de “proponer, coordinar e implementar políticas de industrialización, comercialización, uso benéfico medicinal, cultural y exportación legal de la hoja de coca” y de “formular e implementar políticas de desarrollo integral y sostenible de las regiones productoras de coca”.

En 2007, el CONALTID publica su “Estrategia de lucha contra el narcotráfico y revalorización de la hoja de coca 2007-2010” donde se esboza el cambio de paradigma de la nueva política anti-narcotráfico. Morales explica en la presentación del informe: “planteamos la estabilidad y control de los cultivos de coca en un rango que permita niveles dignos de sobrevivencia para los productores cocaleros”. La institución alega que es necesario acabar con las políticas “impuestas desde afuera” para poder “reducir el potencial de producción de cocaína en Bolivia a través de medidas de control social de las culturas, interdicción del narcotráfico y acciones de prevención”. Con la nueva estrategia, CONALTID no propone legalizar directamente el “cato” de coca si no “racionalizar, estabilizar y controlar la producción de hoja de coca a un nivel sostenible”. Estrategia a implementar con participación social siendo el cato la “base de la racionalización”. El CONALTID considera así (como) un tercio de una cancha de fútbol que permite seguridad y previsibilidad a los productores, y bases para la acción concertada.

La nueva estrategia generó inquietud en algunos organismos internacionales que temían que Bolivia incumpliera las convenciones internacionales en la materia. La JIFE en 2008 “recuerda” al Gobierno de Bolivia la prohibición por el derecho internacional del “consumo de la hoja de coca sin la extracción previa de sus principales alcaloides activos, incluida la cocaína, a menos que sea con fines terapéuticos”.

En este contexto se da la expulsión de la DEA:

“Otro hito en el proceso de nacionalización de la política anti-narcótica fue la expulsión de la DEA, organismo percibido como el brazo derecho de la embajada de Estados Unidos. A fines del 2008, Evo Morales suspendió todas las actividades de la DEA en Bolivia acusándoles de apoyar actividades subversivas contra su gobierno que promovían un “golpe civil” en Bolivia según sus propias palabras. El Departamento de Estado de Estados Unidos afirmó que la posterior expulsión de todo el personal de la DEA en 2009 comprometía seriamente las posibilidades de Bolivia de dirigir operaciones antinarcóticos. En 2014, el presidente Barack Obama adoptó el decreto que identifica a Bolivia como uno de los países que en mayor medida producen o permiten el tránsito de drogas ilícitas. El presidente Morales alegó a su vez que la DEA “se quedaba con el 50% de la cocaína” para financiar actividades ilegales y que además directa o indirectamente “protegía al narcotráfico”.

Curiosamente con la expulsión de la DEA no terminó definitivamente la cooperación en materia de lucha contra el narcotráfico. Según el Departamento del Estado de los Estados Unidos, la asistencia no finalizó hasta diciembre del 2013. De ser cierto, la cooperación se prolongó medio año tras la decisión del gobierno de Morales de expulsar, en mayo del 2013, a la agencia de cooperación internacional de Estados Unidos, USAID, acusándoles de seguir conspirando contra su gobierno. El gobierno boliviano evitó así afectar operaciones en curso.

Esta política podría parecer contradictoria. El gobierno acusó a una agencia de cooperación de otro Estado de conspirar en su contra pero le permitió concluir que los proyectos que se encontraban en plena ejecución. No obstante, la expulsión de la DEA se presentó a la opinión pública como la ruptura definitiva con la política criminal trasplantada, iniciada con la aprobación de la Ley 1008. Desde ese momento Bolivia se independizó formal y simbólicamente de cualquier injerencia externa en sus políticas antinarcóticos nacionales. Se trataba realmente de una señal casi más fuerte que la consagración de la hoja de coca en la propia Constitución del Estado”.

Los autores consideran que se debe contemplar una ruta hacía una política de despenalización, teniendo en cuenta lo que califican como una victoria diplomática del gobierno de Evo Morales en Convención Internacional de Lucha contra las Drogas:

“En principio la Convención Única de 1961 permitía que un Estado firmante autorizara la masticación de la hoja de coca en su territorio. No obstante la normativa estipula una reserva temporal al determinar que “la masticación de hoja de coca quedará prohibida dentro de los 25 años siguientes a la entrada en vigor de la presente Convención”, plazo que vencía en 1989. Tras la aprobación de la nueva Constitución en 2009, que reconoce en su artículo 384 la hoja de coca como parte de la cultura, esta exigencia quedó en el limbo jurídico.

Para poder volver a ratificar la convención, Bolivia recurrió a otra posibilidad que ofrece la Convención de 1961 que permite la autorización por los Estados firmantes de “reservas distintas”. La norma no estipula un límite en cuanto a los contenidos de estas reservas. Se regula únicamente un procedimiento para su aprobación que establece que la reserva queda autorizada si dentro de los 12 meses, a contar de la comunicación formal, no ha habido objeción de un tercio de los Estados.

Habría sido necesario que una tercera parte de los Estados parte de la Convención – 61 de los 183 – objetaran la reserva de Bolivia. Al expirar la fecha límite para presentar objeciones el 10 de enero de 2013, el gobierno boliviano se apuntó una victoria diplomática, pues tan solo 15 países, entre ellos los Estados Unidos, se opusieron a la reserva. Los comentarios oficiales de la Convención Única de 1962 arrojan luz sobre la estrategia del gobierno boliviano pues indican que un Estado que ya haya ratificado la Convención no puede recurrir al procedimiento de autorización de reserva descrito previamente. Por ello era indispensable salirse primero para reingresar con la reserva adoptada. La re-adhesión de Bolivia entró en vigor el 10 de febrero de 2013. Este episodio de la historia reciente de Bolivia demuestra, que las Convenciones pueden ser modificadas incluso teniendo la voluntad de los Estados Unidos en contra”.

Los autores proponen un cambio de paradigma, basado en el consumo como problema de salud pública:

“Tras la legalización del “cato” de coca en 2003 durante el gobierno de Mesa Gisbert, con el primer gobierno de Morales operó un cambio de paradigma que deja atrás los tiempos de la “guerra contra el narcotráfico”. Existe, al menos en el discurso oficial, un mayor énfasis en la reducción de la demanda y así en el tratamiento y la prevención de la drogodependencia. A pesar de este desarrollo positivo, la investigadora boliviana Gloria Achá critica que la práctica aún no coincide con el discurso oficial. Opina que el consumo de drogas sigue siendo abordado, tanto por el Estado como por la sociedad, con “un enfoque represivo y autoritario, que simplifica la realidad, y que asume a la represión penal y al castigo como medios idóneos para resolver la problemática vinculada al consumo de sustancias psicoactivas”. En efecto, el cambio del discurso oficial que acompaña la legalización del uso de la hoja de coca y la regulación de su producción, no equivale a la superación de la prohibición en materia de drogas. Aún no es evidente que camino va a seguir la política de drogas en Bolivia después de décadas de represión”.

Una vez hecha la descripción, la evaluación y el análisis de las políticas de la lucha contra el narcotráfico, los analistas pasan a considerar la Ley General de Coca:

“El más reciente hito de la política criminal boliviana es la promulgación de la Ley General de la Coca en marzo del 2017. La normativa es innovadora en varias áreas. Los principios resaltan la decisión asumida en la Constitución, declarando la coca como “planta milenaria, originaria y tradicional con cualidades benéficas para el pueblo boliviano”. Como si el legislador quisiera enviar un mensaje a la JIFE, el mismo artículo resalta que la coca “en su estado natural no es estupefaciente”. Para poner énfasis en el arraigo cultural de la coca, se habla de los métodos ancestrales que se usan para su producción “en convivencia armónica con la Madre Tierra”. Otro principio se refiere a la coca como recurso natural estratégico que contribuye, entre otros, a la soberanía alimentaria. Contrario a la visión de las Convenciones internacionales, la hoja de coca es percibida como elemento que aporta a la salud.

La ley estipula varias formas de uso de la hoja de coca: la masticación – acullicu, pijcheo, coqueo o boleo -, el uso para fines rituales, medicinales, alimenticios, investigativos e industriales. En cuanto a la producción, la normativa crea zonas autorizadas y zonas no autorizadas de producción de la hoja de coca. Para su fiscalización reconoce y dice querer promover el control social comunitario sobre la producción de la coca, igual indica que ese no debe ser sustitutivo al control y fiscalización del Estado.

La mayor diferencia en relación a la legislación anterior, es la respuesta prevista para infracciones a las normas sobre producción, porte, comercialización y transporte de la hoja de coca. Estipula que la inobservancia de las normas acarrea sanciones administrativas, no penales. A pesar de ello, la regulación permite que otras normas establezcan otras sanciones. Si bien la Ley General de la Coca no deroga las normas penales de la Ley 1008, deja en claro que cuando se trata de cualquier conducta relacionada a la hoja de coca, la respuesta a infracción no debe ser penal”.

El ensayo, basado en un seguimiento académico de las políticas de lucha contra el narcotráfico en Bolivia, supone un cambio de “paradigma” en lo que respecta a estas políticas, que denomina nacionalización de la lucha contra el narcotráfico. No queda claro dónde se sustenta esta interpretación, salvo en lo que respecta a la descriminalización y despenalización relativas, sobre todo discursivas, ya que la misma investigadora Gloria Achá critica la persistencia en práctica represiva. Dice que el consumo de drogas sigue siendo abordado, tanto por el Estado como por la sociedad, con “un enfoque represivo y autoritario, que simplifica la realidad, y que asume a la represión penal y al castigo como medios idóneos para resolver la problemática vinculada al consumo de sustancias psicoactivas”. Ciertamente se puede considerar la expulsión de la DEA y la conformación de una institución nacional (CONALTID) que sustituya las funciones en el país de la DEA como una característica de la nacionalización de la lucha contra el narcotráfico, sin embargo, esto es más retórica que real, pues en los hechos la Ley 1008 ha seguido operando, implícita y explícitamente, en las prácticas policiales, militares, judiciales y políticas, en lo que respecta al tratamiento gubernamental y estatal de la problemática en cuestión.

Lo interesante del ensayo radica en el seguimiento de las metamorfosis, imperceptibles y perceptibles, de la política contra el narcotráfico, desde su ingreso, la Convención de 1961, pasando por la militarización, después por la suspensión de los derechos civiles y políticos, constitucionales, con la Ley 1008, para abrirse a una descriminalización y despenalización relativas, más retóricas que efectivas, consiguiendo una victoria perentoria con el reconocimiento de los usos y costumbres del consumo de la coca. Sin embargo, no deja de ser insostenible hablar de cambio de «paradigma», incluso de nacionalización de la política contra el narcotráfico. En efecto, en la práctica, el ejercicio de la política represiva ha seguido su curso fáctico. Por otra parte, la dependencia respecto a los prejuicios de los organismos internacionales se ha mantenido, a pesar de la retórica, profundizándose, en cambio, la subordinación creciente del gobierno y del Estado a las estructuras del lado oscuro del poder.

La actualidad del narcotráfico

El narcotráfico sigue vivo y coleando, como dice el refrán popular. Está lejos de desaparecer, es más, se incrementa y crece de manera desmesurada. Si sigue funcionando no solamente se constata el fracaso de la lucha contra el narcotráfico sino su inutilidad, incluso que ya forma parte de la reproducción del lado oscuro de la economía y del lado oscuro del poder. La pregunta lógica es: ¿Por qué ocurre esto, por qué el narcotráfico se reproduce y campea? La impresión del sentido común es que los gobernantes, los funcionarios encargados de la lucha contra el narcotráfico, los dispositivos de emergencia del Estado, el ejército y la policía, los gobernantes, los «representantes del pueblo», los congresistas, los partidos políticos, los jueces, fiscales y magistrados, están comprometidos. No solo atravesados, corroídos y corrompidos por el narcotráfico, sino controlados, cooptado por las formas paralelas del poder del lado oscuro de la economía y de las dominaciones perversas.

Empero, no bastan las certezas del sentido común, es indispensable saber cómo funcionan los engranajes, la maquinaria, las estructuras y el sistema mismo implicado en el narcotráfico. Por otra parte, la hipótesis económicas de que el narcotráfico genera mucho dinero y el dinero mueve el mundo, es un hipótesis que más responde al imaginario de las ilusiones del poder que aportar una comprensión y a un entendimiento del fenómeno. En todo caso, ya que hemos hablado de eso, qué clase de economía política es esta relativa al narcotráfico, qué clase de estructuras y diagramas de poder son las que lo componen, cuáles son las cartografías políticas perversas de control territorial que despliegan las organizaciones y cárteles involucrados.

Para tal efecto vamos a lanzar algunas hipótesis interpretativas, que, deben ser obviamente contrastadas por la investigación “científica”. Antes daremos a conocer un sugerente ensayo de Franciso Thoumi, profesor de Florida Internacional University, FIU, quien cuestiona las hipótesis del sentido común y del sentido académico en boga sobre la economía política del narcotráfico.

Francisco Thoumi en  La economía política de las drogas ilegales en los Andes escribe un sugerente ensayo donde cuestiona las hipótesis del sentido común sobre la economía política de las drogas.

Primero cuestiona la hipótesis económica neoclásica de que cuando hay demanda hay oferta. Dice que esta afirmación se presenta frecuentemente como argumento contundente para explicar la producción de drogas ilegales. La evidencia empírica, sin embargo, no es tan clara como los proponentes del argumento anterior quisieran. No hay duda que la demanda juega un papel importante en todo mercado, pero la oferta también lo juega. En los mercados de cualquier producto hay épocas en que la demanda dinamiza el mercado y hay otras en que la oferta lo hace. El caso de la cocaína es interesante. Desde finales de los años sesenta hasta principios de los ochenta, la demanda indujo la producción de cocaína. Sin embargo, desde ese entonces la oferta creció rápidamente generando una disminución de precios. Los empresarios ilegales, siguiendo los comportamientos de cualquier buen capitalista, buscaron diversificar productos y mercados. Así́ surgió el «crack» y se empezaron a abrir los mercados europeos y más recientemente los brasileños y los del Cono Sur. Durante los años noventa las drogas ilegales en Colombia tienen una causalidad aún más compleja. Desde principios de los noventa la demanda por cocaína en Estados Unidos ha permanecido relativamente estable, alrededor de 300 a 350 toneladas por año. Simultáneamente la producción mundial ha aumentado sustancialmente y Colombia pasó de producir cocaína principalmente con base y pasta importadas a ser el principal productor mundial de coca. El crecimiento de los plantíos de coca en Colombia no ha tenido nada que ver con aumentos en la demanda mundial de cocaína, sino ha sido el resultado de una serie de desarrollos en Colombia, Bolivia y Perú.

 

En Colombia, el Estado se ha debilitado de manera notable, la violencia rural ha generado grandes desplazamientos campesinos y las guerrillas y organizaciones paramilitares han acentuado su control sobre amplias zonas del país. En Perú el gobierno de Fujimori desarrolló una política represiva basada en derribar algunos aviones dedicados al narcotráfico, lo cual dificultó mucho la salida de la pasta y base de cocaína de ese país. En Bolivia, a partir de 1998 el gobierno del general Bánzer implementó una agresiva erradicación forzosa. Estos fenómenos se combinaron para producir grandes reducciones en la producción de coca en Bolivia y Perú́ y grandes aumentos en Colombia.

La experiencia con los cultivos de amapola y la producción de opio es semejante. Su crecimiento tampoco ha estado relacionado con el crecimiento de la demanda en Estados Unidos sino con fenómenos internos de Colombia. Estados Unidos es un mercado relativamente pequeño de heroína en el mundo que estaba siendo abastecido por México y el Lejano Oriente. Las organizaciones traficantes colombianas usaron los canales utilizados para exportar cocaína para conquistar una parte importante del mercado estadounidense de heroína. De hecho, la destrucción de los grandes carteles de la droga y la proliferación de organizaciones pequeñas o «cartelitos» facilitó este desarrollo porque en Estados Unidos la heroína se consume en volúmenes mucho menores que la cocaína y tiene un precio mucho más alto, lo que la hace mucho más atractiva para pequeñas organizaciones traficantes.

Colombia es hoy el único país del mundo que produce las tres drogas ilegales más importantes basadas en la agricultura (marihuana, cocaína y heroína) en cantidades sustanciales. ¿Por qué se da este fenómeno? Si cuando hay demanda hay oferta, ¿por qué Colombia puede responder tan exitosamente a demandas ilegales pero no a demandas legales? Para responder estas preguntas es necesario explorar las bases de la ventaja competitiva en drogas ilegales.

 

A la pregunta de ¿por qué unos países producen drogas ilegales y otros no? El autor responde que hay cuatro razones comúnmente citadas para explicar la presencia de las drogas ilegales en una economía: pobreza, desigualdad, crisis económicas y corrupción. Sin embargo, ninguno de estos factores está relacionado directamente con las drogas ilegales.

Entre los países andinos, Colombia es menos pobre que Bolivia, Ecuador y Perú y fue el que concentró el narcotráfico. Las zonas donde las mafias se localizaron no eran las más pobres del país. Los cultivos ilícitos se han desarrollado en zonas pobres, pero muchos campesinos pobres no han desarrollado esos cultivos y una proporción importante de las cosechas ilegales han crecido en cultivos comerciales de tamaño relativamente grande. En Bolivia la principal zona cocalera (el Chapare) es la zona rural con mejor infraestructura y servicios del país y los cocaleros no provienen de las zonas rurales más pobres.

La desigualdad es muy grande en todos los países subdesarrollados y las comparaciones entre países y regiones son muy difíciles de hacer. Por un lado, los datos son débiles por su misma naturaleza, además, las medidas estadísticas de la desigualdad no proporcionan mucha información importante. Otro problema surge del hecho que la desigualdad y la pobreza no cambian sustancialmente de año en año mientras que la participación de los países en la industria ilegal sí lo ha hecho. Las medidas de desigualdad son muy semejantes entre muchos países, lo cual, unido a las deficiencias innatas en las medidas, indica que no es posible mostrar que la desigualdad es causa de los cultivos ilegales o el narcotráfico.

Las crisis económicas tampoco están estadísticamente relacionadas con la industria ilegal. Es notable que durante los años ochenta todos los países de la América Latina y el Caribe, excepto Colombia, experimentaron la gran crisis de la deuda, mientras que el narcotráfico se concentró en Colombia. De hecho, Colombia fue el único país de la región en que el ingreso nacional no cayó en ningún año entre 1945 y 1999. Es cierto que en los años ochenta algunas regiones colombianas experimentaron problemas económicos, pero éstos fueron mucho más suaves que los del resto del continente.

La corrupción es otra de las causas generalmente aceptadas del narcotráfico. Esta es otra variable muy difícil de medir y posiblemente sea útil diferenciar varios tipos de corrupción. Sin embargo, muchos gobiernos latinoamericanos han sido tachados de ser mucho más corruptos que el colombiano, y en esos países el narcotráfico y los cultivos ilegales no han sido importantes.

Lo anterior no implica que la pobreza, desigualdad, crisis y corrupción no jueguen un papel en el desarrollo de los cultivos e industria de drogas ilegales. Sin embargo, lo cierto es que la relación entre estas y aquellas no es directa. En muchas ocasiones los factores mencionados han actuado más como detonantes de las actividades ilegales que como causas fundamentales. La pregunta que es necesario hacerse es ¿por qué dichos factores son detonantes en algunas situaciones y no en otras? En otras palabras, ¿qué condiciones en la sociedad hacen que en una situación dada, la pobreza, la desigualdad, crisis económicas y corrupción lleven a las drogas y en cuáles no?

La geografía económica de las drogas ilegales proporciona claves importantes para entender las causas de los cultivos ilícitos y el narcotráfico. La diferencia entre las distribuciones espaciales de las actividades legales e ilegales es notable. Al considerar cualquier producto agrícola legal como el café, el trigo, el banano, etc., se encuentra que todo país que puede producir lo hace. Al contemplar las industrias livianas como los muebles de madera, los jabones y las confecciones, se encuentra lo mismo: todos los que pueden producir lo hacen. El contraste con la coca, amapola, cocaína y heroína es notable; a pesar de la gran rentabilidad y de la disponibilidad de recursos adecuados, la mayoría de los países que pueden producir, comerciar o traficar estos productos no lo hacen. En efecto, este cuadro presenta una paradoja interesante: la rentabilidad de las actividades ilegales puede explicar por qué un individuo participa en ellas, pero no porqué un país está involucrado y otro no.

Cabe entonces preguntar ¿qué se requiere para producir ilegalmente que no es necesario para producir artículos legales? La respuesta es bastante simple:

  1. a) Comerciar insumos ilegales que frecuentemente son sustancias cuyos mercados son regulados y controlados por los gobiernos y las convenciones internacionales, los cuales deben ser contrabandeados u obtenidos en mercados negros.
  2. b) Sembrar, cuidar y cosechar sembradíos ilegales.
  3. c) Desarrollar sistemas de manufactura de drogas clandestinos.
  4. d) Vender productos ilegalmente en los mercados internos de los países en que hay producción ilegal de drogas.
  5. e) Contrabandear el producto final para sacarlo del país.
  6. f) Desarrollar redes de mercadeo ilegal en el extranjero.
  7. g) Transportar el dinero obtenido ilegalmente cruzando fronteras internacionales y cambiar estos fondos de una moneda a otra sin revelar su origen.
  8. h) Lavar e invertir los fondos obtenidos ilegalmente y luego manejar los portafolios de capital ilegalmente obtenido.

Primero, para llevar a cabo exitosamente estas tareas es necesario tener destrezas ilegales especiales requeridas para desarrollar organizaciones comerciales ilegales, redes de apoyo dentro de la sociedad para proteger el negocio ilegal de los esfuerzos de las instituciones policiales y judiciales, y sistemas de resolución de conflictos dentro de las organizaciones criminales. Se requiere, además, estar dispuestos a violar las leyes y apelar a la violencia si fuere necesario.

Las destrezas ilegales son necesarias para desarrollar actividades económicas en muchos países, pero no son destrezas productivas o factores de producción (para usar la jerga económica), es decir, no son parte de la «receta» física para producir bienes y servicios y no son factores de la producción. Además, en algunos casos, pueden contribuir al bienestar social, pero en otros simplemente generan rentas y se convierten en una carga social.

Las destrezas ilegales son útiles cuando las características del entorno institucional en el que opera una firma (las reglas impuestas por las instituciones) las hacen útiles. En el fondo, estas destrezas son utilizadas para violar reglas impuestas por el Estado al comportamiento económico. Puede ser posible argumentar que muchas de estas leyes y reglas crean obstáculos a la producción y al desarrollo económico y que violarlas contribuye al bienestar social o que estas destrezas «engrasan la maquinaria gubernamental» para poder producir. Aun así, no son factores de la producción sino comportamientos en respuesta a entornos legales e institucionales específicos.

Segundo, en muchos casos las destrezas ilegales contribuyen a aumentar la violencia, corrupción y otras actividades ilegales que aumentan los riesgos de las actividades económicas, los costos en seguridad de los negocios y son perjudiciales al desarrollo económico. La violencia es factor clave en los secuestros y extorsiones que son equivalentes a altos impuestos aleatorios cobrados solo para permitir que la actividad económica continúe.

 

Tercero, el valor de las destrezas ilegales puede ser creado, aumentado, disminuido o destruido por cambios legales o institucionales. El establecimiento y, 13 años más tarde, la eliminación de la prohibición a las bebidas alcohólicas en Estados Unidos, el proteccionismo que prevaleció en América Latina después de la Segunda Guerra Mundial y la apertura de sus economías desde finales de los años ochenta, son buenos ejemplos de políticas gubernamentales que aumentan o disminuyen el valor de las destrezas ilegales.

Comprender por qué unos países desarrollaron destrezas ilegales en un grado mucho mayor que otros es un prerrequisito para entender el desarrollo de la industria de drogas ilegales en América Latina y el Caribe. Para lograr esta meta es necesario entender qué características sociales promueven las actividades ilegales.

En principio, estas destrezas se desarrollan en países con diversas características, las cuales vale la pena explorar. Entre ellas sugiero considerar algunas como:

  1. a) Un Estado que no controle su territorio.
  2. b) Un país en que el Estado no representa la totalidad de los grupos sociales y en el que la lealtad primaria de parte de su gente no es hacia el país como un todo, sino a su etnia, raza, religión, partido político, etc.
  3. c) Un Estado que no proporcione medios de resolución de conflictos y en el que la justicia funcione de manera imparcial.
  4. d) Un país en el que las instituciones sociales externas al Estado como la familia, religión, escuela, generen y hagan cumplir normas cívicas que restrinjan el comportamiento individual.

Una conclusión importante de este enfoque es que las drogas ilegales surgen como consecuencia de problemas sociales graves. Es decir, son sintomáticas de dichos problemas. Por eso, la solución al «problema de las drogas» no es cuestión de políticas tradicionales, sino requiere cambios estructurales en la sociedad. Esto no implica que las políticas represivas haya que eliminarlas y que sea necesario liberalizar totalmente los mercados de drogas psicoactivas. Esto solo implica que las políticas solas no podrán resolver el problema. Cuando un enfermo requiere cirugía eso no implica que no se le recete aspirina. Solo implica que no se puede esperar que la aspirina lo cure[9].

Hipótesis sobre la economía política del narcotráfico

La economía política del narcotráfico funciona de una manera simétrica a la economía política institucional, la relativa a la producción distribución, circulación y consumo de mercancías no prohibidas. Se puede decir que no es la demanda, en este caso, la que genera la oferta sino, al contrario, es la oferta perversa la que genera la demanda viciosa. Las condiciones de posibilidad históricas, políticas, económicas y culturales de la economía política del narcotráfico no son las mismas que las condiciones de posibilidad de la economía política institucional. En este caso no se trata de la separación indispensable entre productores no propietarios y propietarios no productores, es decir, entre trabajadores y burgueses, sino se trata de la separación pérfida entre productores de sustancias prohibidas y consumidores de estas sustancias, que se convierten en víctimas de este consumo, que los destruye corporalmente. No se trata tampoco de la separación entre valor de uso y valor de cambio, como ocurre en la economía política formal, sino entre el valor de uso de la mercancía viciosa y el valor formal de la prohibición, si se quiere, el valor coercitivo de la criminalización del consumo, la circulación, la distribución y la producción de la sustancia prohibida. El valor del uso, es decir, el consumo de la sustancia prohibida, puede adquirir un valor de cambio muy grande, desmesurado, debido al deseo implícito y a la dependencia corporal del consumo de esta sustancia. La prohibición y la criminalización del consumo de esta sustancia se convierte en la invitación a quebrar la ley,  la regla y  la norma, que hay que infringir. En consecuencia, podemos hablar de la desvalorización de la prohibición misma, de la ley, de la norma, de la regla, por lo tanto, en contraste, se trata de la valoración perversa del consumo vicioso.

Cómo se puede ver el desenvolvimiento de la valorización es turbado o perturbado por el contexto de relaciones y prácticas paralelas, que se dan en los espacios opacos y ocultos de la economía política del narcotráfico.

Para que se dé, se despliegue y desenvuelva la economía política del narcotráfico es indispensable que exista un saber, unas técnicas, unas destrezas alteradas, es decir, una una acumulación originaria, heredada de cualidades secretas, en el manejo de las transgresiones. En otras palabras, podemos decir que tiene que darse la tendencia a las predisposición a transgredir las leyes, las reglas, las normas, las instituciones estatales.

Al respecto, hay que situarse en las tradiciones y las herencias, devenidas de formas de organización alternativas al Estado, pero que, esta vez, no tienen que ver ni con la comunidad, ni con la autogestión, ni con el autogobierno, sino, mas bien, con el espejo perverso del Estado, el espejo perverso de las dominaciones institucionales, el espejo perverso del terrorismo de Estado, que es practicado, en este caso, como terrorismo de las mafias.

Se trata de la simulación, pero no festiva, sino, mas bien, bizarra, del mundo institucional. No se trata ciertamente, de ninguna manera, de una rebelión, sino, al contrario, de sometimiento, pero pervertido. Es un reforzamiento del poder, de las dominaciones, incluso del Estado mismo, pero, desde la alteración perversa de sus funcionamientos. Es el lado monstruoso del Estado, el monstruo que se oculta en los sótanos y en los pasillos, que sale de las sombras o se mueve en las sombras, sobretodo de noche.

La rebelión, como sabemos, supone la crítica del poder, de las formas de poder, de las polimorfas formas de las dominaciones, de los funcionamientos y de su institucionalidad. Es el desborde del contrapoder, que corresponde a la acción y actividad creativa. En cambio, en la economía política del narcotráfico estamos ante una nueva inhibición, nuevas cohibiciones, logradas por formas violentas, coercitivas, represivas, relativas a un terrorismo paralelo al terrorismo de Estado.

También podemos decir que estamos ante una burguesía mafiosa, hermana temida y deshonrosa de la burguesía institucionalizada, en la sociedad formal. En consecuencia, estamos ante una concomitancia y una complicidad entre Estado y crimen organizado, entre formas institucionalizada del poder y formas del lado oscuro del poder.

De aquí se puede entender que la lucha contra el narcotráfico no tiene como objetivo hacer desaparecer radicalmente el narcotráfico, sino contenerlo y controlarlo, incluso reforzarlo en momentos de crisis. Se ha dicho que la lucha contra el narcotráfico ha fracasado, sin embargo no es correcto decir esto, puesto que el objetivo no es destruir el narcotráfico, sino ocultarlo en el sótano y usarlo en las orgías perversas de la casa solariega.

 

Conclusiones

Llama a la atencion que la denominada lucha contra el narcotráfico sea efectivamente una guerra contra el narcotráfico, una guerra declarada. El problema radica en este desplazamiento del diagrama disciplinario, que tiene como núcleo a la cárcel y tiene como desenvolvimiento el panoptismo, hacia un diagrama de la guerra, es decir, de la violencia desatada contra el enemigo declarado; por lo tanto, uno de los objetivos es la aniquilación del enemigo, otro objetivo es la captura del enemigo, sin pasar por el debido juicio, en otras palabras, se suspenden los derechos civiles y políticos.

Otra cosa que llama la atención, en esta guerra contra el narcotráfico, es que no se busca la solución del problema, no se va hacia las raíces y hacia las matrices del problema o del fenómeno en cuestión, sino que se busca, en principio, prioritariamente, su represión, secundariamente su control y su contención. Sorprendentemente el otro objetivo es la apropiación y desviación de la acumulación indebida de la economía política del narcotráfico.

Se tiene la impresión de que se ha retrocedido del panoptismo, de la arquitectura de la cárcel y del discurso jurídico penal, a un discurso beligerante, encargado de “legitimar” las acciones bélicas. También se ha perdido la perspetiva de la solución del problema, sino que se busca principalmente a destrucción mediante el desplazamiento de los mecanismos de la guerra. Sin embargo, no se trata de lo que nos dan como representación estas impresiones y llamadas de atención, sino de comprender el desplazamiento mismo de la concepción jurídica y política sobre el problema en cuestión.

Podemos decir que la problemática del narcotráfico, de los tráficos ilícitos, de la economía política de la cocaína, ya no tiene que ver con una concepción jurídica penal, con la arquitectura de la cárcel y con el panoptismo, ya no se trata de definir al delincuente, sino que nos hemos desplazado a otros contextos jurídicos, políticos, culturales y económicos. Estos contextos tienen que ver con una guerra, que, obviamente, no es una guerra entre Estado nación, tampoco se trata de una guerra imperialista, ni una guerra interimperial. Por otra parte, no se trata de una guerra civil, si bien se parece a una guerra interna, dentro de la geografía política del Estado nación, sino se trata de otra guerra, que, en parte, tiene sus raíces y algunas similitudes, empero notorias diferencias, con la conocida guerra contra el comunismo, que se dio lugar en la segunda mitad del siglo XX. Se ha dicho que después de la caída del muro de Berlín y de los estados del socialismo real de la Europa oriental, estamos ante una nueva invención del enemigo, que ya no es el comunismo, sino un enemigo de un perfil ambiguo, que puede ser el señalado como terrorista moderno, contemporáneo, el narcoterrorista. Yendo más lejos, acercándonos a lo que vamos a decir después, el enemigo puede ser definido como sospechoso de conspiración. Cuando llegamos aquí nos damos cuenta que se trata, en conjunto, en el contexto mayor, no en el contexto específico de la llamada la lucha contra el narcotráfico, sino en un contexto mayúsculo, que contiene a este contexto menor, de una guerra no declarada a las sociedades y a los pueblos, desde la maquinaria del poder y los mecanismos punitivos del Estado. Se trata de una guerra del Estado nación y del orden mundial contra los pueblos, que son sospechosos de conspiración.

Obviamente hay una diferencia entre el contexto de la lucha contra el narcotráfico, que es el contexto menor, del que hemos hablado, y el contexto mayor de la guerra no declarada del Estado nación y de el orden mundial contra las sociedades y los pueblos. En el contexto mayor tenemos como evidencia los hechos y los eventos que tienen que ver con la persecución a las organizaciones de los pueblos indígenas, a las organizaciones sociales defensoras de la vida, a los defensores ambientalistas y a los activistas ecologistas. Lo que ocurre en México respecto a la desbordada y demoledora decisión estatal y gubernamental de la construcción del “Tren Maya” es sintomático de lo que hemos llamado el contexto mayor. En este caso, ya hay una guerra declarada del Estado y del gobierno mexicano, bajo la gestión de AMLO, contra a las naciones y pueblos indígenas mexicanos.

En cambio, en contraste, en el contexto menor, llama la atención el comportamiento sinuoso de la gestión de gobierno de AMLO, pues el mismo presidente ha declarado que los narcotraficantes tienen derechos humanos. En consecuencia, en el contexto menor de la lucha contra el narcotráfico se tiene, mas bien, una connivencia del gobierno con los cárteles. ¿Cómo explicar este comportamiento, esta conducta contradictoria, en los casos de los dos contextos diferenciados?

Ciertamente el desplazamiento de los diagramas, de poder heredados de la modernidad, incluyendo el diagrama de poder del control, de la modernidad tardía, y el diagrama de poder del panoptimo planetario reciente, tiene que ver con lo que ocurre en el contexto mayor de la guerra declarada del orden mundial y de los Estado nación contra los pueblos del mundo. Sin embargo, da lugar a comportamientos diferenciales entre perfiles del enemigo diferentes. Una cosa es atacar al enemigo declarado narcotraficante y otra cosa es combatir al enemigo declarado como sospechoso de conspiración. En el primer caso, a pesar de que ya se ha producido un desplazamiento desde la mirada jurídica penal, desde la arquitectura de la cárcel y del panoptismo hacia la concepción misma de la guerra, el delincuente narcotraficante puede ser encubierto y terminar siendo cómplice de las estrategias de poder  y de las estructuras de poder gubernamentales. No ocurre lo mismo en el caso del perfil ambiguo del sospechoso conspirador, puesto que en la medida que es ambiguo, borroso, incluso nebuloso, además de indeterminado, el enemigo sospechoso de conspiración no es cómplice, no es susceptible de complicidad, tampoco de concomitancia; no es sujeto de negociación, sino que tiene que ser aniquilado o, por lo menos, sometido. Al respecto, se ha desplegado toda una maquinaria de dispositivos, de disposiciones y de agenciamientos concretos de poder, económicos y políticos, además de policiales y militares, con el objeto de ocasionar el ecocidio, el etnocidio y el genocidio dilatado. Esto porque la materia y objeto de poder es la vida; la vida debe ser capturada, reducida e incorporada a la demoledora maquinaria de la reproducción de poder mundial.

Por otra parte, avanzando a otra conclusión, debemos recordar que hemos usado el concepto de economía política como metáfora, cuando hablamos de economía política del narcotráfico, también lo dijimos cuando hablamos, de una manera más restringida, de economía política de la cocaína. Estas figuras de economía política específicas están contenidas en la configuración del concepto de economía política y, en consecuencia, se pueden ampliar los alcances de la crítica de la economía política. Lo dijimos cuando hablamos de la crítica de la economía política generalizada [10], también podemos desplegar una crítica de la economía política del narcotráfico y, de manera más específica, una crítica de la economía política de la cocaína. Esto se puede hacer y se lo ha hecho, pero debemos no solo recordar que se trata de usos metafóricos del concepto de economía política, incluso el concepto mismo de economía política fue puesto en cuestión ya por Karl Marx, cuando definió la economía como ideología, es decir, como discurso de legitimación de la explotación de la fuerza de trabajo. En consecuencia, no usamos tampoco el concepto de economía política aceptando la veracidad de este concepto, sino en el sentido mismo que Marx le atribuyó a la economía política, como ideología. Una ideología sostenida en la separación entre valor de uso y valor de cambio, separación que corresponde a la diferenciación entre productores no propietarios y propietarios no productores, entre el proletariado y la burguesía. Por lo tanto cuando hablamos de economía política del narcotráfico y economía política de la cocaína, de manera más específica, usamos el concepto en el sentido del fetichismo de la mercancía, además de considerar los mecanismos de separación que conforma la maquinaria destructiva de estas economías políticas específicas.

Recuperando lo que dijimos en la crítica de la economía política generalizada, ahora, nuevamente, decimos que no hay una economía política como tal, como campo autónomo, separado de otros campos sociales, sino que tenemos genealogías de economías políticas, que se encuentran atravesadas en el conglomerado de economías políticas; a este conglomerado dinámico hemos llamado economía política generalizada. Espesor de planos de intensidad, que contiene varios planos de intensidad entrelazados, entre ellos, la economía política. Hablamos de economía política generalizada y de su genealogía, atendiendo al nacimiento mismo de esta genealogía de la economía política generalizada, que tiene que ver, primordialmente, con la antigua separación entre cuerpo y alma; valorizando el alma y desvalorizando el cuerpo. Esta economía política primordial corresponde a la religión monoteísta, que se ha dado lugar, históricamente, en tres versiones, la religión hebrea, la religión cristiana y la religión musulmana; las religiones del desierto. Siguiendo no necesariamente la secuencia, puesto que no es lineal el decurso, sino, mas bien, complejo, hemos sugerido que se da lugar la economía política de género, que separa y diferencia hombre de mujer, valorizando al hombre y desvalorizando a la mujer. Con esto hemos establecido, teóricamente, el mecanismo y los engranajes de las máquinas despóticas del patriarcalismo, que van a derivar en la asunción de la encarnación simbólica del poder en el cuerpo del déspota; después, mediante desplazamientos de conquistas territoriales, se va a dar lugar a lo que se conoce como imperio antiguo. Todo esto tiene que ver con la deuda infinita la inscripción de la deuda infinita, que corresponde al tributo al gran déspota, que se convierte en propietario de todas las tierras. A partir de ese momento exige tributo, hablamos del nacimiento del Estado antiguo.

También hablamos de de la economía política colonial, que separa y diferencia hombre blanco de hombre de color, desvalorizando al hombre de color y valorizando al hombre blanco. En realidad no existe el hombre blanco, todos los humanos tienen color, sino es un ideal de la civilización, un fetiche de la civilización moderna, correspondiente al sistema mundo capitalista.

De esta manera, en el desenvolvimiento de estas economías políticas y sus genealogías, pasamos a la síntesis de las economías políticas particulares y sus genealogía, que corresponde a la economía política restringida, conocida como tal, economía política; enunciada como tal a partir de una disciplina académica, que se llama economía. Es aquí donde se dan las conocidas separaciones y diferenciaciones de la que habla Marx en la crítica de la economía política y en El Capital.

Por lo tanto, volviendo a recordar, cuando usamos el concepto de economía política lo hacemos de manera crítica, para deconstruir las formaciones discursivas en torno a esta composición y para buscar la diseminación institucional de las maquinarias de destrucción del modo de producción capitalista.

Volviendo a lo que nos compete, a la economía política del lado oscuro del poder, vamos a la tercera conclusión, que tiene que ver con lo que ya dijimos varias veces, en otros ensayos, exposiciones y escritos, que el lado oscuro del poder ya ha tomado el lado institucional del poder, de tal manera que la máquina institucional del poder se ha convertido en una máscara del verdadero rostro del poder, que corresponde al lado oscuro de las dominaciones.

Una cuarta conclusión tiene que ver con la constatación empírica no solamente del fracaso de la lucha contra el narcotráfico, sino de que la lucha contra el narcotráfico forma parte de la reproducción misma de la lado oscuro del poder.

Notas

[1] Michel Foucault: Defender la Sociedad. Curso en el Collège de France (1975-1976). Fondo de Cultura económica; Buenos Aires 2000.

[2] Ana María Lema escribe, en Profesión cocalero, historia de la defensa de la coca (Siglos XVI-XX). https://books.openedition.org/ifea/2321#:~:text=El%20cultivo%20de%20la%20coca,en%20yungas%20secos%20pero%20insalubres.

[3] Raúl Prada Alcoreza: Fragmentos territoriales. También genealogía del poder. https://issuu.com/raulpradaalcoreza/docs/fragmentos_territoriales_5.https://issuu.com/raulpradaalcoreza/docs/genealog__a_del_poder_2.

[4] El narcotráfico. Educa: https://www.educa.com.bo/la-nacion-sin-rumbo-1978-1982/el-narcotrafico#:~:text=Si%20bien%20este%20fenómeno%20comenzó,expansión%20del%20negocio%2C%20protegido%20incluso.

[5] Narcotráfico y efectos: https://www.opinion.com.bo/articulo/opini-oacute-n/narcotrafico-y-efectos/20121010211500434552.html#:~:text=La%20falta%20de%20educación%2C%20empleo,las%20instituciones%20de%20un%20Estado.

[6][6] Ayda Levy Martínez:  Mi vida con Roberto Suárez Gómez y el nacimiento del primer narcoestado. https://editorial.tirant.com/es/libro/mi-vida-con-roberto-suarez-gomez-y-el-nacimiento-del-primer-narcoestado-9788499922539#:~:text=Roberto%20Suárez%2C%20«el%20Robin%20Hood,pagar%20la%20deuda%20externa%20boliviana.

[7] Mariano Bartolomé y Vicente Ventura Barreiro: El papel de Bolivia dentro de los esquemas del tráfico de cocaína. Mariano Bartolomé: Graduado y doctor en Relaciones Internacionales, docente e investigador universitario en niveles de grado y posgrado, y director de la Maestría en Relaciones Internacionales en la Universidad del Salvador (USAL), Argentina. Vicente Ventura BarreiroAbogado, máster en Administración y Derecho de la Seguridad Pública, y doctor en Relaciones Internacionales por la Universidad del Salvador (USAL), Argentina. https://www.realinstitutoelcano.org/analisis/el-papel-de-bolivia-dentro-de-los-esquemas-del-trafico-de-cocaina/.

[8]  Jörg Stippel y Juan Enrique Serrano Moreno: La nacionalización de la lucha contra el narcotráfico en Bolivia. https://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0718-33992018000100264.

[9] Francisco Thoumi: La economía política de las drogas ilegales en los Andes. Revista del Centro Andino de Estudios Internacionales. Numero 4. UASB/CEN. Auto 2002.

[10] Raúl Prada Alcoreza: Crítica de la economía política generalizada. 

Crítica de la economía política generalizada
https://issuu.com/raulpradaalcoreza/docs/cr__tica_de_la_econom__a_pol__tica_

Arqueología del concepto de revolución

Arqueología del concepto de revolución

 

La irrupción de las multitudes

 

 

Raúl Prada Alcoreza

 

 

discover-1939-1-impactantes-murales-siqueiros_849x477_adaptiveResize 

 

Cuando uno se pregunta qué es lo que ha ocurrido, cómo comprender lo que ha pasado, incluso, tomando consciencia del presente, cómo hemos llegado a ser lo que somos en el momento presente, se enfrenta a uno mismo, a su memoria, contenido en los demás, en la sociedad, también en la memoria social. No basta hacer historia, basada en fuentes, en registros, documentos, incluso testimonios, experiencias colectivas recabadas. Tampoco basta lo que se ha escrito, las versiones de las narraciones, descriptivas, analíticas, teóricas. Es indispensable imbuirse en los acontecimientos.

Cuando los cuerpos hablan por sí mismos, sus desplazamientos, sus irrupciones repentinas, la manera como ingresan al imaginario social, su tremenda fuerza, es cuando se devela el secreto de los acontecimientos, puesto que se despeja el velo cotidiano, que encubre lo que realmente ocurre. A las instituciones, sobre todo al Estado, les interesa que todo sea como siempre, que se mantenga el orden, que, si algo ocurre, algún evento perturbador, que todo vuelva a su cause “normal”. Pero, mientras dura la fiesta popular, mientras se desenvuelvan libremente los cuerpos, sin coerción, sin camisas de fuerzas, se hace visible lo que se oculta, el secreto de la vida.

Lo primero que aparece en la escena es el desacuerdo, los insurrectos no están de acuerdo con lo que ha venido ocurriendo, con el orden establecido, que, en realidad, es la dominación de las oligarquías, de las burguesías, de las élites, de los grupos de poder, de lo que se viene en llamar las clases dominantes. Después irrumpen las multitudes como protagonistas, hacen, por así decirlo, historia. Desbordan con sus voluntades singulares, crean la realidad emergente. A esto se ha venido en llamar la revolución.

Es importante situar todo esto, el acontecimiento, en una interpretación espaciotemporal, en una narración que trabaja la memoria, aunque lo haga desde su propia configuración. El referente que se ha venido utilizando es la clasificación de modernidad de lo que ha venido ocurriendo desde inicios del siglo XVI. Puede discutirse este referente, incluso puede plantearse una clave heterogénea de la modernidad, de todas maneras, nos introduce al desafío de las interpretaciones que suponen el acontecimiento de la modernidad como horizonte vertiginoso y transformador, donde todo lo sólido se desvanece en el aire.

Si aceptamos lo anterior, entonces habría que descifrar las distintas formas de construcción de la modernidad. Las revoluciones han construido una modernidad desbordante y multitudinaria; se trata del ejercicio de la democracia plena como autogestión y autogobierno, como comuna. Las multitudes insurrectas han detenido el tiempo o lo han atravesado con la intensidad de la potencia social liberada.

El problema, como lo dijimos antes, viene después, la fiesta se acaba. No dura. ¿Por qué? Los asistentes de la fiesta vuelven a lo mismo, a lo de antes. ¿Por qué? ¿Por qué lo cotidiano no se vuelve la continuidad de la fiesta? ¿Por qué la potencia social deja de desplegarse y vuelve a las camisas de fuerza institucionales? ¿Por qué se restaura el Estado? Estas son las preguntas, tratamos de responderlas con hipótesis interpretativas como las relativas al círculo vicioso del poder; otra hipótesis interpretativa, conectada con la anterior, era la de que la contrarrevolución emergía desde la misma revolución, una vez que se logra la victoria, que se toma el poder, incluso antes, en el mismo proceso revolucionario, ocultándose las herencias obstaculizadoras. Todo esto tiene que ver con las herencias conservadoras, con la permanencia de estructuras y diagramas de poder heredados. En la medida que estas estructuras sobrevivieron a la revolución, se mantuvieron sumergidas, luego, poco a poco se volvieron a consolidar, encontrando el momento cuando vuelven a imponerse. Se puede decir que la revolución no ha sido consecuente.

Ahora debemos volver a las preguntas y a la reflexión sobre el acontecimiento. Las respuestas no parecen haber sido completamente satisfactorias. Es menester auscultar sobre la fuerza de permanencia de las estructuras y diagramas de poder heredados, también es necesario averiguar sobre las debilidades inherentes en la sociedad y el pueblo, que se esconden cuando irrumpen las multitudes y parecen indetenibles e incontenibles. ¿Qué conservadurismos contienen las multitudes a pesar de su rebelión y desborde?

Jacques-Lucien Monod decía que todo se da entre el azar y la necesidad, en su mezcla y combinación, en su complementariedad y mutua condicionalidad. Que precisamente la persistencia en la transmisión de la información del programa genético se producían imperceptibles desplazamientos, que corresponden a los cambios, a las variaciones. Esta perspectiva de la biología molecular puede ayudar de referencia para abordar las preguntas que hicimos en el espesor de los planos de intensidad, que podemos nombrarlo como relativo a la problemática compleja histórica-social-cultural-política.

Si bien lo social supone las asociaciones y programaciones biológicas moleculares, debemos abordar la problemática compleja social tomando en cuenta sus propias características. En los planos de intensidad de lo social se dan también asociaciones, combinaciones de asociaciones, composiciones de asociaciones, desplazamientos y transformaciones. Solo que parece que ocurren de una manera más rápida, mas bien, perceptible. Por eso, se puede decir que el concepto de revolución es relativo, dependiendo si se trata de la referencia a estructuras de larga duración, de mediana duración o de corta duración.

El devenir de la revolución

¿Por qué en el campo político no aparece, de manera permanente, la multitud en la vida cotidiana? Siempre está la población con sus actividades y sus dinámicas, la sociedad es la constante asociación y relaciones sociales y prácticas sociales. En la economía, en el campo económico, se compra y se vende; ahí está la población,  se organizan emprendimientos y en empresas, incluso se da lugar el monopolio, donde no están todos; es una minoría la que controla el monopolio. Empero el campo económico supone al conjunto de la población y sus actividades diferenciadas; se conoce la dualidad de burguesía y proletariado, también la de campesinos y terratenientes; se pueden mostrar distintas diferenciaciones y hasta contradicciones, pero está ahí la población, distribuída en el campo económico. No ocurre lo mismo con el campo político; en el campo político, de manera permanente, aparecen los políticos, los representantes y los delegados; se trata de la casta política. En esta pirámide aparecen los gobernantes, la presidencia, en la cúspide piramidal; hay una estructura piramidal notoria en el campo político.

Cuando interrumpen las multitudes en el campo político es cuando rompen con la pirámide, la interpelan, en principio, después rompen la pirámide, hasta pueden destruirla. Se trastoca este orden. La arquitectura estatalista es trastrocada, aunque después de terminar la revuelta, la rebelión, la revolución, cada manifestación con su estructura de larga, mediana y corta duración, puede volverse a la forma piramidal del campo político y del Estado. Sin embargo, lo que ha ocurrido nos muestra algo importante, que en el campo político el comportamiento es distinto, la estructuración es distinta que en los demás campos sociales. Cuando viene la crisis política y ocurre la irrupción de las multitudes se adecúa o afecta la estructura del campo político a lo que ocurre en el resto de los campos sociales. Se rearticula el campo político a la relativa composición diagonal de los distintos campos sociales, aplastando la arquitectura del campo político a la condición de los otros campos sociales. Ocurre una especie de equilibración. Por eso, entonces tenemos que ver y observar detenidamente esta característica propia del campo político, a diferencia de lo que ocurre en otros campos, aunque en los otros campos se puede repetir la diferenciación, la desigualdad, por ejemplo, como acaece en el campo económico y en el campo social, de todas maneras se ve a la población en la vida cotidiana, a la sociedad en la vida social; lo que no se ve en la vida política, no se hace visible la sociedad, tampoco la población, ni el pueblo, salvo cuando irrumpe, salvo cuando va a votar o es espectador, cuando es opinión pública. El campo político tiene su peculiaridad, esta peculiaridad tiene que ser analizada, porque ahí está la clave de la crisis, no sólo política, sino de la crisis múltiple en los distintos campos de intensidad.

Lo que ha ocurrido efectivamente no es lo que recuerda que ha ocurrido la memoria social, tampoco la memoria singular, grupal o individual; la memoria es trabajada por la imaginación, la imaginación estalla y configura de acuerdo al impacto y a la impresión de lo que ha ocurrido. Construye un recuerdo, de acuerdo a una narrativa, que articula distintos planos de intensidad, sobre todo que articula los hechos a las impresiones que se ha tenido.

Hay que comprender muy bien lo que es una composición; el hecho en sí mismo es una composición fáctica compleja, no hay un hecho puro. El hecho está articulando, en su emergencia, a distintos planos de intensidad, incluso a distintos espesores de intensidad, entonces, cuando tenemos secuencia de hechos, por así decirlo, se están articulando, de manera secuencial, a distintos planos de intensidad y distintos espesores de intensidad. Esos distintos planos y estos distintos espesores tienen su propio ritmo, si ustedes quieren, su propia temporalidad y su propio peso dentro de la composición, dependiendo como éstas se conforman. Entonces el análisis de los hechos, inclusive la descripción de los hechos, tiene que tomar en cuenta esta composición compleja; si no se lo hace se reduce el hecho a una simple expresión, como si se hubiera dado solo en un plano de intensidad, como si solo estuviera compuesto por una misma situación, un mismo espesor y plano intensidad, lo que no es de ninguna manera cierto ni posible. Al olvidar esto la descripción y el análisis puntuales terminan reduciendo el acontecimiento, el evento, el suceso y el hecho a una simplicidad extremadamente esquemática.

La revolución es pues una representación, que, según el caso, de su uso y de su estructura categorial, puede ser un concepto, como concepto puede depender de tal o cual interpretación teórica, dependiendo. La revolución supone una imaginación creativa, abierta al porvenir, es una imagen construida socialmente por la irrupción de la multitud. En consecuencia, estamos ante una representación, que está asociada a hechos, hechos, que, a su vez, suponen composiciones complejas diferenciadas y articuladas de una determinada manera, en su momento. La revolución no responde a lo que efectivamente ha ocurrido, que es mucho más complejo que la representación o la interpretación misma de los que ha ocurrido, de lo que signifique lo quiere decir revolución. Cuando estalla la crisis y se da lugar al levantamiento popular, este punto de convergencia del estallido deviene de distintos procesos, que no dejan de estar articulados, que suponen el deterioro del anterior régimen, de sus instituciones, donde sus narrativas, su ideología, sobretodo de su legitimidad, la que se ponen en cuestión; pero estas tendencias se dan en distintos ritmos, que van acompasándose en la medida que se articulan y hacen una composición, un evento o una sucesión de eventos. El estallido, a su vez, supone distintos eventos, supone distintos sucesos, entonces, se experimenta socialmente lo que llamamos acontecimiento.

Cuando enunciamos, después de una evaluación histórica, que todas las revoluciones cambian el mundo, pero se hunden en sus contradicciones, restauran lo derribado e ingresan, después de los cambios, a una regresión, seguidamente a la restauración y después de la decadencia, lo hacemos en la comprensión del devenir del acontecimiento. Enunciado que parece certero, dada la regularidad histórica de lo que decimos, sin embargo, hay que tener en cuenta y no olvidar lo que dijimos anteriormente, respecto a la revolución, respecto a su composición compleja, respecto a la composición compleja tanto de la representación, de la conceptualización, como también de su referencia fáctica a la complejidad efectiva de la realidad, cuando ésta converge en el estallido. Si tomamos en cuenta esto, entonces podemos explicar lo que hemos dicho en el enunciado, en tanto acontecimiento, como devenir de múltiples procesos singulares y en constante mutación, derivando en articulaciones, articulaciones cambiantes, se entiende que la narrativa revolucionaria se deja llevar por la imaginación, por las impresiones de la imaginación y las representaciones, que derivan de la experiencia; también la conceptualización que deviene, usando una teoría dada, deriva de la experiencia. En ambos casos la esperiencia y la memoria son recordadas para armar una narrativa. No hay que olvidar la complejidad, inmanente y trascendente, de la experiencia; esta referencia vital y efectiva convergente en el estallido contiene una complejidad de ritmos, de tendencias, de concurrencias, las mismas que son complejas y contradictorias. En consecuencia, se puede entender que la revolución deriva en una contrarevolución o que contiene la contrarevolución; cuánto tarda en darse depende de la composición convulsionada de lo que fue la revolución, como evento real y efectivo.

Viendo así la problemática, estamos pues ante lo que llamamos la simultaneidad dinámica de la complejidad, ante el acontecimiento mismo, visto desde su propia complejidad múltiple, de sus múltiples singularidades, en constante devenir, entonces se entiende que la revolución, como concepto, no es necesariamente el mejor instrumento de análisis objetivo, el mejor instrumento de análisis histórico, social, político y cultural, es indispensable movernos del mundo de la representación, del mundo de la conceptualización, del mundo de la imaginación, al mundo efectivo de los acontecimientos.

La revolución: Una evaluación intelectual.

Enzo Traverso, en libro publicado recientemente, titulado Revolución, una historia intelectual[1], hace una revisión exhaustiva de la historia de las revoluciones, de los conceptos y enunciaciones inherentes a las formaciones discursivas revolucionarias, a las metáforas usadas como la más conocida de la revolución como locomotora de la historia. Analiza los cuerpos revolucionarios, sobre todo los imaginarios que suscitan. Se introduce a la hermenéutica de la revolución a través de la interpretación de los conceptos, símbolos, alegorías simbólicas, mitos y paradigmas. Después se sitúa en el perfil subjetivo del intelectual revolucionario. Para terminar con una evaluación entre la libertad y la liberación. Por último nos entrega un capítulo donde se plantea la problemática de historizar el comunismo.

La revolución se convierte en el referente primordial para analizar la crisis de la modernidad, es decir, para analizar la sociedad moderna, en el contexto de su mundialización. De incicio habría que preguntarse si la revolución es el referente primordial para analizar a la sociedad moderna en crisis. Incluso si nos acotamos a los marcos del libro, a la historia de las revoluciones, por cierto modernas, particularmente a la historia intelectual de los revolucionarios, no deja de haber problemas, pues el concepto mismo de revolución amerita ser cuestionado. De todas maneras, estamos ante un ensayo ilustrativo e iluminador sobre la revolución y sus intelectuales.

Interpretando a la Revolución de Enzo Traverso podemos comenzar diciendo que toca con el dedo en las llagas, por lo menos de dos siglos de la sociedad moderna, la del siglo XIX y la del siglo XX. Como decimos nosotros, las revoluciones cambian el mundo, pero se hunden en sus contradicciones.

 

 

Arqueología de la revolución

El libro de Enzo Traverso “Revolución”, una historia intelectual, tiene, como se ve, un eje transversal y articulador del ensayo mencionado, es el concepto de revolución. Enzo Traverso defiende el concepto de revolución en todas sus tonalidades; lo sugerente del ensayo “Revolución” es el repaso intelectual del concepto en cuestión; podemos decir, usando las palabras de Michel Foucault, que se trata de un análisis del presente, de la situación en el presente, de la revolución, a partir de una mirada retrospectiva del pasado, sobre todo de sus debates, sus discusiones, sus dilemas y sus desenlaces, hablando ya de la narrativa sobre larevolución, tanto a favor cómo en contra.

No se puede de ninguna manera negar sino más bien apreciar el aporte de Enzo Traverso sobre la reflexión respecto de la experiencia social,  política y cultural de la revolución, de manera actualizada, podríamos decir genealógica, inclusive arqueológica, en la medida que hurga en los desplazamientos del concepto de revolución. Podemos decir que el debate abarca por lo menos dos siglos, siglo XIX y siglo XX, sin embargo, no olvidemos que Enzo Traverso se sitúa en el siglo XXI, por lo tanto, de alguna manera, toca la problemática dadas en las condiciones del siglo XXI, la problemática actualizada, de acuerdo a las condiciones de los contextos de la crisis múltiple en el siglo XXI.

Como hemos dicho, el debate abarca dos siglos, por lo tanto, hablamos de debates en distintos contextos, en diferentes coyunturas, sobre todo, en distintos contextos de formaciones discursivas diferenciadas, así como en distinguidas formaciones enunciativas, suponiendo la percepción filosófica, en consecuencia, en plural, percepciones filosóficas. Están como referencia historica, politica, social y cultural las revoluciones, empiricamente dadas.  Se tiene, en principio, la crisis política que antecede a la revolución francesa, que se convierte en el punto de convergencia de la crisis. También, por eso mismo, se convirtió en el paradigma de la revolución. Después viene la sucesión de revoluciones, posteriores a la revolución francesa, emergidas durante el siglo XIX, que se caracterizan por su composición social proletaria, levantamientos del proletariado que se dan en Europa, el fantasma que recorre Europa, que sería nombrado en El manifiesto comunista como el fantasma del comunismo, que era el terror del imaginario conservador.

La Comuna de París es otro referente primordial; no solamente actualiza la revolución francesa, sino la transforma, otorgándole un contenido no solamente social, que ya tenía el la revolución francesa, sino un contenido novedoso, donde se replantea la relación entre lo político y lo social,  se diseña la perspectiva de un porvenir que adquiere características libertarias. Eso por las características mismas de la conformación de la Comuna de París, de su composición, de su proyecto enunciativo y práctico. Por la clara conciencia de lo que se estaba haciendo, la emancipación social como desborde político, como trastrocamiento estructural de la sociedad y de sus formas de organización. Sobre todo hay que tener en cuenta a Louise Michel, quién, desde la perspectiva feminista, replantea el concepto de libertad y sus irradiaciones libertarias, se propone liberaciones de mayor alcance,  connotaciones de mayor alcance, que tienen que ver con problemáticas corporales y patriarcales.

Después vienen, en en en adelante, las revoluciones del siglo XX. La revolución mexicana, que es básicamente una revolución campesina, aunque también proletaria, que adquiere características no solamente antiautoritarias, sino la voluntad explosiva de una reforma agraria campesina, con efectos radicales respecto a la tenencia de la tierra. Se trata de un levantamiento múltiple, contra el régimen barroco de las oligarquías terratenientes y de las burguesías gamonales de entonces, que se legitiman paradojicamente con el discurso liberal. La revolución mexicana también retrotrae las luchas anticoloniales, la lucha por la independencia, además de contraer las resistencias, que se dan desde el inicio mismo de la conquista y de la colonización. Entonces, estamos hablando de una revolución compleja, por sus propias características y contextos, sobretodo por la situación y el momento en que se da, en el desenvolvimiento del sistema mundo capitalista. La revolución mexicana tiene connotaciones mundiales, además, no hay que olvidar, es una revolución que antecede a la revolución rusa.

Después viene la revolución rusa. En el análisis de Traverso se repasan los debates, las discusiones, en torno a la revolución rusa, inclusive desde antes de 1905, tomando en cuenta la experiencia de los populistas y, sobre todo, la experiencia de los anarquistas, que son anteriores a los marxistas, en su versión rusa, que van a ser conocidos, en una de sus derivaciones, llamada bolchevismo. Los bolqueviques son los que terminan tomando el poder en octubre de 1917, después de la revolución soviética, que se da en febrero de 1917. Estamos ante la discusión intensa y apasionada, que involucra a los que se van a considerar los intelectuales del comité central del Partido Comunista, de la tercera internacional, incluyendo el Comintern. Después se viene la revolución China, la larga marcha, el desplazamiento de Mao Zedong, el traslado hacia un espacio de resistencias campesinas, después de las derrotas de la revoluciones obreras en los puertos industriales, como en Shangai. Desplazamiento que se  da durante la larga marcha. La revolución campesina va a tener su desenlace con la toma de Pekin en 1949. Tenemos un contexto mayor en la discusión sobre la revolución. Revisando retrospectivamente estamos ante las distintas conceptualizaciones de la revolución, distintos usos del concepto de revolución.

Hacia delante, por así decirlo, vienen las otras revoluciones, que tienen características de liberación nacional, otra forma de revoluciones independentistas, que son anticoloniales, pero también revoluciones socialistas, por la vinculación con el proyecto socialista. Sin embargo, hay que hacer notar la composición barroca en los levantamientos nacional populares, campesinos y proletarios, en las llamadas revoluciones anticoloniales. Un ejemplo paradigmático de esta contemporaneidad es  el caso de la guerra de liberación de Argelia. Otro caso, que se va a convertir en paradigmático, es la revolución vitnamita, dada en la guerra anticolonial, desde la guerra contra el Japón, después contra Francia y seguidamente contra los Estados Unidos de Norteamérica; estas tres guerras las vencen los vietnamitas, convierténdose en un ejemplo de la derrota de los imperialismos, entre ellos del imperialismo norteamericano. Dándose lugar a lo que Antonio Negri y Michael Hardt consideran el desplazamiento de las dominaciones a nivel mundial, desde las formas imperialistas a la forma moderna de imperio.

Obviamente las revoluciones no terminan, continúan. Se viene la revolución cubana, la revolución en Angola, la revolución nicaraguense y otras más. Por otra parte, en una actualidad incierta, nos encontramos, después, ante nuevos levantamientos, por ejemplo los correspondientes a la primavera árabe, que no derivan en revoluciones, aunque sí son levantamientos que causan un terremoto momentáneo en el mapa institucional del poder en el Medio Oriente.

En toda esta revisión sobresale la revolución y la guerra anticolonial haitiana. La revolución haitiana, que en realidad es una guerra anticolonial, que dura 12 años, deriva con las derrotas militares consecutivas de varios ejércitos europeos; el monárquico francés; el español, que se encontraba al otro lado de la isla, que fue nombrada como La Española; el británico, que desembarca para dominar la isla; nuevamente el francés, pero, esta vez, se trata de la derrota del ejército de Napoleón. La guerra anticolonial y levantamiento de los esclavos derrotan a estos ejércitos. Se trata de un acontecimiento político de gran alcance, es una guerra anticolonial que deriva en revoluciones triunfantes, revoluciones que adquieren las características radicales de la suspensión de la esclavización, algo que se da en términos jurídico-políticos, en el Congreso francés, cuando la revolución francesa se radicaliza, haciendo caso a los diputados afrocaribeńos de Haití, que formaban parte de la República.

Cómo se puede ver hay una gama enorme de contextos y coyunturas problemáticas, referencias histórico políticas y sociales, también culturales, respecto a este fenómeno que ha sido nombrado y conceptualiza como revolución, la representación de la crisis múltiple.

En el debate, en la revisión del debate, de la discusión, están involucrados anarquistas y marxistas, anticolonialistas y nacionalistas, atravesando todas las formas discursivas, emitidas desde la revolución francesa, desplegadas en las subsiguientes revoluciones. Todas las revoluciones tienen sus intelectuales apologistas, aunque también sus detractores conservadores. Traverso hace una revisión del debate considerando no solamente a los partidarios de la revolución, sino también a los que están en contra de la revolución, los que podemos llamar contrarrevolucionarios o intelectuales conservadores, como es el caso de  Alexis de Tocqueville, a quien asombra la experiencia de la revolución, en su tiempo, tanto en lo que respecta a la guerra anticolonial norteamericana, correspondiente a la conformación de la primera República moderna liberal, así como en lo que corresponde a la revolución francesa, el paradigma de la revolución. Es testigo de la experiencia de la revolución francesa, así como después de la Comuna de París. Tocqueville es un intelectual conservador, tiene una posición crítica respecto de la revolución, del concepto de revolución y de la experiencia de la revolución. También hay otros intelectuales conservadores, que participan en el debate en torno a la revolución.

En toda esta revisión, en esta arqueología del concepto de revolución, Traverso acude a Carl Schmitt, quien es no solamente ideólogo conservador sino un intelectual nacionalsocialista alemán, de origen católico, quien hace reflexiones sobre el poder constituyente y el poder constituido, la inmanencia del poder en el Estado, sobre los fenómenos nacionalistas,  derivando en una apreciación muy particular, diriamos sui géneris, sobre la revolución, bastante contradictoria, empero ilustrativa, en su libro sobre los partisanos[2], donde considera a la revolución bolchevique como parte de la experiencia partisana. Como se puede ver, el ensayo de Enzo Traverso sobre la revolución es sugerente y erudito. Nos permite actualizar el debate y la reflexión de la crisis múltiple del sistema mundo capitalista, mediante un análisis restrospectivo de las experiencias revolucionarias. Es un libro ilustrativo, que nos ayuda a volver a la discusión, en el contexto y en las coyunturas de la crisis múltiple del sistema mundo moderno, de la civilización moderna, además de revitalizar la discusión sobre las perspectivas y el porvenir de las sociedades humanas, que padecen los alcances demoledores de la crisis múltiple.

La arqueología del concepto de revolución puede inciciarse no con la definición etimológica, sería lo menos sensato, puesto que no se trata de descifrar el sentido a partir de las raíces lingüísticas, que han quedado como pronunciación, en el sonido de la palabra; el sentido del concepto de revolución desborda por la práctica del uso del lenguaje, donde el imaginario social se introduce y emerge contando con la experiencia social abrumadora.

 

La revolución permanente moderna

La revolución industrial, tecnológica, científica, cibernética, nanotecnológica y de la biología molecular

La única revolución que ha permanecido es la revolución cientifica y tecnológica, que ha pasado de la revolución industrial, ha continuado como revoluciones tecnológicas sucesivas, en el marco de las revoluciones científicas, que ahora derivan en la nanotecnología, en la biología molecular y en la inteligencia artificial. En cambio la revolución social y política ha sido coyuntural e intermitente, se interrumpe, se degrada e ingresa a una dramática regresión, después, restauración, para derivar en la decadencia. ¿Por qué ha sucedido esto?

¿Cuándo nace el concepto de revolución? Si nos situamos en la etimología podemos rastrear el nacimiento de la palabra y a partir de ahí podemos situar el nacimiento del concepto. ¿Pero ahí nace el concepto? Por más apropiado que parezca el antecedente lingüístico y etimológico de la palabra, que se anticipa al concepto, no es del todo así, puesto que el concepto tiene que ver con la experiencia social, la experiencia social tiene que ver con la emoción social, con las impresiones que deja la experiencia social en la memoria social. La experiencia social, para decirlo de algún modo, es fáctica pero también corporal. La vivencia de la experiencia no depende del lenguaje utilizado, de las palabras, la experiencia está íntimamente vinculada a la acontecimiento, al acontecimiento sin palabras, sin lenguaje, al acontecimiento, en tanto multiplicidad de singularidades, dados como procesos fácticos, también como inscripciones corporales, emotivas, sensibles, subjetivas. Entonces, esta inscripción de las huellas, sin palabras, antecede a toda palabra, que viene después; en ese sentido tendríamos que hablar, de manera adecuada, de la experiencia del acontecimiento y del acontecimiento de la experiencia, sin palabras. La pregunta sería: ¿Qué siente el colectivo social, un colectivo social que va a atribuirle palabras a lo que siente? Esa sensación colectiva, por así decirlo, antecede al concepto, es el substrato del concepto. Desde esta perspectiva tendríamos que hablar de la experiencia de la transformación, incluso del cambio, también de la ruptura o, de manera singular, del acontecimiento mismo. Es esta sensación, es esta memoria de la sensación, la que hace de substrato de lo que va a venir a ser después el concepto, en este caso el concepto de revolución.

Pero, de qué concepto de revolución hablamos. Hay un concepto de revolución que está íntimamente ligado a la experiencia de la modernidad, de la vertiginosidad de la modernidad, donde todos lo sólido se desvanecen el aire, como lo decía Karl Marx, haciendo paráfrasis a La Tempestad de William Shakespeare. Esa revolución, que corresponde a las transformaciones culturales, es el campo configurante; estamos hablando, en este caso, de modernidad, como acontecimiento cultural. No hay que olvidar que el concepto de modernidad es, en principio, un concepto cultural, un concepto estético, es elaborado por los poetas malditos, quienes conciben la modernidad a partir de la experiencia urbana, de las urbes que se vuelven metrópolis, donde se ve, de manera inmediata, la transformación urbana, que está atravesada por las transformaciones tecnológicas. Estamos asistiendo a revoluciones tecnológicas; estas revoluciones tecnológicas tienen que ver con la energía de vapor, la locomotora, después la energía fósil, con la gasolina, los automóviles. Estamos asistiendo a la metamorfosis, en el contexto de la transformación de las urbes, que construyen avenidas, que atraviesan toda la ciudad, dando lugar a movimientos rápidos, al acortamiento de los tiempos de transporte y de movilización; avenidas donde circulan los automóviles, también  para dar paso a la bala del cañón, que dispara contra las barricadas. Hay pues un concepto de modernidad que está íntimamente ligado a la experiencia de las transformaciones vertiginosas, culturales tecnológicas y científicas, esa experiencia es el de la modernidad, de la revolución de la modernidad. Es la revolución que ha persistido, es la revolución que se ha dado lugar en el contexto de la experiencia de la modernidad. En este contexto, sobre todo en momentos de crisis, aparece el concepto de revolución social y política, que tiene que ver con la insurgencia de las multitudes, de las masas, de las muchedumbres, en distintos planos de intensidad, en distintos estratos y con distintas consecuencias; donde, obviamente, la irrupción de las multitudes es la que actua  concientemente, que se rebela, que nos dice, de manera clara, que las estructuras sociales son cambiables, no son eternas, ni naturales, como había creido el imaginario aristocrático, imaginario que legitimaba a las monarquías. Entonces, tenemos la revolución social y política, que transforma las instituciones sociales, que produce trastrocamientos políticos. Intenta efectuar la revolución social, política y económicamente, buscando la igualación jurídica y económica, que acompañe a la democracia institucionalizada.

Aquí tenemos que hacer un detente reflexivo. La revolución tal como se la concibe, sobre todo como emerge conceptualmente, desde la revolución francesa, el concepto de revolución que emerge de la revolución de los sans-culotes, el concepto de revolución como ruptura con el pasado, dado como insurgencia, el concepto de revolución política y social, se da, empero, de manera coyuntural. No se convierte ni siquiera en un período, de manera permanente y ascendente, en un período revolucionario, aunque si bien, en todo caso, se extiende en un período, se dilata, se trata de un período dramático, donde se observa que la revolución social, que toma el cielo por las armas, termina cayendo de nuevo como ángel sin alas. Se da lugar a una especie de regresión, el ciclo revolucionario deriva en una regresión, después en una restauración, para terminar en una decadencia, que es a lo que hemos asistido precisamente en la historia política de la modernidad en crisis, después de la revolución francesa y en las subsiguientes y secuenciales revoluciones; quizás incluso antes, con la guerra anticolonial norteamericana. Esto lo dijimos en un ensayo. Si revisamos la historia de las revoluciones modernas, las revoluciones sociales y políticas, vamos a ver este decurso dramático, de ciclos, mas bien, cortos. Vamos a ver que la revoluciones sociales y políticas toman el cielo por las armas, pero, después, caen como ángeles sin alas, que se convierten en monstruos; dejan de ser ángeles. Para jugar con la misma figura metafórica, se convierten en demonios, que se comen y asesinan a los revolucionarios y a las propias revoluciones. La pregunta, entonces es: ¿Por qué el concepto de revolución, como modernidad, como vertiginosidad, donde todo lo sólido se desvanece en el aire, perdura? Nuevamente: ¿Por qué las revoluciones tecnológicas y científicas perduran, no así las relativas al  concepto de revolución social y política, que son revoluciones, mas bien, intermitentes, no perduran. Como se dice en Bolivia, parecen sunchu luminarias. Estas son las preguntas que hay que responder. En otras palabras, la revolución social y política ha fracasado; en contraste, las que han seguido sus cursos desplegados son las revoluciones tecnológicas y científicas, las transformaciones de la modernidad.

Ahora bien, lo que parece darse, a lo que parece que asistimos, en este ciclo largo de la modernidad, lo que se viene en llamar la civilización moderna o el sistema mundo moderno, que en clave marxista se llama sistema mundo capitalista, es que estamos asistiendo a una clausura tardía, dada la profundidad de la crisis orgánica y estructural del sistema mundo capitalista. Sabemos que han habido distintos ciclos del capitalismo, comprendiendo estructuras menos largas, como las que considera Giovanni Arrighi, que comienzan con el capitalismo del norte de Italia, avanzan al capitalismo holandés, después al británico y subsiguientemente, derivan en el ciclo largo de hegemonía norteamericana. Se trata de ciclos de hegemonía nacionales, que tienen, en su abarcamiento e irradiación, características mundiales. No se puede hablar del sistema mundo capitalista sino de manera mundial, tampoco podemos hablar del modo de producción capitalista sino de manera mundial. Incluso si hablamos de estructuras de más larga duración, comprendiendo capitalismos regionalizados, continentales, con sus propias características singulares, teniendo en cuenta una temporalidad más prolongada, desde la primera ciudad Urk, en el Medio Oriente, hasta ahora, a pesar de estos ciclos más prolongados, de estructuras de más larga duración, incluyendo el largo ciclo que concebía André Gunder Frank, cuando habla de un sistema mundo capitalista regional, focalizado en China, incluso en este caso estaríamos asistiendo hoy  a lo que aparentemente es la clausura de todos los ciclos largos del capitalismo. Como dice Abdullah Öcalan, estamos asistiendo a la clausura de la genealogía de las civilizaciones. Si fuese esto cierto, asistimos a la clausura crepuscular de las estructuras de más larga duración, las civilizaciones. En ese caso, recién podemos hablar de la clausura misma del concepto más perdurable de revolución, que es el que corresponde al acontecimiento moderno, a las transformaciones de la modernidad, a las revoluciones científico-tecnológica. La intuición sugiere que se clausura la civilización moderna, incluso la genealogía de las civilizaciones. Nos abrimos a otros horizontes, a otros mundos posibles, que, de alguna manera, retrotraen la memoria de más allá de los cinco mil años de civilización. Volvemos a formas ecológicas actualizadas. Volvemos al futuro, a través de la memoria restospectiva. Esto es simultaneidad dinámica en los espesores del presente, ya en un contexto diferente, en un contexto de liberación de la potencia, de la potencia social, de la potencia científica y tecnológica, que estaría atrapada en las camisas de fuerza capitalistas, que impone el modo de producción capitalista, porque utiliza la ciencia y la tecnología como instrumento de acumulación, les da una tarea banal, la acumulación originaria y ampliada de capital. Si liberamos la tecnología, si liberamos la ciencia, si hacemos esto, quitándoles las fuerzas de las relaciones sociales estructuradas, las potenciamos, potenciando a la sociedades humanas; liberamos la potencia de la sociedades humanas, la potencia social, que es parte de la potencia creativa de la vida. En esta perspectiva, seguimos el curso la revolución científica y tecnológica, pero en contextos transcivilizatorios distintos.

La pregunta es: ¿Por qué la revolución social y política no ha persistido, para decirlo de un modo sencillo, fracasa, por qué esta revolución no ha revolucionado de manera permanente, por qué no se ha dado la revolución permanente, de la que hablaba Marx y después Trotski? ¿No había las condiciones de posibilidad históricas, sociales, políticas, económicas y culturales? Las revoluciones sociales y políticas están preñadas por contradicciones insoslayables, contradicciones que las terminan acabando, hundiendo, en la tormenta de sus contradicciones ineludibles.

La hipótesis interpretativa es la siguiente: El concepto de revolución, más conocido y relativo a la revolución social y política, corresponde al imaginario social relativo a la crisis, que tiene que ver con las impresiones que dejan la insurrección, el levantamiento social, popular, proletario, así también las impresiones que dejan los levantamientos y las insurrecciones campesinas, que les anteceden y les acompañan. Levantamientos e insurrecciones que se dan a lo largo de la modernidad, tanto en el centro cambiante como en las periferias del sistema mundo capitalista. El imaginario revolucionario emerge como fuerza volcánica. Las insurrecciones impresionan en el colectivo social, la experiencia intensa de las revoluciones marcan huellas profundas en la memoria colectiva. La memoria y la experiencia social retienen estas impresiones en el imaginario, que se expresa de distintas maneras, estéticamente, en la pictórica, musicalmente, también en la literatura, en la narrativa, así como en las formaciones discursivas; no ha dejado de impactar en la filosofía, tampoco en las llamadas ciencias sociales y humanísticas, por lo tanto en la sociología y en historia, donde se han elaborado los conceptos relativos a la revolución. Hay que tener en cuenta que se trata primordialmente de imaginarios en el contexto de las crisis sociales, políticas, económicas y culturales. Estamos ante formaciones discursivas que pretenden ser conceptuales; podemos decir que lo son en el sentido filosófico, es decir interpretativo, teórico. Pretenden decir la verdad; hay pretensiones de verdad, como decía Jürgen Habermas, sin embargo, no hay corroboración de estos conceptos, es decir, la contrastación se da en los hechos; las revoluciones sociales y políticas no dura. Ahí está el tema y ahí está el problema.

La única revolución que ha sido permanente es la revolución industrial, la revolución científica, tecnológica, cibernética y, ahora, nanotecnológica y de la biología molecular. Al respecto, hemos visto el despliegue y el desenvolvimiento de una revolución permanente, en este sentido, que se va transformando constantemente. Esta es la experiencia social de la modernidad, que contrasta con la experiencia social de la revolución social y política. Como hemos dicho, estas revoluciones sociales han sido abruptas, coyunturales e interrumpidas, por su propia clausura, también abrupta. Ese contraste tiene que mostrarnos la diferencia crucial histórica, política, social y cultural. Tenemos que analizar esa diferencia para entender y descifrar el concepto de revolución, para interpretar el concepto de revolución; no caer en la ideología del concepto de revolución, porque no ayuda a interpretar ni la sociedad moderna, ni la crisis de la sociedad moderna, tampoco vislumbrar las perspectivas y el porvenir de la humanidad.

Hemos hablado de experiencia social, que supone contiene la experiencia individual; esta experiencia en el mundo, que tiene su propia historia o sus propias historias, el conglomerado de historias, que pueden interpretarse a partir de una síntesis, que no deja de ser otra interpretación.

Notas

[1] Enzo Traverso: Revolución. Una historia intelectual. Fondo de Cultura Económica. Buenos Aires, Ciudad de México, 2022.

[2] Carl Schmitt: Theorie des Partisanen. Zwinschenbemerkung zum Begriff des Politschen. Berlin 1995.

El ejercicio de la violencia en la forma de gubernamentalidad clientelar

El ejercicio de la violencia en la forma de gubernamentalidad clientelar

Raúl Prada Alcoreza

Proliferación de violencias

El sentido antiguo de la palabra gobernar significa dirigir  la nave, navegar, aprovechando las fuerzas a las que se enfrenta la nave, empero, el sentido de la palabra gobernar se ha desplazado adquiriendo otras connotaciones, a partir de lo que podemos llamar la mutación de la metáfora o el uso de la figura en función de sus adecuaciones. El enunciado griego de ocuparte de ti mismo, que se refiere a ejercicios corporales, así como a la buena alimentación, además de a la meditación, se fue transformando o se fue conjugando hasta convertirse en el conócete a ti mismo socrático. Entonces se hablaba de gobernarse a sí mismo, que se desplazó al gobierno de la ciudad, aunque no es tan así, puesto que se complementan el gobernarse a sí mismo y el gobernar la ciudad; no se puede gobernar la ciudad si no se gobierna a uno mismo. El gobierno de un país vino después, prácticamente en la modernidad; en este caso se tiene otras connotaciones, más vinculadas a la administración y al Estado, propiamente a la República.

Sin embargo, no hay que olvidar que en la antigüedad y los imperios de entonces se puede hablar del gobierno del imperio. Aquí tenemos que detenernos y reflexionar. Gobernaba el monarca o gobernaban los funcionarios, no era, exactamente, en todo caso, de manera inmediata, que el que gobernaba era el déspota o el monarca; ellos eran sobretodo los símbolos encarnados del poder. Sin embargo también hay, aunque escasos, monarcas estrategas, conductores de imperios; no olvidar la historia de Gengis Kan.

¿A qué viene todo esto, todo este merodeo histórico, cuando vamos hablar de las formas de gobierno de la modernidad, sobre todo de la forma de gobierno clientelar, que atañe a los llamados “gobiernos progresistas”? Primero, este merodeo tiene que ver con la arqueología del concepto de gobernar o de gobierno; segundo, buscamos la relación del gobernar con la violencia, todo gobierno tiene que ver con la violencia, se gobierna con el uso y el recurso de la violencia, con el ejercicio de la violencia, el ejercicio del poder es violencia. Para no hacerlo esquemático es mejor decir que el ejercicio de gobernar es una composición, donde hay administración y violencia, recordando a Nicolás Maquiavelo que hablaba de una combinación entre consenso y uso de la fuerza. De alguna manera, se trata de una combinación paradójica, considerando el enunciado de este teórico de la política e historiador del poder, algunos lo consideran el filósofo que inaugura la política y el análisis político.

Hemos llegado a lo que queríamos llegar, en la modernidad, en la historia política de la modernidad, no se puede disociar el ejercicio de gobernar y el uso de la violencia, aunque el gobernar también se vincule con la administración y la estrategia, así como con la razón de Estado. El recurso de la fuerza es no solamente competencia del Estado, del monopolio “legitimó”  de la violencia, sino que se puede hablar de la fuerza de la ley, de la fuerza de la administración pública, de la fuerza del gobernar.

El gran problema de la historia política de la modernidad es el desenvolvimiento de la violencia, su intensificación y su expansión, su desmesura demoledora. Se constata, de manera notoria, que en periodos de crisis como que se hace necesaria la violencia, el uso y el recurso de la violencia, de una manera desmesurada. Parece ésta una característica del Estado nación y de las formas de gobierno durante la modernidad; particularmente la presencia y el despliegue desmesurado de la violencia se hace notoria, recurrente y, en algunos casos, continua, en la modernidad tardía. Los problemas de legitimación en el capitalismo tardío, como dice Jürgen Habermas, obligan al Estado en crisis, a la forma de gobierno en curso, al uso desmesurado de la violencia.

Ahora bien durante los “gobiernos progresistas” se ha hecho recurrente el uso desmesurado de la violencia, hasta convertirse en terrorismo de Estado. Esta situación es notoria en casos como la forma de gobierno clientelar de la revolución bolivariana, mucho más patética en casos bizarros como la pantomima del retorno “sandinista” del gobierno de Daniel Ortega. Así como se ha hecho notorio y recurrente el uso de la violencia durante las gestiones de los gobiernos neopopulistas bolivianos. Al hacerse recurrente el uso de la violencia, este recurso adquiere el impulso desmedido del incremento de la violencia.

En Bolivia se ha hecho particularmente notorio este recurso recurrente a la violencia de Estado desde el 2010 para adelante. Se han sumado las persecuciones y los arrestos durante el conflicto del TIPNIS, cuando se busca imponer una carretera ecocida, que atraviese el bosque del Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Sécure,  cuando se buscaba detener, a toda costa, la VIII marcha indígena por la defensa de la vida y del territorio. A propósito de este despliegue de la violencia, de su desenvolvimiento, de su incremento en espiral, es menester anotar que desde la primera gestión del gobierno neopopulista, incluso antes de la promulgación de la Constitución, el partido en función de gobierno, busca controlar a las organizaciones sociales. Lo consigue prácticamente durante la segunda gestión del gobierno neopopulista (2010-2014); lo hace, paradójicamente, después de la promulgación de la Constitución. No solamente controla las organizaciones sociales sino se ve obligado a cooptarlas, incluso a destruirlas y formar organizaciones apócrifas y paralelas.

Desde el 2010 hasta ahora, el 2023, hemos asistido al desplazamiento de la espiral de violencia gubernamental, incluyendo al “gobierno de transición”, como interregno entre dos series de gobiernos neopopulistas, el anterior y el retornado. A propósito de esta secuencia política, no vamos a hacer una exposición exhaustiva, ahora, nos remitimos a otros ensayos que lo hacen; de lleno vamos a tomar en cuenta lo que ocurre en el presente, con el apresamiento de los dirigentes yungueños, incluso su secuestro y su tortura, como es el caso de César Apaza. El dirigente de ADEPCOCA se encuentra en reclusión preventiva desde hace seis meses, después de perpetrarse su secuestro por parte de la policía y bajo mandato judicial. Pasa algo parecido con los demás dirigentes yungueños, así también con otros detenidos políticos de la oposición. Además de un constante asedio a las organizaciones auténticas indígenas y a sus dirigencias, a los activistas defensores de las territorialidades. En un contexto donde vuelve a activarse el conflicto del TIPNIS con el teatro de efectuar una nueva consulta sobre la construcción de la carretera que atraviesa el bosque y territorio intangible. No se trata de la Consulta Previa, Libre e Informada, que establece la Constitución, sino la consulta a los ciudadanos de los departamentos de Cochabamba y del Beni, cosa que vulnera los derechos de las naciones y pueblos indígenas.

En un contexto donde, además se da el proliferante avasallamiento de tierras por parte de los colonizadores, mal llamados «interculturales»; la quema apocalíptica de bosques para ampliar la frontera agrícola y la frontera ganadera. Así como no dejar de contar con la invasión a territorios indígenas y parques nacionales por parte de las mal llamadas cooperativas mineras, sobre todo del oro, que, en realidad, son empresas privadas, que contratan a destajo a trabajadores eventuales, no sindicalizados y sin derechos laborales. Cooperativas que median entre esta explotación depredadora, contaminante y destructiva, sobre todo por el uso del mercurio, y las empresas trasnacionales extractivistas chinas.

Los contextos de la violencia son complejos, no se da lugar una sola forma de violencia, de manera aislada y de modo lineal, al contrario una forma de violencia se retroalimenta con otras formas de violencia, se fortalece, reforzando las otras formas de violencia y sus decursos. Las formas de la violencia estatal se entrelazan con las formas de violencia empresarial, sobre todo si son transnacionales, también las formas de violencia de organizaciones de cooptación y clientelajes, así como las formas de violencias de las mafias, de los cárteles. Todo este conglomerado de violencias, que se entrelazan y se complementan, se articulan con formas de violencias, mas bien, micros, las violencias grupales, locales, familiares, individualizadas, particularmente con las violencias perpetradas contra las mujeres, que, en un determinado punto de inflexión, dejan de ser micros para ser macros. Una forma de violencia que entrelaza lo macro y lo micro, lo local, lo grupal, lo colectivo, lo organizativo con lo estatal, es la que corresponde a la corrupción y a la corrosión institucional.

Se puede decir que las sociedades modernas son violentas, sobre todo las que corresponden a la modernidad tardía, particularmente la sociedades que se encuentran en las periferias del sistema mundo capitalista, aunque no solo, pues los centros cambiantes del sistema mundo moderno también son atravesados por la irradición perversa de la violencia. Este es el panorama abigarrado de las violencias en la contemporaneidad. Cuando nos situamos en una coyuntura, en un contexto particular, como el nacional, el panorama de la violencia adquiere un perfil concreto. En el caso de Bolivia, la violencia estatal se articula a las formas de violencia de la corrosión institucional y de la corrupción galopante, impulsadas por la incursión dolosa de las empresas trasnacionales, los cárteles y las mafias de toda laya. Los dirigentes yungueños han sufrido, por lo menos más de una década, la violencia estatal convertida en terrorismo de Estado.

No podríamos explicar lo que pasa si no incluimos la violencia judicial, que aunque forme parte del Estado, tiene sus peculiaridades. Una de ellas tiene que ver con la impostura legal de la administración de ilegalidades y con el desenvolvimiento de los aparatos de extorsión de la administración de justicia. La violencia estatal, la persecución de dirigentes y opositores, de activistas y defensores territoriales, se inviste apócrifamente con pretensiones de legalidad. La fiscalía y la administración de justicia están incorporados a los requerimientos del ejecutivo y del partido oficialista gobernante.

El uso indebido de la reclusión preventiva es considerada por Naciones Unidas como tortura, mucho más si sobrepasa los límites aceptables. Más del 70% del hacinamiento carcelario está cargado de reclusiones preventivas, respecto a las cuales ni siquiera se han iniciado juicios. La situación se agrava cuando se trata de reclusión preventiva no solo indebida sino grotescamente forzada; uno de estos casos es el de César Apaza. A pesar de encontrarse con embolia, ocasionada por la tortura, se ha tardado en enviarlo a una asistencia médica y, lo peor, se ha apresurado su retorno a la cárcel de seguridad de Chonchocoro, sin evaluación médica, en condiciones lamentables, arriesgando su vida. Esto muestra que no solo se trata de tortura política sino de crueldad. Los perfiles de la gente que está a cargo de esta tortura política salta a la vista, miserias humanas llevadas al extremo de la depravación moral.

La crisis múltiple del Estado ha llegado muy lejos. Se puede decir que nada funciona si no es con el objeto de enriquecimiento ilícito, la manipulación de las adjudicaciones, que pasan por licitaciones alteradas, sino es con contratación directa. El Estado como Estado, como aparato administrativo nacional, no existe, pues se ha convertido en una máscara que oculta las formas y prácticas paralelas de poder, que son efectivamente las que se dan. Las grandes beneficiadas de este disfuncionamiento son las empresas transnacionales, los cárteles y las mafias, además del conglomerado burgués, cómplice de la situación, sobre todo la burguesía rentista que gobierna.

Desde la perspectiva temporal o histórica, dada esta descomposición estructural, esta decadencia orgánica, se puede decir que no hay horizontes, no hay porvenir. El presente, entrapado en el despliegue atroz de la crisis múltiple, se agota sobre sí mismo, se hunde por el peso gravitacional de la putrefacción generalizada. Ha desaparecido todo principio de realidad, solo se ha desbocado el principio de placer atrofiado, empero en las condiciones descomunales de la perversión institucional. A los gobernantes solo les importa perdurar, a como dé lugar; a la oposición solo le inquieta aminorar el desplome estatal; a los congresistas les sobrecoge su tarea de guardar las apariencias; a las dirigencias cooptadas, corruptas y encargadas de la gobernanza clientelar, solo les interesa sacar tajada; a las mafias de magistrados, fiscales y jueces solo les preocupa defenderse como casta.

El conglomerado de violencias no solo se refuerza, fortaleciendo cada una de las formas de violencia, sino que genera otras formas de violencia o las lleva al paroxismo, si es que se encuentran sumergidas. Por ejemplo, cuando el Estado desaparece como garante del cumplimiento de la Constitución y de las leyes, el disfuncionamiento estatal se desplaza a áreas altamente sensibles con respecto a las necesidades y derechos de la población, por ejemplo cuando repercute negativamente en el campo educativo. En un contexto de crisis múltiple del Estado y de la sociedad la disfuncionalidad se extiende al campo educativo. Como todo se reduce al montaje político, este montaje repercute en el campo educativo, mermándolo gravemente, prácticamente hasta hacerlo desaparecer. A partir de estas circunstancias catastróficas ya no hay futuro, ha desaparecido.

En estos ámbitos de deterioro extremo, de derrumbe constante, de demolición dilatada , empero efectiva, de la sociedad, de destrucción del tejido social, todo está comprometido. No hay destino, como se dice. Los recursos naturales y las reservas están comprometidas, incluso en situación de mayor saqueo que cuando gobernaba la coalición neoliberal, lo que es mucho decir. Desde la promulgación de la ley minera se ha entregado el agua a las empresas mineras, que pueden usarla a su antojo y gratuitamente. Recogiendo las connotaciones de gobernar, en los ámbitos del capitalismo tardío, podemos decir que se trata de gobernar para las empresas trasnacionales extractivistas.

Hace un tiempo, durante las anteriores gestiones del gobierno neopopulista, se ha subastado el Salar de Uyuni, sin consultar al pueblo boliviano, propietario nato de los recursos naturales; ahora se lo vuelve a entregar inconsultamente, esta vez a empresas trasnacionales chinas. Empero, parece que está en juego la concurrencia entre dos proyectos trasnacionales de explotación, cada uno promovido por los dos bloques del partido oficialista escindido. Esta contienda «desarrollista» es la manzana de la discordia en la guerra intestina partidaria. Al respecto, de manera extraña, en el país de la reserva de litio más grande del mundo no prospera el emprendimiento de explotación y de industrialización del litio. A qué se debe, a pesar de la cuantiosa y millonaria inversión. ¿Por qué la empresa Tierra, productora de boratos, se radicó dentro de los 50 kilómetros fronterizos prohibidos? ¿Por qué el asesoramiento de la Planta de Litio, con el exgerente de Tierra, prácticamente la boicoteo? ¿Cómo explicar que se sacan ingentes cantidades de salmuera en volquetas hacia la frontera? ¿Qué nos muestra el pago millonario a QUIBORAX (42 millones de dólares), a pesar de su mínima inversión, un poco más de 800 mil dólares. Yendo hacia atrás, ¿cuáles fueron las razones ocultas por las que se perdió la demanda marítima en el Tribunal de La Haya? ¿No ha caído nuevamente Bolivia bajo el dominio de emporios trasnacionales que manejan su destino, repitiendo una historia análoga a lo que ocurrió con el guano y el salitre? Por último, ¿qué señala la cuarta derrota de la guerra del Pacífico, que es la pérdida en el diferendo del Silala, dirimido por el Tribunal Internacional de La Haya, siendo la tercera derrota lo acaecido también en La Haya, siendo la segunda derrota la firma del Tratado de 1904, donde se entrega el Atacama a cambio de un ferrocarril, siendo la primera derrota, la militar, dada en 1879?

La violencia prolifera, se expande, se intensifica, irradiándose a todas partes, en distintos planos de intensidad. La violencia destruye el tejido social, abole el porvenir, detiene las dinámicas sociales, las adultera y las pervierte. La violencia proliferante despliega la muerte múltiple. En Resistencias, descolonización y contrapoder[1] escribimos, a propósito de la violencia, lo siguiente:

En realidad, las leyes no norman la vida, no podrían hacerlo; norman la continuidad de la violencia por las filigranas de la paz. Las leyes continúan las violencias iniciales, difiriéndolas, cristalizándolas en hábitos y habitus, sobre todo en habitus sociales, cuando el poder se internaliza en subjetividades, induciendo comportamientos, cristalizándolos en reglas. Estas leyes, normas y reglas sólo se obedecen porque los templos, los aparatos ideológicos, las edificaciones y las maquinarias del poder ocupan estratégicamente los territorios, controlando parte de los movimientos que se dan. Las superficies de los espesores ecológicos se encuentran ocupados e invadidos por estas maquinarias, por estas mallas cartográficas que estarían en el espacio y cronometran el tiempo.

Conclusiones

Proliferación de las violencias

En plena clausura de la civilización moderna, del sistema moderno, cuando los celajes de su crisis anuncian su agonía, lo que acaece no es exactamente el anterior cuadro, que acabamos de mostrar, pues se ha ido más lejos en la proliferación y la espiral de la violencia. La propagación de las violencias ha carcomido al mapa institucional, ha convertido al Estado en una máscara de lado oscuro del poder. En lo que respecta a los esquemas de comportamiento, han quedado alterados; los valores se encuentran suspendidos. Sin embargo, a diferencia de lo que puede ocurrir con las consecuencias de la rebelión  y de la revolución, el derrumbe institucional, debido a la implosión múltiple, no ha ocasionado la liberación de la potencia social, sino todo lo contrario, ha generado el reforzamiento la inhibición de la potencia social, se ha pasado a la posibilidad de su destrucción. Si antes, durante la modernidad, la potencia social se encontraba inhibida y controlada por las estructuras y diagramas de poder, por las cartografías políticas, por las ideologías, por los hábitos incorporados, ahora, en pleno desborde de la decadencia,  la implosión institucional ha derivado, mas bien, en la destrucción del tejido social, en la descomposición de la subjetividades, en la perversión de los comportamientos y de las prácticas sociales, ocasionando la muerte del sujeto.

La violencia se convierte en parte importante de las relaciones sociales, incluso, en los casos extremos del incremento de la espiral de la violencias, la violencia se convierte en la relación social misma, como si no hubiera otra forma de relación social. Cuando se llega a semejante intensidad y expansión de las violencias, entonces asistimos a la muerte de la sociedad. La sociedad no puede sobrevivir en base a relaciones sociales que se han reducido a la proliferación de las violencias, esto equivale a la muerte de la sociedad, es esto precisamente lo que está pasando. No es nada exagerado decirlo cuando los cárteles controlan ciudades, inclusive grandes regiones de operaciones, además de territorios. Cuando controlan espacios, circuitos, rutas de mercados, áreas de tráfico y de producción, cuando controlan poblaciones y, sobre todo, cuando controlan el Estado y a los gobiernos, estamos asistiendo a la muerte de la sociedad, con antelación, a la sustitución de la sociedad institucional por una sociedad perversa, adulterada, corroída por dentro, cuyo tejido social ha sido destruido. Estamos ante una sociedad sometida al terror, no solamente del Estado sino también de los cárteles; nos encontramos ante una sociedad que se controla por miedo; en este caso ha desaparecido todo horizonte de esperanza.

Notas

[1] Raúl Prada Alcoreza: Resistencias, descolonización y contrapoder. Editorial Comuna; Talleres Gráficos Kipus. Cochabamba 2023. Pág. 205.

Hermenéutica de Todas las sangres

Hermenéutica de

Todas las sangres

 

 

Raúl Prada Alcoreza

 

Todas_las_sangres

 

 

 

  

Tiempo y narración en Todas las sangres

Tiempo y narración es el título del libro de Paul Ricoeur, donde desarrolla la teoría de la narración. Nos muestra la relación que hay entre tiempo y trama. Parte de dos teorías, una es la de Agustín, expuesta en Confesiones, y otra es la de Aristóteles, expuesta en la Poética. En la primera expone la contradicción que hay entre discordia y concordia. Concordia que busca el ánimo, es decir, el espíritu. El tiempo ocasionaría la discordia. Entonces lo que se busca es encontrar la concordia frente a la discordia. En cambio, en Aristóteles tenemos la misma contradicción, que es resuelta por la trama; la textura y la urdimbre del tejido  logran la concordia. Se logra armonizar lo que se disemina en la discordia, dilatada en el tiempo, mediante el tejido de la trama.

Si partimos de esta situación, dialéctica entre la discoria y la concordia, que resuelve la trama, al acudir a la interpretación de Todas las sangres de José María Arguedas podemos decir que la trama de Arguedas se enfrenta a la discordia de la experiencia social o que encuentra en la experiencia social. La trama y la urdimbre del tejido de la narración interpreta, a partir de la novela, el entramado social, las dinámicas del entramado social, cuyos hilos no necesariamente muestran una textura armónica, sino, mas bien, quizás se pierden en la ausencia de una urdimbre, de una trama, que todavía se hallan en ciernes o, lo que el mismo Paul Ricoeur reconoce como prenarrativas fácticas. En dondición de provisionales intersecciones y nudos caprichosos, que se forman, sin embargo, ante la mirada, la sensibilidad, la percepción del novelista. El narrador se adentra en las profundidades mismas territoriales y de los paisajes geográficos, en las melodías del ánimo colectivo, en el canto de la musicalidad cultural, por lo tanto en la proliferante hermenéutica de las interpretaciones sociales. Interpretaciones variadas, diferenciales en su tonalidad, para lograr la concordancia de una interpretación dinámica, que logra tejer y amarrar los lazos, los hilos sueltos, que logra entrelazar conformando una trama y un urdimbre más compleja.

San Pedro de Lahuaymarca es el poblado donde se desenvuelven los dramas, las trayectorias de vida de los habitantes del pueblo, con todos los perfiles que contiene; los criollos, los mestizos, los indígenas. Es más, a partir de un momento, quizás punto de inflexión, aparece otro personaje, que cae como piedra en el estanque y crea ondas, que desordenan la aparente tranquilidad del pueblo; ese personaje es una empresa trasnacional minera, Wisther-Bozart. A partir de su asentamiento, incluso un poco antes, a partir de su aparición a través de agentes que quieren hacerse cargo de la montaña que cobija las vetas de plata, pronosticadas por estudios geológicos, pero no descubiertas todavía. Es Fermín Aragón de Peralta, hacendado de San Pedro, uno de los hacendados más ricos, junto a su hermano, Bruno Aragón de Peralta, que decide incursionar en minería, después del alejamiento de un ingeniero minero, Piskulich, que también está conectado con la trasnacional minera. Sabedor de esto Fermín lo despide y decide continuar con todo para llegar a la venta. Su hermano Bruno lo ayuda, a pesar de que tienen contradicciones y desacuerdos, en lo que respecta no solamente a la explotación minera, sino también y sobre todo a su concepción del mundo. Fermín sueña con una modernidad derivada de la explotación minera, postula que esta explotación conduciría al Perú al desarrollo; en tanto que Bruno considera que esa modernidad y ese desarrollo son endemoniados, que van a traer el sufrimiento al pueblo peruano, a lo más profundo del pueblo peruano, que es la población indígena. Considera, desde la perspectiva de hacendado conservador, que los indígenas tienen que mantenerse puros, intocados, cobijados por el control del hacendado, dedicados a Dios y a las labores agrícolas, en servicio de la hacienda y en beneficio propio.

Se puede decir que la novela comienza con este contraste entre cosmovisiones, una conservadora y la otra modernista, por así decirlo. Este comienzo de la interpretación de Todas las sangres no sería del todo adecuado, puesto que se olvida otro comienzo, quizás el primordial, que es el que corresponde a la descripción, mejor dicho, a la configuración del paisaje serrano. Con mucha maestría el novelista pinta el paisaje, los tejidos del paisaje, el colorido de las sierra, su composición entre montañas de la cordillera y valles fértiles, dónde se extienden los cultivos y habitan los ganados, donde sus atmósferas están recorridas por bandas de pájaros y vuelos de gavilanes, así como también, de manera misteriosa, de vez en cuando, por cóndores. Los ríos cristalinos atraviesan los territorios con la fuerza de sus fluidos, que retumban en el aire y llegan clamorosamente a los oídos. Entonces, tenemos otros protagonistas de la novela, son los relativos de la composición del paisaje, a los otros espíritus y animus, que corresponden a los animales y las plantas.

A lo largo de la novela o, mejor dicho, en la extensión misma de la narración, tenemos el entrecruzamiento, la complementariedad, el acoplamiento constantes entre los paisajes, las atmósferas y las territorialidades serranas, las composiciones variadas y barrocas de las sociedades andinas.

Otro recorrido de reconfiguración de la novela corresponde a la aventura de  sumergirse en los personajes, en sus adentros, si ustedes quieren, en su estructura subjetiva. Hay personajes sobresalientes, unos a la manera de Fedor Dostoyevski, extremadamente contradictorios, sin conciencia de sus propios desgarramientos, empero manifestando, de manera dramática, las mismas. Uno de estos personajes es el hacendado Bruno Aragón de Peralta, católico conservador, diríamos pechón, a la vez déspota y lujurioso, sin embargo, expresando afecto por sus colonos. Un personaje desgarrado, conmovido por el arrepentimiento. Manifiestamente en claro desacuerdo con su hermano, el modernista. Atormentado por recuerdos respecto de su padre y su madre. Este personaje desdichado ha de vivir una transformación, su arrepentimiento lo lleva  hacia un punto de inflexión, desde cuando decide dejarse seducir por su misterioso administrador de la empresa, el “cholo” y el indio Demetrio Rendón Willka, quien tuvo una experiencia difícil pero también un aprendizaje en Lima. El contacto entre Bruno y Demetrio se da a través de la lengua de los incas, el quechua, una lengua antigua, que quizás tenga sus raíces en el pukina, que tiene sus vinculaciones con el aimara; es en esta lengua que se reza, que se canta, que se comunica con los colonos y a través de esta lengua interpreta su alma.

Una disgresión necesaria, en la búsqueda del comienzo o del nacimiento de la novela, por así decirlo, no del origen – distinguimos como Foucault origen  de nacimiento. También se puede decir que la novela comienza con una anecdótica escena en la iglesia del pueblo; el padre de los Aragón de Peralta, de Fermín y de Bruno, don Andrés, considerado borracho y loco, se oculta en la iglesia, se trepa al campanario de la iglesia, sin ser visto por el sacristán ni el cura; desde arriba espera, espiando y mirando la plaza, la presencia de sus hijos y del cura en la plaza, cuando los feligreses salían de la iglesia.

El viejo calculó bien. Se escondió, fatigado, tras de una columna, un instante. Cerca del atrio, en el centro de la plaza, había un castillo de fuegos, quemado ya a la hora de la Elevación. Tras la iglesia, el cerro protector del pueblo aparecía rojo, cubierto a mantos por las flores del k’antu. Era un cerro escarpado, pedregoso, propicio para los arbustos, casi sin pasto. El k’antu crecía ardorosamente hasta cerca de la cima, entre las piedras, marcando el límite de la región fría donde la tierra solo produce paja o espinos bajos, cactos protegidos de cabellera. El viejo miró hacia la montaña[1].

Una vez que aparecen, desde lo alto de la iglesia los increpa, los maldice y los acusa de haberse apropiado de sus tierras, anuncia su suicidio y deja en herencia de sus bienes a los indios. El cura escucha asombrado, junto a sus hijos trata de hablarle, empero el padre de los Aragón de Peralta no los escucha. Se despide del mundo, después de su alocución e interpelación, se va de la iglesia hasta su hacienda, donde habla con su mayordomo Antón, a quien le da unos recados. Antón se da cuenta que algo va a hacer, que va a ser la última vez que lo vea vivo, que asiste  a su despedida, que se va a suicidar. Mientras Antón va a cumplir sus recados, Andrés bebe el veneno. Al volver Antón lo encuentra muerto en la habitación. Esta escena es patética, pero también dramática. Este es otro comienzo de la novela. En este otro comienzo de la narración, en la trama de la novela, aparece el padre en toda su desmesura, su elocuente interpelación, su maldición sobre los hijos, que son considerados, inclusive por la gente de San Pedro como malditos; son odiados por los hacendados empobrecidos. Este comienzo es la apertura de la novela, da sentido a todo el entramado de la narración, es, quizás, un hilo transversal de la trama, para decirlo de ese modo, adelantándonos, el sentido inmanente de la novela, aquí se ventilan todas las contradicciones, la generacional, padres versus hijos, la contradicción entre tradiciones y modernidad,  las contradicciones concurrentes entre hacendados, así también las contradicciones entre hacendados y colonos indígenas, contradicciones entre criollos y mestizos, entre éstos e indígenas. Todo el revuelo de contradicciones en medio del acontecimiento social, que se da singularmente en San Pedro perdido en el ojo de la tormenta.

Cerrando la digresión, nos encontramos, como dijimos, con distintos comienzos de la novela, dependiendo de la lectura y de la interpretación. Estrictamente no hay solo un comienzo, hay varios, no siguiendo la secuencia, sino comprendiendo la composición y la integración de la trama. Estamos ante la posibilidad de seleccionar distintos nacimientos de la trama, obteniendo ordenamientos distintos a la mera secuencia de la lectura; preferimos la apertura envolvente y ciruclar de la interpretación. El círculo hermenéutico. Hablamos de la configuración y la refiguración hermenéutica.

Demetrio Rendón Willka es el personaje más misterioso de la novela, y también el articulador entre distintos planos y espesores de intensidad, entre múltiples historias, que atraviesan la novela. Una de las primeras menciones es cuando asiste a la escuela, enviado por la comunidad a estudiar. Experiencia difícil por la discriminación sufrida, salvo de dos niños que lo defendieron, además del profesor que intervino a su favor.

Los estudiantes se asombraron de ver un indio grande con un silabario en la mano y una bolsa para cuadernos, como la de los más pequeños escolares; sobre los cuadernos asomaba el marco de madera de un pizarrín. Y era eso lo más sobresaliente: debajo de la bolsa escolar, el indio llevaba tejida otra, hinchada de maíz tostado, de mote, de cecina y trozos de queso. Lo usual era que los comuneros llevaran su fiambre en una pequeña manta de lana. Demetrio fue presentado aun en ese detalle como “escolero”. Habían tejido para él una bolsa, algo semejante a las de la coca de los indios mayores, pero más alargada y con una cinta que servía para que el primer estudiante de la comunidad se terciara al hombro esa nueva prenda escolar indígena. Demetrio tenía que caminar diez kilómetros, todos los días, de Lahuaymarca a San Pedro[2].

Como comentamos, Bruno Aragón de Peralta va a acceder a la petición de su hermano, quien necesita de su apoyo para encontrar la veta de la mina de plata, va a entregarle sus indios, sus colonos, para que vayan al trabajo de mina. De esta manera apresuren el hallado de la veta, trabajando juntamente con mineros experimentados, de quienes aprenderan la labor, bajo la mirada vigilante del ingeniero conspirador, Hernán Cabrejos Seminario, costeño, jefe de la mina Apark’ora, que, después, cambia de nombre a Aparcora. Es, como se sabe, agente encubierto de la empresa trasnacional Wisther-Bozart. Cuando la empresa trasnacional se adueña de la preciada mina se convierte en gerente. Bruno entrega a Adrián K’oto, cabecilla de Kuychi y de todos los siervos de los Aragón de Peralta, el mando y control de los colonos que van a trabajar a la mina. Adrián K’oto tiene esta tarea hasta que se encuentre la veta, después todos vuelven a la hacienda. Las instrucciones a Adrián consisten en proteger a los indios de la contaminación con los mineros y evitar que se contaminen con sus prácticas, para Bruno bochornosas, de borrachera, de lujuria y de perdición.

Demetrio es misterioso, es indio comunero de Lahuaymarca, caracterizado como hombre sereno y sabio, conllevando la virtud de la paciencia, expresa notoriamente lucidez, se presenta en toda ocasión valiente y seguro de sí mismo.  Se podría decir que Demetrio es hombre de experiencia, conoce el mundo de la sierra y el mundo de la costa, experimenta la vida social del lado dramático y pobre de Lima. Sin embargo no ha perdido la memoria ancestral, al contrario, la ha fortalecido. Su vinculación profunda con los Andes, a través de la memoria, su vinculación con las utopías que anidan en lo más profundo del cuerpo de las comunidades indígenas. Es por antomasia la encarnación de las resistencias, que datan desde el Taki Unquy, el camino de retorno a las wakas, a los espíritus propios, de la montaña, de los árboles, de los suelos, de los ríos, de las piedras, de la Pacha, que son convocados constantemente por la mirada y la locución de Demetrio. Se hace más misteriosa su figura cuando desde Lima es acusado de ser comunista; esta es una muestra de la incomprensión de los funcionarios de Estado y de los administradores empresariales. Sin embargo, su propio enigmático perfil, su propia composición psíquica y corporal, su estructura psicológica, su propia concepción barroca del mundo, muestran que es definitivamente  alguien distinto, es un hombre andino contemporáneo.

Las mujeres aparecen con distintos perfiles, sin embargo, todas, de alguna manera, secundariaizadas; algunas en los umbrales, otras en la sombra, otras más lejos, en las calles del pueblo o en los barrios de Lima. Pero, hay otras, distintas, en contraste, que iluminan desde su delicada figura sensible, desde su belleza y su feminidad sensual. Se encuentran atrapadas en la guerra entre los hombres. Una de estas mujeres es Matilde, la esposa de Fermín Aragón de Peralta, quien tiene, como se dice, el sexto sentido, la intuición; adivina lo que esconden los personajes que se acercan al marido o están en contacto con el empresario minero. Al principio teme al hermano de Fermín, su marido, a Bruno, su cuñado, fanático conservador, y a Demetrio, el indio misterioso. En el transcuros de la trama va a ser cautivada por ellos, va a descubrir en ellos una profunda conexión con la transparencia y la honestidad, con su capacidad de interpretar los recovecos del mundo.

Perfiles de algunos personajes de Todas las sangres

Como dijimos, don Andrés Aragón de Peralta es el padre de Fermín y Bruno, mencionado al inicio de la novela, en el primer capítulo; es el jefe de la familia más rica e influyente de la Villa San Pedro de Lahuaymarca, en una región dominada por las haciendas latifundistas. Don Andrés acapara tierras desplazando a otros latifundistas, también a comuneros indios. Quizás debido a que llevó una vida solitaria y desenfrenada  deriva en el alcoholismo. La familia se disgrega, sus hijos pleitean entre ellos. En ese contexto, su esposa, descepcionada, también deriva en el  alcoholismo.

La caracterización que se hace de don Fermín Aragón de Peralta es la de un hombre ambicioso, bueno para los negocios, pujante, expresión de la burguesía nacional. Se ilusiona con traer el progreso económico a su provincia,  por eso considera necesario romper con el orden tradicional. Su objetivo añorado es la modernización y el desarrollo; este es el destino de Perú. Se declara nacionalista. Empero, en los tiempos del siglo XX, el mundo, los mercados y los grandes emprendimientos ya son dominio de las trasnacionales. No puede competir con la Wisther-Bozart; se ve obligado, por las circunstancias, a vender su mina de plata. Obtiene solo el 10% del valor, a pesar de haber descubierto la veta de plata. Usando estos recursos dinerarios  incursiona en la industria pesquera, comprando fábricas de harina y conservas de pescado en el puerto de Supe. Por otra parte, se inclina por expandir y modernizar su hacienda de La Esperanza.

En contraste, el hermano, Don Bruno Aragón de Peralta, es el terrateniente de la hacienda La Providencia. Como dijimos es conservador y fanático católico, pero al estilo provinciano. En su hacienda se comportaba despóticamente, empero, después de la muerte de su padre se arrepiente de todo y comienza a cambiar, incluso deja su costumbre sexual lujuriosa. Enfrenta la nuevos tiempos, que reclaman modernización, con la voluntad manifiesta de mantener las tradiciones gamonales. Considera que los colonos indios, inclusive de las comunidades indígenas, deben mantenerse puros, lejos de la corrupción del dinero. Esta es la razón por la que enfrenta a su hermano mayor don Fermín. En su transformación o conversión a un cristianismo comprometido con el bien, retornando, de vez en cuando, a su lujuria sexual, embaraza a una mestiza de Santa Cruz llamada Vicenta, de la cual, a diferencia de las otras víctimas, se enamora. Considerando con otros ojos a sus colonos y a otras comunidades nindígenas necesitadas, se dedica, por mandato divino, a hacer el bien; distribuye sus tierras a los indígenas, ayudando a otros comuneros en sus luchas contra los gamonales. Se convierte en un justiciero; ejecuta al malvado y odiado gamonal don Lucas, después intenta asesinar a su hermano; lo hiere. A consecuencia de esta acción lo llevan a prisión.

Ya hablamos de Demetrio Rendón Willka, sin embargo, anotaremos otras características no mencionadas. Demetrio representa la alternativa al desarrollo, en contraste con el proyecto de modernización desarrollista de Don Fermín, también en contraposición al sistema gamonal feudal que expresa Don Bruno. Entonces, podemos decir que es la alteridad. Demetrio Redón Villca es el primer hijo de comuneros que llega a Lima, metrópoli en la que vive durante ocho años, en las barriadas, trabajando como barrendero, sirviente, obrero textil y de construcción. Aprende a leer en una escuela nocturna, además de aprender de la escuela de la vida, cae en la cárcel, donde conoce el Perú de las sombras. Como dijimos se codea con activistas políticos, sopesa silenciosamente sus discursos. Al salir de la cárcel se siente un hombre renovado, decide regresas a su tierra con la voluntad de liberar a su pueblo. Se pone al servicio de don Fermín como capataz de la mina, luego de don Bruno, se convierte en administrador de la hacienda La Providencia. En pleno desenlace de la trama, Demetrio encabeza el levantamiento indígena. Acaba su vida heroicamente, muere fusilado por el destacamento de guardias mandados a reprimir.

Entre los personajes extremos, a la vez monstruosos y angelicales, se encuentra la Kurku Gertrudis, una joroba enana, que fue violada por don Bruno; de esta copulación aborta un feto con cerdas. A final de la novela se la encuentra en una iglesia del pueblo que cobija a los que emigran de San Pedro de Lahuaymarca, después de quemar la iglesia y abandonar el pueblo. Gertrudis sirve en la iglesia, donde aprende huaynos y canta angelicalmente.

Asunta de La Torre es una joven mujer, proveniente de familia aristocrática del pueblo de San Pedro, es hija del alcalde Diego de la Torre. Es hermosa y de apariencia criolla, es notoriamente atractiva, por eso es pretendida por hombres que son seducidos por su presencia y prestancia, incluso por don Bruno, quien es rechazado. Es copnsiderada virtuosa. Sin embargo demuestra coraje cuando dispara con un revolver contra el ingeniero Cabrejos, vengando así el daño que ocasionó al pueblo y a sus habitantes, sobre todo siendo causante de la muerte del pretendiente Gregorio.

Tambien hablamos de Vicenta, la hermosa mestiza de Santa Cruz, de la que se enamora Don Bruno, la convierte en su esposa y en la madre de su hijo reconocido por él, a quien nombra como Alberto, nombre de su abuelo.

De la misma manera, también hablamos de Matilde, la esposa de Don Fermín. Dijimos que configura la delicadeza y la ternura de la mujer elegante, venida de otro lugar, llevada a la sierra, al pueblo de San Pedro por su esposo, hacendado modernista, minero y después empresario de la industria pesquera.

Antón es criado de don Andrés; éste, el patrón, le regaló un terreno en la hacienda de La Esmeralda, donde construye su casa. Como dijimos, es el último en ver con vida a don Andrés, antes de su suicidio. Va también a inmolarse en un acto heroico; cuando la compañía minera expropia el terreno donde vive, junto a otros terrenos del entorno de las haciendas de San Pedro, se enfrenta a las máquinas aplanadoras, decide no abandonar su propiedad, en cambio se inmola con dinamita haciendo explotar las aplanadoras.

Gregorio es  mestizo,  chofer del ingeniero Cabrejos, tambén es músico, charanguista, mas o menos bonachón, cuando está de fiesta. Se enamora de Asunta de la Torre, la pretende, antes de morir le regala seis mil soles, en reconocimiento por lo que es, mujer virtuosa. Gregorio muere en la explosión que acontece dentro de la mina Apark´ora.

Mencionamos a don Adalberto Cisneros, el cholo, señor de la hacienda Parquiña, es la encarnación del latifundista perverso, que se explaya en torturar a sus peones, que viola a las mujeres, incluso si son menores de edad. Arrebata las tierras de los indios comuneros de Paraybamba. Es uno de los principales rivales de Don Bruno, a quien se las tiene juradas.

Ya hablamos de Hernán Cabrejos Seminario, que es el ingeniero de la mina Apark´ora, depués denominada Aparcora, cuando pasa manos de la empresa extranjera, es mandado por la empresa trasnacional minera Wisther-Bozart para boicotear el trabajo de la mina, todavía en propiedad de don Fermín. Es el ejemplo del profesional inescrupuloso, cínico y sin valores, dedicado a servir de la mejor manera a la empresa que lo contrato como agente encubierto, después lo convierte en gerente de la mina de plata.

 

¿Qué son los personajes?

Los personajes de la novela sintetizan, por así decirlo, figuras que condensan perfiles, características, valores o antivalores, cualidades, que aparecen en la composición de la trama. Los personajes en la narración convierten en personas conceptos o perfiles psicológicos determinados. Se dice que el personaje es una construcción del narrador, aparece investido por el lenguaje o la escritura, ciertamente es imaginado e imaginario, aparece como imagen definida en la novela. Aunque cierta crítica literaria concibe al personaje de manera estática, en su permanencia cualitativa, lo evidente es que no lo son, por lo menos en las novelas intensas, como pueden ser las románticas o las dramáticas, que padecen transformaciones, metamorfosis, adquiriendo un perfil cambiante en la dinámica psíquica de los mismos. Los personajes son, mas bien, dinámicos.

Como sabemos, el término personaje deriva de la palabra persona, prósôpon, πρόσωπον, de origen griego, significa máscara; supone la actuación, si se quiere, la representación, la mimesis, la imitación y la composición de una trama. Hay que distinguir entonces entre persona y personaje, diferenciar entre persona real y personaje literario. Se puede decir que la persona pertenece al mundo real, mientras que el personaje es ficción. Las personas convierten en lenguaje sus percepciones, sensaciones y pensamientos, mientras que en el personaje literario, siendo lenguaje, en sí mismo, vive, percibe, siente y piensa en el universo del lenguaje. Como se podrá ver esta diferenciación de la crítica literaria es endeble, pues nacemos en el lenguaje y desde el lenguaje nombramos el mundo, como dice Emile Benveniste. Jacques Lacan concibe lo real en el triángulo referencial del acontecimiento psíquico de lo real, lo simbólico y lo imaginario.

¿Hay un personaje principal, un protagonista, en Todas las sangres? ¿Es don Bruno Aragón de Peralta o su hermano, don Fermín, mas bien, Demetrio Rendón Willka? ¿El antagonista es don Adalberto Cisneros, el cholo hacendado, desmesuradamente despótico, o el cínico ingeniero Hernán Cabrejos Seminarios? En este caso, tendríamos más de un protagonista y más de un antagonista. No es tan fácil responder a la pregunta si hacemos una lectura hermenéutica, que supone la composición de los hechos, que aparecen ordenados en la ficción, así como la composición psicológica, a través del uso de los personajes. Preferimos optar por la lectura que busca develar el entramado que transmite el narrador, aunque no sea plenamente consciente de ello. Ningún narrador lo es.

Como dijimos, los personajes son figuras de caracteres, cualidades, valores, perfiles psicológicos; la composición en el plano de intensidad de los personajes acerca la narración al drama y a la comedia. En tanto que la composición se basa en los espesores de intensidad de la acción, de los hechos,  la narración se acerca a la tragedia, pasa del drama a la tragedia. La novela comprende todos estos planos y espesores de intensidad.

Paul Ricoeur, recurriendo a las tesis de Aristóteles en la Poética, recoge el sentido de mimesis como composición y de mythos como trama. La pareja mimesis y mythos concibe la composición de la trama. Lo importante entonces, en la hermenéutica de la novela es no perder de vista que la composición se mueve en dos planos de intensidad, la composición en base a la acción y la composición en base a los personajes. Ambas composiciones tienen que tenerse en cuenta en el análisis de la trama. Volviendo a las anotaciones de Ricoeur debemos decir que la que otorga a la trama un alcance mayor, considerando la estética de la narración, es la composición en base a la acción, al desenvolvimiento y desenlace de los hechos. Los personajes adquieren el sentido inmanente de la trama cuando se interpreta su desenvolvimiento en el despliegue mismo de la acción.

Volviendo a Todas las sangres, se puede observar, de manera inmediata, en la apreciación superficial de la novela, que el padre Andrés se opone generacionalmente a los hijos, Fermín y Bruno. En otra dualidad opuesta, que Fermín se opone a su hermano Bruno; y en otra dualidad, se opone al ingeniero Cabrejos. Por otra parte, considerando otras dualidades, que los hacendados empobrecidos se oponen a los hermanos Aragón de Peralta; particularmente aparece la oposición, incluso hasta el antagonismo, del cholo Adalberto Cisneros, hacendado en ascenso, sobre todo después de que compra la hacienda del joven latifundista Aquiles Monteagudo Ganosa. El antagonismo de Cisneros es con Bruno y Fermín. Sin embargo, la oposición más radical se encuentra entre Demetrio Rendón Willca y todos los hacendados, además de los ingenieros y los involucrados con la empresa trasnacional minera Wisther-Bozart. Se puede decir que la cosmovisión indígena se opone a las otras cosmovisiones, la gamonal y la capitalista, tanto nacional como extranjera.

Hasta aquí las oposiciones entre fraternidades de machos, en los espacios masculinos; empero, hay otros bloques contrastantes, el universo de las mujeres respecto al mundo de los hombres, aunque el universo de las mujeres se mueva en varios mundos. Matilde, la esposa de Fermín, trasluce sus diferencias con su pareja dominante, no está del todo de acuerdo con sus procedimientos; por otra parte, en relación a sus primeras impresiones negativas respecto de Bruno y Demetrio, estas impresiones cambian, prácticamente le seduce el misterio de Demetrio y el afecto religioso de Bruno. Se trata de una mujer hermosa, que dice, al final de la novela, que ella también ha sufrido,  refiriéndose a su pasado, incluso que ha sufrido su familia, lo que parece, de alguna manera identificarla con los padecimientos de Demetrio, aunque sean muy distintos, y las convulsiones dostoyevskianas de Bruno. En otras palabras su sensibilidad se opone al racionalismo pragmático de su marido y al racionalismo oportunista de los ingenieros, salvo del que renuncia seguir al servicio de la empresa trasnacional, Jorge Hidalgo Larrabure.

Otra mujer bella es Asunta de La Torre, empero de familia aristocrática empobrecida, comercia en su tienda de pueblo. Ella representa la virtud, no se entrega; se opone entonces a la lujuria de los hombres, a sus juegos de conquista. Sin embargo, cuando se entera de la sinceridad del amor por ella del músico Gregorio, chofer del ingeniero Cabrejos, una vez que se anoticia que fue este ingeniero el involucrado  en la muerte de Gregorio en la mina, decide matar al ingeniero, cuando retorna a la mina y es su gerente. Aquí, el antagonismo entre virtud y cinismo e inmoralidad se expresa de manera dramática y trágica.

Una tercera mujer, que también es bella e inocente, es la mestiza Vicenta, que es mujer de Bruno, la distingue reconociendo el hijo que tiene en su vientre. Es la mujer que apacigua a Bruno, que detiene su lujuria y le da paz. Se puede decir, en este caso, esquematizando, que el amor se opone a la lujuria.

La cuarta mujer, la Kurku Gertrudis, es, mas bien, lo no bello, lo feo, hasta la monstruosidad, enana jorobada, empero, es ella la que figura el sufrimiento corporal, el desprecio y la denigración total, la que termina convirtiéndose en un ángel a través del canto. Se trata de la metamorfosis de la larva monstruosa en ángel de la voz y la melodía.

Desenvolvimiento de la acción en la trama

¿Qué pasa con la composición de los hechos, con el desenvolvimiento de la acción en Todas las sangres? La trama comienza con la desdicha, con el infortunio, uno de los personajes se explaya en contar su despojamiento por parte de sus hijos.

El primer capítulo comienza con una escena dramática, don Andrés Aragón de Peralta, padre, patriarca de la familia, rica y poderosa de Lahuaymarca, interpela a sus hijos desde lo alto de la iglesia del pueblo, ubicada en la plaza. Don Andrés, envejecido y deteriorado por el alcohol, sube al campanario de la iglesia; desde la torre maldice a sus dos hijos, don Fermín y don Bruno. Los acusa de apropiarse indebidamente de sus tierras, que lo despojan, que se comportan como caínes, que son unos parricidas. Decepcionado de todo, deprimido, considedra que no vale la pena seguir viviendo, anuncia su suicidio. Por otra parte, declara públicamente que deja en herencia a sus colonos, a los indios, todos los bienes que conserva. Una vez ocurrido esto, don Andrés se retira, vuelve a su casa, donde ingiere veneno y muere.

La discordia se hace patente en la pugna, en la lucha, en la concurrencia, la competencia y la proliferación de las violencias, desde las solapadas hasta las descarnadas, pasando por distinta formas de descargarlas. La experiencia social corresponde a la discordia, también la experiencia individual; lo que se recuerda es el desorden, el conflicto, la desgracia, el infortunio. Este recuerdo puede efectuarse en clave religiosa como castigo. Entonces se interpreta el sufrimiento como purgando los pecados. De todas maneras, el tiempo está marcado por la dilatación y la discordia, por la perdida de armonía, que se supone hubo en un principio, en el origen. Opuesta a esta visión está la modernista, que supone, mas bien, que en el futuro se armoniza la discordia con lo que llama el desarrollo. No se trtata de discutir consmovisiones sino de evidenciar la marca de la discordia, sobre todo en la acción de los hombres.

Los hemanos Fermín y Bruno se encuentran enfrentados, en permanente discordia. Bruno es el patrón de la hacienda La Providencia, donde centenares de colonos indios se encuentran asentados para servir al patrón. Bruno postula un catolicismo tradicional, con propensión al fanatismo, al contrario de su hemano Fermín, que postula el progreso, mediante el desarrollo y la modernización. Bruno cree que si el progreso llegase a sus tierras se rompería irremediablemente la pureza los indios; se habría inoculado el la inclinación al lucro, al apego a la ganancia, quebrándose su inocencia.

Fermín es el propietario de la mina Apark’ora, que busca explotarla, escapando a la voracidad de las empresas trasnacionales mineras. Don Fermín expresa a la burguesía nacional. Su objetivo es que el progreso y la modernidad lleguen a San Pedro de Lahuaymarca y a la sierra. Como hemos dicho,  en contraposición a su hermano Bruno. Empero, para explorar la mina requiere de la colaboración de su hermano, necesita a sus indios para trabajador en la mina, sobre todo para lograr alcanzar la veta de plata cuanto antes. A pesar del antagonismo entre hermanos y cosmovisiones distintas, Don Bruno acepta colaborar con su hermano, mandarle parte de sus colonos a trabajar gratis a la mina. Lo hace provisionalmente con dos condiciones, una, que no se junten con los mineros para no aprender de ellos malas prácticas; otra, que retornen los colonos una vez que se encuentre la veta de plata.  Con esta tregua Bruno espera que lo dejen en paz y no afecten ni irradien a sus tierras. No podemos olvidar que Bruno accede a la petición de su hermano después de la muerte de su padre, cuando se arrepiente de todo.

La alteridad aparece en la narración; no necesariamente corresponde a la discordancia, mas bien tiene que ser entendida como punto de inflexión mejor dicho como ruptura, que comienza la alteración de lo que había, del orden o desorden anterior. Entonces, la alteridad puede ser el desplazamiento al punto de inflexión y la emergencia de la ruptura. En la novela puede aparecer como acontecimiento, lo que corresponde a la composición de la trama, en tanto secuencia de hechos y acciones, pero, también puede aparecer en la figura de un personaje. Éste es por ejemplo el caso de Demetrio Rendón Willka. Aparece como figura de la alteridad, frente a la figura gamonal, ya sea rica o empobrecida, ya sea en la figura de burguesía nacional o ya sea en la figura de capitalismo trasnacional.

Demetrio Rendón Willka es un indio misterioso, desvinculado de la comunidad, pero también de la hacienda; se podria decir libre respecto de las atadura sociales. Por eso se presenta figurativamente como encarnación de la alteridad o de las resistencias, que tienen una larga data en la historia colonial y de la colonialidad.  Según alguna interpretación aparece como un nativo transcultural, cuya experiencia personal se amplia a la metrópoli limeña. La sugerencias de transculturalidad parece interesante, sin embargo, no se piuede deducir que por esto ha perdido su herencia cultural, su memoria, aunque sea parcialmente. Lo que se puede decir, siendo conseciuentes con la interpretación, que su heredad cultural se transforma y su memoria se actualiza. En esta perspectiva, la figura y el decurso de Demetrio en la novela no solamente es misteriosa, sino que se convierte en el hilo clave de la trama. Para decirlo de nuevo y de manera sencilla, Demetrio define, en el mapa de contradicciones sociales y culturales, la contradicción principal, contra toda la civilización moderna, en todas sus variantes, desde las gamonales hasta las burguesas.

Don Fermín comanda la exploración de la mina a Apark’ora, en busqueda de la veta de plata, usando la mano de obra de cinco centenares de colonos indios, enviados por su hermano don Bruno. La modalidad de trabajo corresponde a la mita, es decir, por turnos; empero, en este caso, no son asalariados sino siervos, no reciben jornal, solo se les entrega alimentos para su subsistencia y la reposición de energía corporal para continuar el trabajo.  En el transcuro de estas labores de exploración don Fermín advierte que para continuar con la explotación de la mina, en la siguiente fase, una vez encontrada la veta, se requiere mucha agua. Solo se la puede encontrar en en las tierras de las haciendas y comunidades, sobre todo apunta a la haciendo de su hermano, quien lo ayudó en la etapa de exploración. Para tal efecto se propone comprar tierras o, en su defecto, inclusive expropiarlas. Fermín no va alcanzar a hacer esto, pues es engullido por la trasnacional minera; es esta empresa extractivista, este monopolio minero, la que va ejecutar con este plan, expropiando las tierras de San Pedro de Lahuaymarca, sobre todo la colindante, las tierras de La Esmeralda.

La convocatoria es tambien una acción que aparece a lo largo de la novela. En el segundo capítulo Nemesio Carhuamayo, mandón de la hacienda “Providencia”, de Don Bruno, recorría a caballo las chozas de los indios colonos. Las chozas formaban pequeños grupos sin calles, cerca de los manantiales o de los irregulares torrentes que bajaban de las cubres nevadas. Esta vez el mandón no se detenía para charlar con algunos de sus amigos de cada estancia. Tocaba un silvato, desde distancias bien calculadas, y encontraba a los “colonos” y sus mujeres renunidos en el “cahuildo”, un campo apisonado con una piedra en el centro[3].

 

La convocatoria al cabildo aparece con cierta intermitencia en Todas las sangres, sobre todo cuando hay emergencia. Al final de la novela en un cabildo se elige al alcalde y a las autoridades de la comunidad de Paraybamba, con esto se evita la intervención y expropiación de sus tierras. En un cabildo se toman decisiones y las mismas cobran legitimidad por la Asamblea, cuando la comuna habla, decide y define, acuerda normas y reglas, así como acuerda acciones. La presencia del colectivo, de la comunidad, de las autoridades indígenas, es constante; aparecen en el umbral o ingresan al espacio principal, al escenario mismos de los eventos. Un cabildo también decide que hacer con las tierras del hacendado don Lucas, muerto por don Bruno; los comuneros se hacen cargo de la tierra, se vuelve tierra de la comunidad.

La intriga y la conspiración aparecen como acciones dañinas, corrosivas, que destruyen el tejido social, el sistema de costumbres, la moral de provincia, los valores heredados. La empresa trasnacional minera Wisther-Bozart infiltra en la mina Apark’ora de don Fermín al ingeniero Hernán Cabréjos Seminario con el objetivo de boicotear el avance hacia la veta de plata, buscando hacer fracasar la exploración. El objetivo mayor esta en que don Fermín, propietario de la mina,  se vea obligado a vender la mina a la empresa trasnacional . Para cumplir con esta tarea Cabrejos cuenta con la colaboración de su chofer Gregorio, que es también músico. Gregorio se interna en la mina, por los socavones, desde el interior  emite sonidos tenebrosos, simulando ser la serpiente del cerro, Amaru. En la cosmovisión andina Amaru es la serpiente mitológica.  Pretende asustar a los indios, sin embargo no lo consigue porque están alertados de la tramoya por Demetrio, quien se entera de los planes del ingeniero Cabrejos; solo algunos no avisado, que no pertenecen a la hacienda de Bruno, caen en la trampa. De todas maneras, para desgracia de Gregorio, se da lugar un explosión dentro de la mina, el cómplice muere despedazado por la explosión.

Cuando se halla la veta de plata don Fermín viaja a Lima buscando formar una sociedad con capitales peruanos, pero no lo logra. La empresa trasnacional minera se adelanta comprando a funcionarios, técnicos, influenciando a empresarios, usando a los medios de comunicación, poniendo a todos de su parte y en contra de la intenciones de Fermín. Aislado y arrinconado Fermín se ve obligado a vender la mina a la Wisther-Bozart, solo recibirá el 10% , además del reconocimiento de su inversión. Estamos ante la elocuente evidencia de la acción monopolica acaparadora, correspondiente a las estructura de la acumulación ampliada del capitalismo. Se cierra la posibilidad del desenvolvimiento de la burguesía nacional, queda limitada a lo que le permiten las empresas trasnacionales. En consecuencia la burguesía nacional se subordina.

Hernán Cabrejos Seminario es el operador de la conspiración del “Zar”, presidente de la compañía Aparcora, subsidiaria de la empresa trasnacional minera Wisther-Bozart. Llega a ser gerente de la mina, es cuando, en su mejor momento va a ser ajusticiado por Asunta de La Torre, que lo mata por haber hecho daño al pueblo y haber estado implicadon en la muerte de su prometido Gregorio. Esta acción de conspiración también es otro de los hilos de la trama, opuesta al hilo primordial de la novela, que corresponde a la alteridad y a la subversión indígena; subversión múltiple, social, cultural, política y económica. Se oponen a la figura de Cabrejos, no solo de manera inmediata, Fermín, debido a los intereses encontrados respecto de la mina, sino también, de manera mediata, Matilde y Asunta, mujeres intuitivas; una representa la delicadeza y la otra representa la virtud, ambas mujeres bellas, solo que de clases sociales diferentes. De manera radical se opone al conspirador Cabrejos la figura alterativa de Demetrio, lo hace de manera radical. Esto en cuanto respecta al entramado de los personajes, en lo que respecta al entramado de las acciones, la acción subersiva se opone a la acción monopólica y a la acción de conspiración de la empresa extractivista minera.

En el entramado de las acciones se puede decir que estamos como en campos de fuerzas, donde las fuerzas pugnan, entonces, todo depende de la correlación de fuerzas. Son campos de batallas. Frente a al conglomerado de fuerzas de la discordia se encuentra el conglomerado de fuerzas de la concordia. Digamos, provisionalmente, que la dialéctica discordia-concordia, que se resuelve en la trama con la síntesis del desenlace, es como el substrato de la trama, de las composiciones, tanto de figuras de personajes, como de configuraciones de acciones. En Todas las sangres el descenlace es la subversión, la toma de tierras, el retorno de la comunidad, teniendo como hecho crfucial del sacrificio el fusilamiento de Demetrio Rendón Willca.

Hemos dicho que la Wisther-Bozart es la que cumple con el plan de Fermín, expropiando las tierras de San Pedro, con ayuda del gobierno y del Estado, cómplices de la empresa trasnacional minera. La compañia consigue una orden judicial, que obliga a los propietarios de San Pedro a vender sus tierras de labranza de la hacienda La Esmeralda. En reunión, convocada de emergencia, un cabildo del pueblo, los vecinos se niegan a vender sus tierras; en vez de esto  deciden quemar su pueblo, incluyendo a la iglesia, como acto de inmolación simbólico. Deciden irse del pueblo. En su marcha, en su éxodo, que probablemente sea la metrópoli costeña de Lima, son acogidos temporalmente por las comunidades indígenas, la primera comunidad es la de los comuneros de Lahuaymarca.

La solidaridad tambien es una acción de la trama; los comuneros acogen a los del pueblo, que se encuentran en exodo. Comuneros y pueblerinos se unen contra la trasnacional estractivista minera. La solidaridad es pues una de las configuraciones de Todas las sangres.

 

La contradicción principal

Volviendo a tiempo y narración, a la búsqueda, mediante la narración, no solamente de la interpretación, sino de la suspención del tiempo, empero en el espacio de trama, que resuelva los problemas que plantea el tiempo, en su dilatación. Volviendo a ese contraste entre la tesis de Agustín sobre el tiempo y la tesis sobre la trama de Aristóteles, en relación a la novela Todas las sangres, podemos decir que la narración busca recorrer los caminos laberínticos de la memoria y resolver los problemas, que han quedado en la experiencia individual, marcando el cuerpo y dejando huella en la memoria. Entonces la narrativa de la novela de José María Arguedas busca, en los recorridos de la memoria, en su viaje, tejer una trama que explique qué sentido, qué destino, tiene todo lo que ha quedado pendiente de la experiencia social y de la memoria social. También en la experiencia y memoria singular, respecto de sus propias preguntas, de su propia experiencia en la formación social peruana, sobre todo serrana. Entonces, el autor parte de su propia experiencia social, de su propia sensibilidad, de su propia interpretación, desde sus primeras herramientas literarias hasta las más maduras, labradas herramientas con la educación adquirida y la formación lograda. El  escritor intenta responder a las preguntas a partir de su propia vivencia, también a partir de las herramientas del lenguaje y de la escritura. El lenguaje del escritor es un lenguaje compuesto y combinado, que conjuga dos lenguas, la quechua y la castellana. En ese sentido recurre o tiene la ventaja de recurrir a las potencias, a las capacidades que tienen ambas lenguas, de interpretar y de nombrar a partir de las propias sensibilidades, que despiertan ambas lenguas. La más sensible, la quechua, la más racional, la castellana. Aquí se tiene la conjugación de dos lenguas, de dos mundos, o muchos más, y de dos universos, o de muchos más, sensibles; en parte, contrastado, y en parte, entrelazados. Lo que interesa aquí es esa composición que logra una escritura singular, la de Arguedas. Escritura que se expresa dinámicamente en sus novelas, sobre todo en Todas la sangres.

Tenemos la cobertura de ambos mundos, el mundo andino y el mundo de la costa, el mundo tradicional y el mundo moderno, en su pugna. No son dos mundos, sino cuatro o más mundos, que siempre están en pugna, en concurrencia, jalando cada quien para su lado. En esta conflafración literaria de la escritura en convulsión, el escritor busca el sentido de esas concurrencias, de esas pugnas, de esos campos de correlaciones de fuerzas. No solomente hay que atender, en la interpretación de la novela, la compulsa entre la sierra y la costa, entre el Cusco, es decir, todos los pueblos, las comunidades, incluyendo a las haciendas, que están en la sierra, y Lima, lo que viene de la costa, el mercado, el capitalismo comercial, además de lo que viene allende los mares, la revolución industrial, pero en su versión extractivista, no de industrialización. Estamos no solamente ante muchas concurrencias, que pueden asociarse dualmente, en su propio contraste. Ante este panorama convulso el escritor busca la solución de estos conflictos, la salida, la superación de los mismos. Conflictos que, por otra parte, también anidan en su propia experiencia, en su propia estructura subjetiva, en su propio drama. No solamente en lo que respecta a su historia personal, sino al dramatismo con que asiste a las experiencias, sociales e individuales,  al dramatismo con que habita su tierra, su país, al dramatismo con que ama, al dramatismo con que despliega su propia trayectoria de vida, que va a tener una conclusión fatal con su suicidio.

En la conformación de la narración, de la escritura de la trama, es decir, de la interpretación escrita, que compone la trama, el mythos, por lo tanto, la composición estructurada del principio, las mediaciones y el desenlace, construyendo, de esta manera, el sentido, intervienen  planos de intensidad, distintos espesores de intensidad, intervienen múltiples factores. Especificando mejor, interviene el cuerpo, que contiene la experiencia, retiene la experiencia individual y social, la social a través de la experiencia individual. Es esta experiencia la que se convierte en memoria, que ya es una forma previa de interpretar, la interpretación corporal, la interpretación de la percepción corporal. Cuando la escritura emerge, cuando se escribe, se convierten las huellas, las hendiduras en el cuerpo, en interpretaciones, transmitidas a través del lenguaje. Es con la escritura que se comienza con la composición y, si se quiere, con la invención del sentido.

Podemos decir que José María Arguedas escribe sobre el sustrato móvil, dinámico, de todos estos factores intervinientes, de todos estos planos y espesores de intensidad, de todo este substrato cultural y su condición de posibilidad ecológica. Esta memoria perceptual es la que se pone en movimiento, adquiere ritmo, es lo que hace que lo que acontece se transforme en escritura. La escritura, entonces, es un acontecimiento. Podemos darnos una imagen circular, como la del círculo hermenéutico, pues, en parte, tiene que ver con propia experiencia, la del escritor, que absorbe la experiencia social, que absorbe las territorialidades, las atmósferas, los nichos ecológicos de su entorno. Recurriendo a su propia memoria, hundiéndose en los recovecos de su propia memoria, purga en los gozo y padecimientos del cuerpo, en los recuerdos felices y en los recuerdos tristes, el dolor y de la alegría. Esta recurrencia tiene que ver con la construcción de la interpretación, de una interpretación singular, con la explicación literaria a sus propias preguntas. Se lo hace de manera novelada. La narrativa de la novela tiene sus propias peculiaridades, hasta podríamos decir que es la narrativa por excelencia, comparte, en la modernidad, con lo que fue el mito en las sociedades ancestrales y lo que fue el epopeya en la sociedades antiguas.

La novela es,  de por sí, un acontecimiento moderno de la escritura. Es a partir de este acontecimiento de la narrativa de la novela que se interpreta un presente, que contiene espesores; se interpretan los espesores del presente. Hablando en código de Agustín, de las Confesiones, se interpreta en un transcurrir, cuya composición es un presente pasado, un presente presente y un presente futuro. A partir de este presente, la interpretación se conecta con el pasado y con el futuro, guarda, de una determinada, manera ese pasado y tiene expectativas respecto del futuro.

Jean-Françoise Liyotard decía que la filosofía es política, no podemos decir lo mismo de la novela, como alguna interpretación lo hace, cuando califica una novela de un determinado modo, de una determinada manera, atribuyendole intencionalidades políticas. Puede ser que el autor las tenga, pero estamos hablando de la novela. Si biern hay una vinculación entre novela y autor, de todas maneras el autor y la novela no son lo mismo. La novela es una criatura del novelista y el novelista es el creador, sin embargo, la criatura del novelista no es completamente controlada por el creador, se libera, es independiente, sobre todo esta independencia, esta autonomía, de la novela, se constata en la lectura. Con la reconfiguración es el lector el que vuelve inventar la novela a partir de la lectura, por lo tanto, incursionamos  en una nueva interpretación. Estamos ante la interpretación de nunca acabar, como dice la hermenéutica, en la eterna interpretación, el círculo permanente de la interpretación. La interpretación también es un acontecimiento. ¿Se puede decir qué es un acontecimiento por excelencia humano?

Cómo dijimos, en Todas las sangres nos encontramos con una novela que relata el encuentro concurrente y dramático de todas las sangres. Se trata de hechos culturales, es más, pluriculturales, que esquemáticamente se reducen a dos, la sierra y la costa, el mundo andino y el mundo colonial, la cultura indígena y la cultura colonial, sin embargo, hay que tener en cuenta que se trata de múltiples facetas del acontecimiento cultura, que es dinámico. No olvidemos que una cultura está ahí para interpretar otras culturas, que una lengua está ahí para interpretar otras lenguas. De ninguna manera se puede concebir cultura y lengua de modo autista, esto es imposible, la cultura y la lengua serían imposibles.  Una lengua está en contacto con otras lenguas, por sí misma ya es una lengua de contacto y en contacto. Esto ocurre con todas las lenguas, ocurre con las lenguas nativas, también ocurre con las lenguas no nativas, en el caso del Perú, con el castellano. Esta lengua en transformación es una lengua de contacto. Todas las lenguas de y en contacto experimentan cambios imperceptibles y transformaciones perceptibles; una lengua ya es multicultural.

Esta anotación nos sirve para posesionarnos en todo el ámbito de interpretaciones sobre la novela de José Maria Arguedas. Nuestra perspectiva corresponde a la teoría de la narrativa, también a la que sume la realidad como complejidad.

Volviendo a la novela Todas las sangres, nos encontramos con varias contraposiciones que, a su vez, se entrelazan y concurren, conformando composiciones complejas. De inicio la contraposición, por así decirlo, es generacional, asistimos a la contradicción entre el padre y los hijos. Después nos anoticiamos de la contradicción entre hermanos, que es de suponer la contradicción de cosmovisiones singulares; una, que puede llamarse modernista y, la otra, que puede llamarse tradicional, que es la versión que ventila la novela. En el panorama social de San Pedro de Lahuaymarca aparecen otras contradicciones, la de estos hacendados ricos y hombres destacados en su abolengo, respecto a los otros hacendados, que la novela señala como empobrecidos, salvo don Lucas Ramón de Manzuelos, un hacendado viejo y déspota, también don Adalberto Cisneros, el cholo, otro hacendado déspota, a su manera cruel, violador y fanfarrón. No solamente aparece el contraste entre los hermanos Aragón de Peralta y el resto de los hacendados, sino, notoriamente el antagonismos con estos últimos hacendados de carácter despótico y conducta tirana. En esto se puede observar un variado perfil singular de los mismos hacendados de la casta gamonal. El término gamonal tiene que ver con esta posesión de tierras, dentro de éstas la posesión de indios que habitan en las haciendas, por lo tanto con esta propiedad de tierras y de indios, con esta relación de dominación de carácter colonial.

En la sucesión de contradicciones aparecen otras bastante sugerentes, la contradicción entre una burguesía nacional, en formación, y la burguesía internacional, ya formada, ya dominante en el mundo. Concretamente nos referimos a la contradicción entre Fermín Aragón de Peralta, el propietario minero nacional, y la trasnacional minera extractivista Wisther-Bozart. Como se podrá ver, estamos ante un conjunto de contradicciones, ante un juego de contradicciones y de contrastes, ante una variedad de perfiles en concurrencia, dependiendo de los planos de intensidad en los que se desenvuelve la acción, que tiene como referente la realidad, sinónimo de complejidad.

La pregunta que tenemos que hacer es: ¿Hay una contradicción principal? Es una buena pregunta, la respuesta quizás dependa de la interpretación que haga el lector. No necesariamente corresponde a la interpretación misma del autor. Desde nuestra interpretación la contradicción principal aparece con el personaje indio Demetrio Rendón Willka. Demetrio es hijo de comunidad, obviamente de padre y madre, con familia, empero es asumido comunitariamente cuando la comunidad paga sus estudios, lo manda a la escuela, donde sufre el vejamen, la discriminación y el racismo de sus compañeros de curso de la escuela, incluso del mismo director, salvo dos compañeros menores, que lo defienden, de los que se va a acordar siempre. En consecuencia, desde nuestra perspectiva, hay contradicción principal, se trata de la contradicción que desata y contiene el indio Demetrio Rendón Willka, respecto a los entornos coloniales y capitalistas. Lo que contiene el indio como memoria, asi como como experiencia social, también como promesa, si se quiere como utopía. Esta es la contradicción principal.

De aquí no se puede deducir que José María Arguedas es indigenista o indianista, que tiene una tonalidad radical. Se ha dicho que José María Arguedas, junto a Manuel González Prada, son influencias notorias de José Carlos Mariátegui, a quien consideramos como el precursor del marxismo latinoamericano y del indianismo. Sin embargo, hay que aclarar que estas aseveraciones tienen que ver con la arqueología del saber del pensamiento propio latinoamericano, no estamos hablando, de manera específica, de una caracterización de José María Arguedas, en tanto novelista. Asumimos nuestra interpretación de que en el conjunto de las contradicciones, de que en el mapa de las contradicciones dinámicas, entrelazadas, conjugadas y concurrentes,  la contradicción principal es la de las comunidades nativas, que resisten a la colonización, a la colonialidad y a la explotación capitalista, contra el mundo colonial, gamonal, burgués y capitalista. Las comunidades en resistencia no son asumidas de manera estática, inmóvil, anacrónica, a la manera que lo hace las ideologías en curso, tanto indigenistas como marxistas, así como también liberales.

La comunidad indígena es dinámica, es la resistencia misma, desde la conquista y la colonización, desde el ingreso mismo a la “evolución” del sistema mundo capitalista, que comienza precisamente con el substrato colonial y del colonialismo generalizado. Se puede decir que la comunidad es una institución transcivilizatoria en resistencia, una institución dinámica en resistencia, no necesariamente reconocida plenamente por la institucionalidad estatal. Al respecto, sin embargo, hay que anotar que la administración colonial reconocía a las comunidades indígenas y las autoridades comunitarias, les atribuía autonomía, lo que no ocurre, sorprendentemente, con las repúblicas liberales, que, prácticamente desconocen las autonomías comunitarias indígenas. Después de la independencia las comunidades pierden su autonomía, son avasalladas por hacendados gamonales y políticos liberales, después, estas actividades de expansión y avasallamiento, se prolongaran con las formas proliferantes del capitalismo dependiente.

Es en la historia reciente que retorna en el discurso jurídico político de la autonomía indígena, que forma parte de la resistencias contemporáneas, de las luchas de las naciones y pueblos indígenas, de sus conquistas, que se plasman en derechos colectivos, institucionalizados jurídica y políticamente, en constituciones; por ejemplo en las constituciones de Bolivia y Ecuador, aunque estas constituciones no se cumplieron por parte de sus “gobiernos progresistas”.

Cerrando estas disgresiones, no olvidar que el tema es la interpretación de la novela. Volviendo a la novela, considerando estas anotaciones, que acabamos de hacer de Todas las sangres, la comunidad aparece como tejido social, como cultura, como musicalidad, como lengua quechua, en combinación y composición con la lengua castellana, como actitud social y cultural, como virtud, es decir, como ética. El carácter dinámico de la comunidad aparece en la comprensión, en el entendimiento y en el conocimiento de Demetrio, puesto que vive, sufre, padece, goza,  registrando en la memoria distintas experiencias. En los entornos envolventes se aprisionan a las comunidades, se las domina, se las someten a las leyes estatales, a las estructuras de explotación gamonales y a las relaciones de poder de la reproducción capitalistas.

En la novela Todas las sangres se desenvuelven distintos perfiles de personajes y diferentes configuraciones de acciones, tejiendo la composición del entramado de figuras subjetivas y del entramado de la praxis. En la novela comentada se muestra una composición compleja y rica culturalmente. La caracterización de Demetrio, en la novela, corresponde, en principio, al indio temido, también se dibuja el perfil de humano astuto e inteligente, al que confía la comunidad la formación en la escuela. Posteriormente, después de la violencia que sufre en la escuela, se ve obligado a viajar a Lima, donde él tiene que ocuparse de laburos provisionales y despreciados. Así mismo, experimentando los males de la pobreza y la miseria, cae en la cárcel, donde se conoce con activistas políticos, a quienes escucha. Demetrio asiste, a lo que se puede llamar, la escuela de la vida, cuando aprende lo que es el mundo, un mundo capitalista dependiente barroco, aterido de herencias gamonales y coloniales, manteniendo, en su reproducción, la dominación colonial sobre naciones y pueblos indígenas. Cuando vuelve Demetrio al pueblo trabaja para Bruno Aragón de Peralta, el hacendado tradicional y conservador, después de emplearse con el hermano, Fermín Aragón de Peralta, el modernista. Don Bruno, en princiopio desconfiando de Demetrio, va cambiando su actitud; Demetrio va ganando cada vez más confianza de Bruno, hasta convertirse en el albacea de su hijo, prácticamente en el heredero, conjuntamente con las comunidades indígenas, de sus bienes, de su hacienda, que va a ser convertida en espacio y territorio comunitario. Entonces recogiendo la novela Toda la sangre tenemos en Demetrio la trayectoria, el desenvolvimiento, la contra-genealogía del contra-poder de la resistencias indígenas. Demetrio muere heroicamente, como dice la novela, resistiendo, es fusilado por un destacamento, que va precisamente a reprimir lo que consideran un alzamiento comunista.

Notas

[1] José María Arguedas: Todas las sangres. Losada. Buenos Aires 2021. Pág. 9.

[2] Ibídem: Pág. 68.

[3] José María Arguedas: Todas las sangres. Losada. Buenos Aires 2021. Pág. 38.

Entropia y trauma en el entramado social y en el teatro político

Entropia y trauma en el entramado social

y en el teatro político

 

 

Raúl Prada Alcoreza

 

 

Trauma político 4 

  

 

 

La doble entrada de la entropía en las sociedades humanas

Es indispensable, a estas alturas del acontecimiento político, desarrollar, por así decirlo, un desplazamiento epistemológico en el análisis y en la crítica, pues se requiere ingresar no solamente, como hemos dicho antes, a las dinámicas moleculares sociales, sino a algo más fino y detallado, a las singularidades.  Más aún, a partir de este viaje hacia las singularidades, a las composiciones, descomposiciones y recomposiciones de la singularidades, en distintos niveles y en distintos planos de intensidad, es indispensable avanzar hacia la teoría unificada de la totalidad, incluyendo, respecto a la teoría del todo, que es preponderante física, a las miradas de las ciencias sociales, de la sociología, de la antropología, de la etnología, de la psicología, de la lingüística y de la historia. Todo esto en conjunto y de manera integrada. Esto lo decimos porque la nueva generación de movilizaciones, para decirlo de ese modo, no sólo de luchas, en su búsqueda de nuevos horizontes, escapando de los marcos heredados, tratando de transformar sus propias estructuras, formas, contenidos y expresiones de la movilización, apertura puentes hacia otra época histórica.

Si uno observa lo que ocurre en las nuevas movilizaciones se visibiliza que las prácticas, los sentidos inmanentes, incluso los objetivos implícitos, no son como los de antes, cuando gravitaba la concepción de la revolución, implicando la toma del poder. Ahora se evidencia la inclinación más por la autoconvocatoria, la autogestión y el autogobierno.

De las tesis apropiadas, relativas a la teoría de la unificación, una de ellas tiene que ver con la segunda ley de la termodinámica, empero releída, transformada y reinterpretada. Concebida de otra manera. Hablamos de la doble entrada respecto a la entropía. La entropía puede crear organización, precisamente porque hay una doble entrada de la entropía. Esta doble entrada produce organización  al ocasionar, en su desplazamiento, un núcleo en el centro y en el entorno del núcleo y del centro, una organización estructural. Es decir, una reorganización; en otras palabras, una nueva composición, que le da características de mayor peso, de un nucleamiento, dando lugar a una dinámica creativa y transformadora. En el entorno más externo se produce lo que comúnmente se conoce como entropía, tal cual,  es decir, se produce una especie de dialéctica, para usar improvisadamente y provisionalmente este término que hemos discutido durante tanto tiempo; lo hacemos metafóricamente.

Considerando lo anterior se puede decir, mediante analogías y acercamientos, que en las sociedades humanas también se dan los fenómenos de entropía. Es posible que podamos considerar las estructuración sociales a partir de una doble entropía social, que genera, precisamente, lo que hemos dicho anteriormente, una organización creativa. Por lo tanto una transformación en toda la estructura social; en cambio , en el entorno más externo, continúa la entropía, tal cual. Téngase en cuenta que esto es solamente una aproximación, se lo hace de manera figurada; no es exactamente lo mismo que ocurre con el referente de la doble entropía, de la reinterpretación de la segunda ley de la termoeléctrica, donde son  el sol y  las estrellas el referente.

En el caso de la sociedad, lo que tenemos es, si ustedes quieren, siguiendo con las metáforas, una suerte de analogía o de imitación, por así decirlo, puesto que las sociedades lo que hacen es aprender de manera inmanente,  implícita e inherente, lo que acontece ya en el universo. Pero, al mismo tiempo, hay que considerar las diferencias, puesto que solo considerando las analogías nos llevarían a errores. ¿Cuáles son las diferencias?  No se puede considerar exactamente al Estado como un centro de nucleamiento creativo, como en el caso de las estrellas, puesto que no sucede así en las sociedades humanas, sino, mas bien, ocurre al revés; en la sociedad son las prácticas sociales, las relaciones sociales, las que, en un determinado momento, generaron y edificaron el Estado, respondiendo a sus propias contradicciones. Es de suponer que esto acaezca cuando las sociedades empiezan a desarrollar estructuras sociales diferenciales, cuando se da lugar a lo que se llama la primera deuda infinita, impuesta por el emperador, que se apropia, expropia, todas las tierras, y después cobra tributo por ellas.

En el caso de las sociedades humanas se puede decir que es en el entorno, en las periferias, desde donde se avanza a la creación de organizaciones y recomposiciones creativas. No necesariamente tienen que ver con centros, menos con el Estado, sino con formas de organización y de instituciones útiles a la sobrevivencia; también hay potenciamiento de las capacidades humanas. El problema es que a partir de un determinado momento, que posiblemente tenga que ver con los 5000 años de civilización, se produce un punto de inflexión, una bifurcación, que lleva a convertir imaginariamente a las criaturas y creaciones humanas, las organizaciones y las instituciones, como si fuesen el centro, el nucleamiento creativo, cuando fueron solamente unas criaturas de la humanidad. Entonces se produce aquí un dislocamiento, lo que ocurre realmente en los planos de intensidad de las prácticas y de las relaciones sociales se transfiere al imaginario dónde se distorsiona, se adúltera y se invierte lo que ocurre realmente, convirtiendo a las criaturas en creadoras. Tal como lo interpretó Ludwig Feuerbach. Al respecto, prarece acertada la tesis respecto a la esencia del cristianismo, que puede generalizarse al resto de las ideologías humanas, desde las religiones hasta las ideologías modernas. Imaginariamente el Estado es el centro creativo y las instituciones son los dispositivos creativos del Estado; las instituciones sociales se vuelven el principio creativo de las prácticas y relaciones humanas. Cuándo ocurre todo lo contrario.

Lo que importa anotar es que puede usarse la tesis de la entropía de doble entrada en la interpretación de las sociedades humanas; las sociedades humanas obviamente no escapan a la entropía, así como las estrellas en un momento determinado de implosión o, en su caso, de explosión. Lo mismo ocurre con sus instituciones, sobre todo con su Estado. Más aún cuando se trata de instituciones imaginarias de la sociedad, como lo dijo Cornelius Castoriadis. Lo que importa ahora es entender cómo funciona todo esto en las sociedades humanas, cómo funciona la entropía de doble entrada en la sociedades humanas.

La entropía configura también desorden, así como incertidumbre, también pérdida de información. Es una medida matemática, el cálculo de la entropía, considera su análisis desde la segunda ley termodinámica, que tiene que ver con el logaritmo natural del número de microcomponentes de un sistema dado. En las sociedades humanas hay entropia en el sentido de las prácticas, de las singularidades, que se dan numerosamente. ¿Cómo enlazan las singularidades sociales? Los resultados también son azarosos o aleatorios, calculados estadísticamente, son probabilístico; es decir, definen tendencias, que no son controladas, definen resultantes del conjunto de fuerzas concurrentes, que también son inesperadas. Lo interesante es que esta entropia social, esta conjunción azarosa de las prácticas y las singularidades sociales, ocasionando situaciones que son otras singularidades, de composiciones también singulares, todo esto puede contraer transformaciones de las mismas estructuras inmanentes de la sociedad, de las estructuras estructurantes, como hablaba Pierre Bourdieu. De esto se trata la doble entrada de la entropia, que se crea composiciones y recomposiciones, transformaciones estructurales, que terminan cambiando a la sociedad misma, aunque los cambios se hayan dado, en parte, de manera imperceptible, en parte, de manera perceptible.

Desde este punto de vista, la crisis de la que hemos hablado mucho, a lo largo de nuestras investigaciones, en otros ensayos, en otras exposiciones y otros escritos, incluso cuando la nombramos como crisis múltiple, puede ser comprendida e interpretada de otra manera, es decir, desde la perspectiva de la doble entrada de la entropía. ¿Cómo funciona la entropía en la sociedad, respecto a sus propias estructuras constitutivas, sobre todo, cuando la sociedad se encuentra en crisis? En este caso, la crisis vendría ser creativa.

¿Cuándo comienza el acontecimiento político?

¿Cuándo comienza un acontecimiento político? Por ejemplo, relativo a la crisis social y política. ¿Cuándo se hace evidente? ¿Cuándo atraviesa a los medios de comunicación,  que convierten en noticias lo que ocurre?  ¿Un poco antes? ¿Cuándo se dan lugar precisamente estos eventos? Constatando las acciones, que se definen como movilizaciones y protestas, las movilizaciones están relacionadas a demandas, las demandas pueden tener distintos grados, distintas magnitudes, distintos alcances. En la medida que hay un interpelación nacional, se tiene un alcance nacional, es decir, que, de alguna manera, cuando se suceden estos hechos, los medios de comunicación están obligados a informar sobre los mismos. Los medios de comunicación responden de una determinada manera, más aún, ahora, cuando hay monopolio de los medios de comunicación. Hay manipulación de los medios de comunicación, hay maneras de informar y maneras de desinformar. En contraposición, se despliegan y conforman medios alternativos, que tratan de compensar la desinformación con una información más fidedigna, más cercana a los hechos o más cercana a la voz y la palabra de los movilizados, de los que acuden a la protesta.

El problema de la temporalidad de una crisis social y política no es solamente éste, cuando comienza a manifestarse la crisis, sino también cuando emerge la crisis, que puede ser mucho antes que se haga evidente. Esto tiene que ver, sobre todo, con las causales de la crisis. Esto es algo de mucha importancia, en relación precisamente a la conexión de causa y efecto, también tiene que ver con la temporalidad que se da entre las causas y los efectos.  Respecto a los distintos efectos, unos, pueden ser imperceptibles, al principio, otros, pueden hacerse perceptibles, en la medida que se desordena un ambiente social, en la medida que se cuestionan determinados mapas institucionales y determinadas conductas políticas. En tercer lugar, tenemos efectos de mayor alcance, cuando se manifiesta propiamente la crisis social y política, cuando las movilizaciones se irradian, adquieren connotaciones políticas, se convierten en levantamientos y rebeliones.

Las causales de la crisis actual del Perú, crisis múltiple, tiene varios sedimentos. Cuanto más atrás vamos, nos encontramos con causales históricas más antiguas. Hablamos de las crisis estructurales ciertamente de los Estado nación flamantes del continente de Abya Yala. Todo esto tiene que ver con la conquista y la colonización, con las oleadas de conquista y colonización.  Este es el sedimento quizás más antiguo de la crisis estructural de las repúbicas nacientes. Respecto al pasado de estas repúblicas,  se puede señalar a las crisis vinculada a la administración virreinal,  de las capitanías y de las audiencias.  No olvidar que siempre ha habido resistencias, desde un principio, desde el Taki Unkuy  hasta el levantamiento panandino del siglo XVIII, continuando con levantamientos dispersos después. Estamos tocando sedimentos de larga duración, incluso de mediana duración. Tanto en lo que respecta a la colonia, así como a la colonialidad posterior, durante los periodos republicanos, se trata de temporalidades de larga duración. Se requieren también observar temporalidad más cortas y más recientes, que puedan enfocar sedimentaciones causales de la crisis más singulares y específicas, que tengan que ver con historia reciente.

 

Crisis en la historia reciente

Vamos a considerar la historia reciente, arbitrariamente vamos a delimitar esta historia reciente a partir de lo que se viene en llamar la “guerra interna”, que se desata durante la década de los ochenta y abarca hasta los primeros años de los noventa. Es el periodo de la guerrilla y de la contrainsurgencia. Hablamos de la incursión de dos guerrillas, la de Sendero luminoso y la del MRTA. Esta “guerra interna” parece marcar un quiebre en la historia del Perú, un antes y un después.

Para seguir adelante con el análisis crítico vamos a considerar el concepto de trauma del psicoanálisis, usarlo metafóricamente en lo que respecta a la crisis política. Eso es sugerente por los efectos que tiene el trauma social, ya extendiendo indebidamente el concepto de trauma a la experiencia social, en lo que respecta a la memoria social y, sobre todo la incidencia que tiene en los comportamientos y las conductas.

Para acentuar su temporalidad disruptiva, Sigmund Freud también denomina al trauma al instante traumático, como una cantidad pulsional excesiva para el aparato psíquico, algo que sobrepasa cierto límite y, en tanto tal experiencia no puede ser simbolizada.

El trauma es una experiencia que desorganiza la mente de la persona que lo experimenta y puede dar lugar a la aparición del TEPT o de experiencias disociativas.

También podemos definir trauma como una emoción o impresión negativa fuerte que produce un daño duradero. Un trauma surge tanto porque has sufrido recientemente un miedo de gran intensidad, terror, o porque te has sentido incapaz de manejar un peligro real o potencial.

 

La metáfora del trauma político y social

Vamos a recurrir a una metáfora, la metáfora del trauma psicoanalítico. Una redundancia metafórica del trauma, puesto que el trauma tiene connotaciones físicas, biológicas y anatómicas. Entonces, el trauma psicoanalítico ya es una metáfora, pero valga la redundancia metafórica, pues la figura del trauma ayuda a interpretar lo que ocurre cuando el cuerpo es afectado por un golpe, por lo tanto, por una conmoción. Desde la perspectiva del psicoanálisis el trauma es una huella, una huella psíquica, que queda en la memoria, pero que no puede ser simbolizada, debido a la represión. Queda en el inconciente, sin embargo, tiene efectos en los comportamientos, en las conductas y en la estructura psíquica. Estos defectos tienen que ver no sólo con la represión, con la inhibición y el ocultamiento del trauma, sino con la aparición del trauma en los síntomas síntomas que nos llevan a la interpretación del inconciente, pues el trauma no ha desaparecido del inconciente y se expresa de una manera angustiosa.

Ahora bien, en relación a la tesis de nuestra exposición y análisis, que tiene que ver con la doble entrada de la entropía en el acontecimiento social, la metáfora del trauma político y social viene a explicar la relación causa efecto del trauma político y social, que es inhibido en la memoria social, debido a la experiencia traumática social con un evento perturbador. Entonces, podemos decir que ocurre algo parecido a lo que supone que hubo, que acaece, en el psicoanálisis, en la estructura del sujeto, que hay como una represión institucional, una represión de orden ideológico y cultural en la modernidad tardía. Podemos decir que se trata de una represión y ocultamiento mediático. El evento perturbador aparece reprimido, inhibido y ocultado en lo que corresponde al acontecimiento, al que se debe este evento y la perturbación misma. Hablamos de una crisis de orden mayor, como una guerra; este acontecimiento es ocultado y manejado institucionalmente, dependiendo de quien usa las instituciones, de quien gobierna. Podemos decir que a pesar del ocultamiento institucional e ideológico el acontecimiento, que causa el evento perturbador en la experiencia social y se pierden los recovecos de la memoria social, termina manifestándose en los síntomas sociales, en consecuencia en los comportamientos, en las conductas y en las prácticas sociales. La sociedad actúa en función del trauma social, ese comportamiento, esas conductas y prácticas sociales tienen efectos políticos.

Volviendo al referente la crisis múltiple del Perú, como hemos dicho en una exposición, que la crisis, entre las causas de la misma, tiene que ver en la historia reciente con un trauma político y social. El trauma tiene que ver con la “guerra interna” en el Perú entre un Estado contra insurgente y la guerrilla, dada durante la década de los 80s, guerra que se extiende hasta los primeros años de los 90s. Frente a la guerrilla el Estado adquiere el carácter terrorista, la respuesta a la violencia de la guerrilla es la violencia del Estado, el terrorismo de Estado. La violencia descomunal del Estado responde la violencia desmesurada de la guerrilla, sobre todo de la guerrilla de Sendero Luminoso. El Estado sólo encuentra el medio de la violencia y el uso demoledor del ejército como solución al desafío de la guerrilla. A su vez, la guerrilla sólo encuentra el medio de la violencia, el camino de la fuerza desbocada, con el objeto de la toma del poder, para, según ideología bolchevique, hacer la revolución. El problema es que esta revolución se empieza parecer, desde un principio, por así decirlo, desde el huevo de la serpiente, al terrorismo de Estado, que enfrenta la misma guerrilla. Esta es una de las paradojas de la revolución. Al respecto, nos remitimos a un ensayo, que tiene por título precisamente este denominativo, paradojas de la revolución. Empero, el asunto aquí corresponde al trauma ocasionado por este acontecimiento relativo a la violencia de la guerrilla y de la contrainsurgencia.

Han pasado más de dos décadas, desde la derrota de la guerrilla y la victoria del Estado contrainsurgente. Después de esto, lo que aparece en la escena política es la decadencia política. Sobre el vaciamiento del tejido social, sobre la destrucción del tejido social, destrucción que se basa en ampliar la guerra contrainsurgente contra los partidos de izquierda, que no están metidos en la guerrilla, contra los sindicatos, incluso contra la sociedad misma, resaltando la violencia desatada por el ejército contra las comunidades campesinas, que se encuentran entre fuegos cruzados, se da el montaje del teatro político, la comedia vulgar, el despligue de la trivialidad política. Se produce el vaciamiento ideológico de los partidos políticos, quienes tienden al pragmatismo más reductivo, al oportunismo más descarado y a las prácticas de corrupción  más perversas. De esta manera podemos decir que el trauma empieza actuar no solamente en la inhibición respecto a la memoria social, sobretodo a la interpretación de lo que ha ocurrido, impidiendo la recuperación de la memoria de manera abierta, analítica y crítica. El trauma tiene efectos, se manifiesta en los síntomas políticos y sociales, en el empobrecimiento social, político e ideológico. La consecuencia del desenlace de la “guerra interna” va a derivar en una sociedad traumatizada por la “guerra interna” entre la guerrilla y  el Estado de la contrainsurgencia. Desde entonces se ha optado por el pragmatismo más desnudo. Sólo se trata del poder, el poder se convierte en el oscuro objeto del deseo, en objeto para satisfacer este deseo, que es, en realidad, imposible de satisfacer. Se tiene que llegar al poder a como de lugar, se tiene que tomar el Estado a como de lugar, se tiene que ejerce el poder a como de lugar y para preservarlo emplear los medios más perversos. Esta incursión maquiavélica es, más o menos, la historia reciente del Perú, posterior a la guerrilla, a la guerra de contrainsurgencia.

Sin embargo, esta trivialización, está banalización de la política no es el único síntoma del trauma político y social del que hablamos. Intermitentemente ha venido apareciendo, sacando su cabeza, un ejemplo notorio es la violencia desmesurada en el caso de Bagua[1].

La llamada masacre de Bagua

El 5 de junio de 2009 en el contexto del conflicto de Bagua aconteció la llamada masacre de Bagua, también llamada Baguazo, en las cercanías de la localidad de El Reposo, cerca de las ciudades de Bagua y Bagua Grande, en el departamento peruano de Amazonas.

De acuerdo a la información oficial del gobierno de entonces, el enfrentamiento tuvo un saldo de 33 personas fallecidas, 23 policías y 10 nativos, además de 1 desaparecido.​ Esta tragedia aconteció debido al desalojo de aproximadamente cinco mil nativos aguarunas, huambisas y otros grupos étnicos amazónicos, junto con muchos pobladores de las ciudades cercanas de Jaén, departamento de Cajamarca, Bagua y Bagua Grande, departamento de Amazonas, que se encontraban bloqueando la carretera Fernando Belaúnde Terry. El bloqueo duraba ya cincuenta y cinco días, lo que ocasionó el desabastecimiento de combustible, gas y alimentos a los departamentos de Amazonas, Cajamarca, San Martín y Loreto.

El enfrentamiento entre los indígenas, pobladores y la policía, habría comenzado por la arremetida de las Policía Nacional para desbloquear la carretera. La orden fue dada por la ministra del Interior Mercedes Cabanillas y el primer ministro Yehude Simon, durante el segundo gobierno de Alan García Pérez. La falta de una comunicación efectiva, por parte del Gobierno, habrían detonado la revuelta y violencia, la que se expandió desde una zona con escasa población hasta las ciudades cercanas.

De acuerdo a las primeras informaciones conocidas, la noche del 5 de junio se reportaron oficialmente 23 policías y 10 indígenas fallecidos, además de 100 heridos. También hubo reportes de secuestrados, decenas de locales públicos destruidos y saqueados en tres ciudades del departamento de Amazonas. Más tarde, la Defensoría del pueblo cuantificó en 33 los muertos, 23 policías y 10 civiles. Además 83 personas habrían sido detenidas y otras 200 habrían resultado heridas[2].

La masacre de Bagua es ilustrativa cuando el gobierno manda a la policía a reprimir un levantamiento indígena del Amazonia, reproduce los hechos conocidos de violencia desmesurada. Es decir, se dan lugar, abiertamente, a manifestaciones de la violencia descarnada, irrupciones de una “guerra interna” dilatada en el tiempo.

Conflicto minero

Lo mismo ocurre cuando se trata de reprimir las protestas de los pueblos y las comunidades contra la extracción minera de las grandes empresas trasnacionales extractivistas.

Las empresas extractivistas mineras, principalmente trasnacionales, que utilizan el corredor minero del sur de Perú, enfrentan resistencias de los pueblos a su actividad de explotación. Se desatan intermitentemente conflictos en protesta  a la explotación minera, afectando al desenvolvimiento de la extracción minera. De acuerdo al último informe del Observatorio de Conflictos Mineros (OCM), el nivel de conflictividad ha resaltado mucho más que en otras zonas.

El llamado corredor minero atraviesa las regiones Arequipa, Apurímac, Cusco, Moquegua, Tacna y Puno; allí radican las empresas Las Bambas, Hudbay y Antapaccay —filial de Glencore—, las que realizan las explotación minera en las regiones Apurímac y Cusco.

El reporte del OCM destaca que una característica de la conflictividad corresponde a la fragmentación de agendas y demandas. En el corredor minero del sur, más o menos a cada treintena de kilómetros de distancia se pueden hallar demandas diferenciadas, que generan movilizaciones, con protagonistas distintos. Individualmente no tienen ni la capacidad de resolver del todo la realización de las demandas, tampoco muestran el interés de articularse entre sí, hacer más fuerza y actuar en bloque. Se hace notoria una competencia entre distritos, provincias y regiones, también entre comunidades. El OCM dice: “Lo que una comunidad consigue de una negociación con la empresa minera o con el Estado, puede terminar siendo el incentivo de nuevas demandas de las comunidades vecinas que terminen en nuevos estallidos”.

De acuerdo al informen del OMC, entre Apurímac y Cusco, autoridades y comunidades, se da como una concurrencia. La propuesta del gobernador de Apurímac, buscando encontrar una vía alternativa para la salida de los minerales, que no pase por Cusco, es un claro indicador de las tensiones y recelos que crece entre esas regiones.

Otra característica de los mentados conflictos en la actividad minera, de acuerdo  al observatorio, es que la agenda de los trabajadores mineros está cada vez más divorciada de la agenda y demandas de las comunidades, como ocurre en el caso de la mina de cobre a cielo abierto Cuajone, que se ubica en Moquegua y es operada por Southern Copper.

En uno de los recientes conflictos, las comunidades de Tumilaca, Pocata, Coscore y Tala se tomaron el reservorio, que abastece de agua a la empresa minera. Esta toma de las comunidades estuvo a punto de derrivar en un enfrentamiento con los trabajadores de la empresa, los que anunciaron que iban a recuperar por la fuerza las instalaciones tomadas. En el caso de Las Bambas, los trabajadores se han movilizado en Apurímac, Arequipa, Cusco y Lima, en contra de los bloqueos y la paralización de las operaciones, llamando la atención sobre el impacto y en la consecuente pérdida de puestos de trabajo.

El conflicto social y las tensiones entre las comunidades y las empresas mineras, en el corredor minero, han venido creciendo y sumándose. Esto tiene que ver con las propias características de la zona, así como de las operaciones de explotación que se desarrollan. Se trata del entorno de una vía de más de 400 kilómetros, que atraviesa por cuatro provincias alto andinas, decenas de centros poblados y comunidades campesinas, que reciben los impactos, tanto de la zona de extracción como del transporte de los minerales.

De acuerdo al informe del Observatorio, el mapa de conflictos se fue conformando gradualmente, desde los inicios de la fase operativa del proyecto Las Bambas, en 2016, sobre todo, desde la puesta en marcha del transporte de los minerales por la vía nacional. Las tensiones se han agudizado, con conflictos con las comunidades, que llevaron a la paralización de las operaciones de la mina.

Otra característica de la conflictividad tiene que ver con el avance de la minería ilegal, sobre todo en nuevas zonas de explotación. Donde ya no solo se explota oro sino también otros metales, como cobre; hablamos de zonas como Apurímac, Cusco y Puno, entre otras. Esta explotación es incentivada por los altos precios de los minerales. Incluso hay casos en que la minería informal se asienta en zonas que ya han sido concesionadas a empresas mineras formales. Por ejemplo, la minera Ares, filial de Hochschild Mining, denunció que el campamento del proyecto Azuca fue quemado y destruido por mineros informales; una situación similar se dio en el campamento del proyecto Los Chancas, de Southern Copper. Situaciones similares de tensión entre mineros informales y titulares de concesiones y proyectos en desarrollo, se viven en Cotabambas, en la Región Apurímac; Chumbivilcas y Espinar, en la Región Cusco.

El informe del Observatorio dice: “Hoy en día, la minería informal ya no es exclusividad de los productores de oro y comienza a ser motivo de tensión y de disputa con las propias empresas mineras formales”.

El observatorio sugiere convertir al corredor minero del sur en una vía por donde transiten no solo minerales sino también la producción de las provincias alto andinas, también propone construir un sistema de gobernanza para los territorios, donde estén representados el Estado, nacional y el gobierno subnacional, los actores productivos de la zona, incluida la minería, y los estamentos representativos de las poblaciones. El Observatorio concluye que: “Está claro que es necesario hacer un giro en el abordaje del conflicto”[3].

 

Descripción de la crisis política y social reciente

El 7 de diciembre del año pasado, el ahora detenido expresidente Pedro Castillo, hizo una declaración a la Nación, en la que ordenaba la disolución del Parlamento Nacional y la intervención de otras instituciones del Estado, incluyendo el Tribunal Constitucional, el Poder Judicial y la Fiscalía de la Nación. Esta declaración es considerada, prácticamente, como un golpe de Estado, un autogolpe que no se consumó. Las Fuerzas Armadas no acataron la orden del presidente, interpretada por los políticos como inconstitucional. En estas condiciones el Congreso apresuró la votación para destituir al mandatario, argumentando violación a la Carta Magna. 

Castillo fue arrestado ese mismo día, cuando se dirigía, con su familia, a la embajada de México en Lima. Un fallido intento por encontrar refugio y lograr asilo político, que el gobierno de México le concedió, como se supo después. El desenlace fue el siguiente: La entonces vicepresidenta Dina Boluarte asumió la jefatura del país por sucesión constitucional. Era la primera vez –tras 16 meses de confrontación entre poderes– que la mayoría derechista y conservadora del Congreso respaldaba al Ejecutivo de turno[4].

Esta maniobra política, de sustitución constitucional en la vicepresidenta de Pedro Castillo, encontró una rápida respuesta de la sierra peruana, principalmente del sur. Se exigió, en principio, la restitución a la presidencia de Pedro Castillo, empero, este pedido se fue diluyendo en la medida que se desenvolvía el conflicto social y político, adquiriendo tonalidades mayores y una espiral de violencia. Trayendo al recuerdo no solo el cronograma de la violencia intermitente en el Perú, en la historia reciente, sino de manera recurrente, sobre todo en la argumentación y justificación gubernamental de sus acciones violentas, represivas e inconstitucionales, la remembranza del fantasma de Sendero luminoso.  

Los primeros muertos se dieron en el sur del Perú, cerca de la frontera con Bolivia.  En principio, por lo menos 18 personas fallecieron en el sur de Perú, durante choques entre la policía y manifestantes, que exigían la convocatoria de nuevas elecciones y la liberación del destituido exmandatario Pedro Castillo. Las muertes se produjeron cerca del aeropuerto de la ciudad de Juliaca, ubicada en el departamento de Puno. En un principio la Defensoría del Pueblo de Perú informó de 9 fallecidos, cifra que horas más tarde fue incrementada a 18. El Ministerio del Interior informó de la muerte de un agente de policía al que prendieron fuego los manifestantes. El primer ministro, Alberto Otárola, anunció este martes la imposición de un toque de queda en Puno que regirá durante tres días entre las 8pm y las 4am.

La marcha macabra de la muerte se incrementó considerablemente y de una manera dramática, de una forma donde la rapidez de los eventos los vuelve vertiginosos e incontenibles. El número de fallecidos se acercó al medio centenar durante las protestas desatadas en Perú desde diciembre, del año pasado, después de la destitución y detención de Castillo, quien en la actualidad se encuentra en prisión bajo una orden de detención preventiva por 18 meses mientras enfrenta un juicio por el delito de rebelión[5].

Mirelis Morales Tovar de la BBC News Mundo hace una descripción ilustrativa del impacto de la destitución y del apresamiento de Pedro castillo. Escribe:

Como reacción a lo que empezaba a ocurrir en el acontecimiento político, minutos después de que el expresidente Pedro Castillo anunciara la disolución del Congreso y el gobierno de excepción, un joven se apostó en la plaza de Armas de Cajamarca gritando que el mandatario, poco después destituido, dejaba mal parados a los cajamarquinos. «Chotano ridículo, dejas mal a los cajachos», vociferaba con una pancarta. Esa escena la relata Rosario Chuquiruna, una comunicadora popular, quien asegura que aquel acto que se difundió por redes sociales refleja el sentir de una parte de los habitantes de Cajamarca, uno de los departamentos más pobres del país y cuna del maestro, que llegó a la presidencia de Perú en julio de 2021. La indignación proviene, por un lado, del grupo de cajamarquinos de la capital que siempre estuvo en contra del ascenso al poder de un campesino.

 

 

 Rosario Chuquiruna explica de esta manera: Existe en Cajamarca una clase muy similar en pensamiento a la gente de Lima, con sus mismos prejuicios y sentimientos de discriminación, que sentían que un cholo, marrón, con acento marcado era una figura que no los representaba». Del otro lado, están los cajamarquinos menos favorecidos, quienes habían depositado sus esperanzas en Castillo para alcanzar peticiones que por décadas han sido ignoradas. «Cuando ganó Castillo, había en muchos la sensación de orgullo. Se pensaba: ‘Ya era hora que un campesino nos represente’; ‘por fin alguien que viene del sector educativo y lo va a atender’ «.

 

Cajamarca constituye uno de los departamentos más pobres de Perú (39,7%), seguido por Amazonas (30,1%) y La Libertad (26.8 %), según cifras de la Encuesta Nacional de Hogares 2021. Casi el 60% de la población vive en zona rural, y 9 de cada 10 cajamarquinos trabaja en el sector informal, lo que significa que no tienen acceso a seguridad social, de acuerdo con reportes del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI). De ahí que el famoso mensaje de Castillo («no más pobres en un país rico») caló tanto durante la campaña presidencial.

 

Su discurso abogaba por una reforma de la constitución y la recuperación de la riqueza nacional, que tuvo buena acogida en una región que lleva décadas protestando por los abusos de las empresas mineras. El respaldo de los cajamarquinos, al final, se vio reflejado en las urnas, donde Castillo obtuvo 70% de los votos en el departamento en la segunda vuelta contra Keiko Fujimori.

 

Chuquiruna continua explicando: El triunfo de Castillo fue una victoria simbólica para poblaciones postergadas». «Un avance en la descentralización, una ganancia para los pueblos. Un maestro, un campesino y alguien del interior del país había llegado a la presidencia. Castillo representaba a una gran mayoría de peruanos».

En Cajamarca se siente una «profunda tristeza». Esa es la percepción de estos últimos días que tiene Dina Mendoza, una activista conocida por su oposición al proyecto de extracción del gran yacimiento de oro Conga. «Nos sentimos tristes y defraudados. Teníamos muchas esperanzas, porque Pedro Castillo ofreció que se iban a revisar las empresas internacionales y que se dictarían leyes a favor del pueblo. Pensábamos que las cosas iban a cambiar. Teníamos una voz de esperanza».

 

Castillo llegó al gobierno por elección popular, luego de que Perú viniera de arrastrar una cadena de destituciones, que inició con Pedro Pablo Kuczynski, siguió con Martín Vizcarra y terminó con Manuel Merino. Su mandato significaba a priori la restitución de la tranquilidad política, en medio de un contexto de la crisis sanitaria que golpeó con fuerza al país.

Sin embargo, Castillo tuvo todo en contra desde el principio de su gestión. Y así lo reconocen quienes lo apoyaron. Dina Mendoza comenta: «Tenemos un Congreso a espaldas del pueblo, que no lo dejó gobernar». «Un legislativo que solo atendió intereses individuales. Una vergüenza. Pero Castillo tampoco supo ponerse los pantalones para defender su constituyente. No puso a ministros de confianza. Ni tenía las fuerzas políticas para cerrar el Congreso».

 

Incluso, dentro del círculo de las rondas campesinas, del cual fue parte Pedro Castillo, esas objeciones sobre su gestión tienen eco. Las rondas son una organización comunal de defensa que funciona en Cajamarca desde 1976 y que se le conoce como el ejército de los pueblos.  Santos Saavedra, presidente de la Central Única Nacional de Rondas Campesinas, comenta: «Castillo no cumplió con las expectativas porque tuvo que enfrentar un ataque sistemático del Congreso». «Se distanció de las propuestas. Se dejó convencer por gente oportunista. Y, al final, ambos poderes no lograron ponerse de acuerdo para avanzar en los cambios que anhelaba el pueblo».

 

Pese a que la esperanza de su mandato solo duró 18 meses, muchos de sus seguidores siguen creyendo en el ideal que pintó Castillo de romper con las élites que han gobernado el país .Saavedra agrega: «hizo el intento». «Promovió más de 50 proyectos de ley. Insistió en hacer una consulta para cambiar la constitución. Los congresistas lo que hicieron fue bloquearlo. Ahora nos toca levantar cabeza y exigir un cierre del Congreso. Ellos no nos representan». En las filas del partido Perú Libre, no dan todo por perdido. Hay quienes reconocen que Castillo le cumplió a varios gremios, en especial, a los educadores. Para ese sector, se consiguió la reivindicación de sus salarios; el pago de una deuda social por evaluación y preparación de clases que habían dejado de percibir desde 1993, la compensación del tiempo de servicio y el aumento progresivo del presupuesto al sector educación de 3,2% a 10% para 2026. Jorge Spelucin, dirigente regional del partido, asevera: «Él logró una aspiración histórica, como dirigente de origen popular que ascendió a la presidencia». Pero este fue un gobierno satanizado y perseguido. Lucharemos para que el pueblo recupere el poder que ganó el 28 de julio de 2021″.

 

La pretensión de Castillo de instaurar un gobierno de excepción no pareció extrañar a muchos en Cajamarca. La sierra peruana está acostumbrada al autoritarismo. Por eso ciertas prácticas de las rondas campesinas para poner orden tienen gran aceptación. Chuquiruna comenta:  «imponer su autoridad no le resultó a muchos descabellado y menos con el cúmulo de descontento que existe en el país». Sin embargo, lo que no están dispuestos a perdonarle a Castillo es que las acusaciones por corrupción resulten ciertas.  Al respecto, la activista Mendoza opina lo siguiente: «No decimos que no se le investigue. Pero merece que se haga bajo el debido proceso. Si él cometió actos de corrupción, que se le juzgue. Aquí no vamos a avalar la corrupción».

 

Hasta ahora, el destino de Castillo resulta incierto. El exmandatario podría ser investigado por los delitos de rebelión y conspiración. En cualquier caso, el término adelantado de su gestión constituye una pérdida irreparable para sus coterráneos y para una buena parte del país que confío en «el primer presidente pobre de Perú». Chuquiruna lamenta: «La caída de Castillo afianza el centralismo y esa creencia de que el interior no está preparado para gobernar». «Refuerza la idea, de un sector de la población, de que solo los grandes empresarios pueden dirigir con éxito el país. Lo de Castillo fue una esperanza perdida y una traición que deja una herida en el pueblo»[6].

 

Ya contando con el desenvolvimiento más avanzado del acontecimiento político en cuestión, Guillermo D. Olmo, corresponsal de BBC News Mundo en Perú, describe lo que acaece vertiginosamente:   

La ciudad de Lima no había visto, hasta ahora, incidentes tan intensos y violentos como los que se han producido en las últimas semanas, en otros lugares del país, donde son ya – sumaban para ese entonces, el momento de la crónica – 52 los muertos y más de un millar los heridos. Pero, la convocatoria a «la toma de Lima», lanzada por las diversas organizaciones y colectivos que exigen la renuncia de la presidenta Dina Boluarte y elecciones generales, para renovar el Ejecutivo y el Congreso, ha derivado en protestas con violencia. Manifestantes y policías antidisturbios se enfrentaron en las avenidas centrales de la capital. La policía ha lanzado gases lacrimógenos y ha formado cordones para impedir el avance de los manifestantes.

 

El primer ministro Alberto Otálora anunció que el gobierno extendió el estado de emergencia a todo el país, incluido Lima, lo cual restringe algunos derechos civiles. Algunos manifestantes pudieron llegar a calles aledañas al Palacio de Gobierno y la sede del Congreso, dos puntos fuertemente resguardados por las fuerzas de seguridad. Decenas de unidades de Bomberos atendieron un gran incendio en un edificio de tres plantas en el centro de Lima, cuyo origen se desconoce. No se reportaron personas heridas por este hecho, aunque el fuego dejó imágenes impactantes.

 

La convocatoria a la protesta reunió a miles de personas de diferentes puntos del país en la plaza San Martín, la plaza Dos de Mayo y el campus de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, donde se les da cobijo, alimentos y otra asistencia. El clima en la ciudad había sido de tensión a lo largo de la mañana. Las clases universitarias fueron suspendidas y el gobierno recomendó a las empresas que facilitaran el teletrabajo durante todo el día.

 

El Ministerio de Salud declaró en alerta roja a todos los centros sanitarios en todo el país, ante la previsión de que las protestas en la capital se replicaran en otros lugares. El despliegue policial en la capital fue muy extenso, con 11.800 agentes para controlar posibles disturbios, «además de 120 camionetas y 49 vehículos militares, y también la participación de las fuerzas armadas», indicó el jefe de la Región Policial Lima, general Víctor Zanabría.

 

En las ciudades de Arequipa, Juliaca y Cusco, centenares de manifestantes intentaron acceder por la fuerza a los aeropuertos. En el caso de Arequipa, la terminal aérea informó que había suspendido sus operaciones este martes por precaución. Los asaltantes, que lanzaron piedras y derribaron parte de la valla de ese aeropuerto, se enfrentaron con los policías, que usaron bombas lacrimógenas para dispersarlos. El diario La República, citando a autoridades de salud, informó de la muerte de un manifestante en esa ciudad.

En Cuzco, el Aeropuerto Internacional Alejandro Velasco Astete también suspendió temporalmente sus operaciones. En la red de carreteras se ha interrumpido el tránsito en 127 puntos de 18 de las 25 regiones del país por las protestas, según el Ministerio de Transportes y Comunicaciones.

 

La crisis comenzó con la detención y destitución de Pedro Castillo el pasado 7 de diciembre. El entonces presidente fue detenido y luego destituido por el Congreso tras anunciar por televisión la disolución del mismo y el establecimiento de un gobierno de emergencia en Perú. De acuerdo con la Constitución, asumió entonces el cargo su vicepresidenta, Dina Boluarte, y pronto surgieron manifestaciones de protesta.

Varios departamentos del país, principalmente en el sur, se llenaron de bloqueos de carreteras y se produjeron ataques a edificios públicos e intentos de tomar aeropuertos. La violencia se desbordó en el sur, especialmente en el departamento de Puno, donde 19 personas murieron en la ciudad de Juliaca el 10 de enero. Las denuncias de que la policía utilizó munición letal indiscriminadamente contra los manifestantes desbordaron la indignación y resolvió a muchos a trasladar la protesta a la capital, pese a que las autoridades aseguraron haber actuado en defensa propia y de una manera proporcional.

 

En realidad, el lema de la «toma de Lima» ha sido usado otras veces para promover movilizaciones en la capital peruana que luego no tuvieron mayor trascendencia. Esta vez, fue enarbolado por los distintos colectivos del sur del país que decidieron marchar hacia la capital para exigir la renuncia de Boluarte.

A lo que al principio surgió como una iniciativa de comunidades indígenas y agrupaciones vecinales y estudiantiles del sur del país, se sumaron más tarde los estudiantes de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y la Confederación General de Trabajadores del Perú, uno de los principales sindicatos del país, que convocó este jueves un paro nacional coincidiendo con la «toma de Lima».

 

Este miércoles, en la sede del sindicato en Lima, junto a la que ya se han congregado numerosos manifestantes, comparecieron ante los medios dirigentes de organizaciones locales llegados desde los departamentos de Huánuco, Ancash, Lambayeque, Tacna, La Libertad, Moquegua, Apurímac, el Vraem, Arequipa, Loreto, Cajamarca y Junín. Aseguraron que no se marcharían de Lima hasta no haber logrado sus objetivos de que renuncie la presidenta, se disuelva el Congreso y se convoquen elecciones. «El pueblo y las comunidades campesinas se movilizan. ¿Cómo es posible que tengamos que venir a Lima para que entiendan nuestra agenda? Este gobierno se ha deslegitimado desde el día uno», aseguró Leonela Labra, representante de Cusco. Desde diferentes puntos del país han salido en los últimos días caravanas de vehículos con destino a Lima, que han recibido apoyo en algunos puntos del trayecto.

 

En una movilización tan heterogénea hay diversas peticiones y reclamos, pero el objetivo compartido por todos los que protestan es la renuncia de la Presidenta, la disolución del Congreso y la convocatoria de elecciones inmediatamente. Algunos claman también por una nueva Constitución para Perú y la liberación del expresidente Castillo. Acusan al gobierno de las muertes en las protestas y de que la actuación policial ha violado los derechos humanos.

 

La presidenta Boluarte ha reiterado que no piensa renunciar. El viernes dijo: «Mi compromiso es con el Perú, no con ese grupo minúsculo que está haciendo sangrar a la patria». Boluarte invitó a los descontentos a manifestarse en Lima, pero pidió que lo hicieran pacíficamente. También ha ofrecido diálogo, pero excluyó explícitamente abordar aspectos como la disolución del Congreso o la reforma constitucional por quedar fuera de las competencias presidenciales.

El gobierno ha prometido que todas las muertes serán investigadas y la Fiscalía ha abierto diligencias preliminares contra la presidenta y el primer ministro, Alberto Otárola. Al poco de suceder a Castillo, Boluarte afirmó que su plan era agotar el mandato de su predecesor y mantenerse en el cargo hasta 2026. Pero tras la primera ola de protestas propuso adelantar las elecciones y en el Congreso se ha votado un acuerdo preliminar para qué se celebren en abril de 2024[7].

 

 

Como si la muerte desatada se ensañara con los cuerpos, acumulando su tétrica acumulación de cadáveres, dos personas murieron el sábado, 21 de enero de 2023, en las protestas antigubernamentales en la localidad peruana de Virú, en la región norteña de La Libertad. Lo que eleva a 62 los fallecidos, desde que comenzaron en diciembre del año pasado las manifestaciones, que piden la renuncia de la presidenta Dina Boluarte, también el cierre del Congreso.

Uno de los fallecidos tenía 23 años, murió en una de las carreteras, la misma que fue escenario de enfrentamientos entre las fuerzas policiales y los manifestantes. En tanto que la segunda víctima mortal era un hombre de 54 años, las circunstancia de su fallecimiento está por aclararse, hay versiones encontradas, una es la de la policía.

Estas dos muertes se suman a las de una mujer y un bebé nonato, que falleció este jueves, con esto suman, al menos, cuatro los decesos en Virú. Es aquí donde, desde el 16 de enero, las movilizaciones sociales bloquean la carretera, se enfrentan a la policía.

Con la misma vertiginosidad de los hechos violentos desbocados, la violencia desatada, se suceden otros eventos de extrema violencia, esta vez vulnerando la autonomía universitaria. La Policía Nacional de Perú detuvo el sábado a cientos de manifestantes, después de irrumpir militarmente el campus de la Universidad Mayor de San Marcos, en Lima. Destrozando con una tanqueta la puerta de entrada, mandando un mensaje con este acto innecesario, grotesco y desesperado. Es en el campus universitario donde acampaban otros estudiantes, venidos de otras ciudades del país, con el objeto de apoyar a las protestas sociales, que tomaron Lima.

 

Las protestas piden la renuncia de la presidenta Dina Boluarte, el cierre del Congreso, la convocatoria a elecciones generales para este año y el establecimiento de una Asamblea Constituyente. Al respecto, queriendo justificar la actuación premeditada del gobierno, el ministro de Interior, Vicente Romero, afirmó que “existe una acción planificada y concertada” en las manifestaciones, que se presentan desde hace un mes en el país, con la intención de chantajear al gobierno”.

 

Ante los sucesos del conflicto ya desbocados, el Gobierno de Dina Boluarte ordenó el desalojo de la Universidad San Marcos, que acogía a los manifestantes en Lima, así como el cierre de Machu Picchu. Desde el miércoles, 18 de enero, empezaron a llegar Lima, primero centenares, después miles de personas de Puno, Arequipa y Cuzco, entre otros poblados del país, para participar en las protestas en contra del gobierno de Dina Boluarte. Los manifestantes piden: La renuncia de la presidenta Dina Boluarte, el cierre del Congreso, la convocatoria de una Asamblea Constituyente, el adelanto de elecciones. Los manifestantes también exigen la liberación del expresidente Pedro Castillo, quien fue destituido y arrestado el 7 de diciembre del año pasado, después intentar disolver infructuosamente el Congreso.

La Policía Nacional de Perú (PNP) detuvo el sábado a más de 200 estudiantes, después el desalojo del campus de la Universidad Mayor de San Marcos (UNMSM) de Lima, donde cientos de manifestantes venidos de todo el país acampaban desde el miércoles, 18 de enero, para participar en las marchas antigubernamentales en la capital, informó un vocero del Ministerio Público. El fiscal superior provisional y coordinador Nacional de las Fiscalías en Prevención del Delito, Alfonso Barnechea, anunció a los medios en las puertas de la universidad que fueron 200 personas las detenidas en el operativo y que se han trasladado una veintena de fiscales a este lugar para verificar que se hayan respetado los derechos humanos de los ciudadanos. Sin embargo, esta versión es desmentida por los comunicadores de los medios alternativos y la Defensoría del Pueblo. Aproximadamente a las 9.30 hora local, la Policía Nacional de Perú echó abajo con una tanqueta la entrada de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos e ingresó al campus para desalojar a cientos de manifestantes, que más tarde fueron detenidos y trasladados a distintas instalaciones policiales.

Antes de sumar los 62 decesos, en lo que va del conflicto social y político, se informaba de la muerte de un hombre en la región sureña de Puno, con lo que, en aquel momento, el viernes 20 de enero,  se elevaba, todavía a 60 el número de los fallecidos en las manifestaciones antigubernamentales, antes de contar las muertes en Virú.

La Dirección Regional de Salud (DIRENA) de Puno señaló, en redes sociales, que un hombre de 62 años falleció tras sufrir un shock hipovolémico mientras era conducido por una ambulancia hacia el hospital regional de Puno. La víctima mortal fue identificada como Isidro Arcata Mamani, fue una de las personas heridas durante los violentos enfrentamientos que se desencadenaron entre manifestantes y las fuerzas de seguridad en la ciudad andina de Ilave (Puno). Arcata figuró en una lista previa de 8 personas que fueron atendidas de emergencia en el Hospital de Ilave, donde llegó con una fractura tercio proximal en fémur izquierdo y pronóstico reservado. En el hospital también fue atendido otro hombre, de 46 años, por una herida de proyectil a nivel abdominal y pronóstico reservado, así como otras seis personas con fracturas, heridas y contusiones de diversa consideración.

La irradiación del conflicto y la virulencia de los enfrentamientos obliga a las autoridades peruanas cerrar desde el sábado, 21 de enero, la turística ciudadela de Machu Picchu y la red de caminos del inca, con objeto de garantizar la seguridad de los turistas, que se encuentran en el ojo de la tormenta, en medio de las protestas que están sacudiendo al país. La Dirección Desconcentrada de Cultura Cusco señaló en un comunicado que “frente a la actual coyuntura social en la que se encuentra nuestra región y el país, se ha dispuesto el cierre de la Red de Caminos Inca y la llaqta de Machupicchu, desde el día 21 de enero hasta nuevo aviso”.

Perdido en su laberinto, el gobierno, agitando las manos, denuncia “acción planificada”. El ministro de Interior de Perú, Vicente Romero, afirmó este viernes que “existe una acción planificada y concertada” en las manifestaciones, que comenzaron hace un mes en el país, con la intención de “chantajear al Gobierno”, que preside Dina Boluarte. “Existe una acción planificada y concertada que obedece a intereses políticos, principalmente, que quiere chantajear al Gobierno de turno. Estas acciones evidencian que se quiere desatar el caos, no solamente en Lima, sino a nivel nacional, buscando víctimas”, aseguró Romero. Incluso, de manera cínica, durante una declaración conjunta con otros ministros, Romero elogió la “actuación policial muy profesional” en las manifestaciones, que comenzaron este jueves en Lima; dijo que, “a pesar de que la situación es muy compleja”, se ha buscado evitar “en todo momento el costo social” en la capital peruana – no se entiende qué son para el ministro las 62 muertes acumuladas -. Agregó, de todas maneras, sin darse cuenta que lo que dice y hace no es otra cosa que evidenciar sus malabarismos discursivos, que pretenden encubrir los asesinatos, que los manifestantes incendiaron módulos y casetas de atención en la mina Antapaccay, en el Cuzco, también se presentó un intento de ataque a la comisaría de Chao, en la región norteña de La Libertad, así como intentos de tomar los aeropuertos de las ciudades sureñas de Arequipa y Juliaca[8].

 

Interpretación de la crisis política y social singular

Ciertamente una descripción de los hechos es un recorte de la realidad, sinónimo de complejidad, mucho más aún cuando este recorte corresponde al estilo periodístico. Sin embargo, cuando este estilo se apega a la descripción de los hechos, buscando informar, lo que es tarea de los periodistas y los medios de comunicación, ayuda a contar con una buena información, por lo menos puntual e inmediata. No hablamos de la descripción como resultado de una investigación, que resultaría ser más completa e incluso mejor descriptiva. Decimos eso para distinguir el periodismo y los medios de comunicación que todavía se apegan a este formato descriptivo e informativo, del periodismo y los medios de comunicación empresariales que no se guían por este formato, mas bien, lo han abolido, prefieren la inclinación por la manipulación y la invención de “realidades” convenientes al poder.

 

En la descripción de la crisis política y social reciente tenemos un panorama inmediato, armado por recortes de información puntual, escogiendo a los periódicos y medios que todavía mantienen cierto apego a la información y a la descripción; son los menos, la mayoría de los medios de comunicación son dispositivos ideológicos y de manipulación de las estructuras de poder. Conscientes de que estamos ante recortes, no integrados, no necesariamente articulados, tampoco continuos, sino, mas bien, discretos, hemos intentado, por lo menos contar con fotografías inmediatas de los hechos.

 

Lo que se observa, con la información a mano, es el desenvolvimiento del acontecimiento político singular, la crisis múltiple del Estado nación y de la sociedad institucionalizada. Las mismas acumulaciones de muertos, de heridos, de detenidos, de damnificados, nos muestra, por así decirlo, el recorrido vertiginoso de la violencia, en escalada y en forma espiral. Interpretando esto se puede decir, exponiendo en forma de ecuación el enunciado, que el uso de lo violencia es inversamente proporcional a la fortaleza estatal. En consecuencia, cuando se recurre a la violencia es porque se responde a una debilidad patética y una vulnerabilidad evidente, aunque esto se quiera precisamente ocultar con la retórica gubernamental y de los medios de comunicación afines al poder.

 

Lo dramático para el ejercicio del poder es cuanto más violencia emplea, para preservarse, ocasiona todo lo contrario, se acortan sus plazos. No solo alcanza niveles insostenibles de ilegitimidad, sino incluso comienza a quebrar la apariencia de legalidad. Si antes, de alguna manera, de forma latente, ya mostraba síntomas de ingobernabilidad, después del empleo de la violencia se hace manifiesta, visible, la ingobernabilidad. De todos los gobiernos que siguieron a las gestiones del gobierno de Alberto Fujimori el de Dina Boluarte es el que más se ha dejado llevar por la espiral de la violencia, atrapado en un torbellino catastrófico del que no se sale sino con el derrumbe mismo.

 

Esta es una interpretación todavía general, vale la mena ahondarla, buscando, en la composición de lo que acontece, entrever las dinámicas molares, es decir institucionales, de lo que ocurre. Se observa claramente el comportamiento del ejército, que ha tomado militarmente puno, y de la policía, que ha perpetrado con el ejército las masacres cuantificadas. Estas instituciones están perdidas en el laberinto junto al gobierno de turno. Digan lo que digan, lo que se evidencia es la guerra declarada, implícitamente, de parte del Estado contra el pueblo peruano, con todas las multitudes, colectivos, identidades, configuraciones, que contiene. Esto convierte al ejército más en un ejército de ocupación que en un ejército que defiende al país. Este es un rasgo colonial del Estado.

 

La crisis múltiple del Perú, del que hablamos y escribimos con cierta secuencia y continuidad, atendiendo al dramatismo de los hechos, sucesos y eventos, en los espesores de la coyuntura, anuncia la clausura de una época, que contiene periodos específicos, la época del Estado aparente, mucho mejor dicho, de la República aparente. Ha llegado el momento de acabar con la apariencia y realizar la liberación plena del pueblo. Esto implica avanzar a una democracia plena, que no puede ser otra cosa que el autogobierno del pueblo. La armonía social, económica, política, cultural y territorial exige avanzar hacia las sociedades ecológicas.   

 

Terrorismo del Estado gamonal

El Estado no encuentra otra salida a la problemática social que la represión y, ahondando, el terrorismo de Estado, con el objeto de mantener los privilegios de las empresas trasnacionales extractivistas mineras, para mantener los beneficios de la clase empresarial y de la casta política, que se benefician de esta explotación extractivista de los recursos minerales. En otras palabras, volvemos al la intermitencia de una «guerra interna» dilatada. Desde esta perspectiva no debe sorprendernos que vuelva aparecer esta “guerra interna” dilatada, esta vez la guerra del Estado contra el pueblo peruano serrano, contra el pueblo peruano no limeño, extendiéndose a la guerra contra el mismo pueblo limeños, contra la sociedad peruana, que apoya la propuesta de las organizaciones sociales serranas, sobre todo del sur del Perú, quedando el gobierno aislado, peleando solo contra el mundo. Por eso, tenemos esta recurrencia a la violencia bélica y a argumentos enacrónicos, que toman como referente la guerra contra Sendero Luminoso. Argumentación insostenible, por cierto, de parte de los gobernantes, de un gobierno de sustitución constitucional, por lo tanto legal sin embargo ilegítimo.

En el imaginario gubernamental de la burguesía gamonal peruana y de una clase media alta limeña se está, de nuevo, en una guerra contra Sendero Luminoso, también contra los agentes externos e internos, así como contra la conspiranción “terrorista” contra la estabilidad. No solamente es sorprendente esta argumentación, anacrónica e insostenible empíricamente, sino que hablen de “estabilidad” precisamente cuando no hay estabilidad. No hubo estabilidad desde la victoria del Estado contrainsurgente sobre la gerrilla. No se puede decir que los gobiernos de Alberto Fujimori, las gestiones de estos gobiernos, corresponden a una estabilidad; al contrario, corresponden a una inestabilidad institucional, que se puede nombrar irónicamente como paz  gamonal, lograda por masacres. Entonces no se trata de otra cosa que de una inestabilidad lograda a costa el despilfarro de los recursos naturales, de haber convertido al Estado en un botín y haberse apropiado privadamente de los recursos naturales del Perú. Por lo tanto, se trata de una inestabilidad congelada, debido al saqueo del Perú. La situación se agrava posteriormente, después de la salida del gobierno de Alberto Fujimori, pues asistimos de manera elocuente a la inestabilidad descongelada, a una inestabilidad compulsiva, que se manifiesta claramente en la notoria inconclusión de las gestiones de gobierno, que resultaron elegidos en las sucesivas elecciones. Las gestiones de gobierno no culminan debido al boicot congresal, donde el fujimorismo impone la proliferación de juicios y de vacancias de los presidentes elegidos. Su lema es más o menos el siguiente: el fujimorismo no gobierna, a pesar de ser ampliamente votado, si el pueblo peruano vota contra el fujimorismo para que no salga en una segunda vuelta, entonces la estrategia fujimorista consiste no dejar gobernar a nadie. La inestabilidad se expresa es una ingobernabilidad absoluta, por así decirlo.

La crisis múltiple del Perú en la presente coyuntura es esquizofrénica, los gobernantes, los medios de comunicación empresariales, la burguesía gamonal, viven en un imaginario retenido y anclado en la “guerra interna” de hace más de dos décadas, mientras la realidad efectiva transcurre por otros caminos; uno de ellos tiene que ver, también elocuentemente, con las resistencias sociales, populares e indígenas, en contra las formas reiteradas de gobiernos gamonales. Formas de gobierno anacrónicas, actualizadas a su manera, a la manera neoliberal peruana. La realidad efectiva corresponde a la crisis múltiple del Estado y de la sociedad, también es una crisis cultural; son clara muestra de esto una ausencia de valores, una desaparición de la ética, sobre todo, en la casta política. La crisis múltiple se expresa precisamente en la resistencias de los pueblos y de las comunidades, en la lucha por sus demandas, en la búsqueda de soluciones al problema crónico de ingobernabilidad, de la desigualdad social y de la herencia colonial.

Estos entramados son los síntomas del trauma político y social del que hablamos, en consecuencia, conviene tomar en cuenta este trauma colectivo, descubrirlo en su configuración compleja, para lograr, por así decirlo, usando otra metáfora del psicoanálisis, la transferencia; en otras palabras, la liberación de la sociedad y del pueblo respecto al trauma político y social. Esto no puede lograrse si no se hace esta terapia social, que corresponde al conocimiento objetivo, al reconocimiento de lo que ocurre, a una interpretación clara y honesta de lo que ha pasado en la historia reciente. Obviamente no hay que olvidar que la historia reciente se sostiene en las estructuras de larga duración de la historia. Por el momento concentrémonos en la historia reciente. No se puede lograr está Liberación de la memoria, a través de la liberación de la memoria de la experiencia social, si no se hace una pedagogía social, una pedagogía política y una pedagogía cultural.

Conclusión

La entropia y el trauma son dos metáforas que correponden a dos conceptos – todo concepto es ya metáfora, de acuerdo a Jacques Derrida -, útiles para la interpretación y el análisis de la crisis múltiple de la civilización moderna, del sistema mundo capitalista, del Estado nación, del orden mundial y de las sociedades, en esta modernidad tardía y capitalismo tardío, en plena clausura de la civilización moderna y del sistema mundo capitalista.

Hemos usado la tesis de la entropia de doble entrada para analizar la crisis múltiple en el Perú, también la metáfora del concepto de trauma del psicoanálisis, extendiéndolo a la figura de trauma político y social. Al respecto de lo que dijimos, usando la tesis de la entropia de doble entrada, podemos decir, respecto al trauma político y social, que no se trata de una entropia creativa, sino, mas bien, de todo lo contrario, de una entropia destructiva. Ya no es el referente la estrella o el sol, en su plenitud, donde se produce la entropia de doble entrada, que genera organización y transformación del núcleo, sino, de lo opuesto, de una estrella o un sol en pleno colapso.

 

Notas

[1] La provincia de Bagua es una de las siete que conforman el departamento de Amazonas en el Perú. Está ubicada en la parte septentrional del país y su capital, Bagua, se encuentra en el valle del bajo Utcubamba.

[2] Masacre de Bagua: https://es.wikipedia.org/wiki/Masacre_de_Bagua#:~:text=El%205%20de%20junio%20de,el%20departamento%20peruano%20de%20Amazonas.

[3] Crecientes protestas en Perú afectan corredor minero del sur: https://www.bnamericas.com/es/noticias/crecientes-protestas-en-peru-afectan-corredor-minero-del-sur.

[4] Perú en un nuevo tope de la crisis política y social: 5 puntos para entender su último estallido: https://www.france24.com/es/am%C3%A9rica-latina/20230122-per%C3%BA-en-un-nuevo-tope-de-la-crisis-pol%C3%ADtica-y-social-5-puntos-para-entender-su-%C3%BAltimo-estallido.

[5] Mueren al menos 18 personas en el sur de Perú durante protestas para exigir nuevas elecciones y la liberación de Pedro Castillo: https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-64218613.

[6] Crisis en Perú | «Una esperanza perdida y una traición que deja una herida en el pueblo»: la decepción en Cajamarca, el gran bastión del expresidente Pedro Castillo, tras su destitución: https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-63932709.

[7] «La toma de Lima»: quién estaba detrás y cuáles eran los objetivos de las protestas contra el gobierno en la capital peruana: https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-64330302.

[8] Se elevan a 62 los fallecidos en las protestas en Perú:  

https://www.primicias.ec/noticias/politica/violentas-protestas-contra-gobierno-peru-fallecidos/.

Lo que ocurre está en otra parte

Lo que ocurre está en otra parte

Raúl Prada Alcoreza

 

Cristo Redentor

 

Boceto arqueológico de nuestro locus

Lo hemos dicho varias veces, lo que importa es comprender cómo funciona, cómo funciona aquello que se convierte en referente de nuestro análisis. Si atendemos una problemática es indispensable comprender las dinámicas moleculares, su articulación compleja, el entrelanzamiento de los distintos planos de intensidad, la composición del acontecimiento. Desde esa perspectiva podemos iluminar el acontecimiento, entendido como multiplicidad de singularidades, incluso como multiplicidad de procesos singulares integrados. Interesa esta perspectiva que hemos llamado compleja para evitar buscar otros nombres quizás más apropiados, puesto que se confunde la perspectiva compleja con una de las teorías de la complejidad, sin comprender que se trata de una arqueología del saber complejo, que data de lo que el mismo Karl Popper reconoce como el cisma de la física. La emergencia de una nueva percepción, la conformación de un nuevo zócalo epistemológico, momento de ruptura epistemológica, cuando se da el cisma con la irrupción de la física relativista y la física cuántica. Desde entonces se tienen consecuencias en el resto de la conformación de la episteme moderna, antes de la construcción de la nueva episteme..

En primer lugar, se va desordenando la anterior episteme, en este caso, lo que viene a ser la episteme moderna. En segundo lugar, se da comienzo en construcción a la nueva episteme, que, por motivos de comodidad, hemos llamado episteme compleja. Quede claro que cuando hablamos de episteme compleja nos referimos, para decirlo de ese modo, a su momento constitutivo, correspondiente a la emergencia de la física cuántica y la física relativista. Después, de manera más configurada y elaborada, hablamos de uno de los ejes y una de las historias epistemológicas que tiene que ver con la construcción del pensamiento complejo. Estamos hablando de la teoría de sistemas. La teoría de sistemas comienza, primero, desde una perspectiva cibernética, empero, después, se va transformando hasta llegar a ser la teoría autopoética de sistemas, que tiene como referente la vida, la biología, la célula. Entonces, aquí tenemos desplazamientos epistemológicos, que van a impactar también en la sociología alemana, Niklas Luhmann, cuando se incorpora la perspectiva de la teoría de sistemas autopoético a la ciencia de la sociedad. Sin embargo, en la construcción del pensamiento complejo este eje no es el único, hay otros, que también tienen que ver con el impacto de la física relativista y la física cuántica en las otras ciencias y saberes, dando lugar a desplazamientos epistemológicos.

Otro eje de desplazamiento epistemológico corresponde, por así decirlo, a las teorías nómadas. Estamos hablando de la crítica de la epistemología francesa, Michel Foucault, Félix Guattari, Gilles Deleuze, Jacques Derrida. No podemos olvidarnos de cierta anterioridad a esta irrupción nómada y deconstructiva,  así como de la diseminación, que tiene que ver con el filósofo de la fenomenología, Edmund Husserl, respecto de quien se puede considerar como continuador consecuente y radical a Merleau-Ponty, que desarrolla la fenomenología de la percepción. Los críticos de la modernidad, mencionados anteriormente,  recogen las reflexiones fenomenológicas, se convierten en los herederos de la fenomenología, transformada en las vertientes de las teorías nómadas. Tampoco podemos olvidarnos del epistemólogo Gastón Bachelard, así como del escritor, ensayista y crítico George Bataille, ni del investigador biólogo y filósofo Georges Canguilhem. Se trata aquí de los antecedentes arqueológicos de las teorías nómadas. Hay otras fuentes más de la nueva episteme en construcción, como la hermenéutica contemporanea, la teoría de la narración de Paul Ricoeur.

Moviéndonos de continente, debemos incorporar el pensamiento propio y crítico anicolonial, descolonizador y anticapitalista; por el momento, basta algunas menciones al respecto, el marxismo afro del Caribe o de las Antillas, el marxismo propio de José Carlos Mariategui. En estos casos, el marxismo descolonizador, el pensamiento crítico anticapitalista se transforma desde la perspectiva y la experiencia de las resistencias.

Sin embargo, este boceto arqueológico de la emergencia de la nueva episteme es solo para volver a situarnos en el locus desde donde enunciamos. Lo que nos interesa es situar en el mapa epistemológico la arqueología de la construcción de la nueva perspectiva epistemológica, es decir, la nueva episteme. Comprendiendo a las distintas composiciones de la misma. Esto para que  no se pierda de vista desde donde hablamos.

Como se puede ver esta exposición no trata de la arqueología de la epistemología, sólo hemos mencionado parte de un boceto epistemológico de la nueva episteme, buscando clarificar lo que entendíamos por perspectiva compleja o pensamiento complejo. Sin embargo, ahora creemos que es necesario cambiar el nombre, usado provisionalmente, porque genera confusiones. Se puede optar por otros nombres, que no dejan de ser provisorios, que sean más adecuados para entender que se trata, en primer lugar, de un nuevo zócalo epistemológico, físico y matemático, que tiene que ver con la física relativista y la física cuántica. En segundo lugar, se trata de vislumbrar lo que acontece en la conformación, configuración y construcción de esta nueva episteme, que tiene que ver con las consecuencias de el cisma de la física.

En este buscarle un nombre a la nueva episteme, en este bautizo a esta nueva perspectiva integral epistemológica, es indispensable tener en cuenta lo que los mismos físicos están buscando con la teoría unificada, es decir, unificar ya no solamente los distintos campos de fuerzas, que tienen que ver con la fuerza gravitatoria, con la fuerza electromagnética, con la fuerza fuerte atómica, con la fuerza débil atómica, así como con otras fuerzas, que todavía no están descubiertas. Sobretodo se parte del criterio de que es menester una mirada integral de lo que ocurre, tanto en la dimensión cuántica como en la dimensión, para decirlo de ese modo, de la formación molecular y de la formación molar de la materia. En lo que respecta a las formaciones sociales, se considera menester incorporar los saberes de las llamadas ciencias humanas y sociales. Entonces, se trata de la teoría unificada.

Brian Greene anuncia una teoría unificada de alcance mayor, que va más lejos; se trata de unificar también las otras ciencias y los otros saberes, es decir, unificar sus problemáticas y entender que vivimos en un universo integrado, en sus distintas escalas. En ese sentido, se propone la unificación de todo, aunque el autor se distingue de los que postulan la teoría del todo. Dejemos aquí esto pendiente. Lo que nos interesa es partir precisamente de esta sugerencia, de esta comprensión de que debemos tener una teoría unificada de todo, en sus distintas dimensiones integradas. Entonces, aquí Brian Greene propone incluso la integración de lo que ocurre con la mente, con la conciencia, es decir, se requiere incorporar a nuestro mismo cerebro, cómo funciona nuestro cerebro; no solamente en términos moleculares, biológicamente, cómo funciona la red neuronal, cómo funciona todo esto de manera subjetiva, pasando por el substrato sensitivo. ¿Qué ocurre con el pensamiento? Sino también, simultaneamente, cómo se da de manera cuántica, para que ocurra todo esto. En consecuencia, como verán, estamos ante el sugimiento de la episteme correspondiente a la teoría unificada en la integridad del todo.

A diferencia de la episteme moderna, que supone una división del trabajo, una diferenciación de los campos de las ciencias, de los saberes, en las nueva episteme de la teoría unificada se trata, por el contrario, para decirlo de ese modo, de la integración, de la unificación, de la armonización. En consecuencia, volviendo al nombre de la nueva episteme, otra vez provisoriamente, podemos llamarla episteme de la unificacIón integral.

Análisis del acontecimiento

Ahora, volviendo a nuestro tema de inicio, el relativo al análisis del acontecimiento, tenemos que comprender lo que ocurre de manera inmediata, como hemos dicho antes, en los distintos planos de intensidad, en los distintos espesores de intensidad, articulados, entrelazados, integrados. Vale decir, si se trata del acontecimiento social, requerimos visualizar y comprender los distintos entrelazamientos y entramados de los distintos campos en los que se mueven las relaciones sociales, las prácticas sociales y las estructuras sociales. Además, comprender lo que ocurre subjetivamente, qué pasa con las estructuras de la subjetividad, lo que antes, en la sociología, se llamaba sujetos sociales. En ese sentido, también lo qué pasa en la singularidad subjetiva, lo que es la filosofía llamaba individuo.

Al respecto del análisis del acontecimiento vamos a centrarnos en un acontecimiento singular, dado en los espesores de la coyuntura, en una geografía política concreta, Bolivia. El acontecimiento singular tiene que ver con la crisis múltiple del Estado y del modelo colonial extractivista del capitalismo dependiente.

Contextos históricos

Comencémos con los contextos, que son espacios y tiempos territoriales. Los contextos conforman composiciones singulares sociales, económicas, políticas y culturales propias, del momento o de la coyuntura. Los contextos se distinguen por los desplazamientos y las modificaciones de sus composiciones. Para comenzar es menester distinguir estas diferencias, por más sutiles que sean. Después hay que identificar el entrelazamiento específico de los planos de intensidad, político, económicos, sociales, culturales, subjetivos. Después de todos estos pasos es indispensable interpretar el sentido inmanente del acontecimiento.

Respecto a éste conjunto de recorridos del análisis complejo, es necesario efectuar el análisis de las dinámicas sociales, culturales y territoriales. De lo que se trata es de comprender el funcionamiento social de la problemática en cuestión. Desde esta perspectiva hay que esclarecer el sentido y la diferencia de los desplazamientos de los contextos. A partir de la diferencia de los contextos interpretar los hechos, los eventos, los conflictos de las distintas coyunturas.

Las movilizaciones cruceñas

Un primer contexto, delimitado para este análisis, puede situarse alrededor de la demanda de 11% de regalía hidrocarburífera. Al respecto, hay que tener en cuenta un antes y un después de la revolución nacional de 1952 y, a partir de entonces, las modificaciones estructurales que se dan en el país, teniendo en cuenta, además, las diferencias regionales y microregionales, los impactos de la revolución en la geografía política, en los distintos ámbitos espacio-temporales. En lo que corresponde a Santa Cruz es indispensable tener en cuenta la construcción de la carretera de Cochabamba a Santa Cruz y el ferrocarril de Santa Cruz al sur, con sus ramajes a Brasil y Argentina. Esto es, en parte, resultado de la aplicación del plan Bohan, plan que asume el gobierno del MNR a partir de 1956, como plan de estabilización.

Considerando ambos cambios estructurales en la formación espacio-temporal-territorial-social, sobre todo en la infraestructura correspondiente,  teniendo en cuenta la importancia que va adquiriendo la explotación hidrocarburífera en aquel entonces, principalmente la explotación del petróleo por parte de de Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos, se va a pelear por las regalías. Un número del porcentaje, 11%, comienza a convertirse en consigna de la demanda de regalías departamentales. Alrededor de esta demanda por las regalías de los departamentos productores de petróleo, a partir de un epicentro activo, que es Santa Cruz, se tiene un conjunto de disposiciones y dispositivos, de organizaciones involucradas, tanto en la consecución de la demanda como en oposición a la demanda, que en parte viene del gobierno central. Entonces, tenemos por un lado, organizaciones cívicas como el Comité Cívico, incluyendo a la Juventud Cruceñista, y otras organizaciones sociales vinculadas o no al Comité Cívico. Por otro lado se tiene a partidos políticos, que están implicados en el conflicto político del país, principalmente, obviamente, el partido que gobierna, pero también, en el caso de Santa Cruz, la Falange Socialista Boliviana, que involucra a parte del Comité Cívico y a parte de la Juventus Cruceñista, en un proyecto golpista, que va a ser respondido por el gobierno de manera contundente. Se tiene como trágicos los sucesos dados en Terebinto.  Los acontecimientos del desenlace fatal se dan durante el gobierno de Hernán Siles Suazo. Se da lugar a la intervención del ejército, así como se moviliza a las milicias campesinas, principalmente de Ucureña. Esto sucede frente a lo que considera el gobierno como una conspiración y una proyección separatista. El trágico desenlace da como resultado mortal seis fallecidos cruceños.

El desenlace final de la lucha por el 11% es el haber conseguido la realización de la demanda perseguida, contando con la aprobación del Congreso y la promulgación del ejecutivo; lo que es una victoria para la movilización regional en torno a las regalías petroleras. Al respecto, sin embargo, hay que hacer otras anotaciones, porque hay, como podemos decir, ausentes y ausencias notorias. Estas ausencias se muestran, en sus vacíos y silencios, en las fuentes de la hemeroteca, en las fuentes de información, en la referencia notificada de este conflicto y de esta demanda por las regalías.  Esas ausencias tienen que ver con los sujetos sociales que no aparecen. Estamos hablando, en primer lugar, de las naciones y pueblos indígenas de tierras bajas, que por aquel entonces no están organizados. Esto sorpende pues ya, durante la colonia, las misiones registraron y reorganizaron en cabildos a los pueblos nativos. En cambio, lo anterior contrasta con lo que ocurre durante la la República; se hace caso omiso a estas formas de organización y de representación indígenas. Se olvidan los registros de las misiones.  Por otra parte, en los ausentes y ausencias, no aparecen las organizaciones campesinas del oriente, salvo en lo que respecta a las organizaciones campesinas de occidente.

En otras palabras estamos ante  una historia oficial, tanto si esta historia viene contada desde las versiones gubernamentales o desde las versiones regionales, puesto que aquí, en esta narrativa, no se encuentran las naciones y pueblos indígenas y los campesinos, son ausentes. La pregunta al respecto es: ¿Quiénes se apropian del excedente de los hidrocarburos? Hablamos del 89% que corresponde a la administración central del Estado y el 11% que corresponde a las regiones productivas del petróleo, principalmente el departamento de Santa Cruz. La ley va a establecer, de manera puntual, la composición de la distribución. A propósito, nos interesa no solamente esta distribución sino quiénes se apropian de este excedente. Recordando a los ausentes y a las ausencias, estos son quienes no aparecen, sino en la sombra, estos son los que no se apropian del excedente. Ésta es una primera anotación que debemos hacer para completar esta parte del análisis de las movilizaciones en Santa Cruz.

Haciendo una recopilación, tenemos como antecedentes la ley de 1938, el Código del Petróleo, el artículo 104, que debe ser interpretado respecto a la regalías; por último, el logro de la reinvindicación regional del 11%.

El segundo contexto tiene que ver con la emergencia del eje económico agroindustrial de Santa Cruz. A partir de la recepción de las regalías petroleras, de la articulación caminera entre oriente y occidente, además de la vinculación ferroviaria con Brasil y Argentina, se estructura una economía capitalista empresarial, basada en la agricultura, en la pecuria y en la industria, vinculada a estos rubros. Más tarde aparece el cultivo expansivo de la soya y la industria asociada. Se tiene como antecedentes históricos el cultivo y la  cosecha de la caña y su industria asociada, principalmente del alcohol. También, no hay que olvidar, el cultivo y la cosecha del algodón. Como se puede ver, estamos ante una historia económica capitalista del oriente, que se impulsa a partir de la revolución de 1952, considerando sus antecedentes y las transformaciones de las condiciones de posibilidad económicas y políticas.

Quizás se tenga que distinguir tres planos de intensidad de este desarrollo económico. Uno, el que tiene que ver con el plano de intensidad económico, propiamente dicho, donde la intervención empresarial destaca. Segundo, el plano de intensidad cívico, que juega un papel importante en la organización social departamental, sobretodo respecto a las demandas regionales. Tercero, el plano de intensidad político, que, si bien, corresponde al ámbito nacional, tiene que ver con el papel que juega Santa Cruz en los distintos contextos políticos.

En lo que respecta al plano de intensidad político, el papel de Santa Cruz es notoriamente polémico. Durante la revolución de 1952-1964 el acercamiento de la Falange Socialista Boliviana al Comité Cívico y a la Juventud Cruceñista ocasiona la represión del Estado y su intervención. Sin embargo, hay que anotar, que el MNR también tuvo influencia y presencia en el Comité Cívico. Así como tuvo su dispositivo represivo y de vigilancia en el famoso Control Político. Después, se puede decir que durante el periodo de las dictaduras militares el empresariado cruceño va a ser hartamente beneficiado, sobre todo a través del crédito. Esta vinculación va marcar un perfil polémico, comprometido políticamente, marcando a las élites cruceñas, aunque, después de las dictaduras jueguen, mas bien, otro rol en la democracia formal.

Durante el periodo neoliberal también el empresariado cruceño va a ser beneficiado con las políticas de privatización, una vez clausuradas las Coorporaciones Departamentales. También esta incidencia marca rasgos en el perfil político de las élites cruceñas.

Cuando se vuelve conflictiva la relación con el proceso político es durante el proceso constituyente. El Comité Cívico se opone al proceso constituyente y se aventura en una oposición activa contra el proceso, incluso tomando instituciones. Este comportamiento también va marcar rasgos polémicos en el perfil de las élites cruceñas. Sin embargo, durante las gestiones del gobierno de Evo Morales se van dar lugar a vinculaciones económicas que benefician al empresariado cruceño. Se dice que es cuando más gana la burguesía oriental. De todas maneras, estas conexiones económicas con el “gobierno progresista” no impiden contradicciones manifiestas, como cuando se desatan las movilizaciones contra el Código Penal, así como cuando se da la convocatoria por el referéndum sobre la reforma constitucional, después por la defensa de los resultados del referéndum. A continuación, durante los conflictos de 2019 en defensa del voto. Podemos decir que, en este último caso, el perfil de Santa Cruz evidencia desplazamientos. Comienza a dejar de manifestar, en el plano de intensidad político, una conducta meramente regional, proyectando un comportamiento de carácter nacional.

Durante el conflicto del censo, que dura un poco más de un mes, Santa Cruz expresa ya su incidencia nacional de manera indiscutible, aunque no tenga todavia plena conciencia de ello. Hablamos de la ciudad más grande del país, demográficamente más grande que la ciudad de La Paz y la ciudad de El Alto juntas. También hablamos del departamento con más habitantes, aunque no lo reflejen todavía las estimaciones, pues con la ausencia de censos científicos desde el 2001, no hubo, propiamente hablando censo en 2012, se subestima las magnitudes demográficas. Santa Cruz suma un crecimiento vegetativo pujante y un crecimiento social dinámico.

En lo que respecta  al plano de intensidad económico, el departamento de Santa Cruz, para decirlo de manera usual, es el motor económico departamental de la economía nacional, por lo menos considerando su incidencia y su participación en el Producto Interno Bruto. Volviendo al plano de intensidad político, desde el plano de intensidad económico, su articulación e impacto con el plano de intensidad político, lo que no ocurría antes se nota ahora, el eje político comienza desplazarse al oriente, hacia Santa Cruz. Esto quedó claro en el conflicto del censo.

En el reciente conflicto, que se desata por el apresamiento abrupto del gobernador de Santa Cruz, se observan contradicciones entre los rasgos heredados de un perfil pasado y las características novedosas de un perfil nuevo nacional de Santa Cruz. En términos del peso político, se vuelve a notar la fuerza de convocatoria de Santa Cruz, su capacidad de movilización y el efecto que tiene a nivel nacional. En cambio, aspectos que tienen que ver con el discurso del gobernador, incluso con el discurso en defensa del gobernador por parte del Comité Cívico, vuelven a mostrarnos la persistencia de los rasgos meramente regionales y con un marcado tono conservador, sobre todo por una ideología notoriamente conservadora y patriarcal.

Caracterizaciones de crisis política en la coyuntura convulsionada

 

El gobierno perdido en la espiral de la violencia

El gobierno, perdido en su laberinto, para salir del torbellino opta por la espiral de la violencia. No encuentra sociego pues es la encarnación misma de la crisis múltiple. Crisis de legitimidad pues nunca cumplieron con la Constitución. Crisis política pues son la expresión abigarrada de la combinación perversa entre el lado oscuro del poder y el lado institucional del poder, empero adulterado. Crisis económica pues despilfarraron el excedente dilapidándolo, evaporando los ingresos del Estado en la época de las vacas gordas, cuando el precio de las materias primas era alto; hicieron desaparecer las reservas internacionales; incrementaron la deuda externa e interna a magnitudes insostenibles. Crisis histórica y política pues destruyeron el país a cambio de una demagogia delirante y una impostura espasmosa, la comedia grotesca de la política de los saltimbanquis.

Estos “revolucionarios de pacotilla” creen que revolución es sustituir a los que antes gobernaron, continuando, de esta manera el círculo vicioso del poder. Grises figuras en tiempos de la decadencia, cuando los valores se esfuman, los horizontes mueren y es asesinado el porvenir. No son más que la expresión posmoderna del barroco perverso del poder prologado artificialmente, son mafias políticas.

Guerra de los cárteles

El ciclo largo del capitalismo vigente no solamente ha llegado a su fase de clausura, cuando el ciclo se cierra, sino, en su agonía, la enfermedad congénita de la fetichización generalizada, de la valoración abstracta, ahora en plena especulación desbocada, muestra sus más putrefactos síntomas de muerte. La pus se esparce en el cuerpo. Tal parece que incluso la genealogía de todos los ciclos largos del capitalismo se clausura; después del cierre del último ciclo no habrá otro.

La fase del ciclo largo del capitalismo, que deriva en la dominación del capitalismo financiero y especulativo, ha desatado el más monstruoso extractivismo y ha expandido aterradoramente las formas perversas de la economía mundo, que tiene que ver con los tráficos, denominados por la jerga administrativa como “ílicitos”, que, en realidad, son extensión de los tráficos “lícitos” de los mercados donde circula proliferantemente el fetiche de la mercancía. A los monopolios de la economía mundo capitalista acompañan complementariamente los cárteles del tráfico “ilícito” y la producción “industrial” de las drogas y estupefacientes y demás vainas. El mismo sistema financiero internacional, con sus dispositivos nacionales, se encarga de blanquear el excedente de la economía mundo paralela, el lado oscuro de la economía.

El lado oscuro del poder, que corresponde a las formas paralelas de dominación, ha tomado, hace tiempo, el lado visible del poder, el lado institucional. El Estado es la máquina de dominación tomada por los cárteles y las mafias. El terrorismo de Estado se ha convertido en el terrorismo descomunal desbocado de los cárteles y mafias, que pugnan por el control territorial.

Las sociedades y pueblos no solo están amenazadas por la combinación perversa de los dispositivos de poder, que desencadenan violencia, sino por la mezcla abigarrada de aparatos de la violencia y terror de los dispositivos de dominación tanto del lado visible del poder como del lado oscuro del poder. Incluso el lado oscuro ya se ha hecho visible. Las organizaciones paramilitares, las conformaciones de avasallamientos territoriales, se han hecho visibles, han salido de las cavernas y de las sombras. Ahora campean a plena luz del día. Lo hacen protegidos por los aparatos de emergencia del Estado, principalmente la policía.

La expresión conservadora de la política, también en decadencia – la decadencia es compartida por “progresistas” y conservadores -, acusa a los gobiernos neopopulistas de “izquierdistas”, hasta de “comunistas”. Su extrema miopía le impide ver de qué se trata y quiénes son a los que acusa. Esta “derecha” devela constantemente sus propios fantasmas y miedos. Su consciencia culpable la obnubila, a tal punto que no puede ver que los llamados “progresistas” no son otra cosa que los mismos “conservadores” disfrazados de “revolucionarios”. Se pusieron la máscara y se invistieron de jacobinos en el carnaval político. Los “gobiernos progresistas” fueron más lejos que los gobiernos neoliberales en extender intensivamente el modelo colonial extractivista del capitalismo dependiente. Alcanzando dimensiones depravadas.

El terrorismo de Estado, las trasnacionales, los cárteles y las mafias han declarado la guerra a las sociedades y pueblos. No hay, como dice la jerga jurídica, Estado de derecho, es más, no hay Estado, no hay orden, leyes, reglas de ninguna clase, que se respeten.

Se ha llegado al reino desnudo, descarnado y descarado de la violencia. Ante esta catastrófica situación las sociedades y pueblos tienen la responsabilidad de autoconvocarse, movilizarse, autoorganizarse, conformar autodefensas, realizar autogestiones y autogobierno. Si no asumen la responsabilidad de defender la vida, los territorios, los bosques, las cuencas y la democracia, avanzando a la democracia plena, han de ser convertidos en esclavos de las formas de dominación mafiosas.

Las formas del patriarcalismo

Indudablemente las formas del conservadurismo tienen su base en las formas del patriarcalismo. El conservadurismo arranca en las estructuras de poder edifcadas por la dominación masculina. En la modernidad tardía no solamente subsisten y persisten estas formas anacrónicas sino que se reiteran de una manera perversa. Lo hacen supuestas “autoridades originarias” o “autoridades religiosas” a nombre de las tradiciones y de la cultura heredada, incluso de la religión. Esto da pie a fundamentalismos atroces que oprimen a las mujeres y a los hombres.

La invención colonial de cierta indumentaria y cierta inclinación al castigo es parte de la pervivencia de las formas del patriarcalismo, que corresponde a formas anacrónicas de dominar. Se alude al derecho de “autoridades originarias” a ejercer el castigo, es más, en el folclore político se usa a las supuestas “autoridades originarias” para reprimir las protestas. Esto no es otra cosa que conservadurismo anacrónico al servicio de la continuidad colonial.

La descolonización implica la destrucción de las estructuras coloniales de dominación, entre ellas, las más recientes, corresponden a las estructuras modernas del capitalismo. Sin embargo, el mercado capitalista y el mercadeo político usa inapropiadamente los símbolos culturales para prolongar el colonialismo y la explotación capitalista. Estas supuestas “autoridades originarias” no son otra cosa que agentes de la colonialidad y del modelo colonial extractivista del capitalismo dependiente. Además de ser los verdugos locales del círculo vicioso del poder.

Las auténticas autoridades originarias son comunitarias, ligadas a sus instituciones propias y normas y procedimiento propios, además y sobretodo de estar vinculadas al territorio comunitario. Cuando se disocian de la comunidad, de las instituciones, normas y procedimientos propios, sobretodo cuando se rompe con el territorio comunitario, no hay condiciones de posibilidad para autoridades originarias. Se trata de manipulaciones políticas de las formas clientelares de dominación.

Es menester recuperar el radicalismo anticolonial y anticapitalista en el periodo de la decadencia política. Es urgente el activismo contra las formas de manipulación de la forma de gubernamentalidad clientelar, que no son otra cosa que la extensión de la colonialidad y la prolongación de capitalismo dependiente. Hay que desenmascarar a los impostores, a los que usan demagógicamente la cultura para ejercer poder.

Psicología de los funcionarios

Creen que el mundo se reduce a la red jurídica de leyes, códigos , reglas, todas manipulables y susceptibles de interpretación leguleya, según la ocasión. Conforman el sistema de coerción, chantaje y extorsión. Son funcionales al gobierno de turno, particularmente del gobierno neopopulista, pues éste ha expandido la forma clientelar de dominación.

Sobre todo los funcionarios del órgano de poder judicial expresan, de manera desmesurada, esta inclinación compulsiva por las prácticas leguleyas y de corrupción. Si se tiene que buscar un ejemplo de la corrosión institucional, llevada a extremo, es en los ámbitos de la «administraciones de justicia» donde se encuentra el fenómeno de manera patética.

Los funcionarios se han apoderado de los intersticios y mediaciones de la sociedad, sobre todo de aquellos que tienen que ver con el Estado. Obstruyen el libre y espontáneo desenvolvimiento social, obstaculizan y alteran los trámites y transacciones, pervirtiendo las mismas prácticas sociales.

Psicología del llunk’u

Solo miran el ombligo de su Caudillo, creen que el centro del mundo es ese pupo. El mundo, en consecuencia, es el entorno del ombligo contemplado, entorno que gira alrededor de la compulsión del Caudillo. Son eunucos, entregaron sus órganos al déspota. No tienen voluntad propia, solo obedecen órdenes.

Tienen en la cabeza un esquema simplón para resolver sus dilemas. Nosotros, los buenos, ellos los malos. Nosotros tenemos derechos, ellos, los enemigos del Caudillo, no los tienen. Nosotros podemos protestar, ellos no pueden. Nosotros podemos matar, que es en defensa del “proceso”, ellos no pueden, si lo hacen son asesinos, incluso siguen siéndolo si no lo hacen. Los enemigos siempre son culpables, en cambio nosotros, los soldados del Caudillo, siempre tenemos razón, pues el Caudillo nunca se puede equivocar.

Si el Caudillo entrega los recursos naturales a las empresas trasnacionales, como lo han hecho los neoliberales, tiene razón de hacerlo, pues es en beneficio del país, antes no lo era. Si el Caudillo pierde el mar en La Haya lo hace por el bien del país, pues el Caudillo es patriota. Si el Caudillo cae en desgracia es porque el “imperio” y ellos, los enemigos, han conspirado. El Caudillo ha gobernado bien, por el pueblo. Si el pueblo no reconoce es ingrato.

Si ahora el Caudillo no se encuentra gobernando, como corresponde, es porque los traidores lo suplantaron. Por eso exigimos su inmediato retorno al poder. En consecuencia, podemos recurrir a todos los medios y métodos; el fin justifica los métodos. Pues el fin es en beneficio del país, el retorno del Caudillo.

El llunk’u es zalamero con su jefe, pero se convierte en un verdugo cuando hay que defender al Caudillo déspota y a un “proceso de cambio” ya muerto, asesinado por el Caudillo y su entorno palaciego. Para el  llunk’u el “proceso” no ha muerto aunque sea visibleblemente un cadáver.

Al llunk’u le parece bien que se avasallen los territorios indígenas, áreas protegidas y parques nacionales; es parte del desarrollo, aunque se quemen bosques y se contaminen cuencas. Al llunk’u le parece bien que se armen grupos paralelos, aunque se diga que forman parte de los Cárteles, pues siempre es en defensa del “proceso”. Lo demás es invento de la “oposición”. En fin, el llunk’u ha resuelto los problemas de un sopetón, usando este esquematizado simplón.

Ahora, que tiene dos líderes, uno gobernando , el otro desterrado en su propia tierra, se encuentra perdido en su laberinto, desolado en sus dilemas irresolubles.

La muerte de la rebelión, de la crítica y de la revolución

La rebelión anticipa a la revolución, es la energía de la revolución. La revolución es permanente mientras la rebelión la sostenga, la impulse y la proyecte. Cuando la revolución se institucionaliza, cuando se hace Estado, se desentiende de la rebelión, la inhibe, la apaga y termina matándola. Cuando ocurre esto muere también la revolución pues su corazón, la rebelión, ha dejado de latir. En vez aparece el monstruo de la impostura, es Estado policial, después el totalitarismo.

Los funcionarios de la monstruosidad estatal del Estado policial buscan legitimarse invistiéndose de “revolucionarios”, a quienes han perseguido y asesinado. Sobre el cadáver de sus víctimas, las vanguardias de la revolución, edifican la tiranía de una burocracia gris, que solo atina a la propaganda para parecerse en algo a lo que fue una revolución.

Al desaparecer la rebelión desaparece la crítica, que es una de las prácticas de la rebelión. Desaparece la reflexión y el pensamiento. La burocracia del Estado policial sustituye estos vacíos con adefecios discursivos, ideología instrumental de la burocracia. La impostura ha llegado lejos. Se aplasta al pueblo a nombre de una revolución que ellos mismos asesinaron.

Se experimenta la dominación artificial del mundo bizarro, donde los asesinos se invisten de “revolucionarios”, empero para continuar con el modo de producción capitalista, dirigido por la burocracia. Lo hacen a su estilo, inaugurando la versión de la escasez del modo de producción capitalista, en contraste con la versión de la abundancia del mismo modo de producción.

En la periferia de la geopolítica de Sistema mundo capitalista el mundo bizarro adquiere connotaciones barrocas. Las burocracias son populistas y convocan al pueblo recurriendo al mito mesiánico del Caudillo. La burguesía rentista gobernante se inviste folcloricamente de símbolos culturales para legitimar su forma clientelar de gobierno. También se hace desaparecer la rebelión y la crítica, se asesina el proceso de liberación en las primeras de cambio. La única alternativa que tiene para mantenerse en el poder es, además de la propaganda y publicidad compulsiva, el recurso a la violencia. Lo hacen a nombre de un proceso de cambio que no se dio, que fue truncado por los propios gobernante y representantes de la “revolución democrática y cultural “.

Asistimos pues, en plena decadencia de la civilización moderna, en plena clausura del sistema mundo capitalista, en plena crisis del Estado, a las manifestaciones más grotescas del círculo vicioso del poder, que busca prolongar su agonía con el artificio del espectáculo mediático y el incremento de la violencia, el terrorismo de Estado.

El derecho a la subversión

Cuando la sociedad se moviliza es síntoma de crisis, de crisis del poder. Aunque la movilización no tenga claros sus objetivos o todavía amarre sus demandas con antiguos discursos, ambiguamente conservadores, de todas maneras se trata de una movilización de interpelación social al poder.

El Estado responde como todo Estado, en defensa del orden, un orden de la dominación particular de la que se trate, con pretensiones progresistas o institucionales. Un gobierno neopopulista reprime de la misma manera que un gobierno neoliberal. Lo hacen utilizando a la policía y el ejército, dispositivos de emergencia del Estado en crisis.

La espiral de la violencia se sucede en ambos casos. Es absurdo distinguir, como lo hacen los eunucos al servicio de la dominación, entre represión de “izquierda” y represión de “derecha”. La represión es la misma, terrorismo de Estado.

El tema es el siguiente: No se puede eludir la contradicción estructural entre Estado y sociedad. El Estado ha suplantado a la sociedad con la pretensión de reprepresentarla y gobernarla. Esta pretensión es, en si misma, una violencia explícita contra la sociedad, disminuida a una condición infantil, para hacerla dependiente. Se conforma una casta política que domina a la sociedad. Este fenómenos ocurre tanto en sus versiones de “izquierda” como en sus versiones de “derecha”.

La democracia plena es el autogobierno del pueblo, sin la impostura de los “representantes” y gobernantes. El pueblo tiene que prescindir de los “representantes” y gobernantes si quiere dejar de ser esclavo político. Cuando esto ocurre, cuando el pueblo se da cuenta de la contradicción con el Estado, a través de conflictos, debe recurrir a su derecho a la subversión, un derecho consagrado en las mismas constituciones inaugúrales.

La opresión política es, de por sí, un oprobio. Se tiene como evidente la opresión conservadora, empero cuando la opresión se inviste con máscara “revolucionaria” es grotesca. Oprime al pueblo a nombre del mismo pueblo. Haciendo paráfrasis a Robespierre diremos: ningún político es indispensable, es más, está demás, solo el pueblo es inmortal.

Réquiem de la política

Réquiem de la política

 

Raúl Prada Alcoreza

 

expoflamenco-academia-baile-flamenco-foto-perezventana

Hoy amanece nublado.

Atmósfera curvada en su deseo insatisfecho.

Presencia del momento

perdido en el laberinto de su memoria

insondable.

 

Moviéndose lentamente,

imperceptible,

los conglomerados de vapor

planean en el aire,

recordando el comienzo de fuego.

 

Se hunde el tejido del espacio-tiempo

en la singularidad sin principio ni fin.

Olvido irremediable en la profundidad

Donde muere el tiempo

y se disemina el espacio.

 

No hay recuerdo,

se ha ido el acontecimiento.

No volverá a ocurrir nuca más.

Ha desaparecido hasta su huella,

no queda nada de su paso fugaz.

 

¿Habá otro comienzo alguna vez?

En otro universo flamante,

autopoietico e irradiante,

inventando en sus recorridos

mundos ensimismados. 

 

Sebastiano Mónada: Alborada del ocaso

 

 

 

Hay que salir del error

Hay un gran equívoco en el que nos hemos metido y nos empuja al abismo si no salimos del mismo, sino corregimos el error. Este error consiste en haber delegado la voluntad y la potencia social a una casta de aprendices de brujo, enamorados de sí mismos, creyentes de que fueron destinados a dirigir, cuando apenas se bambolean en sus propias contradicciones y miserias humanas.

Esta casta, que fue sacerdotal, ahora es política, ha hecho construir con sus esclavos una estructura piramidal de poder y se ha aposentado en la cúspide. Hace como que dirige el destino de los pueblos, de las naciones y países, cuando todo ocurre por interacción incontrolada de múltiples prácticas sociales, empero ocurre de una manera entrópica. Mientras los gobernantes efectúan el teatro político, empero beneficiándose de su función y rol apócrifo.

El problema que este error de delegación y representación de las voluntades a grupos de poder, cada vez más decadentes y mediocres, ha acumulado una secuencia de desastres e incoherencias que ya amenazan con la destrucción misma de la sociedad y los territorios. El persistir en este embobamiento generalizado ha de implicar la muerte social y del porvenir.

Los gobernantes y la casta política, con todos sus juegos de contrastes y oposiciones, que no ofrecen perspectiva ni tienen horizonte, salvo el de sus propias miserias humanas, que redundan en la inhibición patética de la potencia social, deben irse, deben ser retirados. Se debe desmantelar la máquina abstracta de poder y los agenciamientos concretos de dominación, si es que se quiere sobrevivir y tener un futuro para los hijos y los hijos de los hijos. Si no se interrumpe la marcha al abismo, si los pueblos no toman las riendas, si no liberaran su potencia creativa, el futuro inmediato será catastrófico.

El desmoronamiento

Se puede conjeturar, como se lo ha hecho, que se trata del fin de un ciclo, por lo tanto, se trata de una clausura. Pero hay que ir más lejos y más a fondo. La crisis múltiple ha calado, ha penetrada a la estructura misma que sostiene la arquitectura estatal, ha removido los cimientos. El régimen de la forma de gubernamentalidad clientelar ha colapsado.

Los gobernantes tratan, desesperadamente, de detener su propio fin. No pueden; están condenados a perecer. Pero no asumen su propia muerte anunciada, pelean, dan manotazos de ahogado. Es de prever que ocurra esto. Es parte del comportamiento de los que se niegan a irse.

El problema es que si se van quieren irse llevándose todo al abismo, arrastrando a su muerte a todo el país. Prefieren la destrucción de todo acompañando a su propia desaparición. Ciertamente este es el colmo de los caudillos caídos en desgracia. Por eso actúan con el máximo de violencia, se desbocan. La desmesura es el desborde destructivo con el que intentan detener el desenlace.

Una descripción sucinta de esta destrucción es alarmante. Demolición ecológica de bosques, territorios y cuencas; saqueo exacerbado de los recursos naturales; expansión intensiva del modelo colonial extractivista del capitalismo dependiente; despilfarro bochornoso del excedente; evaporación de las reservas internacionales; incremento insostenible de la deuda externa y la deuda interna. Empeorando el panorama histórico y político, la corrosión institucional y la corrupción galopante. Consecuencia de este descalabro: democracidio e ingobernabilidad, que se trata de compensar con expansión depravada de las relaciones clientelares y las prácticas prebéndales. Si esto ayuda un lapso perentorio, después resulta contraproducente, pues el clientelismo no sustituye a la convocatoria perdida, mucho menos a la legitimidad.

En consecuencia, el desenlace de la clausura se precipita dramáticamente. El único recurso a mano es el incremento de la violencia estatal, incluso hasta convertirla en violencia desquiciada. Aunque mueva y haga hablar a la masa elocuente de llunk’us, cada vez más mermada e infiel. Se pretende retener a esta clientela inconsistente con obsequios de tierra avasalladas, avanzando desaforadamente contra áreas protegidas, parques nacionales y territorio indígenas. Se arma a grupos paramilitares para implantar el terror. Se tiene compromisos perversos con transnacionales extractivistas y cárteles. Pero, estos dispositivos son también de corto alcance, no sustituye a una economía de mediano y largo alcance. Fuera de ser medios perversos, que solo pueden mantenerse, mientras duren, por la violencia descomunal y la destrucción del tejido social, tampoco garantizan la sobrevivencia de un régimen putrefacto.

Degradación y decadencia

Efectivamente corresponden al defectuoso funcionamiento de la máquina abstracta del poder y sus agenciamientos concretos de dominación, a sus dispositivos y engranajes perversos de prácticas de corrosión institucional y corrupción, de derrumbe ético y moral. El discurso sirve para buscar realizar la pretensión de legitimación. Pueden hablar de “justicia”, pero, en realidad persiguen la acumulación ilícita de riqueza apropiada indebidamente.

Exigen reconocimiento cuando no se sabe qué hay que reconocer, salvo el avasallamiento mediante la violencia y el despliegue de dominaciones polimorfas, sustentadas en el patriarcalismo inicial y anacrónico. Sus objetivos se resumen a la ostentación de abalorios inútiles, a espectáculos de feria chabacana, a portar los signos de la burguesía de los nuevos ricos.

Exactamente no tienen ideología sino un atado de rencores, frustraciones y complejos, que buscan ocultar mediante el chillido de consignas estridentes y sin sentido. La casta política gobernante es capaz de vender a su madre con tal de conseguir el título nobiliario apócrifo de reconocimiento social y político. Por eso se esmera en repetir, hasta el cansancio, un pupurri trillado de elecuencia falsa, queriendo justificar sus grotescos atropellos.

La casta política gobernante tiene terror de su propia vacuidad, por eso grita hasta ensordecer. Se inclina al desborde descontrolado de violencia con tal de lograr asustar, aunque sea por un lapso perentorio, donde se ilusiona con una eternidad imposible. Mientras tanto han contaminado, depredado y destruído los territorios, cuencas y bosques. Han entregado los recursos naturales a las trasnacionales extractivistas y han prostituido a una masa elocuente de llunk’us, regalado el país a los cárteles. Todo a nombre de un “proceso de cambio” que nunca se dio, es más, fue asesinado por ellos mismos, los “revolucionarios de pacotilla”, en los primeros latidos fetales.

Espectáculo pestilente

Espectáculo pestilente del circo político. Sin perspectiva ni horizonte, circunscrito en la miseria humana, atrofiada en prejuicios brutales y rencores guardados,  labrados en el resentimiento. Consciencias desdichadas y sujetos desgarrados en sus contradicciones groseras. No hacen política, porque ésta ha muerto en la decadencia de la casta de oportunistas y pragmáticos, que consideran que ahora les toca robar a nombre del pueblo. Venden la patria a trasnacionales extractivistas y la prostituyen entregándola a cárteles.

Impostura delirante

Circunscritos en un centrismo estrecho, limitado al agobio de sus prejuicios soterrados. Creen que el mundo es su propio ombligo y gravitan en este pupo autocontemplado. Son las víctimas eternizadas en una narración trivial, cuando ya son verdugos de tiranías anacrónicas.

Inclinados al desborde iracundo, se desgarran las vestiduras, mostrándose ofendidos, cuando son los que avasallan, depredan y destruyen, dejando estériles los territorios y las cuencas. No ofrecen nada como porvenir, no tienen horizontes, salvo la compulsión por enriquecimiento depravado y la usurpación del poder. Consideran que son impunes a pesar de cometer crimenes y saqueos. Hablan a nombre del pueblo, empero son los nuevos ricos y la burguesía mafiosa.

Sostienen el despotismo vernacular y pretenden presentar este terrorismo de Estado como «democracia». Usan el discurso político para transmitir balbuceos extravagantes, que están muy lejos de parecerse a alguna argumentación. Está es la encarnación de la decadencia en la periferia del sistema mundo capitalista.

 

Réquiem para un país abandonado

¿Por qué se empezó a perder el litoral del Pacífico y el Atacama? Porque se desatendió el litoral y el Atacama. Otra población migró a la zona, sobre todo empresas privadas se hicieron cargo de la explotación del guano y el salitre. La ocupación militar fue el desenlace de una pérdida territorial anunciada. Hoy pasa lo mismo, las fronteras son desatendidas, entre ellas la frontera con Chile. Esta frontera se ha convertido en tierra de nadie, donde se imponen formas paralelas de tráficos, de contrabando, saqueando recursos naturales, que escapan de todo control Estatal. Es más, funcionarios del Estado están comprometidos en este saqueo.

Se contrabandea salmuera del Salar de Uyuni, además de otros minerales que son prácticamente robados de yacimientos que todavía no son explotados. El contrabando, desde Chile, atraviesa decenas de caminos secretos y llega hasta las ciudades capitales, a pesar de la supuesta «lucha contra el contrabando». En realidad el contrabando ha comprometido a las comunidades y poblaciones fronterizas, que forman parte de esta economía paralela, incluso ha comprado a los militares.

Los hijos de los comunarios de la frontera pasan clases en escuelas del país vecino porque en su comunidad son desatendidos, no hay escuela o está en muy malas condiciones. No hay prácticamente Estado, pero el neopopulismo se engolosina con discursos propagandísticos.

El panorama y la situación es calamitosa, en la práctica ha desaparecido la soberanía. Sustituida por la demagogia neopopulista, el país se disemina, mientras su pueblo no hace nada para detener su desaparición.

Sabíamos que la politiquería de la casta política es el adormecente, que atrofia los sentidos y convierte al pueblo en objeto de manipulación. El neopopulismo ha ido más lejos, es una droga que embrutece al cuerpo social, que ya no atina a nada, salvo a la autodestrucción.

¿Hay todavía una reserva ética para activar la voluntad de vivir? Si los bolivianos y las bolivianas quieren el porvenir para sus hijos y sus nietos tienen que activar la potencia social. Demoler con el «sistema» de la impostura, destruir el Estado de la delincuencia generalizada, luchar por el futuro, defendiendo la vida, los ecosistemas, las generaciones de derechos conquistados y constitucionalizados. El pueblo si quiere existir tiene que rebelarse.

El sistema perverso

Es como un sistema perverso del lado oscuro del poder. Los avasallamientos no son un fenómeno aislado, al contrario, forman parte de una estructura paralela del poder. Trasnacionales extractivistas, burguesías mafiosas y burguesías rentistas, las que gobiernan, cárteles, traficantes de tierras y una gama de tráficos. Todas estas formaciones paralelas hacen a un modelo de saqueo, de expoliación y de extorsión.

No son campesinos pobres, como cuando se lucha por la tierra. Hace tiempo que las organizaciones apócrifas renunciaron a la reforma agraria. Estas organizaciones, impostoras de la representación genuina, optan por prácticas delincuenciales, desde la corrupción hasta el avasallamiento con el objeto de la especulación y el negocio. Los grupos armados nada tienen que ver con las antiguas prácticas revolucionarias, al contrario son una extensión paramilitar de los cárteles.

Por eso se avasallan territorios indígenas, a pesar de estar reconocidos por la Constitución y las leyes, invaden parques nacionales y áreas protegidas. Por dónde pasan dejan la huella de la muerte, la contaminación y depredación. Los ríos están enfermos por el mercurio, los bosques se talan para ampliar la frontera agrícola de manera demoledora, que muchas veces implica la ampliación de la frontera agrícola de la coca excedentaria. La minería del oro y la producción de cocaína, aunque no son lo mismo, comparten el efecto de la destrucción a su paso. En esto incluida la destrucción del tejido social.